Por

Anónimo

junio 11, 2025

304 Vistas

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Lizbeth

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Prácticamente, solo había trabajado el martes por la tarde. Tenía un chingo de cosas pendientes. Así que los días se fueron rápidos, inmerso en el trabajo.

Liz y yo habíamos quedado en darnos el fin de semana para estar los dos juntos. Pero no sería posible por mi trabajo, así que lo pospusimos al siguiente fin de semana.

Las cosas con Jessica se enfriaron con el regreso de Liz a casa. Afortunadamente, Jess pudo hacerse cargo de la casa y mantener contenta a Liz.

Los días fueron bastante buenos.

Jess, estando en casa, cocina para nosotros y la verdad es que lo hace muy bien. Solo hemos tenido algunos besos y caricias durante el café que hace para mí antes de salir de casa. Liz siempre está conmigo o con ella, así que entre nosotros no ha pasado nada interesante.

Valentina, mi sobrina, no dejaba de mandarme fotos y videos. Intentando convencerme de retomar la relación «sugar». En un par de ocasiones mi esposa casi me ve viendo videos que me envía. Ahora sospecha que hay alguien más. Así que se ha vuelto un tanto celosa y posesiva. También es más caliente y complaciente en lo sexual.

 

Ya estábamos a viernes. Estaba en el consultorio atendiendo a mis últimos pacientes y mi esposa llegó sin avisar. Por mensaje, mi recepcionista me avisa que Lizbeth había llegado. Le dije que la pasara en cuanto saliera el paciente que tenía.

Pasó Liz y se veía preciosa. Venía de su consultorio; terminó su consulta y pasó a saludar. Liz es mi esposa, ya tenemos varios años casados; Estudiamos medicina juntos. Pero cada quien trabaja por su cuenta y tiene sus propias cosas. Así que no es usual que llegue a mi oficina y menos sin avisar.

Se veía preciosa. ¡Me encanta! Por algo me casé con ella.

Ella es morenita clara, tiene una piel hermosa que cuida mucho; es dermatóloga.

Mide 1,65. Su rostro es lo más llamativo en ella, seguido por su silueta que es muy sensual; es una mujer voluptuosa. Nada vulgar, pero sí muy llamativa.

Su rostro es el de una muñequita de grandes ojos negros. Con lentes se ve preciosa; su boca y labios son grandes y carnosos. Sobre su cuerpo, pues, sus senos son pequeños. Es delgada, tiene una muy pequeña cintura, cuida mucho lo que come, pero no hace nada de ejercicio. Así que es delgada, pero no tonificada. Destacan en ella unas anchas caderas y grandes glúteos. Hace unos años, para nuestra boda, se hizo lipoescultura vaser; la grasa que le quitaron se la pusieron en los glúteos y quedaron, más grandes, más firmes y redondos.

Tocó la puerta una ves y entró:

—¿Qué onda, amor? ¿Te falta mucho para desocuparte? Me dice con una carita coqueta, quitándose su bata y dejando ver su lindo cuerpo.

—Sí, sí, la verdad es que me falta bastante… ¿A qué me debo el gusto de que me visites, amor? ¿Y por qué vienes tan hermosa?Sonríe mientras se me acerca.

—¡Vine a ver si te encontraba con la otra! Jaja.

—Jajaja, si hubiera otra, este sería el último lugar al que la traería. —¿Ya comiste? —Estando parada frente a mí, me pide espacio. Me hago hacia atrás y se sienta en mis piernas.

—Pues a eso también venía, amor, a ver si comíamos juntos. Pero estás muy ocupado. A ver cómo te pudiera convencer. —Me dice mientras, estando sentada en mis piernas, arquea su espalda parando su culo.

(Se veía deliciosa, traía puesto un vestido negro muy ajustado al cuerpo).

—Qué peligro de mujer tengo aquí. Ya me estás convenciendo de dejar a los pacientes. Pero aparte de estas personas. Tengo que ir al banco y a ver a mi mamá; ni la felicité por el Día de las Madres. (mientras le hablaba, yo no dejaba de apreciar y acariciar su tentador trasero, mientras ella fisgoneaba en mi escritorio y la computadora. En eso voltea y me dice)

—Mira, amor, esto vamos a hacer. Voy al banco por ti y traigo comida. Comemos juntos aquí, terminas la consulta y vamos juntos con tu mamá. ¿Te parece?!

