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julio 21, 2025

139 Vistas

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Aventuras pornográficas de Katherine Riveros Presentaciones por todos lados.

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Aventuras pornográficas de Katherine Riveros
Presentaciones por todos lados.
Jack era un hombre feliz. El día iba realmente bien. La niña de ocho años que había estado en el rodaje esta mañana estaba inusualmente entusiasmada hoy. El actor que interpretaba a su «papá» también duró mucho tiempo. Se perfilaba una gran película. ¡Los pedófilos se la iban a comer!

No sólo eso, sino que una chica nueva iba a hacer una audición por la tarde. Jack tenía muchas ganas de que llegaran las audiciones. Su pene se endurecía dentro de sus vaqueros azules mientras pensaba en los pasos que haría pasar a la chica nueva. Su madre le había asegurado que la chica actuaría sin dudarlo. Jack había visto las fotografías que la madre había enviado y estaba deseando ver a la chica en directo delante de él.

—Pareces feliz—. Una voz femenina interrumpió sus pensamientos. Jack se giró y vio a Joyce sonriéndole. Joyce sería una de las actrices que participarían en la escena escolar planeada para la siguiente hora.

—Sí, hoy ha ido bien—, respondió Jack devolviéndole la sonrisa. —¡Y hoy tengo una audición que espero con muchas ganas!

—¡Oooooo! ¿Una chica nueva? —preguntó Joyce con los ojos muy abiertos—. ¡No puedo esperar a verla! Joyce, a sus veintitrés años, era una rareza. Joyce, tan pervertida como cualquiera de los hombres que participaron en la producción de pornografía infantil, había sido actriz infantil. Ahora que se había convertido en una mujer despampanante, nadie pensaría que se emocionaba al tener su rostro entre los muslos de una jovencita.

Joyce era una de las tres únicas mujeres adultas que Jack empleaba como actrices. Era, con diferencia, la más hermosa. Con un metro sesenta y cinco de estatura y un pelo negro azabache que enmarcaba su bonito rostro, Joyce estaba en forma y esbelta. Sus pechos eran un poco grandes para el gusto de Jack, pero a los clientes parecía gustarles de verdad. Algunos de ellos eran lo bastante mayores como para recordarla de cuando era actriz a los ocho años. Aunque Jack no había participado en su fabricación, poseía una copia.

—Estoy seguro de que pronto tendrás la oportunidad—, le aseguró Jack. —¡Esta chica es encantadora! Estoy seguro de que será muy popular.

—Mmmmm no puedo esperar—, repitió Joyce antes de ir a su lugar en el escenario. La escena estaba lista y preparada, Joyce fue la primera participante de la escena en aparecer. Tomó un guion y comenzó a aprenderse sus papeles.

El siguiente en aparecer fue George. George, que lucía resplandeciente con su traje desaliñado, parecía ansioso por comenzar la escena. A sus cuarenta años, George tenía el aspecto barrigón, pero severo, perfecto para interpretar a profesores o directores. Con un metro ochenta de altura, era una presencia imponente cuando aparecía en pantalla con una jovencita. Su cabello color arena estaba salpicado de canas aquí y allá para darle un toque de dignidad.

—¡Hola, Jack! —gritó George alegremente, acercándose a donde estaba sentado Jack con la mano extendida.

—Hola, George, ¿estás listo para irnos? —respondió Jack estrechando la mano que le ofrecían y luego dándole una palmada en el hombro al hombre mayor.

—¡Siempre!—, sonrió George. —¡Sabes que hacer estas películas es lo mejor de mi mes!

—Me alegra oírlo—, dijo Jack devolviéndole la sonrisa. —Realmente voy a necesitar algo de entusiasmo hoy. Esta será la décima vez que hacemos este tipo de escena en los últimos dos años. ¡No quiero que se vuelva monótona!

—Lo tienes, amigo—, respondió George antes de irse a unirse a Joyce en el escenario. Mientras la pareja hablaba y repasaba la escena, Richard, el encargado de iluminación y sonido de Jack, se acercó a los actores y los colocó en el escenario para comprobar las imágenes de la escena. Bob y Ray, los dos camarógrafos que se encargarían de la filmación, se unieron a la conversación. Pronto George estaba recostado contra su escritorio mientras Joyce se arrodillaba frente a él y le hacía una mamada lenta.

Mientras esto sucedía, la joven estrella de la escena hizo su aparición. Guiada por las manos de su padre sobre sus hombros, la pequeña Katherine Riveros, vestida con una falda a cuadros y una camisa blanca con medias rojas hasta la rodilla y zapatos negros, dio un grito de alegría y se apresuró a saltar al regazo de Jack. Sus coletas volaron mientras rodeaba el cuello de Jack con los brazos y le daba un beso firme en la boca. Su pequeña lengua se adentró rápidamente y Jack apretó con fuerza a la preadolescente mientras le devolvía el beso.

Mientras Jack exploraba la boca de la niña de seis años con su lengua, sus manos se movían entre ellas. Levantó su falda a cuadros y comenzó a frotar su pequeño coño a través de las bragas de nailon que usaba la niña. Katherine Riveros gimió suavemente mientras lo hacía. Interrumpiendo el beso, Jack miró a la niña a los ojos brillantes y dijo: —Hmmm, ya estás mojada aquí abajo. ¡Debes estar esperando con ansias el día de hoy!

Katherine Riveros se rió y frotó su coño contra la mano de Jack mientras respondía: —¡Tenía TANTAS ganas de hacerlo! ¡No pude dejar de pensar en ello todo el día de ayer y anoche! ¡Tuve que hacer que papi me cogiera tres veces!— El padre de Katherine Riveros parecía avergonzado y asintió.

Jack frunció el ceño de forma burlona y retiró la mano del coño de la encantadora chica mientras decía: —Espero que entre esas tres veces, ¡te hayas acordado de estudiar tus líneas!—. No era una gran preocupación para él. A Katherine Riveros le había resultado fácil que la filmaran. Siempre recordaba las pocas líneas que le daban. A Katherine Riveros le gustaba mucho hacer películas porno.

Katherine Riveros puso los ojos en blanco y dijo: —POR SUPUESTO que recordé mis líneas—. En un tono altivo, agregó en tono de broma: —¡Después de todo, soy una profesional!—. Luego sonrió de oreja a oreja.

—Sí que lo eres—, dijo Jack con cariño. —Adelante, ve al set, empezaremos a filmar en breve—. Entonces Jack le dio un beso rápido a la chica y le apretó el trasero antes de dejarla en el suelo y girarla hacia el set.

—¡HOLA!—, gritó Katherine Riveros al ver a George y Joyce. George estaba sentado en la silla del «director» con Joyce recostada en la mesa, comiéndole el coño mientras Bob y Ray revisaban los ángulos para asegurarse de no pillarse el uno al otro en la foto. —¡No es justo! ¡No hay sexo sin la estrella!—, añadió corriendo.

—Relájate, niña —dijo George con una enorme sonrisa mientras la niña corría a saltar a su regazo—. ¡Solo nos estábamos preparando el uno al otro para ti! —añadió antes de que la niña lo besara profundamente. Después de un momento, Katherine Riveros se inclinó para besar también a Joyce, justo donde George había tenido su rostro entre sus piernas momentos antes.

Jack sonrió por un momento ante las payasadas de la niña antes de volverse hacia su padre Jason y preguntarle: —¿Recibiste los cheques?

Jason sonrió y asintió en respuesta. Sin embargo, no perdió de vista a su hija mientras lo hacía. En el set, George había sido reemplazado en su asiento por Ray. Katherine Riveros había ocupado el lugar de Joyce en el escritorio, y Jay estaba ocupado lamiendo el coño de la pequeña niña, con sus bragas apartadas pero sin quitarlas. Mientras Jay hacía esto, Bob estaba aplicando pegamento de Actor en la cara de la chica que gemía. Después de que terminó con eso, colocó una máscara de látex negra que se ajustó sobre los ojos de la niña, enmascarando sus rasgos mientras la dejaba filmable para la acción oral que realizaría más tarde. Tanto Jay como Bob trabajaban como maquilladores. George y Joyce estaban haciendo su propio maquillaje.
—¡Todos a sus lugares!—, gritó Jack. —¡Grabemos todo en una sola toma! ¡Cámara corriendo… y acción!

—Entonces, Katherine Riveros, ¿ya estás de vuelta? —dijo George con severidad. El hombre mayor estaba recostado contra su escritorio. Katherine Riveros estaba sentada en una silla frente a él, con la mirada baja y con expresión asustada—. ¡Es la tercera vez esta semana!

—Lo siento, señor Jeffers—, respondió Katherine Riveros con un tono de tristeza. Jack sonrió ante el buen trabajo que estaba haciendo la chica. ¡Sonaba perfecta!

—¡Esta vez no será suficiente con disculparme!—, afirmó George con firmeza. —Tres veces esta semana, dos la semana pasada. He intentado castigarte y suspenderte dentro de la escuela. ¡Me temo que es hora de llamar a tus padres!

—¡No, por favor! —suplicó Katherine Riveros mirando al hombre mayor a los ojos—. ¡Papá me matará si se entera!

—Me temo que no me dejas muchas opciones, señorita —dijo George sin ceder ni un ápice—. Ya te lo he dicho antes, ¡esta es una escuela apropiada y exigimos un comportamiento apropiado! ¡No podemos permitir que estés en el bosque con esos niños pequeños enseñándoles tus bragas! ¡Sobre todo no para que puedas conseguir unos postres extra en el almuerzo! ¡Simplemente no lo vamos a tolerar!

—¡Le prometo que no lo volveré a hacer!—, suplicó Katherine Riveros. —¡Pero por favor no se lo diga a mis padres! ¡Papá me matará y luego mamá me matará otra vez!

—Ya has hecho esa promesa antes, jovencita —afirmó George con severidad—. Pero entiendo que no quieres que tus padres lo sepan —agregó, aparentemente cediendo.

—¿No se lo dirá? —preguntó Katherine Riveros, con la voz reflejando la dosis justa de esperanza.

—Eso depende de ti —dijo George con los ojos entrecerrados y un tono astuto en su voz—. ¡Tendrá que haber un castigo! Pero si aceptas un castigo especial, entonces supongo que podemos evitar decírselo a tus padres esta vez.

—¡Aceptaré el castigo! —dijo Katherine Riveros, aliviada—. ¡Siempre y cuando papá y mamá no se enteren!

—Muy bien—, dijo George, con una expresión severa en el rostro. Se dio la vuelta y presionó un botón en una pequeña caja que estaba sobre su escritorio. Jay captó la sonrisa lasciva que se dibujó en su rostro, que el niño de seis años no vio, mientras decía: —Marla, ¿podrías venir aquí, por favor?

Joyce entró al plató a través de una puerta que se encontraba detrás de Katherine Riveros. Se detuvo para simular que la cerraba con llave y dijo: —¿Sí, señor Jeffers?

—La joven Katherine Riveros ha decidido aceptar un castigo especial en lugar de que se lo digan a sus padres—, afirmó George. —Parece que le gusta mostrar sus bragas y lo que tiene entre las piernas a los chicos de aquí. Así que ahora tiene que pagar el precio.

—Ya veo—, afirmó Joyce dándole a la joven una mirada de desaprobación.

Katherine Riveros se movió incómoda en su asiento mientras la mujer la miraba fijamente. —¿Q-qué tipo de castigo recibiré?— preguntó Katherine Riveros nerviosa.

—¡Primero, unos azotes! —dijo George, levantándose y tomando a la preadolescente por el hombro. La levantó de la silla, la movió hacia donde él se había apoyado contra el escritorio y le ordenó: —Inclínate hacia aquí. Mientras Katherine Riveros se movía de mala gana para obedecer, Joyce tomó el asiento que Katherine Riveros había dejado libre, deslizándolo hacia adelante para quedar justo detrás de la niña.

—Por favor, no tan fuerte —suplicó Katherine Riveros. Se quedó sin aliento cuando George la empujó y la tumbó boca abajo sobre el escritorio.

—Marla, si pudieras hacerme el honor, por favor —dijo George mientras sujetaba firmemente la mano de la niña sobre el escritorio.

Katherine Riveros volvió a jadear cuando sintió que su falda se levantaba sobre su espalda. —¿Q-qué estás haciendo?—, preguntó con miedo. Jack volvió a sonreír ante el excelente trabajo actoral que estaba realizando la pequeña de seis años.

—Como te gusta tanto presumir, ¡aquí es donde te darán los azotes!—, afirmó George, aparentemente apretando su agarre para mantener a la chica firmemente sobre el escritorio. George asintió con la cabeza a Joyce y la mujer agarró las bragas transparentes de la preadolescente y las tiró al suelo con un movimiento rápido.

—¡Oye! —jadeó Katherine Riveros—. ¡No puedes hacer eso!

—¿Ah, no? —preguntó George—. Supongo que tienes razón. Será mejor que llames a tus padres —continuó con crueldad.

—¡No! ¡E-está bien! —gritó Katherine Riveros.

—Entonces cállate y acepta tu castigo como una niña grande —dijo George con severidad. Sin que la preadolescente los viera, tanto Joyce como George tomaron las bragas de Katherine Riveros y las sostuvieron hasta sus narices, inhalando profundamente. —Ahora es el momento —afirmó George. Mientras lo hacía, bajó la mano con fuerza y le dio una palmada a la niña en el trasero. —¡Ay! —gritó Katherine Riveros.

—¡Corten!—, gritó Jack. Ray y Bob detuvieron las cámaras mientras George y Joyce miraban de reojo. —George, tensa los dedos un poco. Necesito que el azote haga más ruido. Dale una buena nalgada y luego pasa a la fiesta—. George asintió con la cabeza en señal de comprensión. —¡Bien, acción!—, gritó Jack.

George bajó la mano una vez más, esta vez emitiendo un sonido mucho más satisfactorio y provocando un —¡Ay!— ligeramente más fuerte de Katherine Riveros. Pero esta vez no apartó la mano. George comenzó a apretar y acariciar la nalga de la joven mientras le preguntaba: —Ahora, ¿vas a mostrarle esto a más chicos?—

—No—, gritó Katherine Riveros.

—No te creo —respondió George, sin dejar de mover las manos sobre el trasero de la chica—. ¿Te dolió ese golpe? —preguntó.

—¡Sí, me dolió! —respondió Katherine Riveros con voz estridente.

—Ya sabe, señor Jeffers —interrumpió Joyce, uniendo su mano a la de la chica, pero Katherine Riveros empezó a retorcerse—. Tal vez el dolor no sea la respuesta en este caso.

—¿Qué quieres decir? —preguntó George con voz desconcertada.

—Es solo que Katherine Riveros no ha reaccionado bien al dolor. Tal vez lo opuesto al dolor la ayude a ver la luz.

—¡Qué idea más interesante! —dijo George con una sonrisa lasciva—. Dime, Katherine Riveros. ¿Lo que estamos haciendo ahora te hace sentir mejor que la nalgada?

—S-sí —respondió Katherine Riveros vacilante.

—Hmm, Marla, puede que tengas razón —dijo George mientras la mano que sujetaba a Katherine Riveros acariciaba su espalda mientras la otra le acariciaba el trasero—. Ya que fue tu idea, ¿qué tal si una vez más haces tú los honores?

Joyce sonrió radiante y dijo: —¡Por supuesto, señor Jeffers!—. Luego, Joyce se inclinó hacia delante y lamió toda la longitud de la húmeda hendidura del preadolescente.

Katherine Riveros se sacudió como si le hubieran disparado y dijo: —¡Oye! ¡Espera! ¿Qué estás… oh… qué me estás haciendo? Ohhhhhhh mmmmmmmmm.

—Se siente bien, ¿no?—, le preguntó George a la chica que gemía mientras Joyce se ponía a trabajar en su coño con seriedad. Katherine Riveros no respondió, simplemente comenzó a gemir más. Al mirar la escena en vivo y el monitor que estaba a su lado, Jack pudo ver que Bob estaba tomando excelentes fotografías de la lengua parpadeante de Joyce mientras trabajaba a la chica.

George comenzó a mover cosas sobre el escritorio y luego giró a la quejosa niña de seis años para que quedara boca arriba. La deslizó hacia atrás sobre el escritorio hasta que su cabeza quedó colgando. Joyce no se perdió ni una lamida mientras George la movía. Una vez que la preadolescente estuvo en posición, George se movió para sentarse en la silla del otro lado del escritorio y miró profundamente a los ojos vidriosos de Katherine Riveros.

—Nunca supiste lo bien que te podías sentir ahí abajo, ¿eh? —le preguntó George a la niña. Katherine Riveros sacudió la cabeza de un lado a otro—. Te vamos a mostrar muchas cosas buenas. Te estamos haciendo sentir bien, pero tú también nos harás sentir bien a nosotros —le informó George. Luego se acercó y besó a la niña. Ray captó la acción a la perfección cuando George metió la lengua en la boca gimiente de la niña de seis años. Mientras George besaba profundamente a la excitada niña, su mano derecha se movió hacia su camisa, donde comenzó a desabrochar los botones.

Mientras George le abría la camisa, Jack miró hacia la cámara de Bob. Joyce se había inclinado hacia atrás para darle a la cámara una vista excelente del coño sin vello de Katherine Riveros. Su raja estaba roja e hinchada y brillaba por la humedad. Katherine Riveros respiraba rápidamente y su pequeño clítoris se movía hacia adelante y hacia atrás mientras se tensaba y se relajaba. La mano de Joyce bloqueó la maravillosa vista cuando dos dedos comenzaron a frotar el clítoris de Katherine Riveros, haciendo que la niña de seis años gimiera una vez más. Joyce comenzó a frotar a la niña, frotando furiosamente su pequeño bulto, la mano se volvió borrosa. Katherine Riveros se retorcía como si estuviera sentada en un hormiguero. Entonces, el rostro de Joyce apareció a la vista cuando una vez más comenzó a lamer a la preadolescente.

Mientras Joyce volvía a lamer, George se inclinó hacia atrás y atrapó la mirada de Katherine Riveros. —Dime algo, niña —ordenó George con firmeza—. Cuando estabas en el bosque con esos chicos, no eran solo ellos los que te miraban, ¿verdad? También te gustaba mirar lo que tenían en sus pantalones, ¿no?

Katherine Riveros dudó antes de asentir.

—¿Te gustó ver esos penes de niño? —Asintió de nuevo—. Bueno, creo que ya es hora de que veas la versión para adultos —dijo George mientras se ponía de pie. Comenzó a desabrocharse los pantalones, liberando su pene de siete pulgadas de su confinamiento. Los ojos de Katherine Riveros se abrieron de par en par cuando el pene del hombre mayor apareció a la vista, firme en su gloria—. Un poco más grande que el que viste en el bosque, ¿eh?

—S-sí—, tartamudeó Katherine Riveros antes de lamerse los labios.

—Ahora vas a aprender cómo hacer que se sienta realmente bien—, afirmó George moviendo su pene hacia la cara de la chica.

Jack se dio cuenta de que la pequeña ansiosa estaba lista para recibirlo. A Katherine Riveros le encantaba chupar pollas. Era una de sus especialidades. Aunque solo tenía seis, ya podía tragar un pene hasta el fondo, siempre que no fuera demasiado grande. Los dieciocho centímetros de George eran lo suficientemente delgados como para que no tuviera problemas.

Sin embargo, que ella agarrara la polla frente a ella no encajaba con la escena. —Recuerda, se supone que debes ser reacia—, gritó Jack. —Quiero que intentes darte la vuelta cuando él la ponga en tus labios. George, cuando ella intente darse la vuelta, quiero que pongas tu mano derecha sobre su garganta y agarres su nuca. Usa tu mano izquierda en la parte superior de su cabeza para darle la espalda hacia ti. Katherine Riveros, quiero que pongas tu mano izquierda contra la parte superior de su pierna e intentes empujarlo hasta que consiga un par de buenas embestidas, luego muévela lentamente para ayudarte a ponerte sobre su polla.

La pareja se movió para hacer lo que se les ordenaba. Cuando la polla de George se acercó a los labios de la joven, Katherine Riveros comenzó a girar la cabeza. George movió las manos como le habían ordenado, improvisando: —No, no, niña, es un poco tarde para eso. Ahora abre esos lindos labios y hazme sentir bien—, mientras volvía la cabeza hacia su hombría que se acercaba. Los labios de Katherine Riveros se separaron como si fuera a decir algo, pero George empujó sus caderas hacia adelante, metiendo su polla en la boca de la chica. La mano de Katherine Riveros voló hacia la pierna de George y parecía estar tratando genuinamente de apartarlo, pero el firme agarre de las manos del hombre se lo impidió. George folló su polla en la boca de la chica cuatro veces, luego el rostro de Katherine Riveros se calmó y su mano se movió lentamente hacia la parte posterior de la pierna de George y sus mejillas se hundieron hacia adentro mientras la preadolescente se ponía a hacerle una mamada.

Jack sonrió ante la escena que había dirigido. Se veía fantástica en el monitor, una ilusión de fuerza fantástica para darle emoción al cliente. ¡Era muy sexy! Jack dejó la acción en el set durante dos minutos, George cogiendo la boca de la niña de seis años mientras Joyce hacía sonidos lascivos entre sus piernas. Después de juzgar que había pasado suficiente tiempo, Jack ordenó: —Está bien, Joyce, la siguiente linea, por favor.

La cámara de Bob se acercó al rostro de Joyce cuando ella dejó de lamer a Katherine Riveros para decir: —Joder, jefe, ¡eso es lo más hermoso que he visto en mi vida! Haz que ella tome esa polla. ¡Dáselo todo!.

George sonrió. Sólo había estado metiendo la mitad de su pene. Era todo lo que podía colocar entre los labios ansiosos de la chica en la posición en la que se encontraba. Sonriendo ampliamente, dijo: —¿Crees que puede soportarlo todo, Marla? ¿Quieres ver a esta pequeña zorra tragar profundamente esta cosa?»

—¡Sí, sí, joder, sí! —respondió Joyce con voz ronca—. ¡Frota tus bolas contra la nariz de esta perra! ¡Quiero verla tomar cada centímetro! ¡Enséñale lo que es realmente ser una chica mala! —Dicho esto, Joyce renovó sus esfuerzos en el pequeño y resbaladizo coño de Katherine Riveros.

—La has oído —dijo George a los ojos vidriosos de Katherine Riveros. Moviéndose hacia donde estaba él de pie mirando a lo largo del cuerpo de la niña, con la cabeza inclinada hacia atrás sobre el escritorio, dijo—: ¡Prepárate! Vas a tener que recibirlo en la garganta. Relaja los músculos de tu garganta, ¡o esto te dolerá! —Katherine Riveros logró transmitir miedo cuando George comenzó a empujar su polla hacia adelante. Con las manos a ambos lados de la cabeza de la joven, George se hundió lentamente centímetro a centímetro en la boca de la niña. Ray consiguió el ángulo perfecto mientras la garganta de Katherine Riveros se expandía para recibir la polla que se introducía en ella. —¡Ahhhhhhhhhhhhhh! —gritó George de placer cuando sus nueces cubrieron la nariz de la preadolescente. Retirándose completamente de su boca, agregó—: ¡Eso fue genial! ¡Tan jodidamente apretado! ¿Cómo se sintió?

—¡Hazlo otra vez! —dijo Katherine Riveros con voz ronca, abriendo bien la boca mientras George volvía a poner su polla en posición.

—¡Oh, Dios mío!—, dijo Joyce con asombro en su voz mientras George comenzaba a follar la garganta de la niña con seriedad. La cámara estaba disfrutando de la acción, ya que la toma de Ray mostraba tanto la polla invadiendo la boca de la niña como la hinchazón de su garganta cada vez que lo tomaba todo. George tuvo cuidado de dejar tiempo para que la niña respirara. Joyce se puso de pie para tener una mejor vista de la acción. La ex estrella infantil comenzó a quitarse la ropa mientras miraba.

—Joder, excelente —susurró una voz desde el costado de Jack. Jack le dedicó una rápida mirada al padre de Katherine Riveros. Había olvidado que el hombre estaba allí—. Nunca supe, cuando empecé a follarla el año pasado, que eso llevaría a una mierda como esta.

—Es bueno que Tom te haya indicado mi camino—, susurró Jack a cambio. —Estoy tan contento de que la hayas compartido con nosotros. ¡Todos hemos llegado a querer a la pequeña Katherine Riveros como a una de los nuestros!—. Luego, a los actores en el set, Jack gritó: —¡Muy bien, pasemos a la siguiente escena!.

—Marla, ven aquí y aprovecha esta dulce boca, TENGO que tener ese coño—, afirmó George mientras sacaba su polla de la boca caliente y ansiosa de Katherine Riveros. Katherine Riveros intentó recuperar el premio antes de que George pudiera escapar. Jack decidió que eso quedaría en la película.

George rápidamente rodeó la mesa y se hizo cargo del lugar donde los labios de Joyce habían dejado el coño de la niña de seis años. Joyce se paró sobre Katherine Riveros, miró sus ojos vidriosos y preguntó: —¿Te gustó cómo te sentiste cuando te lamí ahí abajo?— Katherine Riveros asintió con entusiasmo, gimiendo mientras lo hacía por los esfuerzos de George. —Bien—, continuó Joyce, ahora posicionándose para pararse con las piernas a cada lado de la cabeza de la preadolescente. —Ahora quiero que me hagas sentir bien de la misma manera. Lámeme como te lamí antes, y como el Sr. Jeffers te está lamiendo ahora—.

Los brazos de Katherine Riveros se levantaron para agarrar a Joyce por las caderas mientras su cabeza se movía ansiosamente entre las piernas de la mujer mayor. Jay estaba allí para captar la acción a la perfección cuando la lengua de Katherine Riveros se lanzó para lamer el coño ya chorreante de Joyce. Bob captó la vista del rostro de Joyce cuando Katherine Riveros comenzó a sorber con entusiasmo, atrapando los jugos de Joyce en su lengua. Joyce comenzó a apretar y pellizcar sus pezones, gimiendo lascivamente y frotando su coño contra la boca de la niña de seis años.

Mientras Katherine Riveros se ponía ansiosamente a chupar y lamer el coño de Joyce, George se puso de pie y apuntó con su polla al coño húmedo y sin vello que tenía delante. Al entrar en contacto con ese pequeño y apretado agujero, empujó hacia delante, enterrando la cabeza de su polla en Katherine Riveros. Katherine Riveros se acordó de chillar contra el coño de Joyce. George empujó su duro pene hacia delante lentamente. Bob captó la escena a la perfección mientras desaparecía centímetro a centímetro en el estrecho coño de la niña de seis años. Cuando ya había llegado a tres cuartas partes, se detuvo como para dejar que la niña se acostumbrara a que estuviera allí.

—¡Congela la imagen!—, gritó Jack. George dejó de moverse mientras Richard se apresuraba a aplicar un poco de astrolubricante teñido ligeramente de rojo con colorante alimentario. —No demasiado—, advirtió Jack. Cuando Richard terminó, Jack reanudó la acción.

George comenzó a salir lentamente del coño de la niña, el astrolubricante teñido de rojo hacía que pareciera que le había reventado la virginidad a la niña. George se retiró hasta que solo quedó la cabeza de su pene dentro, luego comenzó a avanzar un poco más rápido mientras Katherine Riveros gemía. George no pudo evitar una sonrisa de placer en su rostro mientras comenzaba a follar a Katherine Riveros. Lentamente al principio, pero ganando velocidad.

Ray se movió para captar la expresión de Joyce mientras veía a George follando a la niñita. Joyce susurró: —Sí, fóllala, folla fuerte su coñito. ¡Haz que le encante!— Joyce se quedó sin aliento a medida que George aceleraba sus embestidas. Ray movió la cámara hacia abajo para mostrar la cabeza de Katherine Riveros moviéndose furiosamente mientras trabajaba en comer a Joyce. De repente, Joyce comenzó a jadear pesadamente mientras decía: —¡Oh, Dios, casi estoy ahí! Voy a… ¡ME ESTOY CORRIENDO!— Ray se apartó cuando la mujer mayor comenzó a temblar y estremecerse en reacción a su orgasmo. Mientras lo hacía, el cuerpo de Katherine Riveros también comenzó a imitar el de Joyce.

—¡Oh, maldita sea!—, gritó George cuando sintió que la niña llegaba al orgasmo. El coño de Katherine Riveros ordeñó su polla mientras su pequeño cuerpo se contraía en el escritorio. —¡La pequeña zorra se está corriendo! ¡Lo estoy sintiendo!—, gritó George, agarró las piernas de la niña y comenzó a golpear su polla de un lado a otro dentro de ella, desapareciendo casi cinco centímetros de su polla dentro de la niña. Katherine Riveros comenzó a gritar de placer, con la voz apagada por estar todavía entre las piernas de Joyce.

—¡Mierda! —gritó George—. ¡Allá voy! Apenas tuvo tiempo de salir del coño empapado de Katherine Riveros antes de que el primer chorro de semen saliera volando, aterrizando con un plop húmedo en el estómago de la chica. —¡Argh! ¡Arghh! —gritó, con un nuevo chorro de esperma saliendo de su polla con cada uno. El segundo aterrizó junto al primero en el estómago de Katherine Riveros, el tercero empapó la falda a cuadros, luego dirigió el resto a su montículo sin vello.

Cuando la polla de George dejó de soltar esperma, lo devolvió al coño de la jovencita. La penetró y la sacó muy lentamente y dijo: —Está bien, Katherine Riveros, ¡ahora quiero tu palabra de que no volverás a mostrarles este lindo coñito a los chicos!— Joyce se apartó del rostro de Katherine Riveros y comenzó a usar su mano para esparcir el semen de su vientre sobre la barriga y el pecho de Katherine Riveros. Katherine Riveros se incorporó débilmente, apoyando los brazos en el escritorio para mirar a George a la cara mientras decía: —Te lo prometo.

—Buena chica —dijo George lascivamente, todavía follando lentamente su polla desinflada dentro y fuera—. Cuando quieras mostrarle ese coñito apretado y lindo a alguien, solo tienes que venir aquí y enseñármelo a mí o a Marla, ¿entiendes? Katherine Riveros asintió con entusiasmo. —Y asegúrate de no contarle a nadie sobre este pequeño castigo especial también —advirtió George—. Si lo haces, tendremos que negarlo y contarle a todos lo que estabas haciendo en el bosque. Especialmente a tus padres.

—No se lo diré a nadie —prometió Katherine Riveros con voz ronca—. ¡Quiero que me castiguen así todos los días! —añadió, provocando la risa de George.

—¡Bien, corten! —gritó Jack—. ¡Buen trabajo, chicos! ¡Eso es todo! Katherine Riveros le sonrió ampliamente a Jack, pero la expresión no duró mucho. Ray dejó la cámara con cuidado, se acercó a la preadolescente y la tiró hacia el escritorio con un chillido mientras se bajaba la cremallera de los pantalones y liberaba su dura polla de quince centímetros. Katherine Riveros la agarró con entusiasmo y la besó. Bob fue a por Joyce, empujando a la mujer sobre el escritorio junto a Katherine Riveros y luego deslizó su polla rápidamente en el coño de la joven de veintitrés años. El padre de Katherine Riveros apareció en el plató, liberó su polla y desplazó a George dentro del coño de su hija.

Richard fue el único que no intentó participar en la acción. Mientras los cinco adultos y una niña gemían y gemían, él se acercó a las cámaras y extrajo las cintas, llevándolas a la sala de edición para que Jack las cortara más tarde. Richard siempre se negaba a sí mismo el placer después de las escenas en el set, pero en la reunión habitual del fin de semana siguiente, se follaba a cualquier niña que se le cruzara en el camino.

Jack observó la orgía en el plató durante unos minutos antes de mirar su reloj. —¡Escuchen todos!—, gritó Jack. —Después de divertirse, asegúrense de preparar todo para la escena del aula. Volveré a las dos de la tarde, me aseguraré de que todo esté listo—. Después de escuchar las garantías a gritos, Jack abandonó el edificio.
Cuando Jack salía de la puerta principal del almacén/estudio, se encontró con Jessie, de diez años, y su madre, Alice. Jessie chilló de alegría y corrió hacia Jack, pero no intentó saltarle encima. Jessie, como todas las chicas, conocía las reglas. Nada de demostraciones de afecto en el exterior, nunca. Aunque el estudio estaba ubicado en una zona remota, protegido de la carretera por una espesa arboleda y con una verja de seguridad, en el negocio de hacer películas de pedofilia, la paranoia dio sus frutos. Jessie protagonizaría la escena del aula cuando Jack regresara.

—Hola, chicas—, dijo Jack sonriendo a la pareja. —Llegaron un poco temprano. No salimos hasta dentro de un par de horas.

—Queríamos ver si podíamos hacer algo para ayudar—, respondió Alice. —Jessie estaba muy emocionada por la cita de juegos de hoy—. Cita de juegos era el código que todos usaban para filmar las escenas. Jessie ya estaba vestida con un atuendo similar al que había usado Katherine Riveros. Los ojos de la niña de diez años brillaban y apenas podía permanecer quieta.

—Entra, entonces, estoy seguro de que alguien puede encontrar algo para que hagas—, dijo Jack con una sonrisa. —Pero guarda tu energía para más tarde. ¡Queremos que tengas un tiempo de juego de calidad! Además, hay un poco de alboroto dentro de otra cita de juegos, así que ten cuidado.

La madre de Jessie asintió con la cabeza, indicando que comprendía la situación, mientras guiaba a su hija hacia el edificio. Jack se dirigió a su coche. Lo puso en marcha y recorrió el largo camino de entrada, donde se detuvo ante la reja de seguridad. Ingresó un código de siete dígitos, lo abrió y salió. Había otro tramo bastante decente de camino de entrada antes de llegar a la solitaria carretera rural. No vio ningún coche en ninguna dirección y, lo que era más importante, ninguno estacionado al costado de la carretera.

Jack se metió en la carretera y se dirigió hacia la ciudad, prestando mucha atención a ambos lados por si había alguien estacionado. La paranoia ciertamente gobernaba su mundo los fines de semana de filmación. Por eso tuvo que conducir a través de la ciudad para la audición a la que iba. Nina, la chica que audicionaba ese día, era ciertamente hermosa, y Jack realmente la quería, pero ella aún no estaba en el círculo íntimo. Por lo tanto, su entrevista se llevaría a cabo en una oficina que servía como fachada.

Por supuesto, «al otro lado de la ciudad» significaba que sólo había un trayecto de veinticinco minutos. La ciudad en sí no era la más pequeña del mapa, sólo lo suficientemente grande como para que no todo el mundo supiera lo que hacía. Lo que la convertía en una ubicación tan excelente para el estudio era que la ciudad se encontraba a cuarenta minutos en coche de tres ciudades de tamaño considerable. Sólo una de las niñas que protagonizaban sus películas sobre pedófilos era en realidad local de la pequeña ciudad en la que se rodaba la película. Todas las demás venían de ciudades más grandes.

Poco después, Jack entró en el aparcamiento de un pequeño centro comercial. La oficina que usaría como fachada en realidad pertenecía a un abogado al que no le importaba que Jack la utilizara de vez en cuando. La zona de tiendas estaba lo suficientemente apartada como para que no hicieran demasiados negocios, así que Jack sabía que llamaría poco la atención. Sólo había cinco coches aparcados en el aparcamiento, y Jack sabía que uno de ellos pertenecía a la actriz que haría el papel de su secretaria. También sabía que dos de los otros coches pertenecían a los dependientes de las otras dos tiendas.

Aun así, Jack no quería correr riesgos. Una vez fuera del coche, entró rápidamente en la oficina. Allí, sentada detrás del escritorio habitual de una secretaria, vio a Carol. Carol tenía casi cincuenta años. También había actuado en algunas películas, normalmente en papeles de abuela o de maestra de escuela. Carol seguía siendo atractiva, incluso a sus cincuenta años. Nunca había sido una estrella infantil, pero su marido era un pedófilo desde hacía mucho tiempo, y Carol se había unido a él mientras activaba sexualmente a sus tres hijas. El marido de Carol había muerto tres años antes en un accidente de coche, y las tres niñas ya eran adultas.

—Hola, Sam —gritó Carol alegremente. Sam sería el nombre que Jack usaría para la entrevista. El hecho de que lo hubiera usado ahora le indicaba a Jack que la madre y la hija ya estaban allí.

—Hola Cloe—, respondió Jack. —¿Pasa algo interesante?

—No, no mucho—, respondió Carol. —Pero tu cite de la una ya llegó. Te están esperando en tu oficina—. Entonces Carol murmuró en silencio —¡La niña es HERMOSA!— y se abanicó para demostrar lo caliente que estaba.

—Ahhh, muy bien —respondió Jack. Mientras hacía su siguiente declaración, señaló con la cabeza el ordenador que estaba frente a Carol. Ella sacudió la cabeza con una sonrisa. El ordenador estaba conectado a un dispositivo que ni siquiera la secretaria real conocía. Oculto en el escritorio, un pequeño escáner comprobaba si los huéspedes llevaban aparatos electrónicos antes de que Carol los dejara entrar en la oficina. Era bastante caro, pero la paranoia de los pedófilos lo exigía. —Si quieres, enciende el contestador automático y sal a almorzar —dijo Jack, satisfecho de que ni la madre ni la hija llevaran equipos de grabación ocultos.

—Por supuesto, Sam —respondió Carol, poniéndose de pie y colgándose el bolso al hombro—. Volveré en una hora. Sin embargo, esto era sólo una farsa. Carol saldría de la oficina, pero se quedaría aparcada al otro lado de la calle y vigilaría atentamente cualquier coche de policía que pareciera que iba a entrar en el centro comercial. En su bolso tenía un pequeño dispositivo que pulsaba para avisar a Jack si algo extraño parecía estar ocurriendo.

Satisfecho de que todos los preparativos estuvieran listos, Jack entró en la oficina propiamente dicha cuando Carol salió por la puerta principal, cerrando la puerta detrás de ella mientras se iba. Jack cerró la puerta de la oficina y se giró para mirar a las dos mujeres que se habían levantado cuando entró. La madre era una mujer atractiva que Jack calculó que tendría veintitantos años. Estaba vestida con un traje pantalón. Una mujer alta, de 1,78 metros. Era delgada y parecía estar en forma. Su cabello castaño oscuro estaba cortado corto y muy bien peinado. Su rostro, con pómulos altos y una nariz fina, sin duda llamaría la atención de muchas personas. Sus ojos eran inteligentes, teñidos de un verde azulado, estudiaba a Jack abiertamente. Su sonrisa era cálida mientras se acercaba y le extendía una mano. Jack la estrechó, disfrutando de la firmeza del apretón de manos y la piel suave. Esta mujer creía en cuidarse a sí misma.

Sin embargo, Jack notó todo esto de un vistazo. Su verdadera atención se centró en la hija. Carol tenía razón, la niña era realmente hermosa. Las fotografías que había enviado su madre no le hacían justicia. Nina tenía diez años. Mayor de lo que a Jack le gustaba empezar en las películas. Su cabello era castaño oscuro como el de su madre, pero largo y recogido en una cola de caballo. Llevaba un top amarillo con cuello halter, pantalones cortos y sandalias. Jack sabía que sus ojos eran azules por las fotografías, pero Nina miraba hacia abajo tímidamente y Jack no podía verlos. Su hermosa carita de duendecillo, sin embargo, era evidente. Sus labios carnosos parecían fruncidos incluso cuando sonrió tímidamente al sentir que Jack la estaba mirando. No llevaba maquillaje. Y no necesitaba ninguno.

Jack puso su sonrisa más encantadora y dijo: —Hola, chicas. Me alegro de que hayan podido venir hoy. Espero que el viaje no haya sido demasiado largo.

—No esuvo mal —dijo la madre con voz suave—. Es un placer conocerlo, señor Rimi.

—Por favor, llámame Sam —dijo Jack, indicando que la pareja debía sentarse. Cuando se dirigieron hacia los asientos que había frente al gran escritorio de la habitación, Jack dijo: —¿Por qué no nos sentamos aquí? Es más cómodo —señaló el sofá y dos sillas mullidas a lo largo de la pared de la derecha. Jack se sentó en una de las sillas y observó cómo Nina y su madre se acomodaban en el sofá.

Mientras la pareja se acomodaba en el sofá, la madre dijo: —Soy Renee y ella es mi hija Nina. Sam no es tu verdadero nombre, ¿verdad?.

La sonrisa de Jack se hizo un poco más amplia y respondió: —No, no lo es. Cloe no es el nombre de mi secretaria, ni ésta es mi oficina real. Esto es así por razones de seguridad. Estoy seguro de que sabes que hacer películas para adultos para este público en particular es una propuesta muy arriesgada. ¡Sin mencionar que es lo más ilegal que se puede llegar a ser!

—Lo entiendo perfectamente —respondió Renée.

—Estoy seguro de que tienes muchas preguntas—, afirmó Jack. —Y, por supuesto, yo también. ¿Por qué no empezamos por preguntar lo que quieras?

—Muy bien—, dijo Renee. —Supongo que mi primera pregunta es sobre seguridad. ¿Cómo planean asegurarse de que mi hija esté segura durante la filmación de estas películas?

—¡Buena pregunta! —respondió Jack. Normalmente la primera pregunta era sobre dinero. Jack se alegró de ver que esta mujer tenía la perspectiva adecuada. —Lo primero que haremos será invitarte a ti y a la joven Nina a varias fiestas para conocerse. Nina conocerá a las personas con las que trabajará en estos eventos. No se le pedirá que trabaje con nadie con quien no se sienta absolutamente cómoda —explicó Jack.

—A continuación, durante el rodaje, Nina llevará una máscara especial que le harán a medida. La máscara le ayudará a ocultar sus rasgos para que no la reconozcan—, continuó Jack. —De todos modos, habrá pocas posibilidades de que eso suceda, ya que no distribuimos nuestras películas localmente. Primero se venden en el extranjero, a compradores de mucha confianza. Puede que pasen varios años antes de que vuelvan a llegar a este país. La clientela para la distribución inicial es muy selecta.

—El set donde filmamos está en un lugar remoto. Suponiendo que este proceso salga bien, te darán la ubicación y un código para entrar cuando estemos listos para filmar. Filmamos un fin de semana cada dos meses—, concluyó Jack.

—Ya veo —dijo Renée—. ¿Qué tipo de escenas se van a filmar?

—De varios tipos diferentes—, respondió Jack. —Lo único que está fuera de los límites de nuestra selección de historias son el sexo y la violencia. De vez en cuando filmamos una paliza leve como punto de partida para el contacto sexual, pero eso es poco frecuente. La mayoría de lo que hacemos son historias de incesto. También las películas con colegialas son populares en este momento.

