3 – Octubre – 2015
Aquella tarde en casa de X jugando al FIFA15 sonó mi móvil. Sonreí. Un sabado más, y con este iban tres seguidos. Decidió que era buen momento para quedar. Algo en mí me decía que este fin de semana iba a estar sola en casa. No cogí el teléfono y entonces me escribió por Whatsapp.
Efectivamente.Tan pronto como pude me dirigí a su casa. Estaba espectacular. Me recibió maquillada, y llevaba un vestido negro que resaltaba su estrecha cadera con esas ‘pornopiernas’, que terminaban en dos stilettos negros, altos y afilados.
Mi mejor amiga iba a salir con sus amigas de la universidad, pero dijo que no estaba segura de si ir o quedarse en casa. Yo había salido la noche anterior, y aunque no había probado ni un porro, (llevaba 10 dias en abstinencia por el tratamiento en el centro de ayuda al drogodependiente que tenía que cumplir para evitar la multa) me había bebido media botella de bacardi y una yonki-lata la pasada noche. Desde que aumenté el consumo de cannabis había aborrecido el alcohol, pero necesitaba «estar en matrix» y evadirme de la realidad de alguna forma. Había llegado a casa sobre las 7 de la mañana.
Estaba echo mierda pero verla así vestida me puso las pilas. Le dije que como quisiera, que si se marchaba no pasaba nada. Aún indecisa, dijo que si se iba con sus amigas, se iría dentro de mucho tiempo. Supe que eso significaba que se iba a quedar en casa.
Mientras yo esperaba en el sofá viendo un programa que ponían en la tele, entró en su habitación y se cambió de ropa para ponerse mas cómoda
Apareció con un short rosa y unas zapatillas blancas de estar por casa. Me pidió que le liara un cigarro. Solo fuma tabaco cuando está conmigo. Se sentó a mi lado, empezamos a comentar el programa y a hablar de cosas sin importancia. Yo estaba allí aguantando sus penas, para a ver si al final me follaba.El primero de los tres sábados seguidos que llevábamos quedando también estuvimos viendo una película en su casa. Al cabo de un rato noté que se relajaba. Entonces se recostaba hacia un lado del sofá y apoyaba la planta de sus pies sobre mis muslos. Siempre he pensado que lo hacía para calentarse los pies con el calor de mi cuerpo. Recuerdo que el primer sábado yo llevaba puestos pantalones cortos, y pude sentir el roce de mi piel con sus pies. Unos pies que pese a no ser especialmente bonitos, tienen un atractivo increíble e hipnotizador. Cuando apoyaba los pies sobre la mesa yo los miraba de reojo.
A día de hoy creo que ella se ha dado cuenta de que me gustan, pues aunque intento ocultarlo, los miro varias veces de forma inconsciente. Estoy seguro de que lo nota. Además, mi amiga es logopeda y estudia psicología, me conoce bastante bien.Esta vez hizo lo mismo que la anterior, apoyó las plantas de sus pies sobre mis muslos, pero como hacía más frío se tapó con una manta. Noté que estaban congelados, a pesar de que yo llevaba puestos unos pantalones largos de chandal y una sudadera carhartt, de tal manera que el contacto de sus pies con mis muslos era sólo a través de la tela del pantalón.
Volví a proponerla un juego en el que le hago cosquillas en el brazo, que pareció gustarle la vez anterior que estuve en su casa. Ahora tuvo muchas más efecto. Después de jugar un par de veces, y acariciarle de vez en cuando las piernas y los pies por encima de la manta, me preguntó si podía estirar sus piernas por encima de las mías.
Aquello despertó a mi pene.
Acepté sin pensarlo dos veces, y le propuse el juego de las cosquillas en la pierna. Jugamos sólo una vez, pero decidí continuar haciéndole cosquillas en la pierna mientras veíamos la película «Guerra mundial Z», que por cierto es la hostia de comercial y bastante mala.
Como no era plan de subir mucho la altura de las cosquillas hacia su culo, el cual merece otro capítulo aparte, probé sutilmente y muy poco a poco a hacerle cosquillas en los pies. Fue entonces cuando me comentó que le encantaban las cosquillas. Mientras continuaba con mis caricias, mi amiga criticaba la película o hacía comentarios sobre ella. Yo le seguía el rollo y nos reíamos de algunas de las escenas. Para entonces ya notaba mi pene luchando por salir del pantalón.Me di cuenta de que le estaban molando las cosquillas en los pies, y lentamente me iba atreviendo a tocarlos más y más. Me recreé recorriendo con mi mano todas sus partes. De vez en cuando volvía a sus piernas, pero me iba deteniendo en sus pies con mayor frecuencia hasta únicamente centrarme en ellos.
Yo estaba flipando. Se paró el tiempo. La película me sudaba la polla. Jamás pensé que mi mejor amiga iba a permitirme tocar sus pies. Yo me había masturbado en varias ocasiones pensando en ellos, pero todo aquello ocurría sólo en mi cabeza. Ahora era real, mis manos abrazaban sus pies y notaba como ella presionaba de vez en cuando las palmas de mis manos con sus dedos.
Solo paré de tocarle los pies cuando se cansó de la postura y se giró un poco hacia su izquierda poniéndome el culo y sus plantas a la vista. Además, colocó el pie derecho muy cerca de mi polla y a veces lo movía lentamente, lo que la hacía crecer y crecer. . . Interpreté eso como una señal para que continuara con las cosquillas más arriba y, aunque nunca me atreví a tocarle todo el culo, sí que le hice cosquillas en la parte inferior. No pasaron ni diez minutos y yo ya había regresado de nuevo a sus pies. Ahora se los acariciaba sin miedo. Tras otros cuarenta y cinco minutos haciendo caricias mientras veíamos la película, decidí pasar al siguiente nivel, y empecé a masajearle los pies. El contacto entre ellos y mis manos era ahora total. Me concentré en cada uno de sus dedos por separado, a los que les dedicaba mi mejor masaje. No se me olvidaron los tobillos ni tampoco los empeines, aunque era tocando sus dedos donde yo más disfrutaba. Pasamos una media hora más así. Mi amiga parecía gozar.
Imaginé una infinidad de guarradas entre mi boca y sus pies. Podía observar cómo a mi amiga le gustaba lo que le hacia por los gestos de su cara y cuerpo, a pesar de que trataba de disimularlo con comentarios sobre la película. Fue curioso porque en ningún momento hablábamos de lo que estaba pasando, sino que se asumió como algo habitual. Quizá pensó que tocarle los pies era algo muy normal y no merecía mucha importancia , pero yo estaba como una moto. Para mí era la mayor experiencia sexual que hasta ahora había tenido con ella.
Mi polla lubricaba y me manchó el calzoncillo.
Fue una situación en la que me sentí totalmente sometido por ella. Era como un simple esclavo utilizado para masajear los pies a su diosa, que apoya su peso sobre él en señal de dominación. Me sentía suyo, ella tenía todo el control sobre la situación.
Luego cambió de postura y se incorporó para fumar otro cigarro. Fui a su nevera a hacerme algo para cenar. Volví al sofá. Aunque mientras estaba comiendo noté que mi amiga me miraba y de nuevo apoyó sus pies sobre mi muslos como la primera vez, esta vez no volvió a subir las piernas sobre mí. Yo me recosté y me acomodé esperando que así fuese, pero la conversacion derivó hacia anécdotas y experiencias del pasado que apagaron la complicidad del momento.
Me levanté y me fui.
-Stanley ipkiss-

Por
Anónimo
DIARIO DE UN FETICHISTA
2 respuestas
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