Por

Anónimo

septiembre 16, 2022

485 Vistas

septiembre 16, 2022

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5 Minutos - (H23) (F21)

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– ¿5 minutos? –

Poco nos importa llegar a tiempo a la función.

Las caricias en tus sábanas no nos habían abandonado. Sabemos que no serán sólo 5 minutos; nunca fueron 5 minutos, pero qué más da… Quiero de ti y tú de mí, sólo procuremos no tardar.

– Regresemos a tu cama. –

La exasperación de nuestras lenguas viaja hacia nuestras manos.

Acaricias las venas ocultas por mi mezclilla, presuroso libero tu vestido abotonado hasta tus muslos, me emancipas de los ropajes que cubren mis piernas.

Mi saliva construye caminos desde tus orejas hasta tus clavículas, mi experiencia batalla un poco en el broche en tu espalda, pero en segundos tu sostén cae al suelo.

– Dios, ¡Qué ricas tetas! –

Succionas mi lengua, yo la tuya, y repetimos.

Tu pequeña palma abraza suavemente mi dureza; subes y bajas mientras me alimento fuertemente de uno de tus pezones.

Provocas el éxodo de mi lubricación, pero te tomas el tiempo de limpiarlo con un dedo y llevar esa sal a tu paladar. Nos volvemos a besar.

Quieres que lo haga; lo noto en tus poros, y conozco bien tu talón de Aquiles.

Tus tetas juntas, tus pezones paralelos uno al otro… Tu garganta se expande al primer pequeño estrujamiento con mis premolares y por un momento sueltas mi firmeza sólo para abrazar mi nuca y volver a masturbarme.

La desesperación de tus pulmones comienza a elevarse al reconocer que me amamanto de ti.

Te sabes más pequeña que yo. Sabes que lo uso a mi favor.

Mis dedos viajan desde tus omoplatos hasta la etiqueta de tu cachetero rosa, pero no se detienen ahí, siguen avanzando por la frontera que divide a tus nalgas hasta llegar a tu viscosidad.

Lo deseas, se siente en tu entrepierna.

Dos dedos se te incrustan sin permiso y al unísono de tus exhalaciones a dientes cerrados. Confundes las trepidaciones de tu mano sobre mi tronco.

Reconoces que estás a mi merced al tener mi mano izquierda apretando tu cuello y mi lengua recorriendo tu paladar.

La exploración de tus pliegues escurre en mis falanges. Entro y salgo de tu vacío, pero no puedes más que gemir debido a tu poca voluntad contra mis palabras.

– Te gusta eso, ¿Verdad? –

– ¿Qué se siente ser mía? –

– Tranquila, ahorita te voy a coger. –

5 minutos, pero palparte por dentro, sentir tus uñas en mis huevos, ver tus labios retorciéndose en pecado… ¡ME LO HACES IMPOSIBLE!

– Chúpamela. –

De nuevo acostado en tu colchón, con tus piernas a los costados de las mías…

¡1!

¡2!

¡3!

¡Y me dejas con ganas de más!

Tu prenda mojada vuela hasta el otro lado.

Sólo una de tus piernas arriba, la otra a modo de soporte estirada en el piso.

¡Dejas que la gravedad tome su victoria!

– ¡Mmmggghhh…! –

El clamor de tu estrechez se hace presente en ambos.

– ¡PTM! –

No lo digo, pero el violento agarre de mis manos sobre tus muslos revela la temperatura hirviente de tu espesor en mi verga.

Aprieto tus tetas a mi antojo y comienzas a montar con regocijo y dolor.

– ¡Está muy duro! –

– ¡Y tu bien apretada! –

– ¡Qué rica verga tienes! –

– ¿Te duele? –

– Si, pero quiero más… –

¡Dejas entrar hasta el último milímetro que te es posible! ¡Te sientes destruir y aun así quieres más y más verga!

– Qué cabrona eres. –

Estás al tanto de tu poca profundidad y te permites lastimarnos, pero también sabes de mis inútiles defensas ante tu angosta fricción.

– ¡Qué vergota tienes! –

– ¡Sabes que es tuya! –

Me enferma tu desvergonzado cambio de velocidades sobre mi venosa anchura. Me envuelves en el batido de nuestra mezcla.

Tus tetas bailan en el aire, tus manos se anclan a mi abdomen, la mías a tus muslos y ME CONOCES TAN BIEN…

– ¡Ya vente! ¡Ya vente! –

¡Lo notas al haberme llevado a mi máximo grosor!

– ¡Eres mía! –

– ¡Si! ¡Soy tuya! –

– ¡Eres mi puta! –

– ¡Soy tu puta, soy tu puta! –

La elevación de mi pelvis te hace sentir cada una de mis descargas, pero bien sabes cómo obligarme a retorcer al seguir con el rebote de tus nalgas sobre mis testículos mientras succionas mi lascivia.

¡Sigues y sigues a pesar de mi sensibilidad!

¡Escurrimos poco a poco y sigues!

¡Palpito dentro de ti y sigues!

¡Sigues y sigues hasta que tu comienzas a palpitar!

¡El oxígeno te abandona de golpe, tus pupilas se van al cielo, tus parpados se cierran y me revientan tus contracciones sacando hasta mi última puta gota!

Nadie habla; sólo coexisten apresuradas respiraciones y un muy lento regreso.

Vuelves, vuelvo, y sonreímos.

No llegamos a la función, pero hay tiempo para otros 5 minutos, ¿No?

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Una respuesta

  1. helenx

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