—¿De dónde sacas ideas para historias?—, preguntó Renee. Jack estaba complacido con sus preguntas.

—La mayoría de nuestras historias son el resultado de la realización de fantasías para nuestros clientes. Los encuentros de fantasía se publican en un grupo de noticias seleccionado, y nosotros completamos la historia y la representamos. Por supuesto, a veces pasan años antes de que las personas que publican las fantasías puedan verlas representadas, pero una vez que la gente ha visto el resultado final, queda satisfecha. En muy raras ocasiones, representamos historias enviadas por nuestros selectos clientes de distribución directa.

—¿Existe un gran mercado para estas películas?— preguntó Renee.

—Es una pregunta difícil—, respondió Jack con sinceridad. —Por supuesto, hay un montón de pedófilos encubiertos. La mayoría son hombres que nunca pensarían en tocar a un niño, pero a quienes les gusta mirar las imágenes fijas o los archivos de video en Internet y fingir que son ellos. Pero gracias a las leyes gubernamentales contra la pornografía infantil, incluso eso está desapareciendo. Hace unos años, uno podía conectarse a Internet y descargar casi cualquier cosa que quisiera, ya sea de grupos de noticias o en salas de chat. Ahora, sin embargo, es extremadamente difícil encontrar este material. Mucha gente que ha producido pornografía infantil, ya sea hardcore o softcore, ha sido arrestada y procesada.

—Evitamos ese destino al contar con un grupo muy pequeño de personas a las que abastecemos—, continuó Jack. —Nuestra lista de clientes es de menos de cuatrocientos compradores y es muy difícil conseguirlos. Como producimos pornografía infantil con altos valores de producción, podemos cobrar mucho dinero por ello, pero cualquier película que produzcamos tiene suerte si recauda cinco mil dólares.

—Sin embargo, no lo hacemos por dinero—, afirmó Jack para concluir. —Lo hacemos por el amor al arte. Producimos este material precisamente para el pedófilo encubierto que jamás tocaría a un niño. Hacemos estas películas para todo hombre o mujer que ame ver la belleza de un niño que descubre su sexualidad. Lo hacemos para que otras personas puedan vislumbrar el estilo de vida que disfrutan unos pocos.

—Entonces, ¿sólo filmáis a niñas pequeñas? —preguntó Renée.

—No, filmamos a chicos, pero no a menudo —respondió Jack—. Y rara vez con hombres. Hay un público mucho menor para películas de chicos. Sobre todo, películas de madres e hijos, y en ocasiones, en las que se pide que filmen a un hombre adulto con un chico joven. Sólo filmamos una película al año con estas combinaciones. De los aproximadamente cuatrocientos que tenemos en nuestra lista de clientes, menos de diez compran ese material.

—Ya veo —respondió Renée—. Odio preguntarlo, pero en lo que respecta al dinero…

—No, en absoluto —respondió Jack—. Suele ser lo primero que la gente pregunta. Para responder: por cada fin de semana de rodaje recibirás quinientos dólares. Otros mil dólares en un fideicomiso para Nina, que recibirá el día de su decimoctavo cumpleaños. Dependiendo de lo activa que sea en el rodaje, el capital más los intereses generados podrían sumar una cantidad considerable de dinero. Se te pedirá que establezcas y administres el fondo fiduciario, aunque insistimos en que bajo ninguna circunstancia debe haber una cláusula que te permita acceder al dinero que contiene. Una vez que hayas creado el fideicomiso, y te mostraremos una lista de los que ofrecen las mejores tasas de interés, recibirás un cheque por separado antes del día de la filmación, girado sobre una corporación ficticia y a nombre del propio fideicomiso. La participación en las fechas de juego, así es como llamamos a los días de rodaje, depende exclusivamente de ti y de Nina. Nos pondremos en contacto contigo para enviarte una invitación. Te pedimos que, si no tienes pensado asistir a la fecha de filmación, nos lo hagas saber al menos una semana antes para que podamos hacer otros arreglos.

Renee asintió pensativamente y luego preguntó: —¿Cuántas chicas empleas?

—Suponiendo que todo salga bien, Nina será la decimotercera —respondió Jack después de un momento. No le interesaba mucho esa pregunta.

Renee asintió una vez más y luego dijo: —Dijiste que tenías algunas preguntas.

—Sí —convino Jack—. Y debo disculparme de antemano. Algunas de las preguntas que tengo son un poco crudas, pero necesito saberlo.

—Lo entiendo—, respondió Renee.

—Primero —dijo Jack inclinándose hacia delante en la silla—. No filmamos a vírgenes. ¿Nina es sexualmente activa?

—Sí—, respondió Renee.

—Bien, bien —dijo Jack complacido—. ¿Podría decirme, por favor, cuánto tiempo lleva siendo sexualmente activa y cuáles fueron las circunstancias que la llevaron a serlo?

Renee dudó un momento, pero luego dijo: —Nina tenía cuatro años cuando mi esposo tomó su virginidad como regalo de cumpleaños—. Los ojos de Renee eran desafiantes, desafiando a Jack a juzgarla.

Jack sonrió y continuó, esta vez dirigiéndose a Nina. —Nina, ¿te gusta el sexo?

Nina se sorprendió al ser abordada directamente, pero respondió sin dudarlo. «S-sí».

—¿Tu padre es el único hombre con el que has estado?

Esta vez Nina miró a su madre y su madre asintió para tranquilizarla. —No señor—, respondió.

—Sin dar nombres, ¿puedes decirme quién más?—, preguntó Jack con suavidad.

Nuevamente Nina miró a su mamá con la mirada antes de responder: —He estado con mis dos hermanos y con otros dos hombres que mi mamá conoce.

—¿Qué edad tienen tus hermanos?—, preguntó Jack. No sabía que había hermanos.

—Doce y quince— respondió Nina.

—Soy activa con mis hijos, y ellos se volvieron activos con Nina después de que murió mi esposo—, agregó Renee.

—Ya veo —contestó Jack—. ¿A tus hijos les interesa hacer cine? Tienen una buena edad para ser los hermanos de las chicas.

—No sabía que esa era una opción—, respondió Renee. —Les preguntaré, pero no sé si les gustaría. Tal vez tengan miedo de tener que actuar con hombres.

—No tendrían por qué hacerlo —le aseguró Jack—. Aunque es posible que les pidan que hagan escenas con mujeres mayores. Sin embargo, a los chicos se les paga menos por actuar, sólo quinientos dólares en fideicomiso. Si quieres, envía fotografías de ellos a través del mismo canal que enviaste con Nina, si están interesados.

—Muy bien —dijo Renée complacida—. Te encantaría verlos con Nina. ¡Son muy entusiastas!

—Nunca hacemos eso—, afirmó Jack. —Todos nuestros actores adultos son padres, pero nunca los juntamos en la película con sus hijos. Seguridad, ya ves. Es mucho menos probable que se los reconozca como participantes si nunca se los ve interactuando en la película.

—¿Los padres también actúan en las películas?—, preguntó Renée.

—Sí —respondió Jack—. Por supuesto, su compensación es la participación en sí. Se les permite estar presentes en el set durante el rodaje, pero no aparecen con sus hijos o hermanos. Si quieres, también puedes actuar. Siempre es bueno tener a otra mujer adulta como recurso.

—Eso podría gustarme—, afirmó Renée con una sonrisa.

Jack le devolvió la sonrisa. Renee sería una gran incorporación a la filmación. Era encantadora. —Ahora, volvamos a las preguntas. ¿Qué edad tenían los amigos de tu mamá con los que has estado, Nina?

—Ummm treinta y treinta y seis —respondió Nina.

—¿Disfrutas estar con ellos?

—Sí.

—¿Alguna vez has tenido un orgasmo?

—Sí, empecé a tener orgasmos cuando tenía siete años —respondió Nina, retorciéndose en el sofá.

—¿Qué te gusta hacer sexualmente?—, preguntó Jack. —Por favor, explícamelo con detalle.

—Ummm, me gusta, ummm— comenzó Nina nerviosamente —Q-que me hagan sexo oral.

—Ya veo —dijo Jack—. Pero Nina, «tener sexo oral» no suena bien en una película. A la gente no le gusta oírlo así. Dime de nuevo lo que te gusta. Puedes usar las palabras que quieras.

—Me gusta que me coman el coño—, continuó Nina.

—¡Muy bien! —dijo Jack alentadoramente—. ¿Qué más?

—Me gusta chupar pollas —continuó Nina, un poco más segura de sí misma.

—¿Qué te gusta de eso?— preguntó Jack.

—Me gusta cómo me llena la boca—, confiesa Nina. —Y me gusta lo bien que le hace sentir al hombre.

—¡Genial!— dijo Jack. —¿Qué más?

—¡Me gusta que me follen!—, casi gritó Nina. —¡Solía doler mucho, pero ahora se siente tan bien!

—¡Muy bien!—, exclamó Jack entusiasmado. Volviéndose hacia su madre, Jack preguntó: —¿Puede Nina hacer una mamada profunda?

—Lo ha intentado antes, pero no ha salido del todo bien.

—¿Qué tal el anal?

—Mi hijo mayor se la cogió por el culo una vez, pero a ella no le gustó mucho.

Jack volvió a centrar su atención en Nina, que se sonrojó ante la mención del sexo anal. —Nina, ¿alguna vez has tenido relaciones sexuales con otras mujeres?

Nuevamente una rápida consulta con mamá antes de que ella respondiera: —He hecho algunas cosas con mamá, pero no me gustan tanto como con los hombres.

Jack se volvió hacia Renee. —¿Qué tamaño de pene puede soportar Nina?

—Mi marido estaba bien dotado—, respondió Renee. —Tenía veinticinco centímetros, pero nunca le metió más de la mitad. Sin embargo, ten en cuenta que Nina tenía solo siete años cuando murió mi marido. De los dos hombres adultos con los que ha estado, el más grande medía dieciocho centímetros, y él puede meterle todo eso. Mi hijo mayor también mide dieciocho centímetros, y es grueso como el de su padre. Nina puede recibir todo eso en su coño, y todo menos 8 centímetros en la boca.

—Tenemos dos hombres negros que hacen escenas con nosotros. ¿Algún problema con el sexo interracial?

—Depende de los hombres—, respondió Renee. —Si a Nina le gustan, entonces no hay problema. Pero me preocupa que sean demasiado grandes para ella.

—Ninguno de los dos está tan bien dotado como la descripción que haces de tu marido. Yo tengo más o menos lo que me has descrito: veinticinco centímetros y la tengo ancha —informó Jack a la pareja—. Sólo un actor es más largo que yo, unos dos centímetros y medio, y ninguno es más grueso. En un momento veremos qué puede hacer Nina conmigo, y yo estaré en mejores condiciones para decirte qué puede hacer con los demás.

Nina asintió tímidamente y el corazón de Jack se aceleró. Su pene también creció en sus pantalones. Renee dijo: —Mmmmm, veinticinco centímetros. ¡Espero que no te importe si lo pruebo yo también!

Jack sonrió en respuesta y luego dijo: —Este día es sobre Nina. Tú y yo tendremos mucho tiempo para conocernos en nuestras diversas reuniones. Ahora que ya te han presentado a esta empresa, tú, Nina y tus hijos conocerán a muchas familias de la zona que piensan como tú. Hay reuniones casi todos los fines de semana y, a medida que conozcas a la gente, los encuentros individuales pueden ocurrir incluso con más frecuencia.

La madre de Nina parecía decepcionada, pero asintió con la cabeza. —¿Tienes familia?—, preguntó de repente.

—He sido un pedófilo toda mi vida—, respondió Jack. —Pero nunca me casé ni tuve hijos propios. Empecé a participar activamente en este grupo cuando tenía veinte años. Me encontré con un amigo mío que tenía relaciones sexuales con su hija de seis años mientras su mujer observaba. Tenían mucho miedo de que los denunciara y, cuando no lo hice, poco a poco me fueron presentando a su grupo. Me sorprendió mucho descubrir lo grande que era la red de personas con ideas afines, aunque me llevó más de tres años conocer a todos.

—¿Cómo empezaste a hacer películas?

—En realidad, llevo veinte años haciendo cine. Nunca llegué a ser un gran nombre, pero sí escribí algunos guiones en su día que se convirtieron en películas muy importantes. En aquel momento, tenía un agente muy bueno que me consiguió unos contratos increíbles para los guiones que escribí. Con el dinero que gané con ellos conseguí un fondo de reserva bastante decente. También tuve suerte con el mercado bursátil. Como dije, había intentado dirigir, pero aunque era competente, en realidad no era el trabajo para mí—, explicó Jack.

—A una de las familias que conocí al principio le gustaba filmarse y fotografiarse a sí mismos. La mayoría de ellos habían hecho películas caseras de sexo espontáneo. Cuando descubrieron que yo había escrito guiones y dirigido algunas películas, me dijeron que realmente querían representar ante la cámara algunas de las fantasías que tenían los padres. El padre y yo nos sentamos y elaboramos algunas escenas con guiones, y el siguiente fin de semana su familia las representó. El resultado final fue bastante bueno. Lo suficientemente bueno como para que el padre se las mostrara a algunas de las otras familias que conocían.

—Muy pronto, otras familias quisieron intentar actuar, así que hice otras cintas con otras familias. Entonces casi se produjo un desastre. Una de las familias para las que hicimos una cinta subió a Internet algunas capturas de pantalla de su cinta. Las imágenes se hicieron muy populares y muy solicitadas. Se hicieron peticiones para que se grabaran archivos de vídeo, así que finalmente cedieron y publicaron uno. El padre revisó minuciosamente todos y cada uno de los fotogramas del archivo que hizo para asegurarse de que no se viera ni su rostro ni el de su familia.

—A pesar de ese esfuerzo, aproximadamente un año después de haber publicado el archivo de vídeo, llevó a su hija al zoológico. Mientras paseaban hablando de los animales, notaron que un hombre y dos niños los seguían. Cuando el padre preguntó por qué hacían eso, el otro hombre le dijo que reconocía al padre y a la hija. Aunque el archivo que habían publicado nunca mostraba el rostro del padre ni de su hija, el hombre reconoció sus voces y su comportamiento entre ellos.

—Por suerte, el otro hombre también era sexualmente activo con sus hijos. Con el tiempo, se le presentó a la red de familias con ideas afines. Pero la situación de riesgo sacudió a todos. Sin embargo, la mayoría de las familias querían compartir su experiencia con los amigos que habían hecho en línea. Fue entonces cuando entraron en vigor las reglas.

Regla número 1 : No se permiten más filmaciones con familiares directos, a menos que el video se mantenga estrictamente privado y no se comparta con nadie.
Regla número 2 : ¡No se permiten demostraciones públicas de afecto bajo ninguna circunstancia!
Regla número 3 : ¡Discreción, discreción, discreción! Siempre hay que procurar que haya poco riesgo de que nuestra pasión sea revelada a terceros.
—Sin embargo, muchas de las familias todavía querían grabar las cintas de vídeo. A varias de las niñas les encantaba actuar en las escenas. Fue bastante sorprendente la decepción que sintieron cuando consideramos la posibilidad de dejar de filmar por completo. Así que me propuse asegurarme de que pudiéramos seguir haciéndolo. Enseñé a algunos de los padres a manejar cámaras de vídeo, a maquillarse y a manejar la mesa de sonido. Empezamos a establecer contactos en el extranjero para distribuirlas… y aquí estamos hoy—, concluyó Jack.

—Interesante—, afirmó Renee. —Creo que nos interesaría participar. ¿Cuál es el siguiente paso?
Jack sonrió y le hizo un gesto a Nina para que se pusiera de pie y tomara un lugar frente a él. Nina se puso de pie de un salto y se paró orgullosa frente a Jack. Jack extendió la mano y comenzó a pasar los dedos por los brazos desnudos de la niña de diez años, haciéndola temblar y reír. Jack movió sus manos hacia las caderas de la niña y, mirándola a los ojos, dijo: —Voy a desvestirte ahora. ¿De acuerdo?

Cuando Nina se sonrojó y asintió, Jack agarró su camisa y comenzó a subirla. Al quitársela, dejó al descubierto su vientre tenso y apretado, y se sorprendió al saber que la niña estaba floreciendo antes de tiempo. Tenía los primeros senos. Pequeños bultos en ese momento. Jack extendió la mano y agarró el pezón izquierdo de la niña, lo que la hizo jadear y acelerar su respiración. Sonrió cuando sintió que el bulto se endurecía bajo sus dedos.

Dejando de lado por un momento su pecho en desarrollo, se agachó y enganchó los dedos en los pantalones cortos y las bragas de la niña. Los bajó por sus largas piernas y luego los colocó con su camisa cuando ella se los quitó, dejando a la niña de diez años desnuda a excepción de sus sandalias. Jack se enorgulleció de notar que la niña mantenía su orgullo mientras sus ojos hambrientos bebían la vista de su montículo sin vello.

—Ahora, quiero que te des la vuelta lentamente para mí, déjame mirarte bien—, ordenó Jack. Nina se movió para obedecer, girándose lentamente. Cuando estuvo de espaldas por completo, revelando su pequeño trasero perfecto en forma de corazón, Jack dijo: —Me encanta tu cola de caballo—. Mientras extendía la mano y le daba un tirón juguetón, agregó: —Siempre que tenemos citas para jugar, siempre usarás tu cabello así o en coletas. No solo para mantener tu cabello fuera del camino de la filmación, ¡sino simplemente porque es muy lindo!

Nina se rió y continuó dándose la vuelta cuando Jack le soltó la cola de caballo. Cuando estuvo frente a él una vez más, Jack suspiró: —Eres una chica hermosa, Nina.

—Gracias, señor—, respondió Nina tímidamente ante el cumplido.

—Estamos a punto de hacer el amor —le advirtió Jack en tono burlón—. Puedes llamarme Sam.

—Pero ese no es tu verdadero nombre —protestó Nina.

—Bueno, creo que pronto sabrás mi verdadero nombre —respondió Jack con una sonrisa ganadora—. Por ahora, puedes llamarme Sam.

—Está bien, Sam —respondió Nina devolviéndole la sonrisa.

—Cuando actuemos frente a la cámara, usarás nombres falsos para tus amantes masculinos—, explicó Jack. —Es solo una farsa.

—Entiendo—, respondió la niña de diez años.

—Ahora, ¿podrías darme un beso, por favor? —preguntó Jack extendiendo los brazos. Nina se acercó a él y acercó sus labios a los de él. Jack besó a la chica con cautela al principio, luego con más pasión cuando ella respondió. Sintió que sus pequeños y carnosos labios se abrían mientras los exploraba con su lengua. Su propia lengua salió disparada para encontrarse con la de él mientras ella le devolvía el beso. Mientras lo hacía, Jack comenzó a explorar el cuerpo de la joven con sus manos.

Nina gimió cuando sus manos encontraron el camino hacia su trasero. Primero le acarició las mejillas con suavidad, luego con más firmeza. Luego, una de sus manos se deslizó por sus caderas y la deslizó entre los muslos separados de Nina mientras ahuecaba su coño sin vello. Nina gimió una vez más cuando los flequillos de Jack encontraron el punto de su clítoris y comenzaron a frotarlo. Jack podía sentir que la chica se humedecía en su mano y su respiración se aceleraba.

De repente, Jack rompió el contacto, se inclinó hacia atrás y se quitó la camisa. Al hacerlo, notó que Renee estaba recostada en el sofá y que su mano se estaba metiendo en su propio coño a través de su traje pantalón. Su mano derecha estaba apretando su propio pecho. Al parecer, ver a Nina en acción excitaba a la mujer. Jack ciertamente podía entender eso.

Nina dio un paso atrás mientras Jack se ponía de pie. Jack miró a la pequeña niña a los ojos y le preguntó: —¿Te gustaría quitarme los pantalones?—. Nina asintió y sus pequeñas manos se dirigieron al cinturón de Jack. Jack estaba complacido con la confianza que la niña mostraba mientras le desabrochaba el cinturón. Sin duda, ya lo había hecho antes.

Jack se quitó los mocasines mientras las manos de Nina se pusieron a trabajar primero desabrochando y luego bajando la cremallera de sus pantalones. Como Jack había hecho con ella, Nina enganchó sus dedos en sus pantalones y ropa interior y los sacó como si fueran uno solo. Se inclinó para hacerlo y jadeó de sorpresa cuando soltó la polla completamente erecta de Jack. Su polla se levantó de golpe y le dio una palmada debajo de la barbilla.

Los ojos de la preadolescente se abrieron como platos y su pequeña mano se disparó para agarrar la polla de Jack. —¡Mira mami!—, dijo Nina, haciéndose a un lado para que su madre pudiera ver sin obstáculos su enorme pene. —¡Se parece al de papá!—, continuó encantada.

—¡Sí, cariño! —La madre de Nina suspiró en señal de acuerdo. Pero Nina ya se había dado vuelta para mirar la gran polla que llenaba su mano. Jack se quitó los pantalones de una patada mientras Nina comenzaba a mover lentamente la mano de un lado a otro.

Jack suspiró de placer mientras se sentaba de nuevo en el mullido sillón. Nina, sin perder el contacto de la mano con su pene, se dejó caer de rodillas frente a él. Sonriéndole a Jack, Nina acercó su rostro y besó su pene en las glándulas debajo de la cabeza. Jack suspiró de nuevo, luego jadeó cuando sintió su pequeña lengua caliente hacer contacto.

Jack cerró los ojos de placer mientras Nina lamía su gran polla, moviéndose desde la parte inferior hasta la superior, lamiendo su camino hacia abajo con firmeza, luego volvió a la parte inferior para lamer su camino hacia arriba. Jack abrió los ojos justo a tiempo para ver cómo la preadolescente llegaba a la cabeza de su pene y abría bien la boca para succionarlo. Casi lo perdió cuando vio que los labios de la chica se tensaban y sintió que intentaba mantener las mandíbulas lo más abiertas posible para mantener sus dientes con el menor contacto posible. Se emocionó cuando sintió que la chica pasaba la lengua por la cabeza de su polla, luego jadeó cuando sus mejillas se hundieron mientras daba una poderosa mamada. Mientras Nina hacía esto, se permitió mover su polla, moviendo lentamente la cabeza hacia abajo.

—Dios, esto me trae recuerdos —dijo la voz de Renee. Jack miró hacia arriba y vio que se había acercado a la mesa de café para ver mejor a su hija haciendo una mamada—. ¡Imagínensela intentando recibir una polla así de grande cuando tenía cuatro años! Apenas podía meter la cabeza de la polla de su padre entre sus labios en ese entonces. Nina gimió de acuerdo con el recuerdo. Jack vio que había hundido la mano izquierda para jugar con su coño mientras lo chupaba. Cuando Nina empezó a mover la cabeza hacia arriba y hacia abajo más rápido en su excitación, llevándolo a unos ocho centímetros de profundidad cada vez, Renee dijo con nostalgia en el recuerdo: —Incluso en ese entonces, a Nina le encantaba hacerle una mamada a su padre. Le encantaba que le agarrara la cabeza y tratara de obligarla a recibir más. Nunca la atragantaba mientras no intentara metérsela por la garganta. Sam, si no se la está metiendo hasta la garganta, ¡siéntete libre de empujarla más abajo!

Una vez más, Nina gimió en señal de acuerdo, esforzándose por recibir más de la enorme verga de Jack. Sus gemidos le provocaron escalofríos en todo el cuerpo y notó que cada vez que la chica se apartaba de su polla, apretaba los labios. Cada vez que solo quedaba la cabeza entre sus labios, le daba una fuerte mamada que parecía atraerla hacia su miembro. Jack gimió por el placer que le estaba dando la preadolescente. ¡Se estaba acercando al clímax y ella apenas había comenzado!

Nina pareció darse cuenta. Rompiendo el ritmo, apartó la boca por completo de su miembro y dijo sin aliento, con los ojos vidriosos: —¡Oh, Sam! ¡Mi boca no ha estado tan llena desde que estuve con papá! ¡Me encanta tu polla! ¡Por favor, por favor, haz que me entre más!—. Con eso, la niña de diez años agachó la cabeza para lamer las nueces de Jack antes de volver a lamer su miembro y envolver una vez más su polla entre sus ávidos labios.

—¡Sí, sí! —dijo Renee con lujuria—. ¡Haz que reciba más! ¡Arrastra la cabeza de esa pequeña perra hacia abajo lo más que puedas! —Una vez más, Nina gimió en señal de acuerdo. Renee ahora tenía la mano dentro de su traje de pantalón y se movía furiosamente mientras la mujer se masturbaba. Jack podía decir por la mirada en sus ojos que estaba cerca de llegar al clímax.

Accediendo a los deseos de ambas mujeres, Jack movió sus manos hacia la cabeza de la niña de diez años. Ahora estaba tomando aproximadamente diez centímetros de su polla en cada embestida, y Jack podía decir que no podía tomar mucho más. Su boca parecía calentarse más con cada movimiento de su cabeza. Jack podía ver a la niña cada vez más excitada mientras chupaba su polla y se masturbaba. Su cuerpo se estaba poniendo rojo de excitación, y su respiración se estaba volviendo entrecortada, aumentando la succión en su polla. Jack estaba una vez más cerca de descargar su carga en la ansiosa boca de la niña, pero esta vez fue él quien rompió el ritmo. Cuando Nina alcanzó el límite inferior de lo que podía tomar de su polla por sí sola, las manos de Jack se apretaron y tiraron. Sintió que la cabeza de su polla se alojaba en la garganta apretada de la niña mientras la tocaba hasta el fondo.

El efecto fue inmediato. En la mesa de café, la madre de Nina comenzó a temblar y a estremecerse. Su orgasmo golpeó con fuerza y comenzó a gritar suavemente en reacción. Jack sostuvo la cabeza de Nina por un momento antes de soltarla. Nina apartó completamente su cabeza de la polla de Jack y volvió sus ojos vidriosos hacia los de Jack mientras casi gritaba —¡Oh, Dios, sí! ¡Así de fácil! ¡Hazlo otra vez!— Antes de volver a llevar su boca a su polla. Jack dejó que la chica lo chupara por unos momentos antes de bajar su cabeza una vez más. Esta vez, cuando la soltó, sintió que la niña entraba en su propio orgasmo.

El cuerpo de Nina comenzó a temblar y a estremecerse como lo había hecho el de su madre. Sus piernas se abrieron y cerraron de golpe, provocando una sensación de ardor en la alfombra mientras se masturbaba furiosamente. Nina comenzó a gritar sobre la polla de Jack mientras cabalgaba su orgasmo hasta alturas que Jack solo podía imaginar. Jack la dejó cabalgar, disfrutando de las vibraciones de sus primeros gritos y luego de sus gemidos sobre su polla mientras su orgasmo comenzaba a disminuir. Por un momento, la chica solo pudo descansar, con la boca todavía empalada en la enorme polla de Jack.

Luego, lentamente, comenzó a succionar hacia abajo una vez más. Solo logró dos embestidas antes de que Jack sintiera que su propio clímax lo invadía. —¡Oh, Dios, MALDITA SEA, AQUÍ VIENE!—, gritó Jack. Nina se movió rápidamente hacia arriba hasta donde solo la cabeza de la polla de Jack estaba entre sus labios. Apenas lo logró antes de que el primer chorro de la semilla de Jack inundara su boca. La chica soltó un pequeño maullido de sorpresa y luego comenzó a tragar lo más rápido que pudo. La sensación de su boca y lengua trabajando para tragar su semen, más los sonidos audibles de tragar saliva que hizo mientras lo hacía, enviaron a Jack a alturas aún mayores. ¡Su polla realmente movió la cabeza de la chica mientras sufría espasmos, haciéndola parecer como si estuviera asintiendo!

Cuando su polla finalmente dejó de chorrear, Jack se alegró de ver que la ansiosa niña de diez años no se había perdido ni una gota. Nina sonrió mientras dejaba que la polla del hombre se deslizara fuera de sus labios. Jack se sentó de repente y agarró a la chica por los brazos. Nina registró una mirada de sorpresa cuando Jack la levantó fácilmente en el aire. Dándose la vuelta, Jack dejó caer a la chica en la silla, empujándola hacia atrás para que se apoyara contra el respaldo mientras su cabeza se movía rápidamente entre sus piernas. Nina dio un fuerte chillido cuando sintió que la lengua de Jack hacía contacto con su coño empapado.

Recién salida de un orgasmo, la niña de diez años no tardó mucho en llegar a otro. A cuatro patas, Jack se movió ligeramente hacia adelante y levantó las piernas de Nina sobre sus hombros, haciendo que sus pies descansaran sobre su espalda. Usando los pulgares de ambas manos, separó los labios del coño de la niña para tener un acceso más fácil. Dejando su clítoris, Jack endureció su lengua y la bajó para clavársela en su apretado y húmedo túnel del amor, provocando un gemido de placer muy fuerte de los labios de la excitada niña.

Mientras Jack follaba a la niña con su lengua, sintió una mano que le acariciaba los testículos. Renee se había deslizado sobre la mesa de café. —Sé que esto es solo para Nina—, explicó mientras su mano dejaba sus testículos para agarrar el eje de su polla. —Pero Nina tiene razón, tu polla me recuerda mucho a mi difunto esposo. ¡No puedo quitarle las manos de encima!— Comenzó a acariciar su polla como si fuera una ubre, apretando la mano mientras tiraba hacia abajo y luego subiendo para comenzar de nuevo. Su atención a su polla hizo que volviera a cobrar vida. Solo se había desinflado a medias en primer lugar.

Jack folló con la lengua a la preadolescente durante varios minutos, disfrutando de su dulce sabor. Los talones de Nina se clavaron en su espalda mientras ella comenzaba a empujar su coño hacia arriba para encontrarse con su lengua mientras la movía dentro y fuera de su coño. El coño de Nina se ponía más caliente y más rojo a cada segundo a medida que se acercaba a su próximo clímax. Jack sacó su lengua de su agujero y la reemplazó con un dedo mientras volvía a subir para mordisquear y lamer su clítoris. Las paredes del coño de Nina ordeñaron su dedo mientras lo empujaba profunda y rápidamente de un lado a otro. Pronto agregó otro dedo, estirándola para cuando la follaría.

De repente, cuando Jack empezó a introducir y sacar sus dos dedos del coño de la niña, Nina empezó a mover la cabeza hacia adelante y hacia atrás. Sus caderas se movían hacia arriba y hacia abajo a un ritmo frenético. De repente, todo su cuerpo se puso rígido. —¡¡¡AIEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE!!! ¡Dios, dios, dios!—, gritó cuando llegó al orgasmo. ¡Jack se alegró de que el grueso cristal y las paredes bien aisladas hicieran que la habitación fuera insonorizada!

Jack ni siquiera esperó a que el orgasmo de la niña se calmara antes de sentarse y apuntar su pene dolorosamente erecto hacia su coño. Sosteniendo sus piernas contra su pecho, Jack colocó su pene en la abertura de su resbaladizo agujero y empujó hacia adelante. —¡Ay, ay, ay, ay!—, gritó Nina cuando sintió que la enorme polla le abría el coño. Jack lo ignoró y continuó empujando hacia adelante. Llegó a introducirse diecisiete centímetros dentro de ella antes de sentir la abertura de su útero en la cabeza de su pene.

Se detuvo allí, dejando que la niña de diez años se acostumbrara a su enorme polla dentro de ella. Las caderas de Nina todavía se movían lentamente hacia arriba y hacia abajo en reacción a su orgasmo. Tenía los ojos cerrados con fuerza y gimió: —Oh, Dios, oh, Dios, oh, Dios. ¡Se siente igual que antes cuando papi me follaba!

—¡Parece exactamente igual!—, comentó Renee. —¡Oh, nena, estás tan abierta ahora mismo! ¡Has crecido tanto! ¡Sam tiene más dentro de ti de lo que tu papá jamás podría introducir! ¡Estoy tan orgullosa de ti!

Nina, con los ojos cerrados con fuerza, sonrió ante el elogio de su madre. Jack empezó a sacar lentamente su polla de la niña, disfrutando de la sensación de las paredes de su coño mientras agarraba su polla con fuerza, aparentemente sin querer soltarlo. Jack se apartó hasta que solo quedaron un par de pulgadas dentro de la chica, luego lentamente comenzó a empujar sus caderas hacia adelante nuevamente. Nina gimió y abrió los ojos para mirar fijamente a Jack. Sus ojos azules estaban casi grises por la excitación. Jack se retiró y empujó una vez más.

Al ver que la chica lo estaba tomando bien, Jack aceleró sus embestidas. —Ugh ugh ugh ugh—, puntualizaba Nina con cada embestida hacia adelante. Jack se deleitó con el sonido ronco. Comenzó a follar a la niña de diez años con seriedad.

—¡Oh, Dios, esto es tan sexy!—, exclamó la madre de Nina. —¡Ha pasado tanto tiempo desde que la vi follada así! ¡Fóllatela, Sam!—.

—¡Sí! —asintió Nina—. ¡Fóllame como lo hacía mi papá! ¡Fóllame como si fuera tu hija, Sam! ¡FÓLLAME!

Jack estaba feliz de poder complacerlo. Comenzó a embestir con su polla a la excitada preadolescente, teniendo cuidado de no empujar demasiado profundamente. Dentro y fuera. Dentro y fuera… De un lado a otro, moviéndose cada vez más rápido. Jack, a pesar de que no hacía ni diez minutos que había depositado una carga de semen en el vientre de esta niña, podía sentir que se acercaba al clímax una vez más.

Pero Nina se le adelantó. Una vez más, la garganta de la preadolescente se abrió y gritó: —¡AIIEEEEEEEEEEE! ¡Me corro! ¡Oh, Sam, se siente tan jodidamente genial!—. Luego, su garganta se cerró cuando su cuerpo comenzó a sufrir espasmos. La sensación de las paredes de su coño agarrando su polla mientras se expandían y contraían provocó el orgasmo de Jack.

—¡Joder, joder, joder, aquí viene! —gritó Jack, con el cuerpo rígido mientras su polla comenzaba a tener espasmos y a llenar el coño de la niña con su semen caliente. Su cuerpo comenzó a sacudirse, moviendo su polla rápidamente en la mitad del coño de la niña y avanzando lentamente hacia adelante y hacia atrás, aumentando su orgasmo. Parecía que disparaba carga tras carga de su semilla en el coño rojo y caliente de Nina. Finalmente, sin embargo, su pasión comenzó a decaer. Casi cayendo sobre la niña que estaba debajo de él, acercó sus labios tiernamente a los de ella. Sin embargo, no sintió una respuesta. Mirando hacia abajo, notó que sus ojos estaban cerrados y su rostro estaba en paz. ¡Jack entonces se dio cuenta de que la pequeña y caliente niña de diez años se había desmayado de placer!

Jack estaba a punto de desmayarse. Le costó un gran esfuerzo levantar su cuerpo jadeante de encima de la chica y dejar que su pene desinflado se deslizara fuera de su coño desbordante. Jack se desplomó de costado y terminó sentado en el piso alfombrado.

Casi antes de que su cuerpo quedara libre, Renee se arrodilló entre las piernas de la chica para atrapar el flujo de esperma de Jack en su lengua. Mientras limpiaba a su hija, Nina se acercó y comenzó a gemir —Oh oh oh—.

Jack tardó unos minutos en recuperar el aliento. Cuando por fin pudo hablar, dijo: —¡Eso… eso fue increíble! ¡Increíble! Estoy totalmente agotado. ¡Me llevará dos semanas recargarme después de hoy!—. Mientras decía esto, Jack se dejó caer al suelo. Se tumbó boca arriba y añadió: —¡Nina, eres la mejor que he tenido!—.

—Gracias Sam—, fue la débil respuesta.

—Jack— dijo Jack, —Mi nombre es Jack.

—¿Jack? —dijo Nina—. ¡No lo puedo creer! ¡Jack era el nombre de mi papá!

Jack levantó la vista sorprendido y vio que Renee asentía para confirmarlo. La mujer ya estaba vistiendo a su hija de nuevo. —Oh, Dios mío—, dijo Jack sonriendo. —Parece que tengo muchas cosas en común con tu padre. El mismo nombre, el mismo tamaño de equipo, la misma experiencia increíble con su hija…

Nina se rió y dejó que su mamá la ayudara a ponerse de pie. Jack también se puso de pie con gran esfuerzo y comenzó a vestirse. Nina se rió de nuevo cuando Jack exageró lo débil que estaba y dijo: —¡Maldita sea, niña, me dejaste exhausto!.

Cuando todos estuvieron vestidos y se miraron cálidamente, Renee preguntó con picardía: —Entonces, Jack. ¿Pasamos la audición?

Jack sonrió ampliamente y respondió: —¡Oh, claro que sí!

La mujer se puso seria y preguntó: —¿Qué pasa después?

—Ahora, Dan se pondrá en contacto contigo y comenzará a presentarte a los demás—, respondió Jack. Dan era el hombre de 36 años con el que Nina había hablado de tener relaciones sexuales. La idea de que alguien estuviera allí antes que él le provocó un dejo de celos. Dan había organizado que la madre y la hija lo conocieran. —Después de que hayas conocido a otras personas como nosotros, las cosas avanzarán rápidamente. El próximo fin de semana hay una fiesta a la que eres más que bienvenida a asistir. Una de las chicas está de cumpleaños. Conocerás a la familia en algún momento de esta semana, viven a solo unas cuadras de tu casa. Dan es tu patrocinador en nuestro grupo, así que él será quien te muestre los trucos y demás.

—¿Cuánto falta para mi primera cita para jugar?— preguntó Nina con entusiasmo.

—Oh, todavía no por un par de meses —respondió Jack. Cuando la expresión esperanzada de Nina se desvaneció, Jack explicó—: Te llevará tiempo conocer a los hombres con los que podrías estar actuando, querida. No olvides que me llevó casi tres años conocer a todos, y en ese entonces solo había seis familias en el grupo. ¡Ahora eso es el doble! Nina frunció el ceño, pero asintió con la cabeza en comprensión.

—La semana que viene, Nina tendrá que hacerse la prueba para la máscara de la cita de juegos—, le dijo Jack a la madre de Nina. —Si decides venir a la fiesta de cumpleaños el sábado, conocerás a mi maquillador. Si no, Dan te lo presentará. Lo más probable es que venga a tu casa para hacer el molde de la máscara. Si tú y tus hijos deciden participar, entonces tendría sentido que lo hicieran todos al mismo tiempo.

Cuando su madre asintió en señal de comprensión, Nina preguntó: —Jack, ¿estarás en la fiesta de cumpleaños?

—Debo estar —respondió Jack—. ¿Por qué lo preguntas?

—¡Porque quiero divertirme más contigo!—, respondió Nina poniendo los ojos en blanco. Jack se rió entre dientes y le dio un abrazo a la preadolescente.

—Será mejor que nos vayamos—, dijo Renee. —Los chicos se ponen nerviosos cuando tienen que quedarse con una niñera—. La mujer se acercó a Jack y lo agarró para darle un beso apasionado. Cuando se interrumpió, le dijo al hombre sin aliento con voz ronca: —¡Yo también quiero divertirme contigo!—. Alejándose de él, agregó: —Fue muy agradable conocerte.

—Créeme, fue un placer… totalmente—, respondió Jack moviendo las cejas hacia Nina, lo que provocó otra risa deliciosa. Jack cruzó la puerta para abrir la puerta de la oficina y abrir la puerta exterior para dejar salir a la pareja. La madre y la hija salieron de la oficina, teniendo cuidado de no parecer demasiado amistosas. Jack estaba contento. Mientras se dirigían a su auto, Jack cerró la puerta y volvió a cerrarla con llave. Al regresar a la oficina, pasó unos minutos asegurándose de que todo estaba como lo habían encontrado. Luego apagó las luces, apagó la computadora en el escritorio de la secretaria y salió del edificio asegurándose de cerrar con llave detrás de él.

Jack se subió a su coche y dio toda la vuelta a la manzana antes de entrar en el aparcamiento del otro lado de la calle. Se detuvo junto al coche de Carol y bajó la ventanilla. La mujer de cincuenta años le echó un vistazo y preguntó con asombro: —Estuvo bien, ¿eh?

Jack esbozó una sonrisa brillante y respondió: —¡Mejor!—
Jack no pudo evitar sonreír mientras conducía de regreso al estudio. ¡La vida era maravillosa! La audición había ido incluso mejor de lo que se había atrevido a esperar. Nina iba a ser una gran incorporación a la industria del porno infantil.

Cuando introdujo el código de siete dígitos y entró en el aparcamiento, Jack pudo ver que todos, excepto George, seguían allí. También había un coche nuevo aparcado en el aparcamiento y Jack lo reconoció como el de Mark. Mark era el actor que haría la escena con Jessie. Sin embargo, Jack se preguntó por qué Joyce seguía allí. Jack miró su reloj y vio que faltaban cinco minutos para las dos. Esperaba que el decorado estuviera preparado correctamente para la siguiente escena.

Al entrar al escenario, Jack se sintió aliviado al ver que todo parecía estar en orden. El escenario era el mismo que el de la escena de los directores anterior, pero se había colocado una pizarra detrás del escritorio y varios mapas adornaban las paredes. También se alinearon tres escritorios de estudiantes frente a lo que ahora era el escritorio del profesor.

Sentado en la silla detrás del escritorio estaba el padre de Katherine Riveros. Katherine Riveros estaba arrodillada en el suelo frente a él, con la cabeza moviéndose de arriba a abajo en su regazo mientras Ray y Bob discutían sobre la toma. —Creo que voy a necesitar un poco más de espacio aquí atrás—, decía Bob. Él y Ray movieron el escritorio de la maestra un poco hacia adelante. —Mucho mejor—, comentó Bob.

—¿Todo listo?—, gritó Jack mientras subía al escenario. Casi se quedó atónito cuando los dos niños con sus uniformes escolares iguales se precipitaron hacia él. Jack notó que el padre de Katherine Riveros estaba completamente vestido. Aparentemente, su hija había hecho la pantomima de hacerle una mamada. Jack supuso que el hombre había tenido suficiente acción antes.

Jack levantó a cada una de las chicas y las besó profundamente, prestándole un poco más de atención a Jessie, ya que esta era la primera oportunidad de contacto físico. Jack asintió con la cabeza a cada uno de los adultos en el set. La madre de Jessie estaba en la esquina hablando con Joyce y Mark. Tanto Mark como Jessie ya llevaban sus máscaras y parecían listos para continuar.

Mientras Jack colocaba a Jessie en el suelo y la empujaba suavemente hacia el escritorio de los estudiantes donde comenzaría la escena, la madre de la niña de diez años se acercó y le dio un cálido beso. —¿Dónde está Allen?—, preguntó Jack.

