Me estaba aburriendo mucho aquel verano en Cartagena. Ni siquiera en la urbanización había otros chavos como yo, para ir juntos a la playa o jugar al tenis�

Sin embargo por fin parecía que había novedades, pues acaba de llegar un carro con un señor de unos 40 años acompañando de un chico de unos quince.

Yo los observaba detenidamente mientras subían por las escaleras del edificio de apartamentos y entraban precisamente en el vecino que había quedado libre. Había ciertos detalles que provocaban mucha curiosidad por mi parte, pero habiéndose encerrado, pasé a mi cocina para prepararme algo para merendar ya que mi madre me dejaba solo toda la semana hasta el viernes que venía de la ciudad con mi padre.

A mis 16 años, había conseguido la confianza de mis padres que no les importaba dejarme solo en aquel apartamento vacacional, confiando en que me dedicaría especialmente al deporte playero que tanto me estaba aportando facilitándome unos músculos que me aportaban una figura estilizada con unos abdominales llenos de cuadritos que me gustaba admirar ante el espejo.

A veces pensaba que estaba enamorado de mí mismo cuerpo, pues me gustaba usar bañadores muy pequeños y ajustados, mientras observaba el reflejo de mi figura en el espejo del dormitorio de mamá.

Tras tomar un jugo de lima y mandarina, me puse mi bañador preferido amarillo, que se ajustaba a mi paquete y se adentraba entre mis nalgas, lo que provocaba miradas �lujuriosas� en más de un bañista.

Como me apeteciera intentar dar más color a mí ya bronceado cuerpo, me unté todo con aceite de coco y salí a la terraza para tumbarme en la hamaca.

Las voces en la terraza de al lado señalaban que los nuevos vecinos estaban instalados � quizás haciendo lo mismo que yo pretendía -.

Constaté que allí estaban departiendo, por lo que me asomé y les saludé: ¡ Hola soy Poqui, y creo que somos vecinos ¡

El jovencito sonriente se acercó a la separación de nuestras terrazas alargando su mano que estreché con fuerza, seguido del señor que desde luego no me parecía su padre, observando una serie de señales que �les delataban�: Los dos llevaban pulseras en los tobillos, incluso usaban aretes, lo que no me parecía propio de padre e hijo, e incluso el tono de voz del adulto parecía un poco afeminado.

¡ Ya sabéis, yo estoy solo hasta el viernes que viene mi familia y podemos si quereis ir juntos algún dia a las rocas�.!

El chavo se llamaba Ruben, era de color indio tirando a negro, y tenía unos dientes blanquísimos que destacaban en un cuerpo precioso. A su acompañante le llamaba Miguel, y desde luego eran una �parejita� por las miradas provocativas que se lanzaban e incluso algunas que desviaban los dos hacía mi.

¡ Yo voy a dejaros pues tengo que salir, luego os veo ¡ les dije, metiéndome dentro con intención de quedarme tras las cortinas para espiar el misterio que tenía sobre ellos.

¡ En efecto ¡ Cuando llevaba como cinco minutos observé con cuidado que estaban los dos tumbados, con una toalla en sus cinturas, tomando el sol, mientras el mayor (Miguel) deslizaba la mano acariciando el brazo de Ruben con golosinería, hablando despacio.

Desde mi privilegiado observatorio descubría el bulto muy pronunciado que adornaba el vientre de Ruben y enseguida, ambos penetraron a su habitación.

Yo � utilizando un vaso � que puse en la pared trataba de escuchar lo �allí se estaba cociendo�, apoyando mi oreja como había visto por la tele.

¡ Ruben, necesito que me penetres, como ayer pues tengo unas ganas impresionantes que ha provocado también el cuerpazo de nuestro vecinito�

Escuché un ruido que yo imaginaba era de la ropa y de la cama al colocarse, y sin pensarlo salté descalzo a su terraza para ver si podía espiarles.

En efecto Miguel estaba tumbado en la cama, mientras colocaba sus piernas entrelazadas en la cabeza de Ruben que se aprestaba a lanzar su �herramienta� que era especialmente grande y tiesa como caracteriza a los negros.

�Te la voy a meter duro y como he tomado más de un litro de batida, creo que te voy a llenar de leche � como a ti te gusta-� Dicho y hecho, pero con un ritual que me ponía a cien.

� De un golpe le penetra a fondo, para después irla sacando toda, dejando solo la punta en �sus puertas�, y después nueva metida a fondo y así durante diez minutos que cronometro, mientras mi miembro totalmente empalmado sobre sale por un lado de mi bañador�

Sus labios gordezuelos están �pegados� y comienza el más joven a golpetear con rabia, produciendo un ruido con sus testículos al chocar contra los glúteos de Miguel. De nuevo se frena el �juego� dejando Ruben su miembro totalmente hundido en Miguel. Esta vez se ponen a hablar:

¡Vamos a descansar � dice Miguel � para que no te corras todavía� ¿ Has visto que cuerpo tiene nuestro vecinito? Yo creo que también �entiende�� ¿ Que te gustaría hacerle ?

Empezaría con una mamada y tras un beso negro se la iría metiendo poco a poco, hasta que le gustara y me pidiera más�

Por efecto de la conversación espiada, iniciaron su alocada carrera viendo con sorpresa que cuando retiraba Ruben su pene arrojaba unos chorros de esperma impresionantes sobre la espalda de su compañero. Sería por el efecto de la batida que había tomada, o por sus características yo nunca había visto nada semejante�

En ese momento, cansado por la postura que mantenía, hago un movimiento ruidose que me delata�

Excusarme soy Poqui que no he podi evitar veros y sentir la envidia que me produce v vuestra relación�

(continuará el releto)