JHonatan

noviembre 15, 2025

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El vicio de mi cuñada

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La cosa es que tengo un fetiche con lo prohibido, y cuando digo prohibido es de esos que sabes que estan mal, pero la calentura te gana.

Vivia con mi esposa y mi cuñada en un apartamento pequeño, de esos donde se escucha hasta cuando el vecino se echa un pedo. Mi cuñada, la verdad, no es mi tipo. Es flaquita, no tiene mucho culo ni tetas, pero hay algo en ella que me volvia loco. Quizas era lo prohibido, saber que era la hermana de mi mujer, eso me prendia mas de lo que queria admitir.

La cosa empezo con los sonidos. Varias noches, cuando ya estaba en la cama con mi esposa, empece a escuchar un zumbido bajito que venia de la habitacion de mi cuñada. Al principio no le pare bolas, pense que era el celular o algo asi. Pero el sonido era constante, como una vibracion, y duraba como diez, quince minutos. Y siempre a la misma hora, cuando mi esposa ya se habia dormido.

Una noche, la curiosidad me pudo. Mi mujer roncaba a mi lado, y yo con la verga dura pensando en ese maldito sonido. Me levante silenciosamente, con el corazon latiendo fuerte, y sali del cuarto. El pasillo estaba oscuro, y la puerta del cuarto de mi cuñada entreabierta. Ella habia salido con unas amigas, asi que sabia que no iba a volver en horas.

Entre a su habitacion. Olia a su perfume, ese olor dulce que siempre usaba. Y ahi, en la mesita de noche, estaba. Un vibrador rosado, de esos que succionan, con la punta redondeada y un poco de polvo brillante alrededor. Me quede mirandolo, pana, no podia creer lo que estaba a punto de hacer.

Lo agarre. Aun estaba un poco humedo, y me imagine a mi cuñada usandolo, gimiendo bajito para que no la escucharamos. Se me puso la verga aun mas dura, palpitando contra el pantalon del pijama. Me lo lleve a la nariz y olí. Tenia un olor mezclado, a su perfume y a su sexo, un aroma dulce y salado que me marco. Y entonces, sin poder evitarlo, le pase la lengua.

Sabor a ella, pana. Sabor a mujer excitada, a intimidad, a secretos. Fue como una descarga electrica. Me senti tan perverso, tan sucio, pero a la vez tan vivo. Me la segui pasando, saboreando cada rincon de ese aparato, imaginando que era su cuca lo que estaba lamiendo. Con la otra mano me saque la verga y empece a jalarmela, ahi mismo, parado en su cuarto, oliendo y lamiendo el juguete sexual de mi cuñada.

No tarde nada en venirme. Fue una corrida brutal, llenandome la mano de leche, con los ojos cerrados, imaginando que era ella la que se estaba viniendo en mi boca. Cuando abri los ojos, me senti asqueroso, pero no podia negar lo excitado que estaba. Limpie todo, deje el vibrador exactamente donde estaba, y volvi a mi cuarto. Mi esposa seguia durmiendo, sin tener idea de que su marido acababa de hacer una de las cosas mas enfermas de su vida.

Pero eso fue solo el comienzo. Al dia siguiente, no podia dejar de pensar en eso. En el trabajo, mostrando apartamentos, mi mente volvia a ese momento. Esa noche, cuando volvio el zumbido, me toco jalarmela otra vez en silencio, con mi mujer a mi lado, imaginando que era el vibrador el que estaba en mi boca.

Al tercer dia, ya era una obsesion. Esperaba que mi cuñada saliera para colarme a su cuarto. A veces solo olia el vibrador, otras veces me lo pasaba por la cara, por los labios. Una vez, me lo puse en la punta de la verga, encendido, y senti la vibracion recorriendo todo mi cuerpo. Fue tan intenso que casi grito.

