Por

Anónimo

enero 20, 2022

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Veraneando en la playa

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Me encontraba veraneando en una playa del Sur de Almería, con mis hijos y mi mujer, en un apartamento que habíamos alquilado, como acostumbrábamos a hacer desde hacía varios años. Mi hija Mili de quince años, se había hecho muy amiga de la hija de unos amigos, que siempre acudían a aquella playa y al mismo edificio durante los meses de verano. La hija de mis amigos se llamaba Betty. Esta una chica algo mayor que mi hija, bien adentrado en los dieciséis años, aunque parecía menor por sus reacciones, que a veces me parecían que tenían un tinte algo infantil.  No obstante, mi hija le había tomado bastante confianza y llevaban unos años en que coincidían cuando íbamos a veranear.

Betty siempre aparentaba ser una chica bastante tímida, hasta el punto de que los colores afloraban su rostro ante cualquier pregunta algo picante. No obstante, era una joven que estaba desarrollada de acuerdo con su edad, tenía un cuerpo algo rellenito, que, aunque sin ser gorda, la hacía bastante atractiva para mi ver.  Es cierto que su cara estaba cubierta de bastantes pecas, que según ella la afeaban. Pero, yo al contrario pensaba que lejos de afearla, le daba una singularidad especial aquella joven.

Era de baja estatura, sin superar los 1.65 metros, aunque ya se le apreciaban unos pechos desarrollados, los cuales podía detectar claramente cuando se ponía algún bañador que se adhería bastante a su cuerpo.

Durante los años anteriores, su presencia me paso casi desapercibida, ya que se limitaba a jugar con mi hija. Pero en los últimos años, a medida que la joven se desarrollaba fue adquiriendo el cuerpo de mujer, y en alguna que otra ocasión le llegue a prestar atención, aunque jamás sin pensar en nada obsceno.

Cuando se bañaba en la piscina del complejo, había comprobado que usaba un bañador de una sola pieza, y, cuando se agachaba, dejaba a la vista algunos pequeños vellos en su entrepierna saliendo por los lados del bañador. Ello evidenciaba que era toda una señorita, pero denotaba que la misma no se rasuraba o se cuidaba aún su vello vaginal.

La chica durante los meses de verano acudía con frecuencia a nuestro apartamento, e incluso en algunos días comía y dormía en el mismo, especialmente cuando sus padres realizaban alguna excursión a la que ella no quería acudir, ya que le gustaba más quedarse a jugar en la piscina con mi hija y sus otros amigos.

Aunque reconozco que soy un hombre bastante activo sexualmente, y cuando veo una mujer o una joven bien formada, no puedo evitar sentir como mi nabo se endurece bajo la tela del bañador o del pantalón, la realidad es que con respecto a Betty nunca había tenido intenciones lujuriosas.

Sin embargo, todo cambio, cuando a mitad de las vacaciones de ese año, en una de esas ocasiones en que los padres marcharon a un excursión por el mar, y dejaron a Betty con nosotros. Ese día mi esposa y los otros hijos se fueron a la playa, excusándome, ya que no tenía ganas diciéndoles que lo pasaba mejor dando unos paseítos por el pueblo y luego algún chapuzón en la piscina. Mi hija al saber que yo me quedaba, logro convencer a su madre para quedarse en el complejo conmigo, haciendo lo propio Betty.

A media mañana, tras el primer chapuzón, decidí salir un momento a la calle a comprar pan dejando mi hija y a Betty en la piscina. Cuando volví al apartamento con la intención de dejar el pan, me dirigí al baño con la intención de orinar. Yo daba por hecho que las chicas estaban en la piscina y al haber marchad el resto de la familia a la playa, entre sin llamar, ya que pensaba que estaría desocupado. Grande fue mi sorpresa cuando nada más abrir la puerta, me encuentro de lleno con la circunstancia de que el baño estaba ocupado, y que había una persona sobre el inodoro, constatando que se trataba de Betty.

Me percaté que la joven ese día llevaba puesto un bikinis, en lugar del bañador que nos tenía acostumbrados, y ahora, en la posición en que se encontraba, solo tenía puesta la parte alta de dicha prenda, mientras se hallaba sentada con las piernas abiertas, sobre la tapa del inodoro. En aquella posición la joven estaba mostrando toda su cuquita, que por cierto ya se encontraba bien poblada de bastante vello.

