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Anónimo

julio 15, 2025

318 Vistas

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Silvana...

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En Madrid viví en un sector bastante interesante, cercano a la estación de metro de Gregorio Marañón. La rutina iba de lunes a viernes en una oficina con otros 8 latinoamericanos que desarrollábamos un proyecto inter disciplinario bastante grande. Varios de ellos compartían piso y otros se alojaron con familiares o amigos. El único que vivía completamente solo era yo y tenía muchísima más libertad para hacer lo que me diera en gana. Y lo que me diera en gana era llegar, quitarme los zapatos, tenderme en la cama, destapar una cerveza, comer algo de jamón, queso y ver televisión. Los fines de semana los empleaba en conocer la ciudad y por supuesto, turistear. Toledo, Ávila, Segovia, Cuenca, algunos pueblitos de La Mancha. Llamaba todos los días a mi familia utilizando el whatsapp, así que siempre estaba comunicado y me sentía un poco más cerca de ellas.

Dos meses después de haber llegado y con mis rutinas completamente establecidas (levantarme, bañarme, vestirme, desayuno, viaje en metro, oficina, almuerzo, oficina, viaje en metro, cena y cama) un viernes dos de mis compañeras me dijeron que si quería acompañarlas por una cerveza. A mi realmente no me hacía mucha gracia pues era el mayor de todos (y le sacaba por lo menos 10 años al siguiente), pero finalmente acepté. Terminamos en un bar en Chueca (omito el nombre para proteger a los no tan inocentes) LGTBI. Yo miré a mis compañeras con cara de: de que se trata todo esto? Ellas en medio de risas me dijeron que no pasaba nada, que el bar era sensacional, buena música, nadie me molestaría y que la idea era disfrutar un rato luego de una semana de trabajo. Entramos todos al lugar, pedimos unas cervezas, botanas y conversamos un rato. Una media hora después mis dos compañeras ya se habían contagiado del ambiente del lugar y desinhibidas por el alcohol comenzaron a portarse más cariñosas entre ellas. No puedo decir que fuera una sorpresa porque desde el primer día las había puesto en mi lista de les gusta el mismo sexo, así que si ellas estaban felices, que lo disfrutaran. Se fueron a bailar y yo me quedé terminando mi cerveza. Me dedique a ver el lugar. Mucha gente, la mayoría entre los 20 y los 40, música bastante agradable y si, salvo un par de jóvenes que se me acercaron en plan de quieres algo más, pasé completamente anónimo. A eso de la 1 vi a una joven muy bonita en la barra. Blusa suelta, jean un poco suelto. Llevaba el cabello en una cola de caballo y maquillaje suave. Le calcule unos 30 años. Ella seguía el ritmo de la música con el cuerpo, pero nada sugestivo. Simplemente llevaba el ritmo, disfrutándolo. Me pillo un par de veces mirándola y yo, que hacía años había dejado a un lado el salir de bares, disimulaba muy mal. Me terminé la cerveza, le hice señas a mis compañeras de que mi iba a ir y cuando iba hacia la salida la joven se me acercó. Me preguntó si ya me iba y que si me había cansado de mirarla. Yo simplemente me disculpe si la había incomodado, pero le dije que me parecía muy atractiva y por eso la había estado observando. Ella sonrió. Me preguntó si era gay o bi. Yo le dije que era hetero y estaba ahí por mis compañeras y simplemente había venido por unos tragos luego de una semana de duro trabajo. Ella se quedó callada un instante. Luego me volvió a sonreír y me dijo que si me animaba a algo más regresara otro día y la buscara. Yo le dije que no entendía. Y ella me dijo, sin ningún filtro, que era trans, que le parecía atractivo y lindo. Yo me quede ahí mismo de piedra. Balbucee cualquier cosa, les hice un gesto de despedida a mis compañeras y salí del local sin mirar atrás.

En el metro y mientras iba a mi casa solo podía recordar a esta joven. Cuerpo muy lindo, cara preciosa, manos delicadas y hasta voz suave. Todo lo contrario a lo que mi mente tenía preconcebido como una mujer trans. Llegué a mi casa, fuera zapatos. Destapé otra cerveza y me senté en la cama pensando en lo sucedido. Y, cosa curiosa, me sentía muy excitado. Terminé haciéndome una paja pensando en la joven. No voy a decir que fue la mejor paja de mi vida porque diría una mentira. Pero si puedo afirmar que no me podía sacar de la cabeza que había estado morboseandome a una joven que tenía polla debajo de los pantalones. Y lejos de quitarme la excitación, la mantuvo mientras me pajeaba.

