Por

Anónimo

junio 8, 2025

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No me habían dedeado así desde la secundaria, me dijo.

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A Nahuali la conocí en una fiesta familiar en otra ciudad. En ese entonces yo todavía fumaba marihuana y como ella también salimos a fumar mientras la fiesta seguía. Nos habíamos gustado de inmediato pero estaba difícil porque vivíamos en ciudades diferentes, ella además tenía una hija de 3 años. Su cuerpo no era espectacular pero era muy bonita, alta, morena, alegre y exudaba sensualidad. Ya de noche mi familia me prestó un auto para llevarla a su casa pues era tarde y comenzaba a llover. Ella se había quedado sola porque a su hija se la llevó su abuela desde temprano. Me estacioné afuera de su casa. Llovía. Nos comenzamos a besar y yo le metí la mano a los senos.

–¿No nos llevará la policía? Le pregunté, pues he tenido malas experiencias con la ley. –Ahorita se empañan los cristales y ya nadie nos ve.

Miró hacia el frente y sin decir más abrió ligeramente la boca y levantó sus dos piernas y las apoyó sobre el tablero. Quedé sorprendido por su desfachatez pero también me excitó mucho. Su vestido, algo recatado para la fiesta, ahora estaba a la altura de los muslos. Definitivamente era una mujer ardiente. No perdí el tiempo y ahora le metí la mano en la entrepierna. Le hice a un lado el calzón y comencé a usar mis dedos para frotar su vulva mientras le besaba el cuello y de tanto en tanto le besaba en la boca. Ella gemía. Con su mano izquierda comenzó a tallarme la verga por arriba del pantalón.

Mis dedos se resbalaban por su vulva mojada, sus reacciones eran fáciles de leer para mí, me daba cuenta de qué movimientos de mi mano la hacían gozar más, como tenía las piernas arriba del tablero su entrepierna estaba a mi entera disposición. Me quemaban las ganas de penetrarla, aunque siempre me ha parecido muy incómodo coger dentro de un automóvil, pero sobre todo lo peor es que no traía condones. Después de un tiempo de estar dedeándola con dedicación conseguí que comenzara a venirse. Entré gemidos soltó un “¡SÍ!” Y yo traté de mordisquear al mismo tiempo su pezón pero no pude porque su orgasmo le sacudía el cuerpo.

Ella no bajó las piernas del tablero y yo a seguí con mi mano en su vulva, moviendo los dedos de arriba a abajo y de tanto en tanto dejaba entrar mis dedos índice y anular en su vagina. Comencé a llevarlo mas lejos en mi recorrido, ahora llegaba hasta su perineo. Su excitación volvió a crecer. La mía comenzaba a desquiciarme.

–No me dedeaban así desde la secundaria. Me dijo, y yo casi suelto una carcajada pero para evitarlo me prendí de la teta que ya le había quedado afuera del vestido. Era pequeña pero su pezón estaba muy duro. Lo mordí levemente y comencé a embarrar su propia lubricación en su ano. Ella gemía más y entonces ya no regresé los dedos a su vulva, ñ ya había suficiente lubricación en su esfínter anal, y sé que intercambiar entre este y la vagina puede causar infecciones, y también porque en mi cabeza calenturienta sólo estaba la idea de al menos penetrarla analmente con mis dedos. También yo sudaba. Los vidrios del auto ya estaban completamente empañados, afuera había dejado de llover.

 

