Mika tenía 19 años cuando la conocí. Era la hija de mi esposa, que falleció tres años mas tarde. Mika no es el ejemplo de belleza que gusta a los hombres. Mide 1,75 y esta gorda, muy gorda dirían algunos. Pesa casi 110 kilos, pero no esta muy proporcionada, tiene un pecho enorme, pero casi no tiene culo. Eso si, el color moreno de su piel sudamericana y los rasgos algo orientales le da un exotismo poco frecuente. Para colmo, tiene un carácter insoportable. Irascible, egoísta, no tiene ningún respeto por nada. Pero por alguna razón desconocida la desee desde que la conocí. Supongo que mi deseo de doblegar un carácter tan desagradable fue determinante para decidirme.

No dude en aprovechar la ocasión cuando mi esposa murió. Mika no tiene familia en España ni nadie que la ayude a continuar sus estudios. Y la familia que vive en su país no quiere saber nada de ella. Así que, unos días después de la muerte de su madre, la invite a comer a un restaurante italiano, que le gusta mucho. Lo que ella no sabia era como acabaría la comida.

Tras los postres, le plantee el motivo de la reunión. Le dije:

– Por lo que veo, tu familia no esta haciendo nada por ti.

– Pues no�

– Y que tienes pensado hacer?

– Supongo que reunir dinero y volverme a mi país. Aquí no puedo continuar los estudios, y como no tengo residencia no puedo encontrar trabajo.

Estaba realmente dolida, siempre había aspirado a un doctorado de medicina, pero se encontraba en tercer curso y sin dinero ni siquiera para comer.

– Yo te podría dar una solución a tus problemas.

– Y como es eso?. Tú no me soportas, y la carrera es larga y cara. Me pagaras los estudios y el alquiler de un piso?. Porque harías eso tú por mí?

– Voy a proponerte un acuerdo. Si te interesa me lo dices y seguimos adelante. Sino, cada uno se va por su lado.

El acuerdo era el siguiente:

– Yo te pagare todos tus gastos hasta que acabes tus estudios. La matricula, ropa, comida, todo lo que necesites. Y además algún capricho si lo deseas.

– Además, viviremos juntos en la casa de campo que tengo en las afueras de la ciudad. Tendrás un vehículo para que puedas desplazarte.

– Tu parte del acuerdo es la siguiente: Serás mi esclava. De forma total y completa. Sin �peros� ni excepciones. Sin condiciones. Harás todo lo que yo quiera, cuando quiera y donde quiera. Me pertenecerás por completo.

A medida que lo oía su cara iba cambiando hasta convertirse en una mueca de desprecio. No se imaginaba que le iba a plantear semejante acuerdo. Pero no dudo en plantear la pregunta.

– Pero, eso que significa?

– No te preocupes, no pienso hacerte trabajar de sol a sol. Estoy hablando de sexo, claro. Sin tabúes ni prejuicios. No podrás negarte a nada de lo que te pida, y además espero de ti no solo que seas complaciente sino que te comportes de forma activa. Quiero que seas tu la que me busque para tener sexo sin pedírtelo. Y todo, claro con una sonrisa, aunque sea falsa, eso no me importa.

– Eres un cerdo hijo de puta, me soltó.

– No estamos hablando de lo que somos tú o yo. Sino de si quieres un futuro o no. Y antes de que me digas algo quiero que tengas presentes algunas de mis normas: Esta prohibida la ropa interior. Ni bragas ni sujetador ni tanga, ni nada. En casa, naturalmente, iremos desnudos los dos siempre. No hay forma de que nos vea nadie. En cuanto al vestuario es sencillo. Siempre faldas cortas y con mucho vuelo, blusas muy ajustadas pero elásticas sin botones ni broches ni nada. Puedes follar con quien quieras aparte de mi, claro. Pero tendrá que ser siempre en casa en nuestra cama y estando yo presente.

Se quedó absolutamente sin palabras. No esperaba esto de mí, y eso me complació. Mi miro con una mirada de odio ante la cual otros habrían abandonado toda pretensión. Pero yo estaba decidido a doblegarla, como fuera.

– Otra cosa. Siempre puedes romper el acuerdo, te buscare un sitio para vivir, pero el resto lo tendrás que buscar por tu cuenta. Además, si decides aceptar, el acuerdo se inicia ahora mismo.

Estuvo pensándolo casi 10 minutos. Por un instante dude que aceptaría, pero no deje entrever mis dudas o me tendría que ir a casa solo. Por fin se decidió.

– Esta bien, acepto, pero con una condición. Mi culo no se toca.

– De eso nada, las condiciones las pongo yo. De hecho, tu culo es lo primero que tocare.

– Esta bien cabrón, acepto.

– Estas segura? Por completo?

– No tengo otro remedio, y lo sabes.

– Si, lo se. Y ya que iniciamos ahora nuestro acuerdo, tengo algo que pedirte. Quiero que vayas al cuarto de baño. Quítate el tanga que tanto te marca la falda y el sujetador. Cuando vuelvas, los traes en la mano derecha cogidos con dos dedos. Quiero que los vean todos los comensales. Además, quiero que traigas los dedos de la mano izquierda empapados en tus jugos. Muy empapados.

– Quieres que me�.?

– Puedes hacerlo si quieres, seria mas fácil, pero creo que ya estas lo bastante excitada para que los pueda saborear.

Mika estaba pálida. Jamás imagino que la cosa se iba a precipitar tan rápidamente. Allí se vería ella, llevando una blusa totalmente transparente con las enormes tetas a la vista de cualquiera, y una minifalda que llevaba que se podía ver casi todo el culo. Pero accedió. Al cabo de 5 minutos volvió tal y como se lo había pedido. Por cada mesa que pasaba todos se volvían a mirarla. Una morena enorme con unas tetas grandísimas a la vista de todos. Se sentó y me ofreció su mano izquierda la cual saboree con mucho gusto.

Cuando salimos del restaurante le puse la mano en el culo, le subí la falda unos 10 centímetros y se mantuve sujeta. Cualquiera podía verle la raja del culo y ver que no llevaba bragas.

No quiero hacer mas largo este relato, para no cansar a nadie. Pero Mika y yo pasamos momentos inolvidables los cuales pasare a relatar con este titulo.