—Mike no se sentía bien, así que Allen se quedó en casa con él y Jules—. Jules era la hermana pequeña de Jessie, de cuatro años.

—¿Cómo van las cosas con Jules?— preguntó Jack con una cálida sonrisa.

—Muy bien —respondió Alice con una sonrisa lasciva—. Ha empezado a participar cuando jugamos con Mike y Jessie. Todavía no ha hecho mucho, pero intentó chuparle la polla a Allen. ¡Y la semana pasada la pillamos en pleno acto haciéndole una mamada a Mike! Adora a su hermano. Por supuesto, sólo tiene ocho años y mide sólo diez centímetros, pero la pequeña zorra se le eyaculó como una profesional. Lástima que todavía no haya empezado a eyacular para poder darle la recompensa adecuada.

—¡Genial! —respondió Jack con entusiasmo—. Me alegro por todos ustedes.

—Estamos muy contentos con ella—, confió Alice. —Allen está pensando en llevársela cuando cumpla cinco años en un par de meses. ¡Parece que está deseando que llegue el momento! Cuando se vuelva realmente activa, creemos que le gustará participar cuando visitemos a otras familias.

—¡Excelente!—, respondió Jack dándole un abrazo. —Sé que a todos les encantaría… tenerla—, agregó con una sonrisa pícara que la mujer devolvió de inmediato.

Mientras Alice se acercaba a su hija, Joyce se acercó y, mirando a Jack a la cara, le preguntó: —¿Y bien? ¿Cómo te fue en la audición?.

—Increíble—, respondió Jack suavemente. —La niña tiene diez años. Un poco mayor de las que me gusta empezar a filmar, pero ha estado activa desde que tenía cuatro años, ¡y tiene talento! ¡Creo que me enamoré de ella!

—Te enamoras de todas las mujeres —respondió Joyce con una sonrisa—. Y la edad no es un factor. ¿Crees que la chica será una buena actriz?

—Oh, sí—, respondió Jack. —Y te alegrará saber que también tiene dos hermanos activos. De quince y doce años. ¡Quizás también estén interesados en filmar, así que tal vez tengamos que pensar en una historia que te permita probarlos!

—Mmmmm, pene de niño pequeño. Sabes que me encanta—, respondió Joyce. —No tanto como un coño joven y dulce, pero casi tanto—. Siguió sonriendo.

—Tal vez tengas que conformarte con los chicos—, advirtió Jack. —Nina ha hecho algunas cosas con su mamá, pero le gustaba más estar con su papá y sus hermanos. Si tienes una oportunidad con ella, tendrás que estar en tu mejor forma para convencerla.

La sonrisa de Joyce se amplió cuando dijo: —¡Oooooo, un desafío! ¡Sabes que haré lo mejor que pueda!

Antes de que Jack pudiera responder, Joyce se marchó. Sacudió la cabeza y se volvió hacia el plató. —Bob, Ray, Richard, ¿está todo listo?— Los hombres en cuestión asintieron con la cabeza. —Muy bien, despejen el plató, ¡preparémonos para empezar!
—Entonces, Jessie, ¿detención otra vez? —La voz de Mark sonó cuando Jessie entró por la puerta.

La niña de diez años asintió con tristeza mientras tomaba asiento. Abrió un libro y un cuaderno y pareció comenzar a estudiar.

—En realidad, me alegro de verte después de la escuela—, dijo Mark levantándose de su escritorio y acercándose para arrodillarse junto a la chica. —Tenía la intención de hablar contigo.

—¿Sobre qué, señor Davis? —preguntó Jessie, volviendo su atención hacia él.

—Bueno, Jessie, se trata de tu desempeño en mi clase —le dijo Mark a la niña—. ¡Estás a punto de reprobar mi curso!

—¿Qué? —exclamó Jessie—. ¡Señor Davis! ¡No puedo suspender! ¡Tengo 8 y 9 en todas mis otras clases!

—Lo sé —respondió Mark, desconcertado—. ¡Por eso estoy tan preocupado! Te va tan bien en tus otras clases, ¿qué es lo que te da tantos problemas en matemáticas?

—No lo sé —tartamudeó la chica, bajando la mirada avergonzada.

—Pareces prestar mucha atención en clase. ¡Cada vez que miro hacia arriba me estás mirando fijamente! Y cuando no lo haces, estás tomando notas—, exclamó Mark. Ante esto, Jessie se sonrojó profundamente. Jack se preguntó qué pensamiento había utilizado para provocar esa reacción. Decidió preguntarle al respecto más tarde.

—Lo sé—, respondió Jessie. —¡Pero no sé por qué no puedo hacer el trabajo!

—Ojalá hubieras venido a mí para que te diera clases particulares—, respondió Mark. —Incluso si sacas el cien por ciento en todos tus exámenes y tareas de ahora en adelante, ¡lo máximo que puedes esperar es un 6!

—¿6? —exclamó Jessie—. ¡Mis padres me van a matar! —continuó, miserable.

—Tenemos que resolver esto, señorita—, afirmó Mark con firmeza. —¡Eres demasiado bonita y demasiado inteligente como para que tus padres te maten por sacar una mala nota!

—¿C-crees que soy b-bonita? —tartamudeó Jessie, poniéndose una vez más colorada.

Mark miró a la chica con el ceño fruncido antes de decir: —Sí, muy guapa y muy inteligente.

—G-gracias— tartamudeó la muchacha.

—¿Jessie? —dijo Mark, con aire sospechoso—. ¿Me puedes enseñar tu cuaderno de matemáticas, por favor?

—¿Señor Davis? ¿Por qué? —preguntó Jessie, renuente a entregarle el cuaderno que él había cogido.

—Quiero ver lo que has estado escribiendo. ¡Quiero ayudarte a entender las matemáticas!—, respondió Mark, sacando el cuaderno de los dedos de la niña. Mientras lo hacía, Jessie parecía casi a punto de entrar en pánico. Cuando Mark abrió el cuaderno, Jessie se puso más roja que nunca y bajó la mirada.

Bob miró por encima del hombro de Mark para ver el cuaderno. En las páginas había pequeños garabatos prolijos, de naturaleza infantil, con corazones por todas partes. En una página, un retrato bastante parecido a Mark estaba dibujado con cariño con corazones y pequeñas formas de labios alrededor. En otra, en letras mayúsculas, estaba escrito Mrs. Jessie Davis.

—Oh, Dios mío—, dijo Mark suavemente.

—¡Señor Davis! ¡Lo siento! —comenzó a disculparse Jessie.

—¿Es por eso que no te va bien en mi clase?—, preguntó Mark mientras le mostraba el cuaderno. —Esto es lo que haces en lugar de tomar notas.

—Sí, señor —respondió Jessie miserablemente.

—¿Te sientes atraída por mí?—, preguntó Mark, sonando divertido.

—S-sí, s-señor—, respondió en un susurro.

—¿Y por eso te va tan mal? —Jessie asintió y Mark continuó—. ¿Es por eso también que te metes en problemas? ¿Porque sabes que soy tu profesor titular y que tu castigo se lleva a cabo en mi clase?

—S-sí señor—, murmuró Jessie.

—Dios mío —repitió Mark—. ¡Solo tienes diez años! No se supone que te sientas atraída por nadie todavía, ¡especialmente por ninguno de tus profesores! Todo este tiempo pensé que me estabas prestando atención. ¿En qué piensas realmente cuando me miras fijamente?

—¡A-acerca de lo guapo que eres! —balbuceó Jessie. Luego, antes de que Mark pudiera decir algo más, se puso las manos sobre el vientre y dijo—: ¡Cuando te miro, se me pone toda pegajosa por dentro! ¡Siento un hormigueo tan grande en el estómago que no puedo concentrarme! ¡Incluso cuando no estás en la habitación, cuando estoy haciendo mi tarea de matemáticas, pienso en ti y parece que no puedo hacerlo! Te imagino… —Entonces la chica se detuvo en seco.

—¿Qué me imaginas?—, presionó Mark.

Jessie se sonrojó profundamente otra vez y susurró: —Te imagino a mi lado como estás ahora. Excepto que me estás tocando. O besándome. Casi puedo sentir tus manos sobre mi cuerpo, tus labios sobre los míos—. Entonces Jessie gritó: —¡Oh, soy tan mal!

—No eres mala —respondió Mark con dulzura—. Solo estás enamorada. Pero al estarlo, arruinaste tu expediente. ¡Me temo que esta mala nota te va a perjudicar a largo plazo!

—¿No puedo hacer algún trabajo extra para obtener puntos? ¡Prometo que estudiaré muy duro para hacerlo bien!—, suplicó Jessie.

—Oh, ya es demasiado tarde para eso—, respondió Mark. —¡Me temo que simplemente no conoces el material! E incluso si te diera trabajo extra y lo aprobaras, lo máximo que podrías esperar es un 6.

—¡Mis padres me odiarán! —gritó Jessie con tristeza. Apoyó la cabeza en el escritorio y comenzó a llorar suavemente—. ¿No hay nada que pueda hacer? —gritó, con la voz amortiguada por los brazos.

Mark extendió la mano y la acarició por la cola de caballo de la niña de diez años. Una expresión lasciva se apoderó de su rostro cuando comenzó a frotarle la espalda. —Puede que haya una cosa—, dijo Mark con picardía.

Jessie levantó la cabeza de golpe y una expresión de esperanza se dibujó en sus ojos. —¡Por favor, dime qué es! ¡Haré CUALQUIER COSA para mejorar mis notas!

—Bueno, primero quiero que me prometas que estudiarás mucho para aprender este material —dijo Mark con severidad—. Te daré clases particulares, ¡pero debes prometerme que usarás cada célula de este gran cerebro tuyo para aprenderlo! —Continuó colocando la palma de la mano sobre la parte superior de la cabeza de ella y sacudiéndola.

—¡Lo prometo, lo prometo! —gritó Jessie.

—Bueno, hay un proyecto de crédito extra muy especial que puede elevar tu nota a un 7.5 —, afirmó Mark. —Pero no es fácil y es posible que no quieras hacerlo. ¡Incluso podría ser doloroso! No se ofrece a muchas personas y entendería que no quisieras hacerlo. También requiere mucho esfuerzo y probablemente te llevará el resto del año. Solo te hago esta oferta porque creo que eres un estudiante especial y muy inteligente.

Jessie se dio la vuelta en su silla para mirar al «profesor» y exclamó: —¡Lo haré! ¡Lo que sea! Si eso aumenta mi nota a un 8, haré lo que me pidas.

—7.5—, respondió Mark y sonrió ante el entusiasta asentimiento de la niña. —¿Estás segura?—, le preguntó Mark con expresión seria. —¡Una vez que comiences este proyecto, no podrás parar hasta que esté terminado! ¡Tendrás que comprometerte con él!

—¡Estoy segura!—, gritó Jessie. —¡Estoy segura! ¡Quiero mejorar mis notas! ¡Estoy lista para empezar ahora mismo!

—Y así lo harás—, dijo Mark poniéndose de pie. Mientras Jessie lo miraba con los ojos muy abiertos, sus dedos se dirigieron a la cremallera y la bajó. Metió la mano dentro de sus pantalones, sacó su pene de dieciocho centímetros y lo apuntó hacia el rostro atónito de la chica.

La mano de Jessie se llevó nerviosamente a su pecho mientras miraba fijamente la polla rígida que tenía frente a ella. El rostro de la niña de diez años parecía vacilante e inseguro cuando dijo: —¡Señor Davis! Yo—

—Ven, querida—, dijo Mark, extendiendo la mano para tomar a la niña por la nuca. —Es hora de comenzar tu proyecto especial. Es hora de ganarte tu calificación—. Continuó tirando de la niña hacia su pene.

—¡P-pero no sé qué hacer! —balbuceó Jessie, intentando resistirse a que la tiraran hacia delante y mirando con ojos asustados al hombre que se elevaba sobre ella.

—Bueno, esto es un aula, así que tendrás que aprender —respondió Mark, mientras seguía tirando suavemente del cuello del niño—. Esta primera lección es muy sencilla: solo tienes que abrir los labios y tomar esta polla. Chúpala como si estuvieras bebiendo de una pajita. Puede que al principio te resulte extraño, pero creo que te gustará.

Jessie todavía parecía insegura mientras se acercaba más a la polla de Mark. Vacilante, dejó que sus labios se separaran. Cuando sus labios hicieron contacto por primera vez con la suave piel de la cabeza de su pene, se echó hacia atrás con sorpresa, pero luego se dejó llevar hacia adelante nuevamente y no se apartó cuando la cabeza de su pene desapareció entre sus labios.

—Sí, así es. Así de fácil—. Mark suspiró de placer mientras empujaba implacablemente su pene dentro de la boca del niño de diez años. —Siente cómo esta cosa te llena la boca. Siente cómo presiona tu lengua hacia abajo, cómo te abre las mandíbulas. Aprende a amar esta sensación, pequeña, porque lo harás todos los días hasta que termine el año escolar. ¡Esto y mucho más!

Cuando apenas dos pulgadas de su miembro estaban colocadas en la boca caliente de la chica, Mark se detuvo y lentamente comenzó a sacarlo. Mientras lo hacía, miró a Jessie a los ojos y continuó.

—Sí, sí, sí. Chupa esa polla, nena, siente cómo se mueve sobre tu lengua. Siente cómo te roza los labios.

Mark se apartó hasta que solo la cabeza de su pene estuvo en la boca de Jessie, luego comenzó a empujar un poco más rápido. Los ojos de Jessie se cerraron de placer y su mandíbula comenzó a moverse de un lado a otro. Mark comenzó a follar lentamente la cara de la niña dispuesta mientras comentaba: —No lo sabías, pero esto era lo que anhelabas cuando me mirabas. La idea de hacer esto, sentir esto, es lo que te hizo sentir todo pegajoso por dentro. Puedes sentir el hormigueo ahora mejor que nunca, ¿no?

Jessie gimió en señal de acuerdo. Mark sonrió y soltó su cuello y dejó de mover las caderas hacia adelante y hacia atrás. Dijo: —Ya sabes qué hacer ahora. ¡Ve a buscarla!—. Jessie gimió de nuevo y comenzó a mover la cabeza hacia adelante y hacia atrás. Lentamente al principio, pero cada vez más, sus mejillas se hundieron y otro gemido salió de ella.

Mark dejó que la niña lo chupara en silencio durante varios minutos. De repente, dio un paso hacia atrás, obligando a la niña de diez años a deslizarse hacia adelante para mantener el contacto con su polla. Otro medio paso hacia atrás y Jessie casi se cae del escritorio. Entonces Mark dio otro paso hacia atrás y Jessie se movió suavemente con él para arrodillarse en el suelo mientras se ponía más frenética al chupar su polla.

—Sí, así es. De rodillas frente a mí —comentó Mark con picardía—. Aquí es donde has querido estar todo el año, ¿no? —Jessie emitió un largo gemido en respuesta—. Lo sé. Y durante el resto del año, todos los días después de la escuela, estarás de rodillas. ¡Y hasta podría buscarte los fines de semana para usarte! ¡Diablos, incluso podría hacer que atiendas a algunas de mis amigas, si eres una buena chica! Jessie gimió aún más fuerte y su cabeza comenzó a volar de un lado a otro.

—Te gusta esa idea, ¿no? —preguntó Mark con crueldad—. ¿Te pones nervioso al pensar en ser una puta para mí? ¿Te preguntas a qué polla podría señalar? ¿Te preguntas frente a quién te arrodillarás como te arrodillas frente a mí? Jessie estaba casi desesperada por la mamada que le estaba haciendo en respuesta.

De repente, Mark agarró a la niña por los hombros, la levantó con facilidad y la llevó hacia su escritorio. Una vez allí, la puso de pie sobre el escritorio. Mirándola a los ojos llenos de lujuria, Mark metió la mano debajo de su falda a cuadros, agarró sus bragas y en un solo movimiento tiró de ellas hasta sus tobillos. Jessie jadeó, y luego jadeó de nuevo cuando comenzó a pasar las manos arriba y abajo por sus piernas. Levantó la mano, desabrochó el broche del costado de la falda y luego la bajó también, revelando el montículo sin pelo de la niña mientras lo hacía.

—¿Alguna vez se te pasó por la cabeza esto, muchacha? —preguntó Mark con voz ronca mientras sus manos agarraban sus caderas y sus pulgares comenzaban a masajear su coño sin vello—. ¿Alguna vez me imaginaste tocándote aquí en tus fantasías?

—Sí, señor Davis —respondió Jessie con la misma voz ronca que Mark—. ¡Soñé con eso!

—Abre las piernas, déjame ver bien ese coñito tuyo—, ordenó Mark. Jessie se movió en la mesa mientras obedecía a la maestra. Mark acercó la cabeza y dijo: —Oh, sí. Es muy bonito. ¡Igual que el resto de ti! ¿Pero sabe tan dulce como parece?— Mark no esperó una respuesta. Echó la cabeza hacia adelante y comenzó a sorber ruidosamente.

Las manos de Jessie se enredaron en el cabello de Mark mientras usaba su cabeza para mantener el equilibrio. —¡Oh, Dios! ¡Se siente taa …

El cuerpo de Jessie comenzó a sufrir espasmos. Su cabeza se movía de un lado a otro, su espalda se arqueaba y, si no fuera por el agarre que tenía sus manos sobre su cabello, se habría caído. Incluso cuando la chica estaba llegando al orgasmo, Mark la levantó para sentarla en el escritorio. Sus piernas volaron en el aire mientras él colocaba su polla en su coño. Salvajemente, embistió con toda su longitud su coño empapado. Jessie gruñó en reacción.

Mark no dejó que la niña bajara de su orgasmo y comenzó a golpear rápidamente su pene de un lado a otro en el estrecho túnel del amor de Jessie. Jessie no podía quedarse quieta en el escritorio mientras él la follaba y la mantenía excitada por el orgasmo. Su cabeza se movía de un lado a otro con tanta fuerza que Jack pensó que se iba a lastimar. Justo cuando estaba a punto de cortar la escena, Jessie comenzó a mover su coño hacia arriba para recibir las embestidas de Mark.

El éxtasis deformó los rasgos de la niña de diez años mientras dejaba de mover la cabeza de un lado a otro y en su lugar miraba fijamente a Mark con ojos vidriosos de lujuria. Comenzó a gritarle al hombre que la estaba follando: —¡Oh, sí! ¡Fóllame, fóllame! ¡Qué rico! ¡Fóllame fuerte, Mark!

Jack sabía que no habría podido detener la escena ni aunque hubiera querido. No habría podido detenerla ni siquiera con una manguera llena de agua helada. Pero gritó: —¡No Mark, señor Davis!—. La niña, embelesada, no pareció oírlo. Sin embargo, un momento después, pronunció el nombre correctamente.

—¡Oh, sí, sí, sí!—, gritó con cada embestida de la polla de Mark. —¡Se siente tan bien! ¡Fóllame para siempre, Sr. Davis!—. Sus piernas rodearon las caderas de Mark mientras comenzaba a levantar su coño para recibir cada embestida de la polla de Mark.

Mark agarró las pequeñas caderas de la niña y comenzó a acariciarla. Sacó solo una o dos pulgadas antes de volver a meter su polla en su lugar y frotar el clítoris de la chica. —¡Oh, Dios, Jessie, estás tan apretada! ¡Tan maravillosa! ¡No puedo contenerme mucho más! ¡Oh, Dios, me voy a correr! ¡Joder, joder, joder! ¡Allá va!

Mark se apartó del coño de la niña de diez años y sacudió su pene dos veces antes de que un chorro de semen saliera disparado y golpeara el clítoris de la chica. Mark comenzó a gruñir mientras su pene disparaba su carga por todo el montículo sin pelo de Jessie y su raja roja e hinchada.

Cuando su pene comenzó a sufrir un espasmo, Mark se desplomó sobre la chica que yacía sobre su escritorio. Reclamó sus labios con los suyos y ambos jadearon en la boca del otro mientras compartían el beso. Los labios de Mark dejaron la boca de la niña de diez años y encontraron su garganta mientras comenzaba a lamer y besar su cuello.

—No olvides la última línea», gritó Jack.

—Oh, mierda, lo siento, Jack, lo olvidé —dijo Mark sin aliento. Se puso de pie de nuevo, dio vuelta a la preadolescente sobre el escritorio, lo que le permitió sostenerse con sus propios pies en el suelo. Deslizó su pene medio erecto en los labios rojos e hinchados del coño de la niña una vez más. Mientras lo hacía, tomó un libro que estaba a un lado de ellos y lo abrió.

—Es hora de dar clases particulares—, dijo Mark, todavía sin aliento, mientras colocaba el libro bajo la cara sudorosa de la niña bien follada. —Comenzaremos con fracciones. Mi polla mide dieciocho centímetros de largo. La mitad de mi polla está dentro de tu coñito apretado. ¿Cuántos centímetros de mi polla hay en tu coño?

—Está bien, corten —gritó Jack. Jessie dejó escapar un suspiro explosivo y dejó que su rostro se hundiera en el libro que tenía debajo (que resultó ser un libro de historia, pero Jack no pensó que nadie lo notaría). Mark dejó que su pene se deslizara fuera de su amante preadolescente y se dejó caer en la silla detrás de él, casi fallando y cayendo al suelo.
Cuando Jessie recuperó el aliento para hablar, levantó la cabeza del libro (su sudor hacía que las páginas se le pegaran a la cara) y preguntó: «¿Cómo estuvo Jack?»

—Bueno, no fue totalmente inútil, pero estuvo bastante cerca —observó Jack alegremente desde su silla. Cuando Mark y Jessie se volvieron hacia él con caras de sorpresa, Jack levantó una mano para detener sus protestas y explicó—: No fue tu culpa, fue mía. Iba tan bien desde la mamada hasta la transición al escritorio del profesor que simplemente te dejé seguir adelante. Ambos se emocionaron un poco.

—Se suponía que Jessie era virgen —continuó Jack—. No habría podido soportar que le follaran el trasero si en realidad lo fuera. No te preocupes por llamar a Mark por su nombre real, Jessie, puedo cortar eso en la sala de edición, pero va a ser difícil cortar esa escena para que sea algo útil. Se suponía que Ray debía intervenir y aplicar la sangre falsa, pero ustedes dos se esforzaron tanto que creo que él habría perdido un brazo si lo hubiera intentado. Jessie se rió de eso.

—Dame diez minutos para recargarme y estaré listo para empezar de nuevo, jefe—, afirmó Mark. —Podemos volver a filmar desde donde me la estaba comiendo de pie hasta donde la acosté y me la follé.

—¿Quieres que lo caliente? —dijo una voz desde el codo de Jack antes de que pudiera responder. Se giró y miró a los ojos ansiosos de Katherine Riveros. Al mirar a su alrededor, vio que todos en el edificio habían sido testigos de la escena. La mayoría parecían divertidos por lo que estaba sucediendo, pero algunos tenían expresiones lujuriosas en sus ojos.

Jack volvió a mirar a Katherine Riveros y trató de no reírse. Le preguntó: —¿Porqué preguntas eso?

—Ray dijo que me estaba calentando mientras me comía el coño antes de mi escena con Joyce y George—, explicó Katherine Riveros con una sonrisa. —Dijo que era para excitarme antes de que comenzara el rodaje. ¡Y funcionó!

Jack se rió entre dientes y dijo: —Gracias por ofrecerte, querida, pero ya estás toda limpia y te quiero fresca para la última escena. No puedes dejar que te despeinen antes de que salgas, ¿sabes?—. Katherine Riveros frunció el ceño con decepción y Jack se inclinó para besarla profundamente. Ella tenía una sonrisa en su rostro de duendecillo cuando él se apartó.

—Puedo hacerlo si quieres—, se ofreció Alice.

—Eso podría funcionar —respondió Jack—. Gracias por la oferta.

—¡No hay problema!— dijo alegremente la mujer adulta mientras caminaba hacia el set.

—Ustedes dos, vayan a un lado—, dijo Jack mientras Alice se acercaba al sonriente Mark. —Tendremos que cambiar un poco la escena. El escritorio está hecho un desastre ahora. Joyce, ¿podrías ayudar a limpiar a Jessie? Bob, Ray, Richard, hablemos.

Mientras Alice comenzaba a chupar la polla de Mark, tratando de ponerlo erecto y luego mantenerlo así mientras estaba sentado en una estantería, los dos camarógrafos y el encargado de iluminación y sonido se acercaron a Jack. Rebobinaron la cinta en las cámaras e intentaron decidir en qué punto continuar la escena. Mientras lo hacían, Jack vio con el rabillo del ojo a Joyce ayudando a Jessie a ponerse la falda a cuadros. Joyce había secado rápidamente a la niña con una toalla húmeda.

—Deja eso, por favor —gritó Jack—. Vamos a empezar desde donde ella empezó su orgasmo parada sobre el escritorio. Joyce asintió y condujo a la niña de diez años semidesnuda hacia donde Jack y el equipo estaban revisando la escena. Pronto se les unió Mark, que estaba erecto de nuevo y se mantuvo así gracias a que Alice le masturbaba lentamente la polla.

Jessie se paró frente a Jack y se miró a sí misma en una imagen fija en el monitor. En la pantalla, su espalda estaba arqueada y sus manos estaban entrelazadas con el cabello de Mark. Su rostro tenía una expresión cruda de éxtasis mientras estaba teniendo un orgasmo.

—Bien, seguiremos desde aquí. Mark, cuando diga acción, quiero que tomes a Jessie por las caderas y la muevas al suelo. Ponla de espaldas a ti y empújala hasta que se arrodille, luego a cuatro patas. Jessie, quiero que arquees la espalda y apoyes el pecho en el suelo cuando Mark empiece a follarte. Recuerda gritar de dolor cuando te penetre por primera vez. Después de que grites, congelaremos la imagen y Ray entrará allí con la sangre falsa, luego te hundirás en posición cuando comencemos a rodar de nuevo.

Jessie asintió con la cabeza para demostrar que comprendía y luego jadeó cuando Jack la abrazó por detrás y comenzó a acariciar suavemente su suave pubis. Suspiró y cerró los ojos cuando el dedo experimentado de Jack comenzó a frotar suavemente su clítoris.

—¿Estarás bien si Mark te folla de nuevo, cariño?—, preguntó Jack suavemente mientras acariciaba a la preadolescente con suavidad y lentitud. —Te folló bastante bien, no estás demasiado excitada aquí abajo como para volver a hacerlo, ¿verdad?.

—Estoy un poco dolorida—, admitió Jessie. —Pero creo que puedo volver a empezar.

—Necesito que estés segura —le dijo Jack al oído antes de lamerle el lóbulo de la oreja y continuar—. Esta vez va a durar mucho más, ya que se vino hace unos minutos. Sin mencionar que tu orgasmo también pareció bastante intenso. No quiero que te pongas más caliente aquí abajo de lo que ya estás.

Jessie suspiró y respondió: —Bueno, tal como estoy ahora, no tendré que fingir demasiado que me duele cuando Mark empiece a follarme de nuevo. Y la sangre falsa ayudará. Tal vez después podamos usar astrolubricante para untarme. Puedo soportarlo si lo hacemos.

—Buena chica—, dijo Jack con cariño mientras continuaba masturbando a la niña lentamente. —Puede que tengas que fingir un orgasmo si no te hace llegar al orgasmo cuando esté listo para eyacular de nuevo. Si tienes que fingir, quiero que lo hagas mientras se corre en tu culo y tu coño. ¿Puedes hacerlo?

—Mmmmm —gimió Jessie en respuesta a la pregunta y a los dedos ocupados de Jack—. Si sigues haciendo eso, puede que ni siquiera necesite astrolubricante, Jack. ¡Me estoy excitando de nuevo!

—Cuando Mark la deja en el suelo, ¿va hacia la derecha o hacia la izquierda?—, preguntó Richard.

—A la izquierda, hacia mí—, respondió Jack.

—Entonces tendré que mover algunas luces—, afirmó Richard mientras caminaba hacia el set.

—Pon un libro en la esquina izquierda del escritorio también—, sugirió Jack. —De esa manera Mark no tendrá que levantarse para buscarlo. Quiero mantener el diálogo de las fracciones.

—Buena idea—, afirmó Jason. —Fue un final genial para esa escena.

Jack sonrió en señal de acuerdo y luego les habló a los dos camarógrafos: —Bob, Ray, esa escena de sexo de antes era demasiado buena para perderla. Asegúrense de reenviarla antes de que comencemos a filmar de nuevo. Puede que la agregue al final de la escena con una etiqueta de ‘unos días después’.

Bob y Ray asintieron con la cabeza, y luego se dirigieron al plató para comprobar sus ángulos. Mark, con su pene todavía a media asta en la mano de Alice, lo siguió. Cuando llegó al plató, Alice se arrodilló frente a él y lo succionó nuevamente con la boca para que volviera a tener una erección completa. Jessie también comenzó a hacerlo, pero Jack no la soltó de su abrazo.

—Jack, me encanta lo que me estás haciendo, pero ¿no debería estar ahí también? —preguntó Jessie.

—Deja que preparen la escena primero, amor—, le susurró Jack suavemente al oído. —Además, ¡a mí también me encanta lo que te estoy haciendo!— Jessie se rió de eso y luego se relajó en el abrazo de Jack con un suspiro de placer. Continuó masturbando suavemente a la niña hasta que los preparativos en el set estuvieron completos y Ray gritó que estaban listos. Jack finalmente soltó a la niña y la observó mientras se movía hacia el set con piernas ligeramente temblorosas. La preadolescente estaba sonrojada por la excitación, que es exactamente como se veía en el punto desde el que reiniciaría la escena. Jack sonrió mientras tomaba asiento y dirigía a los hombres en el set que estaban colocando a la niña y al hombre en posición.

—Envidio la facilidad con la que interactúas con las chicas—, dijo la voz de Jason en un momento de tranquilidad a la derecha de Jack. ¡Jack se olvidaba constantemente de que el hombre estaba allí! —Dime, ¿cuál es tu secreto? ¿Por qué todas las personas con vagina se enamoran de ti a los diez minutos de conocerte?

Jack se giró y miró al hombre con sorpresa. La pregunta había sido formulada sin rastro de la amargura que indicaban las palabras. Antes de que pudiera formular una respuesta a la extraña pregunta, fue salvado por Alice. Alice se acercó sonrojada y jadeante. Agarró a Jason de la mano y lo llevó consigo. Dijo: —Todo este alboroto me ha puesto cachonda. Ven a la sala verde y fóllame, Jason.

—Por supuesto, señora —dijo Jason con una amplia sonrisa, dejándose llevar.

Katherine Riveros comenzó a seguirlos y Jack gritó: —¡Solo público, niña!— Katherine Riveros le hizo una mueca a Jack, luego sonrió y asintió mientras seguía a su padre y a la mujer cachonda al interior de la habitación. Un momento después, Joyce también entró.

Jack volvió a centrar su atención en el decorado. La escena estaba casi lista para empezar. Mark una vez más tenía la cara enterrada en la entrepierna de Jessie y Jessie estaba de pie con la espalda arqueada y las manos en el pelo de Mark. Jack comparó su posición con lo que todavía estaba en el monitor y gritó: —¡Jessie, arquea la espalda un poco más!— Jessie hizo lo que le indicaron y Jack gritó: —¡Perfecto! ¿Lista para empezar?

Jack recibió respuestas afirmativas de los tres tripulantes y satisfecho, gritó —¡Acción!

Mark tomó a la niña por las caderas y la levantó fácilmente hasta el suelo, donde luego la giró hacia Jack. Con una presión no tan suave sobre sus hombros, guió a Jessie hasta sus rodillas, luego le dio un ligero empujón hacia adelante que la puso a cuatro patas. Aunque la cámara de Ray mostró que el coño de la niña de diez años estaba húmedo una vez más, Mark aplicó con consideración el astrolube transparente que había estado escondido en su palma a su pene, luego lo colocó en el coño de la niña. Empujando hacia adelante para que la cabeza entrara, se detuvo mientras Jessie jadeaba —¡Ay ay ay ay!

Mark parecía estar estirando las caderas hacia adelante y usó el puño sobre su pene para que pareciera que su pene estaba encontrando la resistencia de un himen. Luego, liberó la presión y dejó que pareciera que «estallaba» dentro de ella. —¡Ahhhhhhhhhh!—, gritó Jessie.

—¡Bien, quédate quieta!— La niña y el adulto dejaron de moverse cuando Ray se abalanzó para aplicar el astrolubricante teñido de rojo. —¡Acción!—, gritó Jack cuando Ray ocupó su antiguo lugar para filmar. Ray tomó un primer plano de Mark empujando aproximadamente la mitad de su longitud dentro de la chica. Jack se sorprendió cuando el simple dispositivo de astrolubricante teñido de rojo que se acumuló en los labios del coño de la preadolescente hizo que pareciera que estaba saliendo sangre real del interior de su vagina.

Mientras Ray tomaba un primer plano de su coño, Bob tomaba un primer plano de la cara de Jessie. Ella tenía una expresión de dolor mientras decía —¡Oh, oh, me duele!

La mirada del rostro de la niña también captó la sonrisa malvada de Mark mientras le decía: —Relájate, nena, solo te dolerá unos minutos, ¡luego será la mejor sensación de todas! Además, te dije que ese trabajo especial de crédito extra podría doler un poco—. Entonces Mark comenzó a mover lentamente su polla dentro y fuera del coño de la preadolescente. Mientras lo hacía, Jessie se dejó caer al suelo, las manos de Mark en sus caderas manteniendo su trasero elevado. Su rostro todavía tenía una expresión de dolor mientras su mejilla yacía sobre la madera dura. Cada vez que Mark empujaba hacia adelante, Jessie permitía que sus piernas giraran a la altura de las rodillas, levantando un poco sus pies. Cada vez que Mark se retiraba, dejaba que sus pies tocaran el suelo, los zapatos que llevaban puestos hacían un ruido sordo.

A medida que Mark empezó a penetrarla más rápido, los grumos se fueron haciendo cada vez más rápidos. Después de unas quince embestidas, la expresión de dolor desapareció del rostro medio oculto de Jesse. Después de veinte, fue reemplazada por una mirada de asombro. A las veinticinco, la joven gimió. Al oír eso, Mark dijo: —¿Ves? Te dije que el dolor desaparecería. Se siente bien ahora, ¿no?.

—Mmmmhmmmm —gimió Jessie en respuesta. Luego comenzó a mover las caderas hacia atrás para recibir las embestidas de Mark.

La predicción de Jack resultó cierta, ya que Mark folló dentro y fuera del coño de la niña de diez años durante diez minutos seguidos. Pero se equivocó con respecto a Jessie. A medida que Mark comenzó a moverse cada vez más rápido, teniendo cuidado de no meter toda la longitud de su polla en la chica, Jessie se excitó cada vez más. Su sudor empapó el suelo bajo su cara mientras Bob captó la mirada vidriosa en sus ojos. Ella gemía y jadeaba de placer constantemente al final de los diez minutos. Durante todo ese tiempo, Mark le había estado diciendo cosas sucias. Entonces tuvo un orgasmo real.

—¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios, señor Davis!—, gritó. —¡Oh, va a hacer que me corra! ¡Estoy tan cerca! Lo siento… ¡Ah, ah, ah, ah! ¡Me estoy viniendo!—. Mientras gritaba, su espalda se movía hacia arriba y hacia abajo mientras la niña sufría espasmos en el orgasmo. Jack estaba asombrado de que la preadolescente bien follada pudiera alcanzar ese estado nuevamente después del orgasmo explosivo que había experimentado antes. Pero la evidencia ante él lo confirmó.

El orgasmo de Jessie desencadenó el de Mark. —Oh, sí, Jessie, te siento, tu pequeño y apretado coño está ordeñando mi polla. ¡Por Dios, voy a explotar! ¡Ugn ugn ugn ugn!— Mark se retiró justo a tiempo y comenzó a disparar su carga sobre el culo perfecto de Jessie y su coño empapado. No llegó tan explosivamente como antes, pero en realidad parecía haber más de su semen esta vez y empapó completamente a la chica que gemía. Cuando finalmente dejó de disparar su carga, volvió a meter su polla en su coño mojado y la folló lentamente hacia adentro y hacia afuera mientras esparcía su semen sobre su culo.

Recordando la frase que debía pronunciar, Mark extendió la mano y agarró el libro de texto de la esquina del escritorio. Extendió su mano manchada de semen, agarró la cola de caballo de Jessie y la usó para impulsarla suavemente a ponerse a cuatro patas nuevamente. Dejó el libro frente a ella y repitió su frase de fracciones.

—¡Corten!—, gritó Jack. —¡Excelente trabajo! ¡Podemos aprovechar al máximo esta toma!
«Sabes, me encantan estas escenas de colegialas incluso más que las escenas de incesto que hacemos», dijo una voz profunda detrás de Jack. Jack se dio la vuelta y le sonrió a Buster, uno de los dos hombres negros que actuaban en las citas de juegos. «Solo ver a Jessie con esa camiseta blanca, completamente desnuda alrededor de su cintura y con esas medias rojas hasta la rodilla y zapatos negros… ¡es tan jodidamente sexy!»

«Tengo que estar de acuerdo» dijo Jack, mirando su reloj. Buster había llegado temprano, faltaba una hora para su escena, la última del día. «Pero estás mintiendo» prosiguió Jack. «Sé lo mucho que te despiertan las cosas de padre e hija. Hablando de eso, ¿cómo está la pequeña Kelly?»

«Está muy bien», respondió Buster con orgullo. «Se pregunta cuándo podrá empezar a tener citas para jugar».

«Como dije, cuando pueda recibir una polla en el coño sin llorar», respondió Jack. Kelly tenía cinco años y había comenzado a tener relaciones sexuales hacía unos meses. Estaba llegando al punto en que empezaba a disfrutar del sexo, pero el dolor era tan fuerte al principio que la penetración vaginal todavía hacía que sus ojos se llenaran de lágrimas.

«Puede que no pase mucho tiempo», afirmó Buster. «Ella sigue llorando, pero está empezando a hacer sexo oral. Incluso empezó con Allen la semana pasada».

«Claro que sí», confirmó Alice mientras se acercaba y abrazaba a Buster. «¡Allen se emocionó muchísimo cuando ella le preguntó si podía hacerle una mamada!»

«¿Kelly es la que toma la iniciativa?», preguntó Joyce mientras se acercaba. «¡Buster, eso es genial!», añadió mientras le daba un abrazo.

«Creo que es tu influencia, Joyce», dijo Buster sonriendo a la joven de veintitrés años. «A Kelly le encantaba que le comieras el coño y se tomaba en serio tus palabras cuando le hablabas de sexo».

«¿Se ha estado masturbando con esos consoladores que le dejé?», preguntó Joyce.

«Sí, y es un espectáculo digno de ver. Ya es la tercera en la fila». Joyce había dejado seis didos e instrucciones para que la preadolescente negra comenzara con el más pequeño y luego fuera usando los más gruesos a medida que se sintiera cómoda usándolos.

«Una vez que tenga su primer orgasmo, Kelly estará tan feliz por el sexo como el resto de las chicas», le aseguró Alice a Buster. Mientras lo hacía, Buster miró hacia abajo y vio a Katherine Riveros abrazando su pierna.

Buster era un hombre enorme. Con una altura de un metro ochenta y cinco centímetros, era tan grueso como una secuoya. Sus brazos eran musculosos y su pecho tan grueso como un barril. Lo único que no era enorme en él era su pene. Buster tenía el tamaño estándar de quince centímetros. Sin embargo, a pesar de lo grande que era el hombre negro, fue sorprendentemente delicado cuando se agachó y levantó a la niña de seis años en sus enormes brazos. Katherine Riveros rió de alegría cuando Buster le besó la punta de la nariz y luego la hizo girar mientras la sostenía en su cadera como si fuera un bebé.

Mientras Buster saludaba a Katherine Riveros, Jessie se acercó lentamente. Alguien había limpiado a la niña, pero todavía estaba desnuda y tenía las bragas y la falda a cuadros en las manos. Jessie se acercó y se subió al regazo de Jack, acurrucándose contra su pecho con los ojos cerrados.

«Oooo, te ves cansado», le dijo Joyce a la niña de diez años.

«Muy cansada», respondió Jessie en un susurro con los ojos aún cerrados. Suspiró y se acurrucó más contra el pecho de Jack.

Alice se acercó y comenzó a acariciar el cabello de su hija. «¡Esta pequeña sí que está bien follada! Mark te ha dado una paliza, ¿no es cierto, nena?» Jessie suspiró satisfecha en respuesta. «Será mejor que la lleve a casa. Puede echarse una siesta en el coche durante el viaje de vuelta».

Jack asintió y puso a la niña exhausta de pie. Jessie protestó cuando Jack la sacó de su regazo, pero luego sonrió cansada mientras Jack la ayudaba a vestirse con ternura. Jessie tomó el rostro de Jack entre sus manos y le dio un largo beso que él le devolvió con ternura.

Alice exigió su propio beso antes de guiar a su exhausta hija hacia la salida. Katherine Riveros exigió el mismo trato y Buster la inclinó para que pudiera darle a Jack un beso mucho más apasionado. Cuando la chica lo interrumpió sin aliento, Buster miró hacia abajo y dijo: «¡Parece que estás lista para correrte!»

«¡Lo estoy!», respondió Katherine Riveros retorciéndose en sus brazos. «Vigilé a papá y a Alice, pero Jack no me dejó unirme a ellos», explicó, haciéndole otra mueca a Jack.

«Ya veo», dijo Buster sonriendo. Volviéndose hacia Jack, dijo: «Como todavía faltan cuarenta minutos para que empiece la sesión programada, y como solo estamos haciendo una escena de mamada, ¿te importaría si le doy una buena cogida a esta niñita? Puedo ponerla erecta de nuevo y duraré mucho más si mi primera carga ya está en su coño». Katherine Riveros sonrió mostrando que pensaba que era una idea excelente.

Jack odiaba decepcionarlos. «Mejor no», dijo con renuencia. «Katherine Riveros ya tuvo una escena hoy, y no quiero que esté agotada como Jessie antes de que filmáramos la escena. Además, tenerla cachonda así aumentará mucho su entusiasmo. Luego está el hecho de que la escena requiere que NO dures mucho tiempo. Habrá tiempo después de la escena para follarla como un loco, ¡y hasta puedo participar en eso!», concluyó Jack. Ambos le habían estado haciendo muecas cuando él las negó, pero Katherine Riveros se animó cuando escuchó que Jack podría follarla después.
Katherine Riveros entró en el plató, cerró la puerta tras ella y se dio la vuelta para ver a Buster recostado en su silla. «Oh, hola, señor Darnell. Solo volví para buscar un libro».

