abril 28, 2021

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Carolina, el precio de la ambición, Parte 2

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Carolina se levantó sin necesidad del despertador. Seguiría en la empresa? Carlos le habrá contado a su mujer que era su empleada? Imaginaba a esa vieja riéndose, le dolía el orgullo. Encima Jorge le había contado que no lograba alcanzar la cuota de ventas, otro mes sin comisiones: «menos mal que empezaste vos a trabajar, sino habría que borrarse del club»

 

La opción de renunciar no era válida, tenía que conservar su trabajo. Mientras se bañaba recordó la charla del auto, llena de culpa y con una pizca de excitación también. Imaginó a Carlos oliendo su bombacha mientras se iba en la camioneta, se sentía deseada también. Muchos cambios, sensaciones, todos al mismo tiempo.

 

Llegó tempano la oficina, ya no necesitaba evadir a González, así que se dispuso a trabajar y cuando llegase ya no inventaría nada. Carlos llegó al rato, pasó a su lado, le dedicó media sonrisa que ella no devolvió y se metió a su despacho. Carolina vio que su supervisora se metía tras él, pensó que hablarían de ella, no sabía que esperar, y redobló sus esfuerzos en la atención telefónica.

 

Mientras en el despacho de González, Silvina repasaba la semana solo vestida con lencería color negro, portaligas y una tanga, parada frente a la pizarra, describiendo resultados.

 

Carlos escuchaba, mientras se pajeaba lentamente: «La señora mejoró, se nota el cambio. Aunque mi recomendación es sacarla… es una buena imagen para el resto que verá que no se puede bajar la performance, por lo que sea. Además es nueva, nos sale barato sacarla», dijo ella.

 

Carlos miraba a Silvina pero pensaba en Carolina, recordando la escena del auto, lo puta que debía ser, se había tragado toda su leche y no dejaba de pensar que también ella había acabado.

 

Se paró y fue hasta Silvina: «chupamela y callate un poco, dejame a mí decidir sobre la señora»

 

«Carlos no estoy de acuerdo, yo soy su jefa», alcanzó a protestar ella.

 

No la dejó seguir hablando, la puso de rodillas y le metió violentamente la pija en su boca. Estaba muy caliente, Silvina estaba hecha una bomba, pero el rollo de Carolina lo podía más.

 

Silvina lo notaba más excitado que de costumbre, las venas de su pija palpitaban dentro de su boca. Quería también su ración de sexo así que dejó de chuparlo y le dijo: «hoy quiero que me dejes tu leche en mi colita».

 

Se apoyó en el escritorio, se ensalivó dos dedos y se los metió en el orto, solita

 

Carlos no dudó, apoyó su pedazo en la puerta de ese culo divino, y empujó fuerte, Silvina no pudo ahogar un pequeño grito. En ese mismo momento Carolina pasaba cerca de la puerta y detectó el sonido. «Será posible que..??? Están cogiendo?? No puede ser».

Intentó agudizar su oído pero no escuchó más nada. Adentro Silvina se tapó la boca y bancaba los embates de Carlos, que le daba con furia.

«Tapate putita, la querías en la colita?? Acá la tenés, te la voy a llenar toda»

 

S: «dame, dame, damelaaaaaaaaa». Carlos ya no aguantaba más, la cabeza que pensaba en Carolina, ese culito cerrado y… 

 

«Ahhhhh, tomáaaaa, ahhhh» Carlos acabó en el culo de Silvina, que sabía que él aguantaba mucho más, había algo diferente, no sabía qué, y ya se ocuparía en averiguarlo.

 

«Vestite que quiero llamar a la señora, quiero hablar con ella», le dijo a Silvina.

 

«Pero Carlos conversemos antes», protestó ella. «Dejame a mí, quedate tranquila», acotó él

 

Ella se acomodó, aún sentía la leche en su culito, se había quedado con ganas de más… «Carolina venis por favor??», la llamó por el interno.

 

Carolina entró al despacho, notó la cara rozagante de ella, el pelo algo desordenado «habrá sido un gemido entonces??» pensó aunque descartó rápido. Era el momento de la verdad.

 

Carlos entonces habló: «Carolina vemos que has levantado en tu performance, y veo que tampoco sos una chica. Debe ser importante el trabajo para vos. Sin embargo, las faltas han sido graves y estuvimos a punto de perder un cliente importante por tus errores. Te daré una oportunidad más, aunque deberás cambiar el turno y mantenerte durante los próximos 15 días en este grupo. Con Silvina seguiremos diariamente tu desempeño. Si no puedes cambiar, considérate despedida», cerró.

 

Silvina se sorprendió, lo del cliente era mentira, pero no emitió palabra. 

 

Carolina dijo: «gracias por la oportunidad señor González, deberé acomodar las cosas en mi casa pero lo haré»

 

Carlos entonces cerró: «seguramente su marido la sabrá entender, no es momento de andar perdiendo trabajos. Ahora vaya y continúe en esta senda»

 

Carolina leyó la ironía, pero no podía decir nada.

 

Cuando estaba por irse recibió un mensaje de su esposo. «Cómo te fue en el trabajo amor?»

