Por

Anónimo

noviembre 7, 2014

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camarera sexi

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Paco y Miguel estaban sentados en una terraza de un café cuando el verano ya daba sus últimos coletazos y dejaba paso al frío otoño; hay que decir que Miguel era parapléjico y se movía gracias a su silla de ruedas desde que hace ocho años cayera de un andamio en el que trabajaba como limpiacristales. La camarera vino a atenderles( una chica joven de unos veintipico de años, morena, ojos azules, de un metro setenta, con grandes pechos y un hermoso cuerpo).

-Buenos días señores, ¿que quíeren tomar?.

-Pongamé un café con leche- dijo Paco-.

-A mi lo mismo-dijo Miguel-.

-Muy bien, enseguida se los traigo.

La camarera se alejó contoneando sus hermosass caderas y Miguel le dijo a Paco:

-¡Cómo está la niña, ha conseguido tremparme, y eso no me ocurre desde hace mucho tiempo.

-Que cabrito eres, si podría ser tu hija.

-Anda ya, no soy tan viejo, cumplí los treintaiocho el mes pasado.

-Olvidaté de ella, parece buena chica, de esas «intocables».

-Jajaja, para mi no hay nada intocable amigo.

-Calla, que viene…

La camarera vino con la comanda y sirvió los cafés con leche, además puso unos crusanitos regalo de la casa.

Tal y como estaba vestida con su blusa blanca y su minifalda negra, Miguel no pudo contenerse y se le fue la mano tocándole el culo, la muchacha le miró y le pego tal hostia que casi lo vuelca; en ese momento Miguel eyaculó y le dijo:

-¿Que pasa, ¿no te ha gustado?.

-Pues no, no soy ninguna puta.

-Perdona a mi amigo, es un cerdo.

-¡No soy un cerdo, soy un necesitado!

-Debes de pasarlo mal, ¿cuanto hace que no follas?.

-Unos dos años.

-Entonces no me extraña que me hayas metido mano, pobrecito.

Para asombro de Paco, la muchacha cogió la mano de Miguel y la introdujo bajo su escasa falda hasta su sexo, acto seguido le dijo: -Siguemé si puedes.

Lo llevo hasta un callejón dónde no pasaba nadie, no habían ni gatos y allí se quitó la blusa y acto seguido el sujetador color azul mostrando a Miguel sus enormes pechos, se los acercó y Miguel le dijo:

-Espera, un morreillo antes para romper el hielo, ¿no?.

-Tienes razón.

Ambos se morrearon con fuerza , luego si le apróximo sus pechos, Miguel los chupó con avidez.

La lamió entera y luego le exigió el coño, la chica se quitó las blancas bragas y se arremangó la falda mostrando su conejito depilado a Miguel, puso una pierna sobre el brazo derecho de la silla y le acercó el sexo a Miguel que comió durante un buen rato gustosamente; luego la chica le dijo:

-Ahora es hora de comerte yo algo.

Le desabrochó el pantalón extrayendo su miembro y preguntándole al ver que tenía la polla pegajosa si habia eyaculado:

-¿Cómo es que tu polla está pegajosa, ¿has eyaculado hace poco?.

-Sí, me ha ocurrido antes al darme tu el tortazo, fue un placer extremo y extraño.

-¿Te va el sado o que?.

-No mucho, debio ser el contacto de tu sensual piel con la mía.

La chica le pajeó el miembro viendo la cara de gustazo que ponía Miguel, Luego la introdujo en su boca donde la chupó con mucha dulzura.

-¡Oh nena!, que bien lo haces, creo que voy a eyacular de nuevo.

-No, todavía no, quiero que me des por culo y por chocho.

Miguel extrajo su cartera, en ella tenía un preservativo y se lo entregó a la camarera diciéndole que se lo pusiese, ella lo cogió y lo tiró al suelo.

-¿Pero que haces?,¿Te has vuelto loca?.

-No quiero que usemos condón, si me preñas mala suerte.

-Tu misma.

La polla de Miguel fue introducida en el culo de la joven dónde pasó un buen rato dando botes y gritos de placer(suerte que era un callejón desierto), luego pasó al coño donde los gritos aumentaron(el placer era terrible). A Miguel ya le venía y así se lo comunicó a la chica:

-Tía que me viene.

La chica se apartó y metió la polla en su boca tragándose la corrida.

Se arregló y volvieron a la terraza donde Paco hablaba con un tipo.

Por el camino, Miguel le preguntó:

-Por cierto, ¿cual es tu nombre?.

-Eso no importa, llamame folladora.

El tipo que hablaba con Paco se trataba del dueño del establecimiento y jefe de la chica que le preguntó:

-¿Dónde estabas Lucía?, tenemos la terraza de bote en bote.

-Lo siento, me llamó mi madre y tuve que ir a casa un momento, descuentámelo del sueldo si lo crees oportuno.

-No, tranquila, aunque, llevas la blusa desabrochada.

Paco y Miguel se miraron y sonrieron.


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2 respuestas

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