El lunes mis compañeras me preguntaron que como me había terminado de ir y yo simplemente les dije que había sido divertido pero no como para repetir. Una de ellas luego me preguntó si había pasado algo con la joven. Yo lo negué y ella me dijo que estuviera tranquilo, que al final, todo vale si uno se siente bien. El resto del día pasó entre juntas, reportes y más juntas. Pero las palabras de mi compañera y los recuerdos de lo del bar seguían dándome vueltas en la cabeza.

En la noche, sentado frente a mi computadora comencé a buscar información. Si, estaba en plan aprendizaje. Pero muy pronto de las páginas con artículos e información aburrida aterrice en las porno. Link tras link, foto tras foto, video tras video. Termine apagando el aparato a eso de las 3 de la mañana, con una erección monumental y más confundido que nunca. Que carajos me estaba pasando? Como era posible que ahora estuviera pensando en pollas y cojones y no en hembras hechas y derechas? El resto de la semana se fue en trabajo en el día y grandes dosis de porno trans en las noches. No podía detenerme. El viernes en la noche salí del trabajo casi que sin despedirme, llegue a mi casa, me desnude, prendí mi laptop y me dispuse a navegar. Pollas y más pollas. Y finalmente cedí al hambre que tenía y me masturbé por horas. Me corría, descansaba y volvía a comenzar. Video tras video y paja tras paja. Creo que durante el fin de semana me hice no menos de 30 pajas y vi por lo menos 24 horas de pollas trans sin interrupción.

El lunes estaba hecho polvo y tuve que decir que quizás había cogido una virosis y me sentía fatal. En la tarde del martes, poco antes de la hora del almuerzo estaba en mi computador y sin resistirlo, abrí una página para ver un par de pollas. Estaba completamente enganchado. No me di cuenta que mi compañera se me había acercado por detrás y por encima de mi hombro veía lo que yo estaba viendo. Carraspeo y yo, atolondrado y muy avergonzado solo pude cerrar la tapa del laptop. Ella no me dijo nada. Abrió mi laptop otra vez, cerró la página que estaba viendo y abrió el buscador. Tecleo una dirección de un web site y se alejó sonriendo. Antes de salir me dijo que tenía que divertirme y ahí podría hacerlo. Yo de piedra simplemente me quería morir. Al final vi que la página que me había dado era una de escorts trans. Cerré nuevamente mi laptop y me fui a almorzar entre cabreado y culpable. El resto de la semana estuve de muy mal humor. Evité al máximo el contacto con mis compañeros de oficina y especialmente con mi compañera. No la podía ver ni a los ojos pero ella seguía igual, como si nada hubiera pasado. El viernes antes de la hora de salida recibí un mensaje de ella a mi whatsapp. Era el link de la página que me había anotado antes. La vi alejarse y despedirse de mí picándome el ojo y deseándome buena suerte. Yo de nuevo, de piedra sin saber que hacer o que decir.

