
Por
Anónimo
Alicia IParte
Las noches de los viernes Kika y yo al salir del trabajo nos marchábamos a tomar algo al bar que estaba como a unos quince minutos, nosotras tardábamos mas de media hora en llegar tranquilamente andando hablando del trabajo de lo que había sucedido en esa semana y de lo que pediríamos hacer el fin de semana, claro esta que teníamos que contar con Alberto, pero él nuca tenia problemas.
El ambiente era húmedo no solo por vivir cerca del mar sino porque la lluvia hacia acto presencia casi todos los días del año, pero cuando salía el sol llenaba todo de una luz increíblemente bella, la lluvia no me molestaba, no me deprimía, no era algo que me hiciera sentir mal como me habían dicho todo el mundo cuando les dije de irme a vivir aquí. Paramos en todos los pequeños puestos era Septiembre y habían puesto un mercadillo, donde se podrían comprar comida o cosas de artesanía, así que el camino se nos hizo mas lago que construmbre también comimos algo en un puesto así que al llegar nos pedimos unas cervezas.
Kika era tan alta como yo tenia el pelo rubio pero se lo teñía de un caoba oscuro, ella decía que con el pelo de su color y los ojos azules parecía una niña tonta a ella le gustaba ser en todo muy agresiva, no solo en su forma de ser, sino en sus relaciones fuera con sus amigos o en el trabajo incluso con sus ideas, si creía algo lo debatía como una autentica firmeza, nadie o muy poca gente la hacia sombra en un debate, siempre que fuera un tema que a ella la gustase.
Tenia una mirada limpia, sus ojos no era excesivamente grandes pero lo suficiente como para ver el azul de un profundo lago en ellos, de tez pálida y labios en forma de corazón, la gustaba ir vestida un poco pija creo yo que por eso lo de su pelo, nos conocimos en la facultad las dos somos biólogas marinas, estamos en grupo que estudia la vida de animales, de plantas y de otros organismos que viven en el océano.
En nuestro grupo de trabajo no éramos mas que seis personas, fue todo un privilegio que contaran conmigo al terminar la carrera, y mas poder venir a viví a un sitio donde esta el mar tan cerca. Y poder estar con mi amiga una satisfacción enorme.
-Mira a ese grupo de allí, no esta el moreno que te gusta, me dijo Kika despreocupadamente.
-Si Ya te he dicho que se llama Isaac, me pone nerviosa solamente verle allí al fondo. La respondí dándome media vuelta para no verle.
-Si que esta bien, dijo. Cuando te vas a decir, oh se me olvidaba que tú no eres de esas. Comento irónicamente.
-Si ya sabes de sobra que no puedo, vale déjalo estar. Me enfade.
Me fui al cuarto de baño dejándola allí plantada un poco de mala gana, sabia que enseguida se pondría a hablar con alguien, ella era así.
Al verme en el espejo, me mire a los ojos viendo a una desconocida, pero era yo, mi cabello castaño al igual que mis ojos no eran nada del otro mundo, había decido ir a córtame el pelo era muy molesto cuando hacíamos buceo, y recordé que hacia tiempo llevaba el pelo corto y estaba mas guapa que con esta melena, iría a ver a Alberto a ver que podía hacer con migo, era mas bien delgada para mi madre demasiado, y ella de mi padre apenas se hablaba, me contaba algunas veces que era un cantante que vino a dar un concierto, otras que era un comerciante, o que solo era un turista, Yo me le imaginaba un hippie que había venido a vender los artículos artesanos o sus pinturas por eso no me gustaban a mi. Me les imaginaba haciendo el amor en la playa entre fogatas, canutos de marihuana y canciones tocadas con una pequeña guitarra, eso si todos vestidos de blanco, cantando las típicas canciones �haz el amor y no la guerra�.
Me gustaba ser sincera conmigo mismo y no engañarme pensando que un chico tan atractivo como él se fijaría en mi, por que no me sonreí con ironía, vi a Isaac un tarde que fui a comprar revistas, quería mirar algunas ideas para terminar de decorar la casa, miraba las revistas pensando �si tuviera todo ese espacio no tendría problema�, una voz detrás de mi sonó fuerte.
