Juegos Peligrosos. Capítulo # 2
20/9/2004
Ya han pasado habían pasado 6 semanas desde que cumplido 14 años. Y 7 semanas desde que Rodrigo se fue a Caracas. La fiesta fue muy, muy divertida., asistieron todos mis amigos. Hasta Glenda. La cual seguía muy rara conmigo. Iba a llegar el momento en que me enfrentaría a ella y exigiría que me explicara el por qué de su conducta.
Las clases ya habían comenzado, mis padres no nos querían decir, pero nos inscribieron en el mismo colegio que Glenda. Era bastante obvio que ellos no sabían nada, y no debían saberlo nunca. Mi hermana y yo siempre hemos sido muy buenos cómplices y nos tapamos todas las cosas. Amo a mi hermana.
Mi hermana y yo somos de los que hacemos amigos con rapidez. Y apenas en el segundo día de clases ya nos habíamos dado a conocer entre muchos.
Mi madre. Una excelente personas, me enseñó que a las mujeres debía tratarlas con la delicadeza de un pétalo de rosa, defenderlas con mi vida y respetarlas como a Dios. Sus consejos siempre fueron muy buenos y siempre los he seguido. Es por esa razón que no tengo muchos amigos hombres. Porque ellos siempre me ven rodeado por mis amigas.
Ése año, en el colegio conocí a mis dos mejores amigas Diana y Marjorie. Los tres aún somos los mejores amigos. Y hemos vivido aventuras increíbles.
Ahora. Puede que parezca una locura. Pero después de que Rodrigo se fue, la nostalgia fue disminuyendo, sin embargo, no lo olvidaba, y es que� ¿Quién podría olvidar a alguien y algo como lo que vivimos? No obstante. No tuve la fuerza suficiente para destruir la carta que me dio por lo que me la escondí en una agenda de cuero labrado que me había regalado mi abuelo. Ésa agenda es la que usé para anotar todas mis aventuras. Y la escondía en el colchón viejo de mi cama. Allí nadie la podría encontrar. De vez en cuando la sacaba solo para olerla, ya que él se había tomado la molestia de rociarla con su perfume. (It�s you) Ahora que lo pienso. Creo que sabía que no la botaría, de lo contrario no habría hecho eso.
Yo Estaba cursando el primer año de bachillerato. Y pensé que todo sería fácil. Aunque en realidad lo era, pero me puse muy flojo y en mi primer lapso salí muy mal, me quedaron como 5 materias, y mis padres me castigaron. Anteriormente los castigos eran muy distintos a los de ahora. Ellos me prohibieron ver televisión y tampoco podría meterme en la piscina. (NOOOOOOOOOOOOOOOOOO) Eso era lo peor de todo. No meterme en la piscina. Mi hermana había salido excelente. Debo destacar que mi hermana siempre ha sido muy inteligente. Y el colegio donde estudiaba le propuso a mi hermana que la adelantaran de grado, por lo que pasó al primer año sin pasar por sexto ni quinto Grado. Y a mí ya me había quedado un año escolar anteriormente. ¡Qué mal!
Ya había llegado diciembre y todavía estaba castigado. Nuestros padres nos llevaron a buscarnos la ropa que usaríamos el 24 y 31. Recuerdo que la ropa que yo escogí era algo impresionante y ya quería usarla.
La otra vez. En la residencia: yo estaba llegando de la bodega, y me tropecé con Glenda en la puerta de entrada a la residencia. Ella me dedicó una mirada asesina. Y trató de esquivarme.
�¡Un momento! �Exigí interponiéndome en su camino.
�¡No quiero hablar contigo! �Gruñó y comenzó a caminar. Pero inmediatamente la comencé a seguir.
�Me dices que no te vuelva a buscar, pero si quieres que cumpla eso entonces debes darme la oportunidad de hablar contigo.
