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Anónimo

octubre 9, 2016

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EL BANCO DEL AMOR

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EL BANCO DEL AMOR
Siempre buscando una forma en la que darle mejor el gusto a Carmen y, de camino disfrutar más yo, llegue a una solución.  Siempre estaba buscando cual sería la mejor forma de mamarle el conejo a una mujer y, para mi gusto, la encontré.  Si ella se pone en cuclillas, te muestra su cofre totalmente abierto, o sea que ya no hay que abrirlo y puedes pasarle la lengua a tu gusto, pero de esto te diré más tarde.  Bien, una mujer en cuclillas (como si estuviera haciendo pis en la calle) se cansa, pero si tuviera un apoyo sería distinto y entonces, con una chapa de 5mm de espesor, una caladora eléctrica y algunas cosillas más, construí el banco del amor.  Si lo miras desde arriba tiene forma de “U” y tiene cuatro patas cortas que se quitan y ponen, para guardarlo. 
Pones una alfombra en el suelo y en un extremo sitúas el banco.  Se le pide a la mujer que se siente en él con las piernas separadas, una a cada lado de la U y, al ser tan bajo, ella se queda en la misma posición que si estuviera encuclillada pero cómodamente sentada, de tal manera que la parte trasera de sus nalgas y un poco de sus muslos quedan sobre el banco y en el interior de la “U” queda el agujero de su culo y todo lo demás.    Ahora vengo yo y me acuesto en la alfombra con la cabeza debajo del banco y desde abajo y por el hueco de la “U” veo el espectáculo a muy pocos centímetros de mi nariz y.., después  digo como sigue.
Puedo decir:
 -Carmen, esta noche quiero chuparte el chocho en el banco.
Ella, excitada con la idea, contesta.
-Vale, que rico.
Así puede empezar todo, ja, ja. 
 