Me reí y la abracé. Le dije que sí, le expliqué lo que tenía que hacer en el banco. Le pedí que le comprara flores y algún detalle a mi mamá. ¡Y que no me fuera a traer una ensalada o alguna cosa de dieta para comer!Se puso muy contenta, me dio un beso en la boca, se paró y la vi irse.

—¡Oye, ponte algo encima, chingao!! Parece que vas de antro. ¡Te van a robar! ¿…y luego qué hago yo sin ti?!

—Jajaja, ¿qué sería de ti sin mi, amorcito? Jaja— Se voltea y me avienta un beso.

Seguí en lo mío; con la visita de mi esposa se perdió algo de tiempo. Por sugerencia de mi recepcionista, la mayoría de los pacientes reagendaron para no esperar.Mi secretaria es una joyita. Así que me desocupé mucho antes de lo que pensé.

Me puse cómodo, saqué mi celular para contestar mensajes y distraerme. En eso veo que mi sobrina me había mandado más mensajes. (Audios, fotos, video) Intentando llamar la atención. Lo curioso fue que en muchos de sus mensajes mencionaba a mi esposa Liz. En el último de sus audios.

Confiesa una fantasía, que le encantaría tener un trío con Lizbeth y conmigo. Idea que me parece muy sexy. Pero algo improbable de suceder, no tenemos hijos y mi esposa consciente y cuida de ella y su hermana como si fueran suyas. Me quedé pensando en eso un buen rato. En eso llamo a Liz para comentarle que ya estaba libre. Estaba saliendo del banco, que si nos veíamos en el sushi que le gusta. Ella estaba cerca, ahí me esperaría.

Así que salí para allá. Ya en el sushi estaba muy tranquila, esperándome y comiendo. Al verme, sonríe y me saluda. Me acerco a la mesa y rápidamente una mesera me aborda, ofreciéndome si quería ordenar algo. Liz ya lo había hecho por mí, solo le pedí agua y té. Me siento y Liz me veía con una cara de sorpresa, pero riéndose.

—¿Le acabas de coquetear enfrente de mí a esa? — me reí genuinamente de su comentario.

—Que tienes amor, andas más loca que de costumbre, jajaja

—¿Qué te pasa a ti, no me digas loca, nunca? jajaja. Oye, ¡qué onda amor, se te están olvidando las cosas, ya estás viejito!— la veo ahora siendo yo el confundido.

—¿Qué se me olvidó?

—Le hablé a tu mamá para preguntarle su talla y qué si estaría en su casa. Le dije que le queríamos llevar su regalo de día de las madres.

—Y ¿luego?

—Tu mamá está en ensenada con sus amigas. Se fue el miércoles y vuelve hasta el lunes.

—¡No mames! sí, es cierto!

—siii, claro. Que hasta te avisó antes y por el día de las madres le mandaste para el viaje.

—jajajaja no me acordaba si estoy viejito, amor!—en eso llega la mesera con mis bebidas. Nos interrumpe para dejarlas en la mesa, antes de retirarse, se despide y pone su mano en mi hombro y se va.

•Liz puso cara de loca de ver la mano de la mesera en mi hombro por un instante•

—jajaja que te pasa? Ya con esa tocada de hombro me hizo venir o que ? (Dije en voz alta)

— jajaja ¡pues más te vale que no!—

(Bajo su voz casi susurrando): —Amor no te pases, no seas naco. Aparte solo con mis manos y conmigo tienes permitido venirte. Jajaja

—pfff tenemos siglos sin nada. ¿La última vez cuando fue?… en la casa de tus papás. Y no pasó nada. Desde que vive con nosotros tu hermana NADA! Nadota !! Chance y ya ni me funciona. Jajaja

—¡que exagerado eres amor! Aparte no haz querido, ni podido. Mira,te tengo que invitar yo al sushi por qué me olvidaste… ¿Cómo se llama la otra?

