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VIVENCIAS 3 (LIZETTE)
VIVENCIAS 3 (LIZETTE)
MI integración a la gran urbe, se fue dando sistemáticamente, de tal forma que en pocas semanas ya estaba adaptado casi en todos aspectos, mi único problema era con mis compañeros que no terminaban de aceptarme tan fácilmente. Hice buena amistad desde un principio con un compañero que también venía de provincia, su nombre es José Alfredo, el era de San Martin de las Pirámides, a diferencia mía, él tenía la facilidad de ir y venir a su casa a diario, pero mi nueva vida había hecho que el recuerdo de Lea, fuera cada día menos doloroso. Y también Rosario contribuyó en esta tarea. Rosario: una chica que a pesar de haber nacido en la capital, era de esas chicas que preferían pasar horas y horas estudiando y en total soledad, no era fea, al contrario era muy bonita, (eso lo descubrí después), su piel morena clara contrastaba con el tono obscuro de su pelo, usaba lentes, y su forma de vestir, no le ayudaba en nada a su aspecto, por el contrario, pasaba desapercibida para todo el mundo en la escuela. Recuerdo que como a la semana de haber iniciado el curso, se dio nuestro primer contacto, yo era de los que se sentaban hasta atrás, ella también, pero casi siempre se sentaba delante de mío, ese día, ella llevaba una falda café hasta media pantorrilla, con unas botas negras de piso, sus blusas eran de lo más conservadoras, por lo que restaba atención a sus atributos, su peinado casi siempre de una trenza, y cero maquillaje en su rostro delineado pero poco atractivo, únicamente resaltaban sus tupidas pestañas que eran adornadas con una ligera capa de rímel. Estábamos en la clase de Lectura y Redacción, cuando el profesor Ulises Mancilla, pidió a Rosario, que leyera un texto de nuestro libro, ella se levantó y comenzó la lectura. Temía una voz dulce y melodiosa. Al término del texto ella volvió a tomar asiento y fue ahí donde me llamo la atención, al momento de sentarse frente a mí, mis ojos se clavaron en sus caderas, que a travez de la gruesa tela de su falda se dibujaron de un tamaño, más que bien proporcionado. Por lo que intuí que bajo toda esa ropa de señora que siempre usaba, escondía un cuerpo de deleite.
Justo ese mismo día, casi en las últimas clases nos tocaba taller de mecanografía, dicha aula se encontraba en el 3er piso del edificio �c� de la escuela, todo transcurrió normal, cuando hubo terminado la clase, Fredy y yo nos bajamos rápido para fumarnos un cigarrillo en uno de los pasillos cercanos a la salida. Los demás compañeros iban bajando en pares o grupos y al final, la �señora� Rosario, como le decían los ojetes de mis compañeros. Ella como siempre iba bajando, pegada a un libro que casi nunca soltaba, pero justo a la mitad de las escaleras, dio un mal paso y se resbaló, provocando un sinfín de risas entre los descarados que iban pasando. Sin pensarlo 2 veces y con la mayor de las cortesías, me apresuré a ayudarla a levantarse, y cuando tuve cerca su rostro, pude ver a travez de los cristales de sus lentes unos ojos color aceituna, que me dejaron impactado. Sus pupilas eran de un verde casi obscuro con los contornos en color ambar, una combinación exótica, y que de lejos pasaba desapercibida, pero lo que más me llamó la atención fueron esas hermosas y tersas piernas que al momento de hacer el movimiento de levantarse, dándome una fina y suavecita mano adornada con uñas largas y bien cuidadas, su falda se subió hasta medio muslo, dejando al descubierto un gran tesoro que pocos hubieran imaginado.
Estás bien? Me apresuré a preguntarle.
Si gracias. Que tonta. Dijo ruborizándose sobremanera.
Bahh, un accidente lo tiene cualquiera, déjame ayudarte.
Entre los 2 recogimos sus libros que llevaba y una rechifla por parte de los demás nos llevó nuevamente a la realidad.