Llegue a mi casa, destape una cerveza y me senté en un sillón. Veía mi laptop cerrado frente a mí. Me levanté varias veces por el e igual número de veces regresé a mi lugar con las manos vacías. Al final, me rendí. Abrí el laptop y escribí la dichosa dirección. Era, como he dicho, una página de contactos con escorts trans. Había no menos de 300, divididas en categorías, por ciudades, por gustos, por servicios… Comencé a ver perfiles, descartándolos por lo que veía o no veía. Finalmente luego de más de una hora aterrice en el perfil de Silvana. 26 años, 1.75, española. La página tenía su tarifa, su teléfono y sus servicios. También había reseñas y por supuesto muchísimas fotos. No había sino una foto suya en lencería y no se le notaba absolutamente nada. Toda una mujer. Duré cerca de veinte minutos reuniendo el valor para marcarle. Como era viernes me decía que quizás estuviera ocupada, o trabajando, o que no me contestaría, o… Todas las excusas del mundo. Al final me decidí por un mensaje de voz en el que me presentaba, le decía que me gustaría conocerla y que si podía llamarla en ese momento, si no era inoportuno. Su respuesta llegó unos minutos después. Podía llamarla en ese momento. El corazón me latía a mil por hora. Sentía la boca seca y me temblaban las manos como si fuera un adolescente buscando la primera cita. Marqué el número, sonó dos veces y me dije, no va a contestar y justo ahí, contesto (lo dicho, parecía un adolescente). Su voz era suave, muy femenina, rasposita. Hablamos un par de minutos de trivialidades y finalmente fue ella la que me preguntó si quería sus servicios. Con un hilo de voz le contesté que sí. Me dijo que esa noche ya no podía pues era muy tarde para salir pero podría encontrarse conmigo el sábado en la tarde/noche. Hicimos la cita, me dio su dirección y se despidió. Sobra decir que yo a duras penas pude dormir esa noche. El sábado me desperté, me afeité, decidí depilarme la polla (aún hoy todavía no sé porque, jaja). Salí hacía la zona de Chamberí con suficiente tiempo para no llegar corriendo. Un edificio de apartamentos como cualquier otro. Timbré y me abrieron la puerta. Subí dos pisos de escaleras y llegue frente a su puerta. Sentía mariposas en el estómago y me temblaban las piernas. Un instante después ella me abrió la puerta de su departamento. Yo ahí parado observándola como un imbécil sin poder decir una palabra. Un mujerón de 1.75, sonriente y con cara angelical, vestida con una blusita suelta y una falda larga y sandalias planas. Si te la encuentras en el supermercado volteas a verla inmediatamente. Al final termine entrando. Ella me llevó consigo hasta su sala y me ofreció un asiento. Luego se sentó frente a mí. En la mesita frente a mi había una jarrita con limonada. Me sirvió un vaso que yo me bebí casi de un sorbo. Ella simplemente aguardaba con paciencia. Me preguntó que si era mi primera vez. Obvio sí. Me preguntó si sabía lo que quería. Obvio no. No tenía ni idea realmente lo que estaba buscando. Me preguntó si estaba listo. Solo pude mover la cabeza de arriba abajo. Le dio risa y luego me dijo, vayamos a mi habitación y vamos viendo cómo se dan las cosas. Yo simplemente obedecí.