—¿Cuál otra? Ojalá y tuviera otra. De tanto que hablas de la otra, ya se me está antojando buscarme una por ahí. De hecho, ya se me está parando de imaginármela, así igualita a ti, pero que sí cumpla. Jajaja

Reímos los dos, reíamos como locos. Ella coqueteaba conmigo y yo le seguía el juego. Empezamos a comer, la comida era muy buena. Terminé de comer y pedí un whiskey mientras ella terminaba de comer. Al llegar con mi bebida, coqueteó un poco con la mesera tomándola del brazo. (Por dentro estaba muriendo de la risa)

Volteó a ver a Liz y solo sonreía, sentados uno frente al otro. En eso puedo sentir una caricia en la rodilla. Ella estaba comiendo, así que era su pie. Me reí. Al pasar bocado, me dice:

—Fíjate que estaba platicando con Jessy; el otro día me contó. Que ella le hacía trabajitos a Miguel con los pies. (Mientras me decía eso, ella pasaba su pie a lo largo de mi muslo).

— jajaja apoco! ¿Y te enseño cómo? Deberías decirle que te enseñé. Pueden practicar conmigo, jajaja

(Peló los ojos y abrió la boca, puso su pie en mi entrepierna haciendo un poco de presión)

—jajaja ¡no te pases de chistoso!

(Quité su pie, metí mi mano en mi pantalón para acomodar mi erección y volví a poner su pie justo en la base de mi pene erecto.)

—jajaja no te creas amor… a menos que tengas ganas de experimentar de alguna manera y esta sea tu manera de insinuarlo.— la vi fijamente a los ojos mientras ella seguía masajeando mi pene con su pie.

Nos quedamos en silencio, hablando con la mirada. Ella mordía sus labios y recorría mi pene de la base a la punta con sus suaves pies. En eso se acerca la mesera, a retirar los platos. Al acercarse, vio lo que pasaba y se fue. Los dos sonreímos. En eso, Liz me dice.

— vamos al baño; Iré yo primero. Espérame 5 minutos aquí y luego vas. Si llegas antes, no te voy a abrir la puerta. Quitaré el seguro de la puerta a los 5 minutos. Si no eres tú quien entra, me saldré. Si llegas, tú nos encerramos otros 5 minutos.

Yo estaba muy concentrado y emocionado. Saqué mi celular, puse el temporizador en 5 minutos y lo puse frente a ella. Ella hizo lo mismo. Los iniciamos al mismo tiempo. nos reímos, se esperó un momento, tomó aire y fue al baño.

Fueron 5 minutos muy largos.

No cabía en la silla, el celular no me entretenía. Me acomodaba el pene que parecía no caber dentro de mi ropa. En eso vi que la mesera me veía y coqueteé un poco con ella en la distancia. Así se me fue el tiempo un poco más rápido… en eso veo que faltaba poco para cumplirse los 5 minutos.

Fui al baño y, para mi mala suerte, una mujer estaba esperando entrar. Estaba por terminarse el tiempo y yo venía bien duro.

—Disculpe, señora, está esperando el baño. Es que me están esperando. Me pudiera permitir.

La señora se extrañó por lo que le dije. Pero de alguna extraña manera me dijo —adelante.—, como cediéndome su turno. En eso sonó mi alarma y se pudo escuchar la alarma de Liz. La señora puso una cara de asombro al escuchar las dos alarmas. Yo solo le sonreí y entré rápido al baño.

Con una gran sonrisa y conteniendo las carcajadas, Liz me vio. Me pregunto qué sí que había pasado.

—Luego te cuento. Pon tú los 5 minutos.

—jajaja bueno.

Nos empezamos a besar, la puse contra la pared y subí su vestido hasta media espalda. Se sorprendió de lo poco cuidadoso que estaba siendo. Al tocarla estaba mojada, pero no mucho, y tampoco estaba muy caliente aún.

—Oye, tranquilo, amor, es un rapidín, pero tampoco te pases.

—ah rapidín. Okay.

Buscaba algo, pero no sabía ni qué. Sin pensarlo mucho, me escupí en la mano y lubriqué mi pené con saliva. Pude notar su disgusto, pero no había más. Intenté metérsela, pero no entraba y parecía dolerle. No podíamos perder más tiempo. Empuje un par de veces más y en eso me pidió quitarme. Algo decepcionado me quité. Ella se dio la vuelta quedando frente a mí y se reclinó un poco a la pared. —Así, amor, así me gusta más. Levanté una de sus piernas y podía entrar mejor, entraba un poco más, pero aún estaba poco lubricada y se veía que le dolía un poco. En eso, ella pone saliva en su mano y empieza a lubricar. Puedo entrar más y mejor. Nuestros cuerpos ya se sentían muy calientes y mi verga estaba por explotar. Ella se sostenía de mi y de la pared. Yo la tomaba de su pierna y su cintura. Podía sentir cómo se empezaba a calentar cada vez más y podía ver cómo mi pene brillaba más por lo que ella empezaba a mojarse.

