Por

junio 17, 2015

11505 Vistas

junio 17, 2015

11505 Vistas

Ayudándole a un amigo

0
(0)

Un viejo amigo se casó (hace ya tiempo) con una chica que años antes había sido compañera de la secundaria, de hecho los tres nos conocimos allí.

Tras algunos años, me pareció raro que no tuvieran hijos. Supuse que así lo habían planeado y yo no quise indagar en el tema, sin embargo, una ocasión me topé con Lorena (la esposa de mi amigo) y nos pusimos a platicar un buen rato.

De repente el tema salió y ella no pudo contener las lágrimas al sentirse afligida pues ella deseaba un bebé. Me conmovieron sus palabras cuando ella me confió que si no habían concebido hasta ahora era por que Mario (mi amigo) era estéril (cosa que supieron gracias a pruebas médicas llevadas a cabo por ambos).

Según me dijo, los médicos le

habían asegurado que ella no tendría problema alguno para quedar encinta pero el caso era diferente para mi amigo quien no podría fecundarla. Él no terminaba de aceptar tales pruebas y seguía intentando preñarla pero sin éxito.

Si bien durante nuestros estudios de secundaria Lorena y yo no fuimos precisamente amigos íntimos y fue hasta que Mario y ella se casaron que se estrechó nuestra relación, en ese momento me conmoví y sentí pena por ella. La abracé casi que por instinto y compartimos el sentimiento.

Trate de consolarla diciéndole palabras que pretendían animarla pero parecía que ella estuviera cerrada a otras opciones como la adopción, ella quería un hijo o hija pero de ella. Después de un rato de conversación nos despedimos y ella me invitó que nos reuniéramos pronto. Fue así que una noche días más tarde fui a casa de Mario y Lorena invitado a cenar.

Durante tal cena no pude evitar lo atractiva que lucía la esposa de mi amigo, parecía que se hubiese arreglado para salir a una velada nocturna y no para un encuentro entre amigos. Un vestido muy ceñido a su cuerpo lo perfilaba destacando sus voluptuosas nalgas a la vez que acentuaban su escueta cintura y el escote mostraba con evidencia los dos hermosos senos que portaba.

Cuando mi amigo nos dejó por un breve momento para ir al baño tras beber varías cervezas, Lorena me habló con una franqueza que nunca había percibido antes en ella. Con firmeza me pidió un favor al que, vergonzosamente no me negué, pese al perjuicio que le acarrearía a mi amigo.

Poco después regresó Mario y continuamos la velada como si nada y, sin embargo, Lorena y yo nos mirábamos muy distintamente.

Días después alguien toca a la puerta. Debe ser ella; mi corazón late muy rápido, la sangre se me embota en la cabeza e incluso siento que mis manos tiemblan al abrir la puerta.

«Estoy a punto de traicionar a mi amigo».

Tras abrir la veo. Una mujer de una preciosa piel morena; cabello largo, lacio, color negro; de complexión bien proporcionada con pechos grandes y firmes, caderas redondeadas. Ese día viste una blusa corta que deja al descubierto la tersa piel de su abdomen, lleva unos jeans deslavados bien ajustados que remarcan sus curvilíneos muslos y bien torneadas piernas.

Lorena me sonríe saludándome con un fresco beso en la mejilla. Ingresa a la habitación. Ambos nos sentamos en la cama sonriéndonos el uno al otro nerviosamente.

�Bien, pues aquí estamos. Te agradezco… te lo agradezco muchísimo �vuelve a besarme la mejilla�. Eres el mejor amigo de Mario y creo que es lo mejor que puedes hacer por él �ella me dice.

Lorena me toma de una mano y entrelaza sus dedos con los míos.

�¿Estás segura de que quieres esto? �le pregunto.

�Mira, ya te dije. Quiero ser madre, necesito un hijo a quien amar. Y él no me lo puede brindar así que… es lo mejor. Él no va a saber otra cosa que por fin logró embarazarme y ya.

�Es que al hacer esto lo estoy traicionando �le digo.

�Te entiendo, pero créeme, esto es algo bueno que haces por él.

