Por

Anónimo

febrero 18, 2015

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LA CABRONA DEL BAR

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Me dedicaba a recorrer pueblos de la costa como representante de una casa comercial y distribuidora de todo tipo de licores y bebidas. Por el trabajo me tocaban extensas temporadas de varias semanas recorriendo pueblos de todo tipo; unos grandes y otros chicos. Era felizmente casado y con cinco hijos, pero también soy hombre y con grandes necesidades sexuales y siempre había algo para mi en cada pueblo, cuando no lo encontraba simplemente iba a putas y no tengo porque negarlo, pero solo en caso muy extremo. Aprendí a quererlas a todas las LA CABRONA DEL BAR

Me dedicaba a recorrer pueblos de la costa como representante de una casa comercial y distribuidora de todo tipo de licores y bebidas. Por el trabajo me tocaban extensas temporadas de varias semanas recorriendo pueblos de todo tipo; unos grandes y otros chicos. Era felizmente casado y con cinco hijos, pero también soy hombre y con grandes necesidades sexuales y siempre había algo para mi en cada pueblo, cuando no lo encontraba simplemente iba a putas y no tengo porque negarlo, pero solo en caso muy extremo. Aprendí a quererlas a todas las mujeres, negras, blancas, mulatas, asiáticas, chicas, altas, jóvenes y viejas, flacas y gordas, casadas, solteras, viudas y divorciadas; todas tenían algo que me gustaba, una jugosa vagina y un trasero. Con ese concepto nunca me ha faltado mujer haciendo mis viajes de trabajo más agradables, tenía un talento especial para detectar las mujeres que necesitaban sexo y siempre me las ingeniaba muy bien.

Con el pasar de los años no lo puedo negar, había adquirido un gusto especial por las mujeres mayores, feas y gordas, no sabría explicarlo de manera lógica, pero me hice el gusto por estas mujeres en total contra posición de mi propia señora, que es delgadita y muy bonita, pero sucumbía ante las amplias caderas, los traseros con celulitis y los senos grandes, pero también porque estas mujeres son muy necesitadas de sexo, que cuando lo encuentran son esplendorosas y no le tienen asco a nada y les gusta experimentar una serie de cosas que con otras mujeres de otras características no aceptaría de buenas a primeras.

Cada vez que podía me empeñaba con estas mujeres y siempre eran un tiro seguro; al principio algunas no te creen, ya que saben que son gordas y feas, pero cuando entienden que uno las disfruta y las desea son un cohete. Disfrutaba las inmersiones que hacia en estas mujeres, adoraba ponerlas boca a bajo en la cama y disfrutar de sus grandes traseros besándoselos y restregando mi miembro en ellos, para mi es lo máximo y muchas veces solía terminar con ellas de esa manera luego de haberlas hecho acabar. Tenía una linda colección de fotos muy bizarras de estas mujeres desnudas, que eran una verdadera obsesión para mí. Mientras más grande y fea la mujer, más me excitaba. Pero no le hacia asco a las otras, solo que las elegía en lo posible en mis recorridos.

Recuerdo una experiencia que tuve hace unos años a tras y es por la cual escribo este relato que fue increíble y lo recuerdo como si fuese ayer. Me toco pasar por un pueblo perdido muy lejos de la carretera en plena selva; el agente que tenia que hacerlo no podía y se me dio la indicación y tuve que ir. Llegue a eso de las 18:00 hrs, ubique como siempre una pensión barata cerca de la plaza; el calor era de locos con una humedad del 100 %. Di una vuelta y me di cuenta que era un pueblo muerto poco y nada pasaba, volví a la pensión y le pregunte al muchacho que atendía la recepción, adonde se podía ir para encontrar unas buenas cervezas heladas, al único lugar que hay es el bar de la cabrona. Buenas cervezas y si quiere mujeres de uso. Me dio las indicaciones y partí. No era lejos así que fui a pie. Era un sucucho viejo y destartalado, pero estaba lleno, en el medio un gran ventilador de aspas que más servía para espantar las moscas que para a minorar el calor.

Solo encontré una mesa en el rincón al lado del baño y me senté, la música estaba a todo dar y los parroquianos estaban muchos muy bebidos y se notaba que era un bar de putas. Se acerco una muchacha y pedí una cerveza y comida, solo había porotos, el calor era intenso. Llego mi plato y la cerveza, me sorprendió que lo porotos estaban muy ricos y la cerveza muy helada. Cuando termine se acerco la misma muchacha a retirar y me pregunto si quería algo más, entendí al instante lo que me ofrecía y le dije que podría ser, que había en el menú, espere un rato. Se allegaron a mi mesa cinco mujeres ofreciéndome sus servicios, pero ninguna me gusto como para tener que pagar, eran flacas, desabridas y no me gustaron las encontré un poco sucias. Cuando no elegí a ninguna se lo hice saber a la que me había ofrecido el menú y no quedo muy complacida.

