Descubre que es un objeto de placer para los otros
Silvia salió desnuda. Su marido la llevaba atada como una perra, con un collar y una cadena. Al ver los 15 hombres que esperaban fuera de la casa, se paró. Un tirón de la cadena la hizo avanzar.
– Recuerda porque estas en esta situación, le soltó su marido.
Ella no dijo nada, salió. Recordó porque había llegado a esto. Fue una apuesta que le salió mal y después, una serie de eventos que la hizo ser follada por otros hombres delante de su marido. Hasta ahí nada del otro mundo, si no fuese porque, follada por otro, se corría mucho más cuando su marido le decía que solo era un trozo de carne, un agujero para pollas, un objeto que permitía a los hombres tener placer�
Eso la volvía loca, se corría como nunca cuando lo oía.
Volvió al presente: los 15 la miraban. Su marido la hizo girar. Después la sentó en una tumbona. Le pidió a dos de ellos que se acercarán y que le cogieran las piernas para mantenerlas bien abiertas, exponiendo su coño a la vista de todos.
Le abrieron las piernas tanto como pudieron, doblándolas para que su culo girase un poco dejando al descubierto no solo su coño, sino también su ano. Su marido se inclinó sobre ella y le abrió un poco más las nalgas.
– Mirad ese culo, también es vuestro si queréis.
Después, le cogió los labios y abrió su coño lo más que pudo. Se vio la entrada de su vagina y como empezaban a salir unas gotitas.
– Veis, esa perra ya está mojada, es toda vuestra, haced con ella lo que queráis, solo sirve para darnos placer.
Uno de los hombres se acercó. Se arrodillo ante ella y mirando ese agujero abierto de par en par, escupió en el.
– Así cuando te la meta, entrará bien.
Sintió asco por lo que ese hombre acababa de hacerle. Él se levantó, se bajó los pantalones, Ya tenía la polla dura. SE tumbó sobre ella y le clavo su daga de un golpe brutal.
– Ves, te lo había dicho, puta, ha entrado sola.
Empezó a follarla con brutalidad, gruñendo como un cosaco en plena batalla. Le soltaron las piernas y uno de los que se las mantenía le cogió la cabeza y se la giro para que pudiera chuparle la polla que ya tenía en la mano. El sabor que tenía no era muy agradable, no había visto una ducha en una temporada, pero el hombre no le dejó elección, le cogió la cabeza con las manos y empezó a follar su boca como si se tratase de un coño.
El primer hombre se corrió brutalmente. Ella no había sentido placer ninguno. Al salir, ella notó como la leche de ese desconocido se escurría fuera de su vagina.
Otro lo sustituyo rápidamente. Le abrió las piernas y, sin mediar palabra, se clavó en ella.
Empezaba a dolerle el cuello de los movimientos que le imponía su verdugo. Ese esta a punto de estallar, los movimientos se hicieron más rápidos, más profundos. Tuvo arcadas, pero él no se paró. Cuando estalló, le clavó la polla tan lejos que ella se la tuvo que tragar. Notaba como tenía parte de la polla en su garganta. Se atragantaba mientras él se corría directamente en su esófago, dando empujones con su cadera. Ella intentó sacársela de la garganta para poder respirar, pero era demasiado fuerte. Pasó lo que le pareció una eternidad. Le ardían los pulmones y, de repente, se retiró. Por fin el aire entro en ella. Tosió y escupió, se atraganto con la leche que al respirar tan brutalmente le llegó a los bronquios.
Se dio cuenta que ya había cambiado el que le follaba el coño. Se había corrido tan rápidamente que ella no se dio cuenta.
Ya le estaban agarrando la cabeza otra vez. Ya tenía la boca llena.
Notaba como la tocaban por todas partes sin miramiento, pellizcando sus pezones, sus tetas, sus piernas. De tanto en tanto, notaba como la azotaban por alguna parte de su cuerpo. Lo peor era cuando lo hacían sobre sus pezones.
De repente, vio como uno que se estaba haciendo una paja se corría sobre sus tetas. Otro lo sustituyo y se corrió sobre su cara.
– Me tratan como una perra, usándome para correrse, para tener placer� pensó ella.
De repente sintió una contracción en su coño. Su celebró se encendió. La contracción se repitió, provocando una hola de placer que se expandió por todo su cuerpo.
Gimió de placer. Las contracciones de su coño no paraban, su cabeza iba a estallar, gritaba tan fuerte como podía a pesar de la polla que le follaba la boca. Empezó a chuparla.
– Se esta corriendo la puta, dijo uno de ellos.
El que estaba en su boca se la sacó y empezó a pajearse.
– Abre la boca que te lo eche todo, le dijo.
Ella abrió y él vació sus cojones en su cara y en su boca. Cuando estuvo vacío, se la metió otra vez en la boca y ella la chupó con ganas.
