Cuando se abrió la puerta de la habitación de Antonio y aparecieron sus 3 amigos nos invadió una mezcla de vergüenza y excitación.

Ellos apenas podían decir ni una palabra, totalmente sorprendidos de ver a su amigo con dos jóvenes hembras completamente desnudas y acostadas a su lado.

Nos pusimos a reír y Antonio les dijo: “Chicos, lo que os habéis perdido. Ya no os volveré a molestar contando mis penas sobre la puta de mi exnovia”.  

Entonces el más alto de los 3, empezó a desnudarse y dijo en voz alta: “yo también quiero esa terapia”. No sé qué me pasaba esos días, pero me comportaba como una ramera en vez de la chica elegante que normalmente soy. Luego comprendí que en realidad soy una puta con pintas de fina y que cuando me excito soy capaz de las mayores guarradas que se me pasen por la cabeza. Entonces les dije a todos: “venga, ¡rabos fuera! Vamos a ver de qué son capaces estos sementales”. 

Candela y yo nos pusimos a ayudar a los otros amigos de Antonio, algo más tímidos, a quitarse su ropa. Les bajamos los pantalones y slips, apareciendo un par de rabos totalmente tiesos justo en frente de nuestras dos caras. No lo dudamos ni un segundo y tanto Candela como yo nos metimos en la boca una polla cada una. Empezamos a hacerles un par de mamadas de campeonato, mientras con una mano pajeábamos suavemente a los otros dos, ya que Antonio también se había puesto a la agradable tarea de recibir nuestros trabajos. 

Antonio y su amigo (Jordan) se pusieron detrás nuestro y nos ayudaron a ponernos a cuatro patas sobre el suelo de la habitación. Entonces se pusieron cada uno a lamernos nuestro culo y nuestros coños mientras nosotras seguíamos chupando las pollas de sus otros dos compañeros. Notaba mi vagina completamente mojada, llena de flujo, y cómo uno de ellos metía y sacaba sus dedos por entre mi chocho. Entonces Antonio metió su pene y comenzó a follarme por detrás, lo que excitó aún más al tío al que le estaba chupando la polla porque su rabo se puso aún más tieso y empezó a meter y sacar su rabo de mi boca  a más y más velocidad. Literalmente me estaba follando la boca, jadeando y diciéndome cosas sucias que me excitaban aún más si cabe. Poco tardó en acabarlo en mi boca, con una corrida tan grande que se salía de mis labios cayendo por entre mis tetas. Yo miré para atrás y le dije a Antonio: “Sigue y no pares, aún quiero más”. Antonio, me sonrió y sacando su polla de mi coño, me dijo: “Ahora te voy a dar lo que necesita una puta insaciable como tú”. Escupió sobre mi año, y acercó su enorme rabo a mi ojete. Yo estaba temerosa del daño que podría hacerme, puesto que nunca me habían follado el culo. Sí que me había introducido multitud de objetos e incluso mi novio varias veces sus dedos… ¡Pero una polla como aquella jamás se había adentrado en mi sucio y cachondo agujero!

No sé cómo lo hizo o en qué estado me encontraba yo, pero cuando me quise dar cuenta, su polla estaba entrando y saliendo de mi ojete proporcionándome un placer indescriptible. 

Candela me miraba con cara de sorpresa y al ver mis jadeos y expresión de placer le pidió a Jordan que le hiciera lo mismo. Este, rápidamente procedió a darle el solicitado placer anal. Se la metió por el culo mientras el otro chico se la follaba por debajo de ella, haciendo un sándwich de auténtica lujuria. Sus cuerpos se movían acompasados, y sus gritos de placer también. 

Yo empecé a correrme ya que  mientras Antonio seguía bombeando su polla en mi culo con una mano frotaba hábilmente mi clítoris. Aún pude darle algunos lametazos al pene del pobre amigo que se había corrido a las primeras de cambio y que me sobaba las tetas y chupaba los pezones con cara de enorme deseo. 

Antonio, movía sus caderas a mayor velocidad, hasta que sacó su polla de mi ano, liberándome del dolor que esta me producía. Gritando “!putas, aquí os va mi leche!” soltó su esperma por mi culo y espalda. Yo seguí frotando mi clítoris, teniendo como resultado otro orgasmo tan bueno como los anteriores.

Candela y sus dos mamporreros aguantaron aún varios envites hasta que los dos chicos se corrieron en la cara de mi amiga, que con cara de vicio les decía: ¡Dadme vuestra leche!

Mientras ellos inundaban su cara y tetas de lefa, yo procedí a meterle mis manos en su vagina, masajeando el clítoris y el ano hasta que tuvo un doble orgasmo vaginal y clitoriano.

Las dos caímos rendidas al suelo, mientras observamos cómo los chicos se vestían y daban palmadas vociferando: “Vaya par de putas que tenemos aquí al lado. A estas dos nos las vamos a follar todos los días”.

Nosotras nos miramos y riendo les dijimos: “A partir de ahora sois nuestros esclavos sexuales y nos debéis obediencia ciega”.