abril 5, 2017

567 Vistas

abril 5, 2017

567 Vistas

LIDA

0
(0)

CAPÍTULO 1º

 

Hacía casi tres años y medio que Lida Ilianovna Selenko llegara a Yakust, con su título de médico odontólogo recién expedido por la Universidad de Moscú, un día de primavera de 1947, cuando empezaba el deshielo tras el largo y gélido invierno.

 

Cuando llegó nadie entendía que una mujer tan joven y bella eligiera esa especie de fin del mundo antes que una ciudad tan populosa como Moscú. Porque Lida era joven, veinticinco años, y muy hermosa. Más bien alta, algo más de metro setenta, y muy bien proporcionada: Piernas largas y torneadas; busto y caderas firmes, desarrollados, pero sin exagerar. Lo justo para resultar atractiva sin caer en abundancias antiestéticas, una figura más próxima que lejana al ideal 90-60-90. Rostro ovalado que un día fuera de blancura casi nívea y ahora con matices atezados, fruto de largas exposiciones a la intemperie, al sol, al viento y la nieve durante su reciente pasado bélico. Ojos azules de mirar profundo y labios un tanto gruesos, sensuales, de un tono rojo natural realzado por el tenue toque de pintalabios que solía usar. Cabello muy negro, antes largo que corto.

 

Enseguida logró empleo en la clínica odontológica del Hospital de la ciudad, que recibió su demanda como una bendición pues sus odontólogos no eran sino simples dentistas que apenas llegaban a poco más que sacamuelas y, en tales circunstancias, Lida Ilianovna era un verdadero lujo.

Pero casi todo el mundo entendía que la muchacha debía estar algo loca o, al menos, ser en extremo extravagante. Pues ¿quién si no se abandonaría en un lugar como Yakust? Esta ciudad, la más fría de la tierra, es capital del inmenso e inhóspito territorio de Yakutia, en el extremo nororiental de Siberia, donde la temperatura en pleno verano (Julio-Agosto), si bien a veces llega a 30º-35º, lo normal es que no rebase los 20º y el resto del año la media es de -40º, con hasta -60º en Diciembre-Enero, entre 0º y -20º en Octubre, Noviembre, Febrero y Marzo; y en Septiembre, Abril, Mayo y Junio entre 0º y 10º 

 

Y hoy, un día de septiembre de 1950, la mañana se le hizo eterna a la doctora Lida Ilianovna. Apenas pudo pasar su consulta con un mínimo de normalidad pues los nervios la dominaban. Todo el tiempo su mente estuvo ocupada por ese rostro que tan hondo se metiera en su alma. Cuando por fin acabó la consulta y la doctora pudo volver a sus dependencias privadas, anexas a su consulta en la Clínica de Odontología, se despojó de la bata blanca y, de un patadón, lanzó los zapatos a un rincón. Se sirvió una taza de té y se sentó en el sofá con un cigarrillo en la boca. Su rostro denotaba una mezcla de preocupación e incertidumbre. De los primeros pacientes que esa mañana atendió era un grupo de yacutos, esas gentes que nomadean continuamente por el territorio y a los que poco de lo que por allí sucede se les escapa. De entre su cháchara en yakuto entresacó que no lejos debía haber un campo de prisioneros alemanes.

Y de nuevo volvieron a su mente los recuerdos de siete años atrás: La guerra y su paso por la Compañía Baida; ese rostro tan querido que nunca olvidaría, el de su amado Helge Ursbach, el médico militar alemán que la cautivara aquella noche del verano de 1943, cuando le conoció en una destruida granja a orillas del Donetz. 

Le recordaba con su pelo rubio, casi tan dorado como el trigo en sazón, su alegre sonrisa… ¡Donde estarás ahora, Helge querido! ¡Muerto o, en el mejor caso, prisionero! Que escaparas y estés en Alemania es muy difícil, pocos de los tuyos lo consiguieron.

 

—————————–

 

La fusilera de la compañía“Baida” de francotiradores femeninos del Ejército Rojo(1), Lida Ilianovna Selenko, conoció al teniente médico alemán Helge Ursbach la noche que rescataron a Schanna Ivanovna Babaiev, que desapareció días antes pero que la noche anterior comprobaron que estaba viva y en una granja asolada del lado alemán del Donetsk.

La capitán Soia Alexandrovna Baida, jefe de la unidad, dispuso que el rescate lo realizara un comando de tres efectivos: Lida Ilianovna que estaría al mando, Marianka Stepanovna Dudovsk y Vanda Alexandrovna Miriansky. 