Mi sorpresa fue mayor al constatar que la joven tenía en sus manos mi maquinilla de afeitar, observando que se había enjabonado el vello, con el jabón de afeitar.

La chica evidentemente se asustó mucho al verme. No obstante, me sobre puse y trate de suavizar la situación lo mejor posible, diciéndole: -lo siento Betty. N te asustes. Perdona que haya entrado de esta forma, pero “te hacía en la piscina con mi hija”.

No obstante, sin saber por qué motivo no me retiré, quedándome absorto contemplando aquella joven, especialmente el conejito de esta con abundante vello. Me di cuenta que aquello tenía toda la apariencia de que la joven se quería rasurarse sus partes. Evidentemente, sin poder contenerme, aquello me produjo una manifiesta excitación llegando a preguntarle:

Pero Betty ¿puedes decirme que es lo que haces con mi brocha y maquinilla de afeitar? ¿No me digas que pretendes afeitarte ahí?

La joven me miro muy ruborizada, e instintivamente cerro sus piernas, colocando la mano que tenía libre delante de sus partes tratando de ocultar su intimidad. A pesar de la vergüenza que la misma me respondió débilmente: -Ay Ramiro. Por favor, no les diga nada de esto a mis padres. Ni a nadie. ¡qué vergüenza que me haya visto!

Trate de tranquilizarla diciéndole: -tranquila no se lo diré a nadie. Pero dime ¿por qué quieres afeitarte tus partes? ¿Cuál es el motivo?

La joven con voz temblorosa, me mira y me contesta: es que, “algunos chicos se han reído de mi esta mañana en la piscina, ya que me salen pelos por los lados de mi bikini”…… Me dijeron que soy una “peluda”.

En cierto sentido me enterneció, y con mucho cariño, le indique: Ya, pero no debes hacerles caso.  Esos chicos son unos críos, ya que no saben que las señoritas, cuando llegan a una determinada edad, y comienzan a ser mujeres, es normal que les saga vellos en sus partes íntimas. Es lo que le ocurre a los mayores. Pero “eso solo es una muestra de que han llegado a la edad de adultos”

Ella me mira, y me replica: ya, pero, su hija Mili me ha enseñado sus partes y, no tenia sino unos pocos pelos.  Luego, cabizbaja añade: También he visto a los chicos y, ellos tampoco tenían en sus partes.  Y mirándome me reprocha diciendo: ¡Me está engañando! ¡Tampoco le he visto pelos a mi mama ahí!!

Consternado, le respondí: bueno, Betty, seguramente tu madre se depile todas sus partes, pero, la gran mayoría de las mujeres no lo hacen, y algunas solo se lo recortan un poco.  Añadiendo, Y, lo hombres, también tenemos pelos ahí, y casi ningún hombre se los afeita.

Esto último parece que intrigó a la joven, y mirándome me pregunta, con aquella carita de clara timidez: ¿Vd. también tiene pelos ahí?

La conversación, sin poder evitarlo me comenzó a excitar. Ya había notado que mi pene, al contemplar aquella nena sin bragas, y con la conversación que manteníamos, ya se encontraba en una semi-ereccion.  Al preguntarme si poseia pelos en mis partes, rápidamente le conteste: ¡pues claro!, ¡por supuesto que los tengo!.

Ella no dijo nada, agacho la mirada y luego me dice: no le creo. ¡Sé que me lo dice para consolarme, y porque sabe que soy muy peluda!.

Con dulzura, acerté a decirle: no Betty. Claro que no eres ninguna peluda. Al contrario, eres una mujercita muy bonita y hermosa, y  pronto los chicos se morirán por estar contigo.

Mis palabras no la convencieron mucho. Al contemplar su incredulidad, y no sabiendo cómo hacerla cambiar de idea, no se me ocurrió decirle otra cosa que contestarle, aunque de forma no muy prudente: “vale. Para que veas que es verdad que yo también tengo pelos ahí. Si quieres puedo bajarme un poco el bañador, para que veas que es verdad”.

Ella me miro intrigada, y en cierto modo vi en sus ojos que estaba interesada en comprobarlo. Pese a la temeridad que aquello suponía, me atreví a decirle: pero, eso sí.    Tienes que prometerme que no les vas a contar nada de esto a tus padres, ni a nadie. ¿Lo prometes?