Ella se detuvo bruscamente, parecía que estaba muy molesta, yo la alcancé y me posé frente a ella, pero ella me fulminaba con la mirada. En ése momento ella levantó su mano y me estampó una gran cachetada. Era la primera vez que alguien me tocaba el rostro. A mi mamá no le iba a gustar, y el dolor era muy intenso. Por un momento desvié la mirada de ella. Pero lentamente volví a acomodarme y la miré directamente a los ojos. Ojos grandes y expresivos, y por lo visto, estaba muy, muy dolida. Ya algunas lágrimas comenzaban a salir y correr por sus mejillas.
�¿Por qué me golpeaste?
Ella esperó unos segundos y dijo.
�¡Te odio!
�¿Pero por qué? �quise saber, muy molesto.
�La otra noche Rodrigo me contó todo lo que tú le dijiste a él de mí.
Por un momento me adentré en los recuerdos de hace unos meses. Y recordé perfectamente lo que le dije a Rodrigo.
Me encogí de hombros y pregunté como si nada.
�Sí� lo recuerdo, pero no lo encuentro un delito sentir algo por ti.
�Ay Por favor Max� Admite que le dijiste que yo era una prostituta.
Se podrán imaginar mi cara de asombro en ése momento. Y creo que mi rostro dejó mucho en qué pensar, porque luego sentí como se estampaba en mi cachete otra cachetada. En ése momento no tenía ni idea de lo que era una prostituta. Hasta que mi mamá me lo explicó después.
En ése momento mi mente no reaccionó a tiempo y lo único que hice fue pedirle perdón. Perdón por algo que no hice. Por algo dicen que las cárceles están llenas de personas inocentes.
�Pensé que eras distinto� y lo peor es que me comenzabas a gustar.
¡MIEEEEERDAAAAAAAAAAAA! �Grité en mi mente.
El muy Maldito había mentido. Me había metido en un Gran, Gran problema. Ahora estoy mucho más interesado en que llegue. Vamos a tener una conversación muy intima.
Ése día cuando llegué a la casa, le mentí a mi madre diciéndole que me había caído de cara al asfalto. Pero era muy evidente que en mis cachetes había dos marcas de manos. Mi madre no es estúpida e insistió infinidades de veces para que le contara pero esa es una de mis cualidades. Se guardar secretos y de ninguna manera los digo.
Había llegado el 24 de diciembre y lo que había ocurrido con Glenda y lo que ella me había contado, aún seguía hirviendo dentro de mí. Pero. Rodrigo no había llegado.
En la noche. Me puse la ropa que tanto quería. Una camisa negra de una tela que parecía ceda pero no era. Y un pantalón del mismo color de la franela. Todos estábamos celebrando, la rabia se me había pasado un poco. Hasta�
Estaba en mi casa con mi familia, mi abuela y mi prima nos había visitado. Y estábamos haciendo el intercambio de regalos. Hasta que alguien tocó la puerta.
Carla, mi hermana fue a abrir y su reacción fue de alguien a quién conociera desde hace mucho tiempo. Yo estaba sentado en el sofá. Con una cámara que me había regalado mi papá.
�¡Max! �Gritó Carla, porque la música estaba muy alta�. Max, Te buscan. �Dijo, y cuando me levanté del sofá y me abrí paso entre tantas personas. Lo vi�
Allí estaba Rodrigo. Llevaba puesto una camisa blanca corrugada y un pantalón negro. Cuando me vio. Me sonrió. Allí estaba nuevamente su sonrisa inmaculada.
Yo estaba molesto, pero no podía dejar de sentir nervios cuando lo veía.
Él se me acercó y me saludó con un abrazo.
�Te extrañé. �Me susurró al oído. ¡Dios� esos susurros que tanto me chiflan! El abrazo no duró mucho, fue cuestión de segundos.
Después, él saludó a todos los demás en la casa. Mi mamá le había tomado mucho cariño a Rodrigo. Le parecía un muchacho muy simpático. Al igual que mi papá.