Buster giró la cabeza hacia la niña de seis años y le dedicó una media sonrisa. «Será mejor que te apures. Las clases terminaron, ¡no querrás perder el autobús!», le dijo.

«Está bien» le aseguró Katherine Riveros mientras caminaba hacia la estantería alta que estaba detrás de él. «Voy caminando a la escuela» Mientras le decía eso, se estiró para alcanzar un libro que estaba en un estante alto. Subiendo a la estantería, Ray tomó una foto de él con la falda levantada desde la perspectiva de Buster antes de que Katherine Riveros se diera por vencida y preguntara: «¿Podría bajarme esto, señor Darnell? No puedo alcanzarlo.»

Buster suspiró y se levantó lentamente de su silla. Haciendo muecas de dolor, con los pies separados, se arrastró hasta la chica y tomó un libro. Se lo entregó y le dijo: «Aquí tienes». Antes de arrastrarse dolorosamente de nuevo a su silla y hundirse en ella con cuidado.

Mientras el hombre negro gemía y se acomodaba, Katherine Riveros se paró a su lado y le preguntó: «¿Está bien, Sr. Darnell?»

«Estaré bien» respondió él, aunque con voz tensa.

Katherine Riveros se inclinó hacia delante y le preguntó suavemente al oído: «¿Son bolas azules?»

Buster parecía sorprendido mientras le preguntaba a la niña de seis años: «¿Qué sabes sobre eso? ¿Dónde escuchaste eso?»

«Oí a algunos chicos mayores hablar de eso», explicó Katherine Riveros. «Dijeron que cuando un chico no ha eyaculado durante un tiempo, se le obstruyen las vías urinarias y le duele muchísimo. ¿Es eso lo que le duele?»

«Katherine Riveros, no me está permitido hablar contigo de ese tipo de cosas» respondió Buster con severidad.

«Pero, señor Darnell, usted es el profesor de biología» razonó Katherine Riveros. Luego, inclinándose sobre el hombre enorme, colocó su pequeña mano sobre el bulto de sus pantalones y susurró: «Además, quiero ayudarlo»

«¡Katherine Riveros!» gritó Buster en estado de shock.

«Señor Darnell, usted es mi profesor favorito» dijo Katherine Riveros, moviéndose frente a él y arrodillándose sin quitar la mano de su entrepierna. Levantó la otra mano y comenzó a aflojarle el cinturón mientras continuaba con voz ronca: «¡Por favor, déjeme ayudarlo!»

«¡Sólo tienes seis años! ¡No puedes hacer esto!», le informó Buster. Pero no estaba tratando de detener a la niña mientras ella comenzaba a trabajar en el botón de sus pantalones de vestir y luego los desabrochó.

«Oh, cállese» dijo ella, tirando con firmeza de sus pantalones. Buster se levantó a medias de su asiento para dejar que la preadolescente le bajara los pantalones hasta los tobillos. No llevaba ropa interior y su pene de quince centímetros sobresalía orgulloso. Katherine Riveros le sonrió con deleite mientras se acercaba para succionar la cabeza de su pene en su boca.

«¡Katherine Riveros, tienes que parar esto!» Protestó Buster mientras la niña comenzaba a bajar lentamente por su polla. Sus manos volaron hasta su rostro y tenía una expresión agonizante mientras se lamentaba «¡Oh Dios, no puedo creer que esté permitiendo que esto suceda!»

Katherine Riveros se adentró 8 centímetros antes de retirar completamente la boca del pene de él y decir con voz ronca: «Oooo, señor Darnell, me encanta cómo se siente esto en mi boca». Luego se inclinó hacia adelante nuevamente y reanudó la mamada.

Jack miró el monitor y vio que Bob tenía el ángulo perfecto para filmar la escena. Muy cerca de la mamada, Jack admiró el contraste del rostro blanco de la niña y los labios rosados trabajando sobre el pene marrón oscuro. Katherine Riveros tomó todo menos dos centímetros esta vez, y sus mandíbulas comenzaron a moverse hacia adelante y hacia atrás mientras se retiraba y luego comenzó a bajar más rápido. Sus mejillas se hundieron hacia adentro. Su rostro lucía dichoso.

La cámara de Ray captó la escena desde detrás de Jessie. El rostro de Buster quedó perfectamente captado mientras sus ojos se abrían de par en par. «Dios mío, niña, ya has hecho esto antes, ¿no?», gimió Katherine Riveros afirmativamente mientras comenzaba a mover la cabeza de arriba a abajo en el regazo del hombre negro. Sus enormes manos ocultaron por completo la cabeza de la preadolescente mientras comenzaba a instarla a ir más rápido. «¡Oh, mierda! Tiene seis años y está chupando como una profesional. ¡Oh, Dios, esto se siente increíble!».

La cámara de Bob captó la escena en la que las manos de Buster empujaban la cabeza de la niña hasta el fondo. Su nariz se hundía en el vello púbico negro y rizado cada vez que completaba el movimiento descendente. Katherine Riveros emitía ruidos apagados de «ungah ungah ungah» mientras era empalada una y otra vez en la carne de quince centímetros del hombre. Tenía los ojos cerrados de placer y sus mandíbulas se movían furiosamente de un lado a otro mientras se balanceaba hacia arriba y hacia abajo.

Buster movía la cabeza de un lado a otro. «Oh, joder, qué bien, qué bien», repetía una y otra vez. Una expresión de asombro se dibujó en su rostro cuando dijo: «¡Oh, Dios mío, me vas a hacer correrme! ¡OH, MIERDA!». Entonces su cuerpo se puso rígido y comenzó a sacudirse.

La cámara de Bob mostró a Katherine Riveros apartándose de la polla del hombre negro justo cuando el primer chorro de esperma le salpicaba los labios. El siguiente chorro explosivo la golpeó justo entre sus ojos cerrados, el tercero en su frente. Katherine Riveros gimió mientras recibía el chorro caliente en la cara. Cuando la polla de Buster dejó de disparar, su rostro estaba tan lleno de esperma que casi ocultaba la máscara negra que disfrazaba sus rasgos. Bob retiró el chorro cuando Buster comenzó a recoger el esperma y a meter el dedo en la boca de la niña mientras ella chupaba ansiosamente el esperma hasta dejarlo limpio.

«¿Eso… mmm… alivió el… mmm… dolor? Mmmm… ¿te ayudé… mmmm…?» preguntó Katherine Riveros mientras le chupaba el dedo una y otra vez.

Ray captó la enorme sonrisa que se dibujó en el rostro de Buster cuando dijo: «Oh, sí, mis bolas están completamente vacíos ahora. ¡Gracias, Katherine Riveros!»

«De nada, señor Darnell», respondió Katherine Riveros con una sonrisa brillante. «Cuando necesites vaciar estas cosas», agregó mientras ahuecaba sus testículos, «puedes preguntarme. Tal vez la próxima vez puedas follarme».

La mano de Buster volvió a su rostro mientras Katherine Riveros tomaba su polla en su boca una vez más. «Oh, Dios, ¿qué he hecho?», le preguntó al cielo. «¿Y qué voy a hacer la próxima vez?», agregó con una sonrisa malvada mientras miraba directamente a la cámara de Ray.

«¡Corten!» gritó Jack. «¡Gran escena! ¡Me alegro de no haberte dejado follar antes! ¡Esa corrida en la cara fue épica!»

Katherine Riveros tomó su polla de Buster el tiempo suficiente para decir lujuriosamente «¡Me gusta más por dentro que por fuera!»

Cuando terminó de decir eso y volvió a chupar a Buster con fuerza, Jack estaba detrás de ella con su propio pene enorme libre en su puño. Se hundió rápidamente sobre sus rodillas y sus manos se dispararon hacia las caderas de Katherine Riveros. Le desabrochó la falda y la bajó junto con las bragas por sus piernas. Katherine Riveros levantó cada rodilla por turno mientras Jack terminaba de quitárselas. Luego Jack la abrazó por detrás mientras comenzaba a desabrocharle la camisa. Se la quitó a Katherine Riveros, dejando a la niña de seis años desnuda a excepción de los calcetines rojos hasta la rodilla y los zapatos negros.

Katherine Riveros soltó un chillido ahogado de placer cuando los dedos de Jack encontraron su pequeño clítoris. Jack sonrió al sentir su coño empapado. Aun así, roció generosamente su pene con astrolubricante antes de levantar a la niña de seis años y colocar su pene en su estrecho túnel del amor. Katherine Riveros soltó otro chillido, esta vez de dolor cuando el enorme pene de Jack la abrió lentamente. Jack deslizó diez centímetros de su pene dentro antes de detenerse y dejar que la preadolescente se acostumbrara.

Cuando la cabeza de Katherine Riveros empezó a subir y bajar sobre el regazo de Buster una vez más, Jack empezó a meter y sacar lentamente los diez centímetros de su miembro, gimiendo de placer absoluto al sentir el coño de la niña de seis años estirado sobre su pene. Cerró los ojos y suspiró de placer.

Después de unos minutos, Jack sintió una mano suave en su hombro. Al levantar la vista, vio que Joyce le sonreía.

«Me encanta verte meter esa cosa enorme en estas niñas» susurró con voz ronca. «¡Me recuerda mucho a cómo mi tío solía follarme hasta dejarme viendo estrellas cuando tenía su edad! ¡Oh, Jack, lo extraño tanto!» El tío de Joyce había sido el tutor de Joyce después de que sus padres murieran en un accidente aéreo cuando ella tenía seis años. Tenía dieciséis años cuando su tío fue asesinado en un asalto a una tienda de conveniencia. Un inocente transeúnte que recibió una bala perdida. El hombre había contratado varias pólizas de seguro importantes para sí mismo cuando acogió a Joyce, y los acuerdos cuando fue asesinado habían convertido a la muchacha en una mujer rica.

Joyce miró embelesada mientras Jack se follaba a Katherine Riveros mientras la niña de seis años seguía haciéndole una mamada al hombre negro. Buster estaba jadeando cuando dijo: «Oye, Jack, ¿qué tal si cambiamos posiciones? ¡Quiero ese coñito apretado!»

«Choca esos cinco, entonces», dijo Jack alegremente levantando la mano. Buster le dio una palmada en la palma a Jack y se levantó de la silla para arrodillarse detrás de la niña que gemía. Jack tomó su lugar en la silla y le devolvió la sonrisa a Katherine Riveros mientras ella tomaba su gran polla en su boca. Sus labios y mandíbulas estaban estirados tanto como podían.

Joyce puso los ojos en blanco y dijo: «Choca esos cinco y cambia de posición, ¡qué gracioso!». Sonriendo para quitarle el dolor a sus palabras. Luego se dejó caer al suelo y se colocó debajo de Buster como un mecánico que se mete debajo de un coche. Sin embargo, le brindó un servicio mucho mejor, ya que comenzó a lamerle las pelotas a Buster mientras él follaba dentro y fuera del coño de Katherine Riveros. Cuando Joyce se detuvo, Ray se arrodilló a sus caderas. El camarógrafo le subió la falda a la joven de veintitrés años y le quitó las bragas. Liberó su dura hombría y se colocó sobre ella, hundiendo su polla en su coño cálido y húmedo. Joyce suspiró feliz.

Jack miró a su alrededor mientras suspiraba de placer ante la mamada de Katherine Riveros y vio a Bob guardando el equipo de video en los casilleros de almacenamiento. Mientras lo hacía, vio a Jason llenando un balde con agua y sacando trapos para limpiar el set. El estudio donde filmaban su porno era propiedad de Jack y era un negocio legítimo. Al día siguiente, se filmarían comerciales de productos y servicios locales en el set donde se estaba llevando a cabo la orgía en ese momento. Toda evidencia de las actividades del fin de semana tendría que ser eliminada por completo.

Richard salió de la sala de edición donde había guardado las cintas de la escena de Katherine Riveros y Buster. Caminó hasta el plató y comenzó a llevarse los escritorios para guardarlos. Bob y Jason le echaron una mano, asegurándose de limpiarlos para eliminar cualquier marca de semen que quedara, especialmente en el escritorio del profesor.

La atención de Jack se volvió hacia la niña que le chupaba la polla cuando Katherine Riveros empezó a hacer el ruido «Ungah ungah ungah» una vez más. ¡Las vibraciones que creó en el pene de Jack fueron deliciosas! El cuerpo de seis años de Katherine Riveros empezó a agitarse mientras se entregaba a otro orgasmo. Al mismo tiempo, Ray gimió en reacción al suyo mientras bombeaba una carga de esperma en el cálido coño de Joyce. Joyce fue la siguiente en la que la polla espasmódica de Ray la hizo correrse. Gimió profundamente sobre las bolas de Buster. La combinación del coño del preadolescente espasmándose sobre su polla y la vibración del gemido de Joyce en sus nueces hicieron que Buster se excitara. Enterró su polla hasta la empuñadura en el coño empapado de Katherine Riveros y gritó alegremente mientras disparaba su carga dentro de ella.

Katherine Riveros había dejado de menearse sobre la polla de Jack cuando tuvo su orgasmo, por lo que Jack pudo resistirse a eyacular. Sonrió mientras Buster y Ray sacaban sus pollas de sus respectivos coños, luego se vistieron y ayudaron con la limpieza. Joyce se quedó en posición, bebiendo el semen de Buster del túnel desbordante de Katherine Riveros, disfrutando del sabor de los jugos de hombre y mujer mezclados mientras su propio coño perdía la eyaculación de Ray para que fuera limpiada del suelo.

Aunque Katherine Riveros había podido tomar los quince centímetros de Buster durante la escena, el pene de Jack era mucho más largo y casi el doble de grueso. Katherine Riveros apenas podía meterse 8 centímetros de la enorme polla en su ansiosa boca. Pero hizo todo lo posible por tomar más. Se puso demasiado ansiosa cuando su cabeza se hundió en su polla y se atragantó. «¡Tranquila, niña!», dijo Jack suavemente mientras agarraba su cabeza y la tiraba más arriba en su polla. «¡No muerdas más de lo que puedes masticar!». Provocó risas de algunos de los adultos reunidos con la frase, pero no creía que la preadolescente lo hubiera escuchado mientras buscaba desesperadamente succionar el esperma de sus bolas.

«¡Eso es, niña, tú puedes!», exclamó Buster mientras Katherine Riveros intentaba tomar demasiado y una vez más se atragantó.

«Está decidida a que le metan toda esa cosa», comentó Jason mientras veía a su hija desesperarse aún más por su mamada. «Jack, no creo que le importe en lo más mínimo si la obligas a recibirla en la garganta».

Katherine Riveros murmuró que estaba de acuerdo, pero Jack hizo un gesto con la mano con desdén. «Hay mujeres adultas que no podrían aceptar esto a fondo» explicó. «Por muy talentosa que sea esta niña, se lastimaría si intentara obligarla a tragar esto.»

La preadolescente emocionada apartó la boca del coño de Jack y lo miró a los ojos con sus ojos vidriosos. «¡Hazme daño, Jack, no me importa!», exclamó antes de reclamar su premio.

«Dios, ella realmente está interesada en esto», exclamó Bob con admiración.

«Jack también lo está», comentó Joyce con conocimiento de causa mientras rodeaba con sus brazos el pecho agitado de Jack. «¡Está a punto de llenar su pequeña barriguita!», añadió mientras acariciaba el cuello de Jack.

La joven de veintitrés años tenía razón. Jack estaba acercándose cada vez más al clímax. Katherine Riveros también podía sentirlo cuando la polla de Jack de repente se hizo aún más grande en su boca. Jack se puso rígido y soltó un «¡Gyaaa!» estrangulado. Sus manos se apretaron en el apoyabrazos de la silla (tuvo cuidado de no tomar a la niña por la cabeza para no golpearla sobre su polla mientras llegaba al orgasmo). Sus caderas se levantaron por su propia voluntad mientras su polla comenzaba a tener espasmos en la boca caliente y hambrienta de la niña.

Los adultos miraron asombrados cómo la ansiosa preadolescente tragaba saliva de forma audible. Tan rápido como se tragó la carga de Jack, dos pequeños riachuelos de esperma escaparon de sus labios y corrieron por los lados de la polla de Jack. Katherine Riveros parecía estar asistiendo de la misma manera que Nina lo había hecho durante su audición mientras la polla de Jack se espasmaba en su boca con la suficiente fuerza como para mover su joven cabeza. Cuando Jack finalmente vació sus testículos en su garganta caliente, las mejillas de Katherine Riveros se hundieron con fuerza hacia adentro mientras trataba de obtener aún más de la carga salada. Dejó que su enorme pene se deslizara fuera de su boca mientras su lengua se lanzaba hacia abajo para limpiar lo que había derramado. Todos los adultos aplaudieron cuando recibió lo último y luego luchó por subirse al regazo de Jack para acurrucarse contenta.

Joyce todavía estaba sobre Jack y movió su mano hacia arriba para acariciar el cabello de Katherine Riveros mientras decía: «Jack tiene una polla mágica. Toda mujer la quiere tan pronto como la ve. ¡Creo que esta pequeña tuvo un orgasmo solo por chupársela!»

Los ojos de Katherine Riveros estaban cerrados mientras apoyaba la cabeza contra el pecho de Jack y lo confirmaba. «Es cierto. ¡Me encanta chuparlo tanto! Desearía poder tomarlo todo». Suspiró una vez más y parecía feliz mientras presionaba su cuerpo desnudo contra Jack, frotando sus pequeñas y respingonas nalgas contra la polla desinflada de Jack mientras lo hacía.

«Magia. Eso lo explicaría todo», afirmó Jason mientras limpiaba el suelo delante de su hija y del hombre en cuyo regazo ella estaba acurrucada. «¡Ojalá pudiéramos embotellar esa magia y difundir la alegría de amar a los pequeños por todo el mundo!

La única respuesta de Jack fue abrazar con fuerza a la preadolescente saciada que tenía en su regazo mientras le devolvía el beso apasionado que Joyce le había dado en los labios. Katherine Riveros se mostró reacia, pero no protestó un rato después, cuando Jason la sacó del regazo de Jack y comenzó a vestirla. Jack se puso de pie débilmente y ayudó a devolver el estudio al estado en el que se encontraba el viernes, cuando el equipo habitual se había ido.

Cuando todo parecía estar en orden, todos empezaron a salir. Jack les dio la mano o un beso cuando era necesario mientras se iban. Tras dar una última vuelta por la sala, Jack se aseguró de que todo estuviera bien. Luego entró en la sala de edición para buscar las cintas que Richard había etiquetado y apilado cuidadosamente para editarlas. Jack recogió las cintas y las metió en una bolsa. Tenía un estudio en su casa donde hacía la edición propiamente dicha. A veces utilizaba las instalaciones para editar escenas entre rodajes, pero la mayor parte del trabajo lo hacía en casa. Tras comprobar todas las máquinas para asegurarse de no dejar ninguna escena de preadolescentes que pudiera ser descubierta, Jack salió del edificio, cerró con llave y puso en marcha el sistema de seguridad. El sol se estaba poniendo cuando el hombre satisfecho se acercó a la solitaria carretera rural y giró sus ruedas hacia su casa. «Pre School Fun» había terminado sus grabaciones y estaría lista para ser enviada a finales de la semana.
El sonido del teléfono sacó lentamente a Jack de su letargo. Miró el reloj y vio que eran las tres de la mañana. Se despertó más y cogió el auricular, pensando que las llamadas recibidas a las tres de la mañana nunca eran buenas. «¿Hola?», dijo soñoliento mientras se acercaba el teléfono a la oreja.

La voz del otro lado lo despertó por completo al oír la primera sílaba. «Debemos hablar», fue todo lo que dijo. Pero Jack reconoció la voz de inmediato. O más bien, reconoció el acento. Era muy alemán y era la voz de uno de sus clientes exclusivos. Un hombre que no se andaba con tonterías.

Un millón de preguntas pasaron por la mente de Jack y una sensación de terror se formó en lo más profundo de su estómago. Pero el teléfono no era el lugar para preguntas. «¿Cuándo y dónde?», preguntó Jack con gravedad.

«Estoy en el Mariotte de la calle Cury, habitación 223. Nos vemos mañana al mediodía», exigió la voz.

«Allí estaré», respondió Jack, con su voz llena de preocupación.

«Estaré deseando volver a verte.» Dicho esto, la conexión se cortó.

Jack volvió a colocar el auricular en su sitio y trató de averiguar qué estaba pasando. Si el hombre ya estaba en la zona y exigía una reunión de repente, Jack estaba seguro de que no era nada bueno.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por una mano suave en su hombro. Una voz muy despierta preguntó: «Jack, ¿está todo bien?» Unos brazos suaves lo rodearon y Jack sintió que lo abrazaban por detrás, un cuerpo desnudo se pegaba a su espalda.

Extendiendo la mano para acariciar suavemente los brazos que rodeaban su cintura, respondió: «Todo está bien, cariño, vuelve a dormir».

Las manos que tenía sobre su estómago fueron bajando hasta que una pequeña mano le rodeó el pene. «No tengo ganas de dormir», susurró una voz sugerente. Mientras lo hacía, la mano comenzó a moverse lentamente hacia adelante y hacia atrás sobre su pene.

Jack sintió que su pene se endurecía y extendió los dedos que lo rodeaban. Divertido, dijo: «¿Otra vez? ¡Pensé que ya habías tenido suficiente antes de irnos a dormir!»

Le respondió una risita y luego una voz ronca: «¡Eso fue hace HORAS!»

Jack se dio la vuelta y se deleitó con la hermosa vista de la niña desnuda que compartía su cama. El cabello rubio de la niña de diez años estaba suelto y por todas partes. Estaba de rodillas, su mano todavía rodeaba su pene, subiendo y bajando lentamente. Jessie se inclinó y puso sus labios sobre los de Jack, su pequeña lengua lamiendo sus labios.

Se sorprendió cuando Allen, su padre, se presentó en su puerta la noche anterior con la niña a cuestas. Allen le dio una bolsa de viaje con la ropa de la niña. «Ella exigió pasar la noche contigo», explicó Allen mientras Jessie entraba en su casa como si fuera la dueña. «No tuvo la oportunidad de estar contigo durante su cita de juegos del domingo, así que decidió que te tendría a ti esta noche».

Dos días antes, Jessie había quedado completamente agotada después de su cita para jugar. Cita para jugar era un código para filmar escenas de sexo en una película pornográfica sobre pedofilia. La chica había superado todas las expectativas en su escena con Mark.

A Jack siempre le sorprendía la disposición de los padres a dejar a sus hijos con él. Jessie no era la primera que pasaba una noche en su casa. Jack nunca pidió ese privilegio, pero nunca rechazó a una preadolescente cuando ella se lo pidió.

Jack le devolvió el beso a la niña de diez años con una pasión que la dejó sin aliento cuando lo interrumpió. Le dijo a la jadeante niña: «¡Eres insaciable! Me imaginé que después de todo lo que pasó con Mark el domingo, pasaría al menos una semana antes de que quisieras más polla. ¡Sin embargo, aquí estás, queriendo más incluso después de lo que hicimos anoche!» Jack había pasado más de dos horas poniendo a prueba a la niña antes de quedarse dormido con ella descansando satisfecha sobre su pecho.

Jessie sonrió y se dejó caer en la cama. Apoyó la cabeza en el regazo de él. Justo antes de chupar la cabeza de su gruesa polla entre sus labios, dijo: «Nunca me cansaré de tu polla, Jack».

Jack suspiró de felicidad mientras la preadolescente se ponía a trabajar en su polla. Deleitándose con la sensación de su lengua rodeando la cabeza de su polla mientras le abría las mandíbulas, la mano de Jack se posó sobre la parte superior de su cabeza. Lentamente, Jessie comenzó a tomar más de su enorme pene de veinticinco centímetros entre sus labios ansiosos. Jessie gimió de placer mientras empalaba su boca.

Jack suspiró de nuevo cuando Jessie consiguió bajar la mitad de su hombría antes de tener que parar. Trató de obligarse a tomar más, pero tuvo que parar cuando se atragantó. Lentamente, volvió a subir por su polla, sus labios trabajando deliciosamente apretándose y aflojándose mientras lo hacía, luego succionó, sus mejillas colapsaron antes de comenzar su camino hacia abajo una vez más. Jessie comenzó a acelerarse, la cabeza comenzó a moverse hacia arriba y hacia abajo con seriedad.

La mano de Jack acarició el cabello de la niña mientras ella lo chupaba, luego comenzó a bajar por su espalda. Encontró su trasero en forma de corazón y le dio una palmada leve, provocando un maullido de protesta de la niña antes de que su mano se curvara hacia abajo y comenzara a acariciar su pequeña y húmeda hendidura. Ella gimió de placer cuando sus dedos expertos encontraron el nudo de su clítoris.

Mientras Jack masturbaba a la niña de diez años, sus acciones sobre su polla se volvieron más frenéticas a medida que su excitación crecía. Subiendo y bajando la cabeza por su enorme miembro, comenzó a gemir mientras su cuerpo se sonrojaba. Jack se apartó de su clítoris para insertar un dedo en el apretado coño de la niña y ella se volvió loca. Cuando Jack comenzó a introducir y sacar el dedo de su coño mojado, Jessie apartó la cabeza de su polla y se inclinó para lamerle ruidosamente los testículos.

Jack agarró a la chica por las caderas y la arrastró fácilmente sobre su cuerpo. Lanzando sus piernas a ambos lados de su cabeza, su boca encontró el coño de la niña y su lengua se introdujo en el agujero del que había salido su dedo. Jessie chilló de placer cuando comenzó a follarla con su lengua. Disfrutando de su sabor, Jack movió la cabeza hacia adelante y hacia atrás, llevando su lengua aún más profundamente en el coño ahora empapado de la chica que gemía. «¡Oh, Dios, Dios, Dios, eso se siente tan bien!», exclamó Jessie incluso mientras se esforzaba por vengarse de la polla de Jack. Desde su posición sobre su pecho, solo podía rodear la cabeza con sus labios, pero trabajaba sus labios y su lengua furiosamente en lo que podía conseguir.

Jack no pudo soportarlo más. Apartó a la niña de su cuerpo y se sentó. Sus labios aplastaron los de ella mientras la besaba con fuerza, su lengua casi golpeando tan profundamente en su boca como lo había hecho su polla. Incluso mientras besaba a la niña que gemía, sus manos la estaban posicionando. Jessie se dejó colocar, luego jadeó en busca de aire cuando Jack rompió el beso y se puso de rodillas. Giró a la pequeña niña fácilmente, la puso a cuatro patas y posicionó su polla en la abertura de su apretado túnel amado. Jessie lo miró mientras empujaba su polla insistentemente dentro de ella, sintiendo que las paredes de su coño se estiraban de mala gana para recibir su enorme y gruesa polla. Jessie cerró los ojos y siseó con los dientes apretados cuando la cabeza de la polla de Jack estalló en su coño.

Jack agarró la pequeña cintura de la niña y la atrajo hacia sí sin descanso. La mezcla de jugos vaginales y saliva eliminó toda resistencia y no se detuvo hasta que sintió la abertura del útero en la cabeza de su pene. Allí se detuvo, dejando que la niña se acostumbrara a que su enorme pene la llenara.

Jack esperó hasta que la expresión de dolor desapareció del rostro y los ojos de la preadolescente antes de comenzar a salir de ella. Mientras lo hacía, gimió de placer, amando la sensación de las paredes apretadas de su coño y los labios tensos de su coño ordeñando su polla. Cuando solo la cabeza de su polla descansó dentro de la chica, empujó hacia adelante, deslizando menos de su polla dentro de ella antes de retirarse. Su mano izquierda permaneció en su cadera mientras la izquierda trazaba el contorno de su columna vertebral y se posó en su hombro. Su mano se tensó mientras comenzaba a tirar de la preadolescente jadeante más rápido hacia adelante y hacia atrás sobre su polla.

Jessie se apoyó en un brazo mientras su mano bajaba por su cuerpo para frotar su clítoris mientras las embestidas de Jack se volvían más insistentes. Ella comenzó a gemir de placer. Jack podía ver cómo la piel de la joven se ponía roja y sentía el calor de su coño mientras se acercaba al orgasmo. Comenzó a acariciar rápidamente a la preadolescente jadeante, moviendo su pene tres pulgadas a la vez a toda velocidad.

Sin previo aviso, Jack se dejó caer de costado, con las manos sobre la niña y la giró con él. Sus brazos sobre su barriga la atrajeron hacia su pecho mientras continuaba empujando dentro y fuera de su apretado coño. Su mano se movió hacia arriba por su esternón hasta su garganta y giró el hermoso rostro de la niña de diez años hacia él, acercando su boca aplastantemente sobre la de ella. Comenzó a empujar su talentosa lengua dentro y fuera de su boca al ritmo de la confianza de su polla.

Jessie gemía continuamente mientras él la empalaba una y otra vez desde dos direcciones. Jack podía notar que la apasionada preadolescente estaba cerca del orgasmo, así que quitó la mano de su garganta y acarició su cuerpo. Su mano se movió entre las piernas de la chica y encontró su resbaladizo clítoris. Tan pronto como sus dedos hicieron contacto, la niña se puso cachonda. Jack sintió que su cuerpo se contraía contra el suyo mientras gritaba sobre su lengua. Los músculos de su coño se apretaron y liberaron su pene desesperadamente.

Rompiendo el beso y abrazando a la niña que estaba llegando al orgasmo, Jack se dio vuelta boca arriba con Jessie recostada sobre su pecho. Sus caderas se elevaron mientras sus brazos empujaban a la niña hacia abajo sobre su polla, recibió tres embestidas desde esa posición antes de que su propio orgasmo lo golpeara. «¡Ahhhh!», gritó cuando sintió que su polla comenzaba a tener espasmos al mismo tiempo que las paredes del coño de la niña que aún se estaba corriendo lo apretaban. Su polla se sintió como si estuviera explotando mientras vertía su carga en su coño caliente, chorro tras chorro de esperma la llenaban hasta el borde.

El hombre y la niña disfrutaron juntos del orgasmo. Cuando finalmente los espasmos cesaron, Jessie y Jack se quedaron juntos jadeando al ritmo de la música. Jack se giró hacia un lado una vez más, empujando lentamente su pene dentro y fuera del coño empapado del niño de diez años mientras este se desinflaba. Cuando finalmente se dejó deslizar fuera de su interior, Jessie se giró para mirarlo, pasando un brazo sobre su pecho con la cabeza apoyada en su hombro. Suspiró de satisfacción mientras su coño bien usado derramaba su semen sobre las sábanas. La pareja se durmió así, sin decir una palabra.

El despertador los despertó tres horas después, todavía en esa posición. Jessie sonrió a modo de saludo mientras lamía la piel de su pecho. Miró hacia abajo y vio que el pene de Jack estaba erguido y orgulloso una vez más. Mirándolo a los ojos, preguntó con voz inocente: «¿Eso es para mí?»

Jack puso los ojos en blanco y respondió: «No, niña, esa es para el baño». Antes de retirar el brazo de debajo de su cabeza sonriente y levantarse para vaciar su vejiga. Jessie entró al baño y lo observó orinar con una expresión curiosa en su cara de duendecillo. Cuando Jack terminó, se deslizó frente a él y se sentó en el inodoro. Ella extendió la mano para alcanzar su pene con una expresión traviesa en su rostro, luego pareció dolida cuando él le dio una palmada en la mano.

Jack salió del baño y se agachó en el suelo. Comenzó a hacer flexiones y completó dos series de diez antes de que la niña terminara de ir al baño. Se dio la vuelta y metió los pies debajo del pie de cama, y comenzó a hacer abdominales mientras la niña lo miraba.

«¿Por qué haces eso?» preguntó ella.

«Bueno», respondió Jack mientras hacía ejercicio, «con chicas como tú cerca, si no me mantuviera en forma, ¡me agotarías todo el tiempo!»

Jessie se rió de eso y luego se sentó a observarlo mientras se ejercitaba. Realmente se rió cuando, después de hacer dos series de diez abdominales, se puso de pie y comenzó a hacer saltos de tijera. Jack sonrió y se rió con ella mientras observaba cómo la polla del hombre desnudo subía y bajaba mientras se ejercitaba. Se reía tanto que no pudo completarlos.

«¡Ve a la ducha, mocosa!», le ordenó a la niña de diez años, que reía tontamente.

«No, no», protestó la niña con un brillo en los ojos. «¡Me tienes toda pegajosa y sucia, tienes que limpiarme! ¡Me ducharé cuando lo hagas tú!»

Jack sacudió la cabeza y comenzó a quitar las manchas de la cama. Pasó por el armario de ropa blanca de camino al baño y recogió toallas y paños. En el baño, depositó la ropa de cama manchada en el cesto de la ropa sucia antes de abrir el grifo de la bañera. Comprobó la temperatura del agua y Jessie hizo lo mismo y dijo que estaba bien.

Jack levantó a su amante de diez años y la metió en la ducha, sosteniéndola en sus brazos mientras le mostraba la palanca que debía empujar para redirigir el agua hacia el cabezal de la ducha. Ella la empujó con el dedo del pie y luego chilló de sorpresa cuando el agua fría que estaba en la tubería la golpeó en el pecho antes de calentarse. Jack se rió y le dijo que esa era una lección de vida. Jessie miró con asombro mientras Jack se enjabonaba y se enjuagaba rápidamente. Él la miró y le preguntó si planeaba enjabonarse, y ella extendió los brazos y le exigió que lo hiciera. Jack negó con la cabeza y volvió a enjabonar la toallita.

Jessie se reía a carcajadas mientras Jack la enjabonaba, aunque hizo una pausa para gemir mientras él la lavaba cuidadosamente entre sus piernas. Chilló de alegría cuando la levantó para enjuagarla y se rió a carcajadas cuando la puso boca abajo para asegurarse de que el agua la enjuagara bien en el coño. Cuando Jack se acercó a los grifos, ella preguntó: «¿No vas a lavarme el pelo?»

Jack gruñó un poco, pero descubrió que realmente lo estaba disfrutando mientras comenzaba a lavar sus largos mechones rubios. Jessie suspiró de placer mientras él le masajeaba el champú en el cuero cabelludo. Jack gimió de placer cuando, mientras él trabajaba su cabello entre sus manos, ella se giró y tomó su polla en su boca. Su cabeza que se movía rápidamente hizo que fuera difícil enjuagar el champú de su cabello, y ella se rió alrededor de su polla mientras él lo intentaba.

Cuando la decidida preadolescente hubo succionado una gran cantidad de esperma de su pene, el agua se estaba enfriando. Jack cerró la ducha y salió, envolviendo a Jessie con una gruesa toalla de algodón. Secó su largo cabello lo mejor que pudo antes de secar con amor y vigor su delgado cuerpo y envolverla en la toalla.

Mientras Jessie se cepillaba los dientes, se sentó en el tocador y observó con atención cómo Jack se enjabonaba la cara y se afeitaba. Mientras se aplicaba la loción para después del afeitado, silbando al notar que le picaba la zona afectada por la afeitadora, ella dijo con nostalgia: «Ojalá vivieras con nosotros. ¡Podría verte hacer esto todos los días! Me siento como si fuera tu esposa y te miro por la mañana».

Jack le sonrió ampliamente a la muchacha y dijo: «Nunca he tenido una esposa, sólo muchísimas amigas».

«Me casaré contigo cuando tenga la edad suficiente», prometió Jessie con seriedad.

«Oh, eres muy dulce» dijo Jack con cariño, inclinándose para darle un beso y saboreando la pasta de dientes que ella aún no se había enjuagado de la boca. «¡Pero tienes tanto por delante! La escuela secundaria, la universidad, citas, una carrera. Serás abogada, ya sabes, ¡y una muy buena! ¡Luego, algún día conocerás a un chico de tu misma edad que te hará olvidarte de mí!»

«¡Pero no quiero que te sientas solo, Jack!» respondió Jessie, sorprendiendo a Jack con su tono firme.

«¡No soy un hombre solitario!», le aseguró Jack a la niña. «Tengo un montón de buenos amigos. Tú, tu papá y tu mamá, todas las otras familias que me permitieron compartir sus vidas. ¡Es una verdadera bendición conocerlos a todos!»

Jessie sonrió y tomó un cepillo, exigiéndole a Jack que le cepillara el cabello. Jack estuvo feliz de hacerlo, primero desenredándolo y luego disfrutando de la sensación de sus sedosos mechones juveniles mientras lo cepillaba y luego lo recogía en una cola de caballo.

Cuando terminó, sonó el timbre. Jack dejó que la niña se vistiera sola en su habitación mientras se ponía una bata y dejaba entrar a su madre, Alice. Alice lo siguió hasta su dormitorio, donde Jessie, casi vestida, corrió hacia ella y comenzó a contarle sin aliento y con detalles impactantes todo lo que sucedió entre el momento en que su padre la había dejado y ese momento. Alice se rió de agradecimiento mientras su hija, que reía entre risas, le contaba que había visto su pene subir y bajar mientras hacía los saltos de tijera, agitando el brazo en un ejemplo exagerado.

Cuando Jessie terminó de contar su historia, Jack ya estaba vestido. Alice le sonrió con indulgencia a su hija y la abrazó diciendo: «¡Parece que la pasaste muy bien aquí!»

«¿Qué les gustaría desayunar, señoritas?», preguntó Jack.

«¡Dios mío, tengo mucha hambre!», anunció Jessie como si recién se diera cuenta. «¡Quiero panqueques!»

«Te compraremos algo de camino a la escuela», afirmó Alice con severidad. «¡Te dijimos que podrías pasar la noche aquí, pero que no faltarías a la escuela hoy!»

«¡Ay, mamá!» se quejó Jessie. «¿No podemos pasar el día con Jack?»

«No, ahora recoge tus cosas, tenemos que prepararte el desayuno y no podemos llegar tarde a tus clases» respondió Alice en un tono que hizo que la chica se moviera rápidamente, aunque no con la mejor gracia.

«Lo siento, Alice» dijo Jack tímidamente. «Pasamos demasiado tiempo en la ducha. Perdí la noción de cómo iba el día.»

«No te preocupes, Jack» dijo Alice alegremente. «Ese es uno de los trucos favoritos de esta niña. ¡Si no fuera por mí, Allen llegaría tarde al trabajo todos los días!» le informó.

Jessie sonrió con picardía, pero no respondió mientras recogía todo. Insistió en darle un beso de despedida antes de que su madre la sacara por la puerta.

Después de enviar a Jessie al auto, Alice se quedó atrás y preguntó: «¿Qué fue la llamada a altas horas de la noche?»

«No lo sé todavía» respondió Jack en voz baja. «Era uno de nuestros mejores clientes. No me dijo qué pasaba. Tengo que reunirme con él al mediodía. Eso me tiene un poco preocupado», admitió.

«Mantenme informada y ten cuidado» dijo Alice con una mano preocupada sobre su brazo.

«Lo haré», respondió Jack. «Y gracias por dejar que Jessie se quede a pasar la noche. Vivo para las chicas como ella».
La llamada puso a Jack tan nervioso que decidió irse del estudio. El estudio era donde, cada dos meses, Jessie y otras niñas como ella representaban escenas de sexo que Jack y su equipo de tres hombres filmaban para distribuirlas en el extranjero. De lunes a viernes, era un negocio legítimo que Jack poseía y que consistía en filmar anuncios publicitarios para los dueños de tiendas locales. Las únicas cosas programadas para filmar ese día eran un anuncio publicitario para un concesionario de automóviles y un anuncio publicitario para una cadena de flores. Jack llamó y se aseguró de que su asistente pudiera encargarse de ello.

Después de terminar la llamada, se puso a preparar el desayuno. Mientras se sentaba a comer los panqueques de limón que había preparado, no pudo evitar sonreír al imaginar la reacción que obtendría de Jessie cuando le dijera que los había preparado después de que ella se fuera.

El resto de la mañana lo pasó abajo, en el estudio de su casa, editando las escenas que habían filmado durante el fin de semana. Puso una alarma en la cabina para asegurarse de no perderse en la edición de la pornografía infantil y perderse su cita. La escena de Jessie con Mark fue tan dura como Jack esperaba. Ambos se habían excitado demasiado durante la escena y habían follado como lo harían si las cámaras no estuvieran grabando. Tuvieron que volver a filmar la escena después para que se ajustara al guion.

La siguiente escena en la que trabajó mostraba a Katherine Riveros, de seis años, siendo acompañada por George y Joyce. La escena estaba escrita para ser el tercer segmento, pero salió tan bien que Jack decidió abrir la película con ella. De hecho, todas las escenas habían salido bien. Habían hecho tres películas de colegialas en los últimos tres años, pero esta se perfilaba como la mejor hasta el momento. Todas las personas que actuaban en ella tenían un gran entusiasmo y energía.

Estaba terminando la escena cuando George se rió en respuesta a la frase de Katherine Riveros: «¡Quiero que me castiguen así todos los días!», cuando sonó la alarma que había activado. Jack se sobresaltó con el ruido; se había perdido por completo en la edición de la pornografía infantil, tal como pensó que lo haría.

Había olvidado la preocupación mientras trabajaba, pero mientras conducía hacia la gran ciudad al oeste, volvió con fuerza, carcomiéndolo. Cuando llegó al Mariotte y entró en el edificio, Jack estaba en su punto más paranoico. Cuando llegó a la habitación 223, apenas pudo animarse a tocar la puerta.

La amplia sonrisa que se dibujó en el rostro del hombre que abrió la puerta y lo invitó a entrar no ayudó a tranquilizar a Jack. Cuando la puerta se cerró detrás de él, Jack preguntó: «¿Cuál es el problema, Hans? ¿Qué está pasando?»

El tono de la pregunta de Jack pareció desconcertar al hombre. En un inglés con un marcado acento alemán, el alemán dijo: «Tranquilo, Jack, amigo mío, ¡esta visita es una buena noticia!». Hans tenía treinta y dos años. Con una altura de un metro ochenta, no era una presencia imponente, pero Jack sabía que podía resultar aterrador si las cosas iban mal. Era un hombre atractivo, de pelo negro y ojos oscuros que enmarcaban una tez aceitunada.

«¿Buenas noticias?» preguntó Jack con sospecha.

«Ah, veo que te he preocupado, amigo mío. Te pido disculpas» respondió Hans con una pequeña reverencia. «Quizás esto alivie un poco tu tensión» Continuó entregándole un sobre grueso a Jack.

Jack lo abrió y descubrió que estaba lleno de billetes. A juzgar por las denominaciones de las tiras y los paquetes incluidos, Jack calculó que la cantidad rondaba los veinticinco mil dólares. «¿Qué es esto?», preguntó Jack, sin sentirse para nada aliviado.