Su cuarto, cama Queen Size, tonos crema, cuadros de paisaje, un tocador con espejo. Nada fuera de su lugar, nada ordinario, nada vulgar. El cuarto de una dama. Me dijo, quieres desnudarte? Yo no sabía si iba a poder. Ella volvió a sonreír y me dijo que estuviera tranquilo y que lo disfrutara. Yo volví a afirmar con la cabeza (51 años y portándome como un quinceañero atolondrado). Ella se me acercó y me dio un beso en la mejilla y me comenzó a quitar mi chaqueta. La dobló con cuidado y la puso a un lado. En menos de nada ya estaba en bóxer frente a ella. Volvió a acercárseme y me dijo que si la quería besar. Yo le dije que sí. Me sonreía con ternura. Yo acerqué mis labios a los suyos y le di un piquito. Ella me tomó el rostro con las manos y me dio un beso goloso con lengua. Yo le respondí con igual intensidad. Nos besamos por un rato largo. Ya tenía una erección que era imposible de ocultar. Sin embargo ella no dijo nada. Yo miré el reloj. El tiempo pasaba. Ella lo notó. Me quitó el reloj y me dijo que no me preocupara, que iba a tener todo el tiempo que quisiera con ella porque quería hacerme sentir bien. Se dio la vuelta, se sacó las sandalias de una patada, se quitó la blusa y dejó caer su falda. Luego se dio la vuelta. Juro que casi me vengo de solo verla. Cuerpo perfecto, senos, quizás 34B, muy proporcionados, lencería de encaje. Y sí, mi vista bajó de inmediato a un bulto enorme que parecía querer reventar el panty. Ella se dio cuenta. Me preguntó que si le gustaba y yo como un imbécil balbucee un sí. Ella volvió a sonreír y se me acercó y volvió a besarme. Yo respondí mientras le acariciaba la espalda. Tomó mis manos y las puso sobre sus nalgas. Me susurró al oído que la tocara. Yo ya para ese momento estaba completamente perdido. Mi erección era monumental y además sentía su polla rozando la mía, separada solamente por la tela de mi bóxer y su panty. Ella se separó un poco y me dijo que si quería seguir. Le dije que sí. Me preguntó que que quería y le dije estúpidamente que la quería a ella. Ella soltó una risita, me acarició el rostro. Luego se arrodillo frente a mí, me bajó el bóxer de un tirón y descubrió mi polla completamente dura. Me miró desde abajo sonriendo. Luego comenzó a besarme la polla. Primero besitos leves en el glande y en los huevos y luego se la metió a la boca y me hizo la reina de las mamadas. Nadie, jamás, me la había chupado de la forma que ella lo hizo. Tuve que pedirle que se detuviera porque me iba a hacer correr. Ella sin embargo continuo adelante. Yo comencé literalmente a aullar y segundos después la alcance a advertir que me iba a correr. Se la sacó de la boca, me la meneó un par de veces y luego estallé como cuando era adolescente. Ella me la siguió meneando y chupando. Luego se levantó, fue en busca de pañitos húmedos y me limpió completamente la polla. Me acostó en la cama y ella se tendió a mi lado. Me miró a los ojos. Me preguntó, Feliz? Yo solo podía afirmar. Comencé a acariciarla suavemente. Ella se incorporó un poco y se quitó el sostén. Mi boca se pegó a sus senos como si se me fuera la vida en eso. Y al fin decidí dar el paso. La miré a los ojos, luego miré hacia abajo y le dije: Puedo? Ella me dijo que si mientras sonreía. Metí mi mano bajo su panty y por fin pude sentir su polla en mi mano. Era mucho más larga y gruesa que la mía. Mientras se la acariciaba ella no dejaba de observarme. Me pregunto si me gustaba y yo solo le podía responder besándola. Me incorporé un poco, la hice sentar en la cama con las piernas colgando por el borde y le retiré el panty. Ya estaba completamente desnuda frente a mí. Yo me arrodillé frente a ella. Volví a hacerle la pregunta: Puedo? Ella dijo que sí. Le dije que nunca lo había hecho. Ella me dijo que siguiera mis instintos. Veía su polla ahí, a centímetros de mi boca. Olía fresca, con un poquitín de sudor, olor de hembra y macho, no sé ni cómo describirlo. La acaricie un par de veces más, Su polla no estaba circuncidada, por lo que deslice la piel hacía abajo con cuidado para descubrirle el glande. Y no me pude resistir más. Abrí los labios y me la metí en la boca. Mi propia polla otra vez estaba durísima. Mil cosas pasaban por mi cabeza. Estaba ahí, de rodillas, con una trans, con su polla en mi boca y no quería que el momento se terminara. Comencé a chupar, lamer, hice todo lo que en algún momento me habían hecho a mí. Su polla comenzó a ponerse dura en mi boca. Lo sentía, sentía que crecía. Y mientras sucedía ella comenzó a gemir. Me acariciaba la cabeza, controlaba la velocidad a la que yo chupaba y de pronto me dijo que si quería sentir su leche. Yo para esas alturas ya no sabía o quería detenerme y comencé a chupar con más fuerza y unos instantes después sentí su primera descarga en mi boca. Me la saque justo en el momento que disparaba nuevamente y sentí como su leche me pegaba en el rostro y el pecho. Ella gemía mientras yo seguía masturbándola y acariciando esa polla. Volvió a ofrecerme un pañito húmedo para