Más tarde ésa noche. Rodrigo me dijo que lo acompañara. Por lo que lo seguí, pero ya iba con la intención de golpearlo.
Caminamos hasta el estacionamiento, dónde nos sentamos en la cabina de carga del padre de Bruno. Yo me senté en el borde y él se sentó en el techo�
�¿cómo la has pasado en éstos meses?
Preguntó mirándome tiernamente.
En cambio. Yo lo fulminé con la mirada y me bajé del auto y comencé a caminar hacia la calle. Pude escuchar como él se lanzaba desde el techo y caía sobre la cabina de carga.
�¡Oye! ¿Qué te ocurre? �Dijo corriendo hacia mí.
Inmediatamente di media vuelta y expresando toda mi rabia en mi rostro lo miré y dije entre dientes.
�¿Qué fue lo que le dijiste a Glenda? �Grité señalándolo
Su reacción fue delatora.
�Max� Todo tiene una explicación �Dijo tratando de calmarme, levantando sus manos a la altura de mi pecho pidiendo una tregua.
En ése momento me abalancé sobre él para darle un puñetazo, algo que él no pudo evitar. Pero solo se lo di en el pecho y no en el rostro como yo quería.
�¡No quiero pelear, Max. Por favor! �Gruñó alejándose de mí.
�¿Por qué carajo lo hiciste? �Grité.
En ése momento se acercó Peter y su hermanita, para separarnos. Ella me intentó sostener, Mientras Peter se interpuso entre él y yo.
�¿Qué ocurre? �Quiso saber.
�¡No es tu problema! �Gruñí molesto. La pelea no continuó. Y yo me fui molesto. Pero Rodrigo se me acercó corriendo y se posó frente a mí.
�¡Alto, Alto! �Me detuve, respirando profundamente�¡Por favor! �Murmuró con la voz quebrada y sus ojos aguarapado� ¡No te enfades conmigo!, eres el único amigo que tengo aquí.
Peter y su hermana llegaron pero se mantuvieron a Distancia.
�Rodrigo� por favor aléjate, no quiero golpearte. �Gruñí
Su mirada reflejaba que estaba desesperado. Entonces alzó sus brazos a la altura de sus hombros y cerró sus ojos.
�Si te hace feliz� entonces golpéame. ¡Golpéame pero quiero que me des una oportunidad para explicarte todo!
No se diga más>> Pensé para mis adentros. Y lo golpeé con fuerza en el abdomen, si lo golpeaba en la cara, lo más probable es que me meta en otro problema. Sé que le dolió bastante, porque después de pegarle se quedó tirado en el suelo, tosiendo. Peter corrió a auxiliarlo, mientras que su hermana (Irene) trataba de detenerme. Y no me fui. Me quedé allí hasta que se levantara para ver si era capaz de golpearme. Ya que eso era lo que más quería. Que me golpeara para yo destrozarlo
�¿Te has vuelto loco Max? �Farfulló Peter, mientras su hermana trataba de detenerme.
�¡Tranquilo Peter! �Murmuró, tosiendo y riendo�No me dolió.
Eso sí que me hizo enfurecer. Se reía en mi cara, y para completar me dice que no le dolió.
Como pude me zafé de Irene y empujé a Peter, para tomar a Rodrigo por la camisa, mientras aún reía, y darle un puñetazo en el rostro. Pero Peter me detuvo primero, abalanzándose sobre mí. �Maldito� Gruñí mirándolo con odio.
Irene también me ayudaba pero para que no lo golpeara más. Rodrigo se levantó, su conducta era valentonada. Me retaba con la mirada.
�Déjenlo. �Ordenó.
�¿Te has vuelto loco? �Preguntó Peter.
Rodrigo sonrió.
�Déjenlo. Quiero ver qué tiene.
Peter se echó a un lado, y yo contraataqué con toda mi furia.
Segundos más tarde, yo estaba en mi cuarto, castigado doblemente y con mi nariz sangrante.
