Amor en el conventillo
Amor en el conventillo
Junio de 1915, Argentina se encontraba en puro crecimiento económico, el mundo estaba dividido en países industrializados y los periféricos, exportadores de materias primas como fue el caso de nuestro país.
Era fundamental para mejorar la producción mano de obra con hábitos de trabajo y fue así que se invitó a muchos europeos a poblar el suelo argentino. Vinieron inmigrantes en su mayoría italianos y españoles, se hospedaron en conventillos, casas grandes en la que cada familia alquilaba una habitación y compartían el baño y la cocina.
Del sur de Italia había venido Gianluca para trabajar en el puerto. Él se encargaba de descargar la mercadería que trasportaba el ferrocarril hasta el puerto y de ahí la llevaba a los barcos que tenían como destino Inglaterra.
Gianluca había venido de Nápoles en 1913, con 32 años, era un hombre alto, rubio, con un físico ideal por su trabajo diario, lamentablemente no había traído a su mujer y a sus dos hijos, porque sentía que debía estar un tiempo trabajando duro para después poder disfrutar con ella de todo el esfuerzo realizado.
Al llegar a nuestro país como muchos de los inmigrantes se alojó en el prestigioso �Hotel de Inmigrantes� durante una semana y fue ahí donde aprendió lo básico para poder desenvolverse en esta nueva tierra que tan bien lo había recibido.
Gianluca en todo lo que hacía recordaba siempre a su querida Italia y a su familia que había quedado a la espera de una carta con pasajes para venir a vivir en la nueva rica Argentina.
Así fue que al salir del Hotel de inmigrantes se fue a hospedar en un conventillo que estaba situado en el barrio de la Boca, el mismo contaba con diez habitaciones, la cocina y el baño eran compartidos. La casa estaba pintada de diferentes colores, con tonos alegres, tanto las paredes como el techo eran de chapa y se sentía una extraña sensación de frío que inundaba todo el conventillo.
Después de una semana de intenso trabajo el domingo era el día más esperado. Ese día todos los habitantes del conventillo se reunían en el patio a conversar, bailar, intercambiar costumbres, los chicos jugaban al fútbol y también era el momento propicio para que las chicas solteras puedan encontrar novio. El patio estaba cubierto por una hermosa parra que en las tardes de calor refrescaba el ambiente del Sol que golpeaba fuertemente en los techos de chapa, tenía también bajo la parra bancos de madera hechos por los propios habitantes, un aljibe de donde sacaban el agua para refrescarse, lavar la ropa y también para beber.
Fue un domingo cuando Gianluca, se vistió con su traje negro, funyi y zapatos al tono. Salió a conversar al patio del conventillo con José, un español de Galicia, que había venido con su familia el mes pasado. El gallego trabajaba con el italiano desde su llegada al país y desde allí se había formado una estrecha amistad, mientras que su mujer se encargaba de las tareas domésticas junto con su hermosa hija Pilar de dieciocho años.
Pilar, era la joven más linda del conventillo, una muchacha alta, de cabellos lacios y negros, tenía una preciosa boca con labios muy ricos y carnosos. Sus pechos eran enormes, redondos y duros y se podía observar detrás de su vestido unos hermosos y grandes pezones que excitaban enormemente a cualquier caballero que la viera.
Sus piernas parecían talladas por un artesano y su cola era la atracción del sector masculino. Sobre todo cuando se ponía un vestido verde en la época de verano.
Pero lo más atractivo que tenía era su mirada, se podía leer en ella la lujuria que emanaba de su alma.
Un domingo Gianluca pidió permiso a José para enseñarle italiano a Pilar, y este accedió con mucho gusto porque era el sueño de Pilar estudiar ese idioma.
Gianluca llevó a Pilar a su habitación y comenzó con sus clases. Ella era una excelente alumna, muy aplicada y prestaba mucha atención a todo lo que su docente le enseñaba.
Así terminó la primera clase y se fueron sucediendo de la misma manera, domingo tras domingo.
Pilar en tres meses ya sabía decir y escribir algunas palabras en italiano, eso reconfortaba mucho a la alumna como al maestro.
Un oscuro domingo de junio, Gianluca recibe una carta de su esposa y se desespera por abrirla, él ya había juntado parte del dinero para que venga toda su familia y eso lo hacía muy feliz. Pero la carta traería otro destino para Gianluca, ya que la correspondencia no tenía gratas noticias para el italiano, su mujer le hacía saber por este medio que estaba enamorada de un empresario italiano y que jamás viajaría a nuestro país, ni ella ni los hijos.
A Gianluca le dolía en el alma la noticia y era Pilar la que ayudaba a que pase este mal momento su maestro y amigo.