Hijos de su puta madre. Dije para mí.
Perdón? preguntó
No, nada, es solo que estos patanes se pasan.
Bueno� gracias… nos vemos mañana. Dijo y se fue.
Durante esa semana todos hicieron mofa con el accidente de Rosario y mi ayuda prestada, por lo que empezaron a decir que era mi novia la señora. Tizoc (como a veces me decían) y la señora son novios. También en esa semana corrió el rumor de una fiesta que organizaba el más desmadroso del salón, aprovechando que sus papás en 2 semanas saldrían de viaje y estarían fuera ese fin de semana, él haría de las suyas, se dispersaron las invitaciones verbales entre todos los alumnos del grupo y otros tantos de otros grupos (hermanos mayores y/o amigos de los mismos de mi grupo). También a mí me invitaron, pero la verdad es que yo no sabía cómo eran las famosas fiestas que organizaban, pero de todos modos agradecí el gesto, prometiendo hacer lo posible por ir. Faltaba casi semana y media para la dichosa fiesta y se me ocurrió algo para al fin ser aceptado entre la plebe de la alta sociedad.
En mi pueblo en algunas fiestas, acostumbran para hacer rendir la peda (como dicen), una bebida preparada con jugo natural de naranja, aguardiente o tequila (depende el nivel económico de la familia), anis, y otros ingredientes adicionales (no digo cuales porque revelaría la receta secreta de tan delicioso coctail), el chiste es que dicho brebaje se prepara con 7 u 8 días de anticipación a la fiesta, para que este fermente y agarre buen sabor, la verdad es una delicia la bebida conocida con el nombre de �carnaval�, por lo que ni tardo ni perezoso, se me ocurrió preparar 20 litros de esta bebida y llevarla a la famosa fiesta, ya me imaginaba como iban a quedar, ya que con esta bebida no sabes ni como te entra la peda, pero cuando sientes ya estas midiendo las banquetas con las mejillas.
Me afané en la preparación de dicho menjurge, del cual con todo y los demás ingredientes rindió a 22 litros, me la ingenié para colocarlas en varios bidones, para dejar que reposaran los días que faltaban para la dichosa fiesta.
Un viernes antes de la fiesta, todos en el salón de desvivían por hacer los últimos ajustes, de cuanto iba a ser la coperacha para los pomos, los cigarros las botanas, quien iba a llevar el sonido, etc. Etc. etc.
Durante el receso, en eso estaban mis compañeros, cuando uno de nombre Fabián, me preguntó, que si iba a ir. Le dije que no sabía, querían que les confirmara para dar mi cooperación, les dije que no llevaba dinero, pero que si me decidía a ir, llevaba algo de tomar. Quedamos de acuerdo y me retiré a la cafetería, a deleitarme con una baguette beef, unas papas fritas con queso fundido y cátsup y una coca cola. Pagué en caja y pasé a la barra de surtido por mi lunch, cuando iba de regreso a las mesas, en una de ellas vi a Rosario únicamente acompañada de un libro, su fiel compañero. Me decidí a sentarme con ella y�
Puedo sentarme aquí? Pregunté.
Mirándome con extrañeza, asintió con la cabeza.
Irás a la fiesta? Volví a preguntar, un tanto para captar su atención y hacer un poco de conversación.
No. Contestó. No me gustan sus fiestas. Y tú, irás.
Pues, no lo sé, todavía, pero, por que no te gustan sus fiestas.
Mira, tú eres diferente. Me dijo, bajando la voz. Vienes de provincia, el ambiente aquí es muy �grueso�.
Bueno si, pero no estoy cerrado. La diversión aquí y en china es eso, Diversión. Contesté.
Tú lo haz dicho, diversión. Pero aquí la diversión es muy frívola. Sólo te pido que si vas, te cuides, por favor. Dijo casi en tono de súplica. Cosa que me desconcertó.
Descuida, lo haré.
