junio 9, 2011

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Descubriendo el sexo (capitulos 7 a 9)

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CAPITULO 7:

Esa noche dormí muy tranquilo, me levante pronto. Preparé las cosas para el campamento y me despedí de María.

– Adiós María, me voy.

– ¿Cuándo vuelves?

– Mañana por la tarde.

– Vale, que te lo pases bien.

Fui a casa de Pedro, donde habíamos quedado todos. Uno a uno fuimos llegando, aunque como siempre salimos algo tarde por culpa de Mandy. Subimos a la guagua y pasamos el camino cantando canciones y contando chistes. A mitad de camino nos pusimos a elegir quién dormiría con quién. Las tiendas eran de 2 y no nos poníamos de acuerdo.

– Yo quiero dormir con Omar.

– Yo con Mandy.

– Yo también quiero con Mandy.

– Yo con Gabriel.

– Yo o con Gabriel o con Omar.

– Yo también quiero con Omar o Mandy.

Finalmente las parejas quedaron así: Mandy con Omar, Gabriel con Pedro y yo con Carlos. Jesús al final no quiso venir. Ese día nos lo pasamos muy bien. Hicimos senderismo, pescamos en el lago, nos dimos un chapuzón� Pero lo mejor llegó por la noche.

Carlos y yo dormíamos juntos, uno al lado del otro. La noche era calurosa y dormimos en calzoncillos. Yo estaba a punto de dormirse cuando noto su mano sobre mi barriga. Abrí los ojos, mire hacia un lado y ahí estaba él. Tenía los ojos abiertos y miraba hacia arriba. No le di más importancias y cerré los ojos. Pero entonces su mano empezó a bajar hasta que la colocó sobre mi paquete. No sabía que hacer, como reaccionar.

Cuándo le daba vueltas pensando que hacer se lanzó sobre mí y me beso. Yo le besé a él. Bajó hasta mis pies, me bajó el calzoncillo y pasó. Tuvimos sexo oral durante diez minutos.

– ¿Por qué lo has hecho? �pregunté-.

– Me apetecía, ¿a ti no?

– Sí, pero�

– No te esperabas esto de mí, ¿verdad?

– Pues�

– Todo el mundo dice lo mismo, a ver, ¿cuántas veces hemos estado tú y yo a solas?

– Pues� creo que ninguna.

– Eso es, no pasáis tiempo conmigo, solo me llamáis cuando estamos todos, y yo tengo vida fuera de la pandilla.

– No sabía que tú�

– Déjalo, vamos a dormir.

– Vale

La noche fue perfecta, pero una noticia de madrugada nos la fastidió. Omar nos levantó a todos apurado. Al parecer, acababa de enterarse de que a su padre le había dado un infarto. Por suerte luego supimos que no era grave y que él estaba bien. Pero tuvimos que cancelar todas nuestras actividades y volvernos a casa.

CAPITULO 8:

Llegamos a las 9 y media. Omar fue directo al hospital y el resto a nuestras casas. Pero yo no me esperaba lo que me encontré en la mía. A esa hora María debería haber llegado.

Entre en silencio y subí sin hacer ruido a la primera planta. Pero un sonido extraño llegaba de la habitación de mis padres. Pero no podía ser él, pues se encontraba de viaje. Cuanto más me acercaba más distinguía los sonidos. Eran gemidos. De un hombre y de una mujer. Me acerqué a la puerta. Los gemidos eran intensos. Me asomé y ahí estaba ella, María.

Estaba completamente desnuda. Sus voluptuosos senos se movían arriba y abajo junto a ella. Estaba sobre un chico negro, delgado y alto. Se encontraba tumbado, también desnudo. María cabalgaba sobre él. Desde donde yo estaba no se veía gran cosa. No sabía como reaccionar, pero seguramente lo hice de la peor posible.

– María �dije-.

Se quedó quieta unos segundos y luego me miró mientras se intentaba tapar con una sábana.

– ¿Quién es este? �dijo gritando su acompañante-.

– Cállate Sergio �le dijo en bajo-. Señorito, discúlpeme, no volverá a ocurrir.

– ¿Éste es tu jefe? ¡Vaya!

– ¡Quieres callarte!

– Tranquila María, os dejo que terminéis y luego hablamos �le dije-.

Me fui a mi habitación y les deje solos. A los cinco minutos apareció vestida con su uniforme. A su lado Sergio.

– Señorito, me gustaría pedirle disculpas por lo que ha pasado.

– Lo siento, fui yo quien la convenció, ella no quería.

– Sergio, te he dicho que me dejes hablar a mí �le recriminó ella-.

– María, por favor, me gustaría hablar con tu amigo a solas.

– De acuerdo señorito.

Me quedé a solas con Sergio. Se sentó a mi lado.

– ¿Es tan malo esto?

– No, en absoluto.

– Entonces que problema hay.

– Yo no he dicho que haya ningún problema.