-Buscas algo, te puedo ayudar.
Me di la vuelta le mire, alto, fuerte, moreno, ojos verdes, parecía que estaba echo a mi medida, y lo mejor una sonrisa capaz de hacer templar las piernas de una buena deportista.
-Gracias, estaba mirando. Compre unas revistas, ya no sabia si me serian útiles o no pero allí estaba yo dispuesta a llevarme lo que fuera incluido al quiosquero.
Mas tarde hablando con Alberto me dijo que era su padre el dueño del kiosco que el solo le echaba unas mano cuando el hombre no podía, él y otro chico no recordaba bien quien era tenían un estudio de arquitectura, a las afueras �muy moderno� comento como si lo conociera, su madre se peinaba en la peluquería, que era soltero y tenia dos hermanos. Lo de ser soltero y no tener novia era lo que mas me interesaba.
Al salir del baño puede ver a Kika hablando con un grupo de gente no me apetecía nada ir hasta allí, así que me dirigí a la barra a pedir algo de beber.
-Te sirvieron las revistas. Otra vez sonó esa dulce voz detrás de mi no se si quería darme la vuelta o pensar que era un déjà vu.
-Te acuerdas de eso, le sonreí.
-Si claro, me llamo Isaac tu eres Alicia. Lo dijo con tanta determinación que parecía haber echo un master sobre mi persona.
-Si soy yo, voy a intentar pedir algo.
-¿Dime que quieres? Su voz sonaba fuerte y le oí pero decir que no lo había oído lo suficiente. Su cuerpo se adelanto par volver a repetir la frase, entonces pude oler su aroma, mis pies se pegaron al suelo como si fueran chicle en el asfalto, para que el resto del cuerpo se mantuviera allí de pie. Y le dije casi en un tono suplicante.
-Una botella de agua, gracias.
Le miraba mientras pedía en la barra y como se acercaba a mi con las bebidas una cerveza para él y el agua para mi.
-Hace cuanto tiempo vives aquí. Continua conversando conmigo, no me podía creer, estaba interesado o solo quería ser amable. Que se yo me gustaba tanto ya había habido tan pocos hombres que me hubieran gustado.
-Desde primeros de año, fue para Enero. Vivo muy cerca de aquí en una casita. Aquí venia darle tantas explicaciones.
-Yo vivo en las afueras y aunque parezca increíble todavía con mis padres, se rió.
-Si a ti te gusta, que hay de malo.
-La verdad es que mis padres tiene un terreno muy grande y allí me he construido una pequeña casa cerca pero no juntos. Solo me voy a casa de mis padres cuando viene mi hermano, me gusta estar todos juntos.
-Si tiene que ser divertido tener hermanos. Yo no tengo.
-Si es una pena. Dijo mientras termino de beber su cerveza.
En un acto instintivo mire el reloj, se dio cuenta, y me miro a los ojos de una manera que creí que me saldría disparado el corazón.
-En fin veo que es tarde y has venido con tu amiga, nos vemos otro día. Que horror. No se estaba despidiendo de mí, y no quería que fuera así, deseba hablar con el más tiempo, estar juntos.
-Si he venido con mi amiga, Kika pero veo que esta muy ocupada seguramente esta debatiendo algún tema y no tengo ganas de ir. Creo que me voy para casa. A ver si salía airosa
-Vale me has dicho que vives aquí cerca ¿quieres que te acompañe?
-Seria estupendo. Voy a decírselo a Kika nos vemos en la puerta.
Al salir ya esta allí, guapo no era la palabra, maravilloso muy cursi, no se como pero estaba esperándome a mi, caminamos despacio, me hablaba de su trabajo, que están trabajando él y su socio, Fran ese era su nombre si mas tarde o mas temprano te enteras de todo, en proyecto para hacer unos colegios en el norte de Brasil, que estuvo allí todo el verano, de lo bonito que es el Amazonas de muchas cosas, parecía que le gustaba hablar y hablar, a mi me encantaba escucharle su voz sonaba en mis oídos como un arrullo alguna vez cuando quería enfacitar en algo me tocaba el brazo para hacerme parar y me seguía contando cosas mirándome a los ojos en esos instantes mi corazón se paraba se olvidaba hasta respirar. Quería que el camino fuera mas largo que me perdiera, pero no fue así llegamos, la pequeña valla de madera que separaba del jardín de mi casa estaba allí.
