Por

Anónimo

enero 29, 2014

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Me cogieron en el estacionamiento.

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Caminaba aceleradamente, mis tacones sonaban con eco en el solitario estacionamiento, eran casi las doce de la noche, llevaba en la mano solo una flor, que me había regalado mi actual novio, era el muchacho que fungía como mensajero en la empresa donde laboro, y aunque no sabía que le era Infiel con mi Jefe, el Director de la empresa; manteníamos un noviazgo a escondidas.

Vestía una minifalda blanca de elastina extremadamente corta, y muy ceñida a mi cuerpo muy bien torneado, como generalmente acostumbro andar por los pasillos, sin medias y con las piernas blancas y muy curvilíneas desnudas al aire, así, exhibidas como me gusta andar, y perfectamente bien depiladas; la faldita me llegaba casi por debajo de las nalgas, lo cual lo hacía a propósito para complacer a mi jefe de oficina; sabía que al contonearme la faldita se me iba subiendo y a mis jefes los dejaba ver mis nalgas desnudas a penas cubiertas por un bikini tipo francés, o una tanga de encajitos; pero siempre muy femenina; a veces usaba medias con ligas muy anchas de estilo francés y me ponía ligueros, que podían asomarse, cuando cruzaba las piernas con exuberante sensualidad, delante de ellos; haciéndome la desentendida, la ingenua, y poniendo carita de nena tontita.

En esta ocasión; debajo llevaba una tanga color roja, de hilo dental, con muchos adornos al frente en forma de florecitas, mi conchita completamente depilada, solo con una sutil rayita en medio, y arriba solo una blusita color blanca, y muy delgada, y como hacía mucho calor, decidí por la mañana no llevar brasiere ese día a la oficina, mi traspiración hacia que se me distinguieran los pezones con claridad; yo sabía que tenía que llegar rápido a mi automóvil, pues ya era tarde y el guardia de seguridad iba a cerrar el estacionamiento;

Por ser tan floja y desordenada tuve que quedarme hasta tarde a terminar un reporte del personal que al día siguiente mi jefe me pediría.

De pronto, casi al llegar a mi carro; de una camioneta grandota color negro, se bajaron cuatro tipos encapuchados, y vestidos todos de overoles de mezclilla, preguntándome por sorpresa,

-¿Adónde vas rubiecita?,

Yo no supe que contestarles, de inmediato mis piernas comenzaron a temblar, pero rápidamente mi panocha se empezó a mojar como augurando lo que me harían esos maleantes.

El estacionamiento estaba casi a oscuras, y ya casi no había más carros estacionados, mi carro era muy pequeñito y aún estaba lejos de él; por un momento pensé en gritar pero me di cuenta que sería inútil, cuando vi que uno de los maleantes llevaba el tolete del guardia de seguridad, y lo movía lentamente de un lado a otro.

– ¡él era uno de ellos! pensé

-¿Adónde vas tan rápido princesa?, tenemos tiempo viéndote como te contoneas por los pasillos, todos somos empleados de tu oficina.

-¿crees que no sabemos cómo te han ascendido tan rápido en la oficina?

-Pero es que no se�.

Y de inmediato uno de ellos me dio un golpe en una mejilla, gritándome ¡cállate zorra!

-¿Pero qué les pasa acaso están drogados que les he hecho yo?

-Nada piruja pero ahora nos vas a dar las nalgas igual que al Jefe, queremos probarte, al tiempo que dos de ellos me comenzaban a nalguear sobre mi minifalda color blanca y comenzaban a subírmela, sacudiendo mis nalgas como gelatina, dejándome las blancas nalgas expuestas a sus miradas lascivas y sonrientes; sus manos con movimientos seguros comenzaban a hurgar entre el hilo dental de mi tanga y mi culo rosadito, pasándome las manos por mi panocha, que ya estaba rebosando en mis jugos propios; mientras mis captores continuaban sobándome la panocha con audacia, y esmero.

-Mira nomas hoy comeremos carne fina, se ve que esta puta es nena bien, huele a flores su piel, y apesta a loción cara.

¿De seguro te las regalaron tus amantes verdad zorra?.

Dijo uno de ellos que comenzaba a besarme a la fuerza y pasaba su lengua por todo mi rostro, jalándome del cabello, y maltratándome y acariciándome la cara; como si yo fuera una simple mascota en forma de mujer; me miraban todos lujuriosos como si se tratasen de un animales a punto de devorar a su presa.

Realmente no podía distinguir sus caras por las capuchas, y solo por sus voces dándole órdenes a sus compañeros es que apenas si podía distinguirlos.

Comencé a llorar quedito como intentando hacer que desistieran de lo que iba a ser una violación inminente.