Se a llego a la barra y me di cuenta que hablaba con una mujer mayor, luego esta mujer cruzo la barra y se vino directo a mi mesa. Era una mulata de pelo entre cano lacio de unos 65 años le calcule, muy carnuda, vestida con unos pantalones de tela muy fina color rojo con estampados, que apenas contenían las carnes de sus piernas y trasero y sus carnes se bamboleaban al caminar. Se le notaban los labio vaginales por el apriete de un pantalón tres tallas menos, usaba una blusa blanca por fuera del pantalón corta, que parecía que en cualquier momento reventaba y los senos le saldrían disparados. Calzaba una botas vaqueras con taco alto que sonaban al caminar; mientras cruzaba el salón en mi dirección los parroquianos la miraban morbosamente el trasero que bamboleaba al caminar y ella sabia que la miraban. Cuando llego a mi mesa sentí su perfume barato de pachuli que se mesclaba con su olor a mujer transpirada y con olor a fritura. Le mire el rostro de frente, era redondo y regordete, se notaba el desgaste de una vida licenciosa de grandes amanecidas y de orgias sexuales, de mujer sufrida pero de trabajo y que este bar era el resultado de esa vida, era sin duda alguna la cabrona, me puso los senos casi en mi cara. Estaba muy mal maquillada con tonos verdes esmeralda en los ojos y pintada de negro en cejas que no tenía, con polvos en la cara que la blanqueaban un poco el rostro, pero dado el calor se le escurría por la intensa transpiración.

Al instante supe que me la quería comer, era el prototipo de mujer que me gustaba y antes que se sentara pensaba en sus carnes y la experiencia que seria besarle su intimidad transpirada. Me dijo mirándome de frente, no le gusto ninguna, no le dije me gusto una, cual seria, usted para mi seria ideal, estoy retirada caballero, soy la dueña y la cabrona, las mujeres como usted son las que me gustan, eso esta fuera de todo orden es imposible y se retiro. Pague la cuenta y me fui.

Pero quede prendado por esa vieja gorda, ya me veía lamiendo sus carnes y que ella me chupara el miembro, esa noche me masturbe pensando en ella y su gran trasero. Al otro día a la misma hora fui de nuevo al bar de la cabrona, pedí lo mismo y espere, ya nadie me ofreció nada del �menú�, cuando vi que pasaba la cabrona la llame. Hoy vestía una falda arriba de la rodilla con las mismas botas vaqueras del otro día, que dejaban a la vista sus gruesas y celulíticas piernas un poco más blancas que su tez mate, marcándole aun más el gran trasero, usaba una polera azul sin sostén mostraban sin timidez sus grandes senos caídos y sus pezones salientes. Vino y me dijo al instante, si quiere lo mismo de a noche ya le dije que no, estoy jubilada y se fue. Al irse bamboleo aun más el trasero para que se lo viera.

La tercera noche ni siquiera se acerco a mi mesa, pero me miraba de reojo. La cuarta, la quinta y la sexta noche pasó lo mismo y yo no había dado con nada en este pueblo. La séptima noche que era la última para mí; había terminado mis quehaceres y debía partir, pero igual fui al bar de la cabrona, por último para despedirme. Hacia un calor increíble esa noche y transpiraba profusamente como nunca, el bar estaba lleno ya que era sábado. Las putas entraban y salían de las piezas con clientes por la puerta que supuestamente daba a las piezas. Cuando estaba por irme se acerco la cabrona y me dijo, supe que se va mañana, si le dije, quede con las ganas de comérmela, pero usted es un hombre de verdad o es otro de esos pajeros que no aguantan nada, yo cuando quiero exijo, es difícil hablar de uno pero tengo buen aguante y usted me calienta mucho, hasta me he masturbado pensando en sus carnes un par de noches; ese comentario parece que le hizo clic y me dijo, mire no lo conozco pero si se dice tan hombre y esta tan dispuesto y si esta para hacer lo que yo le diga estaría dispuesta; que le iba a decir, usted mande no más señora que no la defraudare. Mire, cierro como a las 4 de la mañana, vengase a eso de las 3:30 y vemos que hacemos, pero ya sabe tiene que responderme si no ni venga mejor. No se preocupe le dije, se acordara siempre.