Empece a notar detalles. A veces el vibrador estaba mas humedo que otras. Me imaginaba a mi cuñada usandolo mas intensamente, con mas ganas. Me puse a espiarla, a ver si podia pillar cuando lo usaba. Una tarde, crei que no habia nadie en la casa, y me acerque a su puerta. Estaba entreabierta, y la vi. Estaba acostada en la cama, con las piernas abiertas, y el vibrador en su chocha. Se lo movia lento, con los ojos cerrados, gimiendo suavemente. Se me paro la verga al instante, pero me fui rapido antes de que me viera.

Pero no me limite solo al vibrador. Empece a husmear en su ropa interior. Encontré un cajon lleno de tangas, y me puse a olerlas, a restregarmelas en la cara. Una vez me puse una, solo para sentir la tela ajustada, imaginando que era ella. Me jale la verga con su tanga puesta, y me vine por todos lados. Otra vez, encontre unos leggins que usaba para hacer ejercicio, y ahi tambien estaba el olor de su sudor, de su sexo. Me los puse y me pase toda la tarde asi, con su olor pegado a mi piel.

Lo mas heavy fue cuando encontre su diario. Lo escondia bajo el colchon. Y ahi lei como ella tambien tenia fantasias conmigo. Escribio sobre una vez que me vio salir de la ducha, y como le habia gustado verme. Sobre como se preguntaba como seria cogerme. Eso me prendio aun mas. Ahora no solo era yo el pervertido, era algo mutuo.

Una noche, mi esposa se fue a visitar a su madre. Yo y mi cuñada nos quedamos solos en el apartamento. La tension era palpable. Nos sentamos a ver una pelicula, y yo no podia dejar de mirarla. Sabia lo que ella queria, y ella sabia lo que yo queria. En un momento, se levanto para ir al baño, y dejo su telefono en el sofa. Yo, como el enfermo que soy, lo agarré y entre a sus fotos. Y ahi estaban. Fotos de ella, en lenceria, tocandose, videos usando el vibrador. Me puse como loco.

Cuando volvio, me miro y supo. En vez de enojarse, se sonrio. «Te gusta espiarme, Jhonatan?» me dijo, con una voz sensual que nunca le habia oido.

No pude responder. Me acerque a ella y la besé. Fue un beso lleno de desesperacion, de meses de obsesion acumulada. Ella respondio con la misma intensidad. La lleve a su cuarto, a la misma cama donde la habia visto tantas veces con el vibrador.

Esta vez no habia juguetes de por medio. Era ella y yo. Le baje los shorts y la vi, alli, su cuca depilada, brillando, igual que en las fotos. Me baje y se la empece a chupar, saboreando por fin el sabor real, no el del plastico. Ella gemia, agarrandome del pelo, diciendo mi nombre. «Siempre supe que olfateabas mis cosas,» jadeo, mientras le metia los dedos.

Cuando me la cogi, fue brutal. La puse contra la pared, luego en la cama, dandole duro, sintiendo como me apretaba. Ella me decia cosas al oido, «te gusta oler mis tangas, verdad? Mi vibrador te vuelve loco». Y yo, el muy marrano, le decia que si, que era su perro, que queria vivir en su olor para siempre.

Nos corrimos los dos al mismo tiempo, y quedamos hechos un desastre. Pero sabiamos que eso no podia volver a pasar. Mi esposa, su hermana, volveria al dia siguiente.

Ahora, cuando la veo en las reuniones familiares, intercambiamos miradas que solo nosotros entendemos. Y a veces, cuando estoy con mi esposa, pienso en ese vibrador rosado, y en como todo empezo con un sonido a traves de la pared. Sigo revisando su habitacion cuando puedo, pero ahora no solo huelo su vibrador. A veces encuentro notas para mi, o una tanga usada que deja a proposito. Es nuestro juego sucio, nuestro secreto. Y aunque se que esta mal, que podria destruir mi matrimonio, no puedo parar. Esta vaina se me metio en la sangre, pana, y no se como sacarmela.

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