Por

Anónimo

marzo 27, 2020

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Un problema resuelto

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Mis meses con François pasaran sin estridencias. Es un hombre ocupado. Tiene su hija y su mujer, citas profesionales y mil asuntos en la cabeza. Sé que la historia de Vietnam es complicada. He oído hablar de la guerra de Vietnam y de la Indochina, pero no he profundizado mucho en las causas y los detalles.

Un día él me explica que existe una especie de dualidad en esa relación. Profundos amores que conviven con odios enquistados.

Un día que recibo a François en mi nueva casa, observo que llega ausente. Secuestrada su atención por algún problema. Después de dos días sin verle, tengo ganas de sexo. Pero también en parte por el calor, me he puesto para recibirle un picardías de tul negro transparente que me mantiene fresquita, y me muestra casi desnuda. Me cuelgo de su cuello y le beso. Pero como si besara un busto de Miguel Ángel. ¿Qué le pasa? Me tumbo a su lado en el sillón.

Le miro, sé que hay asuntos importantes dando vueltas en esa cabecita. Y creo que ha venido más por alejarse de ellos que por verme. Ni siquiera me mira los pechos, totalmente desnudos bajo la transparencia negra.

Su sonrisa artificial. No es que no le haga ilusión verme.

Me canso de la situación:

“Cuéntame” le impongo seriamente, casi exigiendo. “Pero no me vengas con excusas. Necesito tu problema aquí.” Le vuelvo a exigir poniendo mi dedo junto a mi sien.

“No te enfades” Me dice François, pero no puedo hablar de ello, son asuntos reservados. No puedo…ya sabes…entiéndelo.

Puse un puchero y carita de niña buena.

“No confías en mí. ¿O sí?”

“Está bien. Pero es un problema en el que no puedes ayudar”

Tengo mi cabeza sobre sus muslos. La arrimo un poquito a su paquete, pero sin llegar.

“Bueno, tú cuéntamelo. A ver qué pasa”

François cae en lo cerca que tiene la cabecita de su jovencita de pene y comienza a hablar pero más relajado.

“Me han encargado un proyecto para acercar a Vietnam del norte con nosotros, con el sur. Ha de ser un proyecto ambicioso, a largo plazo. La gente que trabaja conmigo me ha dado algunas ideas pero…no sé…no cuajan. Llevamos dos días dándole vueltas al asunto en la embajada y se nos acaba el plazo. Viene el Presidente de la República de Francia. EL GRAN JEFE. Ya sabes, con una delegación grande. Dice que nosotros pisamos terreno y que somos los más adecuados para elaborar el proyecto.

¿Te aburro?”

“¿Estás tonto?” Le pregunto algo desairada. “¿Te crees que solo sirvo para…?” Dejo la frase entrecortada y acerco mi boca al pene flácido. Le doy un mordisquito sobre el pantalón.

Él da un repullo “¿Qué haces? Se supone que estamos hablando en serio. Pero si quieres cambiamos de tema. No quiero aburrirte con mis cosas. Vengo a limpiar la mente” me mira. En su rostro se nota el cansancio de muchas horas de reunión. Me imagino el estrés. ¡El Presidente de Francia! Nada más y nada menos. Me da pena. ¡Es tan frágil en ese momento!”

“Te equivocas, tengo la solución a tu problema” le dije sin pestañear. Él me miro sorprendido, convencido de que a continuación soltaría una sarta de tonterías.

Comencé:

“A veces estáis tan alto, ahí en vuestros despachos enmoquetados, que padecéis mal de altura. Lo supuestamente sublime de vuestra labor no os deja ver la sencillez de las cosas.”

François se ríe, pero no me molesta. Sigo hablando:

“Hay un nexo entre los dos países tan obvio, tan evidente que no lo veis. Eran el mismo país. Han sido el mismo país durante cientos, tal vez miles de años.”

El gesto de François abandona la ironía y pasa a escucharme más seriamente. Yo me subo a horcajadas sobre él, con mi coñito muy cerca de su bragueta. Mis tetitas bajo la gasa negra ser rozan contra su camisa blanca. Se ha quitado la americana y la corbata.

“Te quiero” le digo. Es la primera vez que se lo digo, pero me ha salido del alma.

“Dios mío, Mar. Me vas a volver loco. Por favor sigue con lo que me estabas diciendo.

“François el dinero es capaz de hacer amigos a enemigos irreconciliables. Tú lo sabes. ¿Qué te voy a contar? Pero es que los dos países sólo son enemigos sobre el papel. ¿No te das cuenta? Debéis hacerles ver las ventajas de afrontar conjuntamente un gran proyecto turístico, como si no hubiese dos países en Vietnam en esa oferta, sino uno sólo. Es un éxito asegurado. Ofrecer al extrajero en una sola visita la posibilidad de comparar, de disfrutar de todo lo bueno que tienen los dos países juntos.

¿Te gusta mi picardías?”

François me mira las tetas. ¡Por fin! Pero pone cara de enfado.

¡Haz el favor de terminar, Mar! Tu idea no es mala.

Me siento orgullosa. Sé que he dado en el clavo por su carita relajada. ¡Le gusta!