Me fui a la pensión ya que tenia un par de horas, estaba muy excitado con lo que estaba por venir, al fin había dado el brazo a torcer la cabrona vieja, pero tenia que dar una buena performance, tenía una tremenda erección pensando en su trasero y sus tetas, decidí masturbarme para quitarme la presión. Fue fácil, solo me imagine su gran trasero, que lo besaba y lo hurgueteaba, termine muy rápido. Con eso me tranquilice. Me quedaban aun un par de horas así que decidí dormir un rato.

Alas tres y media entraba en el bar de la cabrona. Ella estaba como si nada en la barra, hacia un calor terrible con mucha humedad y el ambiente del bar era un asco , me acerque y la salude, siéntate me dijo secamente en una mesa, despacho a las muchachas cierro y estamos listos. Fui a la mesa, se acerco una muchacha con una cerveza y me dijo, se lo va a comer vivo usted no sabe en lo que se metió, espero que sea bien hombre con esta vieja puta y se fue. Quede un poco nervioso con el comentario, me imagine que era sádica y que le gustaba golpear, pero no creo pensé.

Al fin dio la orden del cierre, algunos parroquianos salieron casi a gatas a otros los tuvieron que arrastrarlos las mismas mujeres para que salieran. No me moví de mi mesa, de pronto las puertas se cerraron, las muchachas se fueron a dormir y la cabrona apago las luces del bar. Se acerco, estamos listos entonces a lo nuestro.

Me tomo de la mano y nos dirigimos a una puerta donde estaban los dormitorios. Un corredor alumbrado con una luz roja tenue y largo, con siete puertas a la izquierda. Entramos en la puerta cinco. A decir verdad era un cubículo, la cama ocupaba apenas el largo del cubículo y solo quedaban un par de metros para el velador, una silla y algo de espacio para moverse. Había un intenso olor rancio mezcla de vagina, trasero, pene y sexo de esa noche, mire a la izquierda y un gran basurero plástico lleno de papel higiénico usado estaba como si nada, había una sola ventana y estaba cerrada.

La cabrona me miro y me dijo ahora vamos a ver de que estas hecho, me dijo que me sacara la ropa, mientras ella hacia lo mismo. El calor dado la gran excitación que tenía lo sentía aun más intenso y transpiraba mucho, pagaría por una ducha helada; cuando quedamos desnudos nos miramos por un instante. La mulata vieja era todo aquello que imaginaba, su rostro estaba desencajado y me miraba con depravación, sus piernas un poco chuecas hacia adentro era de grandes muslos celulíticos, su abdomen no eran tan caído como pensaba, sus grandes senos caídos eran esplendidos con un pezón y una aureola muy negra con una piel con un tono amarillo esplendido. Su vagina era casi lampiña con unos bellos pocos en los labios vaginales, sus caderas eran amplias y sin tocarlas aun la imaginaba suaves. Me acaricio el pene y sentí su mano transpirada tocándome los testículos que también estaban muy transpirados, era una experta y me corrió una pequeña paja para darme vida. La abrase para sentir ese cuerpo, estaba jabonosa, le tome el trasero y lo acaricie, era una delicia, muy suelto y fofo, no resistí la tentación de acariciarle la vagina y como si nada le metí un dedo en al ano, me beso intensamente, sentí en su boca el gusto a tabaco, alcohol y quien sabe que más, su lengua entro y la succione con fuerza. Los dos hacíamos agua por el calor intenso y la excitación.

Ya me dijo ahora te quiero ver, me empujo suavemente para que me retirara, se sentó en la cama usando como respaldo la pared; se abrió de piernas se metió un dedo en la vagina y se acaricio los labios vaginales y luego lo chupo, ven me dijo esta muy rica. Ese gesto me excito aun más, me acerque a ella y fui a su boca para besarla, ella me metió el dedo que se había metido en la vagina en la boca, sentí su sabor antes de chuparla. Le puse mi miembro erecto cerca de su boca y le dije dale una chupada, lo hizo maravillosamente por un rato. Luego me tomo la cabeza con las dos manos y con fuerza me la bajo y me dijo, quiero que me chupes hasta que te diga que pares y baje su intimidad total, cuando quede de frente con su vagina quede impresionado, producto del calor y la transpiración, estaba muy húmeda diría que mojada, emanaba un olor rancio, sus labios vaginales eran gruesos y los pocos pelos que tenía le daban un aspecto extraño a su vulva, era una vagina enorme, nunca había visto algo tan grande, parecía que me iba a comer vivo.

