Por

Anónimo

agosto 13, 2012

7481 Vistas

agosto 13, 2012

7481 Vistas

Aquel verano en Asturias

0
(0)

No logro recordar el año pero sí la estación. Era verano, uno muy caluroso; de esos en los que la piel se te impregna de un sudor constante. Mi familia entera había decidido hacer un viaje a Asturias para escapar el calor insoportable de la España más profunda. Todo resultó en vano ya que incluso en el norte el calor resultaba inaguantable. Durante el viaje, vimos lo imprescindible de la región de la sidra: Covadonga, Oviedo, Picos de Europa…

No obstante, el cuarto día decidimos visitar un pueblo costero, al borde del Cantábrico, para poder ponernos ciegos de marisco y sidra. El restaurante estaba al borde del mar y gozaba de unas vistas perfectas al horizonte atlántico.

Estábamos sentados en una gran mesa cuando de repente lo vi. Era él. Salió vestido con el típico atuendo de camarero: una camisa blanca y unos pantalones negros. La camisa era corta de mangas por lo que pude observar sus brazos anchos y sus manos fuertes. Su pelo era de un rubio tímido, muy corto y con algo de punta. Rondaría los diecinueve o veinte años mientras que yo todavía estaba en mis dieciséis. Estuve toda la comida observándole. La forma en la que escanciaba la sidra: aquel líquido cayendo y tentando su torso. De vez en cuando, cuando se ponía de perfil, podía observar los huecos que formaban los botones en su camisa y veía parte de sus pectorales y sus abdominales. Nadie podía darse cuenta de lo excitado que estaba viendo a aquel tipo. De vez en cuando tomaba alguna foto de su rostro sin que nadie se percatara.

Una vez terminamos la comida, abandonamos el pueblo y yo sentía que el deseo desaparecía y que dejaba en aquel lugar la única gran pasión que había sentido.

El viaje a Asturias acabó y el verano pasó y los años también hasta que cumplí los dieciocho. Incluso tras haber pasado dos, seguía sin poder olvidar a aquel camarero que me había hecho sentir un deseo inigualable. Por tanto, decidí volver otra vez a aquel pueblo de Asturias sólo para revivir ese sueño erótico. Estuve muchas horas conduciendo y, en el fondo, sabía que era imposible que encontrase a aquel camarero. De todas formas, mi empeño era decisivo y nada podía hacerme volver.

Una vez llegué al pueblo, vi la terraza del restaurante vacía y supuse que todavía era demasiado pronto para comer pero aún así me acerqué y entré. «¿Desea algo?» una voz me cortó el paso. Me giré y vi a un hombre mayor al que recordaba vagamente. Era el dueño del bar. «Yo…» No sabía que decir. «Estaba buscando un trabajo» Las palabras salieron de mi boca como si fueran ajenas. «¿Un trabajo?» preguntó. «Sí, tenía la esperanza de que me dejasen trabajar sólo por este verano ya que voy a quedarme aquí dos meses» mentí. «Bueno, ahora que lo mencionas, igual si que necesito una ayuda temporal porque solamente dispongo de dos camareros» declaró. «Puedes venir mañana» sentenció.

 

Fui a la mañana siguiente y, de nuevo, la terraza estaba vacía. Entré dentro y entonces le vi. Al principio estaba de espaldas mostrándome su culo y su tonificada espalda pero cuando se giró le reconocí en seguida. No había cambiado nada. «Tú debes de ser el nuevo ¿no?» preguntó. Evidentemente, él no se acordaba de mi. «Ese soy yo» Las palabras tardaron en salir. «Bueno, Raúl me ha dicho que estos primeros días estarás de prueba y que después ya veremos» dijo.

Los próximos días, él me estuvo enseñando a escanciar, a servir los platos, a tomar pedidos y a hacer lo que cualquier camarero debe hacer. Yo sólo sentía ganas de follar con él y de sentirlo dentro de mi pero el momento aún no había llegado.