Obviamente mi mamá y todos querían saber qué había pasado. Y por más que me obligaran, no quise decir nada esperaba que todo lo dijese Rodrigo.
Al Día siguiente. El chisme se regó por todas partes. Todo el mundo supo lo que había ocurrido con Rodrigo y conmigo. Muchos de mis amigos llegaron a la casa para preguntarme y reírse.
Dos días después, me habían quitado el castigo� Ambos castigos. Ya podía meterme en la piscina. Pero no me salvé de que la encantadora y humilde señora Virginia se acercara a mí y me preguntara por lo ocurrido. A lo que yo contesté de mala gana. <
Al siguiente día, era 27 de diciembre, una fecha que nunca olvidaré.
Rodrigo fue hasta mi casa y le pidió a mi mamá perdón. ¿No se supone que debía ser a mí? Pensé cuando lo escuché por la escalera.
Luego pidió hablar conmigo. Mi mamá aceptó y subió a decirme. Recuerdo que yo Salí corriendo para que pensara que no había escuchado y que estaba encerrado en mi cuarto.
Cuando ella me dijo que él quería hablar conmigo le contesté que lo dejara pasar a mi cuarto.
Segundos Después� Alguien tocó la puerta.
�Pasa, �Gruñí apagando el televisor.
La puerta se abrió y lentamente él entró. El se veía muy, muy cerio, y yo, muy, muy enojado. Pero por más que quisiera odiarlo, no podía. Había algo en él que me hacía temblar con gelatina.
Le dije que se sentara en la cama de mi hermana. Mientras más lejos mejor. Él asintió y cabizbajo se sentó en la cama. No iba a caer en su juego de manipulación gestual.
Hubo un silencio momentáneo en la habitación, hasta que él levantó la mirada y la posó sobre mí.
�Me gusta Glenda.
Poco a poco se formó en mi semblante un ademán de intriga. Y no pude negar que sentía muchas ganas de golpearlo, pero me controlé.
�Y Lamento, Lamento enormemente haberte hecho pasar por eso.
Cuando dijo eso fue que entendí todo. Mi intriga se convirtió en frustración, mis nervios se convirtió en calor. Mucho calor. Un calor que yo defino como: (El primer corazón roto). Jamás me había sentido tan mal. Mi mirada fija en Rodrigo se vio empañada por lágrimas. Pero hice todo el esfuerzo en no llorar. Debía ser más fuerte.
�¿No significó nada para ti, lo que hicimos en las vacaciones pasadas? �Murmuré. Él, con semblante inexpresivo negó con la cabeza.
Exactamente lo que no quería saber.
�¡No soy� Marica! �Asentí como si nada hubiese pasado, respiré profundo.
�Yo tampoco lo era� �Me detuve y respiré profundo�. ¿Qué haces aquí? �Dije. Y el desamor se convertía en odio.
�¡Solo fue un juego! �sollozó
Yo intenté sonreír, pero no pude. Quería demostrarle que no me importaba.
�Claro� Por favor, vete. Y no vuelvas a buscarme nunca más en tu maldita vida. �Murmuré. A lo que él asintió y se marchó.
Recuerdo Claramente. Como lloré ésa noche. Mi mamá me atendió y yo mentía diciéndole que me dolía la cabeza.
El 30 de diciembre. La hermanita de Bruno estaba de Cumpleaños, y esa familia hizo una ENORME fiesta. A todos los de la residencia nos habían invitado. Yo no estaba de ánimo para ir, pero mi mamá me obligo. Supuestamente por cortesía. En ésos días lo que menos me importaba era ser cortés. Pero en la residencia nos conocían a mi hermana y a mí por ser muchachos muy bien educados. Y mi mamá no pretendía dejar ése título por nada en el mundo. Quería ponerme la ropa del 24, pero no podía porque el muy imbécil me la rompió.
