Saludos amigos de Relatos Eróticos. Después de haberme mojado mucho leyendo sus historias al final me he decidido a mandar la mía, espero me tengan consideración pues es mi primera vez. Espero les guste.

Quiero presentarme, mi nombre es María y actualmente vivo en la ciudad de Puebla. Trabajo como maestra de primaria, vivo con mi mamá y mi hija de 9 años. Como pueden imaginarse llevo una vida tranquila dedicada al trabajo y al hogar pero no siempre fue así.

Sin pecar de vanidosa me considero bonita, además siempre he cuidado mi cuerpo con una buena alimentación y ejercicio. Físicamente soy de piel apiñonada, ojos verdes y cabello pajizo, entre castaño y rubio. Mido 1.65, delgada, y bueno, no tengo mucho busto pero siempre he creído que tengo unas lindas caderas, aunque de niña me daba vergüenza lo grandes que eran, a contrario de otras chicas.

Lo que pasó fue en el verano de 1993. En ese entonces tenía 16 y cursaba el último año de secundaria. Era una época difícil tanto en la escuela como en la casa y mis notas iban de mal en peor, muchas veces fue mi madre con el director debido a mi mal desempeño. Después de muchos avisos de expulsión llegaron a un acuerdo, si no recursaba me dejarían seguir en el colegio, así podría graduarme y salir de ahí.

Todo siguió su curso y seguí adelante, seguía con mis notas bajas posibles pero no recursaba, todo iba bien el maestro Méndez, él era un hombre horrible de unos 40 años, pero que a mí me parecían 60. Un gordo, calvo con voz profunda y ronca, además era muy estricto y hasta grosero con mis compañeros pero sobretodo compañeras, no faltaban los rumores de él acariciando u obligando al sexo a las jóvenes para aprobar la materia. A mí me caía mal, pero nunca pude dar crédito a eso, hasta entonces.

Ese día en casa había sido horrible mi mamá bebió mucho y no me dejó dormir, al otro día había examen y para sorpresa de nadie reprobé. Y peor aún, solo yo y otra compañera que se llamaba Ana. El maestro pidió que nos quedáramos en el salón para resolver este asunto, una vez que terminará la clase, habló con nosotras y dijo que íbamos a reprobar. Me sentí mal, significaba el horror de pasar otro año encerrada en éste lugar. Ana parecía más nerviosa y no se pudo contener y comenzó a llorar, ella estaba becada, era una alumna de muy buen promedio y si esto pasaba perdía la ayuda que recibía.

Lloró mucho, en cambio yo estaba seria, triste y enojada. Lo que no pude dejar de notar fue una mueca en la cara del maestro, que lejos de simpatía más bien era como una sonrisa. Además sentí nos miraba de forma lasciva. Dijo que no nos preocupáramos, había una manera de arreglar esto pero teníamos que hablar fuera del colegio. Quedamos en que yo iría por Ana más tarde, y juntas llegaríamos a donde el Sr. Méndez.

Cuando llegué con Ana, ella ya se había arreglado y se veía muy linda, morena y de buen cuerpo, con mucho más busto que yo, lo presumía. Usaba un vestido corto de tirantes, muy fresco y ligero. Yo en cambio usaba unos jeans, y una camiseta. Me apené de estar así pero Ana se sonrío y me dijo que estaba muy linda, recordé las cosas que se decían del maestro y creí que Ana quería sacar provecho de eso con su vestido, quizá y con un poco de coqueteo el maestro nos perdonaría, me lamenté no haber traído una falda cortita.

Llegamos a su puerta, después de tocar nos abrió con una sonrisa, tenía puesta una bata y estaba en ropa interior, Ana se me quedo viendo, nos dijo que no fuéramos tímidas, que pasáramos a su pieza, que era pequeña según vi, solo su cuarto, baño y cocina. Nos ofreció de beber cerveza, Ana aceptó para quedar bien, yo en cambio me resistí pero al final la tomé. Estábamos sentadas en el sofá, él nos hacía conversación. Así estuvimos hasta que comencé a tener mucho sueño, poco a poco iba cerrando los ojos, lo mismo Ana que a cada momento parecía mas callada, a diferencia de él que hablaba más, con vitalidad y emocionado, no aguante más y me quede dormida.

No se cuanto tiempo pasó, pero cuando abrí los ojos me dolía la cabeza, era una sensación parecida a la resaca, no podía moverme, la luz era muy fuerte, y escuchaba mucho ruido de música. Después de unos minutos, abrí los ojos y no podía creer lo que estaba viendo, Ana estaba de rodillas en cuatro sobre la cama, mientras el cerdo se la metía por detrás, los gemidos de Ana llenaban la habitación, que ni siquiera la música cubría del todo. El Sr Méndez siguió hasta que después de hacer un grito se vino. Salió de ella, se puso de pie y se secó el sudor, Ana estaba en la cama, y solo se escuchaba su respiración, con su cuerpo moreno exhausto no se movía. Nos dejó solas para atender el teléfono, yo luché por zafarme pero no pude, le hablaba a Ana pero no me respondía, no supe si estaba inconsciente o amordazada, me di cuenta que era inútil pues nunca me respondió.

En ese momento él volvió a la habitación, y me vio con unos ojos llenos de deseo, un animal que había capturado a sus presas y por tanto podía hacerles lo que quisiera; me tomó con fuerza del brazo y me lanzó hacia la cama, junto a donde Ana. Me acarició el cuerpo con fuerza, yo digo hasta con coraje, escuché bien claro como me decía malas palabras al oído, puta, perra, me dijo también que le encantaba mi culo y que ya había soñado cogerme muchas veces y quitarme esa cara de puta presumida que tenía. Luché con fuerza pero él era muy fuerte, solo con un movimiento me abrió de piernas, y me metió su verga de golpe, grité muy fuerte, la tenía enorme y lo hiso muy rápido, las emociones fueron tan grandes que quede inconsciente, cerré los ojos y ya no los abrí hasta la mañana siguiente.

Cuando despertamos dijo que se había divertido mucho, nos advirtió de no hablar con nadie de esto pues además de que había grabado todo y podía enseñárselo a toda la escuela, también, nos dijo tenía acceso a nuestra información personal, con lo que él en cualquier momento podía tomar represalias.

Ana y yo medio nos vestimos, ella estaba muy callada, y sus ojos se veían muy tristes, yo en cambio me sentía más enojada que triste, pero con miedo, de que pudiera hacernos algo más o solo pensar en que iba a parar todo esto, al final salimos de esa casa y deseé mucho nunca volver.