Además te prometo que si tú te niegas buscaré a otro. Piensa, quién mejor que tú que eres su amigo, en vez de cualquier otro, ¿no te parece?

Quedo en silencio contemplándola, es sin duda bella.

�Confía en mí, él nunca se enterará. Yo haré todo lo necesario para que crea que este hijo, que me ayudarás a concebir es, en verdad, suyo. Ya lo tengo todo planeado �me dice al mismo tiempo que, sobre el pantalón, aferra mi pene por primera vez�. Además no te preocupes, que al niño no le faltará nada, de eso me encargo yo.

Lorena me da un beso tierno que pronto se convierte en apasionado y hace que nos recostemos en la cama. Ella, sin dejar de besarme, utiliza sus dedos como si fueran los finos dientes de un peine introduciéndolos entre mis cabellos acicalándolos. Mientras tanto la acaricio, lo hago aún sobre la tela de su ropa que le queda tan entallada que parece una segunda piel. Mis dedos se deslizan suavemente de arriba abajo. Su cuerpo irradia calor que puedo percibir en las palmas de mis manos, es muy placentero.

Sus besos son húmedos y febriles. Siento su lengua introducirse en mi boca enredándose con la mía.

Llevo mis manos hasta sus formidables pechos. Son grandes para su complexión, parecen hechos por cirujano, aunque son suaves al tacto.

Ya desinhibido, deslizo un dedo por el surco que separa sus bien definidas nalgas.

Ella desabrocha mi pantalón y yo termino de desvestirme mientras la veo hacer lo mismo. Tarda más que yo ya que sus pantalones son demasiado estrechos. Le ayudo a quitárselos pues, como ella misma me dice, se quitan con mantequilla. El verla en bragas me excita muchísimo. También le auxilio con el brasier, al desabrochar tal prenda sus pechos botan ligeramente al quedar por fin libres. Son en verdad muy hermosos, parecen contenedores naturales de dulce néctar e invitan a ser probados.

Justamente utilizo mis labios para atrapar uno de sus obscuros pezones y lo chupo desesperadamente; siento la necesidad de extraer algo del dulce jugo que prometen.

�Por más que me los mames no les sacaras nada �ella me dice después de mi fuerte succión�. Te prometo que cuando tenga a mi hijo y esté lactando te compartiré algo de su leche �ella comenta en son de broma.

Sonrío en respuesta a su comentario y paso al otro pezón para darle el mismo tratamiento.

Algo del ruido del tráfico se alcanza a filtrar por la ventana de la habitación. El sol, a través de esa ventana, nos ilumina calentando aún más nuestros cuerpos mientras que aquí, sentado a la orilla de la cama, soy espectador de este par de hermosas nalgas que se colocan delante de mi rostro cuando Lorena, parada frente a mí, se dispone a sentarse introduciéndose mi pene en su interior. Esto no sólo se trata de fecundarla, Lorena me brinda verdadero placer a cambio y yo no podría estar más agradecido.

Lentamente comienzo a sentir el placer de estar envuelto por la tibieza y humedad de la intimidad de Lorena. Por fin la estoy penetrado, empalándola con mi estaca de carne. Cuando éramos compañeros de escuela llegué a fantasear con ella pero, la verdad, nunca creí que tal posibilidad se realizara, y menos sin látex de por medio.

�Ay bebe, tu amigo está mmm� a todo lo que da �me dice ella, una vez que sus nalgas reposan totalmente sobre mis muslos y mi miembro queda atrapado en su interior.

Inmerso en ella le pido que no se mueva, pues antes de cualquier movimiento quiero disfrutar el sentirme plenamente fundido en la intimidad de tan maravillosa mujer. Es un momento delicioso, percibo su calor íntimo al mismo tiempo que acaricio sus muslos, caderas, nalgas, cintura y espalda. No puedo creer que Mario disfrute de esto todos los días.

Mis manos se prenden a sus voluminosos senos y los amasan suavemente mientras beso la piel morena de su espalda. Es una mujer verdaderamente sexosa.

