Memorias de un simple hombre (caliente)
Capítulo I
2 de Noviembre de 2014, Santiago de Chile
Siempre he pensado que la escritura es una de las acciones que permite a las personas ser libres, realmente libres. Es por esto que he decidido empezar a escribir sin importar si alguien llega a leerlo o no, ya que la única finalidad que persigo es ser libre, realmente libre.
¿Cómo debería empezar?, bueno en realidad la pregunta es ¿Cómo quiero empezar?, creo que lo más simple seria presentarme y esperar que desde este punto las líneas fluyan.
Me llamo Luciano, 24 años, nacido en la ciudad de Valparaíso. Hijo único de una familia de clase baja. Crecí en un ambiente bastante precario, rodeado del dolor que aqueja usualmente a los de este estrato social. Mi papá, Alberto, trabajaba como panadero y mi mamá, María, era empleada en una familia acomodada.
Mis padres siempre trataron de mantenerse ocupados (quizás para no poder pensar en la realidad, simplemente vivirla) y pasaban bastante tiempo fuera de casa. A pesar de esto siempre trataron de aprovechar al máximo los momentos en familia, sobre todo para inculcarme valores y enseñarme sobre las cosas importantes y que valían la pena en esta vida. Sin duda que todo lo que me enseñaron conjugo para hacer de mi lo que hoy soy, de hecho, es muy probable que gracias a ellos sea capaz de escribir esto.
Ya a medida que iba creciendo iba desarrollando una personalidad bastante introvertida, lo cual no me incomodaba. No me gustaba mucho ir a la escuela, pero mis padres jamás dejaron que faltase (como agradezco hoy en día eso).
En el año 2009, un día viernes, yo me había ido a carretear con unos compañeros de curso (último año de enseñanza media). Ya había conversado con mis padres lo que quería para mi futuro, haría mi servicio militar y de ahí trataría de hacer carrera en alguna de las ramas de las fuerzas armadas. Aquel día me despedí de mis padres y me fui a pasarlo bien. Al otro día, al llegar a la población, me percato de la presencia de bomberos y carabineros. Había tenido lugar un incendio que consumió más de 10 casas, incluida la mía (junto con mis padres).
El golpe me dejo bastante mal, todo lo que tenía en la vida (mis padres) ya no estaba. Me fui a vivir con una tía, hermana de mi mamá, para posteriormente hacer el servicio militar.
Como recluta estuve entre los años 2010 y 2012. Dentro aprendí a usar armas, odiar las ordenes y a los superiores (o a los que se creen superiores). También logre terminar mi cuarto medio (Por el incidente con el incendio no lo pude terminar).
De alguna manera se podría decir que me había reformado, aunque el alcohol y la marihuana no los dejaría jamás.
En el verano del 2013 salgo del servicio militar y decido no seguir en el ejército, la verdad no me llamo mucho la atención y lo más importante es que aún no le encontraba sentido a la vida, por lo que mucho menos tendría algún sentido trabajar de milico.
Me puse a trabajar con unos cabros que conocí en el regimiento. Trabajábamos de guardias en una disco en el centro de Viña del Mar, con eso me alcanzaba para arrendar una pieza pequeña y para sustentar algunos vicios.
Quizás a muchos les sorprenda pero yo, a los 23 años aún no había tenido experiencia sexual. La verdad es que antes de salir del regimiento no había tenido tiempo para pensar en ello. Recién cuando me puse a trabajar como guardia en la disco y veía como iban y venían las minas con sus faldas y jeans, empecé a darle vuelta al asunto. En mi época como guardia conocí a varias mujeres, aunque ninguna relación prospero, excepto una.
Jocelyne, de piel blanca, cabello castaño oscuro, más bien liso y 1,68 de altura, fue mi primera experiencia sexual. Ella trabajaba como promotora en la disco y desde que nos conocimos nos llevamos súper bien, aunque nunca se me paso por la mente tirar con ella.
Aquella noche Jocelyne lucía un vestido plateado y unos tacos del mismo color. Sus piernas se veían largas y firmes, quería tocarlas. El turno de ella terminaba a las 02:00 am y el mío a las 06:00 am por lo que hago una maniobra con uno de mis colegas que estaba libre esa noche para zafarme antes. Como a eso de las 00:30 me acerco a la barra y empiezo a conversarle.
– ¿Qué tal la noche? � le pregunto �
– J: Piola, media aburrida, pero ya me quedan pocas horas jajaja �
– L: ¿Y qué harás después?
– J: No sé, ¿Dónde me quieres invitar? (riéndose)
Corrían rumores de que ella era muy cachonda, aunque ninguno había tenido algo con ella (de los que trabajábamos allí) como para atestiguar eso. Quedamos para ir a una plaza cercana para ir a fumarnos unos pitos cuando saliéramos.
Ya en la plaza, nos habíamos fumado 3 porros de marihuana e íbamos por el cuarto y último de la noche. Estábamos sentados en una banca, no había nadie más. De repente Jocelyne me pregunta por qué es lo que me calienta, instintivamente, le devuelvo la pregunta sin responderle �¿y a ti que te calienta?, esa pregunta sería el estímulo que necesitaba Jocelyne para levantarse, subirse un poco la caída del vestido y sentarse en mi entrepierna. Yo no pensaba, solo atine a sujetarle el vestido para ver como esa tanga se frotaba contra mi bulto. Cada vez se ponía más duro mi pene, por lo que ella se agacha y me quita el pantalón, para empezar a degustar el miembro erecto que tenía. Jocelyne no era muy linda de cara, pero tenía un culito exquisito y una cintura de niña recién salida del colegio (tenía 22 años). Mientras ella tragaba mi pene de rodillas, yo estaba sentado acariciando sus pechos blanquitos y pequeñitos, dignos de una lolita. Esta nena me calentaba de sobremanera. Casi eyaculo, pero resistí. Le dije que quería penetrarla, me preguntó si tenía condones, a lo que respondo positivamente. Ella se sube a la banca apoyándose de rodilla en esta, yo, parado detrás de la fémina procedo a quitarle la tanga que llevaba de color negro, me pongo el condón y empiezo a introducir mi pene.
Sin duda que estaba en otra dimensión cuando logre introducir a todo mi amigo dentro de ella, la penetra una y otra vez, mientras con una mano le agarraba su cabello como si de una rienda se tratase, con la otra agarraba su cintura.
Mientras más apuraba el ritmo, más escuchaba sus gemidos, bien agudos, no dejaba de recordarme a una compañera que tuve, razón que me calentaba aún más. Lo malo de ir a un lugar tan maravilloso es que hay que volver. Yo estaba en una dimensión desconocida, pero al rato vuelvo y me doy cuenta que ya había eyaculado (siempre pensé que sería como en una porno). Menos de 10 minutos duro mi estancia en aquel paraíso, pero estuve por primera vez.
Jocelyne jamás comento con nadie del trabajo nuestra relación, y digo relación porque volvimos a tirar muchísimas veces más y debo reconocer que gracias a ella aprendí muchísimas cosas que pondría en práctica a futuro con diferentes mujeres. Así seguimos tirando con Jocelyne, mi lolita viñamarina, hasta que recibo un llamado de mi tío Jorge desde Santiago. Tendría que emprender un nuevo rumbo que me llevaría a vivir nuevas experiencias.
PD: por cierto, el rumor que corría era cierto, Jocelyne era extremadamente cachonda�
2 respuestas
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