
Por
Anónimo
Tentado por el deseo
Mi vida como sacerdote siempre había sido más o menos normal, con altibajos. Supongo que como la de todo el mundo. Por supuesto, tenía mis momentos de crisis o dudas, pero tengo que decir que nunca habían sido provocados por una mujer o por temas de sexo. Nunca tuve novia formal. Los típicos tonteos de cuando eres adolescente,pero nada serio. Con mis 35 años aún podía decir que era virgen. Por supuesto me había masturbado muchas veces, pero nunca había hecho el amor con ninguna mujer. Mucha culpa de mis masturbaciones la tenía Elena, una amiga de mi pueblo que crecimos juntos. Siempre me había fijado en ella, pero no aprecié nunca que ella se fijara en mí. De niños crecimos juntos en el colegio y según íbamos creciendo ella se iba transformando en una mujer increíblemente atractiva. Su pelo castaño y liso por debajo de los hombros a juego con sus ojos la convertían, a mi parecer, en la mujer más guapa que jamás había visto. Tenía unos pechos grandes, pero sin ser descaradamente enormes, y sus curvas estaban lo suficientemente marcadas como para perderse en ellas.
Era difícil no fijarse en ella, de hecho, casi todos los chicos del pueblo lo hacíamos. Yo siempre tuve un carácter reservado y tímido. Quizá por eso o porque nunca me había comido un rosco me metí en el seminario para ordenarme sacerdote. Elena sí triunfaba. Llegó a tener varios pretendientes, pero pocos eran serios. Sólo tuvo un novio formal, Alejandro, de mi misma edad. Reconozco que le tenía cierta envidia porque Elena se había fijado en él y no en mí. Para ser sinceros parte de culpa era mía. Elena y yo éramos amigos. Más que eso, confidentes. Quizá si hubiese tenido valor para decirle lo que sentía por ella las cosas hubiesen cambiado, pero tenía miedo a que pensase cualquier cosa de mí y perderla incluso como amiga. Por esta razón mi deseo por Elena fue algo que quedó para mi intimidad. Me encantaba ver sus fotos en facebook, y lo elegante que iba siempre vestida, con faldas por medio muslo, medias o vestidos con acusado escote que dejaban imaginar sus perfectos pechos. Reconozco que más de una vez me masturbé mirando sus fotos. Era lo máximo a lo que pensaba que podía aspirar.
Pasaron los años y Elena y yo manteníamos el contacto. Hablábamos con relativa frecuencia y estábamos los dos al tanto de lo que nos pasaba. La distancia no era un problema en ese sentido. Yo ejercía como sacerdote en una parroquia a unos 50 kms. de mi pueblo, por lo que eran frecuentes las visitas tanto en uno como en otro sentido.
Una noche, cuando estaba viendo una peli sentado en el sofá de mi casa oigo que llaman a la puerta. No me sorprendí en exceso. Era normal que a esas horas siempre llamase algún parroquiano con cualquier problema. Me levanté con ánimo del sofá y abrí la puerta. Lo que no me esperaba es que fuese Elena la que había llamado. Venía con un vestido rojo, de tirantes y escotado, con falda de vuelo a la altura de medio muslo y medias negras. Por su vestido estaba claro que había salido de cena o de fiesta, pero su cara era triste, llorosa. Se la notaba nerviosa.
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¡Elena!, ¿que haces aquí? ¿Qué te pasa?
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Hola Sergio… perdona que me presente así a estas horas… no tenía con quien hablar y necesitaba…
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Por favor entra. Tranquilízate -la interrumpí-
Después de que se serenase un poco le ofrecí un café y la animé a que me contase lo que había pasado. Ella se sentó en el sofá al lado mío y empezó a explicarme lo que le había pasado
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Es Alejandro, que es un idiota. Salimos de cena, como tantas veces, y a media cena se levantó y fue al aseo. Sonó su whatsapp. El móvil lo tenía en la chaqueta. No le di importancia. Ya sabes que no soy de las que mira los móviles de nadie.. pero sonó varias veces y eso me extrañó. Pensé que podría ser algo urgente o que había pasado algo ¡Yo qué sé!. Se lo miré y joder… era Sandra, que necesitaba verlo que no podía olvidarlo… joder Sergio… me quedé helada
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Que putada, Elena…lo siento de veras… ¿ que explicación te dió Alejandro?