Me quedé por unos instantes viéndola fijamente y ví algo diferente en ella, tanto en su arreglo de ese día como más allá de su mirada. Sus ojos esta vez se veían más profundos ya que había depilado sus cejas y sus ojos ahora eran adornados por un rímel intenso y un poco de delineador, haciendo lucir sus largas pestañas.
Qué? Preguntó.
Nada. Es solo que� tienes unos ojos preciosos. Dije admirándola.
Al instante, se ruborizó y bajá la cabeza.
Perdón. No quise incomodarte.
Está bien. Gracias. Pero entenderás que nunca recibo halagos. Esto es nuevo para mí.
No entiendo por qué, eres muy bonita. Le dije.
No te burles.
Es en serio, Rosario, de verdad eres muy bonita, es sólo que tu forma de vestir no te ayuda en nada, perdón que te lo diga, pero, si te vistieras un poco más juvenil, como las demás chicas, digo, sin llegar a las extravagancias de Lizette o de Ivonne (Ellas eran las clásicas del salón que siempre acaparaban miradas, por sus maquillajes exagerados y vestimentas que dejaban poco a la imaginación, ni que decir que estaba buenísimas, pero muy frívolas para mi gusto).
Reímos al unísono y por primera vez la vi sonreír, en verdad, Rosario era única, era de esas chicas que tienes que conocerlas para saber y conocer toda su belleza interior (con esto me refiero a sus sentimientos, pero también al cuerpo que estaba seguro escondía bajo sus ropas anticuadas) comencé a comer y ella volvió a tomar su libro.
Que lees? Pregunté.
Es Caballo de Troya. De J.J. Benitez, es muy bueno, trata de un experimento de la USAF más que fantástico. Te cambia por completo.
Ojalá te sirva un poquito. Le dije en tono de broma.
Y volvimos a reír como si tuviéramos ya amarrada una amistad de años. Con lo que terminé por romper el hielo.
Dejó su libro y me miró.
Háblame de ti. Dijo.
A grandes rasgos y en resúmenes le narré mi vida, y ella la suya, teníamos una hora de receso, pero podíamos volarnos las clases y así sucedió, el tiempo se nos fue volando, pero la charla fue muy ilustrativa. Ahí supe que también era hija de madre soltera, era hija única, que su mamá trabajaba en las oficinas parroquiales de la basílica (por lo que deduje que de ahí su forma de vestir), tenían una casa en la colonia Narvarte y vivían sin lujos, pero con todas las comodidades. Nunca había tenido novio, gracias a su aspecto, y en algún tiempo pensó en tomar los hábitos, pero algo que no me quiso revelar, hizo que se diera cuenta que eso no era para ella.
Cerca de la 2 de la tarde, nos retiramos de la escuela, ella casi siempre viajaba en taxi, pero esta vez accedió a irse en metro conmigo, nos dirigimos al metro insurgentes y seguimos con la plática. Me preguntó sobre si tenía novia y cuantas había tenido. Y así seguimos en la tertulia hasta llegar a la zona rosa, frente a un pequeño restorán la invité a tomar algo, ya que como yo de ahí me iba a trabajar tenía que comer algo. Aceptó, no sin antes avisarle a su mamá que llegaría un poco tarde. Su mamá estaba en el trabajo, pero siempre le avisaba lo que hacía. Entre plática, salió el asunto de Xóchitl, le dije que estábamos saliendo pero no había compromisos de por medio. Éramos como ella había dicho, amigos con derechos. Terminamos de comer y nos dirigimos a la estación, y en al metro balderas transbordamos pero con direcciones opuestas, nos despedimos con un beso en la mejilla y ella se ruborizó, y se perdió por el pasillo.
