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Buscando casa
Andaba buscando casa para vivir, ya era momento de comprar y dejarme de tirar plata en arriendos. Buscando en internet encontré muchas opciones, hice una lista corta y empecé a llamar.
De las cinco casas que había elegido, dos ya estaban vendidas (mala suerte la mia, una de ellas era la que mas me gustaba), y de las tres restantes, dos estaban con la misma corredora de propiedades. Me pareció buena idea empezar por esas y llamé. «Hola?, soy Armando y llamo por dos casas que tienes en venta», «Ah … si … me podrías dar los códigos de la página?». Ya escuchar su voz me dió idea que del otro lado del teléfono había una mujer por lo menos ardiente. Seguimos la conversación y acordamos vernos en la primera de las casas dos horas mas tarde, como a las 5.
Llegué diez minutos antes a la entrada del condominio y al anunciarme me avisaron que aun no llegaba, así que me quedé en el auto esperando. 5 minutos despues llegó un auto del que se bajó una mujer en sus treintas, para nada exhuberante, pero muy bien vestida, de cabello corto, flaca, con anteojos de sol y una falda ajustada. El guardia le señaló mi auto, y desde el portón me hizo señas de que la siguiera. Encendí el auto y la seguí por dentro del condominio hasta la casa en la que se detuvo.
Me bajé y ella vino a mi encuentro, muy desenvuelta y oliendo endemoniadamente bien. «Hola, imagino que eres Armando … mucho gusto, soy Lucía», y me acercó la mejilla para saludar. Su perfume me despertó algo, algo dificil de explicar, pero que se concentró en mi zona inguinal. Nos saludamos y me empezó a mostrar la casa. Juro que poco pude retener de los detalles, pero la seguía embobado por todas las habitaciones y ambientes de la casa, sin dejar de mirarle el culo envuelto en esa falda roja ajustada y ocasionalmente el escote, que revelaba unas tetitas firmes y redondas, atrapadas por una camisa blanca apenas transparente.
Estando en la cocina me empezó a preguntar cosas … y ahí se dio cuenta que mi atención estaba algo debil. Sonriendo me preguntó si todo estaba bien, llevandose una mano al escote como para eliminar la fuente de distracción. Me sonrojé y me hice el tonto, desviando mi vista hacia la ventana, intentando retomar el hilo de una conversación en la que nunca había estado enfocado. Al volver a mirarla me di cuenta que había bajado su vista hacia mi entrepierna, descubriendo el bulto de la evidente erección que había empezado a tener. También pude ver una sonrisa velada en sus labios y su vista volver a enfocarse en mis ojos, con algo de picardía. Habrán sido 4 o 5 segundos de silencio …. hasta que me preguntó que era lo que mas me había excitado. Debo confesar que lo directo de la pregunta me dejó sin respuesta, pero pensé un milisegundo y le dije: «tu culo Lucía». «Sos un tipo de culos?» preguntó … dejando en evidencia su origen argentino, o rioplatense. «Me caliento facil, y vengo de una mala temporada», le dije, como para tantear la situación. «Y te gustaría ver mas?», preguntó … lo que debo admitir me disparó la adernalina a 10000.