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Ninguna… marché de allí. Le dejé el móvil sobre la mesa con el whatsapp abierto. No quiero que me dé ninguna explicación.. ¿Qué me va a decir? ¿que no es lo que parece? ¿Que son cosas mías? ¿Que exagero?
Tenía razón. La prueba era demasiado evidente y no podía decir nada. Seguí preguntando:
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¿Pero no te llamó al móvil o algo?
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Sí, pero no se lo he cogido. Que paso de él, Sergio. En realidad casi que me hace un favor. Él nunca fue mi primera opción, y nunca me morí por sus huesos como él se piensa. Es amable, simpático y es verdad que me hace reír, pero tampoco le he visto nunca como mi pareja perfecta.
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¿No fue tu primera opción? ¿y quien ha sido tu primera opción? -La verdad que eso sí me sorprendió. Siempre pensé que Elena estaba enamoradísima de Alejandro, y fue una sorpresa saber que no era así-
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Eh… eso da igual Sergio.. no quiero hablar de ello ahora – contestó Elena un tanto cortada, como si hubiese dado información que no quería dar-
Yo traté de cambiar de tema. Lo último que yo quería era incomodar más a Elena, y honestamente, estaba encantado de que estuviera allí conmigo.
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Bueno… mira.. olvida a Alejandro, al menos hoy. Tú sabes que puedes confiar en mí. Quédate lo que necesites. Mira.. estaba viendo “arma letal” te parece buen `plan?
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Eres un caso… cura y te van las pelis de tiros
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¡Clásicos, Elena! me van los clásicos, y “arma letal” es uno de los mejores
Conseguí que sonriera. Dadas las circunstancias consideraba eso como un éxito absoluto. Elena se acomodó en mi lado izquierdo. apoyó su cabeza en mi hombro y nos quedamos viendo la película. Aquella situación empezaba a excitarme. Notaba su cabeza apoyada en mi hombro, y no podía evitar mirar sus preciosos muslos envueltos en medias que estaban casi tocando mis piernas. En un gesto de que estuviera cómoda pasé mi brazo por detrás de ella, para que me utilizase de almohada,
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¿Te importa? -le pregunté educadamente-
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No, tonto, mejor así
Se acurrucó un poco más y aproveché para abrazarla tiernamente. Al poco tiempo su respiración me indicó que se había quedado dormida. No quería moverme para no despertarla. Me encantaba tenerla así. Dejé de prestar atención a Mel Gibson que, por muy clásico que fuese, Elena era más importante. Mi vista se centró en contemplarla. Sus piernas perfectas, el escote que veía. Desde mi posición se le veía hasta el sujetador de encaje que llevaba. Su pelo caía por su cara, y verla así, dormida, apoyada en mí, era todo un espectáculo. Pronto comencé a notar mi excitación. Mi polla empezó a cobrar vida por debajo de mis pantalones, y al poco tiempo me parecía que me iba a estallar el pantalón. Se juntó la situación de tener a una mujer dormida en mi pecho con el hecho de que esa mujer era la única que yo había deseado en toda mi vida. No pude evitar acariciar su muslo con mi mano derecha. Lo suficiente como para notar el calor de su piel sin provocar que se despertara. Con mucho cuidado aparté el pelo de su cara con mi mano izquierda y lo acaricié lenta y tiernamente. Ella se dejó vencer más aún y su cabeza descendió por mi pecho. Le hice hueco para que no tuviese el cuello tan torcido y Elena se acomodó más aún. Seguía dormida. Mi brazo izquierdo se estiró a lo largo de su cuerpo hasta tocar su culo, que acaricié suavemente por encima de la falda del vestido. Fue imposible apretar con mis dedos levemente su nalga y notar con mis manos lo que se siente al tocar a una mujer. Elena movió su brazo izquierdo que, casualidad o no, eso sólo lo sabrá ella, se apoyó en mi paquete, completamente duro a esas alturas. Yo me quedé inmóvil. La imagen era tan erótica que mi cuerpo temblaba de excitación. Nunca me había sentido así. Al poco rato noté como Elena, agarrando mi polla por encima del pantalón lo aprieta. Me estiré un poco y emití un gemido de placer. Con su mano hizo un ademán de mover mi polla como si quisiese masturbarme. Yo no podía hacer nada. Seguía dormida y supongo que aquello no dejaba de ser algo reflejo o casual, pero por nada del mundo quería que acabase aquello.
