Hace apenas un mes fui a mi primera entrevista de trabajo. Acababa de cumplir los dieciocho y la verdad es que me dio la sensación de que mi vida tenía que cambiar ya. Con los estudios que tenía me fui a una oferta que vi en una página de internet. Al llegar me di cuenta que había un montón de chicas esperando y entonces entre en el mundo laboral por primera vez. Yo siempre había oído de lo desesperante que es eso de esperar para una entrevista y luego que no te digan nada. En fin, que me armé de paciencia y esperé mi turno. Observé a las chicas muy arregladas, yo me miré en el espejo para comprobar que todo estaba en orden. Soy una chica muy agraciada físicamente. Mido 1,63 pelo largo castaño claro ojos grandes algo rasgados de color verde pardo y mis medidas son 95-56-90. Para mis amigas perfecta. Me vi linda así que no me retoqué nada. Llevaba un vestido de desigual que me encanta. Quizás algo corto para una entrevista pero tampoco era exagerado. Al fin me tocó entrar. Cuando lo hice he de reconocer que estaba muy nerviosa. Al fondo de un enorme despacho se escondía un hombre del que apenas podía ver sus brazos sobresaliendo de un ordenador enorme. finalmente se asomó por un lado y me invitó a que me sentara. El hombre era de unos treinta y cinco años más o menos, era atractivo y elegante. Se levantó cortesmente a saludarme y tras estrecharme la mano comenzó a hacerme preguntas. Aunque era mi primera entrevista de trabajo me sorprendió las preguntas que me hacía.

_¿Tienes pareja?

_¿Te gustan las chicas?

_¿Cómo te gusta vestir?

_¿Qué estarías dispuesta a hacer por conseguir el puesto?

Yo que sé…preguntas que me pusieron muy incomoda y que no supe contestar. Sin dejar que me fuese me pidió que me pusiera de pie y le sirviera un café. A eso no dije nada y lo hice. Me levanté fui donde me dijo que tenía el café y se lo llevé tal y como me dijo que le gustaba. En todo ese rato no me quitó ojo de encima, me observo todos los contornos de mi cuerpo, yo al menos así me sentía, observada desde la coronilla hasta la planta del mis pies. Una vez servido el café me mandó que me sentara, se quedó mirándome un buen rato sin decir nada, solo sorbiendo su café y mirándome fijamente. Estaba nerviosa, cortada, incomoda. De repente se levantó y dijo:

_Sí, me gustas. Tú serás la elegida.

Me quedé con la boca abierta, sorprendida de tal decisión cuando ni tan siquiera me había pedido el curriculum. Pero mientras intentaba ordenar todo en mi cabeza el me hablaba de las condiciones, y cuando llegó al dato económico me entró una tos repentina. Me dijo que me pagaría 2200� al mes. No podía ser cierto.

_¿Qué pasa, no estás de acuerdo con tu sueldo?

Afirmé con la cabeza rápidamente. Entonces se levantó.

_Ven aquí. -me dijo con impetu

Me acerque sin abrir la boca, solo pensaba en el sueldo. Me dijo que me apoyara sobre la mesa con las dos palmas pegadas a ella. Lo hice sin rechistar. Se puso detrás mía lo cual me puso algo nerviosa. Me dijo que no mirara atrás que solo leyera el papel que tenía a mi vista en voz alta y sin más lo hice. Era una carta de presentación, al leer la segunda linea el que iba a ser mi jefe me dio un azote tremendo en mis nalgas, con todas sus fuerzas, yo grité y miré atrás, pero me agarró rápidamente del cuello y me dijo que mantuviera mi posición, que siguiera leyendo. Aún hoy en día no sé porqué motivo lo hice sin mandarle a la mierda. Pero continué leyendo y vino un segundo azote y un tercero y así hasta terminar toda la carta.

_Puedes sentarte. -me dijo como si nada.

Me senté avergonzada, sin poder mirarle a la cara, me dolía el culo y me picaba. El siguió hablando sin más y preparó mi contrato para que lo leyera tranquilamente en casa.

_Mañana vienes y lo firmas, sino vienes sabré que no aceptas las condiciones.Puedes irte

Me quedé contrariada, salí sin mirar a mis compañeras, avergonzada como si ellas supiesen que aquel cerdo me había azotado. Al llegar a casa, leí el contrato después de pensar tirarlo. Pero 2200� no los pagan tan fácil nadie. En el contrato no ponía nada raro, era un contrato laboral normal y corriente, pero en un sobre que me adjuntó venía una serie de condiciones que tenía que aceptar. La ropa sería elegida por él. Me pondría uniforme de secretaria, le llevaría el café a la misma hora todos los días y sería además de su secretaria su puta. Sí así lo ponía de claro, haría de mi lo que él quisiera. Viajaría con él y me sometería a sus deseos.

Acepté.

A decir verdad estaba excitada, sentía la necesidad de que me volviese a azotar, me había gustado y aunque mi razón quería huir de esos pensamientos estaba totalmente entregada. Por la noche me masturbé y acabé azotándome con una regla de madera vieja del cole. Por la mañana fui a la oficina y me di cuenta que había cinco chicas más. Al cabo de un cuarto de hora nos hizo entrar a las seis.

_Bien, de vosotras seis solo una será mi secretaria. Después de ver el curriculum he decidido quedarme con cristina.

Era yo…

Pasó el tiempo, Daniel me pagaba lo convenido y yo poco a poco he ido aprendiendo a ser su secretaria de verdad. Me azota, me folla, me entrega a otros hombres o mujeres y me hace feliz. Tengo regalos increibles no solo por parte de él sino de clientes o socios suyos. Viajo con él a sitios maravillosos, por trabajo, pero luego tengo que cumplir mi parte. En todo este tiempo he aprendido a ser su perra, a ser suya en toda regla. Me encanta cuando me azota, cuando me ata a las barras de pie y usa su fusta. Me gusta cuando me entrega a algún hombre poderoso y me hace follar con él bien. Si consigo lo que él quiere me regala cosas inimaginables para cualquier chica de mi edad.

Soy feliz muy feliz. El sexo me encanta y cada día intento estar más guapa y atractiva para que siga Daniel a mi lado.

Cristina Iglesias. Cadiz.