septiembre 15, 2021

3720 Vistas

septiembre 15, 2021

3720 Vistas

Mi jefe fue mi amo

0
(0)

Mi nombre es Irene, tengo 32 años y actualmente soy directora de una academia de salsa y otros bailes latinos aquí, en Barcelona. Hace diez años inicié un noviazgo con Tony, con quien me casé hace seis. Actualmente tenemos una relación cuckold, en la que yo tengo plena libertad para estar con otros hombres y él se mantiene fiel, pero no siempre fue así. Durante los primeros cinco años tuvimos lo que podríamos llamar una “relación convencional”. Lo que voy a contar a continuación ocurrió en esos primeros años…

Yo tenía 24 años y acababa de terminar la carrera de psicología. Trabajaba los fines de semana como maestra de bailes latinos (aún no había montado mi propia academia) y quería ganar dinero. Encontré trabajo como secretaria en un conocido bufete de abogados de Barcelona. Mi jefe era un reconocido abogado al que llamaremos Julio (para mantener su anonimato). En cuanto lo vi por primera vez, durante la entrevista de trabajo, me sentí profundamente atraída. No puedo decir por qué. Era atractivo, aunque tampoco algo fuera de lo común. ¿Era su actitud? ¿Su manera de mirarme? ¿Su voz? Sólo sé que despedía algún tipo de magnetismo que me hacía desearlo como nunca me había sucedido antes, ni siquiera con Tony, el amor de mi vida, y con el que ya llevaba casi dos años de relación. El caso es que Julio debió percibirlo (tendría que estar ciego para no hacerlo, porque me costaba bastante disimularlo), y casi desde el principio comenzó un peligrosísimo juego entre ambos.

-Debe usted saber que este bufete es mi vida -me dijo en la entrevista de trabajo-. Si decido contratarla, debe entender que mientras usted esté en horario de trabajo debe entregarse por completo a este bufete.

Asentí sin dudarlo.

-¿Está casada o tiene pareja, señorita? -me preguntó a continuación.

La pregunta me hizo sentir algo incómoda, pero tampoco me pareció extraña. En muchas entrevistas de trabajo se nos pregunta eso para saber si tenemos intención de tener hijos, lo que suele ser un inconveniente. Yo lo sabía, así que le dije que estaba soltera.

-Bien, está contratada.

Casi desde el principio, Julio comenzó con su juego. Había días en que me daba los buenos días con una sonrisa y me regalaba algún educado piropo, y días en los que casi ni me miraba. Un día me hizo llamar a su despacho. No llevaba ni una semana en el bufete. Nada más ver su cara supe que estaba enfadado, y yo no sabía qué había hecho mal. Me puse nerviosa.

-Me has engañado -me espetó.

-¿Engañado? -no sabía a qué se refería.

-Ayer me quedé en el despacho hasta muy tarde -me explicó-. Cuando te fuiste, vi que un chico te recogía en su coche. Le besaste. Me dijiste que no tenías pareja…

-Lo siento, necesitaba el trabajo -confesé-, pero prometo que esto no afectará a mi desempeño. Yo…

-Necesito confiar en ti -me interrumpió-. Necesito confiar en todos mis compañeros, ya sean abogados, pasantes o secretarios. No puedo confiar si me mienten.

-No volverá a pasar, lo prometo -dije.

-Pásame esas carpetas de ahí -dijo, señalando una mesa cercana.

Me giré y caminé hacia la mesa, y al mirar atrás vi que él estaba sentado, mirándome fíjamente el trasero. Agarré las carpetas pero él dijo:

-No, de una en una. Trae las carpetas de una en una.

Agarré una carpeta y se la llevé a su mesa. Luego fui a por la otra, mientras él seguía allí, sin hacer nada, mirándome fijamente como si quisiera atravesar mi falda con la mirada. Me sentí expuesta, me sentí humillada, y aún así sentí como se me humedecía el tanga que llevaba debajo de aquella falda negra y estrecha. Le llevé las seis carpetas, una por una, como él quería.

-¿Necesitas algo más? -le pregunté.

-Por ahora no, puedes retirarte -respondió.

Algo me pasaba. No podía pensar en otra cosa que en Julio, y esos pensamientos a veces eran morbosos y otras me generaban malestar. Era una sensación extraña, pero incluso cuando estaba con Tony seguía pensando en él insistentemente.

Un día, a la semana siguiente, cometí un grave error que le hizo perder un cliente importante. Julio estaba muy, muy enfadado. Me hizo llamar, y yo ya me veía en el paro.

-¿Tienes idea de lo que has hecho? Me has hecho perder mucho dinero, eso has hecho -me espetó.

-Lo siento mucho -le dije-. Perdóname, yo…

-¿Qué te perdone? Pídemelo de rodillas -me dijo, de manera serena pero firme.

No puedo explicar cómo me sentí en ese momento ante esa petición, pero le obedecí. Me puse de rodillas y dije:

-Perdóname.

-Bésame los zapatos -me dijo entonces.

