
Por
Anónimo
De niña a viciosa - La iniciación
Esta historia empezó hace tres años ya, yo trabajaba en una oficina como tantas, estaba felizmente casado y mi vida no estaba mal. Un día llegó Evelyn una chica joven, de rostro agradable, recién salía de la universidad. La verdad no llamaba mucho la atención, era una chica dulzona y callada.
No pasó mucho hasta que hubo las típicas reuniones de socialización por fiestas navideñas. Mi esposa nunca fue muy complicada con que me quedará a beber, así que como de costumbre acepté quedarme. Todos estábamos de lo más amenos, entre conversación y conversación coincidí con Evelyn.
Estaba un poco tomada y yo otro tanto, la conversación se volvió agradable y charlamos el resto de la tarde y noche. Cada vez tratábamos temas más íntimos.
Era hora de salir se había hecho ya tarde, tomamos el ascensor, no sé que pasó por mi mente pero la tomé entre mis brazos y la besé apasionadamente. Para mi sorpresa, ella respondió con igual frenesí. Llegamos al subsuelo, no había nadie y seguimos besándonos, yo intente propasarme, ahí ella me detuvo, pero continuamos con los besos. Salimos de la oficina y la fui a dejar en su casa, a mi pesar. Nos despedimos con otro largo beso. Yo estaba un poco confundido pero muy excitado, así que llegué a mi casa y le hice el amor a mi esposa de una manera salvaje.
Al regresar de fiestas no sabía que decir, simplemente nos saludamos con un beso. Le dije que teníamos que hablar, ella me citó en el almuerzo.
– Sabes estoy confundido con lo de la fiesta – le dije – no te voy a mentir me gustas, pero soy un hombre casado y la verdad no voy a dejara a mi esposa ni te voy a ofrecer nada.
– Ya había pensado en eso – me dijo – y la verdad me gustó estar contigo. Y bueno que se le puede hacer.
Terminamos de almorzar y regresamos a la oficina. Continuamos el día normalmente. Al salir nos topamos nuevamente en el ascensor, me pidió si la podía llevar a a su casa, no le vi problema.
Camino a su casa conversamos de trivialidades, llegamos a su casa y nuevamente nos volvimos a besar, entre susurros me dijo que si yo no tenía problema ella no los tendría, la condición era que ella no sabía nada de estar con alguien así que yo tendría que ser su guía. Yo obviamente acepté.
Los días fueron transcurriendo entre escapadas a besarnos y toqueteos subidos de tono. Hasta un buen día que me se plantó y me dijo:
– Soy virgen, pero no quiero perder la virginidad en un carro. Busca una solución pronto a eso y te quiero toda la noche para mí.
Estaba en una encrucijada, pero como el diablo colabora con sus acólitos mi esposa tuvo que salir de viaje un fin de semana, era la ocasión perfecta.
Esa noche la llevé a un hotel, estaba todo arreglado, lo más delicado posible. Al entrar la tomé en mis brazos, ella me detuvo y se llevó su cartera al baño, salió en un momento. Estaba hermosa, si bien es cierto era muy delgadita, había tenido cuidado en comprar un conjunto que le quedaba muy sexy, entendí que lo había pensado muy bien. Nuevamente la tomé entre mis brazos la cargué y la llevé a la cama, la empecé a besar delicadamente primero sus labios, luego su cuello. Bajé a sus delicados pesones, eran muy suaves, rosados y deliciosos. Con mi mano baje hasta su concha, estaba muy húmeda y se la había rasurado para la ocasión. Seguí bajando con mis labios, hasta llegar a sus muslos, los besé con suavidad. Retire su pequeña tanga y al fin pude ver lo que había estado esperando, su linda rajita la bese delicadamente, ella quiso resistirse pero eso no duro mucho, empecé a saborear esa dulce fruta, tenía un aroma delicado y delicioso. Al principio fui muy sutil más luego no pude evitar devorarla con furia mientras ella gemía. Había llegado el momento.
Me levante y me desnude, mi verga estaba a más no poder, la tome delicadamente, la puse boca arriba, no quería perderme ese instante. Abrí sus piernas y me dispuse a tomar lo que era mío. Se sentía tan estrecha, ella puso un lindo gesto de dolor y placer que no lo olvido. Me detuve antes de embestirla, y me acerque a su oído. Esta es tu primera lección le dije. Y ahí empece a disfrutarla, primero suavemente, luego con furia. La verdad no me importaba si lo disfrutaba ella, ya abría otro momento para eso. Solo llegué a un orgasmo grandioso. La llené y ella se retorcía del gusto.
El resto de la noche fue igual de bueno, ella estaba muy dispuesta a aprender. A mi resultó un poco doloroso cuando estaba empezando a chupármela, no tenía práctica pero poco a poco mejoró hasta tener una técnica aceptable.
Me la volvió a poner dura, hice que sentará sobre mi verga, por instinto empezó a cabalgarme. Fue un espectáculo fenomenal. Empezó a retorcerse, yo sabía lo que se venía así que la tome con fuerza y la empece a penetrar con más fuerza, ella gritó como una desesperada, se había transformado, era otra. Yo no había terminado aún, ella se dio la vuelta, su mirada era otra, sin mediar palabra me puso sus tetas en la cara y empezó una montada brutal, ahora era a ella a la que no le interesaba mis deseos.
Me exprimió, textualmente sacó hasta la última gota de semen con su concha. Nos besamos apasionadamente, ella me dijo: Me gustan estas lecciones, no puedo esperar para la segunda.
Dormimos plácidamente, ella encaramada en mis brazos, yo soñando con la siguiente clase….
2 respuestas
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