No me importo el olor que salía de ella y su tamaño, chupe y succione como nunca esa vagina vieja y usada, por un instante al comenzar casi me dio asco el olor y lo jabonosa que estaba, pero seguí, se me fue olvidando, no tenia gusto. Le chupe los labios vaginales un buen rato, le pasaba la lengua de arriba abajo cada cierto momento, le ubique el clítoris y lo saque hacia afuera. Nunca había visto un clítoris tan grande en una mujer, era un pene chico. Primero quede como impresionado, luego reaccione y lo metí en mi boca y lo succione como un loco, con una mano le apretaba una teta, ella en ese instante comenzó a gozar, sigue me dijo y seguí chupando ese clítoris, en la locura del momento, le metí un dedo en el ano y ella enloqueció. Entonces succionaba el clítoris, con la mano izquierda le apretaba una teta y con los dedos medios de la mano derecha se los metía en el culo. Estuve en eso por lo menos unos treinta minutos, no se iba nunca la cabrona. Su vagina casi hacia espuma, salían unos olores intensos que no sabia que existían de su vagina y de su ano. En un momento saque los dedos del ano y salió olor trasero y los volví a meter con fuerza, cuando ya estaba que no daba más de cansado, sentí que sus gemidos se hacían más intensos, comenzó a gritar como una loca desesperada, me costaba retener el clítoris en mi boca y los dedos en el ano cuando se movía, sus piernas me golpeaban la espalda, aguante y aguante quería que acabara bien la cabrona, hasta que por fin acabo, su grito de placer final fue intenso, brutal y con largos espasmos, me tomo con las manos la cabeza y en la locura del momento restregó mi cara en su vagina de arriba abajo, hasta que de a poco se fue tranquilizando.

Jadeaba mucho y luego me aparto. Me senté a su lado en la cama y tome una toalla para limpiarme la boca de sus humores y sus sabores, el olor a trasero era intenso siempre lo recordare. Pero yo no había acabado, tenía que sacarme el gusto, comencé a masturbarme para eyacular y terminar rápido, cuando ella se dio cuenta me paro y me grito no sigas desgraciado; fue sensacional lo que me hiciste, hace tiempo que no gozaba de esa manera y tus dedos en mi culo fue la mezcla perfecta. Dime que hago para que acabes entonces, veo que aun estas muy dispuesto y te lo concedo. Ven entonces le dije, quiero besarte el ano, se dio vuelta al instante, ella apoyada en sus rodillas dejando el trasero expuesto, era sensacional lo que veía, le pase el pene de arriba abajo por ese culo celulítico y caído, sentí la imperiosa necesidad de metérselo en al ano, la vagina era tan grande que prefería por ahí.

Mientras le acariciaba sus carnes y le besaba el ano, le dije quiero metértelo en el culo, dudo un poco, bueno pero con cuidado. La mande a que se abriera el trasero con las dos manos para que el ano quedara más expuesto y fuera más fácil ya que sus carnes me quitaban la visión, metí primero un dedo y luego dos para dilatarlo, luego se lo bese de nuevo, le pase la lengua estaba un asco pero no me importo y para lubricarlo aun más lo escupí; luego con cuidado puse el glande hasta la mitad en su hoyo, cuando sentí que estaba bien encajado y tomado empuje fuerte y de una sin miramientos, me sorprendió que entrara tan fácil y entero, los mismos líquidos de su vagina y la transpiración habían ayudado. Cuando llegue al final del ano grito de dolor muy fuerte y luego se contuvo, no dije nada y me quede quieto, estaba todo adentro y era una sensación muy rica.

Era tan apretado adentro de su ano, que sentía la presión en el miembro, cuando la cabrona se tranquilizo, sin querer pulse el pene adentro un par de veces, ella movió el trasero mientras le acariciaba sus caderas y gimió de placer, apoye mi cabeza en su espalda, era una delicia estar en su ano, parecíamos perros; pase las manos por debajo, sentí su abdomen que colgaba y comencé a acariciarle la vagina, ella al mismo tiempo contrajo su ano y apretó el miembro y yo lo pulsaba cuando ella terminaba, ubique su clítoris mientras acariciaba sus labios vaginales y lo apreté con los dedos, sin ponernos de acuerdo, ella me apretaba con sus músculos de esfínter y yo pulsaba, mientras le acariciaba el clítoris, comenzamos a jadear intensamente al mismo tiempo, ella gemía de locura, empecé a asentir en cada apretón que su ano me daba una sensación única, en un espiral único de placer mutuo en constante aumento sin la necesidad de martillar. Hasta que no aguante más y eyacule en ese maravilloso ano. Salió una increíble cantidad de semen como nunca había sentido, fue tanto que escurrió por el ano trasvasijándose todo, me ensucio los pendejos y los testículos. Quede inmóvil ella no daba más y yo estaba muerto, paso un buen momento hasta que mi pene se retrajo y salí de ella. Mi miembro estaba hecho un asco.