Continúo con mis caricias y, sin movernos nada, tengo el atrevimiento de preguntarle sobre su vida conyugal. Sentada sobre mí, ella me responde un poco sacada de onda, pues de seguro que percibe una sensación extraña al hablar sobre su marido al mismo tiempo que tiene el miembro de otro resguardado en su intimidad. Sin embargo, sus palabras demuestran franqueza al igual que cariño por Mario a quien evidentemente ama.

Sus palabras me revelan con sinceridad que esto que estamos haciendo es, a lo máximo, una aventura. Ella lo que quiere es un hijo, y es amable conmigo, pero no busca relación sentimental, eso es seguro.

Tras un rato de estar conversando, instintivamente, comienzo a mover mi pubis hacia ella levantándola unos centímetros. Lorena también comienza a moverse y en poco tiempo ambos nos meneamos con los vaivenes propios de la cópula. La tomo de la cintura y así la ayudo en el sube y baja que poco a poco se vuelve más intenso. Lorena se da sentones cada vez más duros de tal manera que los chasquidos, al chocar nuestras carnes, se vuelven más notorios.

Lorena sigue saltando sin parar y yo me recuesto acomodándome una almohada bajo mi cabeza para observar cómo aquel bello trasero rebota sobre mi área púbica.

Después de unos tantos brincos más, siento que estoy a punto de explotar, pero aún no quiero que eso ocurra pues deseo disfrutar aún más de esta hermosa mujer. No voy a desperdiciar tal oportunidad. Le pido que pare y me reincorporo para besarla.

Tomándola firmemente y, sin romper nuestra unión, la conduzco hacia el espejo cercano que nos refleja desnudos, unidos. De esta forma, parados, la continúo penetrando. Ella alza su hermoso trasero y yo flexiono mis rodillas a manera de estar a la altura, pues Lorena es más pequeña que yo. La imagen me deja extasiado; el estar vinculado de esta forma a una mujer tan bella y bien proporcionada es verdaderamente especial.

Tras algunos minutos mis piernas comienzan a temblar, la postura me resulta un tanto incómoda. Lorena se da cuenta de ello por lo que se desprende de mi sexo volteándose para besarme. Sus besos son siempre muy húmedos.

Agarrándome del pene me lleva hacia la cama nuevamente. Lorena se coloca sobre sus rodillas al borde de la cama.

�Así, para que estemos a la misma altura �me dice y yo pienso que lo que quiere es que ya me venga pues en tal posición es muy probable que así pase.

En esta posición su trasero luce excelso. La penetro como perro, aunque con ritmo suave pero constante, disfrutando de cada milímetro de mi intromisión a su intimidad. Miro hacia el espejo delante de nosotros, que nos refleja en nuestro enlace sexual; puedo distinguir que Lorena muerde sus labios levemente y esto me sugiere que está disfrutando de nuestra cópula quizás tanto como yo. Esta posición en la que estamos me brinda la posibilidad de, además de llevar el ritmo, acariciar ese par de gajos de carne que mi querida compañera de juegos tiene el honor de presumir al caminar.

Tras varios minutos de ayuntamiento no se produce ningún diálogo, guardamos un silencio que expresa en mucho la naturaleza de nuestra unión.

Entre nosotros no hay amor que expresar en palabras, y pese a ello seguimos y seguimos copulando. De cualquier forma, algunos gemidos son emitidos de vez en vez, pues es inevitable expresar el placer que disfrutan nuestros cuerpos.

De repente tal mutismo se rompe cuando Lorena emite unas palabras.

�Ya embarázame amor… ya.

Es obvio que ella quiere que ya terminemos. Ante esta petición que me conmina a eyacular pronto, le digo a Lorena que se recueste boca abajo pues el verla así, con las nalgas bien paraditas al aire, me excita sobremanera. Ella lo hace y yo, con ambos pulgares, abro sus pliegues vaginales y lengüeteo aquella abertura degustando el sabor de nuestros jugos mezclados, a la vez que la lubrico aún más.

Una vez preparada para recibirme, me coloco sobre Lorena, cierro bien sus muslos con mis rodillas y utilizo a manera de carril la división entre ellos, para que mi miembro se encauce directamente hacia su vagina.