El comando cruzó el río con el agua por la cintura, apoyado en una balsa que portaba los fusiles Moisin-Nagant 1891/30, las botas y pantalones de campaña más los gruesos calcetines de lana.

Al llegar a la orilla enemiga las chicas se calzaron los calcetines pero no los pantalones, para gozar de más agilidad, con lo que sólo les quedaban gorros y camisas militares para cubrir sus jóvenes y hermosos cuerpos.

El comando cubrió la aproximación al objetivo pegado al suelo, reptando silenciosamente sobre el terreno hasta alcanzar la entrada de la granja. El interior estaba iluminado y se escuchaba una voz de hombre que cantaba y el rasgueo de un instrumento de cuerda. Asomándose con sumo cuidado por una ventana, Lida observó que dentro de la granja sólo parecía haber dos soldados alemanes y Schanna Ivanovna; de los dos alemanes uno, sentado en el suelo de espaldas a la puerta, cantaba y tocaba una mandolina y el otro inclinado ante Schana, con una jeringuilla en la mano e instrumental quirúrgico entre él y la prisionera, lo que indicó a Lida que era médico y se disponía a atender a la prisionera.

Tras recibir el comando toda esta información, con vistas al inminente asalto, las tres chicas se agolparon frente a la puerta listas a darle un empellón y lanzarse al interior, con todos sus músculos en tensión hasta incluso dolerles, aunque ahora ellas no sintieran el dolor ni el cansancio que la tensión les provocaba, excitadas por la inminencia del combate. Luego, a una señal de Lida, las tres fusileras dieron el violento empujón y entraron disparando a discreción.

 

——————————

 

Schanna Ivanovna había estado muy nerviosa desde que empezó a anochecer, esperando lo que sabía iba a suceder tan pronto se hiciera noche cerrada; pero cuando las fusileras irrumpieron disparando tuvo una reacción inesperada: Dio un violento empujón al médico que la atendía haciéndole caer boca arriba y gritó “Fritz”. Pero el aviso llegó tarde pues, aunque el soldado que cantaba y tocaba la mandolina se arrojó al suelo de inmediato, no pudo evitar que dos disparos le acertaran en la espalda, atravesando sus pulmones y lanzándole al suelo entre convulsiones espasmódicas

A todo esto las chicas se habían protegido tras un destartalado carro, con las armas listas para disparar y escudriñando el entorno buscando más enemigos, pero allí no parecía haber ninguno más.

 

El alemán que parecía médico se levantó y alzó los brazos exhibiendo la jeringuilla en una mano, como diciendo: “No llevo armas”. Miró a Schanna que llorando convulsivamente se tapaba la cara con las manos. Luego al soldado que yacía en el suelo y se dirigió a éste.

Al momento Lida se levantó y saliendo del modesto parapeto gritó:

 

·          ¡Stoyat! (“¡Quieto!”, en ruso transliterado)

 

El médico alemán se volvió lentamente hacia Lida, con los brazos algo abiertos, un poco en alto y mostrando la jeringuilla en su mano. La fusilera avanzó unos pasos hacia el alemán y preguntó:

 

·          ¿Hay alguien más aquí? ¿Eres médico?

 

A ambas preguntas responde el alemán con movimientos de cabeza, negando a la primera y afirmando a la segunda. Luego el alemán habló:

 

·          ¿Hablas alemán?

·          Poco, muy poco

·          Mejor de todos modos. Así nos entenderemos algo

·          ¡Nunca me entenderé con criminales fascistas!

 

Y Lida Ilianovna avanzó otro paso hacia el alemán, con lo que quedó bajo la luz que iluminaba el lugar, manifestándose gloriosamente su espléndida belleza, su ovalado rostro de azules ojos, su esbelto cuerpo con el triangulito negro del pubis apenas oculto por la burda braga de la Intendencia Militar, las largas y torneadas piernas desnudas….

 

Con esa especial intuición que toda mujer posee, Lida percibió la impresión que en el médico causaba su cuerpo, lo que hizo que en su mirada se agudizara la nota de crueldad que desde que irrumpiera en la granja mantenía. Pero pronto se suavizó, sustituida por un gesto que denotaba un punto de interés, mientras sus ojos se posaban fijos en el médico alemán.

 

Entonces el hombre desvió su atención de la mujer y fue girando hacia el soldado herido, por lo que Lida le gritó:

 

·          ¡Stoyat! Estate quieto.

·          Debo ayudar a mi camarada herido.

·          ¡Tú ya no ayudas a nadie ni decides nada aquí! ¡Agradece estar todavía vivo!

