Por

Anónimo

diciembre 17, 2023

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La norma

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Conocí a Claudia en una cantina. Pelo liso marrón claro, alta, guapa de un modo inimaginable. Ambos bebíamos cerveza. Me fijé en su vestimenta: deportivas blancas, unos vaqueros azul claro apretados a sus piernas, se le veían los tobillos, y llevaba una camiseta blanca de manga corta.

– Hola, me llamo Javier ¿Eres de por aquí? – le pregunté

– ¿Qué tal? Soy Claudia. Vivo como a media hora andando. Me gusta venir a beber a este sitio porque no me conoce nadie. – me contestó.

– Yo vivo lejos, como a dos horas. ¿Puedo invitarte a otra cerveza? – le respondí

– ¿Qué edad tienes? – me preguntó

– 27, ¿y tú?

– 22

Seguimos bebiendo tranquilamente y charlando sobre la vida. Era una chica muy interesante. Nos empezamos a besar encima de la barra del bar, que, el camarero ya nos estaba pidiendo que nos fuéramos, pues iba a cerrar. Salimos fuera y seguimos besándonos y rozando nuestros cuerpos en una noche de primavera en la que no hacía frío.

– ¿Tienes coche? – preguntó

– Sí. Está ahí.

– Vamos a mi casa, vivo sola. – me dijo

Conduje hasta su casa y aparqué. Subimos en el ascensor besándonos y me quitó la camiseta ahí mismo. Yo también se la quité, vi la parte de arriba de lo que parecen unas tetas perfectas tapadas por un sujetador rojo pasión, un cuerpo delgado súper sexy y un piercing en el ombligo. Pasamos a su casa y besándonos en el salón nos quedamos ambos en ropa interior.

Se desabrochó el sujetador, me quité los bóxers y bajé su tanguita negro fino y olí todo su sexo. Pasamos a la habitación que tenía una ventana a la derecha y una cama de matrimonio a la izquierda, encima de las sábanas nos tumbamos. Mi erección era tan grande que Claudia se la metió en la boca. La tumbé en la cama y doblé un poco sus rodillas. La tenía agarrada por los tobillos y comencé a practicarle sexo oral. Tuvo el primer orgasmo al mismo tiempo que oí el ruido de una cerradura. Me sobresalté y le pregunté:

– ¿No vivías sola?

– Sí, mi hermana de 19 años está pasando aquí unos días, voy a ver qué quiere.

Salió completamente desnuda en busca de su hermana y comenzó a tener con ella una conversación peculiar.

– Hola, Martina.

– ¿Me recibes desnuda?

– Entra a mi habitación y te lo presento.

Martina fue a entrar en la habitación de Claudia cuando su hermana le dijo: – Conoces la norma de esta casa, nadie entra con ropa en mi habitación.

– Pero soy tu hermana

– Me da igual, Javier no va a salir de la cama, desnúdate para entrar.

Yo estaba viendo todo el proceso desde la cama, pues la puerta estaba abierta y Martina empezó a desnudarse. Se quitó la camisa, las deportivas, los pantalones, luego se quitó el sujetador y las bragas.

– ¿Así bien? – le preguntó a su hermana.

– Los calcetines también.

Martina se quitó los calcetines quedándose completamente desnuda, Claudia los cogió y les echó una pequeña y sensual olfateada. Ahí ya sospeché.

Ambas pasaron a la habitación y Claudia cerró la puerta.

Claudia tocó a su hermana desde los hombros pasando sus manos por todos los costados agachándose hasta la altura de su ombligo, donde pegó un lametón a la tripa de su hermana me dijo:

– Javier, está es Martina, mi hermana. ¿Te gusta?

– Me gusta, ¿qué pretendes hacer?

Me levanté de la cama, me acerqué a donde ambas y juntos los 3 nos dimos un beso de tornillo. Claudia empujó a Martina en la cama quedándose boca arriba. Cogió el pie derecho de su hermana y se lo metió en la boca, luego me lo pasó e hice lo mismo.

– Joder, pequeña, estás buenísima. – le dijo

Claudia puso su boca en el coño de su hermana y empezó a practicarle sexo oral. Aprovechando que estaba agachada la penetré. Las manos de Claudia estaban sobre la tripa de Martina. Multiorgásmicas ambas, al cabo de un rato cambiaron las posiciones. Más placenteros orgasmos para ambas.

Jadeando las dejé en la cama, tumbadas, desnudas, preciosas. Se reían y se agarraban de la cintura, dándose pequeños besos en la boca.

– Tu ligue cumple, ¿qué le gusta que le hagan?

– ¿Qué te está haciendo?

Estaba masajeando los pies de Claudia y Martina y ya supieron cómo hacerme terminar.

Me tumbaron en la cama y ellas se sentaron a la altura de mis rodillas. Tenía a Martina a mi izquierda y a Claudia a mi derecha. Martina con su pie izquierdo y Claudia con su pie derecho empezaron a masturbarme. No me corría porque quería seguir disfrutando de esa experiencia. Ellas estaban medio abrazadas y de vez en cuando, para excitarme más, se besaban con lengua.

Me puse de pie y ellas continuaron masturbándome con los pies pero tumbadas en la cama. Me corrí. El semen cayó sobre el ombligo de Martina, la teta izquierda de Claudia y algo de semen sobre los empeines de los preciosos pies de las chicas. Se lamieron la una a la otra por todos sus cuerpos hasta no dejar rastro de mi «esencia». Con mi semen en la boca se besaron, se masturbaron la una a la otra y tragaron.

El sexo fue tan perfecto que ahora mantenemos una relación seria y rara los tres.

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