CAPÍTULO 7º

ENCONTRONAZO EN EL GIMNASIO

            Lunes, 19 de Septiembre de 2016, cuando son las once y media de la mañana y vemos a nuestra protagonista, Holly Burnett y a su novio Mathew Bensinger, entrar en el gimnasio cedido por el Ayuntamiento de la pequeña localidad de Stone Creek para que las bellas componentes de la trouppe de lucha libre femenina ambulante pueda entrenar tranquilamente durante su estancia en el pueblo.

            ―¡Pero mira a quién tenemos aquí! –Oímos exclamar a Alice Bell, que ya lleva un buen rato en el lugar, al ver entrar a su odiada rival, tanto dentro como fuera del cuadrilátero―. ¡Si son nada más y nada menos que nuestra querida piel roja bocazas y su guapo novio! 

            ―Hola, Alice –replica Holly haciendo caso omiso al comentario hiriente y claramente racista de la bella y exuberante pelirroja, y agregando seguidamente al tiempo que tiende la mano a su compañera de espectáculo en claro gesto conciliador―: Sé que te debo una disculpa, y confío en que sabrás perdonarme por organizar lo del combate en el ring de fuego a tus espaldas y sin tener en cuenta tu opinión. Has de saber que tenía pensado contártelo a su debido tiempo, pero ya sabes como son a veces las ideas.

            Como respuesta, y sin dejar de sonreír de forma maliciosa y sardónica, la luchadora de larga cabellera pelirroja acepta la mano que le tiende nuestra protagonista, pero en vez de estrecharla en gesto de paz y cordialidad, pega un tremendo tirón del brazo de Holly Burnett para atraer hacia sí a la joven nativo americana y espetarle al oído en un feroz y amenazador susurro:

            ―Lo que tú digas, sucia piel roja. Pero en el Ring de Fuego te vas a enterar de cómo me las gasto cuando me tocan las narices, porque imagino que el señor Bamber te habrá hablado ya de las mejoras que he estado pensando respecto a dicho combate para darle algo más de interés y ofrecer a nuestro amado público un mejor espectáculo.

            Al oír esto, y para sorpresa de Alice Bell, nuestra protagonista le devuelve la sonrisa y le responde muy segura de sí misma:

            ―Sí, querida Alice, tengo entendido que quieres que nuestro  combate en el Ring de Fuego sea lo más real posible, y que pretendes que nuestros golpes y llaves sean lo más auténticos y reales posibles –al llegar a este punto, Holly hace una leve pausa para mirar más fijamente aún si cabe a  la pelirroja y acercándose a ella hasta que sus mejillas casi se tocan, preguntarle en un tenue susurro en su oreja izquierda―: ¿Qué pretendías con ello, Alice? ¿Tal vez amedrentarme para no seguir adelante con la idea de la pelea en el Ring de Fuego? Pues lamento decirte que te ha salido el tiro por la culata, porque no sólo pienso seguir adelante con la idea, si no que además vas a ser la que quizás se sorprenda cuando vea como se las gasta, ¿cómo me has llamado antes? Ah, sí, una sucia piel roja.

            Alice Bell bufa cual gata furiosa al tiempo que abre y cierra ambos puños rápidamente en un desesperado intento por controlar la intensa e inmensa ira que la invade poco a poco y por momentos.

            Por suerte para ambas luchadoras, Matt Bensinger agarra a su chica del brazo y la saca del gimnasio antes de que se enzarce en una absurda riña con su contrincante, que queda en la sala de entrenamiento, gritando con toda la fuerza de sus pulmones y llamando a la sonriente Holly Burnett de todo menos guapa.

            Esa noche, mientras cabalga cual sensual amazona ensartada en la formidable verga de su chico y éste lame y pellizca sus majestuosas tetas, la joven de raza Cherokee se inclina levemente sobre su amado Mathew y le susurra al oído en tono por demás sincero:

            ―Mil gracias, mi amor por lo de esta mañana en el gimnasio. Si no llegas a intervenir y a sacarme de allí, lo más seguro es que hubiera terminado por sacarle los ojos a esa guarra engreída de Alice Bell. ¡ARG! ¡No soporto esos aires de Marquesa que se da la muy petarda tanto dentro como fuera del ring!

            ―C-claro, mi cielo –replica Matt en un ahogado susurro, debido a la gran excitación que siente en ese preciso momento en el que está a punto de correrse y de llenar de semen caliente el sexo de su amada Holly, que al notarlo, y antes de que su novio eyacule en su interior, se aparta y queda mirando con ojos extasiados por el amor y el goce sexual los fastuosos chorros de esperma espeso y ardiente que brotan del glande de su chico y caen sobre sus duros y bien moldeados abdominales.

            ―UMMM… ME ENCANTA CUANDO TE CORRES ASÍ PARA MÍ, MI AMOR –Gime Holly Burnett mientras con su lengua lasciva lame con gusto el semen caído sobre el perfecto vientre de Mathew.