·          Tengo un deber que cumplir;  tú haz lo que debas hacer

 

Lida vio cómo él le volvía la espalda y lentamente caminaba hacia el herido. Deseó dispararle por su arrogancia; de hecho presionó el gatillo de su arma hasta llevarle al punto de disparo, pero ahí se paró y bajó el fusil. No supo por qué, pero no pudo disparar.

Y al bajar el arma Lida sintió un malestar especial. ¿Por qué no había disparado, a qué ese instante de duda? ¿Un momento de debilidad?

Enfadada consigo misma dio un puntapié a un cajón cercano, y fue a reunirse con las otras dos chicas que entonces rodeaban a Schanna, a la que preguntó al llegar a su lado.

·          ¿Puedes caminar? Bueno no contestes, no te fatigues; y nada de explicaciones, que ya habrá tiempo para todo.

 

Schanna Ivanovna no oyó lo que Lida le decía, pues le preguntó anhelante.

 

·           ¿Os envía Soia Valentinovna?

·           No… Somos voluntarias. Por ella te pudrirías aquí.

·           Se me repudia ¿verdad?

·           Schanninka,(2) llevas aquí varios días y hasta anoche no diste señales de vida. Deberás explicar muchas cosas, querida amiga.

·           Sí, pero Soia Valentinovna ya me ha juzgado…y condenado.

 

Entonces el alemán herido lanzó un sonoro estertor que retumbo como un rugido e hizo que Schanna rompiera de nuevo en llanto gritando:

 

·           ¡Matadle, matadle ya! ¡Que no sufra más, atajo de chapuceras!

 

Lida ordenó a Vanda y Marianka que se la llevaran fuera y la esperaran. Entre las dos muchachas levantaron y sostuvieron a la llorosa Schanna para sacarla afuera, pero la chica se negó a irse; reuniendo las pocas fuerzas que le quedaban anduvo lo suficiente hasta llegar al herido. Le miró largamente y su rostro se dulcificó en un gesto de sentido afecto. El herido volvió entonces sus ojos hacia Schanna y Lida vio que esos ojos se iluminaban de gozo al ver a la muchacha junto a él. Luego, Schanna se apoyó en Marianka y dijo.

 

·           Vámonos ya…  ¿Le alcanzaste tú?

·           Un disparo mío y otro de Lida.

·           Siempre quisiste “cazar” al “toro”. Ahora ya lo tienes y podrás reclamarlo para tu Libreta de Aciertos. Yo os lo entregué.

 

El médico alemán estaba junto al herido y le había bastado una mirada para saber que su camarada tenía los pulmones perforados y sufría hemorragia interna: El silbido del aire al salir por las heridas del pecho y la espuma sanguinolenta que brotaba de su boca lo evidenciaban. Lida se había acercado hasta él cuando sus compañeras se marcharon, y le preguntó:

 

·           ¿Puedes hacer todavía algo por él?

·           No… o más bien sí. Ayudarle a que muera tranquilo, sin dolor

 

El médico inyectó el anestésico que preparara para Schanna en el brazo del moribundo y dijo a Lida.

 

·           Ahora sólo un par de minutos hasta que el cabo muera. Luego podéis matarme; no me importa…y tampoco me asusta morir.

 

Lida no contestó, sólo se arrodilló junto al moribundo y con un poco de paja limpió la espuma sangrante de su boca. Las burbujas rojizas poco a poco dejaron de salir, hasta cesar momentos después, al tiempo que su aliento se extinguía. Lida tomó el pulso al herido, y con su mano le cerró los párpados diciendo

·           Ha muerto. ¿Fue él quien capturó a mi camarada?

·           Sí. También quien la cuidó, alimentó y me llamó para atenderle una herida de fusil que amenazaba gangrena. Quien a veces la violó, pero nunca habría consentido entregarla a la SD. (3)

Lida no respondió. El médico cubrió el rostro del muerto con su ensangrentada camisa y se levantó. También Lida se puso en pié, junto al médico, resultando ser casi tan alta como él.

El médico alemán volvió a mirar fijamente a la muchacha, preso en su endiablada belleza y dijo.

 

·           Quiero saber cómo te llamas

·           Lida Ilianovna Selenko. (Por qué respondí, se preguntó)

·           Yo soy Helge Ursbach.

·           ¡Y a quién le importa eso!

 

Lida respondió así, hosca y secamente, pero Ursbach vio en sus ojos que hubiese preferido responder de otra manera. De inmediato Lida siguió hablando al médico.