limpiarme y nuevamente nos acostamos uno al lado del otro, mirándonos y acariciándonos las pollas mutuamente. Me pregunto si me había gustado. Yo no podía dejar de sonreír y ella se rio por mi expresión bobalicona. Le dije que quería volver a chupársela y ella se acomodó. Me dijo que lo hiciéramos los dos. Y terminamos haciendo un 69, cada uno con la polla del otro en la boca. Yo no podía dejar de lamerla. Me encantaba esa sensación de tener una polla en la boca y de sentir como se ponía dura. Depuse de un rato ella me soltó y me preguntó si quería seguir, si quería follármela y si quería que me follara. Parpadeé un par de veces. Le dije que no estaba seguro de querer tener semejante trozo en mí. Ella me dijo que sería cuidadosa y que me la sacaría si yo no quería seguir. Volví a chupársela y le dije que lo hiciera. Sacó gel a base de agua de su mesita de noche, me embadurnó el culo y comenzó a masajearme suavemente. Primero me metió un dedo y muy pronto me metió un segundo. Yo sentía el movimiento y me gustaba. Tenía mi propia polla a mil. Luego de un rato me dijo que ya estaba listo, me acostó, me levantó las piernas y las puso sobre sus hombros. Me dijo, listo? Le dije que sí. Se puso un condón, lo lubricó y puso su glande en mi culo. Me preguntó si estaba listo. Le dije que sí, que comenzara. Sentí que comenzaba a entrar. Mi polla palpitaba. Ella se inclinó y mientras me penetraba me comenzó a besar. Me preguntó si la sentía dentro de mí. Yo le dije que sí. Me dijo si quería tenerla completa y yo la tomé de las caderas y comencé a empujarla hacia a mí. Unos instantes después sentí sus cojones golpeando en mis nalgas. Mis piernas cayeron a los lados. Ella me tomó de las caderas y comenzó a bombearme con fuerza. Yo le pase las piernas por detrás para ayudarla, completamente dominado por su polla. Quería sentirla dentro de mí. Ella comenzó a bombear con más fuerza y yo solamente buscaba su boca para besarla mientras entraba y salía de mi culo. Le grite que me iba a venir y ella me dijo que también. Tan pronto mi leche comenzó a salir ella me empujó con fuerza y se corrió. Sentí que su polla se ponía flácida en mi culo y luego, sosteniendo el condón, se retiró. Se lo quitó, se levantó y fue por agua y pañitos. Se volvió a acostar a mi lado mientras me acariciaba. Me preguntó si me había gustado y que se sentía honrada por haberle dado mi virgo. Yo seguía enganchado a su polla y no podía dejar de acariciarla. Volví a chupársela y volvimos nuevamente a hacer un 69. Le dije que si tenía inconveniente en tragarse mi leche y como única respuesta fue abrazarme con fuerza mientras yo me corría en su boca. Habían pasado quizás dos o tres horas. Yo seguía con la polla a mil. Ella se acostó y me dijo que quería que me la cogiera a pelo. Yo la mire con algo de miedo. Me dijo que estaba completamente limpia y sana y que quería que lo hiciera. Dicen por ahí que polla parada no cree en Dios. Sin pensarlo demasiado le acaricie el culo y comencé a penetrarla. Ella gemía y me ofrecía su boca y yo la besaba. Me incorporé un poco para follármela como ella lo había hecho conmigo y mientras, la masturbaba. Su polla volvió a ponerse dura y comencé a jalársela con fuerza. Luego de un mete y saca frenético le dije que me iba a correr y ella me dijo que se lo echara dentro. Me presionó las nalgas con sus pies y me corrí una vez más (muy poca leche porque ya me había corrido varias veces). Nos quedamos dormidos, yo con la polla empotrada en su culo y acariciándole la suya. Cuando me desperté ella ya se había vestido y me ofreció una copa de vino. Conversamos un rato más mientras me vestía. Luego le dije que este era el peor momento porque sentía que era muy poco galante eso de sacar dinero y pagar. Le dio risa. Me dijo que estaba acostumbrada pero que agradecía mi gesto y caballerosidad. Nos despedimos con un beso con lengua y me fui para mi casa.

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Durante ese año frecuenté a Silvana más veces de las que puedo contar. Salimos como pareja, fuimos a cenar, de copas y de paseo a algunas ciudades cercanas. Pase la noche con ella muchas veces. Después de unos meses dejó de cobrarme y me convertí en uno de sus amigos especiales. Mi compañera de trabajo se enteró algunos meses más tarde de todo lo que sucedió. Silvana y yo salimos con ellas varias veces y terminamos en mi casa. Ellas follaron delante de nosotros y nosotros delante de ellas. Silvana también se las folló a ellas mientras yo observaba. Sucedió un par de veces y debo decir que esto rompió con muchísimos tabúes que yo tenía.

Regresé a mi país y a mis rutinas pero mantuve el contacto con Silvana. Regresé a radicarme en España luego de un tiempo y ahora, cinco años después sigo viéndola por lo menos una vez al mes y en esas ocasiones literalmente nos descosemos follando. Sigo enganchado a su polla como si fuera la primera vez y cada vez que me penetra me siento en el cielo.

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