Ella me mira, se queda como dudosa, y luego me contesta ¡Claro. Ni loca lo haría!.

-de acuerdo. Siendo así te lo mostraré. Le conteste.

Con una excitación importante, y con mi polla casi queriendo salir de mi bañador, me acerque un poco hasta donde ella se encontraba, me baje un poco el slip-bañador delante de ella, tirando del mismo con la finalidad de mostrarle a la joven mis vellos. Evidentemente solo tenía intención exhibirle, “solo mis vellos”, en ningún momento mostrarle mis genitales.

Ella miró hacia mi entrepierna, e instintivamente y con curiosidad, alongó su cuerpo para contemplar mejor mis vellos. En ese momento, ocurrió algo inesperado, y que no pude evitar, “mi polla salió disparada emergiendo por encima del bañador, quedando toda ella a la vista de la joven”.

Mi pene con la excitación vivida estaba tan erecta que a duras penas me cabía dentro del bañador y al hacer el gesto de mostrar mis vellos, sin preverlo, la misma emergió como un mástil, fuera del corto espacio que me quedaba del bañador.

La joven al observar lo ocurrido abrió sus ojos como platos. No obstante, lejos de asustarse, miro mi polla, con curiosidad. Quizás era la primera vez que veía el pene de un hombre en directo. Y, con los colores aflorando sus mejillas, exclama: oh .. ¡¡Su cosa se le ha salido….!!

Lo siento, ha salido sin querer. Le conteste muy nervioso, intentando volver a meterla dentro del bañador, cuando escucho de la misma: – pero… ¡grande la tiene!

Yo me quede parado. Aquella chica estaba ahora diciéndome que mi tranca le parecía grande. ¿Cómo coño sabía si era grande? ¿Acaso había visto ya otros penes?. Ante ello, deje por pene al aire sin volver a meterlo en el bañador, e intrigado le pregunte: ¿Has visto otros penes antes?

Ella se encogió de hombros, bajo la cabecita y luego me respondió: he visto el de los chicos. Pero al momento añade: Pero, ¡la de ellos son pequeñísimos comparado con el suyo!. 

Yo mantenía mi bañador bajado y mostraba toda mi pieza a la joven. Entonces le dije: “bueno Betty, yo soy ya un hombre. ¿Quizás los chicos cuando crezcan tenga uno igual que el mía?.

La joven no me reprocho que mantuviera mi bañador bajado y mis genitales al aire. Yo entonces le pregunte: Has comprobado que yo si tengo pelos ahí ¿verdad?.

Ella, me mira y afirma con la cabeza, y ante mi perplejidad, la chica me vuelve a preguntar: ¿también tiene pelos en sus testículos?

¡Casi me corro!.  ¡Que inocencia o que osadía la de la joven! No obstante, me recuperé de mi sorpresa, y le contesté: ¡por supuesto!, y con la calentura que tenía, le añadí: y, para que veas que no te miento, ¿si quieres te lo puedo mostrar?

Yo estaba lanzado y sumamente excitado. Tal es así que, sin esperar su aceptación, hice algo increíble ahora que lo medito. Procedí a bajarme completamente el bañador, quedando todos mis genitales al aire, con mi pedazo tranca blandiendo como un misil entre mis piernas, y con una soberana erección. Mi tranca estaba totalmente inhiesta y se mantenía enfilada y dirigida hacia la carita de la chica.

Debo reconocer que tengo un buen nabo de unos 20 cm, aunque, no tan gruesa, pero superior a la media, por lo que mi lanza en plena erección sorprendió realmente  a la joven. Aunque, yo no la deje reaccionar, y cada vez más excitado, y le indique: Anda, ¡toca mis testículos para que veas que tengo pelos!  ¿Quieres comprobarlo?

La chica quedo ruborizada. Evidentemente mi propuesta la sorprendió. Se quedo dudando, y pensé que me había propasado. Sin embargo, compruebo que la curiosidad de la joven pudo más que su pudor, y ante mi sorpresa, la joven alarga su manita, y con cierto nerviosismo la coloca sobe mi polla, agarrando la misma por primera vez con su mano. Percibo claramente su estremecimiento al comprobar la dureza de la misma. Me mira a la cara totalmente sonrojada, y más anonadado me quedo cuando, la nena se atreve a pasar su otra mano, pero esta vez,  por mis testículos, sopesándolos.

