febrero 9, 2017

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Una sesión con mi sumisa.

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Habíamos quedado en nuestro hotel habitual, en una preciosa habitación, bien iluminada, que me permitiera contemplar el escultural cuerpo de mi sumisa a mis anchas…

Antes de entrar, tomando una copa, le advertí que era una sesión seria, que no habría mimitos, a pesar de que la quiero con locura.

Ella llevaba un vestido veraniego, abierto por delante, y unos zapatos de tacón muy alto, como tenía ordenado venía sin maquillar y traía puestos un reloj y unas gafas de sol que le había regalado.

 

Cuando entramos, le dije «Venga so puta, ya sabes lo que tienes que hacer», ella adoptó la posición de cacheo, con los brazos contra la pared y las piernas abiertas, como siempre, no me gustó la posición y la corregí de forma brusca, mis botas golpearon sus preciosos pies separándolos aún mas y procedía al humillante registro de todo su cuerpo´, regodeándome en sus pechos, su maravilloso trasero y sus magníficas piernas, modeladas a base de sesiones de spinning.

Después le ordené que me desnudara y ella lo hizo como sabía que me gustaba, cuando me quitó los calcetines besó con delicadeza y entrega mis pies y cuando estaba completamente desnudo se puso de rodillas y abrió su boca para limpiar mi miembro de los abundantes fluidos lubricantes que emitía.

Yo la cogí del pelo y le restregué mi miembro por su linda carita manchándosela de mi líquido precursor, después, le tiré del pelo y, cuando miró hacia arriba le escupí en la boca y la cara, ella, apenas intentó limpiarse, se dio cuenta de su error….

Me miró con su mejor mirada de sumisa, pero había cometido un fallo, entonces le ordené que se desnudara por completo y, nada más quitarse sus braguitas, observé que llevaba salvaslip a pesar de que lo tiene prohibido los días de sesión.

Las cogí y le dije «Ésto que es, so guarra, sabes que me gusta ver tus bragas manchadas de tus fluidos de zorra», ella bajó la mirada, había cometido dos fallos seguidos, el castigo sería terrible, le ordené que se pusiera de rodillas con las manos a la espalda.

Después, con una fina cadena, até sus manos a la espalda y ambos extremos de la cadena a sus lindos pies, ella bajó la cabeza, a pesar de su orgullo de guerrera ante mí, un miembro de las Fuerzas Especiales, no era más que una vulgar «pistolilla» que apenas merecía el aire que respiraba.

Cuando ya estaba inmovilizada le puse unos auriculares, le vendé los ojos sujetando los auriculares con la venda, le ordené que abriera la boca y le metí en ella las braguitas con el salvaslip, después conecté los auriculares al móvil, puse canciones de Sabina y la dejé allí meditando sus faltas…

Cuando vi que le costaba trabajo respirar, tengo que aclarar que ella tiene una boca preciosa, una auténtica fuente de placer, pero pequeñita, le quité las bragas, la solté, la dejé descansar un poco y le ordené que se pusiera bocabajo sobre mis rodillas, al principio la acaricié, cuando estaba confiada mi mano golpeó fuertemente su maravilloso y durísimo trasero, que tanto me atrae, y le ordené que contara los golpes, alternándolos con caricias, después la tiré sobre la cama, le esposé las manos y le ordené que se masturbara ante mí mientras le decía palabras dulces al oído como se que le gusta.

Cuando estaba a punto de terminar la interrumpí, estaba castigada por su mal comportamiento, dos fallos seguidos eran demasiados, la até de pies y manos y alterné nuevamente caricias con golpes y mordiscos y empecé a acariciarla esta vez yo, su vulva estaba totalmente hinchada y empapada.

Entonces, mientras seguía tumbada en la cama totalmente inmovilizada le pregunté que quien le había dado permiso para excitarse tanto, que estaba manchando las sábanas… ella no contestó, yo le di la vuelta, atada como estaba, y empecé a morderle la espalda las piernas y el trasero mientras le tiraba de su preciosa melena, recordándole quién era su Amo y señor.

Por fin la solté y la autoricé a tocarse hasta llegar a un orgasmo brutal diciéndole al oído cuánto la amaba.

Ahora me tocaba a mí, se puso de rodillas y le introduje el miembro en la boca, ella lo hizo como sabía que a mí me gustaba, yo mientras le sujetaba la cabeza para acompasar el ritmo a mi placer, hasta que terminé abundantemente en su boca, tanto que no pudo tragarlo entero.

Ahora sí le ayudé a limpiarse la boca, le dije que se la enjuagara y la abracé y besé, después salimos y, tras un casto beso en la calle, nos despedimos hasta la próxima sesión que ansiaba fuera cuanto antes.

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2 respuestas

  1. nindery

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  2. helenx

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