Roberto es mi vecino, tiene 54 años, soltero, medio pelado, le conocí pocas mujeres, es panzón, grosero y muy boca sucia con la gente.

Un día lo observe como le decía a un afeminado que le iba a romper el culo y se acariciaba el paquete, el chico se fue casi corriendo y a mí me gustó mucho el momento y hasta me excite.

Yo tengo 55 años y soy viudo, vivo solo, así que a partir de allí lo empecé a mirar con otros ojos y realmente con deseos, me pajeaba atrás de la ventana mirándolo, incluso empecé a penetrarme con objetos pensando que era el, primero una zanahoria y cuando ya entraba sin problemas me compre un rabanito y me lo fui metiendo todo, me entraba y salía sin dificultad, lo veía a Roberto y me ponía muy cachonda, quería ese macho para mí, pero no me animaba a lanzarme.

Me compre lencería de mujer y me vestía dentro de mi casa y disfrutaba creyéndome mujer, un día me había puesto un tanga negro, medias cancán, una minifalda a medio muslo, me puse un sostén con algodón simulando unas hermosas tetas y una blusa violeta escotada, de repente siento en el patio del fondo de su casa a Roberto escupiendo, me emocione, abrí la puerta del fondo y la deje entornada, me perfile de espalda para que me vea, estuve unos minutos y me fui al baño, no sabía si me había visto, si me vio que pensó de mí, estaba en ese dilema frente al espejo cuando siento el timbre, me saque los zapatos de tacos y fui a mirar por la mirilla, era Roberto, quede congelada, no sabía qué hacer, lo miraba por la mirilla y el miraba hacia los lados, hasta que se acarició el paquete, estire la mano suavemente hacia la llave y empecé a darle vuelta, abrí la puerta y el entro mirándome en silencio, cerré la puerta con llave y él se dirigió a mi sin hablar, me abrazo, me acaricio la espalda, e beso el cuello, me lengüeteo el pómulo de la oreja y me dijo al oído, putita vas a ser mía, lo abrace fuertemente, y le dije al oído, quiero ser tuya, quiero que seas mi hombre.

Fuimos hasta mi cuarto, lo abrace nuevamente y le dije que nunca había estado con un hombre, quiero que me enseñes a amarte, quiero ser una mujer en tus brazos.

Me beso profundamente en la boca, me metió su lengua y yo le metí la mía, sentí como mi cuerpo vibraba de placer, me agarro de las nalgas y me apretó contra él, yo con su lengua en mi boca y mis manos en su nuca.

Yo – Cuanto te desee Roberto, ahora que estoy con vos me siento feliz.

Roberto – Te voy hacer muy feliz putita.

Y – Enséñame como Roberto.

R – Desine papito y anda sacándote la ropa putita, hoy te parto en dos.

Y – Si papito, quiero sentirte adentro, quiero que me partas de placer.

R – Date vuelta putita, hay que hermosa colita, te la voy a chupar todita divina.

Y – Hacedme lo que quieras papito, quiero ser tuya.

Me empujo boca abajo en la cama y se lanzó a mis nalgas, las abrió con sus dos manos y sentí su boca besando mis nalgas, cuando paso su lengua en mi culito fue la gloria, levante mis caderas hacia su lengua, le grite en un suspiro, papito que rico, gusta papi, aaaagggg, quiero, dame más.

R – Te voy a dar verga putita, no me aguanto mas

Y – Si papi, dame todo

Sentí la punta de su verga en mi culito, la cabeza fue entrando suavemente mientras el empujaba, yo gozaba en un suspiro solo, aaaaggggg, me tomo de las caderas con sus manos, sentí como su verga entraba toda en mi colita hasta el fondo, mi suspiro se convirtió en quejido de dolor.

R – Aguanta putita que ya sos mía.

Y – Duele un poco papi, esta grande.

R – Solo son 18 cm x 6 de carne.

Y – Ay papa, ay papa arde.

R – Ya pasa putita, tranquila.

Mi tención se fue aflojando y Roberto empezó a bombearme suavemente, el dolor se convirtió en placer, sentía entrar y salir el pedazo de carne de Roberto, mi cuerpo perdió el control y se empezó a mover a un ritmo frenético con los movimientos de Roberto, cada vez me penetraba más fuerte, cada vez se sentía más rico.

Y – Gracias papito por darme tu verga.

R – Es toda tuya putita.

Y – Lastima que no puedo ver tu rostro papi mientras haces feliz a mami.

Me saco la verga, me puso boca arriba, mire su verga dura me levanto las piernas y me penetro nuevamente a lo misionero.

Y – Gracias papi, te amo, dame más.

R – Si putita acá la tenes.

Mientras me penetraba se abalanzo con sus manos bajo mis hombros, fundió sus boca con la mía, mientras nuestras lenguas se encontraban, su cuerpo se tensó, lo abrace fuertemente prendiéndome por completo a ese macho que me estaba haciendo su mujer, sus manos se posaron bajo mis nalgas y me apretó fuertemente contra él mientras empezó a descargar su hermoso semen dentro de mí, cuando acabo quedamos abrazados y exhaustos, yo feliz sintiéndome al fin mujer con Roberto, y el acariciándome la nalguita diciéndome, serás mi putita para siempre amor.