Me llamo Estrella y me llaman la Reina de las tartas, porque mi especialidad és estampar tartas en la cara. A mis 2 novios que tuve los despaché así. A uno en una fiesta de cumplaños, y al otro en casa de una amiga. Se puso un poco tonto y lo fulminé por la via rápida.

Ahora tengo un novio que parece más formal. Llevamos un año saliendo y voy a explicar lo que sucedió el dia de su aniversário. Por la mañana me fui a la peluqueria para hacerme un moldeado, y maquillarme como a Él le gusta. A mi novio le gusta que lleve los labios bien rojos y lacados. Cada vez que nos vemos me besa, hasta que se me corre todo el pintalabios, y le dejo la huella del mismo por la boca. Verme así le pone a cien. Solo quiere que lleve labiales de marcas caras y que dejen huella. Después de la sesión de belleza, pelo, uñas, y cara, me miré al espejo y me vi «toda maravillosa», mi novio se pondria las botas conmigo.

Fui a una pasteleria y compré una gran tarta grande de nata con fresas y frutos rojos, y casa de mi novio me fui. Sus padres estaban fuera la ciudad por unos días, ya que habían tenido que ir urgente a su segunda residéncia por un problema interior, y tadarían unos dias. Mi novio y yo estaríamos solos. Como regalo de cumpleaños, le prometí a mi novio, que ese dia, me estrenaría por detrás. Que mi potente culo, estaría por entero a toda su entera disposición.

Cinco minutos antes de llegar, encendí un cigarrillo mentolado, ya que a mi novio le gusta que lo bese con la mezcla del «regusto» del humo con el pintalabios. Dejé la huella de carmín en el filtro blanco y llamé al timbre, mostrándome yo en todo su esplendor. Abrió la puerta y se quedó de una pieza. Me cogió la tarta la dejó en la silla, cerró la puerta y me besó como un loco hasta llegar al éxtsis. Le dejé los labios marcados por todo el rostro y pasamos al comedor. Abrió la tarta y le encantó. Era igual de grande a la que en su dia le estampé en la cara a mi primer novio. La dejó encima de la mesa separada a un lado.

Me recordó mi promesa de desvirgarme el culo y empezamos a besarnos y a desnudarnos a la vez. Me hizo carícias detrás mio, me besó en el cuello y me puso a tope. Me dijo que me relajara y me inclinó apoyada en la mesa. Seguidamente me separó las piernas al máximo, y empezó a introducirme un dedo por el ojete del culo haciendo círculos, me pidió si llevaba vaselina, le dije que no, y él ni corto ni perezoso se fue a la cocina, sacó de la nevera un pedazo de pastel de crema que su madre le había hecho y me lo estampó en el ano. Con la ayuda de los dedos fue introduciendo la crema y en cuanto pudo introdujo su enorme polla. Le costó ayuda entera empezar a meterla. Chillé, emití quejidos. Le pedí que la sacara, pero no me hizo caso y siguió, y siguió, centrímetro a centrímetro hasta que cogiéndome por los hombros hizo un ataque brutal, mis esfinters crujieron, y la enculada fue como si me partieran en dos. Pegué un alarido de dolor, y así estuvimos un rato hasta que una vez pasado un ratro empezó un mete saca cada vez más rápido. Cerré los ojos mientras me iba taladrando el culo, hasta que a punto del éxtasis me dijo: Abre bien los ojos. Abrí los ojos y lo que vi fue que en cada embestida por detrás de mi cuerpo, pero sobre todo mi cara, estaban justo encima de la tarta de cumpleaños. 

En una fración de segundo no lo llegué a pensar… pero, justo en el momento en que el semen entraba en mi culo, y Él daba un grito de júbilo. Una mano fuerte me cogia por la nuca y me hundía toda la cara en aquella immensa tarta de nata. Me cogió por sorpresa y no pude hacer nada. La mano me dominaba y las últimas embestidas atrás y delante con mi cara enterrada en la tarta y ésta iba acompasada. Ni moldeado, ni maquillage ni nada. Noté como entraba la nata por mis fosas nasales, por la boca, por las orejas y por las cuencas de los ojos, y al terminar la enculada, como pude me levanté con la masa de la tarta todavía pegada en la cara. Ahora ya sabia en própia carne, que era un gran tartazo. Las 2 veces que lo había hecho yo, no eran nada como sufrirlo en própia cara mejor dicho. Me separé de mi novio. Me llevé las manos a la cara y empecé a quitarme los restos de la nata que iba tirando al suelo, ante la sonrisa demoníaca de mi novio. Fui al baño, estuve como una media hora, me lavé la cara y me compuse. Me maquillé de nuevo y guardé en una bolsa de plástico la blusa sucia manchada de nata y fresas. Salí del baño y allí estaba mi novio, satisfecho, tranquilo, con una bebida en la mano y viendo el Partido por TV. Como pude me senté a su lado, ya que me dolía el culo una barbaridad, y el muy cabrón me dijo que me dolería bien, bien, un mes y medio aproximadamente y que me lo tomara con calma. Callada estuve planenado mi venganza para cuando viniera a mi casa la próxima semana.

Al final del partido nos despedimos, y para más recochineo me pegó una palmada en el culo. Le dije que lo esperaba en mi casa el siguiente sábado y que haríamos una fiesta con nuestros mejores amigos, y de años locos 20. Vestidos de época, con cofias, vestidos cortos de la época, maquillajes de labios con boquitas de piñón, boquillas de marfil largas y cortas para fumar, y como en los años 20, tartas muchas tartas. Le tenía preparada una sorpresa, le cogeria por el cogote sentado en la mesa y como a mi primer novio le estamparia una tarta en la cara delante de todos. Pero eso ya sería otra história…