La mejor cogida de mi vida.
Llegué a los cuartos oscuros, como otras veces, se sentía en el ambiente un halo sexual muy fuerte. Por ser lunes pensé que habría pocas personas y acerté, di una vuelta por los diferentes cuartos oscuros y no había nadie, quizá una persona deambulando, en mis adentros imaginé que sería una visita tranquila, así que decidí subir a la parte alta, donde la oscurdidad llega naturalmente por la llegada de la noche.
Una vez arriba, observé que había diferentes hombres, algunos platicando, otros observando, unos más cogiendo, hice un recorrido rápido, hasta que llegué cerca de una ventana y me topé con un hombre más alto que yo.
-¿quieres observar? Se mira todo lo que están haciendo dentro.
Al principio dudé del hombre que me hablaba, pero decidí acercarme, no para ver el espectáculo de dos hombres desnudos cogiendo en el interior de un cuarto alumbrado por una luz tenue y roja, sino con la curiosidad de echar un vistazo al hombre que me invitaba a su voyeur.
-¿te gustaría mamarla?
Y en ese momento me percaté de la condición de su falo. Era una verga erecta, esponjosa, con algo más de 15 centímetros de tamaño, al final una bellota grande y blanca coronaba su hermosa espiga.
Me pregunté si sería un hombre de fiar o si estaría sano, pero lo más importante para mí en ese momento, fue preguntarme si tendría vellos en el pecho o en sus brazos, justo como había fantaseado desde que tengo apetito sexual.
-¿cuántos años tienes? ¿eres de aquí?…te ves tan bonito.
Ante sus preguntas, no pude resistirme más y lo besé. Fue un beso profundo, sentí sus labios, su lengua y mi corazón empezó a viajar sin rumbo fijo.
-besas tan suave.
Cuando me di cuenta, él ya había desabrochado su camisa y las mangas de sus brazos, corrí a sujetarme fuertemente de él, lo pude abrazar y al momento de lamer sus pezones, probé con mi sentido del tacto y del gusto, una textura áspera, rugosa, tierna y firme a la vez. ¡tenía vellos en su pecho!. Inmediatamente después sujeté sus manos para comprobar si tenía esa misma textura; por la rugosidad de sus muñecas deduje que me esperaba un rico manjar.
Me puse de rodillas y besé con cuidado su verga erecta y firme, empecé a lamer desde la coronilla de sus huevos hasta el inicio de su frenillo, tuve tantas ganas de meterlo completo en mi boca, pero me detuve… ¡para mi mala suerte a veces no puedo con la idea de contagiarme de una enfermedad!
Subí lentamente hasta encontrarme con su ombligo, su abdomen, su pecho y cuello, hasta que nuestras bocas se volvieron a juntar.
-Me haces temblar, no lo puedo creer, eres tan tierno, y besas tan suave, no puedo creer que esté con un hombre como tú ¿quieres entrar?- y me enseñó el interior del cuarto iluminado de rojo, donde los dos hombres habían terminado su acto y estaban casi listos para salir.
Observé mi reloj, y sin dudar le dije que sí. No aguantaba las ganas de sentir ese hermoso cuerpo dentro de mí.
Esperamos un poco mientras los dos hombres salían, y mientras esperábamos, yo lo acariciaba, también sin poderlo creer que mi hombre tenía el pecho velludo, observaba entre las sombras su rostro, su cuerpo, ¡no podía resistirme las ganas de tener sexo con él!
¡Por fin entramos! cerré la puerta del cuarto, acomodé la cortina de la ventana por donde antes él observaba para que nadie viera a mi hombre teniendo sexo conmigo y rápidamente se quitó su camisa, cuando miré sus brazos ya sin camisa quedé fascinado: percibí que los vellos cubrían todo su antebrazo, no me resistí y los acaricié desde la muñeca hasta sus codos, cuando subí otro poco más, pude percatarme que los vellos también se extendían en la parte posterior, llegando al hombro. También pude ver que sus biceps se contraían formando unos hombros preciosos.
En el momento que yo analizaba los brazos que me iban a sujetar, mi hombre se sacó sus pantalones, boxer y zapatos. Sus piernas, al igual que los antebrazos, estaban cubiertas por una fina y exquisita capa de vellos, pasando por sus rodillas y hasta los pies.
