A ver, pues no sé muy bien como empezar este relato. Diré que todo empezó cuando me apunte al gimnasio que tengo justo frente a mi piso. Llevaba tiempo pensandolo y al final me lancé y decidí poner mi cuerpo en forma. Desde el primer día me sentí raramente atraído por uno de los monitores que allí había y digo raramente porqué jamás había sentído nada por ningún hombre, ni deseo, ni fantasías ni nada. Ningún hombre en particular, en real digo. Es cierto que si que había fantaseado con la cosa de cómo sería hacerlo con un tio. Más que nada por las películas y eso. En fin que voy al grano. 

Pasados unos días ya me sentía plenamente integrado con el gimnasio. Estaba a gusto, hacía los ejercicios digamos que bien y parecía encontrarme mejor. Una noche cuando ya iba a ducharme había en los vestuarios tres hombres maduros que se habían apuntado no hacía mucho. La verdad es que los tres eran atractivos, varoniles. Eran de esos tios que dices que a pesar de la edad se cuidan muy bien. Advertí que me miraban mucho y sonreían. Uno de ellos, el de barba y vello en el pecho, parecía un luchador de la antigua roma, ancho de espaldas y piernas robustas, el tio daba miedo vamos. Otro era alto, delgado y con aspecto de dandy, de hombre rico muy cuidado, pero de aspecto muy masculino, rasgos muy marcados varoniles, era muy atractivo y el tercero en cuestión era quizás el que más miedo me daba, imponía respeto por su aspecto de hombre malo. Tenía incluso una cicatriz en la cara, pero a la vez le hacía más interesante. Por este orden sus nombres eran. Juan Mari, Marc y Luca. 

quereis que siga?