Me fui con una franela blanca la cual tenía plasmada una calavera de color negro. Y sobre la franela, me puse una camisa negra sin abrochar, con unos Jeans oscuros.
La fiesta estaba muy animada. Pero por ningún lado encontré a Glenda, ni mucho menos a Rodrigo.
Bruno. Me dijo que le aburría la fiesta y me preguntó si quería ir a jugar con su Play. Y asentí inmediatamente me. Era una idea fantástica.
En el cuarto de Bruno, estábamos los dos jugando el video juego que le regalé. Me había encantado chocar todos esos autos y prácticamente me enamoré del juego. La ventada del cuarto de Bruno, daba a una montaña dónde había 3 antenas con luces rojas.
Después de un rato de jugar, alguien entró de golpe al cuarto. Yo me sorprendí, y miré a la puerta, allí estaba Rodrigo mirándome algo confundido.
�Rodrigo� ¿quieres jugar? �Preguntó Bruno. Inmediatamente comencé a rezar para que no se quedara, pero él asintió.
�Perfecto, Quédate aquí, que necesito sacar las cosas que he comido. �Me resulta chistoso contar esto, puesto que cuando Bruno dijo eso, inmediatamente mi corazón comenzó a latir con fuerza. Pero en mi cabeza aún existía esa rabia. Bruno se levantó y me entregó el control remoto. Y yo, para distraerme comencé a jugar. Rodrigo le abrió la puerta a Bruno y luego la cerró (Y CON LLAVE). Al ver eso, inmediatamente me puse de pié.
�¿Por qué cierras la puerta? �Dije algo molesto y nervioso.
�En éste cuarto duermo yo, y voy a cambiarme para la fiesta. �Dijo comenzando a desabrochar su camisa.
Inmediatamente apagué la consola y cambié el canal. Había caído en un canal de música donde estaban pasando la canción de Boulevard Of Broken Songs. De Green Day. Luego caminé para la puerta, donde él estaba atravesado.
�Bueno� entonces permiso, que me voy a fuera. �Dije, y lo aparté a un lado, pero él rápidamente se colocó en medio. Nuestros cuerpos quedaron muy, muy cerca, casi podía sentir su respiración profunda. �¡Oh, no!� Pensé. Otra vez está pasando. Sentí un cosquilleo en mi entre pierna. Oler su perfume, y sentir su cuerpo tan cerca me provocaba una erección rápidamente. Por unos segundos nos miramos. Sabíamos lo que queríamos.
De pronto, él tocó mi bulto. Eso provocó en mí un sobresalto. E inconscientemente lo empujé duro contra la pared. Eso a él le había gustado, por su ademán de excitación.
�Me encanta que seas rudo �Murmuró, luego acercó un poco y pronunció mi nombre entre susurros� Maximiliano.
¡¡¡Por Dios!!! Como lo deseaba. Eran tantas las ganas, que ya la excitación me dolía. Pero aún estaba confundido y con mucha rabia. Él volvió a tocarme. He hizo un ademán chistoso de asombro.
�¡Me das asco! �Gruñí entre dientes, tratando de convencerme
El rió chistosamente y preguntó
�¿entonces por qué lo tienes parado?
No supe que decir. Y ya estaba completamente paralizado.
Él me empujó delicadamente hasta la cama y me recostó.
�Dale volumen al televisor para que no escuchen nada.
Inmediatamente obedecí sus órdenes. Pero me desconcentré cuando vi que estaba desabrochando mi pantalón, y sacaba mi dolorido pene. Antes de hacer nada, me miró y sonrió. Después� comenzó a hacerme el sexo oral. De una forma inimaginable. En un momento dado, miré a través de la ventana, y allí vi las tres antenas. Antenas que hoy en veo desde mi ventana, pero eso es otra historia. Lo importante es que ésa escena se me quedó grabada en la mente. Y seguirá así hasta mi muerte.
El video había terminado y alguien quiso entrar. Pero como estaba cerrado tocó la puerta fuertemente.