Pasaron unos minutos cuando noté que Elena despertaba. Bajó mi cremallera del pantalón y sumergió su mano en mis calzoncillos. Yo la dejé hacer. No me movía. No decía nada. Ella con cuidado, despacio, sin decir nada y sin mirarme sacó mi polla, la masturbó un par de veces y se la metió en la boca. Mi mano izquierda, que hasta ese momento acariciaba su culo, se fué automáticamente hasta su cabeza, y empecé a acariciar su precioso pelo. Ella siguió chupándomela, despacio, apretando sus labios y jugando con la punta de su lengua en mi glande. Yo acompasada sus movimientos de cabeza con mi mano, hundiéndole la cabeza en mi polla, mientras me estiraba y gemía sin pudor alguno. Sólo llegaba a suspirar su nombre en medio de mi respiración entrecortada. Elena se incorporó un poco. se puso a 4 patas en el sillón y siguió con mi polla en la boca mientras terminó de bajarme los pantalones para poder sobarme los huevos con la otra mano. Yo quería devolverle algo de todo lo que me estaba haciendo sentir. Estiré mi mano izquierda y subí su falda para tocarle el culo. Busqué con mis dedos su coño y alcancé a acariciarle el clítoris con las yemas de mis dedos. Aquello me empezaba a superar. Jamás había sentido mi polla tan dura como en ese momento y a Elena parecí disfrutar tanto o más que yo.
-
Elena…. no creo que aguante mucho, cariño…
Ella no dijo nada ante mi advertencia. Supongo que ya se imaginaba que no tardaría en correrme. Sabía que era virgen. Es cierto que me había masturbado pero eso no se podía comparar con lo que estaba sintiendo.
Sin decir nada dejó de chuparmela, se levantó la falda, se quitó el tanga y se sentó a horcajadas sobre mí. Mis manos sobaron sus muslos y fuí subiéndolas hasta su cintura, viendo el esplendor de sus piernas. ella se inclinó sobre mí, agarró sus manos al cabecero del sofá y puso su cara justo delante de la mía, al alcance de mis labios, pero sin besarme. Sólo me miró. Nuestros ojos se clavaron y por un momento nos quedamos así, quietos, sin decir nada, sólo respirando profundamente los dos, llenos de excitación mutua. De repente Elena me habló.
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¡Fóllame, Sergio! Méteme tu polla hasta el fondo.
Mis manos abandonaron sus muslos. cogí mi polla y se la coloqué justo en su coño. Ella se incorporó un poco y se sentó sobre ella de golpe. La excitación era tan alta que prácticamente mi polla se resbaló dentro de su coño. Entró de golpe, hasta el fondo, chocando su pelvis con mis huevos. Ella levantó su cabeza hacia el techo y emitió un gemido claro e intenso, señal de que había recibido mi polla en su coño. Mis manos subieron por su espalda y sin pudor le bajé la cremallera del vestido. Mientras, ella se movía adelante y atrás con movimientos suaves, sin quitar sus ojos de los míos. le bajé los tirantes del vestido y los del sujetador. Intenté quitarle el sujetador pero mi torpeza por la inexperiencia y los nervios por la situación del momento hicieron imposible la operación. Ella, entendiendo lo que pasaba, quitó sus manos por un momento y se desabrochó el sujetador, para volver a colocar sus manos sobre el cabecero del sofá. De repente la tenía ahí, delante de mí, desnuda, viendo la perfección de su cuerpo. Mis manos apretaron sus tetas y a ella le gustó, a juzgar por los gemidos que emitió. Me iba dirigiendo y diciéndome lo que tenía que hacer mientras no dejaba de moverse adelante y atrás.
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Así…aprietame los pezones, Sergio… pellízcalos despacio… joder… así.. ¡No tan fuerte! suave…Dios… así es perfecto joder..
Animado por sus palabras me esmeré en hacerlo lo mejor posible.Elena sabía que me iba a correr en breve. Echó su cuerpo hacia atrás, apoyó sus manos en mis muslos y empujó con su coño mi polla. Me embistió dos o tres veces y yo grité d puro placer
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Ahhhh, Elena…. me voy a correr…. Cariñoooo
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Córrete… lo deseo, Sergio. Ummfffff
No le importaba que me corriera tan pronto. Creo que lo deseaba. Empujó con todas sus fuerzas. Mis manos agarraron sus caderas para sujetarla y al cabo de dos embestidas noté como me vaciaba en ella. Fue una corrida intensa y larga. Elena gritó de placer al notar mi sémen recorriendo su coño. Fue tan grande la corrida que pronto comprobé cómo mi sémen se desparramaba por sus muslos. Ella jadeante se abrazó a mí y yo a ella. Abrazados recuperamos la respiración. No sabíamos que decir
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Elena.. yo… quiero decirte que..