Dudé un instante. No sabía a dónde podía conducirme todo eso. Finalmente sentí que no podía hacer otra cosa y me incliné humildemente hasta que mis labios presionaron sobre la punta de su zapato derecho primero y su zapato izquierdo después. Luego miré hacia arriba, esperando su aprobación.

-Está bien -dijo Julio, satisfecho-, te perdono.

Aquella noche tuve sexo con mi pareja, pero le puse el rostro de Julio y tuve un poderosísimo orgasmo. Tenía una sensación constante que me perturbaba y, al mismo tiempo, despertaba en mí un extraño morbo; la sensación de que le pertenecía a mi jefe. Al día siguiente, Julio dio un paso más allá.

-Quítate esa falda y esa camisa de botones -ordenó-. Cuando te contraté te dejé bien claro que, en horario de trabajo, pertenecías a este bufete, y yo soy este bufete. Necesito poner a prueba tu compromiso con mi bufete.

Ese día no había nadie en el despacho; ninguno de sus colegas, ningún pasante… Sólo él y yo. Obedecí. Me quité primero la camisa de botones y me quedé en sujetador. Luego me quité la falda, dejando a la vista un tanga negro de encaje y unas medias. Aquel día hice mi trabajo así, mientras mi jefe regocijaba su vista con su secretaria semidesnuda. Cuando acabó mi jornada, le pedí permiso para vestirme. Él lo pensó un instante, y luego puso su mano en mi mejilla, acariciándola, y deslizó el pulgar dentro de mi boca. Invadió mi boca con su pulgar y yo simplemente dejé que lo hiciera, sin apartar mi mirada de él. Sentía que había emprendido un camino que no tenía vuelta atrás. Que haría todo lo que él me pidiera. Acaricio mi lengua con su pulgar un par de minutos y luego apartó su mano y me concedió permiso para vestirme y marcharme.

Algunos días después me citó de nuevo a su despacho. Me dijo que había estado pensando mucho tiempo en mi boca. Me dijo que me pusiera de rodillas y yo obedecí, como si no tuviera voluntad propia. Él se acercó, y sin prisas comenzó a desabotonarse y bajar su cremallera. Luego se bajó los pantalones y sacó su polla a pocos centímetros de mi cara. Ya estaba duro. Sin decir palabra metió su polla en la boca y, agarrándome del cabello con una mano, me empujó contra él, haciendo que su miembro se deslizara por mi lengua y bajara por mi garganta. Sentí cómo mi mandíbula se abría y mi garganta se atoraba, provocándome una arcada que conseguí reprimir. Instintivamente puse mis manos en sus piernas para frenarlo.

-Las manos a la espalda, o tendré que atártelas -dijo, y le obedecí.

Puso su otra mano también en mi cabeza y comenzó a moverla adelante y atrás, adelante y atrás, y su polla salía hasta casi la mitad y volvía a entrar hasta que mi nariz tocaba su pubis una y otra vez. A veces soltaba una arcada. Pronto la saliva comenzó a inundar mi boca, y no tenía manera de tragarla porque la polla de Julio ocupaba mi boca y mi garganta, así que empezó a desbordarse. La saliva corría por la comisura de mi boca y llenaba mi barbilla, goteando hasta mis tetas.

-Mírame a los ojos, puta -me ordenó, y yo obedecí, mientras él aumentaba el ritmo con el que me follaba la boca.

Su cara era de verdadero placer, y en ese momento me sentí orgullosa y plena por estar dando tanto placer a Julio. A mi amo. Sin dejar de mirarlo a los ojos, continué dejando que usara mi boca a su gusto. Sentía sus huevos golpear mi barbilla pegajosa de saliva con cada frenética embestida. Mis ojos lagrimeaban aguantando la, cada vez más bestial, mamada a la que me estaba sometiendo.

-Bien, puta, bien -decía, y yo me sentía feliz y orgullosa.

Después de unos intensos diez minutos se corrió, sin dejar de usar mi boca para su placer, por lo que parte de su corrida cayó directamente en mi garganta y no pude hacer otra cosa que tragarla, y parte inundó mi boca y se deslizó por la comisura de mi boca. Cuando acabó, simplemente sacó su miembro de mi boca y se vistió, volviendo a sus tareas como si nada hubiese pasado. Yo me quedé un instante quieta, en medio del despacho, sin saber qué decir o hacer. Limpié mi boca con un pañuelo y también yo continué con mis tareas. Así transcurrió el resto de la jornada, con normalidad. Pero los juegos entre Julio y yo no habían hecho nada más que comenzar.

¿Que te ha parecido este relato?

¡Haz clic en una estrella para puntuarlo!

Promedio de puntuación 0 / 5. Recuento de votos: 0

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este relato.

Una respuesta

  1. helenx

    Stop jerk off. I know a site where thousands of single girls are waiting to be fucked. Look at them: http://xnice.fun/rt

Deja un comentario

También te puede interesar

violada por el hijo del amigo de mi marido

anonimo

25/07/2023

violada por el hijo del amigo de mi marido

Emputeciendo a una jovencita (1)

luckm

27/06/2015

Emputeciendo a una jovencita (1)

policia dominada

anonimo

29/07/2012

policia dominada
Scroll al inicio