 

·           ¿Y qué haces aquí, Helge Ursbach, en una graja destruida a orillas del Donetz y no en un hospital alemán? En este año yo habría terminado la carrera de Odontóloga, pero llegasteis vosotros sembrando muerte y destrucción y ya no pudo ser. Decidí matar en vez de curar, como era mi original deseo, y me convertí en francotiradora para mataros, para limpiar de fascistas la sagrada tierra rusa.

 

Ursbach no se dio por aludido en las diatribas de la bella mujer que, sin siquiera él darse cuenta, tan hondo se estaba “colando” en su alma. Y empezó a acercarse lentamente a la chica diciendo

 

·             ¡Larga vida a la colega odontóloga!

 

Lida alzó el arma, apuntándole.

 

·       ¡Estate quieto! ¡Quieto de inmediato! ¡Stoyat!

 

La voz de Lida sonaba cortante, pero su tono era inseguro y las manos, el cuerpo, le temblaban ligeramente. Helge Ursbach siguió acercándose.

 

·       No me dispararás

·       ¡No estés tan seguro!

·       Tus ojos me están llamando; me dicen que vaya a ti

 

Por fin Helge Ursbach llegó junto a Lida Ilianovna y, con la misma tranquilidad con que se acercara, desvió el fusil de la mujer, le sujetó levemente las mejillas con ambas manos y la besó, con inefable dulzura, en los labios, fríos y rígidos en todo momento.

Fue un largo beso, en el que el hombre sintió el calor de los labios de ella, el calor que transmitía la proximidad del cuerpo femenino, el aliento entrecortado de la mujer que, escapando por la nariz, le rozaba y acariciaba las mejillas. También sintió la agitación del pecho de Lida, subiendo y bajando acompasado a su caricia.

Al fin se separó de ella quedando quieto a su lado, como para saber la reacción a ese beso, y Lida aferró firmemente contra sí el arma y con la mano libre propinó a Ursbach un sonoro bofetón que resonó como un pistoletazo.

 

·      ¡Cerdo fascista! ¿Quieres gozar, verdad? ¡Pues lo harás en el infierno, donde os enviaremos a todos vosotros!

 

Tras decir esto, se volvió violentamente y avanzó resuelta a la salida. Cuando llegó a la puerta la abrió, hizo intención de salir, pero se quedó allí, indecisa; despacio volvió sus ojos a Helge Hursbach, arrodillado de nuevo junto al soldado muerto. Le miró un instante y lentamente volvió junto a él. Al llegar a su lado, encañonándole, le obligó a levantarse. Entonces, mientras una mano le encañonaba la otra se la pasó tras la nuca, atrayendo hacia sí la cara del hombre y le besó en la boca con entera pasión. Con la lengua abrió los labios del alemán, introduciéndosela, mezclando ambas salivas, buscando la lengua de Ursbach para enlazarla en sublime caricia. Este beso fue muy largo, colaborando hombre y mujer, entregados, por un momento, uno al otro, él a ella, ella a él. Al fin, Lida se apartó, empujándolo violentamente, casi derribándole al suelo. Y con ojos llameantes espetó.

 

·      ¡Perro! ¡Cerdo fascista! ¡Cinco de tu banda morirán por esto!

 

Seguidamente, con paso rápido, pisando fuerte y con la cabeza muy alta se dirigió a la puerta y salió al exterior. Entonces divisó a sus compañeras, con Schanna, junto al río, tumbadas en la mullida superficie de hierba que alfombraba ambas márgenes del río. Y fue a reunirse con ellas.

 

Desde que Lida volviera la espalda a Helge Ursbach puso toda su voluntad en no volver la vista atrás, aunque intuía que el alemán la seguía desde q
Relato editado el 14/04/2017

¿Que te ha parecido este relato?

¡Haz clic en una estrella para puntuarlo!

Promedio de puntuación 0 / 5. Recuento de votos: 0

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este relato.

2 respuestas

  1. nindery

    Compré lencеría sеxу nuevа. ¿Quiеres vеr? – http://analsex4.fun

  2. helenx

    Stop jerk off. I know a site where thousands of single girls are waiting to be fucked. Look at them: http://xnice.fun/rt

Deja un comentario

También te puede interesar

UN PREMIO A LAS CARICIAS……….AUTOR MAPMAKER

mapmaker

29/05/2017

UN PREMIO A LAS CARICIAS……….AUTOR MAPMAKER

Quiero ser infiel,pero no se como hacer.

anonimo

28/09/2010

Quiero ser infiel,pero no se como hacer.

Me sucedio algo que...

anonimo

29/04/2015

Me sucedio algo que...
Scroll al inicio