Un obrero negro donde trabajo me fue seduciendo sin prisa.

Todo empezó al verme desnudo saliendo de la ducha y yo notar como me miraba. El comenzó a tratarme de una manera delicada y cada día se iba haciendo mas mi amigo. Una tarde lo ví salir desnudo de la ducha y miré su bien formado y delgado pero fibroso cuerpo, y su magnífico sexo. Desde ese día empecé a buscarlo a la hora que se duchaba. Un día libre lo invité a conocer un parque nacional y allí lo vi mirarme con descaro el trasero y mis piernas. Me preguntó si había tenido sexo con otro hombre y le dije que no. ¿por qué?, preguntó. Me corte y dije: no soy gay. ¿Cómo lo sabes si no lo has probado? No hace falta probarlo. Rió y preguntó: ¿Y cómo puedes saberlo?, conozco varios hombres que creían no serlo hasta que lo probaron, te puedo asegurar que es delicioso, pues una vez que lo pruebes no hay vuelta atrás. Me gustaría iniciarte.

Yo estaba perplejo y muy excitado, el no notó y me besó en los labios. Quise oponerne pero me sujetó con fuerza. Después de varios minutos besandome empezó a manosearme. Yo solo suspiraba y jadeaba pidiendole que se detuviera. Se acostó boca arriba colocandome sobre él y deslizó sus manos bajo mis cortos shorts de trote, apretando mis nalgas. No, no, pedía, pero seguía besandolo. Me hizo incorporar y bajando mi short besó mi ano estimulandolo con su lengua y labios, luego introdujo uno de sus dedos y moviendolo dentro de mi me llevó a un intenso orgasmo. Entonces descubrió su sexo y lo pasó por todo mi trasero, mojando mi ano con sus espesos fluidos. Creí que me cogería, pero luego de masturbarse y deslizar dos de sus dedos en mi ano para impregnar mis entrañas con su semen se detuvo.

Durante una semana me saludaba en privado con un delicioso beso en la boca, y empecé a desear ser suyo, por lo que lo invité a una casa de playa que poseo.

Al apenas llegar lo bese con lujuria y le confesé mi deseo de ser suyo, mientras arrancaba su ropa. Al ver su enorme sexo me excité mucho.

Ramón fue muy tierno y dulce en la cama mientras me penetraba por primera vez, y muy ardiente y lujurioso mientras me cogía. Mientras nos bañabamos me dijo: Quiero que me lo mames, lo que hice con total entrega.

Después de dos años cogiendome 2 o 3 días por semana era completamente sumiso a sus apetitos sexuales y acepté feminizarme para el y salir completamente del close. Ahora es mi novio, mi amante, mi macho, mi dueño, y mi amo. Aprendí a gozar a otros hombres para satisfacer la lujuria de mi hombre