
Por
Anónimo
Año sabático
Acababa de terminar con mi novia, mi padre me dió la parte de mi herencia y se fue a vivir al eXxerior, y quedé solo, deprimido. Así que me fuí a mi nueva casa en la playa para pasar unos días y distraerme.
Una tarde subí a un punto alto a ver el paisaje y vi a un chico blanco de veititantos años, siendo cogido por un negro del pueblo. El Chico blanco gemía como una loca en celo, mientras el negro se lo montaba. Me escondí a mirar y vi como aquel negro eyaculaba en el ano del chico. Al sacar su pene vi que era muy grande y grueso. Se besaron largamente y el chico empezó a satisfacerlo oralmente. La escena me gustó mucho y me excité mirándolos. El negro hizo parar al blanco y lo levanto de frente y empezó a besarlo, penetrandolo así. Ambos acabaron mientras se besaban.
Se vistieron y pasaron muy cerca de donde me escondía, vi que el chico blanco lloraba y acariciaba al negro diciendole que nunca lo olvidaría.
Desde allí vi partir al chico rubio en un carro y al negro entrar en un negocio.
Estaba muy excitado, y empecé a fantasear sexualmente con un negro que me poseía y tuve un poderoso orgasmo. Al bajar nade unos minutos y fuí al lugar donde vi entrar al negro. Nunca había sentido deseos por un hombre, pero esto me avasallaba. Al entrar vi que era una bodeguita y el negro estaba sentado en un rincón. Saludé y sonrió. Por el reflejo en un vidrio vi que me miraba y me paré en puntillas levantando mi cola mientras señalaba algo en la despensa. Noté que el negro miraba la curva de mi trasero y mis piernas. Me rasqué un gluteo dejando que lo viera unos instantes.
Al llegar a casa me masturbé nuevamente, sentía un gran deseo de ser penetrado y gozado por aquel hombre como lo había hecho con el chico blanco.
Salí y compré crema depilatoria y depilé muy bien mi cuerpo, al día siguiente fuí a la playa y me coloqué tras una duna, por lo que no me veía desde el pueblito. Allí me tiré sobre mi toalla y saqué el protector solar. Había recogido un poco mi traje de baño bikini para borrar la marca del bronceado y se veía parte de mis nalgas. Entonces oí un saludo y volteé viendo al hombre negro. Lo saludé y me dijo: Déjame poner protector en tu espalda, asentí y empezó a acariciarme desde el cuello hacia abajo. Era delicioso y mi piel se erizo, entonces él me dijo: Dicen que la piel erizada es de quien la eriza. Llegó a mi trasero y bajó mi traje de baño. Yo no hablaba, solo me extremesía de placer con aquel roce, y al acariciar mis gluteos le dije: Alguien puede venir. El rió y me dijo: Nadie viene aquí entre semana, y menos a esta hora. Sus manos me tocaron a placer, de pronto sentí uno de sus dedos en mi ano y estaba muy baboso. Sin decirme nada lo deslizó en mi cuerpo haciendome gemír de dolor y excitación, empezó a moverlo, mi piel estaba toda erizada y yo temblaba de miedo y de deseo. Besó mi ano con su boca de una manera muy ardiente y pronto gemía y jadeaba de placer. Al ver que le abría mis piernas volvió a meterme su dedo, pero esta vez deslizaba dos de ellos. Al ver que hundía tres de sus dedos sin resistencia alguna, se montó sobre mi y deslizó su pene en mi ano. Al comienzo entro facil, pero luego empezó a dolerme, así que controló sus embates para hacermelo tolerable y de pronto su sexo se hundió hasta la base. Sentí un dolor agudo y me sentí lleno, completo, suyo, poseido, dominado, cogido. Mi pene empezó a eyacular con potencia y de pronto sentí el más intenso, delicioso, y divino orgasmo de mi vida. Perdí la cabeza de placer y lujuria, mi cuerpo empezó a moverse erotica y rápidamente, mientras yo gemía, jadeaba, chillaba, y gritaba locamente de placer mientras el me cogía. Entonces caí exhausto, agotado, rendido y quedé casi desmayado gimiendo con cada empuje de su sexo, hasta que eyaculó intensamente en mi.
Al sacarlo corrí al mar, pues mi intestino se vació completamente y me sentí muy avergonzado. El se acercó y me beso en los labios con ternura y deseo, agarrando mis nalgas y me dijo: Vamos a tu casa. Me vestí y partimos.
Cruz se convirtió en mi novio, me hizo vestir ropa intima femenina y ropa de mujer, me obligó a maquillarme a diario y pintar mis uñas de pies y manos de colores llamativos, y me obliga a comportarme y tener gestos de mujer. Me exhibe en público como su mujer, y no se reprime al besarme o acariciarme en público. Decidí tomarme un año sabático para estar con él y ahora dirijo mis empresas desde nuestro hogar en la casa de la playa en ese pueblito, donde todos saben que somos pareja
3 respuestas
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