Evidentemente no me negué, y tomandome de la mano me llevó hacia el baño principal, unico lugar de la casa en el que podríamos tener algo de privacidad, ya que ninguna ventana tenía cortinas. Ya en el baño me sentó el en borde de la bañera y se empezó a bajar la falda, dandome las espaldas. Lo primero que vi fue una tanga negra que se metía entre las nalgas, que evidentemente la falda contenía muy eficientemente, ya que se revelaron redondas y macizas … además de extraordinariamente blancas. La falda cayó al suelo, junto con la tanga y Lucía abrió las piernas haciendose hacia adelante, mostrando una concha perfectamente depilada, con unos labios diminutos, muy delicados y un ano glorioso. Empecé a acariciar su entrepierna, desde las rodillas hacia arriba, sintiendo la piel suave, intentando ser muy delicado, sobre todo al llegar arriba, casi rozando su conchita. Con un dedo empecé a masajear su ano, y aparentemente no le molestó, ya que sentí una especie de temblor entre sus piernas al hacerlo. Con la otra mano mientras tanto acariciaba su concha, haciendo leve presión hacia arriba. Me arrodillé frente a su culo y con la lengua empecé a lamerle el ano y la parte entre los labios de su concha. Ya se sentía humeda y salada, con la lengua empecé a buscar su clitoris, pero la posición no ayudaba, así que me tendí boca arriba en el suelo y tomandola de la cintura la senté casi sobre mi cara, para tener control absoluto de la situación. Ahora si podía alcanzar esa especie de capuchón escondido entre los labios de su concha, del que emergió un clitoris absolutamente hinchado, al que lamí por los costados con la mayor delicadeza y devoción. Sus jugos empezaron a brotar cada vez mas espesos y de a poco empecé a escuchar sus gemidos cortos y acompasados. Mientras yo me dedicaba a lo mio, sentí una de sus manos abriendo mi pantalón y dejando libre mi verga que a esa altura ya estaba mas que lista para la acción. Me sorprendió lo suave de su mano, ya como empezó a rocorrerla desde la punta hasta los testiculos, con la palma abierta. Despues las agarró con toda la mano y empezó a hacerme una paja suavecito, bien lento, mientras yo seguía chupandole la concha cada vez mas salvajemente. Ya nuestros gemidos iban en aumento, tanto de volumen como de ritmo y en un momento, Lucía se puso de pie, y mirandome con esa mirada picara que tenía, se dio vuelta, se sentó encima mio, ofreciendome de nuevo su maravillos culo y se metió mi verga en su boca, mientras la seguía manejando con su mano.Me chupó la verga como una verdadera profesional, el nivel de succión era a veces insoportable y el movimiento acompasado de su mano me hizo estar a punto de reventar en muy poco tiempo. «Espera … espera … aguantame un poco, si sigues así te voy a llenar la boca de leche!», y bajó el ritmo, mientras yo volvía a chuparle la concha, ya metiendole un dedo en ese tubo jugoso que se había convertido su vagina. Estoy seguro que acabó dos veces por lo menos mientras estabamos en eso, y en un momento se volvio a poner de pie, se dio vuelta hacia mi, se sacó la camisa y el sostén, dejando al descubierto dos tetas hermosas, con pezón diminuto, pero enteramente hinchado y rosado. Ya completamente desnuda, me sacó el pantalón y con mucha delicadeza se sentó sobre mi verga, metiendosela hasta el fondo. La sensación de calor y humedad de su concha casi me juegan una mala pasada, pero logré aguantar y concentrarme en no hacer un papelón. Empezó a cabalgarme, primero despacio, frotandose contra mi pubis, y despues mas violentamente, mientras yo le amasaba las tetas y le chupaba los pezones. Así estuvimos hasta que yo, ya a punto de acabar le dije que parara, pero ella tomó mas ritmo y me dijo: «llename de leche papito, dejame toda mojada y llena de leche», mientas empezaba a maullar un gemido en el que nos fundimos los dos. Mientras le acababa en esa concha deliciosa, sentí como las paredes de la vagina se contraian y expandian, en una especie de agarrón brutal. Nunca lo había sentido, y me hizo largar mas leche aun dentro de ese cuerpo maravilloso.
Quedamos abrazados tirados en el suelo largo rato. Y de pronto Lucía se empezó a mover con mi verga semierecta aun adentro hasta lograr ponerla dura de nuevo. Cuando estuvo bien dura se detuvo y me preguntó: «me harías el culito Armando?», con cara de inocente, suplicando. Obviamente no me negué, y aprovechando que tenía la verga totalmente lubricada con sus jugos y mi leche, la puse en 4, me arrodillé atrás de ella y apoyé suavemente mi glande sobre su ano. Usando el pulgar para hacer presión empujé mi verga hacia adentro lentamente. Era un culo bien apretado, el exceso de lubricación lo hizo mas facil, pero no fui violento … lo fui metiendo despacito y a medida que escuchaba su gemidos, mas me excitaba. Una vez que estuvo todo adentro, empecé a moverme lentamente. Evidentemente le gustaba ya que sus gemidos fueron aumentando y además se frotaba el clítoris con una de sus manos mientras jugaba con mis huevos con la otra. Empecé con ritmo mas sostenido, y a pesar del polvo que nos habiamos echado recién, lo apretado de ese culito y el meneo de caderas de Lucía me hicieron imposible aguantar mucho tiempo … y le acabé adentro en medio de sus gemidos de gata acabando junto conmigo.
Nos duchamos, aunque no hubiesen toallas, para sacarnos todo el sexo de encima y al final terminamos conversando de los detalles de la casa. Si compré o no una casa es materia de otro cuento … nos vemos!
2 respuestas
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