«Esa es tu parte de las ganancias de ‘Papá no lo sabe'», le informó Hans. «Ha sido muy bien recibida. Las ganancias que hemos obtenido al revenderlo han sido las mejores de la historia. Decidimos que deberías recibir esto como un bono, con nuestro eterno agradecimiento».

Los ojos de Jack se abrieron de par en par mientras agarraba el dinero y dijo: «¿Se vendió tan bien? ¿Lo suficientemente bien como para que esta cantidad de efectivo pudiera ser un bono? ¿Cómo es posible?»

Hans se rió entre dientes y le hizo un gesto a Jack para que se sentara. Se dirigió al mini bar y, mientras servía bebidas para ambos, explicó: «¡Se ha vendido increíblemente bien! De hecho, todas las cintas que nos han suministrado a lo largo de los años están experimentando un aumento de popularidad. Parece que, con las medidas enérgicas de su gobierno contra la pornografía infantil en Internet y la paranoia que ha provocado, este material es extremadamente difícil de conseguir. Por eso, la gente está volviendo a la antigua forma de conseguirlo. ¡La demanda ha aumentado más del trescientos por ciento! Hemos triplicado los precios que cobramos y aún así la demanda es alta».

Hans cruzó la sala y le ofreció a Jack una bebida, se sentó a su lado y continuó: «Hoy en día se puede ganar mucho dinero con este material. Teniendo eso en cuenta, deseamos renegociar nuestro acuerdo con usted».

«Sigues diciendo «nosotros», Hans. ¿De qué clase de «renegociación» estás hablando?» Jack no podía evitar que la sospecha se reflejara en su voz. Han era una de las tres únicas personas a las que le proporcionaba información que sabía cómo comunicarse con él directamente. Jack podía sentir que estaba pisando terreno peligroso.

«‘Nosotros’ somos yo y otras cinco personas a las que les proporcionas este delicioso material», afirmó Hans. Mencionó otros cinco nombres y Jack escuchó que se mencionaban los otros dos que podían ponerse en contacto con él directamente. «Y lo que deseamos negociar es un acuerdo exclusivo.»

«Verá», continuó Hans, «nuestro trato hasta ahora ha sido muy satisfactorio. Usted crea el material y nos lo vende, nosotros lo distribuimos y finalmente permitimos que se filtre nuevamente a este país. Pero ahora que la demanda es tan alta e Internet está demostrando ser una fuente de distribución tan arriesgada, estamos teniendo que forjar nuevos canales para que fluya. Eso está resultando difícil, ya que todos los demás a los que usted suministra también están tratando de forjar nuevos canales. ¡Cada vez nos damos cuenta de que todos están empezando a confundirse! Por eso deseamos ser el recurso exclusivo para su material. De esa manera controlamos la distribución en una red mucho más estrecha. Entonces podemos aprovechar mejor los beneficios de satisfacer la demanda. Y a medida que nuestros beneficios aumentan, los suyos también lo hacen. No pretendo saber cuánto gana con cada cinta que crea, pero a juzgar por lo que le hemos pagado por ella, y sabiendo que su lista de clientes es pequeña, me aventuraría a suponer que no obtiene muchos beneficios en absoluto. Lo que ofrecemos es una cantidad igual a lo que tienes ahora por cada cinta que nos suministres».

Hans tenía razón. De hecho, Jack perdía dinero con cada cinta que hacía. Vender a su lista de clientes apenas le reportaba cinco mil dólares por cada estreno. Jack insistía en que los niños que actuaban en las películas ganaran lo suficiente por ello para que su futuro estuviera asegurado. Cada película que hacía solía incluir entre cuatro y diez niñas a las que se les pagaba mil dólares en fideicomiso por cada escena; cuando terminaba de grabar una cinta, normalmente le había costado un par de miles de dólares de su propio bolsillo. El sobre con dinero que le había dado Hans representaba casi dos años de ganancias.

Jack pensó un momento y luego se inclinó hacia delante y dijo: «El problema es que con el aumento de la demanda también aumenta el riesgo. Si ustedes seis son los distribuidores exclusivos, entonces los canales que están hablando de forjar también podrían conducir fácilmente a ustedes y, a través de ustedes, a nosotros».

Hans sacudió la cabeza y respondió: «Quizás nos llegue a nosotros, aunque creemos que tenemos en mente un método seguro de distribución, pero nunca a usted. Tiene mi palabra de que, incluso si alguna vez se llega a rastrear el material hasta nosotros, nunca se lo rastrearemos hasta usted. Sabemos los riesgos que corre al crear este material y lo respetamos por ello. Nunca permitiríamos que usted cargara con la culpa por proporcionarnos este servicio vital. Nunca ha existido ni existirá ningún registro de la fuente de este material por nuestra parte. Tampoco existirá nunca el riesgo de seguir un rastro de dinero hasta llegar a usted».

Jack sabía que el hombre creía en lo que decía. No tenía ninguna duda de que lo que decía sobre la distribución era cierto. Aun así, había que pensarlo todo a fondo. Hans sabía sin duda cómo hacer un discurso de venta tentador. El sobre que Jack tenía en la mano era una gran moneda de cambio. Jack no estaba pensando en las ganancias, sino en aumentar la cantidad que se entregaba a los participantes.

Mientras Hans observaba a Jack meditar sobre la oferta, dijo: «Sé que tienes gente con la que consultar. No es algo que necesite una respuesta inmediata. De hecho, pasarán seis meses antes de que pueda hacer otro viaje a Estados Unidos. Todo lo que pedimos es que consideres seriamente la oferta. Si decides que las cosas sigan como están, lo entenderemos y no habrá repercusiones. No queremos que sientas que estamos tratando de presionarte. Como dije, apreciamos las cosas que haces para asegurarte de que el mundo no se quede sin este material. Lo que tienes en tus manos es simplemente la expresión humilde de nuestra gratitud».

Jack asintió y se guardó el sobre en el bolsillo del pantalón. Había pensado en devolver el dinero, pero después de que Hans se lo hubiera ofrecido de esa forma, habría sido de mala educación. «Hablaré con mi gente, pero no puedo prometer nada», afirmó Jack. Hans no sabía quién era «su gente». Hans sólo conocía a Jack. Si alguna vez Hans revelaba la fuente de la pornografía infantil que vendía, Jack sería el único que pagaría la culpa. «Es una oferta sumamente generosa, pero no lo sé».

«En realidad, es una oferta apenas adecuada», respondió Hans levantándose y caminando de nuevo hacia la barra. «Incluso podríamos considerar aumentarla si las ganancias llegan a ser las que esperamos. Pensamos que los veinticinco serían un buen punto de partida».

Jack pensó que el alemán iba a rellenarle la bebida, pero en lugar de eso, Hans dejó el vaso y abrió un maletín. Sacó un fajo de papeles, se acercó y se los entregó a Jack. «¿Qué es esto?», dijo Jack mientras aceptaba el fajo.

«Otro asunto» respondió Hans. «Normalmente lo enviaría por los canales adecuados, pero pensé que, como iba a venir de todas formas, lo llevaría directamente. Es un guión para un vídeo privado. Un cliente muy rico, dueño de todas las cintas que has hecho, se pregunta si estarías de acuerdo en grabarlo sólo para él.» Cuando Jack empezó a hojear el guión, Hans añadió: «Ha enumerado a todas las personas a las que le gustaría ver actuando en las escenas si todavía están a tu servicio. También ofrece diez mil dólares si lo haces sólo para él.

Jack leyó una de las escenas y notó que el autor no sólo había escrito un diálogo específico, sino también ángulos de cámara específicos para las tomas. Después de leer la escena, comentó: «Esto parece un material bastante típico de incesto. Si tiene todas las cintas, entonces ya debería tener la mayor parte de esto».

«Ahh, pero estos son recuerdos específicos de su propia infancia», informó Hans a Jack. «Le gustaría ver esos recuerdos representados. Además, más adelante en el guión hay algo de escenas de hombres y niños. Y también una escena bisexual». Mientras Hans le contaba esto, Jack volvió a leer el guión. Observó que, si bien los actores masculinos cambiaban, solo se mencionaban dos chicas específicas. Luego, Jack leyó las escenas a las que se refería Hans.

«Creo que podría hacer la escena bisexual, pero no tengo un chico de la edad que él pide aquí para la gay». Jack cerró el guión y continuó: «Además, si estos son sus recuerdos, ¿no sería el grupo de Alcor más apropiado para hacer la película?» Alcor era un productor alemán de pornografía infantil. Aunque Jack nunca lo había conocido, había visto algunos de sus trabajos.

«El cliente tiene pensado hacer la oferta a Alcor si la rechazas», admitió Hans. «Pero le gusta mucho más todo lo que haces. Habla inglés con fluidez, por lo que no es necesario que los diálogos sean en alemán, y le gustan más tus valores de producción. También dice que tus chicas son mucho mejores. Las chicas de Alcor parecen todas muy asustadas. A tus chicas parece que realmente les gusta lo que están haciendo».

«Eso es porque realmente disfrutan lo que hacen», dijo Jack distraídamente. Levantó la vista y dijo: «Las dos chicas y todos los hombres, menos uno, siguen trabajando conmigo. Pero las chicas son mayores de lo que dice en el guión. Una tiene tres años más».

«Dice que lo ha tenido en cuenta. También dice que estas dos niñas le recuerdan mucho a las niñas de su pasado, así que no le importa que sean mayores. ¿Harás la película?», respondió Hans.

«Preguntaré por ahí y trataré de organizarlo», respondió Jack. «El ambiente gay me preocupa. Creo que puedo hacer lo demás sin problemas, pero no tengo ningún chico tan joven al que le gusten los hombres. Te avisaré en dos semanas a través de los canales si puedo hacerlo o no y cuándo».

«Eso es todo lo que podemos pedir», respondió Hans extendiendo las manos. «Le diré que lo estás considerando. Estoy seguro de que incluso eso lo hará feliz. Le encanta tu trabajo.»

«Siempre es agradable saber que un cliente está satisfecho», dijo Jack con una sonrisa que Hans le devolvió.

Hans le ofreció una mano a Jack y le dijo: «Eso es todo lo que tengo que hacer. Nuevamente le ofrezco mis disculpas por cualquier preocupación que le haya causado. Habría organizado una reunión apropiada, pero mi viaje a Nueva York fue un arreglo de último momento, y mi viaje aquí bajo un nombre falso fue aún más improvisado. Ahora, si no tiene nada para mí, me temo que debo prepararme para regresar a Nueva York en breve.

Jack se levantó y se dirigió a la puerta, intercambiando palabras amables y buenos deseos con el alemán durante el camino. Cuando la puerta se cerró detrás de él, Jack suspiró aliviado y abandonó rápidamente el Marriott. Durante el viaje de regreso a casa, su mente repasó las dos ofertas que le había propuesto Hans y se preguntó cuál era la mejor manera de presentarlas al grupo.
Jack recibió visitas cuando regresó a su casa. Richard y su hija Sandra estaban de pie frente a su puerta y sonrieron cuando se acercó a ellos. Jack los dejó entrar rápidamente a su casa.

Una vez dentro, Richard explicó: «Alice me llamó y me dijo que pasaba algo. ¿Puedo ayudar en algo?».

Jack se dejó caer con cautela en un sillón y respondió: «No fue tan malo como me temía que pudiera ser». Luego repasó su reunión con Hans, sin dejar ningún detalle. Mientras hablaba, Sandra se le subió al regazo para que la abrazara. Cuando Jack terminó de explicar (Richard silbó de sorpresa al ver el sobre lleno de dinero), Jack le dio un golpecito en la barbilla a la niña de doce años y le preguntó con fingida severidad: «¿Y por qué no estás en la escuela, jovencita?»

«Día de reunión de los profesores «respondió Sandra con una sonrisa y una voz sensual sin quererlo. Jack había conocido a la niña cuando era una linda pero desgarbada niña de cinco años. La había visto crecer hasta convertirse en la hermosa niña de doce años que era hoy. Su cabello rubio le llegaba hasta los hombros y su flequillo largo estaba sujeto con horquillas para apartarle los ojos. Sus ojos verdes eran solo una característica de su hermoso aunque lineal rostro. Había heredado el color de su piel de su madre, que había dejado a Richard justo antes de que Jack lo conociera. Richard había estado sexualmente activo con Sandra durante un año antes de eso, aunque su madre nunca lo descubrió.

Sandra medía un metro sesenta y cinco y era muy delgada. Su camiseta ajustada dejaba ver su pecho, como si se hubiera metido dos ciruelas maduras debajo de ella. Mientras Jack le pasaba la mano por la espalda, sintió los tirantes de un sujetador deportivo. Lo chasqueó juguetonamente y dijo: «¡Cada vez que te veo, te pones más grande y más hermosa!».

Antes de que la niña pudiera responder, Richard dijo en tono de sufrimiento: «Sí, le dije que parara, pero sigue creciendo para fastidiarme».

Sandra puso los ojos en blanco y miró a su padre y dijo: «Siempre seré tu niñita, papi, pero no puedo ser una niña para siempre, tengo que crecer».

«¿Estás segura?», preguntó Richard con nostalgia. Cuando Sandra le sacó la lengua como respuesta, él dijo: «¡No la saques a menos que tengas pensado usarla!».

Sandra se movió sugestivamente en el regazo de Jack y dijo lascivamente: «¡Oh, planeo usarla, está bien!» Richard se rió en respuesta, pero su voz sensual y su tono lascivo hicieron que el corazón de Jack se acelerara y que la sangre corriera hacia su pene. Pero entonces su estómago gruñó y Jack dijo: «¡No antes del almuerzo! ¿Les gustaría una hamburguesa con queso, amables amigos?»

Mientras Jack expulsaba suavemente a la niña de doce años de su regazo y se levantaba de la silla, Richard respondió: «Oh, supongo que podría saborear una».

«Ese es mi papá «dijo Sandra con picardía. «Siempre saboreando. ¡Es una costumbre tan deliciosa!» Hizo una pausa en su camino hacia la cocina para abrazar a su padre por la cintura mientras él y Jack se reían de su declaración.

Veinte minutos después, los dos hombres y la niña de doce años comían hamburguesas con queso y croquetas de papa. Mientras comían, Jack le dijo a Richard: «Ponte en contacto con el equipo y haz que se reúnan conmigo el sábado al mediodía aquí. Tendremos que repasar la oferta de Hans. Mientras tanto, sondearé a algunos de los padres y veré qué piensan». No le preocupaba que la hija del hombre escuchara el lado comercial de las cosas. Todas las chicas conocían la discreción y Jack no tenía ninguna duda de que la niña se guardaría la conversación para sí misma.

«Lo haré, Jack» dijo Richard mientras terminaba su segunda hamburguesa. Se metió en la boca su última croqueta cubierta de kétchup y añadió: «También podemos hablar sobre ese guion que te dio. Creo que podemos lograrlo.»

«Por si sirve de algo» dijo Sandra con un tono de voz sensual que le dio un matiz de sabiduría. «Creo que deberías aceptar la oferta. Sé que crees que aumenta el riesgo, pero en realidad creo que reducirías el riesgo por tu parte. Si puedes confiar en la palabra de Hans de no dejar que te enteres si lo pillan, claro está.»

«¿Por qué?» preguntó Jack. Su voz no era indulgente. Parte de su encanto para los niños era que les hablaba con seriedad cuando la situación lo requería y consideraba seriamente lo que tenían que decir.

«Porque nada cambiaría realmente de tu parte», explicó Sandra. «Excepto que en lugar de tener que contrabandear cientos de cintas al extranjero y venderlas a un único comprador, sólo tienes que contrabandear una».

«Tiene razón», dijo Richard con orgullo por su hija en la voz.

«Pero» advirtió Sandra levantando un dedo, «creo que te costará mucho convencer a alguien de que las chicas deberían ganar más dinero. Todos sabemos cuánto pierden tú y Joyce haciendo las películas. ¡Ya es hora de que tú y ella recuperéis algo de ese dinero!» Mientras Jack miraba atónito a la preadolescente, ella continuó. «Sé que no haces películas para ganar dinero. Lo haces porque te encanta. Pero quizá no te des cuenta de que a nosotras, las chicas que hacemos películas, también nos encanta hacerlo. Tengo casi cuarenta mil dólares en mi fideicomiso por las películas que he hecho. Nos pagan lo suficientemente bien por nuestra participación en ellas. Por supuesto, no hablo por todos, pero así es como me siento. Y estoy segura de que los demás sienten lo mismo.»

Sandra terminó de comer mientras Jack y su padre la miraban boquiabiertos. Ninguno de los dos podía pensar en una respuesta mientras Sarah suspiraba satisfecha y comenzaba a recoger los platos, a colocarlos en el lavavajillas y a encenderlo. Sarah se había convertido en la mujer de la casa de su padre y limpiaba sin pensar.

Con el lavavajillas cargado y funcionando ruidosamente, Sandra se dio la vuelta y salió de la cocina. Mientras lo hacía, se llevó las manos a la cintura y se quitó la camiseta. Con ella colgando de su mano, se volvió hacia los dos hombres y sonrió sugerentemente mientras preguntaba: «¿Vienen?». Continuó hacia la sala de estar, con los pulgares enganchados en sus pantalones cortos de gimnasia y bajándolos por las caderas mientras desaparecía de la vista. Jack y Richard sonrieron con anticipación el uno al otro mientras se apresuraban a unirse a la niña.

Cuando llegaron a la sala de estar, vieron a la niña parada orgullosamente en sujetador y bragas en el centro de la habitación. Sus ojos brillaban mientras observaba a los dos hombres cachondos dirigirse directamente hacia ella. Richard llegó primero y abrazó a su hija mientras sus labios reclamaban con avidez los suyos. Jack observó cómo sus manos experimentadas se dirigían a la cintura de su padre y ella comenzaba a subirle la camisa por el cuerpo. Jack se quitó las suyas mientras la niña arrojaba la camisa de su padre a un lado y comenzaba a besarla por su pecho sin vello mientras se agachaba. Sus dedos expertos rápidamente aflojaron su cinturón y desabrocharon sus pantalones mientras él se quitaba los zapatos.

Mientras los pantalones de Richard se amontonaban alrededor de sus tobillos, Sandra apoyó amorosamente su mejilla contra la polla que se tensaba contra su ropa interior. Cuando Richard se quitó los pantalones, Sandra lo dejó de pie en calzoncillos mientras se giraba hacia Jack, aflojando rápidamente sus pantalones y bajándolos. Comenzó a besar su vientre peludo y su pecho mientras Jack se quitaba sus propios jeans. Sandra comenzó a bailar lentamente mientras sus labios deliciosamente suaves besaban el cuello de Jack.

Cuando Jack se giró hacia donde ella quería, Sandra comenzó a empujarlo hacia atrás mientras lamía y acariciaba su cuello. Cuando la parte posterior de las piernas de Jack tocó el sofá, la preadolescente dio un paso atrás, sus ojos verdes brillaron intensamente mientras sus manos encontraron la cinturilla de sus bóxers. Sandra le bajó los bóxers, dándole un cabezazo inesperado en el esternón cuando estaban alrededor de sus rodillas, tirándolo de vuelta al sofá. Dejó que la gravedad se apoderara de sus bóxers mientras la niña de doce años colocaba sus rodillas a ambos lados de las piernas de Jack y acercaba su rostro al de él.

Los labios de Jack reclamaron los de la niña con ternura mientras sus manos subían y comenzaban a explorar su cuerpo. Sandra gimió de placer, chupando la lengua de Jack mientras sus manos se dirigían hacia el tirante de su sujetador deportivo. Interrumpiendo el beso, Jack miró a Sandra a los ojos emocionados mientras preguntaba: «¿Sabes por qué me gustan tanto las niñas?» Los ojos verdes de Sandra se volvieron interrogativos. «¡Es porque nunca puedo desabrochar estas malditas cosas!», gritó Jack haciendo reír a la niña de placer mientras exageraba la lucha con el sujetador deportivo. Los labios sonrientes de Sandra una vez más reclamaron los de Jack mientras sus manos experimentadas desabrochaban su sujetador y lo bajaban por sus brazos.

Sandra gimió una vez más de placer cuando sintió que las manos de su padre, que eran familiares y sabias, se unían a las manos exploradoras de Jack sobre su cuerpo. Su padre extendió la mano y sus dedos se sentían maravillosos mientras pellizcaban y tiraban de su pecho en ciernes, haciendo que sus pezones se endurecieran dolorosamente. Las manos de Richard dejaron sus pechos y fueron a sus bragas, donde Sandra, sin perder el contacto con los labios de Jack, puso los pies en el suelo permitiendo que su padre bajara la sedosa ropa interior por sus piernas. Cuando se las hubo quitado, la mano insistente de su padre sobre su trasero la instó a volver a su posición anterior.

Cuando las rodillas de Sandra volvieron a encontrar su lugar en el sofá, los labios de Jack finalmente dejaron los de la excitada niña, dejándola sin aliento mientras la besaba hasta llegar a su garganta. Sandra arqueó la espalda deliciosamente y emitió un fuerte gemido cuando sus labios y su lengua experimentados reclamaron su pequeño pecho.

Mientras Jack comenzaba a trabajar entre un pezón del tamaño de una moneda de diez centavos y el otro, Sandra sintió que su cabeza giraba y que su padre reclamaba con avidez sus labios. Mientras Richard besaba a su hija con fuerza y profundidad, su mano encontró el camino entre sus piernas abiertas, sus dedos encontraron el punto de su feminidad y lo trabajaron entre sus dedos. Sandra gimió en voz alta de placer ante los esfuerzos de los dos hombres.

Su cuerpo se sonrojó mientras su papá la masturbaba, la mano de Sandra fue hasta la cintura de su papá y fue bajando. La chica descubrió que su padre se había quitado sus calzoncillos cuando su mano envolvió el miembro de su familiar pene de veinte centímetros. Las manos de Jack ahuecaron su trasero mientras ella masturbaba lentamente a su padre.

Con un gruñido de deseo, los labios de Richard dejaron los de su hija y se levantó del sofá. Agarró a la preadolescente por las caderas, la apartó de Jack y la empujó hacia el suelo. Richard se dejó caer al suelo detrás de su hija mientras su cabeza estaba colocada sobre la tensa polla de Jack. Sintió los labios de Richard en sus muslos mientras succionaba la cabeza de la enorme hombría de Jack en su boca caliente.

Jack echó la cabeza hacia atrás y suspiró de placer mientras Sandra le mostraba su propia experiencia con su polla. Lentamente, de forma agonizante, la excitada preadolescente comenzó a mover su cabeza rubia de arriba a abajo. Su lengua y sus labios eran pura magia mientras lo trabajaba. Sandra tomó dieciocho centímetros de su polla a la vez, la cabeza de su enorme pene entrando en la abertura de su garganta cada vez.

Mientras Sandra le hacía una mamada tranquila, Richard trabajaba frenéticamente el coño de su hija. Succionando el clítoris de su hija con la boca, movía las mandíbulas de un lado a otro, mordisqueando suavemente con los dientes. Sandra gimió en voz alta, disfrutando de la sensación de su padre mordisqueando. Sintió que insertaba dos dedos en su coño mojado y comenzaba a empujarlos hacia adentro y hacia afuera. Sandra podía sentir que se acercaba al clímax al que su padre siempre sabía guiarla. Pero Richard decidió torturar un poco a su hija. Justo antes de que el clímax desgarrador al que estaba acostumbrada pudiera sacudir su cuerpo sonrojado, sus dedos expertos abandonaron su coño, provocando un gemido ahogado de protesta de la garganta de la niña que se transformó en un ronroneo de satisfacción cuando su padre lamió su coño hinchado y pinchó su culo fruncido. Aunque se le negó el gran orgasmo, sintió uno pequeño cuando su padre lamió y sondeó su trasero.

«Muéstrale a Jack tu nuevo truco», dijo Richard, apartando la boca de su hija que sufría suaves espasmos y luego bajando la cabeza hacia su coño, manteniendo deliciosamente su clímax.

Sandra apartó la boca de la gruesa polla de Jack y volvió sus ojos llenos de lujuria hacia él. Su voz sensual se tensó ante los esfuerzos de su padre. «Aprendí un truco nuevo, ¿quieres verlo?»

«Me encantaría», respondió Jack con cariño. Sandra sonrió mientras una vez más comenzaba a empalar su boca en la enorme polla de veinticinco centímetros de Jack. Volvió a bajar por su miembro y una vez más detuvo la punta de su cabeza en su garganta. Pero esta vez, en lugar de retroceder, tragó saliva. La reacción fue inmediata y fuerte cuando Jack gritó «¡OH, JODETE, MARAVILLOSA PUTA CHUPADORA DE POLLAS!». Richard se rió con agradecimiento en el coño empapado de la preadolescente.

Mientras se quitaba la polla resbaladiza de Jack, Sandra preguntó inocentemente: «¿Te gustó?»

Jack gimió en respuesta mientras ella volvía a trabajar su camino hacia abajo por su pene hinchado. Una vez más tragó saliva y todo el cuerpo de Jack se sacudió. ¡La sensación de su garganta contrayéndose, acariciando la punta de su pene era indescriptible! Aunque cada vez estaba más excitada, Sandra disminuyó aún más el ritmo de su mamada. Dos veces más, mientras Jack observaba con asombro lujurioso, Sandra se abrió paso lentamente por su grueso pene, con los labios y las mandíbulas bien abiertos, hasta que hundió la punta en su garganta y tragó saliva. En ambas ocasiones, todo el cuerpo de Jack se sacudió en respuesta.

«¡No puedo soportarlo más! «gruñó Jack, agachándose y agarrando a Sandra por los hombros. Jack arrastró fácilmente a la preadolescente a lo largo de su cuerpo, inclinándose aún más sobre el sofá mientras lo hacía. Tiró de las rodillas de la chica hasta sus caderas y colocó su coño empapado sobre su polla.

Sandra hizo una mueca de dolor solo una vez cuando Jack la agarró por las caderas y la atrajo hacia abajo sobre su polla, abriéndola. Luego gimió de placer y Jack comenzó a mover sus caderas hacia arriba y hacia abajo, hundiendo su polla hasta la empuñadura con cada embestida. Jack gruñó de necesidad mientras empalaba a la niña dispuesta una y otra vez en su lanza hinchada. «¡Oh, Dios, oh, Dios, tan bueno, tan bueno, tan bueno, tan bueno, fóllame, fóllame, fóllame!» Sandra gruñó cuando Jack la obligó a montarlo con fuerza.

Jack tiró de la excitada preadolescente hacia abajo y la mantuvo allí mientras frotaba sus caderas contra su montículo púbico. Sandra finalmente se liberó cuando su clítoris hinchado fue frotado. «AIEEEEEEEEEE ME VOY A CORRER AHHHHHHHHHHHHHHHH» gritó mientras su orgasmo se estancaba. Su delgado cuerpo comenzó a sacudirse de un lado a otro mientras agarraba la cabeza de Jack en sus brazos. Sin embargo, el deseo de Jack de llenar a esta niña con su esperma era secundario a su deseo de seguir follándola, y cerró los ojos en concentración mientras se negaba a sí mismo su propia liberación. Fue extremadamente difícil ya que las caderas sacudidas de la preadolescente y las paredes espasmódicas del coño intentaban desesperadamente ordeñarle el semen.

Cuando el orgasmo de Sandra comenzó a disminuir, ella cayó sin fuerzas contra Jack, sus labios expresando su gratitud contra los de él. Todavía no había regresado a la tierra desde las nubes de éxtasis a las que Jack la había llevado, cuando sintió las poderosas manos de su padre agarrar su cabeza. Ella se giró para enfrentar su polla apuntando hacia su boca. Richard estaba de pie con un pie en el sofá y la otra rodilla en el respaldo. La mano de Sandra subió para agarrarlo en lo alto de la parte posterior de su pierna mientras la niña todavía con espasmos se tensaba en anticipación de lo que estaba por venir.

Jack miró con asombro cómo Richard introducía rápidamente toda la longitud de su erección en la boca dispuesta de su hija. Aunque no era tan gruesa como la de Jack, su erección era impresionante: el pistón de veinte centímetros hizo que su garganta se hinchara. Sandra respiró profundamente cuando su padre sacó la polla de su garganta antes de volver a introducirla, frotando su nariz dolorosamente contra su monte de Venus.

El pene de Richards emitía un sonido audible cada vez que entraba mientras comenzaba a golpear la garganta dispuesta de su hija. Los ojos llenos de lujuria de Sandra se cerraron de placer cuando las manos de su padre se cerraron dolorosamente sobre su cabeza rubia, sacudiéndola hacia adelante para encontrarse con el empuje de sus caderas. Diez veces sonó el sonido de él taponando la garganta de la preadolescente. En la undécima, el cuerpo de Sandra comenzó a sacudirse de nuevo hacia adelante y hacia atrás mientras su coño empalado caliente comenzaba a espasmarse en la polla de Jack aún más fuerte que antes. Richard sacó su polla a medias de la boca de su hija mientras ella gritaba de placer sobre ella. Durante más de un minuto, el cuerpo de la preadolescente se sacudió sin control, solo las fuertes manos de Jack y su padre la mantuvieron en su lugar. Finalmente, todavía empalada por ambos extremos de su cuerpo, el rostro de la niña de doce años se suavizó mientras se desmayaba.

«Jesús», susurró Jack con asombro mientras Richard dejaba que su polla se deslizara de los labios insensibles de su hija.

«Aún no ha terminado» gruñó Richard con lujuria mientras se bajaba del sofá. «¿Dónde está tu lubricante?» preguntó. En la habitación de cualquier pedófilo activo, Astrolubricante estaba al alcance de la mano. Jack señaló la mesa auxiliar, con las manos ocupadas sosteniendo a la niña desmayada de doce años. «Acuéstate en el sofá y déjame suficiente espacio para poner una rodilla ahí atrás» dijo Richard mientras abría un cajón y sacaba un tubo.

Mientras Jack se colocaba cuidadosamente en posición, manteniendo al niño de doce años contra su pecho, Sandra gimió al darse la vuelta. Con su mejilla apoyada en el espeso vello del pecho de Jack, su voz sensual, que se volvió áspera por el maltrato de su garganta, preguntó débilmente: «¿Q-qué pasó?» Su delgado cuerpo se sacudió sobre el pecho de Jack cuando el peso de Richard se unió a ellos en el sofá.

Inclinándose para susurrarle algo al oído a su hija mientras se aplicaba el lubricante transparente en el pene, Richard dijo: «Está bien, nena, ya te divertiste. ¿Crees que puedes soportar una doble penetración?».

«OOOOOOO sí, muchas gracias», respondió Sandra con entusiasmo, aunque débilmente, abrazando a Jack por ambos lados de sus costillas.

«Buena niña» dijo Richard con orgullo mientras se ponía en posición. Colocó la cabeza de su polla contra el esfínter fruncido del culo de su hija. Sandra gimió mientras decía: «¡Aquí viene, amor de mi vida! ¡Intenta relajarte!

Sandra intentó relajarse mientras sentía a su padre empujando implacablemente contra su pequeño ano. Aun así, su esfínter se resistió antes de finalmente permitir que la polla de su padre entrara en su culo. Richard no se detuvo hasta que tuvo más de la mitad de sus veinte centímetros dentro del estrecho ano de su hija. «¡Ay, ay, ay, ay!», gritó Sandra débilmente. Nunca antes se había sentido tan estirada. Con la gruesa polla de Jack abriendo su coño hasta el límite y el grueso pene de su padre invadiendo su culo, Sandra hizo todo lo posible por soportar el dolor. Esto casi dolió tanto como cuando su padre invadió por primera vez su coño virgen cuando tenía cuatro años.

Jack y Richard emitieron gemidos gemelos cuando Richard empezó a empujar su pene hacia adentro y hacia afuera del apretado culo de su hija. Sus embestidas la movieron hacia arriba y hacia abajo sobre el pecho peludo de Jack, sus pequeños pechos aplastados contra él mientras estaba entre Jack y su padre. Sus embestidas también la movieron hacia arriba y hacia abajo sobre la gruesa verga de Jack.

Ya demasiado excitados por el tiempo que habían pasado con la niña de doce años, los dos hombres no tardaron mucho en llegar al clímax. El de Jack fue el primero en llegar y gritó de éxtasis mientras su polla disparaba chorro tras chorro de semen al rojo vivo dentro de la preadolescente que se retorcía. Richard sintió la polla de Jack sacudiéndose a través de la delgada pared que separaba las dos vergas dentro de su hija y gritó mientras descargaba su propia carga en su apretado culo.

Cuando Richard pudo moverse de nuevo, apartó la parte del ano de su hija y luego le metió una toalla de mano que Jack no le había visto bajar hasta el trasero de su hija para detener el flujo de semen que manchaba el sofá de Jack. Levantó con cuidado el cuerpo inerte de su hija de encima de Jack y la llevó al baño para limpiarla.

Jack se quedó tumbado disfrutando del resplandor del sol durante un rato antes de levantarse y tropezar hacia la cocina. Tomó una cerveza y llamó a Richard: «Oye, ¿qué quieren beber? Tengo cerveza, refresco, jugo y leche».

«¡Cerveza, por favor!» gritó la voz ronca de Sandra.

«¡Yo también quiero cerveza!» siguió la voz de Richard.

Jack se encogió de hombros y sirvió tres cervezas en tarros. El padre y la hija desnudos lo recibieron en la sala de estar y él les pasó la bebida antes de desplomarse sin fuerzas en el sofá. Sandra se sentó a su lado y se acurrucó cerca mientras bebía un sorbo de cerveza, haciendo una mueca por el sabor pero bebiendo más. Richard se sentó en un sillón reclinable.

Los tres se quedaron sentados en silencio (excepto por la protesta risueña de Jack cuando Sandra puso su recipiente frío en el pene desinflado de Jack). Sandra terminó su cerveza y dejó el tarro en la mesa de café antes de acurrucarse contenta contra el costado de Jack una vez más. Cuando Jack terminó la suya, miró hacia abajo y vio que la preadolescente saciada había caído en un sueño exhausto. Su hermoso rostro estaba tan tranquilo que Jack decidió que una siesta sería una buena idea y permitió que sus propios ojos se cerraran.
El jueves por la tarde, Jack estaba revisando con las cortinas cerradas la versión final de «Pre School Fun», la película que acababan de terminar de filmar el fin de semana anterior. En el televisor de pantalla plana de sesenta y dos pulgadas, las imágenes eran de las mejores que Jack había filmado jamás. Mientras el sonido de gruñidos, gemidos, jadeos y risas llenaba la habitación con un sonido glorioso, Jack pensó que esta cinta era la mejor que habían creado en años. Las máscaras de látex ocultaban bien todos los rasgos y Jack había alterado digitalmente las voces lo suficiente para disfrazarlas sin que sonaran raras.

Mientras la cinta estaba por concluir con material extra y tomas falsas (Mark cogiendo a Jessie, un vistazo a la cadena de margaritas que siguió a la escena de Katherine Riveros, de seis años, con el gran Buster negro, Ray en un raro papel en pantalla cayéndose cuando se inclinó demasiado hacia atrás en la silla y el ataque de risa adorable e impotente de Teresa, de cinco años, como resultado) sonó el teléfono.

Jack detuvo la cinta y levantó el auricular. En el otro extremo, la alegre voz de Dan dijo: «Hola, Jack. Tengo un problema».

«¿Si?» preguntó Jack con cansancio

«Renee tiene que volar a Florida el sábado por la mañana, por lo que no podrá asistir a la fiesta de cumpleaños el sábado. Es una emergencia familiar».

«¡Maldita sea!» maldijo Jack en voz baja. «¡Tenía muchas ganas de verlos!»

«Lo sé», respondió Dan y Jack casi pudo sentir su sonrisa a través de la línea telefónica. «Me contaron sobre la audición de Nina.»

El pene de Jack dio un salto al recordar a la apasionada niña de diez años con la que se había follado el domingo anterior. «Sí, Dan. Nina es un gran hallazgo. Gran trabajo el encontrarla».

«Gracias «dijo Dan alegremente. «De todos modos» continuó. «Estaba pensando que tal vez podríamos hacer algo el viernes por la noche. Ya iban a venir a mi casa. Llamé e invité a algunos otros. Ray Debra y los gemelos, Buster y Kelly, Joyce y tú. Los hijos de Renee también están interesados, así que hay que entrevistarlos. ¿Qué opinas?»

«Creo que eres un jodido genio», respondió Jack.

«Entonces, ¿a las siete en mi casa?» preguntó Dan riéndose.

«Estaré allí», respondió Jack.

Cuando colgó el auricular, Jack oyó el timbre de la puerta. Cuando abrió la puerta, se encontró con una familia entera que le sonreía. El primero en entrar fue Bob, su camarógrafo. Jack le estrechó la mano con calidez. El siguiente en entrar fue Justin, de ocho años, y le estrechó la mano a Jack, tal como lo había hecho su padre. Lynn entró con Teresa, de cinco años, en brazos.

Cuando Jack cerró la puerta detrás de ellos, Lynn miró hacia abajo, se acercó y puso una mano sobre el bulto en los pantalones de Jack. «¿Estás feliz de vernos?», preguntó en tono de broma.

Jack sonrió ampliamente y respondió: «¡Siempre!» Teresa extendió los brazos para abrazarlo, luego rodeó con sus brazos el cuello de Jack y se acercó a él cuando él extendió la mano y la besó en la frente. Jack llevó a la niña de cinco años a la sala de estar mientras preguntaba: «¿A qué debo el placer?»

«Richard y Sandra pasaron por casa el otro día» comenzó Bob mientras se hundía en una silla.

«Casi tuvo que traer a la niña en una carretilla después de lo que ustedes dos le hicieron», interrumpió Lynn con una mirada fingida de indignación.

Jack levantó las cejas y preguntó: «¿Y en qué estado se encontraba cuando se fue?»

«Bueno, está bien, no ‘mejor'», admitió Lynn. Bob y Jack se rieron entre dientes.

«De todos modos, Richard y yo comenzamos a hablar sobre esa solicitud especial», continuó Bob.

«¿Si?» preguntó Jack.

«Sí», respondió Bob. «Estaba hablando de la escena gay que te preocupaba y nos llevamos una sorpresa. El pequeño Justin dijo que podría estar interesado.

«¿En serio?» preguntó Jack neutralmente volviendo su atención al niño de ocho años.

«Me gustaría intentarlo», dijo Justin cohibido.

«¿Estás seguro?» preguntó Jack.

«Creo que sí», respondió Justin levantando sus ojos oscuros para encontrarse con los de Jack.

Jack asintió y luego dirigió su atención a los padres de los chicos. «¿Están de acuerdo con eso?»

«No puedo decir que estoy muy emocionado, pero si quiere experimentar, ¿por qué no?» respondió Bob con sinceridad.

«No me molesta», dijo Lynn. «Podría ser emocionante verlo. Ustedes siempre ven a las chicas juntas. Esta podría ser para las mujeres».

«Sabes lo que significa una escena gay, ¿no?» le preguntó Jack a Justin. «Tendrás que chuparle el pene a un hombre y dejar que te lo meta en el culo.»

«Lo sé» respondió Justin con mirada firme.

«Me ha lamido hasta sacar la leche de su papi de dentro de mi vagina y el sabor no parece molestarle», añadió Lynn. «Y todavía tenemos el kit de entrenamiento que nos dio Joyce para que la pequeña Teresa se sintiera cómoda». El kit de entrenamiento se refería a un conjunto de seis consoladores que se volvían progresivamente más gruesos a medida que avanzaban en la línea.

El equipo había obrado maravillas en la pequeña Teresa. Cuando su padre la desvirgó por primera vez, no podía recibir una polla en su pequeño y apretado coño sin echarse a llorar. Incluso el pene de su hermano mayor le hacía daño. Pero con la persistencia de su madre y su deseo de complacer a su padre, Teresa llegó al punto en el que, aunque no estaba deseando que la penetraran vaginalmente, podía tolerarlo sin problema. En la filmación con Ray dos semanas antes, había recibido su grueso pene de veinte centímetros sin problemas, y de hecho se le dibujó una expresión de asombro en su carita solemne antes de que Ray perdiera el control y le dejara caer su carga en la barriga. Jack sabía que no pasaría mucho tiempo hasta que experimentara su primer orgasmo y se involucrara mucho más en el sexo.

Jack miró a Justin por unos momentos antes de decir: «Está bien, sigamos con eso. Una vez que Justin esté lo suficientemente entrenado, llévenlo con Fred. Si le gusta eso, entonces podemos empezar con el especial». Jack se dirigió directamente a Justin y agregó: «Y gracias por ofrecerte a hacer esto. La cinta hará muy, muy feliz a un hombre solitario en Alemania». Justin asintió solemnemente en respuesta.

«Si hace la escena tendremos que teñirle el pelo de rubio», afirmó Bob mientras alborotaba con cariño el pelo oscuro de su hijo. «Y probablemente también le pondré unas lentillas azules. Mañana le pondré una máscara para jugar, por si acaso».

«Hablando de citas para jugar» interrumpió Lynn. «¿Cómo va la última cinta?»

«Está en el reproductor ahora, si quieres verlo», respondió Jack.

«¿En serio? ¿En el que estoy yo?» preguntó la vocecita de Teresa desde el regazo de Jack. Volviendo su carita solemne, preguntó: «¿De verdad podemos verlo?»

«A mí también me gustaría verlo», dijo Bob, «pero tenemos que irnos enseguida. Se está haciendo tarde».

Jack rebobinó la cinta, deteniéndose primero en los créditos para mostrar a Ray cayendo al suelo mientras la normalmente solemne Teresa se reía de él. Teresa se rió de nuevo al verlo. Luego Jack rebobinó la cinta hasta el principio y reprodujo todo.

Cuando terminó, Bob dijo: «¡Creo que es uno de nuestros mejores trabajos!». Luego, sacando cuidadosamente a su hija del regazo de Jack, agregó con orgullo: «¡La escena de mi pequeña fue la mejor!». Jack sabía que no era así, pero dejó que su camarógrafo tuviera su momento de orgullo. Bob besó profundamente a su hija en sus pequeños y finos labios y luego comenzó a entregársela a su madre. En el proceso, su mano inocentemente tocó la entrepierna de su hija mientras se la entregaba, Bob hizo una pausa y dijo: «Oh, Dios mío». Antes de completar el pase.