No tengo que decirles que aquello me puso como un toro. Entonces le dije: ¿lo has comprobado? ¡Has visto los pelos que tengo ahí!

 Ella afirma con la cabeza, pero casi balbuceando me pregunta: ¡pero….. ¡Sus testículos también son muy grandes!.. ¡Son enormes!

Aquello no me lo esperaba. Aquella chica que tenia por sumamente tímida, ahora me sorprendía con aquella languidez. Ante ello, le pregunte: ¿sabes para qué sirven los testículos? ¿Te lo han indicado ya en la escuela?

Ella se queda callada sin responderme. Pero luego muy bajito me contesta: en el cole nos han dicho que es donde se guardan los espermatozoides.

-es cierto. Así es.  Pero más morboso le vuelvo a preguntar: Y, ¿Sabes qué pasa cuando un hombre tiene unos testículos grandes como los míos? Me estaba comportando como un completo sádico.

-No se… “debe tener muchos espermatozoides, en ellos”. Me contesta ella dubitativamente.

-cierto. Comente has podido comprobar, “los míos están bien llenos”. ¿Quieres palparlos de nuevo para que veas que están repletos? – me estaba excitando como una moto, y ya no me contenía. Ahora me comportaba como un completo depredador sexual.

La chica, sin pararse a pensar, alarga de nuevo su mano y vuelve a palpar mis testículos cogiéndolos con su manita. No dijo nada, pero note que comprobó cuan de llenos estaban, palpando abiertamente ambos testículos.  Mi pene cada vez estaba más endurecido.

Había comprobado que la chica se había confiado con la conversación, y había descuidado y tenía abiertas sus piernas, con lo cual mostraba todo su conejito. Comprobé que aquella cuevita estaba muy brillante, por lo que deduje que, pese a su edad, aquella joven se debía encontraba excitada. Ante ello, mi osadía fue mayor, y ni corto ni perezoso, le solicite: ¿me dejas ver ahora tus vellos. Tú ya me has visto los míos. ¡Solo quiero comprobar que ya eres una mujercita!

Ella inicialmente se quedó quieta, indecisa, temerosa. Sin embargo, contra todo pronóstico, observo que, aunque dubitativa, se abre un poco sus piernas y me muestra su vagina.  Yo absorto pude contemplar la espesa mata de pelos, y la espléndida rajita de su coñito.

Aquello era más de lo que cualquier hombre podía soportar. La inocencia de la chica me estaba trastornando. Ahora me encontraba fuera de control. Sin poderme contener, alargue mi mano pasándola por el pubis de la joven al tiempo que acariciaba abiertamente toda su pelambrera. A pesar de su sorpresa, no la deje reaccionar y más atrevido, aproveche para pasar unos cuantos dedos por toda la rajita. La joven, que no se lo esperaba se estremeció, comprobando, no obstante, totalmente incrédulo, que la vagina de la chica estaba sumamente mojada. Más bien diría que la misma estaba empapada.

Me entretuve dándole dedo, viendo que ella me miraba a la cara, notando como ponía los ojitos en blanco. ¡aquella joven se estaba excitando! Mis dedos comenzaron a hurgar en toda la ranura de la joven, comprobando que para mi sorpresa  que su vagina siguió lubricando.

– ¿te gusta lo que te hago Betty? – le dije morbosamente. Ella no me contesta, sino que baja su cabeza, que entendí como un asentimiento. Mantenía las piernas abiertas, creo que le agradaba la pequeña masturbación que le estaba haciendo a su coñito.

En esos momento, valoré la situación, incluso la posibilidad de poder tener sexo con la chica. Era una locura, pero yo me encontraba a esas alturas totalmente salido. Por ello, le pregunte: Betty, ¿ya te ha venido la regla? Ella me mira, aún con su carita enrojecida por el placer que le estaba propinando a su chochito, y me contesta: – hace unos tres años.

Entonces volví acariciar su coñito, el cual se me abrió como una flor, y continúe mis logros, llevando a entreabrir sus labios mayores, hurgando con mi dedo corazón buscando el hoyito donde se situaba el himen de la chica. El gemido de la joven me despertó de mi embelecimiento. Había alcanzado el himen, y comprobado que la virginidad de la chica seguía intacta. A su edad, en las jóvenes que conocía era una circunstancia poco frecuente.