Sábado por la mañana, me dí un ligero baño, y me arreglé, la cita a la fiesta estaba programada para las 2 de la tarde, por lo que tenía toda la mañana para estar con Xóchitl y su hermana, almorzamos como de costumbre y estuve con ellas hasta la 1 de la tarde. Me retiré diciendo que tenía un compromiso, y no hubo mayor problema, salí a la calle a esperar un taxi, de inmediato se acercó uno, le dije que me aguardara, que iba por unas cosas. Bajé los 5 bidones que contenían el carnaval y de inmediato le indique a donde íbamos, en poco menos de 40 minutos ya estábamos en el destino, a esa hora, algunos ya habían llegado y traían sendas cervezas en mano, bajé del taxi, y todos me saludaron con los apodos acostumbrados, pero fue más su sorpresa cuando vieron que bajé los bidones, haciendo mofa y lanzando burlas, preguntaban si lo que llevaba era pulque, yo sólo me dedicaba a responderles con �si�, esperando a que probaran dicho coctail. Cuando Erik me vió, (era el anfitrión), igual preguntó que qué era lo que llevaba, no le di demasiadas explicaciones, pero le dije que necesitaba hielo, de inmediato se movilizó organizando una nueva coperacha y fueron a comprar más. Para las 5 de la tarde, ya todos nos encontrábamos prendidos con las cervezas, el ron y el brandy, además de estar bailando como locos, fue cuando en uno de los sillones, vi a Lizette que se encontraba de lo más aburrida, siempre había sido muy popular, pero se corría el rumor en la escuela, que ai alguien tenía sexo con ella, terminaba por salir corriendo, ya que era ninfómana. Por eso en esas fiestas que regularmente hacían, nadie la fumaba.
Me acerqué a ella y la invité a bailar, con gustó accedió, y así la pasamos hasta aprox. Las 7 de la noche. Hora de la función. Llevé a Lizette hasta la esquina que se había acondicionado como barra, y destapé uno de los bidones que ya se encontraban bastante fríos. Le serví un poco en un vaso, y lo probó, quedó maravillada, y pidió más, le llené el vaso y de inmediato se lo bebió como si fuera puro jugo de naranja, se lo volví a llenar y esta vez lo comenzó a rolar entre los demás chavos que se encontraban en la fiesta, que al instante se dirigían a mí para que les sirviera, pronto todos ya tenían en sus manos el maravilloso coctail, haciendo alardes de él, y aparte haciendo buyas a mi persona. Mi plan salió más que perfecto, aproximadamente a las 8:30 de la noche, todos ya se encontraban en un avanzado estado etílico, algunos ya se retiraban, otros más hacían fila en parejitas en las recamaras para aventarse una canita, y otros más usaban los sillones para darse unos calentones al borde del delirio. En una de esas, Lizette me sugirió que fueramos a la azotea, que quería tomar aire fresco, la verdad es que tuve que sujetarla fuertemente al subir las escaleras de caracol, para que se fuera a caer, fue entonces cuando la tomé por la cintura y comencé a acariciar sus riquísimas nalgas por encima de la minifalda negra que llevaba dejando visibles la mayor parte de sus torneadas piernas, a cada paso que daba le daba unos leves apretoncitos en sus glúteos y ella se dejaba hacer, cuando llegamos a la parte alta, nos dimos cuenta que la azotea estaba acondicionada como una sala exterior, con algunos sillones de piel, un asador, mesitas de jardín e infinidad de plantas para crear en el lugar un aspecto fresco y agradable.