La cabrona me dijo que solo me había prestado el culo, considerando el placer que le había dado y que pocas veces lo había prestaba. No me cobro nada como creía que lo haría. Cuando salí del bar amanecía y el sol medio de frente. Nunca más volví a ese pueblo. Eso si, le tome unas fotos con el celular que ella me permitió tomarle; cada ves que me acuerdo de la cabrona veo las fotos de su trasero y sus tetas y la mayoría de las veces me masturbo mirando sus fotos, pensando en la noche de locura que pasamos.

mujeres, negras, blancas, mulatas, asiáticas, chicas, altas, jóvenes y viejas, flacas y gordas, casadas, solteras, viudas y divorciadas; todas tenían algo que me gustaba, una jugosa vagina y un trasero. Con ese concepto nunca me ha faltado mujer haciendo mis viajes de trabajo más agradables, tenía un talento especial para detectar las mujeres que necesitaban sexo y siempre me las ingeniaba muy bien.

Con el pasar de los años no lo puedo negar, había adquirido un gusto especial por las mujeres mayores, feas y gordas, no sabría explicarlo de manera lógica, pero me hice el gusto por estas mujeres en total contra posición de mi propia señora, que es delgadita y muy bonita, pero sucumbía ante las amplias caderas, los traseros con celulitis y los senos grandes, pero también porque estas mujeres son muy necesitadas de sexo, que cuando lo encuentran son esplendorosas y no le tienen asco a nada y les gusta experimentar una serie de cosas que con otras mujeres de otras características no aceptaría de buenas a primeras.

Cada vez que podía me empeñaba con estas mujeres y siempre eran un tiro seguro; al principio algunas no te creen, ya que saben que son gordas y feas, pero cuando entienden que uno las disfruta y las desea son un cohete. Disfrutaba las inmersiones que hacia en estas mujeres, adoraba ponerlas boca a bajo en la cama y disfrutar de sus grandes traseros besándoselos y restregando mi miembro en ellos, para mi es lo máximo y muchas veces solía terminar con ellas de esa manera luego de haberlas hecho acabar. Tenía una linda colección de fotos muy bizarras de estas mujeres desnudas, que eran una verdadera obsesión para mí. Mientras más grande y fea la mujer, más me excitaba. Pero no le hacia asco a las otras, solo que las elegía en lo posible en mis recorridos.

Recuerdo una experiencia que tuve hace unos años a tras y es por la cual escribo este relato que fue increíble y lo recuerdo como si fuese ayer. Me toco pasar por un pueblo perdido muy lejos de la carretera en plena selva; el agente que tenia que hacerlo no podía y se me dio la indicación y tuve que ir. Llegue a eso de las 18:00 hrs, ubique como siempre una pensión barata cerca de la plaza; el calor era de locos con una humedad del 100 %. Di una vuelta y me di cuenta que era un pueblo muerto poco y nada pasaba, volví a la pensión y le pregunte al muchacho que atendía la recepción, adonde se podía ir para encontrar unas buenas cervezas heladas, al único lugar que hay es el bar de la cabrona. Buenas cervezas y si quiere mujeres de uso. Me dio las indicaciones y partí. No era lejos así que fui a pie. Era un sucucho viejo y destartalado, pero estaba lleno, en el medio un gran ventilador de aspas que más servía para espantar las moscas que para a minorar el calor.

Solo encontré una mesa en el rincón al lado del baño y me senté, la música estaba a todo dar y los parroquianos estaban muchos muy bebidos y se notaba que era un bar de putas. Se acerco una muchacha y pedí una cerveza y comida, solo había porotos, el calor era intenso. Llego mi plato y la cerveza, me sorprendió que lo porotos estaban muy ricos y la cerveza muy helada. Cuando termine se acerco la misma muchacha a retirar y me pregunto si quería algo más, entendí al instante lo que me ofrecía y le dije que podría ser, que había en el menú, espere un rato. Se allegaron a mi mesa cinco mujeres ofreciéndome sus servicios, pero ninguna me gusto como para tener que pagar, eran flacas, desabridas y no me gustaron las encontré un poco sucias. Cuando no elegí a ninguna se lo hice saber a la que me había ofrecido el menú y no quedo muy complacida.