Lynn aceptó a su hija y luego puso una mano donde había estado la de Bob. Una expresión de sorpresa se dibujó en su rostro. Luego susurró: «OOOO ¿ver todo ese sexo desagradable excitó a mi bebé?» Teresa se sonrojó profundamente y asintió con la cabeza. «Bob, tienes algo de trabajo que hacer cuando lleguemos a casa». Luego, metiendo una mano entre sus propias piernas, agregó con picardía: «Justin, ¡tú también tienes trabajo!»

Jack acompañó a la familia hasta la puerta. Cuando estuvieron del otro lado, se llevó los dedos a la nariz. Todavía húmedos con los jugos de la niña de cinco años, olió su embriagador aroma. Había masturbado a la niña suavemente durante toda la película. Bob lo había visto hacerlo. «Sí, ya no falta mucho», pensó Jack con maldad mientras sonreía anticipando que otra jovencita estuviera sobre su polla.
Jack fue el último en llegar a la casa de Dan. Era el que tenía que recorrer más distancia. Dan vivía en un suburbio al otro lado de la ciudad, más alejado del estudio y de la casa de Jack. Tardaba una hora en llegar.

Dan estaba allí para saludarlo cuando Jack estacionó en la calle y caminó a través de su césped bien cuidado. Jack vio a un hombre alto, de un metro noventa y cinco. Larguirucho, con el cabello castaño oscuro corto y un bigote fino sobre sus labios siempre sonrientes. Los modales relajados de Dan siempre hacían que la gente se sintiera cómoda. Y tenía un verdadero talento para seducir a las jovencitas.

Aunque no era un hombre enérgico, Dan tenía el tipo de naturaleza amistosa que hacía que pareciera correcto acceder a sus deseos. Jugó al baloncesto en la escuela hasta que a los dieciséis años conoció a Jenny y la dejó embarazada. Inmediatamente se casó con ella y se dispuso a crear un lugar para su familia. A los dieciocho años, Jenny estaba embarazada de nuevo. Ahora ambos tenían veintitrés años y estaban esperando el tercero.

Jenny estaba totalmente entregada a su marido. Tanto que cuando Dan sacó a relucir por primera vez el tema de follarse a sus hijas, Jenny no puso ninguna objeción. Se resistía a entrar en el grupo después de que Richard las descubriera, no por sus hijas, sino porque no se veía follándose a ningún otro hombre que no fuera Dan. Pero cuando Dan le dijo que quería que lo hiciera, Jenny cambió de opinión y ahora era una de las más proactivas del grupo.

«Bienvenido, Jack», dijo Dan estrechándole la mano con calidez. «¡No te vemos lo suficiente!»

«Es un infierno llegar hasta aquí», respondió Jack mientras lo guiaban por la casa. «Pero realmente debería hacerlo más a menudo».

A través de las puertas del patio, Dan lo condujo hasta el gran patio trasero, rodeado por una alta cerca de madera. Cuando Jack entró por la puerta, unas voces agudas de niña lo llamaron por su nombre, pero ninguna se apresuró a saltar sobre él. Todos conocían las reglas: no se permitían demostraciones de afecto al aire libre, incluso si había una alta cerca de madera. Jack sonrió y saludó a todos. Mientras lo hacía, la esposa de Dan, Jenny, se acercó y le ofreció la mejilla para un casto beso.

Jack puso su mano sobre su gran vientre y preguntó suavemente: «¿Cuándo?» con una sonrisa.

«El mes que viene», respondió Jenny con una sonrisa.

«¿Sabes el sexo?», preguntó Jack.

Jenny bajó la voz y dijo: «¡Otra niña para el grupo!»

Jack sonrió mientras la mujer embarazada se alejaba con paso lento. Apenas seis meses antes, esa declaración podría haber estado teñida de amargura, pero ella la había dicho sin rastro de eso. Cuando Jenny se fue, Renee se acercó, puso su mano suave y cálida en la de él y le dijo con calidez: «Qué bueno volver a verte».

«Y a tí» dijo Jack, llevándose la mano a los labios. Renée sonrió, encantada. «He oído que tus hijos están interesados», añadió Jack. Cuando la madre sonrió y asintió, preguntó: «¿Te gustaría seguir adelante y dejar de lado ese asunto?»

«Puedes usar nuestra habitación, la segunda al final del pasillo a la derecha» dijo Dan suavemente.

«Muy bien», dijo Renée sonriendo mientras se alejaba para recoger a sus hijos.

Cuando Renee se fue, Joyce se acercó a Jack para darle un cálido abrazo. «Dame cinco minutos y luego vuelvo», le susurró Jack al oído. Joyce asintió y se unió a Dan.

Jack entró en la casa y regresó al dormitorio en cuestión. Momentos después, se le unió Renee, quien condujo a sus hijos adentro con una mano cálida en cada hombro. Jack estrechó la mano de cada niño y dijo: «Hola, caballeros, mi nombre es Jack. Un gusto conocerlos.»

«Soy Travis», dijo el chico de quince años.

«Yo Greg», fue la respuesta del niño de doce años.

Se notaba a simple vista que los dos chicos eran parientes. El mismo pelo castaño, los mismos ojos azules, la misma mandíbula orgullosa. «Entiendo que a los dos les podría interesar unirse a nuestras citas de juegos», comenzó Jack sin preámbulos.

«Estamos interesados», afirmó Gregg, mirando a Jack a los ojos. Jack notó que, aunque era el hermano menor y el hijo del medio, Gregg parecía el hermano dominante. Travis parecía contento de quedarse sentado y dejar que su hermano hablara, aunque entendía todo lo que decía.

«Muy bien», dijo Jack, «tengo algunas preguntas y estoy seguro de que tú también tienes algunas. Te pido disculpas si lo que te pregunte parece burdo, pero necesito saberlo».

Ambos chicos asintieron con la cabeza y se sentaron en la cama. Renee se quedó en un rincón, sin interrumpir a Jack mientras interrogaba a sus hijos. «Sé que ambos son sexualmente activos con su madre y su hermana», comenzó Jack. «¿Podrías decirme cuánto tiempo llevas así y cómo sucedió?»

«Tenía seis años cuando empezamos», respondió Gregg. «Mamá dijo que papá podía quedarse con Nina, pero a cambio, ella podía jugar con nosotros. Empezamos a jugar con Nina cuando tenía siete años, después de que nuestro papá muriera».

«¿Tu mamá y Nina son las únicas chicas con las que has jugado?», preguntó Jack.

«No, también hemos jugado con Jenny, Grace y Elizabeth», respondió Gregg.

«¿Alguien mayor?», preguntó Jack. Ambos chicos negaron con la cabeza. «¿Alguien más?», otro movimiento de cabeza. «¿Estás dispuesto a jugar con mujeres mayores?», preguntó Jack.

«Depende de la edad y de su aspecto», respondió Gregg.

«La mujer de mayor edad que tenemos para las citas de juego es una jugadora de fútbol nueve», dijo Jack. «Pero todavía está buena. ¿Estarías dispuesta a jugar con ella?»

«Tendríamos que conocerla primero», dijo Gregg dubitativamente.

«Bueno, aquí hay una pregunta difícil. Odio preguntar, pero tengo que saberlo. ¿Alguno de ustedes ha estado alguna vez con otros hombres? Ambos chicos negaron con la cabeza. «¿Lo considerarían alguna vez?»

Travis negó con la cabeza con firmeza, pero Gregg dijo vacilante: «Podría ser». Cuando esa declaración provocó expresiones de incredulidad por parte de Travis y su madre, añadió a la defensiva: «¿Qué? Lo he pensado».

«Tenemos un hombre bisexual llamado Fred. No tocaría a un chico que no quiera serlo. Es un buen hombre con el que experimentar. Llevará las cosas hasta donde tú quieras. ¿Puedo decirle que tienes curiosidad, Gregg?»

Después de un largo momento de vacilación, Gregg respondió: «Sí».

Jack asintió con la cabeza, entendiendo, y luego explicó: «La mayoría de tus citas de juego te presentarán jugando con niñas como Grace y Beth, la mayoría de las veces en el papel de un hermano mayor. Algunas escenas las harás con mujeres adultas como tu mamá y Jenny. Pero nunca con tu mamá, y nunca aparecerán en cámara en la misma película. Esto se hace por tu seguridad. ¿Alguna pregunta?»

Ambos chicos negaron con la cabeza. Jack aplaudió y se puso de pie diciendo: «Bueno, entonces, ¡vamos a la audición!»

«¡No voy a tener sexo contigo!» gritó Travis y luego se sonrojó por su propio arrebato.

Jack se rió y asintió: «No, conmigo no». Se dio cuenta de que los dos chicos debían saber cada detalle de lo que hizo con su hermana.

«¿Conmigo entonces?», preguntó Renée dando un paso adelante.

«No», respondió Jack, deteniéndola. «Quiero a alguien que no conozcan. Quiero ver cómo se comportan con alguien que acaban de conocer. Alguien del grupo vendrá enseguida». Como si fuera una señal, se oyó un suave golpe en la puerta.

Cuando Joyce entró orgullosa en la habitación, los rostros de ambos chicos se llenaron de sonrisas. «Ahh, Joyce, querida. Justo a tiempo. Quiero que conozcas a Travis, que tiene quince años, y a Gregg, que tiene doce. Muchachos, esta encantadora mujer es Joyce».

«Un placer conocerlos, chicos», dijo Joyce con voz sensual mientras se acercaba para sentarse entre ellos en la cama.

Los dos muchachos parecían inseguros después de devolverle el saludo. Después de un momento, Gregg preguntó: «¿Qué tenemos que hacer?»

La suave mano de Joyce le provocó un escalofrío en su robusta figura cuando la colocó sobre su nuca. «¡Todo lo que quieras!», dijo mientras se inclinaba para darle un beso en los labios al chico de doce años. Gregg comenzó a devolverle el beso con entusiasmo. Travis se puso de rodillas detrás de la chica de veintitrés años. Sus manos le provocaron un escalofrío en todo el cuerpo cuando comenzaron a acariciar la piel casi desnuda de sus hombros.

Joyce llevaba una blusa negra, dos tiras finas que la sostenían y que le llegaban hasta el hombro. También llevaba una falda negra. Cuando sus manos empezaron a explorar el cuerpo joven y duro de Gregg, deslizándose por debajo de su camisa para acariciar su pecho lampiño pero bien desarrollado, Travis bajó los labios y besó a Joyce a lo largo del hombro. Sus manos se movieron desde sus costados hasta su vientre, luego comenzaron a moverse hacia arriba.

Mientras Travis hacía esto, Joyce rompió el beso con su hermano y acercó sus labios tiernamente a los suyos. Gregg aprovechó esa oportunidad para quitarse la camiseta, descubrió el hombro más cerca de él mientras acercaba sus labios para besar la piel allí. Joyce suspiró de placer cuando las manos de Travis subieron para ahuecar sus senos. Los labios de Joyce una vez más cambiaron de hermano cuando Travis apartó sus manos de sus senos y se quitó la camiseta. Después de hacerlo, quitó la otra tira del hombro cerca de él. Luego, como uno solo, ambos hermanos bajaron la blusa de Joyce para descubrir sus grandes pero firmes tetas.

Travis se colocó frente a Joyce y comenzó a besarle suavemente los senos. Mientras lo hacía, Gregg también interrumpió el beso y se acercó al otro. Ambos chicos lamieron sus pezones con picardía antes de cerrarlos con los labios. Joyce gimió de placer y se llevó las manos a la cabeza.

Los dos chicos, mientras chupaban y mordisqueaban los pechos de Joyce, comenzaron a pasar las manos suavemente de arriba a abajo por sus muslos. Metieron las manos debajo de su falda, dejaron de intentar tocar sus pechos e intercambiaron una mirada y una sonrisa cuando se dieron cuenta de que no llevaba bragas. Al unísono, se pusieron de pie y agarraron una mano para ayudar a Joyce a ponerse de pie.

Travis era tan alto como Joyce y la giró hacia él, sus labios reclamando los de ella en un beso mucho más apasionado. Mientras lo hacía, Gregg le bajó la blusa suelta por el cuerpo. Luego sus manos fueron a los broches de su falda y comenzó a desabrocharlos. Cuando Gregg los hubo desabrochado, giró a Joyce hacia él para darle un beso igual al de su hermano mientras Travis hacía los honores de quitarle la falda.

Las manos de ambos chicos exploraban cada centímetro del cuerpo de la joven de veintitrés años. Cuando Gregg dejó de besarla en la boca y comenzó a besarla hacia abajo, Travis acercó sus propios labios a la suave piel de la espalda de Joyce. Joyce jadeó de excitación cuando los hermanos, aunque no podían verse, besaron un camino coordinado por su cuerpo. Cuando los labios de Gregg encontraron su pezón y Travis besó y mordisqueó un punto igual en su omóplato, los ojos de Joyce se encontraron con los de Jack y él pudo ver que la mujer estaba extasiada de pura felicidad. Sus ojos se cerraron de placer cuando los hermanos comenzaron a besarla más abajo.

«Me encanta cuando me hacen esto», dijo una voz en el oído de Jack. Se giró y vio que Renee se había acercado por detrás de él. Sus manos encontraron el dobladillo de la camisa de Jack y comenzó a sacarla. Jack comenzó a girarse hacia la mujer para corresponderle, pero una mano firme en su hombro lo detuvo. «No, necesitas ver lo que están haciendo». Jack volvió su atención a la escena frente a él cuando sintió que las manos de Renee iban a su cinturón y comenzaban a desabrocharlo.

Los chicos estaban ahora en las caderas de Joyce, mientras Gregg besaba su pubis prolijamente recortado, Travis mordisqueaba la piel de sus tensas nalgas. De repente, los hermanos agarraron a Joyce por los brazos y la bajaron suavemente. Joyce se dejó caer de rodillas, donde Gregg reclamó sus labios una vez más y Travis besó la piel desnuda de sus hombros.

De repente, ambos chicos se pusieron de pie al mismo tiempo. Joyce se quedó sin aliento ante su movimiento coordinado, luego suspiró de placer cuando ambos chicos comenzaron a abrirse los pantalones. Ella se giró para estar entre ellos mientras bajaban los pantalones y la ropa interior al suelo. Cuando la pareja se quitó los pantalones, las manos de Joyce se levantaron y agarraron las dos pollas jóvenes que habían quedado libres.

Mientras los dos hermanos se bajaban los pantalones, Jack también sintió que se le caían los suyos. Salió de ellos e intentó darse la vuelta una vez más, pero nuevamente se lo impidió. En cambio, Joyce se acercó y fijó sus ardientes ojos en los de él mientras se hundía de rodillas frente a él. «Mm mm, tan grande, tan hermoso. Igual que el suyo, igual que el de mi esposo». Jack sintió que sus labios se cerraban sobre la cabeza de su pene mientras ella le hacía un gesto para que volviera a prestarle atención a Joyce y sus chicos.

Gregg permitió que Joyce acariciara su pene por unos momentos. Travis tenía dieciocho centímetros, con un grosor considerable en la mano de Joyce. Gregg, que era más joven, todavía estaba creciendo y tenía 16 centímetros. Pero el suyo también mostraba signos de engrosarse. Joyce los miraba de un lado a otro tratando de decidir cuál probar primero cuando Gregg tomó la decisión por su cuenta. Su mano en la parte posterior de su cabeza la giró hacia él mientras apuntaba su erección hacia su boca. Joyce miró hacia arriba y vio la necesidad en los ojos del chico mientras se dejaba atraer hacia su pene. Gregg cerró los ojos y suspiró de placer cuando su boca experimentada comenzó a trabajarlo. Mientras Joyce chupaba a Gregg, las manos de ambos chicos bajaron frente a ella y encontraron sus senos. Comenzaron a pellizcar y tirar suavemente de sus pezones mientras Joyce gemía de placer.

Renee también estaba demostrando tener una boca talentosa mientras trabajaba en la polla de Jack. Jack la dejó chuparlo con los ojos cerrados de placer antes de ponerla de pie y esta vez sin aceptar un no por respuesta mientras comenzaba a desnudarla. Mientras le quitaba las bragas a la mujer, sus ojos se dirigieron nuevamente a Joyce.

Gregg empujó sus caderas hacia adelante y hacia atrás antes de retirarse repentinamente de la boca de Joyce. Su mano en la parte posterior de su cabeza la apartó de él hacia donde la esperaba la polla de su hermano. Gregg casi empujó la cabeza de la mujer hacia su hermano. Joyce gimió una vez más de éxtasis cuando sus talentosos labios y lengua comenzaron a trabajar el pene más grande de Travis. Durante varios minutos continuó así, con Gregg dictando el ritmo, ya sea acercándola hacia su polla o empujando su cabeza hacia la de su hermano.

Nuevamente moviéndose como uno solo, los hermanos ayudaron a Joyce a ponerse de pie y luego la guiaron hacia atrás para acostarla sobre la cama. Gregg se acostó a su lado mientras lo hacían, pero Travis se arrodilló en el suelo entre sus piernas. Los labios y la lengua de Gregg encontraron sus pechos una vez más mientras Travis se sumergía en su coño sin fanfarrias. Joyce comenzó a gemir y retorcerse bajo las atenciones de los hermanos.

Mientras los hermanos trabajaban sobre Joyce, Jack también trabajaba sobre Renee. Cuando Joyce estaba acostada en la cama, Jack guió a Renee hacia la cabecera y se hundió detrás de ella. Encontró que el coño de la treintañera ya goteaba cuando comenzó a lamerla por detrás. Pronto ella comenzó a gemir y a frotar su coño contra la lengua de Jack.

En la cama, Joyce se acercaba al clímax. Travis había introducido los dedos índices de ambas manos en su coño caliente y los estaba metiendo y sacando con diferentes ritmos. Mientras su dedo izquierdo salía, el derecho entraba. ¡El efecto estaba volviendo loca a Joyce! En sus pechos, Gregg estaba chupando con fuerza sus pezones mientras levantaba la cabeza. Levantó los pesados pechos de Joyce con él y luego se sumergió y pasó la lengua en círculos rápidos mientras dejaba caer su pecho. Hizo esto cuatro veces cuando Joyce comenzó a mover la cabeza hacia adelante y hacia atrás y a gritar: «Dios mío, chicos, estoy allí, me van a hacer, oh Dios, oh Dios, oh Dios, ¡ME VOY A CORRER!» Su cuerpo comenzó a agitarse cuando su orgasmo la invadió.

Mientras Joyce se retorcía bajo los chicos, Jack se puso de pie y metió su polla en el coño de Renee. Comenzó a acariciarla dentro y fuera de ella mientras ella observaba el espectáculo en la cama. Sus manos se extendieron para ahuecar sus senos mientras sus dedos comenzaban a pellizcar y apretar con fuerza sus pezones.

En la cama, tan pronto como Joyce dejó de agitarse, los dos hermanos entraron en acción nuevamente. Los dos chicos fuertes manejaron a la mujer mayor con facilidad y la pusieron a cuatro patas. Una vez más, sin preámbulos, empujaron sus pollas dentro de la mujer, Gregg puso la suya hasta la base en su boca dispuesta, Travis hundió la suya en su cálido coño. Una vez más, Gregg dictó el ritmo mientras primero atraía a Joyce hacia su polla, luego la empujaba para recibir las fuertes embestidas de su hermano.

Al final de la cama, Jack embestía tan violentamente a la madre de los chicos que levantaba sus talones del suelo con cada embestida de su polla. Renee gemía continuamente por los golpes que le estaba dando. Al ver las expresiones en las caras de los chicos mientras embestían dos veces con su propia carne en el cuerpo dispuesto de Joyce, Jack dijo de repente: «Imagina que es una cita para jugar. ¡Córrete sobre ella, no dentro de ella!»

Ninguno de los dos chicos parecía haber oído, pero cuando sus rítmicos golpes a Joyce la llevaron a otro orgasmo palpitante, ambos chicos se retiraron de ella y, al mismo tiempo, sus pollas comenzaron a explotar. Cuando la polla de Gregg salió de su boca, se elevó en el aire y envió su primer chorro de esperma completamente sobre la cabeza para aterrizar con un plop en el centro de su espalda, un vapor trazando una línea blanca que marcaba su trayectoria a través de su cabello. Al mismo tiempo, la polla de Travis se elevó y envió su primer chorro exactamente al mismo lugar en su espalda, donde se mezcló con el semen de su hermano Luego, ambos chicos apretaron sus jóvenes pollas y apuntaron el resto de sus cargas, los siguientes disparos de Gregg golpearon la cara contorsionada de la joven de veintitrés años, Travis empapando su culo y coño.

Cuando Renee vio a sus chicos rociando su semen sobre la mujer que estaba entre ellos y luego se dejó caer sobre el colchón, su propio orgasmo la golpeó. Comenzó con un gruñido en lo profundo de su garganta. «¡Gyuu YAHHH!», gruñó mientras su cuerpo comenzaba a agitarse. Solo su agarre en el pie de cama evitó que se cayera. Jack continuó empujando su polla dentro y fuera de la mujer mientras ella disfrutaba del orgasmo. Cuando finalmente comenzó a bajar, Jack se permitió deslizarse fuera de ella mientras ella se dejaba caer sin huesos boca abajo sobre el colchón. Jack rodeó la cama para sentarse a un lado. Mientras los tres hombres y las dos mujeres jadeaban recuperando el aliento y la fuerza, desde afuera de la puerta cerrada del dormitorio, escucharon primero aplausos y luego vítores.
Unos momentos después, la puerta se abrió y todos los presentes en la fiesta seguían aplaudiendo y los niños riéndose. Dan apareció en la puerta y arrojó un par de toallas. Travis tomó una y la usó para limpiar suavemente el semen que se estaba enfriando de la espalda y el trasero de Joyce, luego se la arrojó a su hermano, donde Gregg usó una parte seca para limpiar la cara de Joyce y sacar lo que pudo de su cabello. Joyce sonrió agradecida, conmovida por la ternura del niño.

Renee se giró hacia un lado y abrió mucho los ojos al notar que Jack todavía lucía su erección de veinticinco centímetros. «Tú… tú no te corriste», afirmó. Casi sonó como una acusación.

Jack miró hacia su entrepierna y dijo: «Oh». Con un tono sincero se disculpó: «Lo siento, probablemente debería haberte dicho. Soy un pedófilo de pies a cabeza. No puedo llegar al clímax con nadie mayor de doce años».

Los ojos de Renee se abrieron de par en par mientras decía: «¿Qué? ¡No te creo!». Empezó a mirar a los demás adultos. La puerta estaba casi vacía cuando la gente comenzó a entrar en la casa.

Cuando sus ojos se posaron en Joyce, se abrieron aún más cuando Joyce asintió en confirmación, diciendo: «Es verdad. Yo tampoco lo creía. Pero un día me folló durante más de tres horas y ni siquiera estuvo cerca. Probé todos los trucos que conocía, y llevo follando desde que tenía seis años, así que sé mucho, pero nunca pudo hacerlo conmigo».

Renee volvió a mirar a Jack con sus ojos afligidos y preguntó: «¿No disfrutaste lo que estábamos haciendo?»

Jack se giró para mirar a la madre de frente. Le puso una mano delicada en la mejilla y dijo: «¡Por supuesto que sí! ¡Estuviste maravillosa!». Al ver la mirada de Renee, continuó suplicando: «¡Por favor, no veas esto como un reflejo de ti! ¡Disfruté cada segundo de lo que hicimos! Es mi propia enfermedad, mi perversión, lo que no me permite terminar como un hombre de verdad».

«¡Imposible!», exclamó Renee. Se levantó de la cama y se arrodilló frente a Jack, lo miró a los ojos y dijo: «¡Puedo hacerte correrte! ¡Sé que puedo!».

Desde la puerta, Jenny, que se había quedado mirando con Dan, gritó: «¡Tenemos una nueva contrincante!». Inmediatamente, la puerta se llenó de nuevo y todos corrieron a ver el espectáculo. La gente entró a empujones en la sala y tomó cualquier punto estratégico que pudo encontrar.

Mientras Buster llenaba la puerta, su gran cuerpo negro bloqueaba el paso a todos hasta que lo empujaron fuera del camino, preguntó: «¿Qué está pasando?»

«Renee cree que Jack miente. Cree que puede hacerlo eyacular», explicó Jenny.

«Oh, ho, ho, ho» dijo Buster riendo con su voz profunda, que resonó en la habitación. «¡Esto será divertido!»

Mientras el hombre grande y negro se apoyaba contra una pared para mirar, Debra se inclinó junto a Renee y le dijo con voz comprensiva: «¿Estás segura de que quieres hacer esto? ¡Puede ser perjudicial para el ego! Jack realmente no puede tener un orgasmo con una mujer adulta».

Renee miró a todos los presentes en la sala como si hubieran perdido la cabeza. «Pero si puede alcanzar una erección y disfrutar del acto, entonces debe ser capaz de tener un orgasmo. ¡Lo demostraré!» Y diciendo esto, llevó su boca hacia la hombría de Jack.

Debra apoyó una mano comprensiva sobre la cabeza de la mujer y dijo: «Supongo que a veces hay que aprender a las malas», antes de dejarla con su trabajo.

Y Renee hizo su trabajo. Su cabeza se balanceó furiosamente sobre la polla de Jack, sus mandíbulas y su lengua lo trabajaron hasta que sintió que se le iban a caer de la cara. Pero aunque Jack gemía, gemía y jadeaba, no se corrió.

Renee no se rindió. Lo empujó con violencia hacia atrás sobre la cama y presionó su coño contra su miembro. Rebotó hacia arriba y hacia abajo, moviendo sus caderas en todas las direcciones que pudo imaginar. Jack también ayudó apretando sus pechos, atrayéndola hacia abajo para besarla apasionadamente, dándole la vuelta para embestirla con su pene antes de levantarse para dejarla rebotar más. Jack todavía no se corrió. Aunque Renee lo hizo tres veces.

Todos en la sala se pusieron cachondos viendo el espectáculo, pero nadie podía quitarle los ojos de encima el tiempo suficiente para emparejarse con alguien más. Pensando que Jack solo necesitaba un agujero más estrecho, Renee sacó su coño follado de la polla dura como el acero de Jack y se movió unos centímetros hacia arriba para empujar su culo hacia abajo sobre él. Todos los adultos admiraron su persistencia mientras se corría sobre Jack, una vez más Jack hizo todo lo que pudo para ayudar y llevar a la mujer a dos orgasmos más, pero aún así no le dio la recompensa que buscaba.

A punto de rendirse, pero aún sin querer admitir la derrota, Renee se bajó débilmente de Jack, tomó una toalla para limpiarle la polla y comenzó a sacudirla con el puño. Su mano se volvió borrosa mientras subía y bajaba por su miembro. Cuando un brazo se cansó, cambió al otro. Después de veinte minutos, sus brazos parecían de plomo y estaba cubierta de sudor, pero ni siquiera un hilo de líquido preseminal había salido de la polla de Jack.

Desesperada, Renee intentó su último truco. Succionó la polla de Jack con su boca jadeante y cansada y se sumergió en su eje. Con gran dificultad, abrió la garganta y comenzó a hacerle una garganta profunda. Una vez que se detuvo con la nariz firmemente plantada entre sus vellos púbicos, el cuerpo de Jack se puso rígido mientras gritaba. Todos jadearon, pero Jack miró a su alrededor con ojos aturdidos y llenos de lujuria y explicó: «Aún no termino».

Cuando Renee cayó de espaldas, exhausta, derrotada y dolorida, el cuerpo de Jack estaba empapado en sudor y temblaba continuamente. Jenny tenía una toalla limpia en la mano y la dobló diciendo: «Ahora mira esto, realmente te sorprenderás». Jenny colocó la toalla doblada sobre los ojos y las orejas de Jack.

«Oh, Dios, están tratando de matarme», dijo Jack con voz agotada. Cuando la toalla le impidió ver por completo, Jenny hizo un gesto y Joyce se levantó para colocarse sobre Jack. Con cuidado de no tocarlo con nada más, tomó su enorme polla entre sus labios y lo chupó. Dos minutos después, fue reemplazada por Jenny, quien tomó su turno. Luego, Debra, luego Joyce nuevamente, luego Debra, luego Jenny. Luego, cuando Joyce lo intentó otra vez, la chica más cercana a la polla de Jack, que resultó ser Kelly, la hija de cinco años de Buster, fue levantada a su posición. Cuando la boca de Joyce se alejó de la maravillosa polla de Jack, Kelly acercó sus labios.

Tan pronto como los labios carnosos de la niña negra tocaron el pene de Jack, él gritó en la agonía de la liberación, su cuerpo se contrajo tan fuerte que casi se dobló. Kelly tuvo un solo instante para maullar de sorpresa antes de que se viera obligada a tragar la carga que inundaba su boca. «¡Oh, maldita sea, oh, joder, Dios, Dios, Dios, Dios, Dios, Dios, KELLY, QUÍTATE DE AQUÍ ANTES DE AHOGARTE!», gritó Jack. Renee miró con asombro, la toalla todavía cubría la cara del hombre, no había forma de que supiera a quien pertenecían los labios que estaban alrededor de su pene.

Kelly siguió el consejo de Jack y le quitó la polla, que ya estaba llena de su semen. La polla de Jack tuvo dos espasmos antes de que otra niña saltara para llevársela a la boca. Esta vez fue una de las gemelas, April, quien valientemente intentó tragarse su semen, pero ella también tuvo que retroceder, inmediatamente reemplazada por Grace, de cinco años, quien finalmente recibió el resto de la carga salada de Jack. Cuando el último chorro de semen llenó la boca dispuesta de la pelirroja, chupó profundamente para asegurarse de que fuera la última gota. Tan pronto como sus labios manchados de semen dejaron su polla, pasó de estar completamente erecta a desinflada tan rápidamente que hizo un sonido audible cuando golpeó contra su muslo.

«Ahora, Jack. ¿Quién no ha probado tu esperma?» le preguntó Jenny al hombre exhausto que todavía tenía la toalla sobre la cara.

Su voz cansada parecía venir de muy lejos mientras enumeraba: «Nina, Elizabeth, May y Shelby».

«Espera un minuto», dijo Buster mientras hacía el recuento. «¿Quién es Shelby?»

Los ojos de Dan y Jenny estaban abiertos como platos. Habían esperado que él pudiera nombrar a las tres niñas que no habían llegado a su pene. Pero esto los asustó. Las manos de Jenny se llevaron a su barriga del tamaño de una pelota de baloncesto y dijo: «Shelby es el nombre que habíamos planeado darle a nuestra bebé. Pero nadie lo sabe. ¡Lo decidimos hoy!»

La habitación quedó en completo silencio durante varios minutos. Fue Joyce quien rompió el silencio, extendiendo la mano hacia la polla desinflada de Jack y diciendo con una voz llena de asombro: «Siempre dije que esta cosa era mágica…»

Cuando su mano hizo contacto con el miembro abusado, Jack comenzó a gemir: «No, no, no lo toques, ¡lo rompiste! ¡Nunca volverá a estar duro! ¡Oh, mi pobre pene muerto!». Lo dijo en un tono tan patético que provocó fuertes carcajadas de todos los presentes en la habitación.

Cuando la risa se desvaneció, Jack dijo con su voz cansada: «Oh, ¿Jenny?»

«¿Sí, Jack? «Su voz sonó pequeña y asustada.

Finalmente, Jack se llevó una mano flácida a la cara y se quitó la toalla. Sus ojos estaban cansados pero traviesos cuando dijo: «Vi la lista que dejaste en la barra. Shelby estaba rodeada por dos círculos y tenía todos estos pequeños corazones. Solo hice una suposición. Es un nombre encantador y estoy seguro de que será una niña encantadora». Después de eso, Jack cerró los ojos y se durmió.

Se despertó tres horas después con la agradable sensación del brazo de una niña sobre su pecho, cuyos delicados dedos jugaban distraídamente con el vello de su pecho. Jack era un tonto por eso. Abrió los ojos y luego trató de sacarse la arena de ellos parpadeando. Cuando finalmente pudo usarlos, se concentró en el hermoso rostro de Nina. La niña lo estaba mirando dormir, con ojos pensativos.

«Hola» dijo Jack con calidez. Estaba concentrado en su rostro, en sus ojos, pero su cuerpo podía sentir que la niña de diez años estaba desnuda a su lado. Su rostro parecía cansado y su cabello estaba alborotado.

«Hola», respondió Nina, correspondiendo su cálida sonrisa con una propia.

Como quería, Jack tomó el brazo que había estado usando como almohada y lo extendió para acariciar el cabello enmarañado de la niña, alisándolo para que volviera a su lugar. Nina sonrió y arqueó la cabeza en su mano como un gatito que exige que lo acaricien. «Pareces cansada», comentó Jack mientras continuaba acariciando el cabello de la niña y se perdía en sus ojos.

«Estoy cansada» respondió Nina, reprimiendo un bostezo. «Han pasado muchas cosas desde que te fuiste a dormir. Te perdiste una orgía de las buenas.»

«Creo recordar una muy linda que me hizo dormir», respondió Jack con ojos brillantes. «¿Pudiste conocer a todos?»

«Mmm, sí», respondió la niña de diez años, estirándose perezosamente contra su cuerpo. «Conocí a Buster, a Ray, a Joyce y a Debra. Me gustan las gemelos de Ray. Son divertidas. ¡Creo que mis hermanos se enamoraron de ellos!»

«Es fácil enamorarse de ellas» confirmó Jack. «Son divertidas, inteligentes y tiernas», continuó Jack. Mientras lo hacía, Nina se movió un poco hacia arriba y apoyó la cabeza sobre su hombro. Su mano dejó su cabello y comenzó a frotar suavemente su columna de arriba a abajo. Nuevamente, Nina se arqueó en su mano, aparentemente ansiosa por su toque. «¿Te gustaron todos?» preguntó Jack.

«Sí, me gustan todos», murmuró Nina en su hombro». Al principio, Buster me daba un poco de miedo. ¡Parece tan grande y malo! Pero cuando me cogió, fue muy suave y lento. Pensé que Ray sería suave, pero fue duro. No tan duro. Él y Debra me hicieron correrme tres veces.

«Parece que tuviste una noche muy ocupada», murmuró Jack en el cabello de la preadolescente.

Nina comenzó a jugar nuevamente con el vello de su pecho mientras respondía: «Sí, pero no tuve lo que realmente quería».

«¿Ah, sí? » preguntó Jack. «Qué querías?»

La voz de Nina era un susurro ronco cuando respondió: «Te quería dentro de mí otra vez».

El corazón de Jack dio un vuelco y sintió que su pene se movía. Pero estaba demasiado cansado para levantarse de nuevo. «Lo siento, Nina».

«Está bien» respondió la niña tristemente.

«Tendremos otros momentos para jugar» le aseguró Jack.

«¿Jack?»

«¿Si Nina?»

«¿Es cierto que sólo puedes correrte con chicas menores de trece años?»

Jack suspiró y respondió: «Sí, es verdad». Mientras lo decía, Jack sintió que la espalda de Nina comenzaba a temblar bajo su mano. Luego sintió que la humedad caía sobre su hombro. «¿Nina? ¿Estás llorando?», preguntó.

«S-sí «respondió su voz temblando del sentimiento.

«¿Por qué lloras?» preguntó Jack de repente preocupado.

«¡Porque e-eso significa que sólo tengo dos años contigo!» tartamudeó Nina.

«Oh, niña», dijo Jack, dándose la vuelta para abrazarla. «¡No tienes por qué estar triste! ¡Tienes un futuro brillante por delante! Primero está la escuela secundaria. No irás a la universidad, porque conocerás a un chico y te enamorarás. No será el indicado para ti, pero tendrás cinco años felices con él. ¡TANTOS recuerdos maravillosos que construir! Después de él, te enamorarás de otro chico, y será muy malo contigo, pero afortunadamente eso no durará mucho. ¡Entonces, oh, entonces! ¡Entonces conocerás al hombre con el que estás destinada a compartir tu vida! ¡Él te dará todo lo que necesites! Ni autos ni pieles ni casas, pero tú y él formarán un hogar juntos. ¡Él te dará tres hijos maravillosos, un niño y dos niñas! Será como lo fue tu papá, ya sabes. Él te amará igual que tú, y amará a tus hijas igual que tú también. ¡Serás muy feliz! Ni siquiera pensarás en mí para entonces.»

«¡Pero TÚ eres el hombre con el que estoy destinada a estar, Jack!», gritó Nina. «¡Tú eres el que es igual que mi papá! ¡Hasta tienes el mismo nombre! ¡Hiciste que me corriera simplemente tirando de mi cabeza hacia abajo, como solía hacerlo papá!»

«Tienes razón, Nina», respondió Jack, llevándola a un silencio atónito. «Soy todas esas cosas. Pero solo soy un bache en tu camino. Estás destinada a estar conmigo, ¡pero no para siempre! Al igual que estabas destinada a estar con tu papá. Al igual que estabas destinada a estar con Buster y Ray esta noche. Estás destinada a estar con Bob, Fred y George. A todos ellos los conocerás más tarde. Pero todos somos solo baches en tu camino. ¡Y tu camino, mi querida niña, te llevará a un lugar tan feliz!»

«¿En serio?» preguntó Nina.

«En serio», le aseguró Jack. Vio cuando la fe se apoderó de sus ojos. Para sellar el trato, Jack movió sus caderas hacia adelante, llevando su miembro flácido a frotarse contra su pierna. Con una voz tonta, dijo: «Cree en el poder del pene mágico. ¡El pene lo sabe todo!»

Con eso, Nina comenzó a reírse. Luego a carcajearse, y la risa fue aumentando en volumen a medida que Jack comenzó a hacerle cosquillas. Pronto la dejó sin aliento de la alegría, y todo rastro de tristeza desapareció.

Renee corrió a la habitación y miró a su hija con asombro. Mientras Nina se reía a carcajadas, Renee sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas. Se las secó rápidamente antes de que su hija la viera. «Nina, será mejor que te vistas, tenemos que irnos pronto».

«Está bien, mami», dijo Nina, saltando de la cama y soltando otra carcajada mientras Jack le daba una nalgada juguetona en el trasero. Jack también se levantó y siguió a la preadolescente hasta la puerta, cerrándola detrás de ella. Luego se dio la vuelta y tomó a Renee en sus brazos.

Renee sintió que se soltaba mientras los brazos de Jack la sujetaban. Comenzó a sollozar en silencio sobre su pecho mientras Jack la acariciaba. «Tranquila, tranquila», dijo Jack en tono de complicidad. «Está bien. Ella estará bien».

«Es tan bueno oírla reír así», sollozó Renee. «No lo había hecho así desde que…»

«Desde que murió su padre», completó Jack por ella. «Pero ahora se reirá cada vez más».

«¿De verdad eres un hombre mágico? «preguntó Renee, cada vez más tranquila contra él.

«Soy un hombre como cualquier otro hombre», respondió Jack antes de corregir: «Bueno, está bien, tal vez no como CUALQUIER otro hombre. Ciertamente como cualquier otro pedófilo bondadoso. Pero tal vez la magia a veces me encuentre. No lo sé.»
El sábado por la noche, Jack fue el primero en llegar al lugar de la fiesta. La casa de George era de estilo ranchero, pero tenía un sótano bien acondicionado. Su jardín estaba bien cuidado y tenía una hilera de arbustos que protegían la casa de la calle. George sonrió ampliamente a modo de saludo mientras invitaba a Jack a entrar a su casa. Estaba empezando a llover.

Jack agregó el regalo que había traído a la enorme pila de regalos que había sobre una mesa y luego fue sacudido por un manojo de energía que llevaba un lindo vestido veraniego con flores. Jack levantó a Arlene, la hija de George, y le dio un beso intenso.

«¡Entonces!» dijo Jack abrazando a la niña contra su pecho. «¡Hoy cumples siete años! ¿Estás emocionada?»

«¡Estoy tan emocionada!» respondió Arlene sonriendo. «¡Mira todos los regalos!»

«Los veo», respondió Jack con una sonrisa. Aunque la fiesta sería pequeña, todos los miembros del grupo habían enviado algo. Todos los niños se beneficiaron en sus cumpleaños y Navidad de tener una familia tan grande y amorosa.

«¿Qué me has regalado, Jack? «preguntó Arlene alegremente. «¡No veo la hora de abrirlo todo!»

«Te compré un… » Mientras los ojos de la niña se iluminaban esperanzados, concluyó. «¡Tendrás que esperar a ver qué es cuando los abras todos!» La niña le hizo una mueca y luego le echó los brazos al cuello con alegría.

Jack dejó a la niña en el suelo, se volvió hacia George y le preguntó: «¿Necesitas ayuda con algo?»

«Creo que ya lo tengo todo bajo control», respondió George. «¿Cómo ha ido la reunión de esta tarde?»

Jack se había reunido con Ray, Richard y Joyce esa tarde. Todos ellos habían estado sondeando discretamente a los padres sobre el acuerdo exclusivo que les había ofrecido Hans y pasaron la tarde discutiendo los pros y los contras. La predicción de Sandra se había cumplido en cuanto a que uno de los padres rechazó la idea de aumentar la recaudación de los niños por hacer las películas.

«Creo que lo haremos», respondió Jack. «Tenemos algunos detalles más que pulir».

«Creo que es la decisión correcta», respondió George.

«¿Estás disponible el próximo fin de semana?» preguntó Jack.

«Creo que sí. No tengo nada planeado. ¿Por qué?», respondió George.

«Tenemos un proyecto especial que hemos decidido llevar a cabo. Un hombre en Alemania nos pidió un vídeo privado para que lo representáramos. Tú eres uno de los actores que nos pidió. Al parecer, le recuerdas mucho a su tío, que era un hombre muy travieso».

«No me gustan las escenas con chicos», le recordó George.

«No, no es una escena de chicos, aunque habrá un chico mirándola. Es una escena en la que el tío seduce a una de las hermanas menores del alemán. El guión que envió contiene sus recuerdos de esa escena. Hay tres escenas en total. Trabajarás con la hija de Fred, Jill».

«En ese caso no hay problema» dijo George con una sonrisa.

«Estoy pensando en invitar a la nueva familia a que lo vea. Dejar que se familiaricen con el proceso. Así es posible que haya público», añadió Jack.

«Estoy deseando conocerlos. Llevaré a Arlene conmigo también. Pasaremos un fin de semana allí. Tengo entendido que hay dos nuevos adolescentes. Le vendría bien a Arlene conocerlos».

Antes de que pudieran seguir hablando del tema, sonó el timbre y George fue a abrir. Al abrir la puerta, sonrió ampliamente cuando Fred y sus hijas Jill y Katie entraron. Añadiendo sus regalos a los que ya estaban sobre la mesa, saludaron a todos con calidez. Cuando le preguntaron dónde estaba Ingrid, respondió que no se sentía bien y luego mencionó que podría estar embarazada. Jack preguntó si Jill estaba disponible para trabajar con George el fin de semana siguiente y se enteró de que sí.