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Shhhh, calla. ´dijo Elena enredando sus manos en mi pelo y apretándome contra ella, Quería esto y lo necesitaba. Desde hace tiempo
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¿Desde hace tiempo?
Elena se calló. No dijo más y yo tampoco quise preguntar. Al cabo de un rato la `pregunté
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¿Tú te has corrido?
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No, pero da igual. Verte a ti así y hacerte disfrutar compensa todo
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Pero no es justo, Elena
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Que no le des importancia, Sergio
Elena se levantó, se colocó los tirantes del vestido y se fue a la cocina a por un vaso de agua. Yo me quedé un rato sentado en el sofá, sin saber bien cómo reaccionar. Por fin me levanté y fuí a la cocina, desnudo. A esas alturas poco me importaba que me viese así Elena. Ella estaba de espaldas a mí, apoyada sobre la encimera. La abracé por detrás sin decir nada. Sólo para que supiese que estaba allí con ella. Al cabo unos segundos Elena tomó valentía y me dijo:
-
Antes, cuando se me escapó que Alejandro no era mi primera opción.. te dije la verdad. Digo que se me escapó porque no quería decírtelo. Ese no era el plan, pero, ya ves. Me salió de dentro
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¿Por qué no querías contármelo?
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Porque mi primera opción eres tú, tonto. Siempre has sido tú
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¡¿Yo?! – me quedé helado y me separé unos centímetros de ella
-
Sí. Desde adolescentes. Me pareciste siempre un tío interesante, atractivo, que no era como los demás. No picabas de flor en flor ni ibas de sobrado… Al no tener nunca novia me hice ilusiones de que igual estabas esperando una ocasión para decirme algo a mí pero… vas y te metes al seminario y te haces cura, joder… Al menos me consolé pensando que no te habías ido con otra. Oye.. si era lo que querías pues genial. Yo era tu amiga y quería lo mejor para ti.
En ese momento Elena se giró y siguió su confesión mirándome a los ojos
-
Me lié con Alejandro porque era lo más parecido que encontré a ti. Parecía formal y serio, pero mira cómo salió… pero yo siempre estuve colgada de ti, Sergio. Y encima, para más rabia, hoy compruebo que tienes una polla por encima de la media. Después de ver lo que tienes ahí – dijo Elena bajando su mirada hacia mi polla- … ¡joder que desperdicio, de verdad!
Yo era incapaz de articular palabra. No me salían las palabras. De repente Elena, mi amor platónico, estaba enamorada de mi y yo fui tan idiota que fuí incapaz de verlo. No sabía cómo explicarle que yo me hice cura precisamente porque pensé que mi amor por ella no era correspondido y era una forma de alejarme de ella.
No le dije nada. sólo la cogí de las manos, y la llevé a mi habitación
-
¿Dónde vamos? – Preguntó ella-
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Schhh. ya has dicho bastante. ahora calla, por favor, déjame este momento
Ella se cayó y se dejó guiar por mí. Entramos en la habitación. encendí la luz, la senté a los pies de la cama. Me arrodillé delante de ella y acariciando sus muslos, aún envueltos en sus medias, le separé las piernas. Elena me miraba entre excitada y confusa.. Mis manos acariciaban sus muslos a la par que mis labios iban besando la parte interna de sus piernas, subiendo hasta su coño. La respiración de Elena se hizo más profunda pero me dejó hacer. Mis manos alcanzaron su culo a la vez que mi boca su coño. comencé a besarlo despacio y Elena se echó hacia atrás en la cama, con las manos por encima de su cabeza y su vestido sin quitar. abrí todo lo que pude mi boca para absorber su coño, metiéndolo todo en mi boca. Lo tenía depilado. Mi lengua buscaba su clítoris dentro de mi boca y Elebna empezó a retorcerse de placer. Solté su coño de mi boca y me dispuse a buscar su clítoris con la punta de la lengua. Elena se retorcía más sobre la cama y llevó sus manos a mi cabeza con clara intención de no dejarme sacar la cabeza de entre sus piernas. Agarré su culo con mis manos y lo llevé hacia mí. Los gemidos de Elena me dejaron descubrir que había dado con un punto especialmente sensible, así que entretuve mis labios y mi lengua en ese punto concreto de su clítoris.