Carmen tiene muchas prendas de lencería cara y fina.  No creo que se puedan usar en la vida diaria.  Son alucinantes de bonitas y provocativas. 
 Carmen se pone una prenda blanca transparente, atada por debajo de sus pechos y le cae el resto, cubriéndole el sexo y la raja del culo de la vista directa pero sí ves todo por la transparencia.  Debajo de esa prenda no lleva nada, está desnuda.  Se sienta en el banco frente a la tele, viendo porno o mirando una revista que le gusta más y yo por allí, como si nada.  En esa posición esta también totalmente abierta.  Hablamos mientras yo no puedo dejar de mirar aquella gran abertura con los labios tan estirados que se le desaparecen y aquella boca parece que quiere comerme; aquello es obsceno y esta tan abierto que el ancho de la palma de mi mano no tapa totalmente su zanja.  Aparto la vista para no dejarme llevar y romper el hechizo del juego dejando de respetar las reglas.   
Cuando vuelvo a mirarla en aquella posición nada vulnerable ya que así no puede ser tomada, todo lo contrario a si estuviese a cuatro patas, la veo mostrando con descaro todo su sexo, mostrando aquel hachazo que sí es totalmente vulnerable a una boca, me enloquezco y entonces me entran ganas de postrarme ante ese coño que me hace arrastrar de deseo y,  para aliviarme, me situó detrás suyo, de rodillas y desde atrás se saco las tetas de su escondite y le unto los pezones con una crema que su olor me excita y se los voy acariciando hasta que sobresalen y parecen que van a reventar y así sigo amasándole las tetas y endureciéndoles sus pezones hasta que deseo chupárselos pero me decido por su boca y allí le meto y saco rápido mi lengua, simulando el coito, simulando el mete y saca que a todas las mujeres les gusta hasta que la dejo que siga mirando la revista y así hacer bajar un poco la calentura que ya no para de subirnos.
Cuando me pongo por delante para darme el gusto de mirar ya veo como de su coño sale un hilo brillante que casi llega al suelo.  Con mi dedo lo cojo y no lo dejo caer.  Se lo unto en sus labios para que no se pierda y lo que consigo es que le salga un chorro que me hace recordar que en este juego hay que poner una toalla debajo de su coño.  Le dejo el sexo y me dedico con mi boca a besar la suya, siempre metiéndole y sacándole la lengua en un intento de imitar el deseo que tengo más abajo, en medio de las piernas.
Hay que alejarse de Carmen para que se le baje la calentura un poco y luego regreso.  Ella sigue allí en esa posición de mujer ordinaria, de mujer calentona que así, enseñando todo, parece que está pidiendo que le entre cualquier polla, la del que sea, está pidiendo macho, solo quiere un gajo que le calme ese ardor doloroso.  No quiere amor, quiere que le quiten esa comezón que le quema el conejo.  Al notar eso me arrastro, me acuesto en la alfombra y me quedo boca arriba, bajo su coño abierto, mirándolo cerquita de mi boca.  Me pongo una almohada o cojín bajo la cabeza y mi boca abierta queda pegada a la ventosa que es el conejo de mi mujer y, sorpresa, no arde, esta tan mojado que esta frío hasta que mi lengua juega con su clítoris.   Ahora voy bajando la lengua recorriendo el agujero del coño por ambos lados y con los labios chupo una de sus ninfas, la más bonita, pero al soltarla vuelve a su sitio.  Carmen gime y un chorro de su zumo me cae en la cara y corre hasta mis orejas mojando el pelo; ya en estos momentos Carmen esta en el séptimo cielo. Sigo mamándole el conejo y entre lamida y lamida tengo que secarme la cara con la toalla.  La verdad es que en esos momentos tengo que levantarme pues se me va a mojar todo el pelo.  
Carmen sigue viendo la revista porno.  Yo me levanto y me pongo por delante y mientras la beso me dan ganas de bajarla del banco y montarla, estoy explotando de calentura, pero me relajo besándola apasionadamente.  Con una mano no dejo de acariciarle ese boquete que en esa posición es su conejo.  Cuando Carmen está de pie y tiene el conejo afeitado, le ves una gran raja cerrada y abultada, bulto que aumenta hasta casi el doble cuando esta excitada y en la mitad de la raja le sale una ninfa desafiante, se le sale un labio grande como una aleta que se dobla hacia la derecha abrazando al labio mayor.  Si con tus dedos coges ese labio obsceno y tiras de él, se te queda el chocho abierto y listo para ser lamido a tu antojo.  Ese labio es un reclamo, es una llamada constante que su conejo hace, incitando al macho a montar.  En las playas nudistas, los hombres se quedan mirando fijos, sin cortarse un pelo. 
Como decía, sigo besando la boca de Carmen y palmeándole suavemente el sexo para poder abarcarlo.  Pongo en el suelo una copa de cristal con forma de cono invertido, le destapo la gorra del clítoris y con un dedo se lo froto muy deprisa hasta parar de repente.  Vuelvo a frotarlo rápido, metiéndole la lengua en la boca y vuelvo a parar de repente.  Carmen se sale de placer y vierte un chorro de líquido en la copa.  Ahora ya es más fácil, le frotas el clítoris y le sale un chorro y si no sacudes el clítoris, gotea.  Cuando ya tengo casi dos dedos de líquido lubricante, los vierto en la punta de un consolador descomunal, si lo comparo con mi polla.  Tiene también forma de polla muy erecta.   Carmen chorrea al ver otra vez ese falo y poquito a poquito, con mi lengua dentro de su boca, le voy metiendo la polla de mentira hasta el tronco y  Carmen quiere desmayarse por lo que suelto la polla y se va saliendo despacio hasta casi llegar al suelo, pero yo no puedo permitir que Carmen deje de sentir esa gran presión dentro de su canal del gusto; le hace mucha presión, en la base es mucho más gorda que mi pinga y también más grande.  Con un dedo vuelvo a empujar suave el consolador dentro del conejo de  Carmen hasta el fondo y lo dejo escurrirse despacio; ella ya no puede leer desde hace rato, tiene los ojos cerrados y ha apoyado en el banco sus manos para no caerse. Su cabeza inclinada hacia mí para que yo pueda meterle la lengua en la boca cuando yo quiera.
Hago una pausa y te aclaro algo: este juego, preparativo para el posterior acoplamiento de nuestros sexos, se puede prolongar durante más de media hora y voy dándole pequeños y dolorosos descansos a la mujer, intentando subirla al máximo para luego suavizarle la excitación con besos suaves y amorosos que la van relajando.  En la posición de la mujer sentada en el banco, su boca queda a la altura del pene de un hombre de pie.  Yo, en mis idas y venidas alrededor del cuerpo de ella, ciertas caricias me hacen empalmar la polla, por ejemplo al estar acostado y mamándole el coño, ella me acaricia las tetas y la polla va subiendo hasta quedar tiesa.  Pues cuando cambio de postura me pongo de pie y meto la verga en boca de  Carmen y la meneo dentro, ella la agarra con su mano y retira la piel hasta el tronco, oliendo el glande con locura. Si yo tengo mis debilidades, ella también, como todo el mundo, supongo.  A ella la enloquecen los olores míos, los de las otras personas y los de ella misma.  La polla la huele y dice que si me la mama, se le va el olor y casi quiere metérsela por la nariz.  Sigue con la herramienta en una la mano y con la otra vuelve al nudo a por mas piel y la pone en el tronco, pareciendo mi pinga a la de un perro y después solo me hace la paja en el tronco volviéndome frenético y cuando nota humedad en mi punta, me suelta y coge la revista.  No se pueden romper las reglas.  Una corrida prematura de cualquier de los dos rompería el encanto del juego por momentos y no es eso lo que queremos.  Estas caricias se repiten durante el juego. 
Vuelvo a introducir el enorme consolador con forma de falo en aquella vulva que parece que quiere tragarse todo y ya entonces lo agarro y la follo deprisa.  Se le dilata el borrego de tal manera que entra y sale como si nada y cuando le miro la cara veo que es necesario dejarle descansar el chocho y para eso aprovecho que lo tiene metido hasta el fondo y de ahí se lo saco de una sola vez, muy rápido, para deleitarme viendo aquella gran abertura redonda que se le queda abierta como si todavía tuviera el consolador dentro.  Así se le queda un rato, latiendo, abriéndose y cerrándose para apretar aquella polla que se le fue (que puta es), soltando hilillos de flujo y  Carmen me mira con cara de niña que quiere llorar y gime de dolor pues le quite ese caramelo que tanto gusto le estaba dando, pero se resigna ante el juego. 
Ya es hora de levantarse del banco y pasar a otra cosa que… ya contare.
Fin del relato, pero no de lo que vino después.

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2 respuestas

  1. nindery

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