La realidad es que a Pilar siempre le había parecido un hombre interesante Gianluca, pero como él estaba casado trataba de no insinuar nada, aunque a veces una mirada lujuriosa se le escapaba.
Pasó el tiempo y Pilar cada vez manejaba mejor el idioma y ya tenían una relación muy amena con Gianluca. Un domingo ella fue a tomar las clases de italiano con su largo cabello bien peinado, sus labios pintados de rojo, un perfume exquisito y un vestido verde claro que le insinuaba un escote maravilloso para cualquier hombre.
Al llegar, Gianluca la invitó a sentarse, como lo hacía todos los domingos, pero esta vez él se sentó más cerca de ella que de costumbre, a ella se la notaba muy risueña y cuando existía la posibilidad trataba de que su piel roce la de su compañero. Esto provocaba excitación mutua.
De pronto él no pudo resistirse más, la abrazó y le dio un beso en sus labios carnosos y rojos, mientras acariciaba con sus dedos finos su larga cabellera y posteriormente su nuca. Ella cerraba sus bellos ojos y exhalaba un suspiro de placer que era muy excitante para él.
Recorría con la punta de su lengua todo su cuello, hasta el borde de la espalda, ella temblaba como una hoja, pero a su vez estaba deseosa de más caricias.
Gianluca se apartó por un momento para poder observarla a Pilar, se sentó en la silla y contemplaba sus senos y precisamente sus hermosos pezones a los que se le pronunciaba una erección importante y en consecuencia se marcaban en el vestido de Pilar. Sus manos comenzaron a acariciar su hermoso y firme trasero, con unas nalgas bien pronunciadas que llevaban a la más dura erección que haya tenido ese hombre en toda su vida.
Así fue como le bajó su bombacha y rozó su vagina, que para ese entonces estaba completamente mojada y caliente.
Le levantó la pollera, le acariciaba sus piernas, y le pidió que con toda su mano le acariciara el pene con movimientos suaves, ordenados, con un vaivén que lo hacía poner, duro, caliente, rojo y palpitante, emanando gran cantidad de líquido pre seminal.
En un momento, él le agarró las manos, la llevó hasta la cama, le quitó absolutamente toda su ropa y empezó a besarla nuevamente, primero por la cara, luego por el cuello, después sus pechos, rozando sus enormes y erectos pezones rosados con la punta de su lengua muy suavemente pero con mucha saliva. Ella gemía como loca por semejante placer.
Siguió besándola hasta llegar a su exquisita vagina, Un lugar maravilloso de indescriptible belleza, totalmente depilada y emanado gran cantidad de su riquísimo néctar, que Gianluca probó rozándole su lengua. Cada envestida que le propinaba con su boca a la vulva hacía que se ponga cada vez más caliente y rosadita, Pilar desfalleciendo de placer, temblando se paró y mirando fijamente el gran pene de Gianluca se ubicó cómodamente entre sus piernas, las abrió y comenzó a lamer desde los enormes testículos hasta la punta del pene, con suavidad y calma, cuando sus labios y lengua pasaban por el glande, él gemía muy fuerte y ella se quedaba un poco más ahí, y de vez en cuando lo miraba a los ojos.
Pilar nunca dejaba su lengua quieta, pero todos los movimientos eran producidos con mucha calma, Gianluca gozaba como nunca antes lo había hecho en su vida.
El pene se encontraba muy erecto, rojo y muy lubricado, ella seguía haciendo la felación y jugando suavemente con sus testículos.
Después empezó a pasar la lengua extendida por el frenillo, dándole pequeños golpecitos con la misma y besaba con sus labios toda la zona del glande.
Él ya no aguantaba más, ella empezó a succionar más rápido, mientras lo agarraba de los muslos y en un momento se escuchó un estremecedor grito de placer y borbotones de néctar llegaron a la boca de Pilar, quien lo recibió con gratísimo placer hasta su última gota.
Después lo miró a los ojos se sonrió y le pidió con su mirada que la penetrara. Él seguía todavía muy excitado, su miembro de veinte centímetros estaba muy tieso y lo introdujo en la estrecha vagina de Pilar y llegaron a un gran orgasmo.
Así pasaron toda la tarde y parte de la noche, amándose sin descanso.
Con el correr del tiempo Gianluca, compró un terreno en el barrio de Flores y fue edificando una hermosa casa, él pensaba siempre en Pilar y deseaba que viva allí con él. Pero un día sin avisar absolutamente nada José decidió volver a España y llevarse a toda su familia.
Gianluca siempre recordaba con mucho cariño a Pilar y cuentan algunas gallegas del conventillo que Pilar desde su lejana Galicia, también recordaba con mucho amor a su querido Gianluca.
2 respuestas
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