RING DE FUEGO...: CAPÍTULO 2º HOLLY “TORMENTA PERFECTA” BURNNETT
6 de Septiembre de 2016, Martes. Cuando son la una menos cuarto de la tarde y nos encontramos en el cementerio de la Reserva Cherokee de las Smokey Mountains, donde nuestra protagonista, Holly Burnnett, ha ido a cambiar las flores de la tumba de su querido abuelo John “Búho Sabio”.
Poco queda ya de aquella preciosa niña de negrísimas trenzas que escuchaba embelesada los cuentos y leyendas que le contaba su abuelo sobre los Guerreros Legendarios de su orgulloso pueblo. Si acaso conserva la sonrisa pícara y traviesa, y la mirada límpida e inocente, puesto que el resto de su cuerpo ha sido alterado drásticamente y se ha llenado de exuberantes y sinuosas curvas, entre las que destacan unos grandes y turgentes pechos y un trasero redondo y firme que es la envidia de todas las mujeres y el anhelo de todos los hombres.
Junto a ella, esperando paciente a que termine de cambiar las flores de su querido y añorado abuelo, está Matt Bensinger, su novio y manager ya que desde hace unos dos años, nuestra joven protagonista de raza nativoamericana recorre el país de punta a punta como parte de una trouppe femenina de lucha libre extrema, que la ha convertido en algo así como una heroína para muchas jovencitas, sobre todo de su pueblo, que ven en ella un ejemplo a seguir y a tener en cuenta.
―Vamos, mi amor –dice Holly tomando la mano de su chico y caminando junto a él hacia la salida del camposanto.
―Tu abuelo debió ser un tipo excepcional –dice Matt mientras la toma de la nuca y se funde con ella en un beso largo y profundo, y sus manos recorren con ansia su escultural y curvilíneo cuerpo, y ella ríe y responde en tono entre travieso y divertido:
―Pues has de saber que mi abuelo odiaba a muerte a los rostros pálidos.
Mas luego, y mientras echa mano a la ya abultada entrepierna de Matt, añade en tono divertido:
―Pero estoy casi segura de que contigo habría hecho una pequeñísima excepción e incluso podrías haber llegado a gustarle.
Ese mismo día, algo más tarde en el gimnasio donde las veinte chicas que conforman la trouppe de lucha libre extrema femenina suelen entrenar cada vez que visitan la pequeña ciudad de Stone Creek, vemos a nuestra protagonista hablando con el gerente principal de la compañía, un tipo bajito y tremendamente obeso, lo que le confiere el aspecto de un divertido y a un tiempo patético balón de carne.
―Ya verá como mi combate contra Alice Bell en el ring de fuego atrae a más público del que podamos imaginar, señor Bamber. Usted sabe tan bien como yo que a la gente, como en cualquier espectáculo que se precie, lo que le atrae, sin ningún género de duda, es ver a sus ídolos pasarlo mal y arriesgar su integridad física de la más manera más tonta y ridícula posible.
―Pero… ―Masculla el pequeño y orondo Arthur Bamber mientras se seca el sudor de la redonda y calva cabeza con un sucio y arrugado pañuelo de tela―. Eso de rodear el cuadrilátero de fuego, como que me da un poco de grima. Que digo yo que lo del riesgo está bien. ¡Pero todo tiene un límite, y lo del fuego los supera todos con creces!
―Que no, señor Bamber, ya verá como sale todo a pedir de boca y esa noche nos forramos.
Pero parece que Arthur Bamber no las tiene todas consigo, porque después de escuchar a su luchadora estrella, deja escapar un hondo y largo suspiro, y luego, estirando su mano derecha hacia la joven Holly Burnnett, inquiere con voz entre angustiada y cansada:
―¿Sabes si Alice está de acuerdo con todo esto que me estás contando?
―Pues aún no se lo he comentado, pero creo que no le parecerá mala idea –responde nuestra protagonista encogiéndose de hombros con gesto levemente indiferente, para luego agregar guiñando un ojo al Director de la compañía―: Además, recuerde el feudo que hay montado entre nosotras dos desde hace ya algún tiempo.
―¿Cómo olvidarlo, si es lo que más dinero nos aporta en cada show? –Suspira Bamber con aire claramente resignado, para luego despedir a nuestra bella y exuberante protagonista de su caravana al considerar que ya está todo dicho.
Ese mismo día, ya de noche, mientras Holly y Matt hacen el amor con toda la pasión y el salvajismo de la juventud, la joven Cherokee se dirige a su novio con estas palabras:
―Quiero que sepas, mi amor, que tengo pensado que nos casemos antes de dejar la ciudad.
―¡N-no jodas! –Exclama el muchacho, que amén de ser el novio de Holly es su entrenador personal―. ¡Eso es sencillamente, maravilloso!
―¿A que sí? –Replica la joven y hermosa luchadora, mientras se mete la verga de su hombre en la boca y traga con deleite hasta la última gota de semen caliente de la abundante corrida del satisfecho Matt Bensinger.
2 respuestas
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