Mientras la chica se agitaba con la masturbación que le estaba propinando, de reojo comprueba como se estaba poniendo mi nabo. Yo seguía con los pantalones y bañador en el suelo y mi pene blandía a sus aires con una erección a rabiar. Dicha erección tenía obnubilada a la chica.

Sin retirar las manos del coñito de la joven, sopesé la posibilidad de poder penetrarla. Era evidente que mi tranca era bastante dimensionada para aquel chochito, máximo aún virgen. Aunque por su edad, la misma ya era una mujer. No obstante, le pregunté: ¿Cuándo te vino la regla por última vez?,

Ella me mira a la cara, la noto como se agita, mirando nuevamente mi tranca y me contesta: hace unas dos semanas, antes de venir de vacaciones. Con ello deduje que, si decidía hacerla mía, no iba haber peligro. No quería encima correr con el riesgo de dejarla embarazada.

Totalmente lanzado, volví a preguntarle: ¿algún muchacho te ha tocado la vagina como yo lo estoy haciendo ahora? Con su carita de inocencia, me responde moviendo la cabeza.

Pero, ¿te gusta lo que te hago?.

Ella medio se sonríe, para luego encogerse de hombros, sin contestarme. Era manifiesto que la masturbación que le estaba dando a su coño, era tan placentero para la chica, que pronto comenzó a sentir su primer orgasmo. En ese momento, tome una de sus manos y la acerque hasta mi tranca y le dije: anda tócame tú también a mí.

Ella estaba a punto de venirse, por ello no rechisto y, comenzó a pasar la mano por toda mi gruesa polla, pasando a lo largo y ancho de la misma, desde abajo hasta arriba, mientas alcanzaba su orgasmo. Tras acabar, me mira, y viendo que aún tenia su mano sobre mi verga, continuo manoseándola haciéndome lo más parecido a una masturbación, que seguramente había visto hacer en alguna película. Su pequeña mano apenas podía abarcar el diámetro de mi nabo, pero era suficiente para que se pusiera como una barra candente.

Entonces, me arrodillé ante ella, le abrí de nuevo sus piernas, y visioné con detalle aquel coñito bastante lubricado. Sin poder contenerme, acerque mi boca hasta él, y en cuanto la chica sintió mi lengua lamer su panocha, gimió: – ooo Pero… ¿qué me hace? ooo

Yo entonces insistí colocando mi lengua en forma de punta, y puyando contra su coñito, lo que aumentó la excitación de la chica, verificando que no pudo más. En ese momento instintivamente la chica tomo mi cabeza entre sus manos me empujó contra su pelvis, con la intención evidente de acercar más mi boca a su coñito. Al momento se convulsionó, atrapando mi cabeza entre sus piernas: oooo siiii ooooo ooo La joven alcanzó en tan poco espacio de tiempo su segundo orgasmo.

Sentí como los jugos de a chica comenzaban a fluir hasta mi boca. La verdad es que la nena lo hizo con tal ímpetu que me sorprendió. Cuando termino, aflojó sus piernas, y al ver mi boca llena de sus jugos, me dice: – ay.. ¡Creo que lo hice en su boca…!¿no le da asco?

-Me ha encantado. Tienes un coñito delicioso. ¿te ha gustado?

Ella se sonríe.

Me incorporo, le pase la mano por sus tetitas, logrando meterla por debajo del sujetador, y, tirando de él, ante su perplejidad, logré dejarle sus pechos al descubierto. –oh que me hace ..

Los pechos de la joven estaban desarrollados, aunque no tan grandes, pero me percaté que sus pezones estaba como cañones, por lo que tras acariciárselas con mis manos, no me pude contener y puse mis labios en ellos, y comencé a succionar los mismos. ohh ooo ohh

La chica al momento gimió desconsoladamente. Yo volví a meter mi mano entre sus piernas y con mi dedo corazón comencé a puyar donde sabía que se encontraba su himen. Ella instintivamente abría más sus piernas para que pudiera entrar mejor con mis dedos en su cuquita.  A pesar de ser virgen, estaba tan lubricada, que había logrado meter sin problemas mi dedo corazón y parte de otro hasta la base de ellos. Lo que denotaba, lo bien lubricaba que estaba aquella chica. Pensé, ¡quizás está preparada para soportar la entrada de verga!, aunque tenía serias dudas de que pudiera meter mi polla dada la dimensión que en aquel momento tenía.