Ella siguió caminando hasta sentarse en un sillón para 3 personas y yo me dediqué a inspeccionar el lugar, y absorbiendo el aire fresco que ya hacía, me acerqué hasta donde Lizette se encontraba y la vi media dormida, en la posición que estaba se veía muy sensual, había subido una de sus piernas en el sillón y otra estaba posada en el piso, por lo que dejaba al descubierto un abultado monte de venus cubierto con un calzoncito de encaje, que dejaba ver buena parte de su vello púbico, me senté a su lado y comencé a acariciar sus piernas, entreabrió sus ojos y me dejó hacer lanzando unos ligeros gemidos en señal de aprobación, le quité sus zapatillas negras y quedaron al descubierto unos hermosos y cuidados pies adornando sus uñas con un esmalte rojo, empecé a besar sus piernas hasta sus dedos y ella por instinto se llevó una de sus manos hasta su rajita y comenzó a masajearla por encima de su panti, mis besos fueron subiendo de tono dándole pequeñas mordiditas en la cara inferior de sus blancos muslos provocándole algunos chupetones, de vez en vez llegaba casi hasta su vagina y dejaba envenenarme con el delicioso perfume que expedía su sexo. Despues de algunos minutos ella abrió totalmente sus piernas mostrándome como su panti se encontraba totalmente mojada a la altura de su entrada vaginal lleve mis manos hasta los extremos y comencé a bajarle sus calzoncitos ella levantó sus caderas para facilitar mi acción, le dejé puesta la falta y mis dedos desabotonaron su blusa, dejando al descubierto un sosten que hacía el juego completo con el panti, saque por encima de las copas sus senos duros como siliconas y sus pezones saltaron en un estado de erección, invitándome a succionarlos, a cada apretoncito que le daba ella arqueaba su espalda y apretándose su rajita, quité su mano, dejando al aire libre su rajita adornada con una mecha depilada de pelitos, separé de par en par sus hermosas piernas y mi lengua fue directo hasta su rajita caliente y jugosa, que a esas alturas emanaba a borbotones sus jugos que bebi con ansiedad, mientras con un dedo daba ligeros masajitos en su inflamado clítoris. Así estuve durante varios minutos hasta que le arranqué un tremendo orgasmo acompañado de gritos de placer, pidiendo que ya la penetrara, pero no, todavía no. Para entonces después de mis no tantos pero si frenéticos encuentros sexuales, había logrado adquirir un control mental para retrasar lo más posible mis eyaculaciones, cosa que hasta la fecha, mi esposa y alguna que otra amante que han pasado por mi vida me han agradecido. Mi pene estaba de lo mas erecto y expulsaba gran cantidad de lubricante, pero yo quería prolongar hasta el fín la deliciosa agonía que provoca el éxtasis. Me saqué por completo mis pantalones y mi trusa y me senté en el sillón indicándole que ahora le tocaba a ella chuparme mi dulce fierro, sin más ni más y demostrando que no era la primera vez que lo hacía, lo tomó de la base y lo engulló con delicada maestría, arrancándome oleadas de placer, si que sabía mamar, tomé su cameza con mis dos manos, marcando el ritmo con el que quería que ella bajara y subiera a lo largo de mi verga. Cuando sentí que estaba a punto de explotar, le dije que se detuviera, ella obedeció y aguardó unos instantes, le dije .
Ahora si chiquita, mátate tu sola.
Dándome la espalda, se acomodó de tal manera que la punta de mi pene quedara en su entrada vaginal, cuando lo consiguió, de un solo sentón se hundió mi verga en su gruta caliente que al contacto con el intruso sentí como se estremecía apretando mi garrote con una cadencia sin igual, ella comenzó a cabalgarme con singular pasión, dejando que su cabellera bailara al ritmo que marcaba su cadera, cuando mi verga se hundía totalmente ella movía en círculos sus caderas provocándome una gran satisfacción, fueron incontables los minutos que permanecimos en esa posición, hasta que ella en otro arrebato de deseperación paso una de sus manos por detrás de su espalda e introdujo uno de sus dedos en su ano, nuevamente alcanzando un orgasmo, se quedó quieta para disfrutar el éxtasis y se sacó mi verga totalmente bañada de sus jugos, dejé que reposara unos instantes y ahora fui yo quien la condujó hasta el borde de una de las mesitas