Se a llego a la barra y me di cuenta que hablaba con una mujer mayor, luego esta mujer cruzo la barra y se vino directo a mi mesa. Era una mulata de pelo entre cano lacio de unos 65 años le calcule, muy carnuda, vestida con unos pantalones de tela muy fina color rojo con estampados, que apenas contenían las carnes de sus piernas y trasero y sus carnes se bamboleaban al caminar. Se le notaban los labio vaginales por el apriete de un pantalón tres tallas menos, usaba una blusa blanca por fuera del pantalón corta, que parecía que en cualquier momento reventaba y los senos le saldrían disparados. Calzaba una botas vaqueras con taco alto que sonaban al caminar; mientras cruzaba el salón en mi dirección los parroquianos la miraban morbosamente el trasero que bamboleaba al caminar y ella sabia que la miraban. Cuando llego a mi mesa sentí su perfume barato de pachuli que se mesclaba con su olor a mujer transpirada y con olor a fritura. Le mire el rostro de frente, era redondo y regordete, se notaba el desgaste de una vida licenciosa de grandes amanecidas y de orgias sexuales, de mujer sufrida pero de trabajo y que este bar era el resultado de esa vida, era sin duda alguna la cabrona, me puso los senos casi en mi cara. Estaba muy mal maquillada con tonos verdes esmeralda en los ojos y pintada de negro en cejas que no tenía, con polvos en la cara que la blanqueaban un poco el rostro, pero dado el calor se le escurría por la intensa transpiración.

Al instante supe que me la quería comer, era el prototipo de mujer que me gustaba y antes que se sentara pensaba en sus carnes y la experiencia que seria besarle su intimidad transpirada. Me dijo mirándome de frente, no le gusto ninguna, no le dije me gusto una, cual seria, usted para mi seria ideal, estoy retirada caballero, soy la dueña y la cabrona, las mujeres como usted son las que me gustan, eso esta fuera de todo orden es imposible y se retiro. Pague la cuenta y me fui.

Pero quede prendado por esa vieja gorda, ya me veía lamiendo sus carnes y que ella me chupara el miembro, esa noche me masturbe pensando en ella y su gran trasero. Al otro día a la misma hora fui de nuevo al bar de la cabrona, pedí lo mismo y espere, ya nadie me ofreció nada del �menú�, cuando vi que pasaba la cabrona la llame. Hoy vestía una falda arriba de la rodilla con las mismas botas vaqueras del otro día, que dejaban a la vista sus gruesas y celulíticas piernas un poco más blancas que su tez mate, marcándole aun más el gran trasero, usaba una polera azul sin sostén mostraban sin timidez sus grandes senos caídos y sus pezones salientes. Vino y me dijo al instante, si quiere lo mismo de a noche ya le dije que no, estoy jubilada y se fue. Al irse bamboleo aun más el trasero para que se lo viera.

La tercera noche ni siquiera se acerco a mi mesa, pero me miraba de reojo. La cuarta, la quinta y la sexta noche pasó lo mismo y yo no había dado con nada en este pueblo. La séptima noche que era la última para mí; había terminado mis quehaceres y debía partir, pero igual fui al bar de la cabrona, por último para despedirme. Hacia un calor increíble esa noche y transpiraba profusamente como nunca, el bar estaba lleno ya que era sábado. Las putas entraban y salían de las piezas con clientes por la puerta que supuestamente daba a las piezas. Cuando estaba por irme se acerco la cabrona y me dijo, supe que se va mañana, si le dije, quede con las ganas de comérmela, pero usted es un hombre de verdad o es otro de esos pajeros que no aguantan nada, yo cuando quiero exijo, es difícil hablar de uno pero tengo buen aguante y usted me calienta mucho, hasta me he masturbado pensando en sus carnes un par de noches; ese comentario parece que le hizo clic y me dijo, mire no lo conozco pero si se dice tan hombre y esta tan dispuesto y si esta para hacer lo que yo le diga estaría dispuesta; que le iba a decir, usted mande no más señora que no la defraudare. Mire, cierro como a las 4 de la mañana, vengase a eso de las 3:30 y vemos que hacemos, pero ya sabe tiene que responderme si no ni venga mejor. No se preocupe le dije, se acordara siempre.

Me fui a la pensión ya que tenia un par de horas, estaba muy excitado con lo que estaba por venir, al fin había dado el brazo a torcer la cabrona vieja, pero tenia que dar una buena peroformance, tenía una tremenda erección pensando en su trasero y sus tetas, decidí masturbarme para quitarme la presión. Fue fácil, solo me imagine su gran trasero, que lo besaba y lo hurgueteaba, termine muy rápido. Con eso me tranquilice. Me quedaban aun un par de horas así que decidí dormir un rato.

