Como todo los días cojo el autobús para dirigirme a mi facultad, que solo está a cuatro paradas de mi piso.

Me siento en el autobús y doy un vistazo rápido para ver quien hay, y ahí estás tu, una jovencita de bonitos ojos y larga melena. Estoy seguro de que nunca antes nos habíamos visto. Nada más sentarme mi mirada se clava en ti sin que pueda dejar de mirarte. Me encantas.

Después de unos segundos de mirar por la ventanilla me doy cuenta de que tu también me estas mirado y mantenemos esas miradas llenas de amor, erotismo y un poco de sexo desenfrenado durante cinco segundos. Entonces cojo todo el valor del mundo, me levanto y me dirijo hacia ti, como si estuviéramos solos en el mundo.

– Hola, ¿nos vamos a tomar un café?

– Tengo clase- me contestas, con una mezcla de sorpresa y nervios.

– Y yo, pero no me importa perderme clase si es por hacer un café contigo.

Aún sigues sorprendida y me dices -Vale, vamos- le doy al timbre del autobús y nos bajamos.

Entramos en el Starbucks más cercano a la parada, nos pedimos un café con leche cada uno y nos sentamos a hablar. Nos explicamos que estudiamos y dónde trabajas, seguimos parloteando durante una hora aproximadamente, con cierta tensión sexual en el ambiente, mirándonos fijamente a los ojos y jugando con nuestras manos. Te recojo el pelo y acerco mis labios a los tuyos, siento la humedad de tus labios, tengo mis los míos colocados sobre los tuyos, nos besamos con pasión durante unos segundos. Te cojo de las manos y me dirijo hacia ti -vámonos de aquí- sin decir nada asientas un sí con la cabeza, nos levantamos y nos dirigimos hacia fuera del local.

Una vez fuera, te rodeo la cintura con mis largos brazos, cogiéndote con fuerza tu bonito trasero, apretando tu cintura hacia la mía, notas un gran bulto, es mi cipote eréctil que se alegra de conocerte, aprieto más para poder notar tus grandes senos sobre mi pecho. Nos pasamos unos minutos en esta posición besándonos, como si alrededor nuestro no hubiera nadie más.

-Mi piso está a tres parada de aquí.

-¿Vamos a tu piso?- contestas nerviosa pero con cara de placer.

Sin decir nada más, te cojo de la mano y volvemos a tomar el autobús, esta vez en la otra dirección.

Llegamos a mi piso, vamos subiendo las escaleras mientras pones tu mano derecha dentro de mi pantalón y por fuera de mis calzoncillos, empiezas a palpar mi gran miembro mientras nos besamos. PUM! de golpe se abre la puerta del primero primera, sacas la mano lo más rápido posible y con una sonrisa de pillines acabamos de subir a mi piso.

Estamos delante de mi cama, mirándonos fijamente, una mirada llena de amor y lujuria. Te agarro fuerte por el trasero y te levanto, me rodeas la cintura con tus piernas, notas que mi enorme polla palpita contra tu húmedo coño, mientras te llevo dirección a la cama, una vez delante de ella te lanzo con suavidad y me echo encima tuyo, mientras nos vamos besando nos auto desnudamos, empezamos sacándonos los zapatos y los calcetines, pero rápidamente agarro tu jersey de color azul y te lo saco, casi a la fuerza, quedando de esta manera tus senos al descubierto, no llevas sostén; esto me ha puesto aún más cachondo, grandes y bonitos senos, los más perfectos que nunca he podido llegar a ver, con todo la ansia del mundo cogemos y nos acabamos de desnudar lo más rápido posible. Aquí estoy echado encima tuyo, echado encima del cuerpo más perfecto que nunca me haya podido imaginar.

Recorro todo tu cuerpo lamiéndolo, empezando por tus labios, recreándome un tus grandes pechos y acabando para tastar una de las mejores almejas de mi vida. Separo bien tus piernas, huelo tu vagina y con mi lengua recorro todo tu felpudo, de arriba a abajo, sin parar una y otra vez, vas abriendo más y más tus piernas para que pueda comerte mucho mejor tu coñito. Cada vez tienes más cara de placer, sigo chupándotelo, con tus manos aprietas mi cabeza hacia tu vagina, quieres más y más, tengo todo tu clítoris entero en mi boca, lamo y lamo, sin descansar, penetro tu mojado miembro con dos de mis dedos, no dejo de follarte con ellos mientras sigo chupándolo.

De golpe me coges y me das la vuelta, ahora eres tú la que está en la parte superior, me empiezas a besar, me encanta tus labios carnosos, empiezas a bajar con tu boca, mordiéndome el cuello un par de veces, sigues bajando, me lames durante unos pocos segundos mi pezón izquierdo, de repente levantas la mirada y con tus ojos repasas mi cintura hasta poner-la en mi pene, bajas la cabeza, empiezas a palpitar mi testículos con tu mano derecha, mientras que con la izquierda tocas mi miembro, estas machacándomela unos segundos, hasta que te levantas y te sientas sobre de ella.

Introduces mi miembro dentro de tu vagina, noto el calor y la humedad de tu chochete, me encanta, nunca antes había follado sin condón, me estoy excitando más y más. Tú sigues con esa postura moviéndote arriba y abajo, yo tengo los ojos fijos en tus maravillosos senos, ufff! madre mía! como botan, pienso yo. Para, para- chillo de golpe, sorprendida paras y te desmontas, � ahora me toca a mí, digo. Cojo y te pongo a cuatro patas, empiezo abriéndote el trasero y lo lamiéndolo con elegancia, a lo que me dices con cara asustada � por detrás no, por favor- no te contesto, tampoco tengo ninguna intención de darte por el trasero, cojo mi enorme polla y la introduzco en tu vagina. Cabalgo durante varios minutos, quince; veinte, no lo sé, hasta el punto de empezarme a correr, no quiero correrme dentro de ti, saco el miembro lo más rápido que puedo y eyaculo encima de tu espalda.

Me echo encima de la cama, ahogado, cansado del largo y intenso tiempo que acabamos de pasar juntos, te miro, tu cara rebosa felicidad.

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