Por

Anónimo

junio 7, 2025

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CUÑADA EN CASA pt2

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Desperté al escuchar el ruido de la secadora de pelo de mi esposa y el ruido que hacía mientras se arreglaba. Me quedé dormido justo después de terminar. Y me quedé abrazándola sobre ella.

Fue algo muy intenso; tenía mucho tiempo que no teníamos algo así. Liz estaba FELIZ. Pero también estaba algo apurada y preocupada por su mamá; lo que tenía no era algo grave, pero era algo que tenía ya de hacía tiempo y empezaba a dar problemas. Por desidia no lo había atendido y por fin aceptó atenderse.

Me levanté y me di un baño rápido. Al salir, Liz aún estaba en el espejo arreglándose. Llevaba puesto un vestido largo, negro, muy pegado, que hacía ver su cintura pequeña, sus caderas bien anchas y el culo bien parado. Mientras me bañaba, no hacía más que pensar en la noche previa. En lo que pasó con Jessica y cómo hicimos el amor Liz y yo, podía pensar en eso y venía Jessica a mi mente. Como si con quien hubiera estado hubiera sido ella.

Mientras me bañaba, de pensar en todo eso, se me paró muy cabrón y fue que salí rápido de la regadera. Y la vi arreglándose. Me sequé un poco y salí; no me prestó mayor atención porque estaba maquillándose. Me paré detrás de ella y la tomé por la cintura. Empecé a acariciar sus grandes nalgas duras y a frotar mi pene contra ellas. En eso sintió mi erección, volteándome a ver a través del espejo. Me dijo:

—Amor, no, aquí está mi hermana, está dormida y la podemos despertar.

(Yo a través del espejo la veía a los ojos, acariciándola y subiendo su largo y apretado vestido poco a poco).

 

—Tengo que terminar de arreglarme y se hará tarde para ir por mi mamá.

(Su vestido ya estaba casi hasta arriba y empecé a acariciar su vulva con la mano que tenía en su cintura.)

—Bebé, tiene que ser rápido, amor, porque me voy a atrasar. (Pasaba mi pene entre sus nalgas ya sin su vestido; tenía el vestido hasta arriba, mi verga entre sus nalgas y mi mano acariciándola sobre su tanguita).

Se dejó de arreglar y puso sus manos en el tocador. Empecé a besar su cuello, que sé que es su debilidad.

Al oído le dije: —Será rápido, no te preocupes.

Tomó mi mano y la puso en sus pechos. Dando un suspiro profundo. La empuje hacia adelante, hice a un lado su tanga y se la metí lento; estuve jugando con metérsela de a poco. Hasta que empujó sus caderas hacia mí para tenerme todo dentro. Dando un grito, pujando.

Le empecé a dar mientras le apretaba las tetas. Gemía y gritaba como hacía mucho tiempo que no. Estábamos disfrutando del sexo como cuando recién nos casamos.

Me besaba y metía su lengua, mordía mis labios y gemía. Estaba muy caliente; se recostaba sobre mi, la masturbaba mientras la penetraba y pude sentir cómo se venía. Al metérsela, escurría por mi pene sus secreciones y me encajaba las uñas. Daba como brincos sobre mi verga estando los dos parados. La empujé contra el tocador otra vez y empecé a darle duro. Gemía y pujaba; en un momento parecía contenerse y me empujó como para quitarme. Le seguí dando. Dio un gran y fuerte gritó y perdió las fuerzas; pude sentir cómo se vino y me llenó de squirt. Las piernas le temblaban. En eso escuchamos una puerta que se cerró y nos detuvimos. Me regresé a la regadera a terminar de bañarme y ella se terminó de arreglar. Mientras me bañaba, fue a despedirse.

Me dijo que Jessy se había bajado a la cocina; eso fue lo que escuchamos. Que no nos vio, pero que le pidió que si la podía llevar a dar unas vueltas. Le dije que no tenía problema, que yo tenía algunos pendientes que me solo me tendría que acompañar. Liz estaría toda la mañana ocupada con su mamá. Pero que por la tarde nos veríamos los cuatro para comer juntos. Se acercó nos besamos como despedida y se fue corriendo por que ya era tarde.

Después de bañarme, me cambié y salí a ver si Jessica ya estaba lista o algo. Estaba ya lista en la cocina, desayunando y tomando té.

Al ir bajando las escaleras, escucha el ruido de que estoy en camino y me grita:

– ¡Buenos días! ¿Cómo amaneciste? ¿Cómo amanecieron los tortolitos? ¡Muy enamorados! Jajaja.

Me puse algo rojo y reí; le pregunté que si nos había escuchado. A lo que me contestó que no, pero que Liz le preguntó cuando la vio y pues se enteró por eso. Me dijo que en la noche sí nos escuchó muy fuerte y que mejor se puso audífonos con música, pero que aun así nos escuchaba.

Me tenía muerto de la risa y de la pena; Jessy es muy graciosa a la hora de contar las cosas. Le dije que quería invitarla a desayunar o por un café, pero que sabía que no tomaba café. Que me daba pena el que nos hubiera escuchado durante la noche y que nos vio por la tarde.

Ella se puso muy seria y me dijo que no había problema. Que en realidad ella es la que estaba algo apenada por lo que pasó entre nosotros cuando tomamos. Que no quería que perdiéramos el buen trato entre los dos. Le dije que estábamos tomados y que nada había pasado. Que no se preocupara.