La punta de mi dedo índice ya había entrado en su culito. Entonces ella se movió, sacó su calzón de una de sus piernas y giró ligeramente para dar su cara hacia la ventanilla, ahora, con las piernas ligeramente flexionadas trasero quedó más accesible para mí. En ese movimiento mi dedo se había salido y aproveché para escupirle y que tuviera aún más lub. Pensé en sacar mi ya insoportable erección y meterle al menos la punta pero era muy incómoda mi posición y, sobre todo, como ya dije, no tenía condones. Ella me había dicho antes en la fiesta: “Me encanta el sexo pero ahora soy responsable, no quiero tener otra hija ni estar angustiada por un posible contagio al no haberme cuidado…”. Cómo yo pienso igual sólo me acerqué más a ella para continuar metiendo mi índice en su ano que ya se dilataba; con el pulgar trataba de alcanzar su clítoris. Con la otra mano le apartaba el cabello para besar su nuca y su cuello. Mi dedo ya estaba casi completamente dentro de su culo mientras seguía tratando de alcanzar su clit con mi pulgar. Ella no dejaba de gemir y comenzó a mover sus caderas hacia mí. Ahora mi dedo estaba completamente dentro de ella, pero la posición era muy incómoda. En un momento mi dedo se salió por sus movimientos y antes de volver a penetrarla le di un beso baboso en la mejilla pues no alcancé sus labios. Le volví a meter el índice pero ahora ya sin tratar alcanzar su clítoris, completamente concentrado en su culo, yo también jadeaba de la excitación al sentir las paredes lisas de su ano mientras mi dedo entraba y salía haciendo sonar la palma de mi mano contra la mitad de sus nalgas. Ella se comenzó a masturbar. No tardó mucho en empezar a venirse casi gritando, comencé a sentir las contracciones orgásmicas de su esfínter al rededor de mi dedo. Besé con más furia su nuca y su cuello mientras se sacudía de placer. Al terminar sus estertores de goce poco a poco se fue relajando y entonces le saqué mi dedo, muy despacio, mientras trataba de besarla en la boca sin conseguirlo por lo incómodo de la posición. La palanca del freno de mano me estaba lastimando porque yo había quedado encima para poder estar más cerca de su cuerpo. Se acomodó el calzón, luego el vestido, y se sentó de forma normal en el asiento mientras yo regresé al lugar del conductor y discretamente me limpié el dedo en mi pantalón. Ella recobraba el aliento y me dijo muy seria: “Echa el asiento para atrás.” Lo hice, ya sabía lo que iba a ocurrir: vi cómo se recogía el cabello en una coleta en la parte de atrás de su cabeza. Apenas comencé a bajarme el cierre del pantalón se inclinó hacia mí y me apartó las manos de golpe. Me desabrochó el cinturón, el pantalón, y por fin liberó mi hinchado pene de su cautiverio, lo miró gustosa, después me miró a los ojos y me dijo con una mezcla de ternura, satisfacción y picardía:

–Nunca me habían dedeado el culo.

Antes de que yo pudiera decir algo se metió mi erección hasta la garganta. Abrí la boca en un gemido que se ahogó, no me esperaba eso. Su nariz contra mi vientre y la sensación de mi glande al fondo de su garganta. Como la tengo un poquito más grande que la media no todas las personas se la alcanzan a meter en la boca hasta el fondo, menos de un sólo golpe y a la primera (de hecho ella ha sido la única capaz de hacerlo hasta ahora). La forma en la que siento tener la punta de mi verga en la garganta de alguien me es muy placentero pero también perturbador: se siente como si las paredes del fondo de la garganta apretaran un poco la punta y los costados de mi glande, y eso me excita mucho pero también me tensiona, porque siento que no debo moverme, aunque quisiera, para no lastimarles o inducirles al vómito…

Así como se la había tragado de golpe se la sacó. Tomó un poco de aire mientras me la jalaba con una mano y luego comenzó a chupármela otra vez pero ahora moviendo la cabeza de arriba hacia abajo. De tanto en tanto se la volvía a meter hasta el fondo y se quedaba allí un momento, incluso empujaba un poco más aplastando su nariz contra mi vientre. Se la sacaba, me la volvía a jalar y me lamia el escroto. Yo estaba en el cielo. Desafortunadamente en ese tiempo yo consumía mucho porno y tardaba mucho en venirme… Ella me lo comenzó a exigir: ¡vente, vente! Me decía, y se la volvía a meter hasta la garganta.

De repente sonó su teléfono. Lo tomó con mi pene aún en su boca pero se lo tuvo que sacar para tomar la llamada, me siguió masturbando con la otra mano.

–Sí mamá, estamos aquí afuera… estábamos platicando, ya voy, sí, ya voy… Colgó. –Tengo que entrar, ya se despertó mi niña. Me dijo, y bajó a darme un último beso en el glande. –Quiero que al rato termines pensando en mí ¿ok? Me dijo coqueta y después con el dorso de la mano se limpió la saliva y el liquido preseminal que le habían quedado alrededor de los labios.

Nos dimos un beso aderezado por mis fluidos y salió del auto. La vi entrar a su casa y yo conduje de regreso sintiendo cómo iniciaba el dolor testicular que produce el no venirse luego de mucha excitación. Tenía que masturbarme lo más pronto posible pero no quería hacerlo en el auto. Lo hice cuando por fin estuve en la privacidad de una habitación, recordando las cosas que me había dicho, la sensación de mi dedo dentro de su ano mientras se venía, sus pezones duros, y lo casi indescriptible de estar hasta el fondo de su garganta. Eyaculé pensando en que me encantaría hacerlo alguna vez en su boca y en su carita adorable. Un deseo que, aunque no como yo esperaba, se me haría realidad más adelante, primero tendrían que pasar varias semanas porque al día siguiente yo volví a mi ciudad.

Continuará.

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