-Ya hemos llegado.
-No te he dejado hablar en todo el camino, soy un mal educado.
-No para nada me ha gustado mucho todas esas anécdotas sobre tu viaje, espero que tengas más.
-Si la verdad es que si, en fin nos vemos otro día. Y se acerco para darme dos besos en mis mejillas las cuales de ahora en adelante no tocaría ni agua ni mano alguna, le miraba mientras se marchaba calle abajo por donde habíamos venido.
Era ridículo sentirme así como una adolescente ya tenia 27 años, algún que otro amorío había tenido todavía recordaba a Jose Antonio guapo rubio pero con ciertos problemas a salir con una sola chica, eso no me importo porque estaba enamorada de él pero llego un momento que el telón se abrió y vi todo con mas claridad. ¿Dónde llegaríamos? A ningún lado algunas veces le envió un E-mail para decirle que estoy bien y el simple me responde �un beso para también para ti, donde mas gusto te de� esa es su manera de decirme que todo va bien. Pero ahora con Isaac sentía cosas que ya jamás creí sentir, me veía en sus brazos, me gustaba de verdad.
La casa donde vivía la compre cuatro meses antes de venir a vivir a ella, desde el primer momento me enamore de ella, era un adosado pero no esos grandes sino pequeño en dos plantas, un pequeño jardín tanto por detrás como por delante, mi vecina con la que comparto tabique se llama Joaquina una señora viuda de grandes pechos y de perpetuo negro que todos hemos supuesto que era por el fallecimiento de su marido, pero luego me contó Alberto que nunca la vieron que viviera con hombre alguno, cuentan que es mentira que nunca se caso. Era una vecina estupenda nunca hacia ruido, cuando hacia rosquillas siempre me pasaba unas pocas. Se que la molestaron mucho cuando hicimos la obra de casa pues tire todo, suelos, paredes, ventanas, reconstruí la casa al completo. Deje en la planta de abajo uno sitio diáfano, allí esta el salón, el comedor, la cocina, en la planta de arriba dos dormitorios y un baño, por si venia mi madre a verme, pero por ahora no había habido suerte.
Por supuesto toda mi casa era blanca y en la pared que da a al patio trasero puse un gran ventanal para que la luz entrara, sentarme a leer mientras llueve es una maravilla, ya aproveche para poner calefacción pues estas casas antiguas carecen, una buena estufa me decía Joaquina. Algún color que otro pero el blanco me pareció lo más apropiado y va con mi naturaleza. Subí al baño para asearme ponerme el pijama, un conjunto muy bonito que me había regalado Kika por mi cumpleaños.
La mañana se presento soleada, llame a Kika al móvil, para contarle lo de noche pasada, aunque me reserve algún detalle, decirla que iría a hacer unas compras, nos veríamos por la tarde para ir al cine y a un restaurante muy cuco (como decía Alberto) que habían inaugurado, la verdad es que teníamos que hacer quince kilómetros pero no importaba, seria muy divertido.
Pasear sin ningún rumbo es algo que siempre me ha fascinado me puse mis gafas de sol y el mp3 y me fui, veía a la gente de mi alrededor que hablaba o se saludaba sin ningún motivo, gente que se conocía de toda vida, pase a ver unos libros, mirar algún dvd para la noche de las chicas, los miércoles nos reuníamos casi siempre en mi casa los tres Kika, Alberto y yo a ver películas de esas de llorar, muchas noches se quedaban a dormir, hablando de cosas, llorando, riéndonos.
Me senté en un banco a ver mis compras con el sol dándome en cara con ganas de que aquella morriña durara más, que ninguna nube me quitara ese rayo de sol, cuando una sombra me tapo el sol. Me costo un momento poder volver a ver nítidamente, me quite los cascos todavía podía escuchar la música de fondo.
