
Por
Anónimo
abogado maduro y curioso
Tengo 59 años, soy abogado, casado, tres hijos ya grandes. Cuento esta historia motivado por ayudar a quienes no se atreven a vivir a fondo sus deseos.
En mi país las costumbres son muy conservadoras y hay que cuidar las apariencias. Tengo una hermosa familia y llevo 22 años casado con Marcela, profesora en una escuela.
Cenando una noche con mi mujer en un restaurante nos encontramos con Jaime, un antiguo amigo de ella, acompañado de un jovencito muy simpático. Obviamente eran gays. Los invitamos a la mesa y se produjo una bonita charla. Nosotros somos de mente muy abierta y eso al parecer impresiono a la pareja de hombres. Noté que el joven de unos 25 años me miraba más de la cuenta y me sonreía, ahí me comencé a poner nervioso. Mi mujer me comentaria mas tarde que su amigo Jaime fue su novio hace muchísimo tiempo y que para entonces ella ya sospechaba que era gay: “en la cama era pésimo” me confesó.
Diez días después mi esposa me sugiere invitar a la pareja. No estaría mal conocer una pareja gay ya que los tiempos exigen ser flexibles de mente. Llegó Jaime con José, su jovencito mancebo. La cena fue simpática, hablamos de políitica, arte, familia, pero volvi a sentir que el joven me miraba mucho. José era egresado de una escuela de teatro, muy bonito de rostro, finito, delgado, rubio. Jaime en cambio es grueso, musculoso de bigotes, estilo Fredy Mercury.
Tres días después José –el chico gay- me llama y me dice que necesita hacerme una consulta profesional. Va a mi oficina un miércoles a primera hora. Queria que lo asesorara para iniciar un emprendimiento asociado a un teatro. Sus preguntas eran vacias, obviamente eran un pretexto, lo invité a almorzar por cortesía y me pidió que no le contara a Jaime pues es muy celoso.
Yo no soy homosexual, y nunca he mirado hombres, pero confieso que el tipo es precioso, delgado, bien hecho, musculoso, de estatura media, rubio, ojos verdes. Se nos hizo tarde y me pidió que lo llevara al metro. Al despedirse me besó y sus labios rozaron los mios. Se bajo en una luz roja y partió. Quede intranquilo y curioso.
Me llamo al dia siguiente, nuevamente un café, nuevamente un almuerzo, pero esta vez lo lleve a un restaurante gay. Se sentía a sus anchas y me dijo que yo le daba mucha confianza. Lucia una camiseta muy bonita y unos short muy femeninos con tenis rojos.. Lo fui a dejar al metro, me besó, esta vez en los labios, quede algo perplejo, se bajó y lo vi perderse en la multitud, pero yo estaba en un atasco de autos pasaron mas de 5 minutos sin moverme del mismo sitio y entonces veo que José abre intempestivamente la puerta se vuelve a subir y me dice: “mira, me gustas mucho, me atraes, no se porque, ahora dime que vas a hacer con esto que te confieso” .
Estiré mi mano y apreté su muslo suave, él tomo mi mano, pasaron tres minutos y avancé. No preguntó adonde íbamos, era obvio. No quite la mano de su pierna. Al contrario comencé a acariciar esas tremendas piernas. Llegamos a un hotel. Al llegar nos abrazamos, nos besamos, toque por primera vez el cuerpo de un hombre; el chico se desnudó lentamente como una mujer mostrando su cuerpo, dándome un espectáculo, era fragil, femenino, me besaba con ternura y yo no sabía muy bien que hacer. Su pene era una pequeña arruga de piel de no mas de 10 cms de largo. Se arrodilló, me quitó el pantalón y me beso el abdomen, luego me besó las piernas y los pies, se estaba humillando, se estaba entregando; paso su lengua por mis piernas y con mucha suavidad me tomo la verga la olio, paso su lengua humeda desde los huevos hasta la punta, enseguida se metio mi verga en la boca y me hizo una mamada exquisita, mejor que mi esposa. “… que verga papito, esta hermosa su tranca papi…la tienes inmensa”. Ciertamente heredé de mi padre una verga de 24 centimetros de largo y muy gruesa, algo curva y de glande muy dibujado. Mi mujer me dice que es fantástica, masculina y groseramente porno. Mis novias me confirman que lo mio está bastante grandecito y apetitoso.
José chupó mas de 10 minutos, hasta que mis jugos preseminales comenzaron a dejarle un hilito de baba en su boca; enseguida me desnudó por completo, me beso entero y me puso un condón, se acomodó, yo quedé acostado, José se me sentó encima y me dijo “ te voy a dejar viendo estrellas, de esto no te vas a olvidar jamás papi”. Se fue sentando sobre mi verga y senti que mi pene entraba apretado por una estrecha cavidad. Mientras el chico me besaba, gimiendo con los ojos blancos de placer; sentí su lengua juguetona en mi boca, y luego su lengua jugar con mis pezones. Una intensa sensación de placer me invadió y comencé a tocar al chico, a acariciarlo, sentí sus nalgas, sus piernas, me sente y nos abrazamos, nos besamos, nos lamimos, mi pene estaba ya completamente en el cuerpo de José. Me cabalgó más de 20 minutos, sujetó mi cabeza y me dijo al oído “soy tu hombre, soy tu mino, soy tu puto, tienes una verga exquisita, cualquier maricon se la quisiera dentro”.
Enseguida se puso boca abajo y me ofrecio su delicado trasero blanco, carnoso, homosexual. Lo cabalgué. Sentado en sus nalgas pude ver como entraba mi verga dura y cabezona entre las nalgas frágiles del hombre, fue precioso. Cabalgue como 15 minutos al ritmo de los gemidos de mi amante.
Luego me senté al borde de la cama, el hombre se me sube , me abraza y me lo vuelvo a culear, estábamos en pleno kama Sutra. Llevábamos mas de una hora dándole duro al sexo. “paremos, me dice, me duele el potito, tienes un garrote de carne precioso pero muy grueso”. No me puedo ir a casa asi le dijgo yo. Entonces me quedo sentado al borde de la cama, Jose se instala en el suelo de rodillas entre mis piernas y me dice: “obsérvame amorcito, mira como me tomo la lechecita de papá ” El joven chupo como 5 minutos y yo no me aguanté: mis disparos de semen cayeron en su boca, nariz y pelo. Traga todo se limpia los labios y me dice. “Eres un regalo papito…eres exquisito”. Verlo caminar desnudo al baño, con su pene diminuto sus largas piernas rubias y su culito parado recién culeado, fue hermoso. Fue mi primera experiencia gay. Siguieron días maravillosos, varias veces inventé trabajo fuera de la ciudad y nos fuimos con José a la playa. José es particularmente caliente, erotico. Su pareja jamás se enteró. A medida que nuestra relación avanzaba me fui sintiendo cada vez más hombre, pero a la vez cada vez más gay. Una tarde, en un hotel, José trato de penetrarme, me sentí molesto y solo acepte que eyaculara en mi boca, habíamos decidido que el 69 era una posición democrática en la cama pero que ambos debíamos beber. Siempre sentí un poco de asco, aunque la situación siempre fue muy intima y muy erotica. Y tal vez eso nos fue alejando. Estuvimos dos años teniendo sexo, nos juntábamos una vez por semana a querernos y ser felices, mi esposa nunca lo supo. Con el paso del tiempo me fui alejando, José conoció a otro maduro y se fue con él. No lo he vuelto a ver. Aun lo recuerdo.
Una respuesta
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