Recalco que es una historia fruto de mi imaginación. Disfrútenla.

Andrea y Laura son dos amigas mías de mi edad (26 años). Yo soy Rober, por cierto.

Me invitaron a tomar la previa en su casa, íbamos a salir los tres a tomar unas copas. Ellas terminaban de arreglarse y yo me tomé una cerveza mientras las esperaba.

– A este paso nos dan las mil – les dije

– Tú disfruta, que para algo te hemos invitado. – me dijo Laura

– ¿No te gusta lo que ves? – Me preguntó Andrea

Se paseaban por casa únicamente con sujetador y tanguita y no podía parar de observar sus cuerpos. Qué culos, que piernas más estilizadas.

De la nada, Laura se quitó los calcetines, los hizo una bola y me los metió en la boca.

– Esto es para que estés calladito – me dijo Laura dándome dos ligeras tortas en la cara. – Que no vamos a salir pero la noche va a ser divertida. – Añadió

Ambas se metieron en su cuarto y empezaron a hablar en bajito y a reírse. Yo mientras, saqué los calcetines de Laura de mi boca y seguí bebiendo la cerveza.

Pasado un cuarto de hora, oí como la puerta se iba abriendo poco a poco. Apuré el último trago de cerveza y al bajarla vi de qué trataba este inquietante y divertido juego.

Ambas se habían vestido igual. Llevaban puesto un corsé rojo muy escotado con el que únicamente se les veía parte de los pechos y el ombligo. Llevaban también unos pantalones de cuero bien apretados, sin nada por debajo. Con el traje que llevaban me esperaba unas botas altas de cuero negro pero no, iban completamente descalzas.

– ¡Desnúdate! – me ordenaron ambas mientras Laura golpeaba el reposabrazos del sofá con una fusta de dudosa calidad, era más bien un matamoscas.

Hice lo que me ordenaron y mientras me desnudaba, ellas también se desnudaron.

Andrea cogió mi erecto miembro con su mano y juntas me arrastraron hasta una habitación donde había una amplia cama. Me tumbaron y me esposaron de pies y manos a la misma.

Ellas se pusieron de pie en la cama y empezaron a meter sus pies en mi boca.

«¿Quién quiere ser nuestro esclavo hoy?» «Chupa nuestros pies» «menos mal que eres fetichista porque si no…» eran frases que soltaban.

Entre ellas también hacían guarradas. Se besaban en la boca, se tocaban las tetas, se metían los dedos en sus húmedos coños. Mientras que yo no podía hablar y solo podía mirar el erótico espectáculo que estaba presenciando.

Andrea cogió de al lado de la cama las zapatillas de deporte que tenían las chicas, aún con los calcetines dentro y me obligaron a olerlo y a chuparlo todo mientras me masturbaban.

«Eres un guarro» «somos unas princesas, nuestros calcetines huelen bien» me gritaban. Me pisaban todo el cuerpo y mi erección seguía aumentando, parecía que iba a estallar. Entre ellas se turnaban para sentarse en mi polla durante un largo tiempo que a mí se me pasó volando hasta que no pudieron más y tuvieron un orgasmo cada una.

«Vaya, parece que nuestro perrito cumple» Me dijo Laura «Habrá que hacer algo por él»

Juntas me pusieron los calcetines en la boca para que no pudiera hablar mientras me pajeaban con sus pies.

Siguieron masturbándome con sus pies hasta que me corrí. Salpiqué un poco de semen que cayó en la teta izquierda de Andrea y Laura lo chupó. El resto del esperma cayó sobre sus pies haciendo que tuviera el orgasmo más divertido y extraño del mundo.