Sin embargo, no notaba totalmente entregada, y mi grado de excitación era tal, que había abrigado la esperanza de clavársela hasta los huevos. Era una locura, pero me encontraba tan fuera de control, que apenas podía pensar en las consecuencias.

Sin contenerme más, comencé a besar a la niña en la boca, para aumentar su excitación, y tras meterle varias veces mi lengua en su boca, noté que estaba entregada. Por ello me incorporé, y procedí a recostarla sobre la taza del baño, al tiempo que con mi mano o derecha dirigí mi potente nabo a su cuevita.

Cuando puse el glande en su entrada, ella se estremeció toda, y me dijo: – ¿qué va hacer?, ¿me la va a meter? .

Le contesté: Solo un poco, Así verás que ya eres una mujer, y te pondrás muy bonita, y podrás sentir orgullosa que eres más importante que otras jóvenes.

La joven no estaba nada convencida, pero yo continue acercando mi trancas hasta tocar con su conejito, y poco a poco, con suma tranquilidad, muy despacio, fui logrando ingresar mi cabeza en ella. Cuando comprobé que mi cabeza había logrado pasar el primer escollo, choque con algo que me impedía continuar ingresando. Había alcanzado el himen de la joven.

Ella entonces de puso nerviosa y me manifestó: – pero.. ¡la tiene muy grande!, me hará daño.

La respondí: -lo haremos hasta donde puedas.

Sin detenerme, comencé poco a poco a chocar mi nabo contra su barrera, y ella empezaba a gemir y asustarse. Era obvio que en esa posición no iba a resultar fácil desvirgar a la joven. Por ello, decidí cambiar de estrategia: la levanté en brazos, cogiendo sus piernas para que rodeara mi cuerpo. Realice dicha acción teniendo siempre mi pene tocando la puerta de su cuquita, ya que la joven pesaba bastante poco, y mi poderío físico era muy superior al de la joven. Por ello me fue muy fácil sostenerla casi en alto.

Me di la vuelta con ella sobre mí, manteniéndola en alto. En ese momento la joven comprobó en el espejo del baño, como la sostenía en brazos, con toda mi polla en forma besando su coñito.  Muy despacio, me senté en la taza del baño, y la atraje hacia mí sentando a la chica sobre mis piernas. Con esta acción ella se vio obligada abrir completamente su coño el cual seguía siendo pistoneando por mi polla.

La eleve, impulsándola por sus piernas, dejando en alto su cuerpo, al tiempo que coloque mí polla en vertical acercándola a la entrada de su cuquita, como si un misil se tratara. La joven miraba asustada hacia abajo, y creo que en ese momento fue consciente de lo que estaba a punto de ocurrir.  Oh por favor no siga… me hará daño.

Pero estaba tan decidido que desentendí sus peticiones, y la fue dejando caer. Con el propio peso de la joven se fue clavando mi estaca, abrazando con los labios de su coñito mi nabo, hasta tropezar con su himen.

Oh no por favor … déjeme no siga…

-relájate. Vamos solo a intentarlo.

La volví a levantar en alto de nuevo, e hice la misma operación varias veces de forma repetitiva. Solo permitía que, si coño atrapara la glande de mi tranca hasta chocar con su himen, y volvía a subirla. La chica, viendo que no seguía más abajo, y que aquella situación le agradaba, se confió. Fue entonces cuando vía el momento de dar el paso: ¡mi nabo estaba tan erecto, que necesitaba con urgencia clavar aquella nenita!

Tras levantarla de nuevo en alto, la deje caer casi de golpe, aflojando mis manos, lo que hizo que el propio peso de su cuerpo resultara suficiente para contemplar como mi tranca, rasgaba el himen de la joven, y casi mitad de mi polla se incrustaba sin remedio dentro de aquel vaginal coñito.

-ooo nooo que daño oooo sáquela ioooo me hace daño ooo grito la joven desesperadamente al ver cómo ni falo rompía su intacto himen, y ahora se alojaba con fuerza dentro de su pequeña vagina.

-por favor oo me duele ooo sáquela- Los gemidos de la joven se escuchaban en toda la casa. Menos mal que no había nadie en el apartamento.

La joven rápidamente empezó a presionar las paredes de su vagina para evitar que siguiera entrando en ella. Pero yo sabía que tarde y temprano iba a ceder y la clavaria en su integridad. Era cuestión de tiempo.