Tras una semana, se celebraba una fiesta nocturna en la playa y el restaurante tuvo que abrir por la noche. Todos estábamos ocupadísimos, yendo de aquí para allá con platos y bandejas. La cosa es que a medida que avanzaba la noche, él empezó a mezclar fiesta con trabajo y de vez en cuando se metía alguna sidra hasta acabar bebiendo de la botella. Acabó muy borracho y Raúl me pidió que le llevase a su casa que estaba a unos pocos kilómetros del pueblo. Mientras conducía, él no paraba de desvariar sobre que no nos podíamos ir de la fiesta porque estaba siendo un éxito y no sé que más. Una vez llegamos, abrí la puerta de su apartamento y el me dijo que tenía que ir al baño a potar.

Yo estuve mirando sus fotos. Nada especial: él con sus amigos, él con sus padres, él en Mallorca… De repente, en la penumbra de la habitación oí su voz: «¿Qué haces?». No me dió tiempo a responder ya que se abalanzó sobre mi y me empotró contra la pared. En ese momento yo sentí miedo pero noté que él empezaba a suspirar fuerte y a besarme el cuello. Él me lamía la cara con fuerza y gemía como un perro asustado. Su vulnerabilidad me excitaba y empecé a devolverle los besos. Acto seguido, comencé a desabrochar los botones de su camisa y arranqué su camisa, desvelando su torso perfecto. Le lamía los pectorales, el vientre, el ombligo… Todo hasta llegar a aquellos pantalones que enseñaban la forma de un tronco enorme. Él me cogió la cara con las manos y me la apretó contra su duro pene. Con la boca, desabroché su cremallera e hice que los pantalones cayesen. Yo estaba plantado ante unos calzoncillos que explotaron y me mostraron una verga grandiosa y que olía a sudor de hombre y de sexo. Comencé a lamer la punta hasta introducirme toda en la boca y chupar como un frenético. Él gemía y me paró para coger con sus brazos y bajarme los pantalones. Sin siquiera dilatar, me metió su polla en el ano mientras me envolvía el cuerpo con sus brazos fuertes. Yo le cogía del cuello mientras me envestía con fuerza. LLegamos a la cama, nuestros cuerpos totalmente desnudos, pegados el uno al otro, fundiéndose. Yo aparté mi culo y puse mi cara en la punta de su rabo para que me duchase con aquella leche asturiana que tanto había deseado. La sentía en mi cara, en mi boca, en mi torso, en las sábanas…

A la mañana siguiente, me desperté envuelto en sus brazos, acurrucado junto a su cuerpo protector y fuerte. Cada centímetro de su desnuda piel estaba pegado a mi y su pene estaba dentro de mi. Tal y como lo había deseado siempre.

Todavía recuerdo aquel verano caluroso donde la mente se funde en un deseo de carne y una sed de pasión insaciable. Él, un camarero en un pueblo perdido en algún rincón del Cantábrico. Yo, un adolescente venido de una ciudad alejada de aquel nido de excitación y de deseo secreto.


¿Que te ha parecido este relato?

¡Haz clic en una estrella para puntuarlo!

Promedio de puntuación 0 / 5. Recuento de votos: 0

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este relato.

4 respuestas

  1. franc

    ¡Me encantó tu relato, muy vívido!

  2. haldewh

    Mееt arоusеd lovers with hаrd bоnеrs – http://gay.analsex4.fun

  3. haldewh

    Cоnoce a amantеs cаchоndos con pоllas durаs – http://gay.analsex4.fun

  4. helenx

    Stop jerk off. I know a site where thousands of single girls are waiting to be fucked. Look at them: http://xnice.fun/rt

Deja un comentario

También te puede interesar

Mi vecino

anonimo

13/07/2017

Mi vecino

Mi primera vez a pelo

anonimo

08/12/2024

Mi primera vez a pelo

Borracho abusado por 3 dotados!!!

pasivo35

07/04/2015

Borracho abusado por 3 dotados!!!
Scroll al inicio