
Por
Anónimo
Verónica 2 200cc (M21)
La fiesta era de gala, por supuesto. Verónica estaba deslumbrante con su pelo de fuego recogido de forma sensual y el vestido largo azul marino, con aquel escote que resaltaba aún más sus pechos aumentados.
Iba por la cuarta copa de champan y ya estaba cansada de responder a las felicitaciones de cortesía. Aquella noche había recibido el premio planeta de cómic a la mejor autora revelación con su obra «Afrodita en Siberia». La verdad todo había ido muy deprisa: acabar bellas artes, hacer el guion de la historia que llevaba ya años bailando en su mente. La verdad, en la editorial la aceptaron muy rápido, algo extraño en realidad en un mundo tan complicado como es el editorial, sin embargo suponía que sus pechos aumentados hacía poco y que con unos modestos 200cc ahora llegaban a una copa C habían tenido algo que ver. El cómic también era bueno, desde luego, si no no hubiera ganado el premio.
Un chico se le acercó, era otro de los candidatos al premio, un joven autor de 25 años, dos más que ella, llamado Marc.
– Felicidades
– Gracias – Respondió Verónica.
Un breve silencio. ¿Otro pesado?
– ¿Qué palo de fiesta, no? – Dijo Marc bebiendo de su copa – Cuando yo imaginaba la fiesta de la entrega del premio de cómics, no se por que pero me la imaginaba un poco más… freak.
– Ja ja ja, me has leído la mente.
Verónica miró por primera vez a Marc, era un chico apuesto y bastante guapo. ¿Y si…? Bueno, ella estaba tan aburrida como él y el champán la hacía sentirse traviesa. Si aparecía la oportunidad posiblemente la aprovecharía.
– Un buen premio, ¿has pensado que harás con él?
Y aquí llegaba, servida en bandeja de plata.
– Pues invertir en mi próxima obra, naturalmente, y aumentarme los pechos.
– ¿Cómo? – Evidentemente la respuesta había cogido a Marc con la guardia baja.
– Si, aumentarlos… bueno, aumentarlos más, porque ya llevo implantes.
– ¿Ah si? – Marc estaba nervioso de repente, la voz le había temblado al responder. Verónica estaba dominando la situación.
– Ajá – Apuró la copa de champán – ahora llevo unos pequeños implantes de 200cc, pero los quiero más grandes, mucho más grandes.
– ¿Cómo de grandes?
– Muchísimo, al menos 3000cc, es mi fetiche particular, ja ja, perdona, mira que me hace decir el alcohol.
– Vaya – La mirada de Marc había cambiado, ya no estaba intimidado y se le veía con confianza – No esperaba conocer a una chica como tú: Inteligente, dibujante como yo, y con el mismo gusto por los pechos enormes que yo …
Ahora era Verónica la que se quedó muda, se miraron un momento respirando con tensión sexual, se cogieron de la mano y se dirigieron corriendo hacia los baños.
Se besaron apasionadamente, cerraron la puerta y se miraron un momento. Verónica se bajó el vestido, dejando sus pechos redondos y excitados a la vista de él. Él se lanzó a comerlos con ansia, besando y succionando los pezones y separándolos para meter la cabeza entre ellos.
– ¡Oh, Dios mío! – Gritó ella – ¡Come mis tetas de silicona!
– ¡Cómo tú mandes! ¡Qué caliente estoy!
– ¡Y yo también!
Ella tuvo un breve orgasmo mientras él le comía las tetas. Se quitó las bragas empapadas y un hilo de flujo le goteó de la vagina.
– ¡Quiero ver esta polla tuya!
– ¡Cómo tú mandes, dama de fuego!
Marc se bajó los pantalones y los calzoncillos, dejando a la vista su pene erecto, ella lo cogió con la mano y lo miró con ganas, era grande en realidad, y eso la hacía ponerse cada vez más caliente.
Primero con la lengua recorrió todo el tronco, disfrutando cada centímetro de polla y con las manos iba calibrando el grosor, imaginándose la sensación de tenerla dentro.
Abrió bien la boca y chupó poco a poco el pene mientras con las manos lo iba masturbando hasta que con un movimiento decidido lo tragó hasta la base. Tenía la boca y la garganta llena de polla y el coño le chorreaba, se sentía pletórica y borracha.
– Verónica, ¡Ah, Por Dios! ¡Para o me correré ahora mismo!
– ¡Te quiero dentro de mí ahora!
– Oh… Como tú mandes…
Marc la sujetó por las piernas, elevándola y apoyándola en la pared del lavabo. Sentía el ardor del sexo de ella en la punta del pene, deseando penetrar aquel maravilloso coño. Cuando entró fue cómo entrar en el paraíso húmedo y cálido de la primera vez. Siempre había deseado a una mujer como aquella y ella también sentía lo mismo, habían encontrado sin buscarla, una conexión que ahora deseaban explorar.
Y follaron. Verónica gemía de placer a cada empotrada, lo sentía profundo dentro de ella y en respuesta le arañaba la espalda. Los senos le botaban de aquí para allá, cada vez más rápido según aumentaba el ritmo del sexo.
– ¡Fóllame, fóllame hasta que no diga basta!
– ¡Voy a correrme!
– ¡Córrete, llename de semen, déjame repleta de ti!
– ¡Ya voy!
– ¡Aaahhhh!
Los dos temblaron con sus orgasmos, y así abrazados permanecieron un rato, sintiendo la piel del otro, hasta que el paso del tiempo les hizo volver a la realidad. En silencio se vistieron y salieron del baño.
– ¿Cuándo irás? – preguntó Marc.
– ¿Dónde?
– A pedir hora, por el aumento de pecho.
– Ah, el lunes mismo, tengo muchísimas ganas. ¿Por?
– No, sólo estaba pensando… Si quisieras que te acompañe.
– ¿Perdona?
– ¡No, no pienses ahora nada extraño! Yo que se, simplemente me gustaría conocerte un poco más.
– De acuerdo, podemos conocernos un poco más, pero ya pensaré si vienes o no.
Siguieron juntos el resto de la fiesta, hablando, poniendo ideas en común, sueños y fantasías. Gustándose.
Una respuesta
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