-Veo que quieres tomar todo el sol. La voz era de él, de Isaac
-No, te dejo un poco para ti. Le dije dando una palmada en el asiento para que se entera a mi lado. ¿Qué haces por aquí?
-No, se salí a dar un paseo, sin más.
-No, se creo que me persigues. Y los dos no echamos a reír
-Si me has pillado. Su risa sonó como la música de mi mp3 y sentí un poco de felicidad.
Me daba cuenta de que no quería cambiar aquel instante por nada, el estar allí sentada junto a él, el sol en mi cara, que mas podía pedir, hubiera sido muy egoísta por mi parte. Así que los dos permanecimos quietos sentados juntos como unos amigos, como una pareja. Se notaba que ninguno de los dos quería romper el hielo primero.
-Seguimos paseando, dije casi susurrando. En un momento se puso de pie, me miro como diciendo por hay o por allí.
-Me gusta andar sin ninguna dirección, le dije, pero si quieres podemos ir a tomar algo.
Me parece bien, conozco un sito cerca de aquí. Y comenzamos a caminar, no me importaba saber donde, no quería saber nada solo que estaba con él, no había tenido suerte con mis relaciones anteriores quizás porque no me hacían sentirme como Isaac me hacia sentir.
Llegamos al lugar un bar por el que había pasado mil veces con mis amigos pero que nunca entras, era pequeño pero muy cogedor, el camarero saludo con una mano cuando nos vio entrar, enseguida nos tomo nota, nos trajo unas cervezas bien frías con una buena ración de pescadito frito, hablamos de un montón de cosas del pueblo, de las gentes que allí vivían, de mi trabajo, de mis amigos. Era ya tarde, no se porque me vi andando hacia mi casa .
-Bien hemos llegado. No quería sepárame de él aun. Y pregunte tímidamente ¿quieres pasar? No me contesto pero con su mirada, su maravillosa sonrisa me dejarón ver que era una afirmación.
-Bien no es muy grande pero para mi es suficiente. Le dije como disculpándome. Voy a dejar esto. ¿Quieres un café o algo?
-Si, es acogedora, muy blanca.
-Si la verdad es que pensé que aquí no había muchos días soleados, me gusta mucho. Le decía mientras preparaba el café. Le vi dar vueltas por el salón miraba mis libros y mis cosas mis fotografías, con curiosidad, no me importaba, no podía aguantar mas mis mariposas pedían a gritos ser liberadas de mi cuerpo.
-¿Lo quieres solo o con leche?
-Solo, es interesante tu colección de libros, lees de todo.
-Tengo tiempo, recuerda que no trabajo por las tardes, mi vida social no es muy ajetreada. Le decía mientras me acercaba con el café. Puse cuidado que no se me notara lo nerviosa que estaba, que no templara la mano al darle la taza, él la recogió con mucho cuidado poniéndola encima de la mesa. Me miro a los ojos, me tomo de las manos, era un gesto tan dulce, puso mis manos de manera que podía ver mis palmas observándolas como si fuera a leérmelas, acerco sus labios depositando un beso en ellas, puede sentir sus labios rozar las, la humedad de su aliento en ellas, mi respiración se paralizo, todo mi cuerpo también, no quería moverme, ni un solo músculo, volvió a mirarme con una sonrisa dejando mi mano en su cara, para que mis dedos rozaran sus labios, sentir su respiraron en ellos, rozar su mejilla el áspero roce de su barba, no podía dejar de mirarle, cuando el agarro mi cintura con sus dos manos, no había espacios entre nuestros cuerpos podía sentir en mi su pecho, su maravilloso olor, era dulce, al mismo tiempo olía a maderas húmedas del bosque, quería mirarle al verde de sus ojos, verlos ahora que encontraba tan cerca, él cada vez me apretaba mas a su cuerpo, sus labios se posaron en los míos, sentir su calor era algo increíble, tenia que soltar mis mariposas así que respondí a su beso con una pasión descontrolada, me deje llevar sin mas, lo que había mas allá de mi casa no me importaba, no era importante, no existía.
2 respuestas
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