“Preséntales un proyecto a futuro con paquetes turísticos conjuntos en los que los turistas entren por el norte y salgan por el sur. En la zona norte se puede explorar una amplia gama de paisajes y pueblos diversos, ya que es la zona más rica en etnias del país. Explorar la animada capital de Hanói, y navegar por las aguas turquesas de la bahía de Halong, creo que es la más bella del mundo.

Luego pasarían por el centro. Tú me has dicho que es la zona que más te ha gustado, François. Esa zona es el corazón cultural del país, con el antiguo esplendor de las dinastías vietnamitas en Hue, y el encanto del viejo mundo de Hoi An. Allí es donde está la playa de Cua Dai. Una vez fuimos con el liceo allí. No te imaginas.

Y acabarían saliendo por el sur, sin duda un “batiburrillo” de contrastes. Ho Chi Minh, con el Museo de los Crímenes de la Guerra, el Palacio de la Reunificación, o el Museo de las Medicinas Tradicionales y el mercado de Ben Thanh. Esta ciudad es el mejor lugar para disfrutar de la gastronomía vietnamita, ya lo viste el otro día. Una de las cocinas más maravillosas del mundo. Yo desde luego, si fuera turista ni me lo pensaba.

 Pero sabes que ahora no se puede hacer eso, por las prohibiciones. Ahí es donde entráis vosotros y (pongo voz ronca) el señor presidente.”

“No te burles”

Me río. “No me burlo del presidente, tonto” Pego mi boca a la suya, aplasto mis pechitos contra él y le meto la lengua.

Creo que sería un proyecto que sería bueno para todos. Y el tránsito de turistas sería una de las cosas que unificaría más a los dos países.”

“Mar eres un pozo de sorpresas.” Sus dos manos abarcan mis nalgas bajo el picardías.

Lo subo y muestro desnudo mi seno derecho. Levanto las cejas en señal de invitación y la relajación total acude a mi niño mayor, a mi viejo tonto. Su pene sufre una sacudida mientras juega con mi pezón en su boca. ¿Por qué le gustará tanto jugar a los hombres con el pezón de las mujeres? Debe ser un recuerdo de la lactancia.

Muevo las caderas sobre la verga de François, que ya está dura.

“Cuéntame algo de Vietnam, algo de su historia. No se gran cosa de su pasado”

“¿Ahora? No sería mejor…” Se mira la tienda de campaña en la que se ha convertido su bragueta.

“Si ahora.”

“Está bien. Pero así no puedo. Bájate” Me siento en sofá junto a él y me abarca con el brazo.

“En la mitad del siglo XIX, cuando este país fue colonizado por Francia. Vietnam acababa de cometer una verdadera barrabasada. Francia, usando como excusa la ejecución de varios misioneros europeos decidió invadir toda la península de Indochina. Después de algunas operaciones con su armada,  la marina francesa se apoderó de Saigón en 1859. Tras someter a Camboya cuatro años más tarde, exploramos el curso del Mekong, con la esperanza de acceder al mercado chino, pero el Mekong no es navegable, así que nos fijamos en el río Rojo.”

“François.” Él caya. “¿Por qué en este mundo esa manía de apoderarse de lo de otros en vez de hacer más bonito y grande y productivo lo que ya se tiene?”

”No lo sé Mar, pero ha sido así siempre. Vietnam, es rico en arroz, opio y cuando trajimos semillas del Amazonas, también en caucho. Además este país tiene una posición estratégica importante en Asia y en la ruta de Francia hacia China. Desde entonces no hemos parado de ir de guerra en guerra.

Desato la hebilla del cinturón de sus pantalones. Él se incorpora, levantando el culo del sofá y se baja los pantalones y los slips hasta los tobillos.

Está guapísimo. Hay ocasiones en las que me recuerda a George Cloony. Y esta es una de ellas. Apoyo mi naricita sobre la unión de sus testículos y su verga, que apunta poderosa hacia el techo. Juego con mi lengua en sus bolas, arrugando el pellejo ente el vello canoso.

Él busca y yo abro las piernas para que encuentre. Echa a un lado mi tanga y encaja el dedo anular entre los labios. Ufff me encanta la suavidad con la que me recorre desde el clítoris hasta el ano. Así que paso a comerle la verga. La doblo hacia mi boca y lametón tras lamentó y beso tras beso hasta que me la trago, más de media.

Me incorporo y me siento como estaba antes, con mis tetas en su camisa. Su verga la aprisiono entre las nalgas en una posición forzada que casi le duele.

Mientras le desabotono la camisa le doy besitos por toda la cara.

“Mar, te amo”

“Lo sé. Méteme un dedo en el culo. Me he puesto un enema. Está limpito”

Al entrar nota la gran cantidad de lubricante que he metido dentro. Mientras me relaja el esfínter me come las tetas con tantas ganas que me hace daño. Pero no me quejo.

Aparto  su mano. Cojo la punta dura de la verga y la encajo en la sima tierna y resbalosa. Dejo de hacer fuerzas para mantenerlo cerrado y me dejo caer, poquito a poquito.

Nos miramos, sin decir nada. Yo le sonrío y él me devuelve la sonrisa.

Jadeos, sudor, más y más gritos. Es la primera vez que me da por culo y se corre pronto como un bendito.

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2 respuestas

  1. nindery

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