El que tenía en su coño hizo lo mismo, se la sacó y se corrió sobre su vientre y sus tetas.
– Joder, tíos, la habéis dejado totalmente pringada� dijo uno.
– No pasa nada, dijo otro, tirando de ella para levantarla.
La acercó a la valla y cogió la manguera que estaba por el suelo. La encendió y empezó lavarla.
El agua estaba helada y le cortó la respiración cuando tocó su cuerpo. La manguera tenía una pistola que permitía regular el tipo de caño y el que la limpiaba puso el más fuerte. Era como un latigazo sobre su piel. Él apuntó a la cara y ella se la tapó con las manos.
– Aprovecha para lavártela, puta.
Y así lo hizo. Después, los hombres intercambiaron unas miradas y dos de ellos fueron a cogerle las manos para que no se pudiera tapar. El látigo de agua vino a sus pechos, a sus pezones. El dolor era insoportable. Pasaba de un pezón al otro, parándose en cada uno bastante tiempo.
Después, bajaron a su vientre, y a su coño. Los que le mantenían las manos la tumbaron y le abrieron las piernas. Su clítoris recibió el caño de agua directamente. Fue un estallido de dolor. El caño empezó a bajar, abriendo con una fuerza desgarradora sus labios, los grandes y los pequeños. El agua empezó a entrar en su vagina con la fuerza de una polla que no tendría final. Ella empezó a gritar de placer. Era a la vez doloroso y placentero. El caño volvió a su clítoris y después a su vagina, se quedaba allí un poco y volvía a subir. Se corrió. Fue brutal, intenso. Grito y se corrió.
La levantaron. Su marido había traído toallas. Empezaron a secarla. La giraron y, por encima de la valla, ella pudo ver sus vecinos. La estaban mirando totalmente desnuda, follada por aquel grupo. Entraron para su casa.
No tuvo tiempo de pensar más en ellos porque ya la estaban arrastrando y la sentaban sobre un hombre que estaba tumbado con la polla erecta. De su coño salía agua y dejó al tío empapado.
– Mira lo que has hecho, puta, le dijo, dándole una bofetada en sus tetas.
Se la clavo sin miramientos. Ella puso las manos en el suelo y noto como otro se arrodillaba detrás de ella.
Quiso decir que no tocaran su culo, pero ya le estaban agarrando los pelos y metiéndole una polla en la boca.
El de atrás se mojo la polla con su propia saliva y se acercó de su culo. Empujó, poco a poco para no hacerse daño a él, sin pensar en ella. A ella le dolió pero no podía hacer nada.
Los tres estaban follándola cuando, de reojo vio un grupo que llegaba: eran los vecinos, habían llamado a otros que también estaban en sus casas. Eran 5 o 6 más, hasta las mujeres habían venido.
Silvia se sintió muy mal de saber que sus vecinos la veían así, como una perra, un objeto sexual. Se corrió bestialmente.
A partir de ahí perdió el sentido. Sabía que los hombres iban cambiando, se corrían en ella, le hacían chuparles aunque segundos antes hubiesen estado follando su culo o su coño.
En un momento reconoció que el que tenía debajo era su vecino. En otro momento le pusieron un coño delante para que lo lamiera, solo podía ser de su vecina.
Vio que un grupito estaba follando otra mujer.
Era como un caleidoscopio de imágenes, sensaciones, gustos. La giraban, la acariciaban, la mordían, la follaban sin parar. Y ella se corría. Cuando pensaba que ya no podía más, alguien decía algo o le hacía algo y ella se corría. Realmente ese día se convirtió en un objeto que solo servía para darle placer a los demás.
De repente se sobresaltó. Miró a su alrededor y vio que estaba sola. El grupo se había alejado y estaban bebiendo unas cervecitas. La habían dejado tirada,
– Como el objeto que soy, pensó�
Un temblor de placer la recorrió de arriba abajo, despertando dolores por su cuerpo. Estaba magullada. Se miró y vio que estaba cubierta de semen. De sus orificios manaba leche caliente. Le dolía todo, olía mal, le iban a salir moratones por todas partes.
Al final debió desmallarse porque no recordaba lo que le hicieron al final. De repente, reconoció en olor: le habían orinado encima�
Cerró los ojos y tuvo un pequeño orgasmo en pensar en ello�
Cuando los abrió, todos la miraban. Algunos ya ponían cara de querer meterle mano otra vez. Noto otro escalofrío que salió de su coño y subió hasta su nuca. Se levantó, se acercó de la valla y recogió la manguera que extendió hacía al grupo.
Ya se estaban acercando�
2 respuestas
-
Compré lencеríа sexy nuеvа. ¿Quieres ver? – http://analsex4.fun
-
Stop jerk off. I know a site where thousands of single girls are waiting to be fucked. Look at them: http://xnice.fun/rt
Deja un comentario
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.