-Cállate zorra sabemos que les das las nalgas al Jefe, solamente queremos, que seas más compartida, güerita.

Uno de ellos me tomo por la cintura e inmovilizándome con fuerza brutal comenzó a restregarme violentamente su paquete por encima de mi minifalda, y comenzaba a guardar su verga entre mis nalgas como atesorándolas, pudiendo sentir como su verga ya erecta encontraba acomodo en el calor de mi nalgatorio; a penas cubierto por la fina tela de mi minifalda.

-Al suelo amorcito como perrita, dijo uno de ellos al mismo tiempo que con sus manazas me obligaba a ponerme en cuatro patas sobre el piso del estacionamiento, con el culo en pompa ya completamente desnudo apenas cubierto por el hilo dental de mi tanga, mi cara termino besando el suelo sucio por la rapidez con la que me colocaron en esa posición; mi minifalda ya estaba completamente enrollada en mi cintura y me llovían nalgadas a diestra y siniestra por todo mi culo, yo solo escuchaba a los hombres bromear entre ellos y lanzarme toda clase de piropos muy subidos de tono.

Entre los jaloneos y manoseadas de mis violadores, mi cabello estaba despeinado y debido a que comencé a llorar todo mi maquillaje se corrió ante ellos; el maquillaje de mis ojos se veía brutalmente corrido por mis mejillas oscureciendo la base de mi maquillaje, y al parecer eso les excitaba aún más a esos desalmados, de tal forma que entre jalones y maltratos, lograron someterme haciéndome terminar empapada en sudor, en parte por el calor extenuante que hacía en el estacionamiento; y por las emociones propias de mi sexo que me obligaban a aceptar sumisamente las ordenes de un hombre o de muchos hombres tan varoniles, nulificando mi voluntad al máximo; y aun en contra de mi carácter autoritario, y que ahora me encontraba rendida y sumamente excitada ante unos desconocidos; las manos de los cuatro hombres recorrían mi piel, casi albina mallugandola; como quien toma una fruta en sus manos para saber si esta lista para ser roída; mis cabellos rubios, dorados, y llenos de rayitos de salón caro; casi color nieve desfallecían y adornaban la fría cantera del suelo del sucio estacionamiento.

Había perdido mi voluntad por completo y solo esperaba el momento en que fuera penetrada irremediablemente.

-Por favor déjenme ir, alcance a suplicar inútilmente.

Uno de ellos puso su zapato sucio sobre mi cabello y me inmovilizo por completo, al mismo tiempo que me esposo las manos por mi espalda a la altura de mi cintura.

– No te muevas zorra, haremos esto rápido, antes de que llegue algún otro carro.

De inmediato pude sentir las manos firmes de uno de mis captores tomándome con firmeza por la cintura, y arrancándome de un tirón mi tanga rompiéndola por completo, y nalgueándome rápidamente, obligándome a parar más las nalgas a base de nalgadas y gritos e insultos,

Finalmente pude sentir como magistralmente su miembro erecto caliente, y bastante largo y grueso se abría paso en mi panocha abierta y mojada; empezando a bombearme con firmeza, y cada vez con más rudeza y dedicación, no pude evitarlo y comencé a llorar y a gemir escandalosamente; el hombre al escucharme gemir como zorra se excito aún más y empezó a darme de embestidas aún más salvajes por mi panochita, que escurría en flujos vaginales y recibió a su primer visitante de la velada sorpresiva; haciéndome emitir sin parar gemidos al por mayor.

-¿Ya ves cómo te encanta zorra? Tan refinada que parecías con tu traje sastre que portas los Viernes en las Juntas Directivas; y todas son iguales ven una verga y se les olvida la alta alcurnia; ja, ja, tremendo putón serás.

Al mismo tiempo otro de mis captores se acostaba en el piso y me obligaba a mamarle su polla y hacerle sexo oral, metiéndome su vergon hasta el fondo de mi garganta, provocándome arcadas, mis primeras lágrimas de la noche, y ganas de vomitar.

Sus insultos que me envilecían lejos de ofenderme crearon en mi un efecto delicioso, y comencé a gemir y a jadear fatigada mientras recibía su polla en mi cola, con más fuerza y levante aún más mi grupa por instinto, como ofreciéndolas al resto del rebaño.

Su verga entraba y salía a un ritmo frenético sin compasión a la vez que palmoteaba mis nalgas sin piedad alguna, de seguro dejándolas marcadas con sus manos una y otra vez; yo trataba de voltear a ver, pero de inmediato me volvían a oprimir mi cara contra el suelo con sus zapatos, ensuciando mis cabellos tan arreglados y perfumados.