Alas tres y media entraba en el bar de la cabrona. Ella estaba como si nada en la barra, hacia un calor terrible con mucha humedad y el ambiente del bar era un asco , me acerque y la salude, siéntate me dijo secamente en una mesa, despacho a las muchachas cierro y estamos listos. Fui a la mesa, se acerco una muchacha con una cerveza y me dijo, se lo va a comer vivo usted no sabe en lo que se metió, espero que sea bien hombre con esta vieja puta y se fue. Quede un poco nervioso con el comentario, me imagine que era sádica y que le gustaba golpear, pero no creo pensé.

Al fin dio la orden del cierre, algunos parroquianos salieron casi a gatas a otros los tuvieron que arrastrarlos las mismas mujeres para que salieran. No me moví de mi mesa, de pronto las puertas se cerraron, las muchachas se fueron a dormir y la cabrona apago las luces del bar. Se acerco, estamos listos entonces a lo nuestro.

Me tomo de la mano y nos dirigimos a una puerta donde estaban los dormitorios. Un corredor alumbrado con una luz roja tenue y largo, con siete puertas a la izquierda. Entramos en la puerta cinco. A decir verdad era un cubículo, la cama ocupaba apenas el largo del cubículo y solo quedaban un par de metros para el velador, una silla y algo de espacio para moverse. Había un intenso olor rancio mezcla de vagina, trasero, pene y sexo de esa noche, mire a la izquierda y un gran basurero plástico lleno de papel higiénico usado estaba como si nada, había una sola ventana y estaba cerrada.

La cabrona me miro y me dijo ahora vamos a ver de que estas hecho, me dijo que me sacara la ropa, mientras ella hacia lo mismo. El calor dado la gran excitación que tenía lo sentía aun más intenso y transpiraba mucho, pagaría por una ducha helada; cuando quedamos desnudos nos miramos por un instante. La mulata vieja era todo aquello que imaginaba, su rostro estaba desencajado y me miraba con depravación, sus piernas un poco chuecas hacia adentro era de grandes muslos celulíticos, su abdomen no eran tan caído como pensaba, sus grandes senos caídos eran esplendidos con un pezón y una aureola muy negra con una piel con un tono amarillo esplendido. Su vagina era casi lampiña con unos bellos pocos en los labios vaginales, sus caderas eran amplias y sin tocarlas aun la imaginaba suaves. Me acaricio el pene y sentí su mano transpirada tocándome los testículos que también estaban muy transpirados, era una experta y me corrió una pequeña paja para darme vida. La abrase para sentir ese cuerpo, estaba jabonosa, le tome el trasero y lo acaricie, era una delicia, muy suelto y fofo, no resistí la tentación de acariciarle la vagina y como si nada le metí un dedo en al ano, me beso intensamente, sentí en su boca el gusto a tabaco, alcohol y quien sabe que más, su lengua entro y la succione con fuerza. Los dos hacíamos agua por el calor intenso y la excitación.

Ya me dijo ahora te quiero ver, me empujo suavemente para que me retirara, se sentó en la cama usando como respaldo la pared; se abrió de piernas se metió un dedo en la vagina y se acaricio los labios vaginales y luego lo chupo, ven me dijo esta muy rica. Ese gesto me excito aun más, me acerque a ella y fui a su boca para besarla, ella me metió el dedo que se había metido en la vagina en la boca, sentí su sabor antes de chuparla. Le puse mi miembro erecto cerca de su boca y le dije dale una chupada, lo hizo maravillosamente por un rato. Luego me tomo la cabeza con las dos manos y con fuerza me la bajo y me dijo, quiero que me chupes hasta que te diga que pares y baje su intimidad total, cuando quede de frente con su vagina quede impresionado, producto del calor y la transpiración, estaba muy húmeda diría que mojada, emanaba un olor rancio, sus labios vaginales eran gruesos y los pocos pelos que tenía le daban un aspecto extraño a su vulva, era una vagina enorme, nunca había visto algo tan grande, parecía que me iba a comer vivo.