Él se acostó en una especie de colchón forrado de rojo, con las manos en la nuca, y las rodillas descansando en el pretil de la cama, me dijo que me desnudara. Fui temeroso de la propuesta, ya que no pensé en llegar hasta ese punto, pensé que lo nuestro sería una penetración con la ropa puesta, en la posición de “los dos pilares”(como muchas otras en ese lugar). No me sentía seguro de desnudarme ¿y si entraba alguien más en ese momento? ¿y si escondían mi ropa o se la llevaban? ¿ y qué de los observadores de la ventana que habían corrido nuevamente la cortina que yo había puesto en su lugar para poder ver?
Lo observé y me acosté a su lado, le besé el cuello, pasé mi lengua por sus pezones, su abdomen, hasta llegar a la espiga más cautivadora de la noche y la mordí suavemente, de un lado de mi boca se quedaron el tronco y los huevos, del otro su bellota.
No pude contenerme más y me saqué mi chaleco y camisa, corrí a abrazarlo después, fue un abrazo cálido y erótico. La sensación de sentir sus brazos fuertes y seductores en mi espalda, me obligó a sentarme sobre él, de frente y besar su boca nuevamente. Acomodé su verga y quise que me penetrara.
-Quítate tu pantalón, estaremos más cómodos.
Me levanté de la cama, saqué los tenis de mis pies, después mi pantalón con todo y boxer y corrí rápidamente hacia él para colocarle un condón.
-¿ya quieres que te penetre? ¿tan rápido?
Sentir su cuerpo desnudo rosando el mío, hizo que no pudiera esperar más. En un movimiento sujeté su pene y lo dirigí hacia el inicio de mi ano, lo podía sentir duro, suave, esponjoso y muy grande. Sin ningún temor, hice que de una sola sentada mi culo lo tragara completamente hasta desaparecer.
Él continuaba recostado en el colchón, yo lo montaba y dentro de mí había una revolución de sensaciones y placer incomparables, el ritmo y la profundidad la controlaba yo, en momentos mi hombre empujaba su cuerpo, y yo sentía que mi culo quería sentirlo lo más profundo posible.
-Estás bien apretadito ¿casi no coges verdad?… qué apretadito lo tienes.
Después me levanté, él hizo lo mismo, y en esta ocasión yo me acosté sobre la especie de colchón, le indiqué que se acercara, subí mis pies sobre sus hombros, y en esta ocasión su verga entró más rápido que la primera vez y empezó a bombear, me acariciaba y besaba mis tobillos que rodeaban su cuello. yo acariciaba sus brazos, llevé mis manos hacia sus piernas, sus nalgas (que también estaban llenas de vellos), y nuestras bocas se encontraron, con un beso profundo. Ya no me importaban los mirones de la ventana, ni el tiempo, ni mi desnudez, sólo quería seguir sientiendo aquél cuerpo poseyéndome.
Nos movimos de lugar, bajé mis pies de su cuello, hasta que quedaron en su cintura, sus piernas pasaban por debajo de las mías, estábamos de frente ambos, nos observamos y continuamos con un ritmo suave al inicio y muy acelerado hacia el final. No podía contener el placer de sentir ese gran trozo de carne en mi culo, sus brazos fuertes sujetando mi espalda, el aroma de su cuerpo y la figura de su torso.
-Aguanto bastante, te lo advierto ¿qué otra posición quieres?
Volvimos a cambiar de posición y en esta ocasión el se recostó completamente a lo largo del colchón, con la cara hacia arriba, yo me senté de espaldas hacia él y volví a ensartarme en su verga, mi culo lo recibió como un guante, unos movimientos de cadera y no pude más, hasta quedar recostado, de espaldas sobre él, sentí su eliento en mis oídos, su jadeo constante, en ese momento me vine y fue una de las eyaculaciones más placenteras de mi vida, con él dentro de mi estimulándome y yo sin poder detener el disparo de semen sobre ambos.
Me separé de él, y desafortunadamente mi hombre no pudo eyacular, tuvo razón cuando me hizo la advertencia. Nos besamos, nos acariciamos nuevamente, le agradecí por la cogida fenomenal que me dio, por su cuerpo y le pedí su número mientras me vestía.
Le dije que para la siguiente ocasión y con más tiempo, yo sería quien lo iba a deslechar, esta vez le tocaba a él, me agradeció también, me dijo que nunca imaginó estar con alguien como yo y que esperaba volver a encontrarnos. Salí del lugar satisfecho rumbo a mi casa, finalmente le escribí un mensaje:
“Hola guapo, gracias por la cogida, estuviste fenomenal”
Hasta ahora no ha respondido, no sé si lo haga, o si nos volvamos a encontrar, pero me quedo con el gran recuerdo de haber tenido al hombre de mis fantasías cogiendo conmigo como un verdadero dios.
3 respuestas
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