«Fred, quizás quieras estar disponible también», afirmó Jack. «Hay una niña de diez años, Nina, a la que le gustaría aprender a abrir la garganta y su hermano Gregg podría estar interesado en explorar el lado masculino de las cosas. Además, el hijo de Bob, Justin, ha aceptado actuar en una escena gay».

«¿En serio?» preguntó Fred alegremente. «¡Estaré allí! ¿Actuaré con Justin?»

«No, ya que Jill está actuando con George» respondió Jack. «Estoy tratando de ponerme en contacto con Robert. Sin embargo, si no puedo, tal vez tengamos que cambiar un poco las reglas. Tú y Robert son los únicos a los que les gustan los chicos.

«De cualquier manera, me aseguraré de que se acostumbren a ello con suavidad», le aseguró Fred. Con un metro sesenta y cinco de estatura, el hombre barrigón no parecía alguien que inspirase pasión. Su pelo negro hacía que su piel pareciera más pálida. Sus gafas llamaban la atención sobre sus ojos grises. Pero Fred tenía un talento positivo en lo que se refiere al sexo.

Había conocido a su esposa Ingrid en un viaje de negocios a Austria. Había sido amor a primera vista. Ingrid era una hermosa mujer de cabello castaño rojizo, y recibió muchas burlas de su familia cuando declaró que Fred era el hombre para ella. Las burlas se convirtieron en sorpresa cuando se casó con él una semana después y regresó a Estados Unidos con él. En menos de un año le había dado su primera niña. Un año y dos meses después le dio su segunda.

Tan pronto como las niñas dejaron de usar pañales, mostraron su amor por estar desnudas. Fred intentó desesperadamente hacer que usaran ropa en la casa, pero ambas ignoraron a su padre. Ingrid comenzó a sospechar por qué Fred intentó tan desesperadamente vestir a sus niñas cuando su hija mayor cumplió cuatro años. Las miradas de Fred hacia su hija desnuda Jill comenzaron a volverse hambrientas. Entonces Ingrid notó el aumento de su pasión después de mirar a sus hijas desnudas toda la noche y ató cabos.

Ingrid descubrió que su hambre por sus hijas era muy excitante. Comenzó a usarlo en el dormitorio, volviéndolo loco hablando de sus hijas mientras lo seducía. Comenzó a hacerle usar una venda en los ojos mientras lo chupaba, diciéndole que imaginara que era Jill quien le chupaba la polla. Entonces, un día, mientras le hacían una mamada, escuchó la voz de su esposa en su oído. Al quitarse la venda, descubrió a su hija de cuatro años chupando felizmente su pene masculino, mientras su hija de tres años, Katie, miraba esperando su turno.

El deseo de su marido por tener hijos varones se descubrió al año siguiente, cuando llegaron unos nuevos vecinos. Los nuevos vecinos tenían un niño de cinco años que venía a jugar con Jill y Katie. Cuando vio en sus ojos el mismo anhelo por el niño que tenía por sus hijas, Ingrid se propuso hacer realidad esa fantasía para él también.

Jack había descubierto a esta familia. Fred había organizado la publicidad para la empresa en la que trabajaba y había entablado amistad con Jack. Un día lo invitó a cenar a su casa. Aunque tuvo cuidado de enseñarles a sus hijas a no portarse mal delante del invitado, Jack supo de inmediato que el hombre se estaba follando a sus hijas. Jack primero se había ido adaptando al asunto familiar y luego había logrado que la familia se integrara al grupo.

Los recuerdos entrañables de ese proceso se vieron interrumpidos por el timbre de la puerta. Como era el más cercano a la puerta, la abrió y sonrió cuando encontró a Katherine Riveros y a su padre, Jason. Estrechó la mano de Jason con calidez, levantó a Katherine Riveros y recibió el beso apasionado de la niña de seis años. Katherine Riveros era una niña impresionante.

Apenas había dejado a la excitada niña en el suelo para correr hacia los otros niños cuando sonó el timbre. Jack abrió y apareció la última familia. «Cuánto tiempo sin verte», dijo Bob con una sonrisa mientras conducía a su prole. El pelo de Justin ya había sido teñido de rubio para la escena de la semana siguiente, y el cambio fue sorprendente. Parecía un niño de ocho años totalmente diferente cuando Justin le estrechó la mano.

«¡Escuchen, todos! ¡Ya está lista la comida! ¡Hamburguesas y hot dogs para todos!» George había colocado la parrilla en su terraza, debajo de un toldo. Mientras comenzaba a preparar la comida para todos, que se dirigían en tropel hacia la puerta del patio, cayó un fuerte aguacero. Se oyó un trueno y un relámpago brillante, lo que hizo que todos saltaran de la sorpresa.

Cuando se acabaron todas las hamburguesas, se sirvió la tarta y el helado. Arlene se sonrojó profundamente mientras todos le cantaban feliz cumpleaños. Entonces llegó el momento de que brillara cuando George anunció que era hora de abrir los regalos. Arlene saltó sobre la pila de regalos y comenzó a arrancar el papel.

Una gran pila de cajas rosas y azules con diseños de Barbie comenzó a acumularse a medida que abría sus regalos. Los otros niños que estaban allí se maravillaban ante los juguetes que no habían visto antes y comentaban alegremente los juguetes que también tenían. Cuando Arlene llegó a la primera prenda de vestir que recibió como regalo, se quitó el vestido de verano sin una pizca de timidez mientras se probaba la ropa.

Los ojos de todos los hombres se llenaron de hambre al ver a la niña desnudarse y vestirse una y otra vez mientras sacaba ropa nueva. Jack pudo ver la determinación en algunos ojos de regalar más ropa y se rió suavemente para sí mismo. Cansada de ponerse el vestido veraniego después de cada nuevo atuendo, Arlene simplemente se lo quitó y abrió sus regalos desnuda.

Cada vez que la emocionada niña abría un regalo de alguien en la fiesta, corría hacia ellos con alegría y les daba un abrazo y un beso en agradecimiento. Cada vez que lo hacía, los abrazos se hacían más fuertes y los besos más largos y Arlene se sonrojaba más a medida que un tipo diferente de emoción comenzaba a apoderarse de ella. Un regalo en particular, un vestido de noche rojo vino en miniatura con el que la niña rubia lucía deslumbrante, le valió al donante de ese regalo, que resultó ser Bob, un beso lleno de lengua. Cuando Arlene interrumpió el beso, su rostro era casi del color del vestido. Mirando a Bob a los ojos, recompensó aún más su regalo quitándoselo lentamente, con una mirada burlona en sus ojos antes de correr de regreso a la mesa.

Cuando Arlene abrió el regalo de Jack, un kit de arte para adultos con lápices de carbón, acuarelas y pinturas al óleo, y una colección de pinceles, dio un grito de puro deleite y corrió a toda velocidad. Saltó a su regazo y juntó sus labios con los de él, metiendo la lengua en su boca y sacando la suya y chupándola mientras él le devolvía el beso. Interrumpiendo el beso, la chica sin aliento con sus brillantes ojos azules dijo: «Gracias, Jack, ¡es justo lo que quería!».

«Es lo menos que puedo hacer por una chica cuyas obras de arte algún día se venderán por miles de dólares», respondió Jack con una sonrisa mientras la dejaba tiernamente en el suelo. A Arlene le gustaba dibujar y Jack ya podía ver, incluso a su corta edad, que tenía talento.

El último regalo que se abrió fue el de su padre y, por supuesto, el mejor de todos. Arlene, como todas las niñas, siempre quiso un poni. Por supuesto, George no tenía espacio, pero le consiguió lo mejor que podía conseguir: un pase para una granja de caballos que estaba en el camino al estudio, donde Arlene podía montar en poni siempre que George tuviera tiempo de llevarla.

Con los regalos perfectamente apilados y el papel de regalo acomodado, George anunció la siguiente parte de la velada. «¡Bien, todos! ¡Es hora de los JUEGOS!» Las chicas gritaron con fingido miedo mientras los hombres de la fiesta se apresuraban a agarrarlas. Los juegos de fiesta siempre eran divertidos, pero en una fiesta de cumpleaños de pedófilos, se manejaban de una manera un poco diferente. Cada hombre llevó a sus hijas a la sala de estar y comenzó a quitarles la ropa.

Con su hija ya desnuda en su regazo, George anunció: «Como Arlene es la cumpleañera, ella decide a qué jugamos».

Las otras chicas gritaron sugerencias, pero Arlene se sonrojó y dijo: «Quiero jugar a ‘Adivina quién'».

«¡Adivinen quién es entonces! ¡Todos a mi habitación!»

Los hombres soltaron a la niña desnuda que sostenían y las niñas siguieron a Arlene hasta el dormitorio de su padre. Los hombres y Lynn la siguieron, desnudándose mientras avanzaban. Pero cuando llegaron a la habitación, todas estaban desnudas. «¡Todas las niñas a la cama!», ordenó George y las niñas saltaron sobre su enorme colchón king size. La habitación quedó en silencio mientras George miraba a Lynn, que estaba de pie junto a su marido. «Dije todas las niñas», afirmó George con una sonrisa lasciva.

Los ojos de Lynn se abrieron de par en par por la sorpresa y dijo «¡Oh!» antes de que la palmada en el trasero de su esposo la enviara a unirse a las chicas que se reían en la cama.

«Necesito algo para usar como venda para los ojos.» George frunció el ceño y miró alrededor de la habitación.

«¿Qué tal esto?», preguntó Jack, tocando la enorme colección de corbatas que colgaban sobre la puerta del armario de George y que no permitían cerrarla.

«¡Perfecto!», exclamó George. Jack tomó seis de las corbatas y se las arrojó a George, quien comenzó a anudarlas alrededor de los ojos de los niños que reían.

Mientras George les vendaba los ojos, Jack vio que Fred se acercaba a Justin y le ponía una mano suavemente en el hombro. Justin le sonrió tímidamente al hombre bisexual. Bob también lo vio y frunció el ceño ligeramente, pero no puso ninguna objeción.

Con las seis mujeres vendadas y acostadas sobre la cama, George dijo: «Solo para refrescarles la memoria a todos. ‘Adivina quién’ se juega así. Hoy funciona bastante bien, seis chicas y seis chicos. Los seis chicos tendrán cinco minutos para comerse o follar a la chica. La chica debe mantener sus manos quietas. Al final de esos cinco minutos, los chicos tienen que levantarse y las chicas pueden adivinar quién fue el que les estaba haciendo el amor. Si la chica no lo sabe, puede pasar. Si cree que lo sabe, puede gritar su nombre. Si tiene razón, el chico queda eliminado y no puede participar en más rondas. Si la chica se equivoca, queda eliminada y se va de la cama. Los hombres no pueden hacerlo con la misma chica dos veces seguidas. ¿Está todo claro?» Todos dijeron que lo entendían y George puso un cronómetro que había sacado de la cocina por el camino. «Bien, ¡comienza la primera ronda!»
Todos los hombres se apresuraron a pararse ante las piernas abiertas de una chica. Con consentimiento tácito, todos se arrodillaron para comer a la mujer que tenían delante. Las chicas tendrían que estar preparadas antes de que se produjera cualquier follada. Jack se encontró frente a Teresa. Cuando se agachó y separó suavemente las piernas de la niña de cinco años, ella jadeó y su respiración se aceleró. Jack besó tiernamente cada uno de los muslos internos de la niña, luego su monte de Venus sin vello antes de bajar para lamer suavemente su pequeño clítoris oculto. El cuerpo de Teresa dio un respingo y sus pequeñas manos comenzaron a dirigirse hacia la cabeza de Jack antes de que recordara que no tenía permitido usar sus manos.

Pronto la cama se llenó de jadeos y gemidos. La cabeza de Justin se movía furiosamente de un lado a otro, de arriba a abajo, mientras hacía gemir de placer a Katherine Riveros. Arlene jadeaba ante los esfuerzos de Bob por comérsela, Jill movía las caderas de arriba a abajo frotando su clítoris contra la lengua de Jason, Katie yacía quieta pero jadeando mientras la cabeza moteada de gris de George se movía afanosamente en su entrepierna, y Lynn frotaba su coño contra la lengua del experto Fred.

Demasiado pronto, el cronómetro dio un vuelco y los hombres se levantaron de mala gana y se congregaron al final de la cama. «Bien, señoras, ¿alguna suposición?». Las chicas ya habían pasado y George reinició el cronómetro. «¡Segunda ronda!», gritó.

Esta vez, Jack se encontró con Lynn. Al notar que Fred ya tenía a la mujer adulta empapada, decidió arriesgarse. Estaba en desventaja en este juego porque su pene grueso y su pecho velludo lo hacían fácil de identificar. Esperaba que la mujer adulta estuviera lo suficientemente estirada después de dos niños como para que no reconociera su pene. Se deslizó con cuidado dentro de ella, amando la forma en que se retorcía y jadeaba como lo haría una niña.

Mientras Jack comenzaba a follar a la mujer, miró y notó que todos los demás habían decidido comer de nuevo. Arlene estaba cerca del clímax mientras Jason le hacía cosas maravillosas. Justin estaba comiendo tiernamente a su hermana Teresa. Fred tenía a la joven Katherine Riveros gimiendo de placer. George estaba viendo a Jill mientras Katie comenzaba a mover su cuerpo bajo el tierno cuidado de Bob. Jack aceleró su esfuerzo, teniendo cuidado de deslizar solo la mitad de su polla en el intento de engañar a Lynn. Sus esfuerzos sacudieron la cama y Katherine Riveros gimió «¡OOOOOOOO alguien está siendo follada!»

«¡Y se siente tan bien también!», gritó Lynn interrumpiendo los gemidos mientras las chicas se reían. Entonces sonó el cronómetro y los hombres se reunieron.

«¿Alguien adivina?», gritó George. Lynn sonrió y articuló «Jack», pero no lo dijo en voz alta. Ninguna de las otras chicas tenía una suposición. «¡La siguiente ronda entonces!», gritó George.

Jack se encontró junto al coño empapado de la cumpleañera mientras se arrodillaba para terminar lo que Jason había empezado. George se acercó y deslizó su polla dentro de la gimiente Lynn, cogiéndola con fuerza hasta que gritó con su orgasmo, y luego se dejó caer para morder su coño chorreante. Jason se hizo cargo de Teresa y Jack se alegró de notar que todos estaban siendo tiernos con la preadolescente insegura. Fred se comió a su hija Katie mientras su hermana se encontraba siendo follada por Justin. Bob deslizó su dura hombría dentro de una complacida Katherine Riveros. Arlene comenzó a mover sus caderas en la boca de Jack mientras la llevaba al orgasmo. El cronómetro sonó justo en el medio, pero Jack, consideradamente, continuó lamiendo a la chica hasta que terminó.

«¿Alguna suposición?» preguntó George.

«Supongo que Fred «suspiró Lynn.

«¡Bzzzzzz! ¡Qué error!», gritó George. Lynn suspiró y se levantó de la cama, quitándose la venda que le rodeaba los ojos.

«¡Supongo que Jack! «resonó la voz sin aliento de Arlene mientras disfrutaba del último suspiro de su orgasmo.

«¡Ding ding ding!», gritó George. «¡La cumpleañera tiene razón!»

«Me conocen muy bien», suspiró Jack. Sonrió cuando Lynn lo agarró por el pene y lo usó para sacarlo de la habitación mientras George gritaba por la siguiente ronda.

«¿Me puedes preparar una bebida, Jack? «preguntó Lynn mientras se acercaba y se desplomaba sin fuerzas en el sofá». Ginebra y jugo, por favor.

Jack le preparó una bebida y un ron con Coca-Cola para él, y luego se sentó a su lado. «Tu hija viene enseguida», comentó. «Creo que se estaba divirtiendo mucho en el juego».

«Es un juego muy divertido», respondió Lynn. «Nunca supe lo emocionante que podía ser intentar averiguar qué lengua te estaba lamiendo o qué pene estaba dentro de ti».

«Sabías que era yo» afirmó Jack.

Lynn extendió la mano y tomó su pene con indiferencia, moviéndose lentamente hacia arriba y hacia abajo mientras decía: «Bueno, con esta cosa tan grande, ¿quién no lo haría?». Desde el dormitorio, escucharon a Katherine Riveros gritar en el orgasmo. «Esa es una verdadera zorra», comentó Lynn con una sonrisa.

«Será una gran actriz, ¿sabes?», dijo Jack con seguridad. «Y una muy buena».

Lynn se rió y dijo: «Me pregunto si usarán las imágenes de su cita de juegos en uno de esos programas de ‘antes de que fueran estrellas'». Jack soltó una carcajada ante eso.

Un momento después, Katie, de ocho años, entró en la habitación. «Supuse que era Jason, pero era Bob», explicó tímidamente.

Cruzando la habitación, tomó la bebida de Jack, pero Jack se la arrebató de la mano antes de que pudiera tragar algo. «Bebida de adultos», dijo Jack. «¿Qué quieres? Te traeré algo.»

Katie sonrió con picardía mientras extendía la mano para unirse a la de Lynn sobre su pene. «Está bien, puedo encontrar algo para beber por mi cuenta», dijo mientras se hundía de rodillas. Jack gimió de placer cuando los labios de la preadolescente se cerraron sobre su pene.

Lynn quitó la mano de la polla de Jack y la puso sobre la cabeza de Katie, acariciando su cabello mientras comenzaba a moverse de arriba a abajo. «Es asombroso cómo se sienten atraídas por ti, Jack. Conozco mujeres adultas que tendrían miedo de esa cosa, ¡pero nunca he visto a una niña que no estuviera dispuesta a aceptarlo! Incluso las niñas nuevas lo intentan», dijo Lynn mientras comenzaba a instar suavemente a Katie a profundizar más. «Dios, es tan excitante ver sus bocas tan llenas».

Katie miró a la mujer mayor con una sonrisa. Luego le dio una poderosa mamada a la polla de Jack que lo hizo gemir de placer antes de acelerar los movimientos de su ansiosa boca. Mientras la niña chupaba su polla, Lynn se inclinó y sacó la lengua para lamerle el pezón. Jack suspiró en éxtasis mientras las dos mujeres usaban sus bocas para complacerlo. Jack cerró los ojos y disfrutó de las sensaciones.

Sintió que la cabeza de Lynn se sacudía sobre su pecho y abrió los ojos para ver que tenía a una niñita que le apretaba los labios sobre el pecho. Katherine Riveros había entrado en la habitación sin ser vista. Jack observó cómo la niña de seis años lamía y chupaba un pecho antes de girarse hacia el otro. Lynn gimió de placer cuando la niña la besó por todo el cuerpo. Jack rodeó a Lynn con el brazo, sus dedos tirando y tirando de sus pezones uno por uno mientras Katherine Riveros lamía su coño mojado.

Katie comenzó a girar la cabeza mientras subía y bajaba por el miembro de Jack. Jack gimió al sentir su lengua y sus dientes trabajando en él. Escuchó a Katie gemir de sorpresa y abrió los ojos para encontrar a Bob arrodillado en el suelo detrás de la preadolescente empujando su pene dentro del coño mojado de la niña.

Más allá de Bob, Jack podía ver a Jason acostado en una posición de puro éxtasis. De espaldas al suelo, Jason tenía a Teresa a horcajadas sobre su cara. Mientras tanto, Arlene se estaba empalando en su polla. Ambos niñas tenían expresión de placer, pero era difícil verlos. El rostro solemne de Teresa estaba siendo empalado por George, que estaba de pie sobre el cuerpo de Jason con los pies a cada lado. Mientras su polla descansaba segura en la boca de Teresa, su hija se inclinaba hacia adelante con la lengua enterrada en su raja mientras le lamía el culo.

Bob apartó a Katie de la polla de Jack para ponerla boca arriba y comenzó a golpear su polla dentro y fuera de la gimiente niña de ocho años. Libre por el momento, Jack aprovechó la oportunidad para ir al baño. Mientras se sentaba, abrió aún más la pierna de Lynn y le susurró al oído a Katherine Riveros: «Volveré en un minuto para follarte, estúpida. No vayas a ningún lado». La niña de seis años emitió un largo gemido de anticipación mientras Jack se ponía de pie.

Mientras Jack caminaba por el pasillo, escuchó voces silenciosas que hablaban desde la habitación de George. Desde su posición, podía ver a Fred y Justin juntos en la cama. La mano de Justin estaba envuelta alrededor de la delgada polla de veinticinco centímetros de Fred. Justo cuando Jack los vio, Justin sonrió tímidamente, luego se inclinó hacia adelante y tomó la cabeza del pene de Fred en su boca. Jack desvió la mirada y continuó más allá de la puerta hacia el baño.

Cuando Jack terminó de vaciar su vejiga y salió, vio que Fred y Justin tenían audiencia. Katherine Riveros estaba parada en la puerta, mirando hacia adentro con una mirada de confusión en su joven rostro. Estaba tan absorta que chilló de sorpresa cuando Jack la recogió de camino a la sala de estar. «Jack, Fred y Justin estaban…»

«Lo sé, Katherine Riveros, yo también los vi.» Cuando Jack levantó a Katherine Riveros, vio que el hombre y el niño gemían suavemente mientras se daban placer mutuamente.

«¡Pero los chicos no deberían hacerse eso entre ellos! «protestó Katherine Riveros suavemente.

Jack se detuvo donde estaba y miró a la niña de seis años a los ojos. «¿Por qué no?», preguntó. «Es lo mismo que le estabas haciendo a Lynn hace unos minutos».

«Pero ambas somos chicas «razonó Katherine Riveros.

«Exactamente», dijo Jack. Cuando la niña lo miró confundida, Jack le preguntó: «¿Te gustó lo que le estabas haciendo a Lynn?»

«Sí»

«¿Te hubiera gustado que Lynn te hiciera eso?»

«Mmmmm Sí, ella es buena en eso.»

«Así que te gusta comer coño, y sé que te gusta chupar pollas».

«Mmm sí, me gusta eso.»

«Entonces ¿te gustan los chicos y te gustan las chicas?»

«Sí.»

«A Fred le gustan las chicas, pero también le gustan los chicos».

«Oh » dijo Katherine Riveros empezando a comprender.

«Sí. Ahora Justin no sabe si le gustan los chicos o no. Eso es lo que está intentando averiguar ahora mismo. Sabe que le gustan las chicas. Sólo está intentando averiguarlo. ¿Entiendes?»

«Sí, lo entiendo.»

«Buena chica», dijo Jack dándole un beso.

«¿Jack?», preguntó Katherine Riveros.

«¿Sí?»

«¿A ti también te gustan los chicos?»

«No de esa manera», respondió Jack. «Pero me gusta Justin y me gusta Fred. Ambos son mis amigos.»

«¿Jack?»

«¿Si cariño?»

«¿No ibas a follarme, tontito?», preguntó Katherine Riveros con una sonrisa brillante.

«¡Oh, sí!», dijo Jack mientras regresaba a la sala de estar.

Cuando llegó, parecía que había ocurrido un tornado sexual. Cuerpos jadeantes y cubiertos de sudor yacían por todas partes. Bob estaba acostado sobre Katie, y la joven se reía mientras intentaba apartarlo de ella. Jill estaba acostada en el sofá, con el cuerpo todavía con espasmos suaves por el orgasmo mientras Lynn la besaba suavemente. George se cruzó en su camino con Teresa a cuestas, los labios y la barbilla de la niña de cinco años estaban manchados con su esperma. Jason estaba acostado boca arriba tragando aire mientras Arlene, con su polla todavía dentro de ella, estaba recostada sobre sus piernas.

Jack llevó a su pequeña de seis años a través de esa carnicería sexual y la acostó en el extremo desocupado del sofá. Se puso de rodillas y fue directo a su dulce coñito. Katherine Riveros gimió cuando su lengua encontró su clítoris y comenzó a pincharlo. Después del juego sexualmente intenso y la orgía que siguió, no pasó mucho tiempo antes de que Katherine Riveros volviera al límite.

Mientras todos se reunían para mirar, con George repartiendo refrescos, Jack endureció su lengua y comenzó a introducirla en el estrecho y pequeño túnel del amor de Katherine Riveros. Katherine Riveros comenzó a retorcerse y a gemir en el sofá mientras él lo hacía. Jill se arrastró desde su extremo del sofá hasta la cabeza de Katherine Riveros y comenzó a susurrarle al oído. Jack solo pudo distinguir una palabra lasciva aquí y allá, pero el efecto en Katherine Riveros fue innegable. Katherine Riveros comenzó a agitarse mientras se acercaba cada vez más al orgasmo.

Justo antes de que llegara, Jack apartó la boca del coño caliente de la preadolescente. Se incorporó y apuntó su polla, una vez más dura, a los labios rojos e hinchados de su excitado coño, y comenzó a empujar su gruesa polla contra ella. Su coño se hundió alrededor de su gran polla, hasta que la cabeza se metió dentro del resbaladizo pliegue de su túnel del amor. Katherine Riveros gimió cuando Jack hundió su polla en ella.

Mientras Jack comenzaba a empujar lentamente dentro del apretado coño de la niña de seis años, vio a Lynn susurrarle algo al oído a Katie. Katie se acercó a Jack y le sonrió antes de acercar la cabeza a su pecho y lamerle el pezón. Lynn susurró otra vez al oído de Jill y otra lengua preadolescente reclamó su otro pezón. Lynn se agachó al lado de la preadolescente que gemía y que estaba siendo follada y se inclinó hacia abajo por su cuerpo, jugueteando con su clítoris mientras Jack la follaba. Jack sintió una pequeña mano ahuecando sus bolas y giró la cabeza para ver a Teresa sonriéndole. Cuando sintió unas pequeñas manos que le abrían las nalgas y luego una lengua que se lanzaba para lamerle el ano, supo que Arlene también se había acercado.

Katherine Riveros también tuvo su cuota de atención. Bob se acercó a su esposa para acariciarle el pezón con los dedos manchados de saliva, Jason se acercó a la mesa auxiliar para encargarse del otro. La mano de George entró y le hizo cosquillas acariciando la piel debajo de su ombligo. Con todas las manos adultas sobre ella y la polla muy adulta dentro de ella, Katherine Riveros llegó al clímax. Su cuerpo se puso rígido y comenzó a gritar. Las manos adultas no la dejaron mientras ella comenzó a agitarse.

Con toda la atención preadolescente que Jack tenía sobre su propio cuerpo, sólo hizo falta que el coño de Katherine Riveros se apretara alrededor de su polla para excitarlo. Las paredes espasmódicas de su coño intentaron contener su carne masculina que se sacudía mientras comenzaba a arrojar su semen caliente dentro de ella. Jack echó la cabeza hacia atrás y aulló de placer mientras sus testículos se vaciaban en la niña. Las sonrisas aparecieron en todos los rostros mientras el hombre y la niña llegaban al orgasmo juntos.

Cuando finalmente su pene dejó de tener espasmos y Jack sintió que el coño de la niña de seis años dejaba de ordeñarlo, cayó hacia adelante desplazando tanto a las niñas como a los adultos mientras sus labios encontraban su camino suavemente hacia los de ella. Cuando sus labios hicieron contacto, Jack se sorprendió cuando otro orgasmo, aunque más ligero, sacudió a la niña. Lynn gritó asombrada cuando se dio cuenta de lo que estaba sucediendo. Las paredes del coño de Katherine Riveros ordeñándolo en su segundo orgasmo amenazaron con devolverle la vida a la polla medio desinflada de Jack. Jack se dejó resbalar fuera de la preadolescente y se levantó para tropezar con una silla antes de que eso pudiera suceder. Lynn tomó su lugar en el coño de Katherine Riveros mientras su lengua se movía para lamer a la niña de regreso a la tierra y atrapar la semilla de Jack mientras se filtraba fuera de ella.

Jack sintió algo frío en el dorso de la mano y levantó la vista para encontrarse con Fred sonriéndole con un gran vaso de refresco helado. Jack tomó la bebida agradecido y se bebió la mitad de un trago. En toda la sala de estar, la gente bebía líquidos para reemplazar lo que habían perdido por el sudor. Mientras Jack observaba el mar de rostros saciados, consideró que la fiesta había sido un gran éxito.
Jack llegó al estudio exactamente a las ocho de la mañana el día en que debían comenzar a filmar el video solicitado por el alemán. Justo cuando estaba abriendo el lugar, Ray, Richard, Bob y Justin llegaron juntos. Una vez dentro, comenzaron a preparar el escenario. Afortunadamente, tenían casi todo lo que necesitaban a mano.

El alemán que había contratado el vídeo había enviado unas cuantas fotografías con personas con rostros censurados que mostraban cómo se veía la habitación en sus recuerdos. Jack las encontró en un sobre cerrado pegado con cinta adhesiva a una página del manuscrito. Jack terminó quitando la mayoría del rotulador de las personas para tener una idea del vestuario. Todos los recuerdos del hombre parecían tener lugar en esa única habitación, por lo que se usaría para todas las escenas.

Mientras luchaban por colocar las paredes revestidas de madera (para cuando Richard terminara de iluminarlas, se verían como caoba), Dan apareció con Renee y su familia. Nina sonrió ampliamente y corrió a abrazar a Jack con fuerza. Dan tuvo que irse, pero prometió volver a las cinco de la tarde para recoger a la familia y llevarlos a casa.

Con las paredes levantadas y decoradas para que se pareciera a lo que se representaba en las fotografías, el resto de la habitación tomó forma rápidamente. Se trajeron muebles de estilo victoriano que combinaban sorprendentemente bien con lo que mostraban las fotografías desde el almacén hasta el escenario. Renee y sus hijos observaron con asombro cómo el escenario vacío se convertía en una sala de estar alemana de clase media alta de los años cuarenta.

Con todo listo en el set, Bob y Ray estaban repasando los ángulos de la cámara y discutiendo brevemente si la mesa para sentarse que tenía que estar allí para la toma general debía ser movida por completo o si debía ser filmada desde arriba para las escenas de primeros planos. Richard subió a las pasarelas para ver la iluminación de la escena. Travis y Gregg querían subir con él, pero Renee se lo prohibió y Jack la apoyó. Ver al delgado encargado de la iluminación tan alto en el aire sobre las pasarelas inestables hizo que los chicos se alegraran de que los adultos se hubieran puesto a trabajar.

Para compensarlo, Jack llevó a la familia a un gran recorrido. Les mostró el enorme almacén donde se guardaban todas las paredes del decorado y varios muebles y accesorios, y luego al lote trasero donde se montaban los estudios de sonido para las escenas al aire libre. En el camino de regreso, encontraron a Bob caminando por un pasillo con paneles de madera grabando la escena en la que el niño alemán camina por el pasillo para captar la escena en la sala de estar. Bob pidió a Gregg para que leyera la narración del guion para que pudiera captar mejor el ritmo de la caminata. Recorrieron el pasillo siete veces, cada una a una velocidad diferente, para que Jack tuviera muchas opciones cuando llegara el momento de repetir la narración.

Renee y sus hijos se quedaron sin aliento cuando vieron la diferencia que había logrado la iluminación cuando regresaron al plató. Habían visto los muebles en su lugar, pero con la iluminación encendida, pasó de ser una colección de muebles a una habitación cálidamente iluminada. «¡Qué elaborado!», exclamó Renee con asombro.

«El hombre que nos pidió esto nos está pagando diez mil dólares para filmarlo», explicó Jack. «En este proyecto estamos filmando recuerdos. Le debemos a este hombre y a nosotros mismos acercarnos lo más posible a lo que hay en su cabeza».

También encontraron a otras personas en el set. Joyce fue la primera. La belleza de veintitrés años de cabello negro sonrió cálidamente cuando vio a la familia. Se acercó, abrazó y besó a los dos niños con cariño, y también les dio cálidos abrazos a la madre y a su hija. Mientras Joyce y la familia se ponían al día y conversaban, George y Arlene hicieron su aparición.

Salieron de los vestuarios y George ya estaba disfrazado. Llevaba una camisa blanca con volantes que le bajaban por el pecho y los extremos de las mangas. Llevaba unos pantalones de lona ajustados color canela con cordones en la entrepierna y botas de montar negras hasta los muslos. En cuanto George vio a Jack, sonrió y empezó a quejarse. «En serio, Jack, ¡las cosas que hago por nuestro oficio! ¡Ir sin ropa interior con esta maldita lona me va a dar urticaria! Y tratar de quitármela va a ralentizar la escena».

«No me preocupa que tus pantalones te hagan perder el ritmo», respondió Jack. «Una vez que aflojas los cordones, solo es cuestión de bajarlos. Si crees que lo tienes mal, ¡espera a ver lo que tiene para ponerse Jill!»

Mientras Jack terminaba esa declaración, Fred salió del probador con Katie abrazada a su cadera. Con una sonrisa, se acercó y dijo: «¡solo el pelo de Jill va a tardar casi una hora! Por suerte, a Jill le gusta que la mimen, así que está encantada con la vida ahora mismo».

«Hola Fred. ¿Cómo está Ingrid? ¿Se siente mejor?» dijo Jack con calidez.

«¡Ingrid está embarazada!», exclamó Fred feliz. «¡Voy a tener otro hijo! Hemos estado intentándolo todo el año y ahora lo estamos logrando».

«¡Oh, hombre! Estoy muy feliz por ti. Felicitaciones», dijo Jack estrechando la mano de Fred.

«Gracias hombre, estamos muy contentos.»

Jack iba a preguntar qué esperaba, pero la voz de Bob lo llamó desde el plató y le pidió que se acercara. Jack comenzó a caminar hacia el plató y se detuvo para pedirle a Joyce que hiciera las presentaciones de Renee y sus hijos.

En el set, Ray dijo: «Tenemos un problema». Estaba sentado en el sofá. «La escena comienza con una vista panorámica desde esa puerta. La chica está sostenida sobre su cuerpo y él la está besando». Ray extendió las manos imitando que estaba sosteniendo a una chica.

«Luego hacemos una panorámica o un corte para mostrarle el rostro en primer plano». Bob tomó el control y sostuvo sus dedos en un poste de la portería para mostrarle a Jack la imagen. «Luego se levanta y la desnuda, luego la recuesta en el sofá mientras él se desnuda. Hasta ese momento podemos filmar bien desde estos puntos». Bob continuó señalando hacia donde él y Ray estarían parados.

Ray se puso de pie y se inclinó sobre el sofá. «Es en ese momento, cuando él empuja dentro de su boca, que nos encontramos con problemas. Su guión dice que podía ver el miedo en sus ojos cuando su tío abrió sus mandíbulas. Pero desde el punto de vista que describe, no podemos obtener ambas cosas. Bob puede obtener las mandíbulas abiertas y yo puedo obtener los ojos, pero no hay un ángulo donde podamos obtener ambas cosas. No podemos obtenerlo desde atrás de George porque su cuerpo estaría en el camino.

«Veo lo que quieres decir», dijo Jack frunciendo el ceño. Comenzó a caminar alrededor de Ray, agachándose aquí y allá tratando de encontrar una manera de tomar la escena.

Mientras los tres hombres lo discutían, una voz femenina los interrumpió: «Si mueves el extremo del sofá unos treinta centímetros hacia atrás, puedes sacarlo desde este ángulo». Los hombres se dieron vuelta y vieron a Nina. Ella se acercó y se arrodilló en el suelo del plató, guardando un silencio cortés mientras hablaban. Cuando los adultos se dieron vuelta para mirarla, Nina se sonrojó y dijo: «Lo siento».

«No tienes por qué disculparte, Nina. Continúa, por favor. ¿Qué quieres decir?», dijo Jack con suavidad.

«Bueno, según lo que le oí leer a mi hermano, el alemán tenía demasiado miedo de interrumpir y se arrodilló, sintiéndose impotente. Eso lo pondría justo en el campo de visión desde la puerta hasta donde estoy mirando ahora. Pero si el sofá se moviera unos treinta centímetros, se podría ver lo que hacía justo entre sus piernas. Desde aquí puedo ver entre las piernas de Ray.

«¿Pero podrías ver la cara completa de una chica desde ahí?», preguntó Ray por encima del hombro.

«N-no como estás ahora » respondió Nina nerviosa. «Pero para meterle la polla a una chica en la boca, tendrías que poner una rodilla en el sofá, y eso te abriría la pierna lo suficiente como para verlo todo.»

Bob regresó y se arrodilló junto a la chica, agachándose para poner la cabeza a su altura. Después de un momento, dijo: «Tiene toda la razón. ¡Buen ojo, chica! Jack, mueve el sofá hacia atrás. 30 centímetros parece demasiado, prueba con 15. Jack movió el sofá y Bob continuó: «Ray, pon la rodilla derecha en el sofá». Ray se colocó en posición.

Bob puso los dedos en un poste de la portería y miró con ojo crítico. Después de un momento, dijo: «Parece… pero no lo sé…». Volviéndose hacia Nina, preguntó: «¿Podrías ayudarme un poco más?». Nina asintió con entusiasmo y Bob sonrió y dijo: «Ve a tumbarte en el sofá frente a Ray y mírame».

Nina asintió una vez más y se puso de pie de un salto. Ray se movió para dejar a la chica tumbada de lado en el sofá y luego volvió a levantar la rodilla. La mirada de Nina se fijó en Bob mientras él la enmarcaba de nuevo con los dedos. «Mmm», murmuró Bob. «El ángulo se ve bastante bien, pero aún no lo sé… Ray, reproduce la escena».

Ray captó la mirada de Nina y dijo: «Quiere decir que me saque la polla y te la meta en la boca. ¿Te animas?». Nina abrió mucho los ojos, pero asintió. «Esperaba que dijeras eso». Ray continuó con una sonrisa que Nina le devolvió cuando Ray se bajó la cremallera. Sacó su pene de quince centímetros y lo apuntó hacia sus labios.

«Nina, mientras se acerca a ti, gira la cara hacia el techo dos veces antes de dejarlo entrar en tu boca.» Mientras Ray acercaba su pene a sus labios, Nina obedeció. Cuando abrió la boca y Ray deslizó su pene dentro, Bob dijo: «¡Es perfecto! ¡Mantén esa posición!»

Mientras Ray seguía moviendo su pene entre los labios de la niña de diez años, Bob se acercó para ver por encima del hombro de su compañero. «Sí, sí, sí. Perfecto», dijo Bob. Luego le dedicó una sonrisa a Ray y añadió: «¡Pero tendremos que mover esa maldita mesa!».

«Sí, sí. Tenías razón» respondió Ray poniendo los ojos en blanco.

«Está bien, Ray, ya puedes parar» dijo Bob mientras Ray seguía hundiendo su polla en la boca de Nina.

«No quiero» respondió Ray con voz ronca.

Nina extendió una mano y la envolvió alrededor del pene de Ray. Se lo sacó de la boca y asintió. «¡Yo tampoco quiero parar!» Antes de volver a succionarlo. Mientras Ray volvía a meterle la polla profundamente en los labios, las nalgas de Nina se hundieron y sus ojos se cerraron de placer.

Sonriéndole a la niña de diez años, aunque ella no podía verlo, Bob dijo: «Bueno, en ese caso, ¿te importa si me uno a la acción?». Sus manos fueron a sus pantalones cortos, desabrochándolos y luego quitándoles los pantalones y las bragas. Nina movió las caderas para que Bob se los quitara. Bob la jaló de modo que un pie descansara en el suelo. Besó esa pierna subiendo. Nina gimió con fuerza cuando la boca del camarógrafo cubrió su coño.

Renée se acercó a Jack mientras salía del set, negando con la cabeza con indulgencia. «¿Sucede esto a menudo?», preguntó, mirando hacia donde su hija estaba siendo atacada por dos hombres.

«Me gustaría decir que no», respondió Jack. «Pero la verdad es que sí, esto ocurre con frecuencia. Cuando te pasas el día grabando a niñas sometidas a pruebas, sueles ponerte un poco nervioso. Después de las escenas, quien esté en el set suele ser blanco fácil, a menos que esté demasiado agotado. Cualquiera que esté mirando también corre el riesgo de que hombres excitados lo agarren. Richard es el único entre nosotros con algo parecido al autocontrol.

«En cuanto a representar una escena, bueno, lo hacemos a menudo. Aunque normalmente los actores hacen un ensayo mientras Bob y Ray revisan ángulos y tomas. Y no suelen ponerse manos a la obra hasta después de grabar al menos una escena. Supongo que simplemente estaban deseando conocer a Nina.»

«Ahh, lo entiendo», respondió Renée.

«Bien, espero que ustedes también entiendan esto», dijo Jack. Chasqueó los dedos. Una vez que captó su atención, les indicó a George y Fred que se acercaran. «Tomen las cámaras y tomen todas las fotos que puedan», les dijo Jack a los dos hombres. La mayoría de los padres tenían al menos una idea de cómo manejar el equipo, así que podían encargarse si Ray o Bob actuaban frente a la cámara. «No rueden la película, sino que la pasen al monitor. Quiero ver cómo se comporta en la pantalla».

Pronto aparecieron dos imágenes de la acción en los monitores junto al sillón de Jack. Ray, alegando tener las rodillas débiles, se sentó. Bob aprovechó la oportunidad para poner a Nina de rodillas en el sofá. Mientras ella volvía a besar la polla de quince centímetros de Ray, George se acercó para verla mientras Ray ponía una mano con la palma hacia arriba sobre la frente de la chica y la otra hacia abajo sobre su cuello. Bob, medio levantado del sofá, seguía lamiendo el húmedo coño de la joven de diez años. Lamió desde su clítoris, con la lengua deslizándose hacia abajo para endurecerla y sumergirla en su estrecho agujero del amor antes de volver a subir a su clítoris.

Nina gimió y maulló de placer alrededor de la polla de Ray. Abrió los ojos de par en par, sorprendida, al ver a George con una cámara apuntándole a la cara. Desvió la mirada hacia Fred, quien tomó una buena foto de la lengua de Bob acariciando su raja. «Imagínate que no están ahí, Nina», gritó Jack. «No están grabando nada».

Nina asintió y volvió a menearse en el regazo de Ray. Ray jadeaba de placer al acercarse al orgasmo gracias a la talentosa boca de la niña de diez años. Sus manos se apretaron sobre su cabeza y cuello mientras Ray comenzaba a acariciar a la chica con más fuerza sobre su polla.

Renee, mirando de cerca el hermoso rostro de su hija mientras le empalaban la boca una y otra vez, dijo: «¡Guau, es hermosa! ¡Las manos de Ray haciendo eso se ven muy sexys!»

«Se ve muy bien en cámara», respondió Jack con orgullo. «¡Sabía que lo haría!»