No me importo el olor que salía de ella y su tamaño, chupe y succione como nunca esa vagina vieja y usada, por un instante al comenzar casi me dio asco el olor y lo jabonosa que estaba, pero seguí, se me fue olvidando, no tenia gusto. Le chupe los labios vaginales un buen rato, le pasaba la lengua de arriba abajo cada cierto momento, le ubique el clítoris y lo saque hacia afuera. Nunca había visto un clítoris tan grande en una mujer, era un pene chico. Primero quede como impresionado, luego reaccione y lo metí en mi boca y lo succione como un loco, con una mano le apretaba una teta, ella en ese instante comenzó a gozar, sigue me dijo y seguí chupando ese clítoris, en la locura del momento, le metí un dedo en el ano y ella enloqueció. Entonces succionaba el clítoris, con la mano izquierda le apretaba una teta y con los dedos medios de la mano derecha se los metía en el culo. Estuve en eso por lo menos unos treinta minutos, no se iba nunca la cabrona. Su vagina casi hacia espuma, salían unos olores intensos que no sabia que existían de su vagina y de su ano. En un momento saque los dedos del ano y salió olor trasero y los volví a meter con fuerza, cuando ya estaba que no daba más de cansado, sentí que sus gemidos se hacían más intensos, comenzó a gritar como una loca desesperada, me costaba retener el clítoris en mi boca y los dedos en el ano cuando se movía, sus piernas me golpeaban la espalda, aguante y aguante quería que acabara bien la cabrona, hasta que por fin acabo, su grito de placer final fue intenso, brutal y con largos espasmos, me tomo con las manos la cabeza y en la locura del momento restregó mi cara en su vagina de arriba abajo, hasta que de a poco se fue tranquilizando.

Jadeaba mucho y luego me aparto. Me senté a su lado en la cama y tome una toalla para limpiarme la boca de sus humores y sus sabores, el olor a trasero era intenso siempre lo recordare. Pero yo no había acabado, tenía que sacarme el gusto, comencé a masturbarme para eyacular y terminar rápido, cuando ella se dio cuenta me paro y me grito no sigas desgraciado; fue sensacional lo que me hiciste, hace tiempo que no gozaba de esa manera y tus dedos en mi culo fue la mezcla perfecta. Dime que hago para que acabes entonces, veo que aun estas muy dispuesto y te lo concedo. Ven entonces le dije, quiero besarte el ano, se dio vuelta al instante, ella apoyada en sus rodillas dejando el trasero expuesto, era sensacional lo que veía, le pase el pene de arriba abajo por ese culo celulítico y caído, sentí la imperiosa necesidad de metérselo en al ano, la vagina era tan grande que prefería por ahí.

Mientras le acariciaba sus carnes y le besaba el ano, le dije quiero metértelo en el culo, dudo un poco, bueno pero con cuidado. La mande a que se abriera el trasero con las dos manos para que el ano quedara más expuesto y fuera más fácil ya que sus carnes me quitaban la visión, metí primero un dedo y luego dos para dilatarlo, luego se lo bese de nuevo, le pase la lengua estaba un asco pero no me importo y para lubricarlo aun más lo escupí; luego con cuidado puse el glande hasta la mitad en su hoyo, cuando sentí que estaba bien encajado y tomado empuje fuerte y de una sin miramientos, me sorprendió que entrara tan fácil y entero, los mismos líquidos de su vagina y la transpiración habían ayudado. Cuando llegue al final del ano grito de dolor muy fuerte y luego se contuvo, no dije nada y me quede quieto, estaba todo adentro y era una sensación muy rica.

Era tan apretado adentro de su ano, que sentía la presión en el miembro, cuando la cabrona se tranquilizo, sin querer pulse el pene adentro un par de veces, ella movió el trasero mientras le acariciaba sus caderas y gimió de placer, apoye mi cabeza en su espalda, era una delicia estar en su ano, parecíamos perros; pase las manos por debajo, sentí su abdomen que colgaba y comencé a acariciarle la vagina, ella al mismo tiempo contrajo su ano y apretó el miembro y yo lo pulsaba cuando ella terminaba, ubique su clítoris mientras acariciaba sus labios vaginales y lo apreté con los dedos, sin ponernos de acuerdo, ella me apretaba con sus músculos de esfínter y yo pulsaba, mientras le acariciaba el clítoris, comenzamos a jadear intensamente al mismo tiempo, ella gemía de locura, empecé a asentir en cada apretón que su ano me daba una sensación única, en un espiral único de placer mutuo en constante aumento sin la necesidad de martillar. Hasta que no aguante más y eyacule en ese maravilloso ano. Salió una increíble cantidad de semen como nunca había sentido, fue tanto que escurrió por el ano trasvasijándose todo, me ensucio los pendejos y los testículos. Quede inmóvil ella no daba más y yo estaba muerto, paso un buen momento hasta que mi pene se retrajo y salí de ella. Mi miembro estaba hecho un asco.

La cabrona me dijo que solo me había prestado el culo, considerando el placer que le había dado y que pocas veces lo había prestaba. No me cobro nada como creía que lo haría. Cuando salí del bar amanecía y el sol medio de frente. Nunca más volví a ese pueblo. Eso si, le tome unas fotos con el celular que ella me permitió tomarle; cada ves que me acuerdo de la cabrona veo las fotos de su trasero y sus tetas y la mayoría de las veces me masturbo mirando sus fotos, pensando en la noche de locura que pasamos.


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2 respuestas

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