�Rodrigo� ¿Por qué cerraste la puerta de mi cuarto? �Era Bruno, Inmediatamente guardé mi pene y me senté en la cama con el control del televisor, cambiando los canales.
�Voy� �Dijo y abrió, semidesnudo.
Bruno vio a Rodrigo y lo ignoró, caminó directamente hacia mí.
�¿Qué pasó, y el juego?
�ah� es que me aburrió y lo apagué. �Me levanté inmediatamente y dije� Mejor me voy. No me siento bien.
Al día siguiente� era el último día del año. Y bien temprano en la mañana mis padres habían salido con todos los demás. Yo me quedé por obvias razones.
En la noche anterior. Rodrigo me dijo en un momento determinado que ése día nos viéramos. En mi cumpleaños me habían regalado un teléfono, por lo que le di mi número.
Esa mañana, bien temprano recibí un mensaje de él.
<<¿Te có?>>.
<
De verdad. Mi intención era saber por qué hacía eso. Por qué me decía que todo fue un juego y después me hacía el sexo oral. No sé ustedes, pero si yo considero importante un abrazo o un apretón de manos. Que me haga el sexo oral era algo que iba más allá de los límites de un juego.
Esa mañana llegó. Bien temprano y vestido con su short playero y una franelilla blanca.
Lo invité a pasar e inmediatamente comencé con el cuestionario.
�¿Por qué me hiciste eso anoche? �Dije mientras lo invitaba a sentar en el sofá cerca del árbol de navidad.
�¿No te gustó? � Preguntó acomodándose en el mueble.
�El problema no es si me gustó o no. Sólo que me dijiste que me hiciste quedar mal con Glenda, solo porque te gustaba. Y ahora me haces el sexo oral como si nada. ¿Qué te pasa con Glenda? ¿Por qué la engañas?
Él se levanta obstinado y camina hacia la cocina para tomar una uva de las que estaba en un tazón.
�Max� hay muchas cosas que ignoras y por eso reaccionas así. Es absolutamente comprensible.
�Bueno, pero cuéntame. �Farfullé alterado� ya son dos, la oportunidades en las que me dices eso y nunca me explicas nada. �El se acercó a mí y posó su mano por mi pecho.
�Todo a su tiempo. �Fruncí mi ceño� Max� eres una persona muy linda. Y créeme que te mereces otro tipo de mujer.
Esa caricia, me hizo bajar la guardia.
�Pero� Rodrigo. Cuéntame qué ocurre. ¿Qué pasa con Glenda? ¿Qué ocurre contigo? Creo que somos lo suficientemente amigos para decirnos ése tipo de cosas.
El me dedicó una mirada tierna y me acarició la mejilla.
�¿Alguna vez tuviste un secreto que no puedes decir a nadie, porque no lo entenderían?
Puse cara de pocos amigos.
�Rodrigo� Lo nuestro es ese secreto.
El sonrió tiernamente.
�Me alegra saber que eso es lo único. Pero en mi caso es distinto. Y te pido. Que por favor no me insistas. No quiero contárselo a nade.
Eso me hizo molestar.
�Tienes 14 años. A esa edad nadie puede tener ese tipo de secretos.
Él se molestó y se fue a sentar al sofá. Pero no quería molestarlo, no quería arruinar más el momento junto a él. Caminé hasta él y me senté a su lado, tomándolo de la mano.
�Rodrigo� Eres muy misterioso. �Me miró con esos grandes ojos color miel, no estaba enojado sino, asustado� No me cuentas nada de ti. No sé quiénes son tus padres. No sé si tienes hermanos. �Comencé a mirar su boca, ya que en ése momento él había humectado sus labios con su lengua�. No sé quién eres. �Murmuré algo nervioso, cuando él comenzaba a acercarse más y más a mí�. Sin embargo. Hemos hecho cosas increíbles, �Estaba tan cerca de mí que comencé a sentir su respiración. Luego posó una mano sobre mi hombro, para traerme hacia sí�. Y créeme cuando te digo que� Me resultas� Muy� Interesante� �En cada pausas, nuestros rostros se acercaban cada vez más. Pero de pronto se levantó, dejándome con las ganas de probar sus labios.