En eso suena la alarma de su iPhone que estaba en el lavamanos. Al empezar a vibrar antes de dar el primer tono. Con una mirada nos pusimos de acuerdo en seguir. En cuanto empezó a soñar lo alcancé con mi mano y le di repetir callando la alarma.

Al volver a ella, ella tomaba sus pechos sobre su vestido y apretaba con fuerza mi brazo. Subía su cara como queriendo tomar aire. Ya estaba muy mojada, se escuchaba lo mojado que estaba todo entre nosotros. Se escuchaba cómo nuestros cuerpos chocaban. Verla así de caliente me tenía sorprendido. nunca había sido así de atrevida, tenía poco tiempo con esta nueva personalidad y me encantaba.

El verla de pie balancearse sobre mi verga como montándola era de lo más sexy. Con una mano la sostenía de la pierna derecha, con mi otra mano que tenía libre empecé a estimular su vulva. Su clítoris estaba hinchado. El simple roce de mis dedos la hacía voltear la cabeza, estiraba su cuello como desesperada.

Sus ojos en blanco mientras la estimulaba.

En eso empezó a dar gritos ahogados. Estaba conteniéndose lo más que podía de gritar, pero no podía más contenerse. Sentí el aumento de su ritmo y me acerqué más a ella, introduciéndome más. Se abrazó de mí con sus dos brazos. Después vi cómo acercaba a mí su otra pierna. Se la metí toda y tomé su otra pierna.

Tenía todo de mí dentro de ella, ella estaba suspendida entre mí y la pared. Se movía como una diosa y se estimulaba ella sola. En eso empezó a sonar otra vez la alarma —no la apagués. No te detengas.

Seguí sus deseos, ella se estimulaba con una mano y con la otra se apretaba los pezones. Yo cargaba con ella y el verla así me tenía muy emocionado. En eso siento cómo se estremece todo su cuerpo y se detiene de golpe.

Da un suspiro que se vuelve gemido y se vino a chorros. Me baño con squirt. Lleno mi camisa y un poco mi pantalón. Eso me terminó por hacer venir a mí también. Le di una fuerte embestida y la puse toda contra la pared con el peso de mi cuerpo. La llené toda de semen. Descansamos unos segundos dentro de ella para salir y bajarla.

Apagamos la alarma. Y nos arreglamos la ropa. Nos dimos unos cuantos besos; en eso empiezan a tocar la puerta muy fuerte. Yo estaba cambiado. En cuanto se cubrió, Liz abrí la puerta con cuidado.

Era el gerente del lugar con dos weyes de seguridad. Tenía la cuenta en la mano. Salí, apenadísimo, cuidando de no abrir mucho la puerta. Me disculpé con ellos, con tarjeta pagué la cuenta dejando el 20 % de tip y en efectivo le di dinero al gerente y a quienes lo acompañaban. Muy probablemente, Liz ya no querría volver nunca. Pero tenía que evitarme a toda costa un escándalo o un problema con el lugar.

Porqué nos conocían. Sabían quiénes éramos, pues éramos clientes frecuentes hasta antes de esto.

Al terminar de arreglar las cosas con ellos. Les pedí que si me podían conseguir algo para taparme o cambiarme. Estaba completamente empapado. El gerente muy amable me dijo que me prestarían una frazada que se ofrece a la gente que come en la terraza. Sin tardar ni un minuto me entregaron la manta y me disculpe para entrar con Liz.

Ella me esperaba nerviosa. De solo verla reí un poco y le dije que nos fuéramos rápido.

Total nos fuimos. camino a casa no dejábamos de reír y de hablar de todo eso. Cómo a la mitad del camino. Me dice que quería invitar a las niñas a dormir a casa. Que había pensado en decírmelo mañana pero que mejor fuéramos por ellas hoy y ya mañana estábamos solos de corrido todo el fin de semana.

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