 

«muy bien por suerte», contestó ella.

 

«Sabés quien nos invitó a cenar mañana? González, el viejo del club, dice que tiene algo bueno para proponerme» le dijo Jorge.

 

«Qué bueno, por supuesto que iremos», le puso ella.

 

Carlos estaba dispuesto a jugar con ella, y ella quizás también.

 

—-

 

Al día siguiente, Jorge y Carolina ya estaban en la entada del country donde vivía González. «Qué me ofrecerá el viejo este, lo único que sé es que tiene una empresita de mala muerte, pero mis ventas van de mal en peor, había que venir. Perdón amor…», le decía Jorge a Caro. «Quizás se dio cuenta que debe empezar a retirarse y quiere un lider de verdad»

 

Ella sonrió con ganas, estaba ansiosa y nerviosa. Sabía que no sería una noche más.

 

Les abrió la mujer de Carlos

 

«Pasen, les dije que no trajeran nada, no era necesario el helado», los recibió. 

 

La casa era mucho más de lo que esperaban. «Parece que le va bien a la empresita», deslizó Jorge. 

 

Allí apareció Carlos, muy elegante y se acercó a saludarlos.

 

«Gracias por venir, tenía muchas ganas de charlar con vos Jorgito, dejemos a las chicas que chusmeen un rato… Tomás whisky??», le ofreció a Jorge, mientas miró de reojo a Carolina, que estaba espléndida.

 

Ellas se fueron a la cocina

 

Sara, la mujer de Carlos, le preguntó: «te debes estar matando en el gym no?? Estás cada día mejor». Carolina agradeció y agregó: «estoy cada día más vaga y más vieja»

 

Carlos: «Vos pensarás para qué me invitó este viejo… A mí me gusta definirme hoy como una persona que busca el bienestar, mío y de mi entorno. La verdad es que a mis empresas les está yendo bien, en el club sólo saben de una, que es un Call Center, pero tengo varias más, y todas son exitosas. Mi última aventura es una empresa que creamos con mi mujer. De diseño de interiores, para venta aquí en el país y al exterior.

Lo que ella necesita hoy es un responsable comercial que la acompañe. 

Alguna vez contaste tu experiencia en grandes empresas, el manejo de redes sociales, aún recuerdo que me dijiste que yo no sabía nada!! Y tenés razón, no lo sé, y ya no quiero aprender»

Jorge: «no lo decia en serio, se notaba tu experiencia en…»

Carlos: No intentes disculparte o congraciarte, era y es verdad. Me gustaría que puedas unirte a esta nueva empresa»

 

En eso llegan las mujeres a la sala, y Sara se adelanta : «Ya le comentaste de la idea a Jorgito?»

 

Carlos: «solo el proyecto en general. Recién empezábamos»

Jorge: «Carlos te agradezco de antemano, no sé si podría, hoy tengo un buen trabajo y…»

C: «necesitamos alguien que dirija comercialmente, quizás al principio con dedicarle algunas horas semanales, estaremos bien. Pensalo, las comisiones pueden ser muy interesantes»

Sara: «vos sos de confianza, yo busco alguien así…»

 

Carolina no emitía palabras, miraba a su marido conociéndolo. La propuesta le gustaba, siempre buscó verse importante, que lo halaguen era su sueño. Pero era claro que la jugada de Carlos era más por ella que por su esposo.

 

«Mientras cenamos charlamos un poco más», dijo Carlos, y se dirigieron a la mesa.

 

Carolina estaba radiante. Vestido ajustado negro, escote amplio, su pelo caía sobre sus hombros. Su marido prácticamente no la había mirado, pero sabía que no pasaba desapercibida para Carlos.

 

Sara le llevaba no menos de 15 años, más baja que ella también, y se notaba que debe haber levantado suspiros en el pasado. No usaba ropa ajustada ya, pero tenía buenas piernas y por lo menos 105 de tetas.

 

Jorge era más el yuppie de los 90. recién entrando en los 40´s, flaco, cuidado, prepotente y canchero, de buen porte.

 

Carlos en gesto de caballerosidad invitó a sentar a Carolina corriéndole la silla

 

«Muy amable», le dijo ella con una sonrisa, y él aprovechó para rozarle los hombros. El detalle a ella le dejó una electricidad por su cuerpo. Nadie notó nada…

 

Cenaron y Jorge no dejaba de hablar de lo bien que podría moverse en la nueva empresa, Sara lo miraba y acotaba. Carlos lo dejaba, mientras trataba de cruzarse miradas con Carolina, que se había empezado a poner nerviosa, evitándolo.

 

Temía por Jorge, pero él navegaba en su propio ego.

 

Carlos avanzó: «Sara, por qué no le muestras a jorge en la sala los diseños tuyos, y una breve introducción de la empresa?? En la máquina que tenemos allí lo pueden ver tranquilos. Mientras me ocupo de los postres y de hacer un café con Carolina, qué les parece??»