Así que sin más salimos de casa, por café para mí y a buscar sus cosas.

En el camino fuimos platicando y bromeando. Entre risas le dije a Jess que me sentía como crudo, que ocupaba un suero o algo. A lo que me contestó: «Lo que tú ocupas es una rusa». Lo dijo mientras yo tomaba café que casi escupo. Se ríe y me dice:

—Una rusa; un agua mineral con sal y limón. Jajajaja, no sea mal pensado, cuñado.

Yo solo reía; en eso me dice: —Oye, cuñado, ¿por qué? O sea, de las otras rusas, mi hermana no te puede hacer, tiene muy poca chichi. Ella sí es mujer culichi de verdad: mucha nalga, poca chichi.

Yo reía y la veía de reojo. No podía dejar de verle las enormes tetas; de tanto hablar de “rusas”, no hacía más que imaginármela. Ya la tenía bien parada y aún faltaba camino para llegar a su casa por sus cosas.

Y siguió, —oiga, cuñado. ¡Tú! Hace mucho, dijiste que te gustaban chichonas y Liz tiene muy poquitas. Aparte, ayer, a cómo te vi el paquete, si le falta mucha chichi para poder agarrártela con las bubbies. Yo estaba ya muy nervioso y ella se daba cuenta. Al fin de cuentas, me lleva 5 años, no es una niña inocente. Volteo a verla y veo que me está viendo el pantalón donde ya se me notaba la erección.

Me hice pendejo como si no la hubiera visto viéndome y como si no la tuviera durísima. Ella se rio y siguió con sus comentarios chistosos y juegos. En eso ya estábamos cerca de su casa y en su casa estaba su esposo. Se puso muy seria y nerviosa. Le pregunté que sí estaba bien. Me dijo que sí, pero que si la podía acompañar, que le daba miedo estar a solas con Miguel, su ahora exesposo. Le dije que no había tema. Me estacioné y le dije que me esperara a que yo saludara a Miguel primero. Me bajé, toqué la puerta y salió Miguel, tan tranquilo como siempre. Le dije por qué estaba ahí y que Jess estaba en el carro que bajaría. Se comportó como un caballero, no hizo problema alguno. Salió conmigo al carro, saludó a Jess y la dejó entrar a tomar lo que ocupaba mientras él y yo nos quedamos en el carro platicando.

Tardó muy poco unos 20 minutos, en lo que salió con una gran maleta y dijo que tenía otra que tenía que bajar. Miguel se ofreció a ayudarla, pero no aceptó. En cosa de media hr ya había sacado dos grandes maletas con lo que parecían ser “todas sus cosas”

Nos despedimos de Miguel, y nos fuimos sin mayor problema, pero con cierta sensación de incomodidad.

Ya en el carro, Jessica venía muy callada. Le pregunté que si estaba bien, a lo que me contestó que eso era todo lo que tenía. Un par de maletas y empezó a llorar. Seguí manejando y en eso empezó a llorar un poco más fuerte, como haciendo berrinche. Busqué un espacio para estacionarme y paré para intentar consolarla. Su problema era que no estudió para ser esposa de Miguel y ahora Miguel la estaba dejando con una niña que era 10 años menor que ella, que sí había estudiado y llegó a ellos como empleada de la imprenta. Empleada de ellos. Después de escucharla intentaba tranquilizarla con algunas palabras, en eso me besa. Fue muy leve y rápido. Se quitó y no le correspondí. Estábamos en la calle. Le dije que no había pasado nada; en eso yo tenía cosas que hacer. Le pregunté si quería que la dejara o si me quería acompañar. Decidió acompañarme.

Me acompaño el resto de la mañana la verdad es que si compañía es muy agradable. Por la tarde quedamos en vernos para comer con mi esposa y mi suegra. Así que llame a Liz. Ella me contesta y me dice que con los estudios el cirujano les dijo que mañana mismo podía operar a mi suegra. Así que hoy internarían a mi suegra para que mañana a primera hora pasaran a operar.

Fuimos a casa a dejar las cosas de Jess y a comer con mi esposa. Platicamos y pasamos muy buen rato. Después de pasar todo el día con Jessica, ver a mi esposa me puso muy caliente. Durante la comida no dejaba de manosearla y besarla. Ella estaba encantada de tanto cariño y atención Estábamos en un restaurante de comida china, a mi suegra le gusta mucho. Y fue “su último deseo” antes de la cirugía. Mientras esperábamos la comida, Jessica les contaba a mi esposa y mi suegra lo que había pasado con Miguel al recoger las cosas. Yo mordía el cuello y el lóbulo de la oreja de Liz la tenía por la cintura y acariciaba sus nalgas. En eso pone su mano sobre mi pierna y me dice al oído que la acompañe. Se disculpó con su familia y dijo que ya volvíamos. Fuimos al baño de mujeres y nos encerramos con seguro.

Se subió el vestido, parando el culo sin pensarla le empecé a dar. Estaba súper mojada. Fue muy breve por qué empezaron a tocar la puerta a los minutos. Nos acomodamos la ropa y tomamos un poco de aire para salir. Yo como pude me acomode la verga de lado. El pantalón era algo ajustado y se me notaba mucho. Intente ignorarlo y caminar para que se me pasara. Pero durante todo el camino a la mesa Jessica no me quitaba la vista de encima…

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