La penetro; el estar de nuevo dentro, pasando de la fría temperatura exterior al cálido y húmedo interior, es una sensación muy grata. Descanso completamente mi peso sobre el cuerpo de Lorena mientras que entro y salgo de ella a diferentes intervalos. Mi pubis y sus nalgas chocan entre sí placenteramente. Podría estar así por horas, sin embargo, Lorena me vuelve a insistir para que me venga. Acelero mis movimientos, tratando de alcanzar el clímax de nuestro encuentro, pero nada, es así que me doy cuenta que necesito conseguir algo antes. Preciso sentir que fui capaz de provocarle un orgasmo a tan bella mujer antes de poder hacer lo mismo.

Con tal objetivo en mente, me salgo de Lorena y rápidamente la volteo para verla a la cara. Se nota sorprendida ante mi inusitado arrebato. Vuelvo a lamer su vertical hendidura pero esta vez introduzco mis dedos, índice y medio, con que comienzo a �rascar� la parte superior de su intimidad, al mismo tiempo que aprieto ligeramente su abdomen.

Tras varios segundos, mi acción da frutos cuando veo el rostro de Lorena expresar deleite a la vez que se ruboriza. La constancia por fin me premia al ver cómo se contorsiona el cuerpo de tan linda mujer, quien parece no poderlo evitar. Lorena eyacula sobre mis dedos un líquido que parece un aceite natural.

Colocando sus piernas sobre mis hombros me deslizo suavemente en su interior. Esta vez la veo a los ojos, directa y fijamente, durante varios minutos sigo así. Lorena desvía la mirada.

�Ya no me veas así.

�Así ¿cómo? �le pregunto.

�Así como si estuvieras enamorado de mí.

Sin dejar de mirarla acelero mis movimientos y Lorena muerde sus labios. Dejo que sus piernas caigan de mis hombros para abrazarme a ella besándola en el cuello. Al estar más cerca, ella me mira al mismo tiempo que expele leves pujidos de placer.

Nos besamos profundamente y noto como sus piernas se mueven en un muelleo desesperado, en clara señal de búsqueda de otro orgasmo anhelado. Yo la acompaño en esa búsqueda y así, viéndonos fijamente, sumergiéndonos el uno en el otro, ambos explotamos.

Me siento muy bien de haber eyaculado en su interior. Mi simiente, que tan sólo unos segundos antes formaba parte de mí, resguardada en mis testículos, ahora se guarece en la intimidad de Lorena. Es algo mágico. Una parte viviente de mí continúa viviendo pero ahora en el cuerpo de Lorena.

Aún completamente desnudos, ella se sienta sobre mis piernas y continuamos besándonos. Nuestros besos son tan húmedos que parte de nuestra saliva se destila por la comisura de nuestros labios.

Teniéndola así, sentada sobre mí, no dejo de pensar si en verdad quedará embarazada. Pareciera que ella lee mis pensamientos y me pide volver a vernos para mejorar las probabilidades del embarazo.

Si es así, no sé cómo me comportaré cuando Mario me presente al niño como su hijo. ¿Me atreveré a decirle a éste; cuando crezca; que es mi hijo?, o sólo he ayudado a un amigo sin que él se dé cuenta.

FIN


¿Que te ha parecido este relato?

¡Haz clic en una estrella para puntuarlo!

Promedio de puntuación 0 / 5. Recuento de votos: 0

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este relato.

2 respuestas

  1. nindery

    Cоmpré lencеríа sеxу nueva. ¿Quierеs ver? – http://analsex4.fun

  2. helenx

    Stop jerk off. I know a site where thousands of single girls are waiting to be fucked. Look at them: http://xnice.fun/rt

Deja un comentario

También te puede interesar

Mi madre es una puta

anonimo

21/09/2009

Mi madre es una puta

Las fantasias de mi suegra 1

anonimo

01/01/2015

Las fantasias de mi suegra 1

Mi verdadera esposa

anonimo

17/01/2014

Mi verdadera esposa
Scroll al inicio