Susana la calientabodas
Mi novia Susana es muy sexy y cachonda. Tengo muchísima suerte, porque siempre está dispuesta a tener sexo, pero reconozco que a veces me pone demasiado celoso sus ganas de provocar.
Lo que os voy a contar sucedió el verano pasado en la boda de una pareja de amigos comunes.
Susana llevaba semanas dándome la murga con la ropa que llevaría a la boda. Es muy presumida y además quería destacar, pues Rubén, el novio, había sido antes novio de ella y su futura esposa se lo había robado. A mí me tenía harto de ir por tiendas de moda, zapaterías y demás sin estar del todo convencida. Lo mejor fue ir a los probadores de tiendas de lencería, verla posar para mí con cosas sensuales y meterla mano cuanto podía…
El vestido elegido fue uno con un escote brutal, prácticamente llegaba a sus pezones y marcaba de forma supersexy su ya de por sí supersexy silueta.
Como ya me temía, el conjunto de ropa interior que había comprado no le servía para ese vestido, pues se veía demasiado. Así que tocó volver de tiendas para encontrar algo que pudiese llevar con tan explosivo modelito. Finalmente se decidió por una especie de pegatinas de silicona trasnparentes que se ajustaban a sus pechos, pareciendo que no llevaba nada, pero subiendo un poco más sus perfectas tetas.
Tengo que deciros que Susana, como la mayoría de las chicas de hoy en día, tiene las tetas operadas, pero lo hizo simplemente para acabar de moldear unas piezas casi perfectas por tamaño, dureza y posición.
El día de la boda, Susana estaba cañón. El modelito le ajustaba como un guante a sus curvas y el escote era sencillamente perfecto… Perfecto para un hombre que tuviese enfrente.
Todos los invitados pasaron a saludar a Susana y se les notaba como se quedaban embobados mirándola las tetas, unos disimuladamente, otros con tremendo descaro… incluso alguno empalmado. Y yo, cada vez más encabronado, celoso, orgulloso y con ganas de follármela, todo a la vez. Además, notaba como a Susana le ponía perra el calentar a los hombres de la ceremonia y ponerme celoso a mí, mirándome descaradamente cuando algún machito babeaba junto a ella.
Fue pasando la ceremonia y finalmente todos los invitados acabamos en la discoteca del hotel donde se celebraba el convite.
Susana seguía concentrando las miradas y alguna que otra insinuación de los hombres, ahora ya bastante pasados con el alcohol.
Estábamos la mayoría de los jóvenes en un rincón de la pista de baile, bastante oscuro y con unos sillones en los laterales, en los que alguna pareja aprovechaba para darse el lote.
Susana, después de volver del aseo, me sacó a bailar y arrimándose bien a mí, metió una mano en el bolsillo del pantalón de mi traje y me dijo:
– ¿A que no sabes qué te he metido en el bolsillo?… Son mis bragas.
La frase y el pensar en su chocho húmedo y desnudo, hizo que me empalmase al instante, mientras bailábamos cada vez más pegados.
Nos besamos profundamente durante por lo menos tres o cuatro canciones y mi empalme era cada vez más duro. Ella me sobaba a través del pantalón mientras yo le comía el cuello y las orejas. Con mis manos le acariciaba su melena ahora ya algo sudorosa.
En un momento, me bajó la cremallera del pantalón y sacó mi tieso miembro frotándolo con su mano izquierda mientras con la derecha se frotaba su húmedo coñito.
Sin pensármelo dos veces, la cogí por la cintura y la icé hasta poder penetrarla mientras seguíamos bailando lo más pegados posible.
Entre la luz y lo arremolinados que estábamos todos, creíamos que no se notaría demasiado lo que en realidad estábamos haciendo. Seguimos así durante bastante tiempo, puesto que nuestros cuerpos se movían al unísono y pese a estar yo extremadamente excitado me pude contener y alargar ese momento de goce.
Cuando ya no pude más, le metí un dedo por su culito y a la vez, parados en ese rincón de la pista eyaculé con fuerza en su interior.
Después de recuperarnos y al girar hacia la zona de butacas, vimos como varios de los hombres que estaban sentados nos habían visto y estaban claramente excitados y con cara de alucinar por la escena vivida.
Salimos al de poco tiempo y acompañé a Susana hasta su casa, pero en un pequeño callejón bajo su residencia tuvimos que volver a follar, tal era nuestra excitación.
2 respuestas
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