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Anónimo

junio 14, 2025

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Me cogí al gringo de la oficina

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Trabajamos juntos en un estudio de arquitectura. Él siempre me pareció todo un gentleman. Alto, unos cuarenta, grandote, espalda ancha, y con ese acento de gringo que me hacía mierda la cabeza y me calentaba la concha sin piedad. Siempre sentí que había algo entre nosotros… Trabajábamos codo a codo, hablábamos con los clientes, éramos buen equipo. Y en esa dinámica, empezó a crecer una complicidad silenciosa. Cruces de miradas, sonrisas a destiempo, roces que duraban un segundo más de lo normal.

El último tiempo, me empezó a calentar mal. Soñaba con él. Le relojeaba el bulto últimamente sin disimular. Me masturbaba en mi cama pensando en que me cogía contra su escritorio … con la puerta apenas entornada, sabiendo que podían escucharnos. Un día me ganó la curiosidad —y el morbo— y lo busqué en Instagram. Lo encontré rápido. Fotos con su esposa, dos hijos, la familia gringa perfecta. Siempre le veía ese hermoso anillo de casado. Bueh… ya fue, pensé. Pero sí, me calentaba más saber que era casado. Que esa mano con ese anillo podría estar apretándome el cuello mientras me cogía. Siempre me visto hermosa para ir a la oficina, y lo hago aún más desde que empecé a fantasear con él. Polleras negras ajustadas, camisas entalladas, tacos que marcan cada paso. Siento cómo se le va la mirada a mi culo cada vez que paso al lado de él… No lo puede disimular.

La tensión entre los dos se corta con cuchillo. El otro día llegó tarde, desarreglado, justo antes de un almuerzo importante con un cliente. Lo intercepté en la entrada. “Vení, que te acomodo la camisa”, le dije, y me acerqué demasiado. Sentí su perfume. Sus ojos bajaron directo a mi escote mientras le subía el cuello. Mi concha se encendió como si me hubieran enchufado. Sé que se dio cuenta. Y ahí fue cuando todo se descontroló. Después de esa reunión, volvimos juntos. Nadie más en la oficina. Casi como si el universo lo hubiese planeado. Me siguió hasta la cocina para “charlar un segundo”. Cerró la puerta. Me apoyé contra la mesada con una sonrisa cómplice.

—¿Vos sabés lo que me haces, no? —me dijo, mirándome con hambre. Me acerqué, casi rozándole los labios. —Mostrame. Y me mostró.

Me alzó sin esfuerzo, me llevó hasta su oficina y me apoyó sobre su escritorio. Me besó como si le debiera la vida. Me chupaba los labios, me mordía el cuello, me abría la camisa sin cuidado. Yo le desabroché el pantalón, desesperada por sentirlo. Lo pajeé hasta sentir mi mano viscosa. Cuando me metió la mano entre las piernas y sintió lo mojada que estaba, gruñó. Literalmente gruñó.

—Estás muy mojada.. —Te estuve esperando —le dije, jadeando.

 

Me giró y me dobló sobre el escritorio. Me levantó la pollera, me corrió la tanga. Me la metió de una, fuerte. Me llenó entera con ese bicho enorme que tiene. Grité, apoyando la frente contra los planos enrollados, agarrándome del borde.

Sentía sus huevos chocar contra mí, se escuchaba el ritmo de su pelvis chocando con mi culo, y sentía su respiración caliente en mi nuca. Me agarraba con fuerza de la cadera y yo le veía el anillo acariciando mi piel mientras me usaba como puta.

—No pares. Cogeme más fuerte —le pedí. —Te voy a romper el culo —me dijo con la voz rota.

Me escupió, me abrió el agujero con los dedos mientras me seguía cogiendo de frente, y después, sin preguntar, me la metió por atrás. Me arqueé toda. Grité fuerte. El dolor y el placer se mezclaban y me hacían temblar.

—Tu culo es mío ahora —dijo mientras se me enterraba hasta el fondo. Me agarró del pelo y me folló como si se lo mereciera, como si toda esa tensión acumulada la estuviera descargando en mi cuerpo. Me acabé fuerte, con su pija enterrada en mi culo, mientras él acababa adentro mío, lleno de sudor, jadeos y culpa mezclada con deseo. Cuando terminó, me dio una nalgada fuerte, se acomodó el pantalón y me dijo:

—This stays between us. Yo me acomodé la pollera, me limpié un poco y salí sonriendo. Esa tarde, cada vez que me sentaba, sentía como su leche caliente me bajaba en la tanga… No podía esperar a que pasara de nuevo…

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