�Max� Tengo miedo.
Me levanté del sofá un tanto confundido y caminé hacia él.
�¿Miedo de qué? �Me posé frente a él y lo tomé por los hombros�. ¿Tiene que ver con ese secreto del que me hablas?
Él mordió su labio levemente, se veía ansioso y asintió, pero luego se retractó y negó.
�Sí y no. �Dijo separándose de mí y caminando hacia la pecera cerca de la puerta�. Max� �Se detuvo repentinamente y el silenció irrumpió en la sala� Max� estoy confundido.
Me acerqué a él, bastante preocupado.
�¿Confundido de qué� por qué o quién?
El dio media vuelta y me encaró. Sus ojos mostraban esa confusión de la que tanto me hablaba. Pero había algo más. No sé si era ese secreto. O algo más fuerte.
Al final negó y suspiró.
�No puedo� es otra cosa que no te puedo decir.
Hice un ademán de fastidio, y caminé hacia el sofá, bastante frustrado. ¿A quién le gusta que le estén a punto de contar algo y a la final no dicen nada? Eso si me da rabia.
Me senté, y con mis manos en mi nuca, tratando de relajarme. En ése momento sentí como Rodrigo se acomodaba en mi regazo de modo que estuviésemos frente a frente. Inmediatamente levanté mi mirada y allí estabas esos bellos ojos color miel. Me miraba de un modo extraño nadie nunca me había mirado así. No hasta ése momento. Enredó sus brazos de modo que se sujetaran a mi cuello, y pegó su frente junto a la mía. Mi corazón latía con fiereza, me sonrojaba el hecho de que él también lo sintiera, y me sonrojaba aún más, si notaba que temblaba cada vez que nuestros cuerpos hacían contacto. Ambos podíamos sentir nuestra respiración, la de él era normal. En cambio, yo� estaba hiperventilando.
�¡No soy marica! �Susurró, eso me hizo enojar un poco. Recordé cuando había ido a mi cuarto y me había dicho lo mismo, también recordé la pregunta que yo le hice al momento.
�Yo tampoco lo era� ¿Qué hacemos aquí entonces?
�¡Contigo� haré la excepción! �En ése momento quisimos besarnos, pero algo nos detenía, era una fuerza que no nos permitía. Algo que me decía que no debía hacerlo en ese momento. Y creo que él también sintió lo mismo, por lo que me dio un beso en la frente y me abrazó.
Había terminado el año y comenzado el 2005. Rodrigo aún estaba en la residencia. Y desde el 3 de enero, hasta el 10, nos las pasábamos haciendo cosas juntos. Cosas como los mejores amigos. �¡Por Dios!, ¿A quién engaño?�. No podía pasar una hora, sin que sintiéramos ganas de comernos. Es más. Cada vez que estábamos a solas, siempre nos tocábamos. Jajajajajaja recuerdo muy bien esos días. Los recuerdo con aroma y todo. Pero en esos días nunca hubo un beso. Aunque las ganas no nos faltaban. Tampoco hubo sexo anal. Ni tampoco sexo oral. Él no me habló de su secreto. Seguía siendo muy reservado y misterioso.
Un día, y como la vez pasada. Se tomó la molestia de avisarme su partida.
Estábamos caminando a la panadería. Era de noche.
�Me voy Mañana. �Murmuró de un momento a otro.
Mi corazón había dado un vuelco. Y sentí que la respiración me faltaba.
�¡Maldición! �Juré� ¿Por qué no te mudas acá?
�Créeme que es lo que más quiero. Quisiera estudiar y graduarme.