-oggg nooo saquelaaaa ohhhhh… me duele ohhhh me diecia mirándome a la cara, casi en suplica. Me quede algo nervioso ya que sus gritos podían alertar a los vecinos. Dude si continuar o no, pero tras unos instantes, lejos de retirarme, la deje un rato en aquella posición, con mi nabo incrustado dentro de ella, con la finalidad de que su coñito se acostumbrada al grosor de mi polla. Las paredes de su vagina se estaban dilatando al máximo y notaba la enorme presión que ejercían sobre mi tranca. En ese momento, decidí acudir a otra estrategia y viendo los pezones de la joven acerqué mi boca a los mismos y comencé a nuevo a succionarlos.

Ella, pese a todo, hacia presión para que no entrará más dentro de ella. Sin embargo, yo era consciente de que aquella presión duraría poco tiempo. Evidentemente la joven no podía aguantar mucho en la posición en que estaba. Y mi continuo succionamiento de sus pechitos, propició que la chica se relajara, y al no poder seguir manteniéndose erguida, terminó por ceder dejándose caer rendida, clavándose mi daga hasta la misma base. Sentí el culito de la chica sobre mis huevos. Fue un placer inaudito. Me percaté que mi nabo, contra todo pronóstico, había ingresado en su totalidad den la cuquita de la amiga de mi hija.

Oohhhh que dolor ooooo me ha entrado toda oooo

¡No me lo podía creer: mi monstruo hubiera entrado totalmente en aquella estrecha cuevita!.

Ella seguía llorando y pidiéndome que la sacara. Mostré preocupación ante la circunstancia de que pudiera haberla dañado con mi penetración total. Pero notaba que mi erección era bestial, y que se incrementaba cuanta más presión ejercía las paredes de la vagina de la joven sobre la misma. Evidentemente tenía totalmente atravesada la vagina de la joven con mi pene.

Tome la decisión de no de atender a sus ruegos, sabiendo que poco a poco acabaría acostumbrándose y el dolor cesaría. Así que empecé a hacer subir y bajar a la joven, lanzando su cuerpo hacia arriba y hacia abajo teniendo como eje mi nabo. Se la sacaba casi toda y se la volvía a meter completa.

Pese a sus quejas, el hacerla subir y bajar sobre mi polla, facilitó que su vagina se dilatara lo suficiente, y las paredes de la misma comenzaron a aflojarse. Ahora su vagina se había dilatado lo suficiente para permitir la introducción de mi tranca. Constate que que ya no le dolía tanto.

Aunque, en algunos momentos, notaba la presión de las paredes de su vagina intentando estrangular mi nabo, al tiempo que había visualizado algunos restos de sangre en mi polla. Ello era un signo inequívoco de su desvirgamiento, pero temía que la hubiera dañado interiormente. Me tranquilice al mirarla a la cara y ver que se relajaba y comenzada a dar signos de estar disfrutando.

-¿Mejor preciosa?

Ella no me miró. Pero me contesto: es muy malo… me ha hecho daño .. siento una gran presión en mi chochito.

No obstante, fue ella misma la que al propio tiempo comenzó a impulsarse hacia arriba y hacia abajo, desclavándose y volviendo a clavarse íntegramente mi tranca. La posición era inmejorable.

Le dije ves, mi preciosa, tu coñito “se ha comido toda mi polla”. Ya eres una mujer, y a partir de ahora, vas a sentir con frecuencia como una polla entra dentro de ti para darte mucho placer.

Mis palabras fueron como un acicate, la aceleraron y note la llegada d su primer orgasmo con toda mi tranca dentro de su coño. La joven comenzó a convulsionándose con toda mi tranca dentro, contrayéndose, y retorciéndose de gusto, apretando con su vagina toda mi vaina.

Era una escena de película. Tenía a la amiga de mi hija atravesada por mi falo. Era toda una epopeya. Sin poder aguntarse más la joven comenzó a gemir, aumentando sus convulsiones y terminando por alcanzar su tercer orgasmos de la tarde, mientras recostaba su cuerpo sobre mi pecho.  La joven se abrazó a mi cuerpo, mientras me quede quieto con toda mi mandarria dentro de su coñito.

Tras algunos minutos, ella ya recuperada me preguntó: ¿me ha entrado toda?