Podía escuchar como comenzaban a gritarse entre ellos, como pidiendo turno por mis nalgas al aire, hasta que comenzaron a rolarse, y a pesar de mis gritos, se comenzaron a venir sin condón por adentro de mi vagina, no estaba tomando anticonceptivos y eso me excitaba aún más, la idea de quedar embarazada de un grupo de desconocidos.

Mientras resignada recibía una y otra vez las embestidas de mis violadores, sentí como todos tuvieron la oportunidad de ensartarme y venirse dentro de mí, el más violento de ellos era el Guardia que traía el tolete y me susurro al oído, a mí me toca el lujo de reventarte el culo mi amor, por tantas veces que me has mirado con desprecio mientras sales caminando como ejecutiva sin saludarme y meneando las nalgas y viéndome menos; y lamiendo mi oído izquierdo, se dirigió a mi retaguardia, se paro atrás de mi culo; poniendo su gorda y cabezona tranca en la entrada de mi ano, separando mi par de nalgas sin ninguna delicadeza y con total destreza me clavo su polla en mi ano casi virgen de un solo envión; haciendo que aullara de dolor y lanzara un grito fuertísimo y femenino, como un cordero recibiendo una estocada brutal en mis intestinos, el desgraciado comenzó a bombearme sin miramientos, gritándome golfa, perra, sucia, escoria de mierda, zorra, puta, en fin, el cabrón me maltrataba lleno de lujuria y rencor, y jalaba cada vez más fuerte mis cabellos, y de vez en cuando me escupía en mi pelo, o sobre mi cara con todo el maquillaje corrido, que jalaba por mis pelos para recibir su escupitajo, e inmediatamente otro de sus compañeros volvía a poner su zapato sobre mi cabeza inmovilizándome contra el piso, no tardo el cabrón en venirse dentro de mi culo inundándolo con su semilla de hombre, mientras mi ano tomaba orma en su verga, y mi cuerpo seguía siendo víctima de toda clase profanaciones nalgadas, y pellizcos en mis pezones al por mayor; como si estuviera yo en oferta, mi blusa estaba ya echa tirones, y mis tetas se bamboleaban de un lado a otro con cada embestida.

Mis gemidos se confundían con mis lloriqueos y mis gritos de dolor y placer entremezclados, engalanaban el lugar, mientras mis varones comenzaron a hacerme venir en multiorgasmos de hembra, como nunca los había sentido con otro hombres, cuando me di cuenta estaba yo gimiendo como loca y revolcándome de placer contorsionándome extasiada; al mismo tiempo que mis jugos resbalaban entre mis piernas y despertaban las risas de todos los ahí presentes orgullosos por su obra magistral,

Cuando de pronto se escuchó la sirena de una patrulla de policía,

Al parecer alguien había escuchado mis gritos y los llamo, sollozante espere clemencia.

-¡Vámonos! dijo uno de ellos con apuro, y solo pude sentir como el desgraciado saco su polla de mi culo completamente abierto y dilatado de un jalón, haciéndome soltar otro grito lastimero,

-ya nos vamos preciosa, te ves tan linda así, toda rendida, con el culo en lo alto; que quiero un recuerdo tuyo,

-¡Maldito Idiota!, les diré a todos que te corran, eres el Guardia del estacionamiento,

-No lo creo linda, y el muy cabrón tomo la florecita tirada en el piso que me había regalado mi novio esa mañana y la ensarto completamente en mi culo lleno de su semen.

-Eres un lindo florero preciosa, dijo a la vez que saco su celular y me saco una foto todavía con el culo en pompa, en cuatro patas tirada en el suelo prácticamente desnuda y con la flor que el ingenuo de mi novio me había regalado esa mañana, metida hasta el fondo de mi culo y solo se veían los pétalos asomarse entre mis nalgas y embadurnados con el semen de mi violador.

-¿Si supieras como me simpatiza tu novio preciosa?, creo que le voy a mandar esta foto a su mail de la compañía, o mejor aún a todos los empleados, pero sobre todo a tus subordinados.

-¿Te gustaría que vieran a su jefa humillada? conozco a un par que corriste y siguen siendo mis amigos.

Mi panocha no sé porque volvió a mojarse al oír eso, mientras aun en el piso y temblando de placer vi como el Guardia se rio de mi burlonamente, mientras se alejó de prisa, subiéndose a su camioneta junto con los demás hombres, y se largaron del lugar, de un arrancón.

Cuando la policía llego me encontraron en la misma posición, en cuatro patas y con el culo en pompa, aun gimiendo quedito y sollozando, y entre varios polis me tomaron fotos para el expediente, mi cuerpo estaba desnudo, lleno de semen y con una flor entre mis nalgas llenas de semen,

��.. Mientras uno de ellos me preguntaba qué ¿Qué me había pasado?.

Este relato es 100% Ficción, Nada de esto ocurrió.


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2 respuestas

  1. nindery

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