-
Joder… ¿Dónde has aprendido eso? Dios… me pones loca.No pares por Dios… Sigue.. ahí.. sigue.. no te muevassssssssss
No tenía intención de moverme. Mi boca y mi lengua jugaban con su coño a mi antojo. Metí mi lengua dentro de su coño y la moví de un lado a otro todo lo deprisa que podía. Ella apoyó los brazos en la cama para levantar la cabeza y contemplar cómo se lo comía entero. Aprovechó para bajarse los tirantes de su vestido, quedando éste completamente rodeando su cintura y dejando ver sus `preciosos pechos. Mientras mi cabeza seguía hundida en su coño ella se pellizcaba los pezones gimiendo de una forma que a mi me volvía loco.
No podía esperar más y Elena tampoco. Me incorporé y fui subiendo lentamente por su cuerpo besando cada parte de su precioso cuerpo. Me entretuve en sus tetas, que volví a manosear, chupar y lamer mientras Elena no dejaba de gritar de placer. Seguí subiendo más hasta llegar a su boca. No me hice esperar. la sujeté los brazos por encima de su cabeza y la besé como jamás había besado a nadie. Inmediatamente busqué su lengua con la mía. Literalmente nos comimos la boca desatando todo el deseo que teníamos contenido. Entre beso y beso mi voz jadeante sólo acertaba a susurrarle:
-
Te deseo, Elena, de siempre.. te he deseado más que a nada en este mundo
-
Cariño..No pares… calla y fóllame…
Me incorporé, observé su cuerpo desnudo y su cara de lujuria pidiendo más. Levanté sus piernas y las puse sobre mis hombros. Mi polla buscó sus coño y de una embestida la penetré hasta el fondo. Elena soltó un grito de placer. En esa postura notaba cómo mi polla recorría su coño. Me encantaba ver su gesto de placer y lujuria mientras la follaba hasta el fondo. A cada golpe de mi polla sus tetas se movían notando las embestidas y eso me excitaba aún más.
-
Follame, Sergio… soy tuya.. más fuerte joder, fóllame amor… dame esa polla que tienes
Sus ánimos surtían efecto. Cada embestida iba acompañada de toda la fuerza que mi cuerpo podía impulsar. Gritábamos los dos de placer, deseando más, buscando más. Elena bajó las piernas y las abrazó a mi cintura. Sus manos fueron a mi culo y las mías al suyo. Mis embestidas se hicieron más suaves pero más rápidas. Las caderas de Elena iban acompasando mis embestidas. Ella levantó sus caderas buscando que mi polla penetrase más en ella, cosa que agradecí, pues el placer era cada vez más intenso. Sus manos se agarraban a mi espalda, y sus gritos hacían preveer que estaba cerca de correrse.
El hecho de haberme corrido antes me ayudó bastante para tener más aguante. No quería salir de su cuerpo. Mi boca se hundía en su cuello mientras levantaba su culo con mis manos, buscando el máximo placer.
-
Sigue amor… falta poco… más, más, MÁS
Noté como sus paredes vaginales oprimían mi polla en su interior. Elena soltó un grito de placer a la vez que se agarraba a mi cuerpo.
-
Te quiero Elena -Solté en su oído mientras notaba su corrida en mi polla-
Sus piernas se entrelazaron a mi cintura y me apretaban contra ella. Mis brazos la abrazaron, acariciando su precioso pelo. Notar que Elena se había corrido me provocó tal placer que casi inmediatamente noté como me corría por segunda vez. Empujé fuerte la última embestida y me quedé ahí quieto. empotrándola contra el colchón y vaciándome en su interior por segunda vez. Por unos segundos nos quedamos así, sin movernos.
-
No salgas todavía, Sergio… sigue así
Obedecí sin rechistar hasta que mi polla salió de su coño de forma puramente natural. Por unos minutos nos quedamos desnudos mirándonos y acariciando nuestras caras. Finalmente Elena me dijo:
-
La de tiempo que hemos perdido por cobardes
-
Eso es lo bueno… tenemos todo el tiempo del mundo para recuperarlo que hemos perdido
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Esa es otra… Si eres virgen… ¿Cómo sabes comer tan bien un coño?
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No sabes bien lo didáctico que puede ser a veces el porno
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¿En serio?
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En serio. Es más… no veo el momento de enseñarte más cosas que he aprendido
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Y yo no veo el momento de seguir aprendiendo juntos
Nos dormimos al poco pero esta vez, sabíamos los dos que nuestros sueños se habían cumplido
2 respuestas
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