Le dije: ¡anda compruébalo tú misma! Miro hacia abajo, al encuentro de nuestros sexos, y me contesto, ¡no se ve nada!

Le conteste ¡es que la tienes toda dentro mi amor.!

 Entonces me dice casi al oído: -me duele por dentro del chochito. Creo que me ha roto toda.

-Ese dolor se te ira. Pero, ahora quiero que te corras otra vez. Vamos quiero que me des tu lechita nuevamente, porque yo te voy a dar toda la mía. Te voy a llenar de leche calentita, para que veas lo que es ser mujer.

Se asusto y me dijo algo alterada: ¿se quiere correr dentro?, pero ¡me puede embarazar! Esta loco.

Le manifesté: has tenido la regla hacia más de dos semanas, no hay peligro. Quiero que sientas la leche de un hombre por primera vez dentro de tu coñíto. ¡Ya verás que sensación!.

 Ella  contesta, algo más tranquila: ¿de verdad cree que no me dejará preñada si me echa su leche?.

Le conteste, más adelante veré si te dejaré preñada o no, pero ahora no es el momento. Disfruta mi amor, porque estoy a punto de regarte por dentro.  ¿Has vito como tengo la polla?.

-oh me tiene toda atravesada. La siento muy dura

Ella al escuchar aquello se convulsiono nuevamente y empezó a bajar y subir de forma alocada, pegándose fuertemente a mí, notando que pronto alcanzaba un nuevo orgasmo. Yo la ayudaba a subir y bajar sobre mi polla, ayudándome con mis manos pegadas a sus desnudas nalguitas, notando que un volcán en erupción se encendía dentro de mi ascendía un fluido caliente a través de ni verga. Necesitaba descargar. Era una temeridad., pero quería llenar aquella nena.

Así que, sin más prologo comencé a botar ingentes cantidades de mi lava hirviente en el chochito de la chica, mientras no dejaba de hacerla subir y bajar, saltando sobre mi tranca. Mientras tanto no paraba de deslecharme.

Creo que muy pocas veces en mi vida había soltado tanta leche, al tiempo que notaba como parte de la misma escurría por mi polla hasta mis huevos, ya que la cuquita de la joven no soportaba tanta leche.

La levante en alto, tomándola en brazos, con mi polla aun totalmente clavada hasta la raíz en su coñito, y la hice que mirara en el espejo. Ella al ver su pequeño cuerpo reflejado en el espejo, en brazos del padre de su amiga, creo que se excito aún más. En un momento dado, le saqué mi polla de su coño, con la finalidad de que viera las dimensiones de mi tranca, la cual blandía aún en la mano con restos de semen, para luego, ante su atenta mirada volver a clavarse nuevamente en esa posición.

La joven se estremeció. – oh me va a reventar oh

-has visto preciosa: ¡te comiste toda mi polla!

Decidí colocarla de nuevo tendida sobre la taza del baño, y en esta posición, viendo que mi pene aún seguía endurecido dentro de la joven, continúe bombeando a la misma, comprobando como su cuquita se comía toda mi polla nuevamente. La di unos cuantos bombeos, y sin poder contenerme volví a soltar nuevamente mi leche dentro de ella.

Pese a mi edad, la visión de aquella joven amiga de mi hija, me tenía tan excitado, que volvía a eyacular dentro de la joven por segunda vez.

Al salir finalmente de ella, contemple el enorme boquete en la vagina de la joven. No solo eso, sino que tenía los labios totalmente enrojecidos e inflamados, al tiempo que salía de su interior restos de mi semen y algunas gotas de sangre. No me podía creer como había podido entrar dentro de aquella cuquita.

Besándola en la boca, le dije: ¡Ya eres toda una mujer!

Ella, enrojecida, con sus cachetes todos coloraditos, me mira y me sonríe. Entonces le dije: De esto nada a nadie. Pero algún día de estos de volveré a culear. ¡vale!

Ella afirmó con la cabeza. Luego se aseo. Viendo sus labios tan inflamados le unte una crema hidratante en los labios de su cuquita y luego ella se colocó el bikinis se fue a la piscina nuevamente.

Mientras se retiraba notaba como la joven le costaba un poco caminar.

Yo me fui al dormitorio y me eché en la cama, pensando en lo ocurrido. Había sido una tremenda locura, pero reconocí que era el mejor polvo que había echado en su vida.

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  1. helenx

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