Eso que dijo me sorprendió y casi me ahogo de la impresión.
�¿Qué?, ¿Tú no estudias?
El me miró apenado y negó.
�¿Pero� por qué?
Iba a decir algo, pero no fue así. Se retractó. Fue cuando lo entendí.
�Tu secreto, ¿Verdad? �Él asintió en silencio.
�Rodrigo. No te lo había dicho, pero� cuentas conmigo para lo que sea.
Él me miró y me sonrió, con esa sonrisa que tanto me alteraba. Y luego me dio un golpecito juguetón en el hombro.
�¡Gracias!
12/1/2005
En ésta fecha comencé a escribir mi diario. El diario donde anotaría todas mis aventuras amorosas. ¿Por qué ese día? Bueno� para empezar, me encontraba ansioso, ya que era el cumpleaños de mi hermanita. Iba a cumplir su primer añito. Y� ése día Rodrigo se iría a Caracas. Algo que no entendía, ya que él no estudiaba. Pero era bastante obvio que sus razones tendrán.
En la tarde. Él llegó a la casa. Yo estaba esperando a que tocara la puerta para salir corriendo y abrirle.
Cuando lo hizo y le abrí. Él suspiró y me regaló una espléndida sonrisa. Ya sabía por qué había venido, así que no tardé en abrazarlo. Su tío lo estaba esperando en la puerta, y cuando lo vi, me separé rápidamente de Rodrigo. Él estrechó mi mano y me dijo.
�Nos vemos en agosto.
Yo me había sorprendido tanto que no pude dejar escapar un estruendoso�
�¿¡QUÉEEEEEEEEEE!?
Él se sorprendió mucho y me ordenó a que bajara la voz.
�Sí bueno� tiene que ser de esa manera. Porque� mis razones tengo.
Yo asentí en silencio. Estaba muy alterado. No quería que se fuera por tanto tiempo. ¿Qué iba a hacer sin él? Todo sería muy aburrido. No quería. Me negaba rotundamente.
�¿Pero no hay forma de que vengas en carnaval o semana santa? �Él negó lentamente y con pesar.
�No hagas esto más difícil de lo que ya es. �susurró. En ese momento sentí como se me desgarraba el corazón, con su partida él se llevaba un pedazo de mí. Moví la cabeza afirmativamente y solté lentamente su mano.
�Ya nos vamos Rodrigo. �Gritó su amargado Tío.
Y se marchó.
En la noche después de la fiesta. Me senté a escribir todo. Desde el principio.
Pero exactamente a las 2 A.M. un mensaje de 5 páginas o 5 mensajes. Me llegó al teléfono.
Era Rodrigo.
>> Discutí con mi tío mientras me llevaba al terminal. Me dijo que en su casa no aceptaba, Drogadictos, delincuentes ni Homosexuales. Me dijo que le había parecido muy extraño el hecho de que tú y yo nos despidiéramos de esa manera. Debemos ser más cuidadosos para la próxima, aunque obviamente le dije que estaba viendo cosas donde no había, y luego me golpeó en el rostro. Supuestamente era porque me atreví a contestarle a su regaño. Lo cierto es que� Ni la distancia, ni el tiempo, ni nadie podrán borrar lo que he vivido contigo. No eres mi primer amor, pero si eres y serás el único hombre que me toque. Eres tan masculino, estoy guardando todas las ganas de comerte para agosto de éste año. Y por favor� Borra éste número, yo te llamo cuando tenga uno nuevo.
>>¡Te espero!, quiero intentar miles de cosas nuevas contigo. �Dije.
>>Créeme que lo vas a gozar. Nos vemos en agosto.
No sé qué pasó en ese momento. Pero luego lo intenté llamar. Y me aparecía como que el teléfono no estaba en funcionamiento o algo así. Supuse enseguida que había votado el teléfono. O mejor dicho. Que lo había destruido.
Rodrigo� debía buscar la forma de averiguar qué es lo que ocurre.
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