empinándola para que me ofreciera su rica raja, se acomodó aplastando sus senos con la superficie de la mesa, y abri sus piernas, coloque mi tolete en su vagina y se lo deje ir de un solo jalon, ella me jalaba con sus manos para que no me saliera, y empecé a bombearla con infinita lujuria, lleve uno de mis dedos hasta su culito y ella contestaba con gemiditos ahogados, cada vez mis embestidas se hacían mas fuertes que al topar con el fondo de su vagina ella gemía de dolor y de placer, pidiéndome mi leche ya. Pero mi orgullo tenía que acabar con el mito de su condiciona ninfómana, y cuando sentía mi pene a punto de explotar, paraba por completo en mis arremetidas, nuevamente fuimos al sillón y cambiamos de posición a misionero, y volví a follar su ya irritado coñito, que expulsaba borbotones de miel, levanté sus piernas colocándolas en mis hombros para llegar más profundo y ella me pedía casí a gritos mi esperma en sus senos, pero ni madres, yo todavía tenía cuerda de más, para calmarme un poco me salí de su vagina y nuevamente mi cabeza bajo hasta su triángulo de placer, chupando con fuerza su clítoris e introduciendo lo mas que podía mi lengua en su vagina, era la gloria, la coloque en cuatro patas y su conchita se abrió de par en par pidiendo a gritos mi verga, volví al ataque pero ahora con más delicadeza, para hacerle sentir como mi verga tallaba sus paredes vaginales, así estuvimos aproximadamente una hora follando como locos, y ella pedía con desesperación mi leche en su cuerpo, pero yo pensaba para mí�
Pocas veces voy a tener la oportunidad de cogerme a una belleza como esta, por lo que tengo que hacerla que no me olvide.
Mi dulces embestidas lograron arrancarle otro orgasmo, que la llevó hasta el llanto, diciéndome que nadie la había cogido tan rico, por lo que mis empujones poco a poco fueron cobrando fuerza, y ella volvió a decirme�
Terminemos juntos, pero quiero tu leche en mis senos y en mi boca.
Le di la vuelta y volvimos al misionero, haciendo mas friccion sobre su clítoris con uno de mis dedos, poco a poco la fui acercando al orgasmo, hasta que ella empezó a temblar de pies a cabeza diciendo�
Ya casi papito, ya casi mi amor
Vente en mis senos.
Quiero ver su semen en mis senos.
Sus suplicas me prendieron al por mayor, y mis embestidas se hicieron tan violentas que hasta el chocar de mis huevos en sus nalgas me dolia,
Mi pene se empezó a inflamar y ella intuyendo que estaba cerca, se ayudó con sus dedos sobándose su clítoris y sus senos y cuando empezó a lanzar gritos anunciando su extasis me empujó para qwue me saliera, pero entre mi dije, ahora te chingas, y la agarre fuertemente de la cintura, para no salirme y ella empezó a gritar.
Nooo� no�. Adentro no.
A mi no me importo nada y mi cerebro se puso en blanco descargando toda mi furia caliente en lo mas profundo de su vagina en un sinfín de descargas que terminaron por derramarse hacia fuera de su vagina en cada embestida que le daba. Ella seguía diciendo�
Nooo. No.. pero cuando alcanzó su enésimo orgasmo dijo�
SSSSSSiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!!!!!!!!!!! Ahhhhhhhhhh!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Esto es deliciosoooo!!!!! Aahhhhhh!!!!!
Mmmmmmm�.. que rico�.
Nos desfallecimos casi al instante y mi pene quedó dentro de su concha inundada hasta que perdió fuerza y solito se salió.
Después de un rato en completo silencio, comenzó a limpiarse su conchita y al vestirse me dirigió una mirada de reclamo, diciéndome:
Eres un hijo de la chingada. Te dije que adentro no. No ves que no tomo píldoras, las píldoras deforman tu cuerpo. De veras que eres un cabrón.
Comencé a vestirme, con un aire de triunfo, pero en completo silencio, hasta que al dirigirnos a la escalera, mientras yo me perdía en el movimiento rítmico de esas caderas que acababan de ser mías, ella giró en sus talones y quedando frente a mí, dijo:
Eres un cabrón, hijo de la chingada�
Pero que rico me haz cogido. Nadie lo había hecho así.
Y dándome un beso en mis labios, nos retiramos de aquella azotea, tras despedirnos de toda la plebe que estaban hasta la madre de borrachos, cada uno tomó rumbo hacia sus respectivas casas.
2 respuestas
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