 

J: «Me gusta, seguramente ya pueda empezar a aportar nuevas cosas»

S: «Me encanta!! Caro en la cocina encontrarás todo, movete con confianza, Carlos te puede ayudar»

 

Cuando entraron a la cocina, Carolina dijo «qué es todo esto??, ofrecerle trabajo a mi marido?? qué estás buscando??»

 

C: «yo lo veo muy contento, una entrada más no les va a venir nada mal. Mi mujer también está contenta. No veo nada raro», le dijo mientras se le acercaba lentamente.

 

Caro: «qué haces??» dijo ella con poca vehemencia. Él la tomó suave y firme de la nuca y la besó. Ella no se negó, al mismo tiempo que sintió cómo la apoyaba.

 

Carlos: «No podía dejar de mirarte», le dijo al oído, besándole luego el cuello, las manos empezaban a ir y venir x su cuerpo, ella lo abrazaba.

 

A lo lejos, se escuchaba la voz de Jorge, opinando…

 

Carlos le subió el vestido hasta la cintura, ella llevaba una tanga blanca de encaje. Carolina disfrutaba, la escena nuevamente con el marido al lado, el morbo y Jorge que cada vez le prestaba menos atención. Se sentía mujer, plena, lo dejaba hacer.

 

Carlos: «mmm, qué linda bombachita, y está húmeda», le tocó la concha por sobre la tela, ella ahogó el jadeo, mordiéndose los labios.

 

«Esta también me la voy a quedar», le dijo mientras se la sacaba y la ponía en su bolsillo. Empezó a chuparle la concha, suavemente, con experiencia, rápidamente ubicó su clítoris, se lo mordía, mientras que con la mano le metió un dedo que entró con facilidad a su concha. 

 

Carolina le tomó los pelos con fuerza y lo empujaba contra sí mismo.

 

«Siiii, chupamela toda, ahhhhh»

 

Calos movía su lengua con habilidad, mientras escuchaba la sonrisa de su señora.

 

Se paró, y acomodó a Caro sobre la mesada de la cocina, la sentó frente a él, le abrió las piernas y sacó su pija.

 

«Hoy te voy a dejar la leche en tu conchita», le dijo

 

Y se la puso de un solo golpe, con el empujón se cayó una copa, y se rompió

 

Sara: «están bien??»

 

Carlos: «Si amor, no te preocupes, se me resbaló una copa, en 5 minutos estamos allí»

 

Le bajó la parte de adelante y mientras se la ponía, le mordía los pezones, carolina volaba de calentura.

 

Carlos sabía coger muy bien, cuánto hacía que no tenía la sensación de un buen orgasmo??

 

Ella ya lo sentía, Carlos aceleraba su ritmo, mientras masajeaba sus tetas. «Sos divina Caro, te la vas a llevar toda»

 

Caro: «Damela, damela hasta el fondo, damela, te acaboooooo ahhhhh»

 

Carlos tampoco aguantó y le descargó tres fuertes chorros como hacia tempo no tenía. «Ahhhhhh tomaaaa…» 

 

Caro se acomodó rápido, le dio un terrible chupón, y se puso a hacer el café. «En 5 minutos estamos»

 

Mientras en la sala, Jorge y Sara estaban enfrascados en su charla. Sentados frente al monitor, un par de veces ella se inclinó a mostrarle algunos diseños en la pantalla apoyándole las tetas en su brazo, casi sin querer

 

Fueron 2 o tres veces con el mismo movimiento, Jorge sentía la suavidad de Sara, y su pene comenzó a reaccionar, de manera instintiva. Fue él entonces que propició otro roce, mostrando hacia el otro lado de la pantalla, poniendo su brazo por sobre la tela de su pezón izquierdo, lo dejó un rato en dicha posición, notó como un breve gemido de Sara.

 

Se le paró más, se dio cuenta de un breve consentimiento, pero no sabía si era real o no, o fue más su propia fantasía.

 

se paró entonces, como buscando un whisky, a su vuelta, ya parado, le apoyó su pija sobre el brazo de ella, que no atinó a moverse.

 

Sara siempre había estado atraída por Jorge en el club. Casi como que fue un regalo la propuesta de su marido para sumarlo a su pequeña empresa. Le resultó extraño pero no se quejó. Quizas… 

Y ahora . ¿sin querer? lo había tocado con sus tetas, y cuando él hizo lo mismo, no había podido evitar ese jadeo inconsciente de hace unos instantes. Carlos no la tocaba hace mucho, y justo Jorge era el que le buscaba sus tetas??

 

Mejor se sintió cuando este la apoyó, esa sensación de pija parada, joven, refregándose en su cuerpo, sentía un escalofrió, un breve palpitar en su concha. Entonces…

 

«Cómo van esos próximos socios??», entró Carlos con el café, Jorge se separó de Sara, y se sentó rápidamente para disimular su erección.

 

«Avanzamos muchísimo», le dijo ella. «Más de lo que imaginaba…», cerró

 

Jorge miró a Caro, que estaba espléndida, renovada. «Tardamos un poco porque no encontraba el café», dijo ella

 

«No había apuro», dijo Sara mientras miraba a Jorge y sonreía

 

Continuará

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2 respuestas

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