En el set, Ray empezó a jadear y a sacudir la cabeza. De repente, gritó: «¡Jack, estoy a punto de explotar! ¿Quieres una buena toma?».

«No, todavía no ha hecho nada de eso. Que lo haga como quiera» respondió Jack.

«¡Oh, JODER! ¡Prepárate, aquí está!», dijo Ray mientras sus caderas se elevaban y su rostro se contorsionaba al correrse. Los labios de Nina se apretaron y George se agachó para atrapar su garganta mientras tragaba la carga que repentinamente le llenó la boca. Cuando el pene de quince centímetros dejó de expulsar su semen, Nina apretó los labios y continuó ordeñando lentamente su miembro para asegurarse de no dejar ni una gota.

Mientras Nina ordeñaba lentamente la polla de su compañero, Bob se puso de pie y, con un movimiento suave, se bajó los pantalones hasta los tobillos. Se sentó en el sofá y tomó a Nina por las caderas. Nina gimió cuando Bob la sentó con facilidad en su regazo. Apoyó las manos en sus brazos a la altura de las caderas mientras Bob guiaba su coño hacia su tenso pene de dieciocho centímetros. Cuando su miembro empezó a penetrar su hinchado y rojo coño, Nina echó la cabeza hacia atrás y sus labios, manchados de semen, se separaron en un fuerte gemido.

«Abraza mi cuello, nena.» Bob gruñó con la polla penetrando a la chica hasta la empuñadura. Nina extendió los brazos hacia atrás y rodeó el cuello de Bob mientras él metía las manos bajo su trasero. Bob empezó a levantar a la niña, empujando sus caderas hacia arriba para encontrarla mientras la dejaba caer sobre su polla una y otra vez. Su cuerpo empezó a temblar y sacudirse mientras la empujaban arriba y abajo. De repente, su cabeza echó hacia atrás y su cuerpo se tensó. Un grito de placer torturado brotó de su garganta cuando el orgasmo la golpeó con toda su fuerza.

Mientras el cuerpo de la niña se sacudía, Bob empezó a embestirla aún más rápido, arriba y abajo de su miembro. Sus cuerpos chocaban con un golpe cada vez que ella tocaba fondo. Las paredes de su coño lo ordeñaban sin parar, y pronto su pene empezó a contraerse, descargando su carga en el coño empapado de la preadolescente. Bob gritó de éxtasis cuando Nina aceptó su semen caliente.

Nina se desplomó contra el pecho de Bob y ambos respiraron con dificultad. En un instante, Bob besó el cabello de Nina con cariño y le susurró al oído: «Mucho gusto». Nina rió mientras se alejaba del regazo del camarógrafo. Joyce, siempre lista, estaba allí con una toalla para cubrir el coño de Nina, absorbiendo el semen de Bob mientras Joyce recogía la ropa de Nina y la ayudaba a salir del set. Mientras Nina y Joyce hablaban y reían nerviosamente al caminar, Jill finalmente apareció.

¡Y qué aparición! Carol la hizo entrar, presumiendo de su esfuerzo. Todos quedaron boquiabiertos al ver a la niña de nueve años mientras caminaba majestuosamente hacia adelante, para luego girar en un remolino de faldas para lucirse como es debido. El cabello negro de Jill estaba peinado con gran detalle, rizado en conos que enmarcaban su rostro y se balanceaba deliciosamente al caminar. Vestía una elaborada versión en miniatura de un vestido victoriano. Negro liso, atado en la espalda con un cordón, el corpiño dejaba sus hombros al descubierto; su cabello negro y el vestido negro creaban un contraste sorprendente al dejar ver su suave piel blanca.

El corpiño, diseñado para realzar los pechos de una mujer adulta, se ajustaba ceñidamente al pecho plano de la niña. Pequeños detalles negros decoraban la parte delantera. La suave tela del corpiño se estrechaba en la cintura, donde el vestido se ensanchaba formando una falda plisada y larga que Jill debía sujetar ligeramente al caminar para no pisar el dobladillo. En los pequeños y delicados pies de la niña, calzaba botas negras de cuero con un tacón de dos centímetros y medio que, según Jack, le llegaban hasta la mitad del muslo. El efecto se completaba con unos guantes negros con encaje que subían por los delgados brazos de la niña hasta los hombros.

Jill esbozó una sonrisa radiante ante la admiración de todos. Su hermana Katie se mostró celosa. Jill llevaba maquillaje, a petición del alemán. Normalmente, Jack no permitía que las niñas usaran maquillaje, pues prefería la belleza natural de sus rasgos juveniles. Al menos, Jill estaba maquillada con buen gusto, como el de la niña que representaba cincuenta años atrás. Ya llevaba puesta su máscara negra de juego. Sus labios estaban teñidos de rojo, pero no de forma estridente. Llevaba rubor ligeramente aplicado en lo que se veía de sus mejillas, y el delineador negro no era tan grueso como para resultar chocante.

«¡Hermosa!» exclamó George. «¿Pero cómo voy a quitarle todo eso?», le preguntó a Carol, volviendo a la tarea.

«He plegado la tela detrás de las cuerdas, así que una vez que la desates, puedes meter la mano entre la tela y su espalda y tirar hacia afuera. Eso debería dejar el vestido lo suficientemente suelto como para que se deslice hacia abajo», explicó Carol. George miró adónde se refería y asintió, indicando que comprendía.

«Excelente trabajo, Carol, gracias», dijo Jack con cariño. Luego, a Jill, le preguntó: «¿Te sabes los diálogos y las señales?». Jill asintió solemnemente. No tenía muchos diálogos; George sería quien más hablaría. Pero Jill tendría que actuar lo mejor posible para transmitir las emociones. «Muy bien. Ocupemos nuestros lugares en el set entonces».

La zona se convirtió en un torbellino de movimiento mientras todos se apresuraban a ponerse en posición.
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«El miedo, agudo y crudo, regresó a los ojos de Margrethe cuando nuestro tío se colocó sobre ella. Pero, sabiéndose incapaz de detenerlo, la aceptación la invadió incluso antes de que su masculinidad la tocara. La mano de Christoph le tapó la boca para ahogar su grito mientras reclamaba su virginidad para siempre, aunque incluso si hubiera dejado que su grito de despojo resonara por el campo, nadie habría intervenido para detener a este hombre. El dolor embotó los ojos de mi hermana cuando el tío se abalanzó sobre ella. Pero entonces, como antes, vi el cambio. El asombro comenzó a abrirse paso, y con fuerza, el deseo ardió en sus ojos. Al ver las botas de mi hermana rodear su cintura, supe que ella había entregado su cuerpo juvenil, aceptado su despojo y llamado amo a este hombre malvado. Pero mientras jadeaba y gemía debajo de él, una determinación creció en mí. ¡La determinación de que él no la tendría sola! De repente, supe con cada fibra de mi ser que yo también la despojaría. Yo también la sentiría. En ese momento, Margrethe dejó de ser mi hermana y se convirtió en mi puta, aunque aún no la había tocado…»

Mientras Jack leía la narración, George volvió a dejar que su pene se deslizara de la boca de la preadolescente que gemía. Rápidamente se colocó sobre ella, y una mirada de terror absoluto contorsionó sus hermosos rasgos antes de desvanecerse en una expresión sombría de aceptación. George colocó la punta de su pene contra el húmedo coño de Jill y luego echó las caderas hacia adelante. Como tenía que sujetarse con una mano mientras con la otra le tapaba la boca para amortiguar el grito de Jill, tuvo que colocar su pene sobre el húmedo agujero de su túnel del amor para que pareciera que se resistía. Su pene se dobló casi por completo antes de que él retirara las caderas ligeramente y se reposicionara para «estallarse» en su coño. Jack había cortado allí y Bob se lanzó con el jugo de cereza. Astrolubricante teñido de rojo con colorante alimentario, lo que haría parecer que su himen se había desgarrado. Al ser un video privado, el jugo estaba teñido de un rojo intenso en lugar del color rosado habitual. Cuando Jack reanudó la escena, el lubricante se acumuló en la entrada de su coño, haciendo que pareciera como si le exprimieran sangre. Jack asintió, satisfecho por el efecto.

Tan pronto como Jack terminó la narración, George retomó sus líneas mientras serruchaba sus dieciocho centímetros dentro y fuera del estrecho coño de Jill. «Sí, sí. Igual que tu madre antes de ti, e igual que tu hermana después, ¡me llamarás amo!»

Mientras las delgadas piernas de Jill rodeaban las caderas del hombre mayor, ella repetía sus propias frases. Gimiendo y jadeando, dijo sin aliento: «Eres mi amo, tío Christoph, y yo solo soy tu puta. ÚSAME, disfruta de mí. ¡Soy tu puta complaciente!».

«Sí que lo eres, puta inútil» gruñó George, mientras el sudor de sus esfuerzos goteaba sobre la cara de la niña «¡Cuántas veces sentiré este calor apretándome desde abajo! ¡Ahora eres mía en cuerpo y alma! ¡Qué putita tan encantadora! Prepárate, zorra, prepárate cada vez que me acerque a ti.»

«¡Sí, amo!» gritó Jill, retorciéndose «¡Siempre y para siempre estaré lista! ¡Mi cuerpo de puta esperará las caricias de su amo! ¡No soy nada sin ti sobre mí, como lo eres ahora! ¡Solo tomándome así podré ser la puta que nací para ser! ¡Sí, amo! ¡Úsame bien, amo! ¡Dios mío, qué me pasa!» Con eso, el cuerpo de Jill empezó a agitarse y un grito primitivo escapó de su garganta. Su piel se puso roja como un tomate mientras apretaba las piernas alrededor de George y empujaba sus caderas hacia arriba para encontrarse con las de él.

«¡Joder, toma mi leche, puta!», gritó George, saliendo de la preadolescente corriéndose y enviando un chorro de semen sobre su vientre tenso. Empezó a gruñir de éxtasis mientras su semen salía disparado, manchando a la niña debajo de él. El vientre y el coño de Jill pronto quedaron cubiertos de la pegajosa leche mientras George volvía a introducir su polla en el coño de la niña. Mientras ambos jadeaban y se recuperaban de sus orgasmos, George la miró a los ojos con una mueca de desprecio y dijo con crueldad: «Estás marcada ahora. Marcada por mi semilla. Mi puta, como tu madre lo fue, como dentro de dos años tu hermana lo será».

«Sí, amo, soy tuya» respondió Jill sin aliento. «Tuya y para siempre.»

Mientras George se inclinaba sobre ella y comenzaba a esparcir su semen por el cuerpo de la preadolescente, Jack siguió leyendo: «Pero ella no iba a ser solo suya. Mi hermana menor tampoco. Primero haría mía a Margrethe, perfeccionaría mi dominio con ella para practicar. ¿Christoph pensaba conquistar a mi otra hermana dentro de dos años? ¡Pues yo le ganaría el premio y la conquistaría en uno! Mi corazón se aceleró al pensar en desafiar a este hombre malvado. En tomar un premio que creía suyo».

Jack dejó que George tratara bruscamente a la preadolescente un rato más antes de gritar: «¡Corten, eso fue fantástico! ¡La mejor escena de la historia!». Las puertas de la sala verde se abrieron y salieron cuerpos desnudos mientras Joyce se acercaba a Jill con una toalla para limpiarle el semen. Nina fue directa hacia Jack mientras Fred gritaba: «¡No intentes degollar a esa niña! ¡Gatea antes de caminar!». Nina asintió mientras se arrodillaba frente a Jack y comenzaba a manipular su cinturón.

Mientras Nina le chupaba la polla con avidez, Jack observaba cómo la gente se juntaba para liberar la tensión después de la escena. Sonrió al ver que Richard era el único con autocontrol al sacar las cintas de la cámara que Ray y Bob habían dejado cuidadosamente y dirigirse a la sala de edición. Jack rió entre dientes cuando Nina ignoró el consejo de Fred e intentó meterse su enorme polla en la garganta, con cara de vergüenza ante su polla cuando no lo consiguió. Jack decidió que le haría a la niña de diez años su primera corrida facial después de follársela hasta el cansancio.

Richard salió de la sala de edición y se acercó a Jack. Observando la orgía que se desarrollaba en el set, dijo secamente: «¡Y pensar que apenas estamos empezando!».
«Fue cuando vi al tío Christoph ponerle los cuernos a mi padre que supe que jamás podría ser el hombre que él era. Aunque había tomado su premio y compartido lo suyo, sabía que jamás tendría el poder, la crueldad que inspiraba un miedo tan implacable en un semejante.»

«¿Por qué tienes que ser tan cruel?», gritó Bianca, dirigiéndose a George. Bianca era la tercera mujer que participaba en la producción de películas porno. No tenía hijos, pero como maestra de veintidós años, descubrió que dos de las chicas de su clase mantenían relaciones sexuales con sus padres. Las había escuchado hablar de sus dos familias, que se habían reunido la noche anterior, y le intrigó el entusiasmo con el que las dos niñas de siete años habían hablado de sus aventuras sexuales. Eso fue antes de que se implementaran las reglas. Bianca investigó y se unió al grupo. Había participado activamente en él durante diez años y fue aceptada como una de ellos.

Fue difícil conseguir que Bianca compartiera las actividades del grupo. Bianca estaba casada y su esposo no sabía nada del grupo. Bianca había intentado atraerlo, pero su esposo odiaba a los pedófilos con pasión. Si alguna vez descubría que su esposa era una, la habría matado o algo peor. Bianca amaba al hombre, pero era un pésimo amante, y Bianca solo estaba verdaderamente satisfecha cuando participaba activamente en el grupo. Por suerte, su esposo era confiado, poco sospechoso y estúpido. Podía conseguir tiempo para jugar fácilmente si se le daba el tiempo.

Su cabello, normalmente rubio oscuro, estaba teñido de un color más claro para la escena, aunque sus ojos azules eran tan brillantes que no necesitaba lentes de contacto. Con su 1,60 m, la mujer de treinta y dos años no había perdido su figura juvenil. Sus pechos, algo pequeños, seguían firmes, con pezones del tamaño de una moneda de cinco centavos, de 1,25 cm de largo y muy sensibles. Ahora estaban expuestos, y ella estaba de rodillas frente a un amenazador George. Esta era una escena muy poco común, solo para adultos, que el alemán había solicitado.

El segundo hombre adulto en el set dio un paso adelante y dijo con voz débil y suplicante: «¡Por favor! No puedes hacerle esto a mi espo…». Fue interrumpido por la mano de George cerrándose alrededor de su garganta.

«Ella no es ‘tu’ esposa. Olvidas tu lugar, hombrecillo patético», siseó George furioso en la cara de Robert. «Permití que esta zorra se casara contigo con el único propósito de darme lo que necesito. Nuevas hembras para saciar mis deseos. Ahora que lo ha hecho, ya no eres necesario. ¡Te haría bien recordarlo! Te dije que me dejaras con mi juego, pero como necesitas que te recuerden quién es el amo de esta zorra, ¡ahora te quedarás a observar!» Dicho esto, George dio un paso adelante con calma y metió sus dieciocho centímetros en la boca y la garganta de Bianca.

«¡Corten!», gritó Jack. «¡Buen trabajo, chicos! Preparémonos para la siguiente escena». La escena que acababan de filmar era corta según el guion del alemán. Era más bien un preludio para la escena gay que se filmaría a continuación. Ayudaron a Bianca a ponerse de pie, quejándose de que la habían excitado y habían cortado la escena. George tendría otra escena con Jill ese día, y Jack no quería que se cansara. Pronto, la voz de Bianca exclamó de alegría al ser presentada a Travis y Gregg. Tendría suficiente atención masculina para justificar su salida, pues los chicos ya empezaban a manosearla mientras la llevaban a la sala verde.

«Esto es muy oscuro e intenso», dijo Robert acercándose a Jack. «¿Crees que realmente ocurrió?»

«Creo que el diálogo se ha enriquecido», respondió Jack. «Y quizá también algunos recuerdos de los encuentros sexuales, pero claro, creo que ocurrió».

«Me pregunto cómo resultó entonces», dijo Robert. Justo cuando lo hacía, Justin se acercó.

«¿Listo para tu escena?», le preguntó Jack al niño de ocho años. Justin asintió, pero no dijo nada. «¿Nervioso?», preguntó Jack.

«Un poco», respondió Justin.

«No te preocupes, seré lo más delicado posible», dijo Robert, poniéndole una mano en el hombro a Justin. Con un metro sesenta y cinco de altura, Robert no era mucho más alto que el niño de ocho años. Robert era el hombre bisexual que actuaría con Justin en la siguiente escena.

La introducción de Robert a esa vida había sido única. Un hombre pasivo casado con una mujer dominante, tenían tres hijas. Se resistió con todas sus fuerzas cuando Fiona empezó a incitarlo a excitar sexualmente a sus hijas, pero finalmente cedió. Fiona no tocaba a las niñas, pero siempre se emocionaba al ver a Robert poner a prueba a sus dispuestas hijas.

Peter los había descubierto y presentado al grupo dos años antes. Cuando Fiona descubrió que Peter tenía dos hijos bisexuales, instó a Robert a probarlos. Robert se resistió de nuevo, pero finalmente accedió a los deseos de su esposa. Al hacerlo, descubrió que disfrutaba tanto del sexo con chicos como con chicas. Después de que Peter consiguiera un ascenso y se despidiera del grupo a regañadientes para mudarse a Florida, Fiona lo instó a tener encuentros sexuales con otros hombres, y Robert no se resistió tanto a esa transición.

Mientras Robert tanteaba el terreno con otros hombres, a él y a su familia se les prohibió participar en el grupo. El miedo al SIDA era una gran preocupación para todos. Si bien el grupo era numeroso en ese momento y todos los miembros tenían relaciones sexuales libremente, en general era monógamo. No solo Robert, sino cualquiera que tuviera relaciones fuera del grupo tenía prohibida la participación. Dan y su familia fueron excluidos del grupo cuando él inició a Renee y a los suyos. Renee y su familia tuvieron que hacerse la prueba antes de poder ser presentados. No se trataba solo del SIDA, sino también de todas las ETS. Incluso el propio Jack fue excluido del grupo cuando introdujo a Fred y a su familia.

Justin le sonrió a Robert y le respondió: «Sé que lo harás. Pero después de las escenas, creo que seguiré con chicas. No creo que haya nada malo en el sexo entre chicos, pero simplemente no creo que sea para mí». En el set, Bob sonrió ampliamente aliviado, pero rápidamente recuperó la neutralidad. Jack, sin embargo, había visto la reacción.

«¿Seguro que quieres hacer la escena?», preguntó Jack. «Aún estamos a tiempo de echarnos atrás. Podemos buscar a otro chico si hace falta».

«Está bien», respondió Justin. «Puedo hacerlo. Dije que lo haría, y de verdad que no me importa. Lo haré como es debido».

«Buen chico», respondió Jack con firmeza. Habría sido difícil encontrar a otro niño pequeño para el papel. Pero Jack no iba a obligar a Justin a hacer algo que no quería. «Vamos a organizarlo, entonces».

La escena se montó y se desarrolló sin problemas. Fiel a su palabra, Justin la representó a la perfección. La escena se montó de tal manera que, después de que su madre y su tío dejaran al padre cornudo en la habitación, el alemán que interpretaba Justin se atrevió a confrontar a su padre. El padre se enfureció con las palabras del chico y lo violó oral y analmente. Normalmente, Jack evitaba las escenas de violación, pero como se trataba de un vídeo privado y el diálogo de la narración denotaba aceptación, si no pasión, lo hizo.

Para cuando terminó la escena masculina, Gregg salió de la sala verde para observar. Fred estaba de pie junto a él, con un brazo sobre el hombro del niño de doce años, hablándole suavemente. Gregg asentía e incluso sonreía discretamente a lo que Fred decía. Al terminar la escena en el set, Fred le hizo una seña a Robert y los tres se quedaron charlando. Jack se concentró en el guion, preparándose para la escena de George y Justin con Jill, y cuando levantaron la vista, los tres hombres desnudos habían desaparecido.

Mientras miraba en esa dirección, Katie salió de los camerinos. Vio a Jack, sonrió y lo saludó, luego miró hacia la sala verde. Por un momento, la niña de ocho años pareció indecisa, pero luego se giró y se acercó a Jack, subiéndose a su regazo para acurrucarse.

Mientras los fuertes brazos de Jack sostenían a la niña, ella dijo con nostalgia: «Ojalá pudiera hacer una escena como la de Jill. Se ve tan guapa con ese vestido negro y el pelo así recogido». Katie había estado atrás observando cómo vestían y maquillaban a Jill para su siguiente escena.

«En la próxima película de disfraces que hagamos, podrás actuar», le prometió Jack con una sonrisa radiante. Jack pensó en la película programada que harían y se le ocurrió una idea: «De hecho, ¿te gustaría disfrazarte de Barbie para poder ponerte traviesa con Ken?».

«¿En serio?», preguntó Katie esperanzada. «¿Podría usar el vestido rosa con el dobladillo de encaje?»

«Solo el tiempo que Ken necesite para quitártelo» dijo Jack con picardía mientras le apretaba el trasero.

Katie se rió y se retorció contra él, luego preguntó: «¿Qué tipo de escena sería?»

«No lo sé. Aún no lo he escrito. Pero sé de un lugar donde podría encajarlo en el próximo guion», respondió Jack. «¿Qué te parece si estás en el suelo, jugando con Barbie y Ken, la cámara se difumina y te imaginas la escena? ¿Qué tipo de escena te imaginarías?»

La cara de duendecillo de Katie se arrugó pensativa por un momento y luego dijo: «Estaría en un tocador, en un dormitorio grande. Mientras me miraba en el espejo admirando mi vestido y cepillándome el pelo, Ken entraba vestido con su esmoquin. Sonaba música y Ken bailaba conmigo por la habitación.

Cuando nos acercábamos a la cama, Ken dejaba de bailar y me besaba profundamente, bajándome la cremallera del vestido. Cuando empezaba a quitármelo, me resisto, pero Ken me tira sobre la cama y me sujeta, besándome mientras yo forcejeo hasta que cedo. Entonces se incorpora y me desnuda, aunque yo intento detenerlo. Después de desnudarme, me besa hasta someterme de nuevo y luego me obliga a desnudarlo. Después de desnudarse, me obliga a chuparle la polla, aunque me da miedo.

Después de correrse en mi boca, me empuja de nuevo al colchón. Lloro y le pregunto qué más quiere, luego besa todo mi cuerpo y me come. Me hace tener un orgasmo, luego se levanta y me toma en sus fuertes brazos. Me pone de rodillas y me empuja la cara contra las almohadas para que mi grito se ahogue cuando me toma. ¡Ay, Jack, qué duro es! ¡Después de desgarrarme, se siente tan culpable! Intenta ser amable conmigo. Pero entonces me meto en ello y empiezo a decirle guarradas para que vuelva a ser fuerte conmigo. Después de que Ken y yo nos corremos juntos, se tira sobre mi espalda y me aprieta con su peso mientras me susurra al oído cuánto me ama y cómo lo haremos para siempre. Entonces la escena se funde a negro y tengo a Ken sobre la espalda de Barbie, con el rostro sonrojado por mi fantasía. ¿Qué te pareció?» concluyó mirando a Jack a los ojos, los suyos ardiendo.

«¡Guau!», dijo Jack sin aliento. «Eso sí que estaría buenísimo. Pero no pudo correrse en tu boca en la escena. Tiene que ser una toma espectacular.»

«Luego, después de hacerme un tratamiento facial, me empuja la cabeza hacia la manta para limpiarme su semen de la cara», dijo Katie después de un momento.

«¿Pero podrías con las cosas rudas?», preguntó Jack. «¿Ser presionada bajo un hombre?»

«Oh, sí», dijo Katie, retorciéndose de nuevo en el regazo de Jack. «En la fiesta de Arlene, después de que Bob me follara y se tumbara encima de mí, empecé a excitarme de nuevo». Confesó tímidamente.

«¿A quién te gustaría ver interpretando a Ken?», preguntó Jack, asombrado por la niña en su regazo. Ella abrió la boca rápidamente para responder, pero Jack fue más rápido y añadió: «¡Además de mí!».

Katie cerró la boca y le dedicó a Jack una sonrisa tímida. Luego, pensativa, sus ojos se nublaron y, tras un minuto, dijo lentamente: «Mmm, Jason, creo. Siempre ha sido muy suave al follarme, pero noté que quería ser más fuerte. Siempre se ha contenido conmigo, pero apuesto a que le da caña a Katherine Riveros».

«Entonces Jason», dijo Jack. «Y para que encaje con el guion, puede hacer de tu papá. Entra y ve lo sonrojado que estás y la posición en la que sostienes las muñecas. Adivina a qué estabas jugando. Luego te seduce, siendo tan suave en esa escena como rudo en la otra».

Katie asintió con una sonrisa y se bajó del regazo de Jack. Metió las manos en sus pantalones cortos y se los quitó rápidamente. Desnuda de la cintura para abajo, agarró el cinturón de Jack y dijo: «Estoy caliente y excitada. ¡Tengo el coño tan mojado! ¡Quiero follar!».

Jack miró su reloj y vio que faltaban veinte minutos para la siguiente escena. Sonriendo con anticipación, levantó las caderas para dejar que la ansiosa niña le bajara los pantalones y la ropa interior, y luego ayudó a la niña de ocho años a subirse torpemente a su regazo, mirándolo. La silla del director no estaba bien diseñada para permitirlo, pero hicieron lo mejor que pudieron.

Jack, con los pantalones aún colgando, deslizó el trasero hacia adelante todo lo que pudo en la silla. Esperando que fuera lo suficientemente firme, ayudó a Katie a subirse. Al hacerlo, deslizó la mano entre sus piernas y descubrió que su coño estaba empapado. Katie gimió cuando sus dedos le rozaron el clítoris un momento antes de volver a su cadera. La silla no era lo suficientemente ancha como para que ella apoyara las rodillas, así que tuvo que dejarlas colgando bajo el reposabrazos mientras se apoyaba con las manos en sus anchos hombros y los pies en sus rodillas.

Mientras Jack colocaba a la ansiosa chica sobre su miembro, ella acercó su rostro al suyo y reclamó sus labios en un beso apasionado y necesitado que dejó a Jack sin aliento. Mientras la gimiente niña de ocho años le chupaba la lengua, Jack la bajó sobre él, sintiendo su grueso pene abrirla. Katie gimió de nuevo cuando Jack la bajó quince centímetros sobre su pene, disfrutando de la sensación de su apretado coño preadolescente extendiéndose sobre él.

Katie flexionó las piernas y Jack la ayudó con las manos en la cadera mientras se levantaba, luego la bajó lentamente, gimiendo al sentir las suaves y resbaladizas paredes de su coño aferrándose a él. La folló lentamente de arriba a abajo cuatro veces antes de empezar a acelerar. Katie comenzó a mover las caderas adelante y atrás, atrayendo su clítoris hinchado contra su miembro y gimiendo de placer mientras enviaba descargas eléctricas a través de su joven cuerpo.

Los labios de Katie dejaron los de Jack y bajaron para acariciar su cuello mientras el ritmo se volvía más frenético. «Oh, Dios, sí, fóllame, Jack». La excitada preadolescente respiró en su garganta. Él suspiró mientras aceleraba el ritmo, empujando a la niña de cabello castaño rojizo de arriba a abajo sobre su miembro. «Fóllame, fóllame, fóllame», decía Katie al ritmo de su pene penetrante. Jack cerró los ojos mientras suspiraba extasiado.

Sus ojos se abrieron de golpe al oír fuertes vítores provenientes de la sala verde. Mirando los monitores frente a él, Jack sonrió al darse cuenta de que su encuentro con Katie estaba siendo mostrado a todos. Ray tenía una vista panorámica de la espalda de la preadolescente, arqueando la columna al mover las caderas. Bob había hecho un zoom para un primerísimo plano de los labios vaginales de Katie ordeñando su pene con cada embestida. Al levantar la vista, Jack vio que un micrófono de brazo había sido colocado sobre ellos para captar los sonidos de la excitación de la chica y los jadeos de Jack. «Para tu colección privada», gritó Ray alegremente al darse cuenta de que Jack había notado su broma.

«Están locos», los reprendió Jack mientras volvía a acelerar el ritmo, volviendo loca a su amante preadolescente. El cuerpo de Katie se ponía al rojo vivo y su voz se había apagado mientras Jack la llenaba una y otra vez. De repente, su cabeza se echó hacia atrás y un grito escapó de su garganta. Las manos de Jack volaron desde sus caderas hasta la parte baja de su espalda para evitar que se cayera de la silla mientras su pequeño cuerpo comenzaba a agitarse en la liberación. «¡OH DIOS!», gritó Katie con fuerza mientras su cabeza se movía de un lado a otro.

La combinación de verla en el monitor y sentir su cuerpo agitado moviendo su coño espasmódico contra la verga de Jack lo llevó al clímax. «¡Gyuahhhh!» Su voz se unió a la de Katie mientras sus testículos se tensaban. Su polla empezó a chorrear su semen caliente dentro de ella y la cámara que sostenía Bob lo capturó mientras su semen se derramaba alrededor de su polla. Después de que el hombre y la niña disfrutaran juntos de sus orgasmos, Katie se desplomó contra su pecho mientras su cuerpo, aún tembloroso, se calmaba. Las manos de Jack volvieron a su cintura y la folló lentamente de arriba abajo mientras su pene comenzaba a desinflarse en su coño acalorado. Mientras estaban sentados jadeando, Jack escuchó aplausos y más vítores provenientes de la sala verde y sonrió.

Joyce apareció como por arte de magia con dos toallas. Exclamó con admiración: «¡Dios mío, Jack, qué bien la pusiste!». A Katie casi se le doblaron las piernas cuando Joyce la ayudó a levantarse, saciada. Katie tomó otra toalla que Joyce le había traído y, mientras la sujetaba con las piernas sobre su coño supurante, limpió a Jack con cariño. Al terminar, se inclinó y besó el pene desinflado de Jack con reverencia antes de dejar que Joyce, entre risas, la acompañara.
«Ese día, mientras observaba a mi tío con Margrethe, decidí por primera vez aprender de él. Había visto con qué entusiasmo mi hermana esperaba sus visitas, con qué rapidez acudía a él. Había respondido a mis insinuaciones, había mostrado la misma pasión cuando me adentraba en ella, pero nunca había estado ansiosa por mi contacto, nunca desesperada por oír mi voz degradándola como sí lo estaba con mi tío. Había intentado imitarlo en todos los sentidos, pero por alguna razón me había quedado corto. Ese día decidí aprender de él. Si tuviera el coraje.» Mientras Jack leía la narración que acompañaba al guion que estaban grabando, la cámara de Bob entró en la habitación. George estaba sentado en el borde del sofá. Jill ya estaba allí, inclinada sobre su regazo mientras su cabeza se balanceaba de arriba abajo.

La cámara de Ray enfocaba el rostro dichoso de Jill mientras se empalaba una y otra vez en los tiesos quince centímetros de George. Las manos de George se posaban posesivamente sobre la cabeza de la niña y flexionaba los músculos de los brazos, aparentando estar presionándola sobre su polla, aunque en realidad dejaba que Jill marcara el ritmo, haciendo que su cabello negro, ricamente peinado, ondeara al viento.

Jill llevaba puesto su traje completo en ese momento. Un vestido negro de estilo victoriano, una falda plisada larga, guantes negros unidos a un encaje negro que le llegaba hasta los delgados brazos y botas de cuero negro que le llegaban hasta medio muslo. El vestido crujía ruidosamente mientras Jill le hacía una felación apasionada.

Ante un sonido proveniente del otro lado de la habitación, George levantó la cabeza de golpe, desde donde había estado mirando con desprecio la nuca de la cabeza negra que se balanceaba en su regazo. La cámara de Bob captó el ángulo en el que Justin entraba en la habitación. El miedo desfiguró su rostro mientras se acercaba lentamente a la pareja en el sofá. Cuando la voz de George espetó: «¡Fuera de aquí, chico, lo que pase en esta habitación no te incumbe! ¡Fuera de aquí y busca algo que jugar!». Justin se detuvo y se dio la vuelta a medias, pero una mirada de determinación cruzó su rostro y continuó acercándose, sentado en una silla mientras observaba a la niña de ocho años chupar la polla.

Jill no se perdió ni un instante cuando Justin preguntó: «¿Cómo lo haces, tío? Dime el secreto. Te he visto usar a esta niña desde el primer día que la tomaste. Yo mismo la he usado y la he declarado prostituta, pero ¿cómo es que la dejas tan ansiosa por ser degradada?»

El rostro de George se ensombreció de rabia y Justin retrocedió aterrorizado, pero entonces el personaje sonrió cuando George preguntó: «¿Has utilizado a esta niña, tu hermana, como lo hago yo?»

«Sí, tío» respondió Justin vacilante. «Y ella ha respondido conmigo como lo hace contigo. Pero no anhela mi contacto. No acude a mí con ansias. ¿Cómo consigo que anhele mi hombría como anhela la tuya?»

George soltó una carcajada y dijo: «¿Cual hombría? ¡Solo eres un niño! Si no te ha respondido como a mí, es porque no la has tratado con maestría». George aferró los cabellos negros de Jill y la levantó, haciéndola gritar de dolor, incluso mientras luchaba por volver a meter su polla entre sus labios. Sus ojos estaban clavados en la polla, hambrientos. Jack estaba orgulloso de sus expresiones faciales. «¿Tienes una polla así de grande, chico? ¿Puedes marcarla con tu semen? Eso es lo que se necesita para que una puta anhele tus caricias. No hay otro secreto, solo necesitas un poco de edad. ¿Verdad, niña?»

«Sí, amo» susurró Jill. «¿Puedo volver a mi deber? ¿Puedo complacerte?»

«¿Lo ves, muchacho?», preguntó George con desdén, soltando a la niña de ocho años, quien inmediatamente comenzó a acariciar su miembro con la boca una vez más.

«Sí, tío» respondió Justin. «Entonces espero madurar pronto.»

«Normalmente no comparto mis putas con nadie, muchacho, pero como eres carne de mi carne, sangre de mi sangre, te doy permiso.» Las manos de George dejaron la cabeza de la niña y le desató el corpiño. «Quítale esta ropa y usa a tu hermana conmigo» ordenó.

«Sí, tío», dijo Justin, obedeciendo rápidamente. Mientras deslizaba el vestido por el cuerpo de Jill, quien se removió en el sofá para ayudarlo, añadió: «Quiero aprender de usted, señor. He intentado imitarlo, pero quiero aprender de usted a manejar a una zorra como esta; quiero aprender a ejercer el poder». Entonces Justin se arrodilló y acercó su boca al coño de Jill. Bob lo atrapó mientras la lengua del niño comenzaba a rozar los labios vaginales de la niña, apuñalándole el clítoris al acercarse. Jill gimió de placer.

«¿Qué estás haciendo, muchacho?» gritó George.

«La estoy preparando», dijo Justin sorprendido. «Si no, estará demasiado seca para penetrarla fácilmente».

«¿Esta perra ya está seca?» preguntó George con firmeza.

«No señor, sus jugos fluyen como el arroyo detrás de nuestra mansión.

«Así es, niño. ¿Dices que quieres aprender? Pues aprende esto. Una puta se prepara sola. El simple hecho de dominarla la prepara para poseerte. Si no has aprendido esto, quizás no hayas dominado a esta puta después de todo.» gruñó George.

«Entiendo, señor», dijo Justin mientras ponía a Jill de rodillas con brusquedad. Al colocarse detrás de ella y empujar su erección de diez centímetros dentro de ella, Jill emitió un fuerte gemido. «Me preguntaba cómo era que siempre estaba dispuesta a ti». Jill empezó a gemir sin parar mientras se acostaba con el hombre y el chico.

«¿Oyes eso, chico? Yo diría que está preparada», dijo George con malicia, con un tono tan duro que Jack pensó que podían usar esa frase. Volviendo al guion, continuó con la misma voz áspera mientras Justin empezaba a embestir contra Jill con tanta fuerza que la mecía sobre la polla de George: «Sí, chico, eso es, enséñale a esa zorra quién es el amo. ¡O al menos, el alumno del amo!»

«¿Entonces seré tu aprendiz?», preguntó Justin mientras sus embestidas impactaban el cuerpo de Jill con un sonoro golpe una y otra vez.

George echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada. «¡Un aprendiz de usufructuario! ¿Por qué no?». Luego levantó la cabeza de Jill de su regazo y dijo: «¡Es hora de una lección sobre cómo usar una vagina! ¡Date la vuelta, niña, y déjame enseñarle a este chico cómo se hace!».

Jill se movió rápidamente para obedecer. Mientras George se levantaba y Justin se sentaba, ella se colocó entre ellos. Al hundir la cabeza en el regazo del chico, el hombre empezó a acariciar la punta de su pene de arriba a abajo por el coño hinchado y resbaladizo de Jill antes de encontrar su túnel del amor y abrirse paso. Jill gruñó de placer mientras tomaba los 10 centímetros de Justin entre sus labios. Bob vio bien cómo la boca de la chica se movía furiosamente. Ella podía manipular mejor la polla de Justin con los labios y la lengua que la de George, mucho más gruesa.

La cámara de Ray también grabó algunas buenas escenas, y George empezó a penetrar y extraer la polla de la niña por segunda vez ese día. Como George ya le había corrido encima una vez ese día, había durado mucho más en la segunda escena. Pero mientras el estrecho coño de la niña de ocho años le ordeñaba la polla, George empezó a acercarse al orgasmo.

Antes de que eso sucediera, algo lo interrumpió. Mientras Jill le acariciaba la pequeña polla, Justin soltó un grito ahogado y se puso rígido. Apartó las manos de la nuca de Jill y empezó a llevárselas a la suya mientras Jill gemía de sorpresa. Sus brazos se detuvieron dos veces y se quedaron quietos antes de continuar. Mientras el cuerpo tenso de Justin comenzaba a relajarse, Jill extendió una mano con los dedos bien separados. Era el gesto de seguridad que tenían las chicas cuando sus bocas estaban ocupadas.

«¡Corten!» gritó Jack. George dejó caer su pene de su estrecho coño mientras Jack preguntaba: «¿Qué pasa, Jill? ¿Qué te pasa?».

La preadolescente no respondió de inmediato. Retiró la cabeza del regazo de Justin y lo miró a los ojos un momento antes de besar profundamente a su compañero. Cuando interrumpió el beso con el chico jadeante, levantó la vista y le dijo a Jack: «Justin se corrió un poco. ¡Qué rico estaba!».

«¿Lo hice, verdad?», dijo Justin asombrado, y Bob dejó la cámara con cuidado y abrazó a su hijo. Otras voces lo felicitaron por su primer orgasmo ante la cámara.

«¡Pasó tan rápido!», exclamó Jill. Un segundo lo estaba chupando y al siguiente tenía la boca llena. Me quedé tan sorprendida que me lo tragué sin pensar. ¡Debería haberlo dejado escurrir para que quedara grabado para siempre!

Bob se acercó y besó a la niña con ternura en la frente. «No te preocupes, cariño. Seguro que Justin se alegra de que su primera corrida haya sido en una boquita tan caliente como la tuya. ¡Cuídalo en tu barriguita!»

«¡Oooo, sí, me tragué su primera carga! ¡Ay, Justin, estoy tan feliz!», exclamó Jill con los ojos abiertos antes de inclinarse para darle otro beso. Justin se sonrojaba furiosamente por toda la atención. Después de terminar de besar a Justin, Jill miró por encima del hombro a George y dijo: «¡Quiero correrme también! ¡Haz que me corra, George!»

«Ya oíste a la chica, vamos a continuar» gritó Jack. «Jill, sigue chupándole la polla a Justin. No te preocupes si no se le levanta, pero necesitamos que te balancees en su regazo para que el final de George quede bien.

«De acuerdo, Jack.» Jill regresó, moviéndose sobre la polla desinflada de cinco centímetros de Justin. «Date prisa, George, estoy muy cerca», añadió antes de observarlo.

George regresó con entusiasmo su polla a la húmeda rajita de Jill, entrando y saliendo lentamente hasta que Jack gritó «¡Acción!». De inmediato, George empezó a moverse rápidamente, cogiendo a la niña de ocho años con fuerza mientras ella gemía y movía la cabeza arriba y abajo en el regazo de Justin.

Fiel a sus palabras, en dos minutos, el cuerpo de Jill se endureció y sus gemidos inundaron el estudio. Gimió con fuerza sobre la pequeña polla de Justin al alcanzar el orgasmo y su joven cuerpo comenzó a agitarse. Su columna se expandía y contraía mientras su pequeño cuerpo se sacudía. Sus sacudidas llevaron a George al límite, quien comenzó a embestir con furia a la chica que se agitaba antes de gritar y retirarse para empapar su espalda y culo con su semen caliente.

Fue Renee, en lugar de Joyce, quien apareció en el set después de que Jack cortara la escena. Renee limpió con cuidado el sudor y la saliva de la niña jadeante antes de ayudarla a ponerse de pie y tomar el vestido negro para llevárselas a ambas del set. Arlene y Katie también aparecieron, percibiendo la necesidad, y gritaron de alegría al ser captadas por un camarógrafo. La escena había sido la última del día, así que Jack las dejó divertirse mientras ayudaba a Richard a guardar todo. Travis, Gregg, Fred y Robert también aparecieron para echar una mano, y más rápido de lo habitual, todo quedó limpio, todos vestidos y el lugar estaba listo para cerrar.

Dan apareció para recoger a Renee y su familia, quienes conducirían solos al día siguiente, ya que ya sabían dónde estaba el lugar. Nina abrazó a Jack con fuerza y, mientras él se despedía de su madre y hermanos, le levantó la camisa, metió la cabeza debajo y empezó a lamerle la piel peluda alrededor del ombligo, extendiendo las manos para acariciarle el trasero mientras su madre decía: «¡Esta niña ha estado insaciable todo el día! No hay un hombre aquí que no la haya tenido hoy, excepto Dan, y podría tenerla de camino a casa. ¡Creo que filmar le va a sentar bien!»

Jack se rió tanto por la declaración como por la sensación de cosquilleo de una lengua rosada lamiendo la piel sensible antes de sacar a Nina de debajo de su camisa, levantarla para darle un beso sonoro mientras ella reía y enviarla a su camino con una palmada no muy suave en su trasero que todavía la hacía reír.

Jack recogió las cintas grabadas ese día, se quedó el tiempo suficiente para pasar todas las toallas usadas de la lavadora a la secadora, luego cerró con llave y puso la alarma antes de emprender el corto viaje a casa. Iba todo sonrisas mientras conducía, pensando en Nina y su familia y en lo bien que encajaban en el grupo.

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