– ¿Entonces para que me quieres?

– ¿Qué relación tienes con María?

– Somos buenos amigos.

– ¿La aprecias?

– Por supuesto

En ese momento se me subió el ego e hice algo que semanas antes no hubiera podido ni imaginar.

– Desnúdate.

– ¿Qué dices?

– Que te desnudes.

– ¿Para que?

– Quiero verte, ¿tu quieres que María siga trabajando aquí?

– Sí, pero�

– ¿Sabes cuánto gana?

– Sí, me lo ha dicho.

– Entonces sabes de que te estoy hablando.

– Sí.

Entonces se levanto, se quitó la camisa, los zapatos, el pantalón, y por último, el calzoncillo. Es verdad eso que dicen de los negros, o por lo menos de éste. 12 cm en reposo.

– ¿Satisfecho? �me preguntó-.

– Un poco, sólo un poco.

– ¿Qué más quieres?

– Desnúdame.

– ¿Para qué?

– Quiero que nos la chupemos.

– Esta bien, pero no me pides nada más.

– De acuerdo.

– Y le subes el sueldo a María.

– Trato hecho. Ahora desnúdame.

Se acercó a mí. Me cogió la camisa, la levantó y me la quitó. Yo me encargué de los zapatos, y él, de bajarme el pantalón. Me puso de pie y me quitó el calzoncillo. Entonces él se arrodillo y me la empezó a chupar. Cuando me corrí sobre él se tumbó sobre la cama y me dijo que hiciera lo que tuviera que hacer. Me acerqué a su polla, totalmente erecta, más grande que cualquier otra que hubiera visto. 25 cm. Me introduje lo que pude en mi boca y se la empecé a chupar. Tardó bastante en correrse, unos 10 minutos. Minutos que disfrute de forma interminable.

– No le digas nada a María.

– Igualmente te lo digo.

Se marchó y se despidió de María. Luego me fui un rato al ordenador.

CAPITULO 9:

Llegadas las 3 de la tarde recibí una visita inesperada. Era Carlos, quién estaba con dos chicos de nuestra edad a los que no había visto antes.

– ¡Hola Aaron! Mira, estos son Kevin y Elliot �me dijo Carlos-.

– ¡Hola! �dijeron al unísono-.

– ¡Hola! �conteste yo-. ¿Qué queréis?

– ¿Te vienes a la playa con nosotros?

– Vale, esperad que me cambie.

Los dos amigos de Carlos estaban muy buenos. Tenían buen cuerpo, una cara bonita, y además parecían agradables. Me preparé y cogimos un taxi.

– Así que esta es la gente con la que sales cuando no estás con nosotros �le dije-.

– Sí, bueno y con Samuel pero no pudo venir.

– ¡Ahhh! Que pena. ¿Y soléis ir mucho a la playa?

– Casi todos los domingos.

Llegamos a la playa. Yo propuse quedarnos por ahí, cerca del mar, de la carretera y de un chiringuito. Pero ellos insistieron en ir a una zona tras una gran duna de arena. Aparentemente era un lugar normal, pero cuando la pasemos vi la playa llena de gente desnuda.

– ¿Dónde estamos?

– En una playa nudista �me respondió Kevin-.

– ¿Nunca has estado en una? �me preguntó Elliot-.

– Pues� no.

– Da igual, te acostumbras enseguida �me dijo Carlos-.

Cogieron puesto y se quitaron la ropa. Yo hice lo mismo. Kevin y Elliot tenían unos penes similares de 6cm. Viéndoles a ellos y a toda la gente de mi alrededor desnuda era normal que se me pusiera en estado erecto. Me aconsejaron que mejor me metiera en el agua, y así hice. Ellos me acompañaron.

Una vez dentro del agua nos separamos. Kevin y Elliot se metieron en lo hondo y Carlos se quedó conmigo en la orilla. Disimuladamente me llevó la mano a mi pene y lo empezó a pajear.

– ¿Qué haces? Que tus amigos pueden venir en cualquier momento �le dije-.

– ¿Y qué?

– Que nos pueden pillar.

– ¿Y qué?

– ¿Saben que eres…?

– Sí. Es más ellos lo son. En más, son pareja.

Les miré y les vi besándose y abrazándose. Mientras, Carlos se hundió en el agua, agarró mi polla y me la empezó a chupar. Tenía que salir cada 10 segundos a coger aire, pero mereció la pene. Luego invertimos el proceso.

Al terminar, esperamos un poco a que nos bajara la erección y salimos del agua. Estuvimos media hora tomando el sol y hablando sobre la vida de Carlos fuera de la pandilla.

Cuando volví a casa me esperaba un mensaje en el contestador de teléfono: �Aarón. Soy yo, papá. Me han ascendido y concedido una semana de vacaciones. Mañana por la tarde llegó a casa. Besos.� Yo no podía estar más contento, hacía dos semanas y media que no le veía.


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3 respuestas

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